Redes CristianasLa primera lectura de cada misa, en la forma organizativa actualmente existente, es un fraude, de cara al público, y, al mismo tiempo, una grave deformación de cara a Dios y sus anhelos de justicia.
Lo explicamos:
Estas primeras lecturas se presentan (según el libro “La paraula celebrada”, de Núria Calduch), en una serie de tres años, una cada domingo o fiesta importante.
Son 63 el primer año, 67 el segundo y 66 el tercero, en un triduo modelo, y probablemente en un triduo siguiente puede haber una pequeña variación. Total: 196 fiestas, otras tantas misas e igual número de primeras lecturas. Hablamos, pues, de 196 primeras lecturas, en el conjunto de cada tres años.
¿De qué libros bíblicos salen, estas 196 lecturas? En el modelo presentado por Núria Calduch, 96 son textos sacados de libros de “profetas”, 61 lo son de libros que nosotros denominamos “míticos”, porque son dichos y hechos que nunca se produjeron, sino que se imaginaron, sobre todo en el caso de los libros elaborados por los consejeros o escritores invitados por el rey Josías (641-609 aC). Denominados “Pentateuc” (cinco libros).
Advertimos, sin embargo, que, por simplicidad, hemos asimilado a profetas algunos autores de muy pocas lecturas que se pueden comparar, tales como Jesús hijo de Sira, Samuel y algún otro. Así mismo también hemos asimilado al grupo de textos míticos las referencias del libro denominado Sabiduría. El motivo es que, a pesar de la fama que se ha dado a este autor, creemos que es de poca categoría, porque describe un tipo de sociedad donde no se tienen en cuenta los pobres, por lo tanto una sociedad inexistente, mítica.
El tercer grupo de lecturas en número es el del libro llamado “Hechos de los apóstoles”, que aporta 24, 8 textos cada año, y que se leen durante las fiestas de Navidad y siguientes.
¿Por qué nos tienen que distraer con 61 textos míticos e invitar a sacar
razonamientos, propósitos, etc., de un conjunto de mentiras, que, además, nos las presentan como si todavía fueran verdades? Pero esto todavía sería el problema pequeño. El problema gordo es que, en 96 semanas, nos ofrecen «textos de profetas» que, en general, están lejos de lo que tendría que ser un texto profético: una advertencia clara y dura de Yahvé sobre aspectos clave de la vida humana.
Y aquí podríamos acabar si hiciéramos una descripción “muy general” de las primeras lecturas, pero tenemos que tener en cuenta las “minorías”:
5 textos son de los libros Levítico o Deuteronomio, es decir, los dos libros legislativos, 3 lecturas son del libro de los Proverbios, 1 del libro de los Macabeos, 1 del libro Cohélet (que antiguamente se titulaba Eclesiastés), y….
Para el final guardamos lo más penetrante: de textos proféticos de verdad, que condenen las injusticias sociales, que expresen la pasión divina “por el derecho y la justicia”, como decían nuestros profetas, solo se leen 5:
3 del profeta Amós, 1 del profeta Jeremías (que sí tiene más, pero no de este estilo), y 1 del profeta Miqueas. (Estas 5 lecturas no se han contado en la serie general de profetas.) A Miqueas, un muy buen profeta, que tiene un libro muy corto diciendo cosas fuertes, los burócratas que compusieron esta desgraciada lista de textos, solo le dejan decir UN texto cada tres años, y siempre el mismo.
Ante este panorama, tan contrario a los deseos divinos (según nuestros profetas), nosotros creemos que, a partir de ahora, no debemos dar ninguna importancia a la primera lectura de las misas, hasta que la lista sea bien reformada. Creemos que esta tiene una finalidad principal: esconder las ansias divinas de justicia social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario