La Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor comunica que, el 1 de octubre de 2024, ha fallecido el Salesiano sacerdoteFélix García Velasco. Tenía 85 años, Había cumplido 68 años de Salesiano y 58 de ordenación sacerdotal.
La celebración del fueneral será hoy 2 de octubre, a las 17:30 h. en la capilla De Santiago el Mayor, con la posterior incineración en la intimidad familiar.
Agradecemos a Dios el regalo de la vida de este hermano, le pedimos, como miembros de la Familia Salesiana, que él tanto cuidó y animó, que cada uno de nosotros seamos fieles a Dios y a la llamada en el carisma salesiano que nos ha dirigido. Y fieles hasta la muerte también.
La Constitución española de 1978 proclama: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho” (Art.1). Proclama también derechos sociales, laborales y ambientales: “Derecho a una vivienda digna y adecuada” (Art. 47), “a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona” (Art.45), etc. Para conseguir los recursos precisos sanciona: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad” (Art.31). “Toda la riqueza del país en sus distintas formas, y sea cual fuere su titularidad, está subordinada al interés general” (Art.128).
Pero, en un mundo globalizado, no es el “interés general” de los ciudadanos sino los intereses de los grandes monopolios corporativos y financieros los que de hecho marcan el paso a los gobiernos. Los directivos de las diez principales empresas de gestión de inversiones controlan casi 50 billones de dólares en activos en todo tipo de sectores, que deciden sobre la vida de miles de millones de personas, ya que el poder económico termina traduciéndose en poder político.
No sólo logran inmunizarse contra las medidas regulatorias y redistributivas de los Estados, sino que, en muchos casos, logran reorientar los recursos públicos al servicio de sus intereses privados. Con lo que las instituciones públicas se van convirtiendo en unos aliados más de la empresa privada, dando lugar a un Estado intervencionista, sí, pero a su favor.
En el ámbito de la vivienda, por ejemplo, mientras que la Constitución habla de “regular la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación” (Art. 47), las instituciones públicas miran para otro lado e incluso van eliminando el escaso parque de vivienda pública, facilitando su traspaso a los grandes fondos buitre. Lo que impide garantizar el derecho a una vivienda digna y adecuada a los más vulnerables y asegurar cierta competencia en el mercado que reduzca el poder de los oligopolios.
En nuestro país, los distintos fondos de inversión (mas bien “de extracción”) gestionan hoy más de 240.000 viviendas; el fondo buitre Blackstone es el mayor casero privado del país, con una cartera de 32.000. Lo que les permite: control efectivo del mercado, distorsión de sus precios, bloquear toda iniciativa que perjudique su negocio, como la construcción de vivienda pública, la regulación de alquileres o la puesta en marcha de la “Ley por el derecho a la vivienda”(2023), etc.
Mientras tanto, el precio de alquileres e hipotecas no deja de crecer: el 36,1% de la población se ve obligada a destinar más del 40% de sus ingresos al pago de vivienda, y las viviendas sociales representan un 2,5% del total, nada que ver otros países de nuestro entorno (Holanda 30%, Austria 24%, Reino Unido 17,6%. Francia 16,8%). A esto se va reduciendo la implementación del derecho a una vivienda digna y adecuada proclamado por la Constitución
Nos vemos sometidos a un sistema (“anarcocapitalismo” lo definen algunos) empeñado en limitar cada vez más el papel del Estado y la regulación política de la vida económica. Sus “enemigos” serían los impuestos, los derechos laborales e incluso la idea misma de justicia social. En realidad, supone reemplazar la regulación de los mercados y las políticas redistributivas proclamadas en la Constitución por la ley del más fuerte. Los poderes públicos pierden capacidad para gestionar sus propias economías, lo que está produciendo una degradación de los derechos sociales y la vida política democrática en general.
Incluso un neoliberal, partidario del libre comercio, como Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, ha reconocido que “el fundamentalismo del mercado ha erosionado los derechos de los trabajadores y la seguridad económica, ha desencadenado una carrera desreguladora a la baja y una competencia fiscal ruinosa, y permitido la aparición de nuevos monopolios mundiales”.
Se vuelve urgente recuperar las políticas públicas de carácter redistributivo y el empoderamiento de las clases populares democratizando de verdad el Estado. Recordamos, una vez más, las palabras de Francisco en “Fratelli Tutti”: “Asistimos a un debilitamiento del poder de los Estados, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política” (172). “Pero, ¿puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una política que no esté sometida al dictado de las finanzas?» (168). “Necesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la casa común” (17).
La violencia contra las personas migrantes alcanza niveles inéditos con la colaboración de Frontex y el Gobierno de Italia. Organizaciones como Sea-Watch trabajan con escasos recursos frente a milicianos libios con equipamiento europeo.
El sábado 21 de septiembre, a las 11.37 GMT, al menos dos milicianos libios abrieron fuego contra una embarcación precaria y llena de migrantes que trataba de llegar a la isla italiana de Lampedusa. La agresión armada tuvo lugar en aguas internacionales. Ver noticia
A los obispos de la Conferencia Episcopal Italiana
La única revolución valiente e indispensable hoy es la revolución de la Paz.
El aumento general de la producción y venta de armas, y en particular de armas nucleares, que llenan los arsenales de los distintos Estados, pone en juego el destino del mundo y de toda la humanidad. Hoy es imperativo manifestarse por la Paz a cualquier precio hasta la práctica inevitable de la desobediencia civil. Porque el único Evangelio que hoy se puede anunciar es el Evangelio de la Paz.
Hoy se ha perdido la esperanza de poder mejorar la convivencia entre los pueblos. La furia bélica que se desarrolla en múltiples frentes, combinada con la imparable carrera armamentista, aumenta el peligro de una catástrofe atómica. Toda la comunidad mundial parece haber perdido el camino de la discusión y el diálogo en las inevitables disputas entre países y entre grupos étnicos y grupos internos de una misma nación. El deterioro global en términos de paz y seguridad, debido al deterioro de las relaciones internacionales entre las viejas y las nuevas potencias, ha contribuido a acelerar el gasto militar, estimulando una nueva carrera por las armas convencionales y nucleares.
El gasto militar mundial alcanzó la cifra de 2.443 mil millones de dólares en 2023. El comercio de armas es escandaloso. Italia ocupa el sexto lugar entre los diez principales exportadores. Los nueve países que poseen armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte, Israel, aumentaron el gasto en armas nucleares en un 34% de 2019 a 2023. E Italia está planeando nuevos gastos enormes en sistemas de armas muy caros y aviones de la muerte.
El problema de las armas de destrucción masiva es extremadamente actual y grave, porque junto con el deterioro de las relaciones geopolíticas, también se les asigna un papel cada vez más importante en términos de disuasión. De hecho, los nueve países nucleares antes mencionados están persiguiendo decididamente el fortalecimiento y la modernización de sus arsenales mediante el despliegue de nuevos sistemas de armas cada vez más letales, capaces de un doble uso “convencional y nuclear”. Un segundo plan de modernización se refiere a las aproximadamente cien mil nuevas bombas nucleares teledirigidas presentes en cinco países de la OTAN: Bélgica, Holanda, Alemania, Italia y Turquía.
En esta situación compleja y gravísima, los caminos de una cultura y una política de Paz se vuelven extremadamente estrechos e impermeables. Pero deben emprenderse a toda costa, incluso a costa de sacrificios supremos. Está en juego dramáticamente la supervivencia del propio planeta Tierra, así como de nosotros, los humanos y nuestras civilizaciones.
La guerra es «absurdum a ratione, es decir, una locura», afirmó el Papa Juan XXIII. Es la locura infinita que quiere aniquilarnos a los humanos. Los muertos de las guerras en Irak, Serbia, Afganistán que se libraron llamándose misiones de paz o guerras preventivas están ahí para advertirnos de los crímenes cometidos en esas guerras. Nuestros soldados muertos (ya 400) y enfermos (casi 8.000) tras la inhalación de balas de uranio empobrecido nos muestran la indiferencia y el cinismo de quienes los expusieron a este peligro letal y el número aún mayor de las poblaciones afectadas por esas armas.
Pero todavía tenemos a Jesús y su Evangelio, constitutivamente “venida” (cf. Jn 3,31); “El que viene siempre para quitar el pecado del mundo” (cf. Juan 1,29). Jesús es la luz verdadera que brilla en las tinieblas y las tinieblas nunca podrán vencerla (cf. Jn 1,29). Así que invadamos todas las calles del mundo y hagamos la paz y exijamos la paz incluso a costa de la inevitable “desobediencia civil”. Debemos crear un movimiento radical para crear conciencia universal sobre la urgente necesidad de hacer la Paz.
No podemos dejar solo a este anciano Papa Francisco, que recorre el mundo anunciando el Evangelio de la Paz y arrodillándose pidiendo a los poderosos que hagan la Paz. Sobre todo, los episcopados cristianos, la Iglesia y todas las religiones más dispares deben anunciar el único valor de la vida: la paz, y si es necesario pagarla con el sacrificio de la propia persona.
El mensaje definitivo que Jesús deja a sus discípulos, y los discípulos de Jesús son todos seres humanos, porque “todos somos descendientes suyos” (cf. Hch 17,28), es: “Amaos unos a otros como yo os amo”. Sólo así reconocerán que sois mis discípulos” ( Jn 13,24). Además: «Vosotros sois mis amigos… y yo doy mi vida por mis amigos» ( Jn 15,14-15), «ofreciéndoos ejemplo para que lo que yo os he hecho, lo hagáis también vosotros a todos los humanos» ( Juan 13:15).
Son los capitalistas, los empresarios y los gobernantes del mundo los que quieren la guerra.
Todos queremos la Paz, pero es necesario que la exijamos a toda costa con toda la pasión de nuestro ser mediante la objeción de conciencia frente a todas las guerras y todas las armas y promoviendo la no violencia que es la única opción para lograr la Paz.
Es necesario que los creyentes hagan la “revolución” de la Paz en la vida.
Un 30% de los españoles cree que la inmigración es el principal problema que hay en España, según los datos que reflejan el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas publicado en este mes de septiembre, lo que la coloca por delante de los problemas políticos y del paro.
Sin embargo, la mano de obra migrante es fundamental para
el sustento de la agricultura europea, tareas que rechaza llevar a cabo la población local, las más duras, peligrosas o peor pagadas. Aunque las condiciones concretas varían en cada país, existen problemas compartidos, como el pago de salarios aún más bajos que los prometidos o la infravivienda y el hacinamiento en espacios insalubres o sin servicios
básicos.
Se trata de un trabajo duro, normalmente con jornadas largas, y en el que tanto empresarios como intermediarios pueden imponer condiciones de explotación.
Al igual que en el resto de Estados del Norte Global, en España, la conversión de la agricultura y ganadería al modelo industrial se tuvo que enfrentar al problema de falta de mano de obra. La solución se encontró en la contratación de inmigrantes, que empezó en los noventa y experimentó un efecto multiplicador en la primera década del 2000, el número de personas
extranjeras que realizaban trabajo en el campo se multiplicó por 135.
La Organización Internacional del Trabajo ha estimado en 150 millones el número de personas migrantes que trabajan en los países de destino, de las cuales 16,7 millones lo hacen en la agricultura, 9,3 millones son
hombres y 7,4 millones son mujeres. La proporción de este colectivo en el sector agrícola de la UE está impulsada por países como España, Italia y Dinamarca, donde la tasa es entre seis y nueve puntos superiores
que en el resto de sectores.
España ha pasado de la agricultura campesina y familiar a la agroindustria con mano de obra migrante.
Solo entre 2005 y 2020 han desaparecido 1,4 millones de haciendas agrícolas familiares.
Según datos de Eurostat, a pesar de que un 94,8% de las empresas agrícolas en la Unión es de tenencia familiar, estas solo emplean el 17,6% del área
cultivada, recayendo el 82,4% restante en manos de empresas que disponen de terrenos superiores a las 20 hectáreas.
El grueso de la producción agrícola europea recae en manos de grandes cooperativas y empresas, principalmente instaladas en España e Italia, productoras del 45% de la fruta y hortalizas frescas de la UE. La
Organización Internacional del Trabajo calcula que alrededor del 61,2% de la mano de obra agrícola de la UE tendría un empleo informal.
El programa español para la contratación de personas trabajadoras migrantes facilita mano de obra para los empresarios, pero no asegura el cumplimiento de los derechos laborales para estas personas. La situación de vulnerabilidad de las trabajadoras y trabajadores migrantes resulta encajar a la perfección en el esquema de la agricultura industrial, aceptan los bajos salarios y las duras condiciones de trabajo.
La explotación laboral a la que se somete a las personas trabajadoras migrantes y los impactos medioambientales de la actividad agraria y ganadera industrial forman parte de un mismo modelo, que ha sido impulsado a nivel mundial, y del que España es un enclave desgraciadamente privilegiado.
Así, la rápida industrialización del sector de la agricultura y ganadería ha llevado también aparejado un acelerado aumento de los impactos medioambientales. La actividad agrícola y ganadera es en la
actualidad una de las principales emisoras de gases de efecto invernadero, representando el 14% del total de emisiones directas en España en 2020. De 1900 hasta la actualidad, la agricultura ha multiplicado por 8 sus
emisiones de Gases de Efecto Invernadero, por 63 veces el uso de energías no renovables o por 4,5 veces el consumo de agua.
Situaciones de explotación laboral y de vulneración de los derechos humanos de trabajadoras y trabajadores migrantes en enclaves agrícolas como los de Huelva, Lleida, Murcia o en los mataderos industriales en
distintos puntos del Estado Español representan un ataque directo al libre ejercicio del derecho del campesinado, reconocido internacionalmente.
Fuentes: El Diario Hay voces públicas que nos dicen que se ha hecho todo lo posible, que Washington no logra dominar a Netanyahu y que Europa no dispone de capacidad de acción. La realidad es algo diferente. Las dos veces que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha visitado EE.UU. en estos meses han coincidido con ataques israelíes en terceros países, en los que han muerto altos mandos de Hamás o de Hizbolá. A finales de julio, Netanyahu acudió al Congreso estadounidense, donde recibió numerosas ovaciones. Ver noticia
El hecho es incuestionable: estamos asistiendo, desde hace unos cuantos años, al cierre y posterior agrupación de parroquias en las llamadas unidades pastorales. Y, como consecuencia de tal estrategia pastoral, también estamos asistiendo a la disolución de pequeños núcleos comunitarios, por supuesto, en aquellas parroquias clausuradas en las que hayan podido mantenerse, aunque sea por muy poco tiempo. Ver noticia
Francisco dedica su ‘Vídeo del Papa’ a la corresponsabilidad de los laicos en la Iglesia
«Los laicos, los bautizados, están en la Iglesia en su propia casa, y tienen que cuidarla. Lo mismo que nosotros, los sacerdotes, los consagrados. Cada uno aportando lo que mejor sabe hacer», sostiene el pontífice. «Somos corresponsables en la misión, participamos y vivimos en la comunión de la Iglesia» Ver noticia
Especialmente a partir de 2023/24 la Tierra ha sido atacada por grandes olas de calor que provocaron macroincendios en muchas partes del mundo. Los más devastadores de 2024 han ocurrido en Brasil, en parte de la Amazonia, en el Pantanal, en el Cerrado en varios municipios del Sudeste. La humareda volvió el aire en São Paulo y en Brasilia casi irrespirable y se extendió por casi todo el sur del país.
A esta difusión de fuego por casi todo el planeta los científicos la han llamado la era del fuego, el piroceno (piros en griego es fuego). Desde tiempos inmemoriales los seres humanos asumieron el control directo de esta fuerza de la naturaleza. Aprendieron a dominar el fuego. Ahora el fuego es el que nos domina. Las causas son muchas, como el Niño, la acumulación de CO2, metano y dióxido nitroso en la atmósfera, las grandes sequías, las gramíneas altamente inflamables, material orgánico en el subsuelo. Sólo en 2023 se emitieron a la atmósfera 37,5 mil millones de toneladas de CO2 que permanecerán allí cerca de cien años.
Desde la era pre-industrial (1850-1900) se están lanzando a la atmósfera miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero, alcanzando un total de más de dos billones de toneladas acumuladas.
El fuego tiene una larga historia. Pensando en la biografía de la Tierra desde hace 4,5 mil millones de años, se sabe que durante 800 millones de años la Tierra permaneció como una inconmensurable bola de fuego, derretida como una sopa gruesa burbujeando de calor. Era un inmenso mar de lava en fusión y extremadamente caliente. Vapores y gases formaban nubes inmensas. Durante millones de años estas provocaron lluvias torrenciales continuas, lo que, juntamente con los inmensos meteoros de hielo que durante siglos torpedearon el planeta, ayudó a que la Tierra se enfriase. Ellos aumentaron considerablemente el volumen de agua hasta el punto de que la Tierra está constituida en un 70% por este elemento.
La lava se endureció e hizo surgir el primer suelo con todo tipo de montañas. El fuego original anidó en el corazón de la Tierra en forma fluida, como muestran las erupciones volcánicas y los temblores de tierra, pero continuó como una energía fundamental en la superficie.
El calentamiento global actual que ha superado el proyectado aumento de 1,5 grados Celsius para 2030, se ha anticipado llegando en algunos lugares a 2 y 3 grados Celsius. “Estoy aterrorizado” dijo nuestro mayor científico en clima, Carlos Nobre. La causa de este calentamiento está en la forma como en los últimos siglos el proceso productivista-industrialista ha tratado a la Tierra. Era considerada sin ningún propósito, un mero baúl de recursos a disposición de los seres humanos. Podemos decir que hubo una verdadera guerra contra la Tierra arrancando de ella todo lo que se podía.
Pero a partir de los años 1970 con las investigaciones de las ciencias de la Tierra y de la vida, Lovelock y Margulis lanzaron la hipótesis de que la Tierra era un super Ente vivo que articula sistémicamente todos los elementos esenciales a la vida de tal forma que siempre se mantiene viva y produce innumerables formas de vida: la biodiversidad. La llamaron Gaia, uno de los nombres griegos para la Tierra viva, hoy vastamente acogida por la comunidad científica.
A partir de 1968 (Club de Roma) las investigaciones sobre el estado de la Tierra, considerando el impacto de la actividad humana sobre el medio ambiente y el tipo de desarrollo que se había impuesto en casi todo el planeta, concluyeron que la Tierra estaba enferma. Había que poner límites al crecimiento considerado ilimitado sin tener conciencia de los límites del planeta, incapaz de soportar un crecimiento ilimitado. Lo muestra la Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot), revelada anualmente por la ONU.
Sin embargo, el sistema productivista, ya sea en el orden capitalista o en el antiguo orden socialista, estaba y sigue estando de tal manera aceptado que no se permite parar. Las consecuencias se dejaron sentir muy pronto, pero sobre todo desde los años setenta del siglo pasado hasta nuestros días: emisión incontrolada de gases de efecto invernadero, degradación de los ecosistemas, erosión de la biodiversidad, desertificación creciente, deforestación de grandes selvas, contaminación de los suelos y del agua con agentes tóxicos.
Esta guerra promovida por el proceso productivo (producir, consumir, descartar) contra Gaia es, sin embargo, una batalla perdida. El sistema-vida, dada la degradación general, el aumento de CO2 y de metano en la atmósfera, el calentamiento considerado irreversible con sus eventos extremos, la perversa desigualdad social, han despertado la conciencia de muchas personas: o cambiamos nuestro estilo de vida y nuestra relación con la naturaleza o podemos no ser queridos por la Madre Tierra.
Generalmente cuando en un ecosistema una especie se desarrolla de manera desregulada hasta el punto de amenazar a las demás, la misma Tierra se organiza de tal forma que lo limita o lo elimina. De esta manera las demás especies pueden subsistir y continuar co-evolucionando en el proceso global de la geogénesis. Tal vez sea esta la situación actual de la especie humana, en la era del antropoceno, a pesar de que la gran mayoría sea todavía inconsciente y negacionista. La expresión el antropoceno, creada por científicos, designaría al ser humano que, cual meteoro rasante, es lo que más amenaza a la biosfera. En vez de asumirse como su cuidador, se ha vuelto su ángel exterminador. El piroceno sería la forma más peligrosa y destructiva del antropoceno. El calentamiento globlal creciente, que favorece la difusión incontrolada del fuego y los macroincendios pueden volver el planeta inhabitable. La escasez aguda de agua potable, la frustración de la producción de alimentos, el clima super-calentado llevaría lentamente a la extinción de la especie humana. Como todo lo que empieza en la evolución, se desarrolla, llega su clímax y desaparece. Así sucede con las galaxias, las estrellas y los seres vivos. ¿Por qué iba a ser diferente con la especie humana? Irrumpimos en la Tierra cuando el 99,98% estaba ya formado. La Tierra no necesitó nuestra presencia para gestar su inmensa biodiversidad. Sin nosotros, la vida de los trillones y trillones de microorganismos que trabajan en el subsuelo de la Tierra llevarían adelante el proyecto de la vida. La Tierra seguiría girando alrededor del sol, bajo su luz benéfica, pero sin nosotros.
Aquellos que se atreven a dar el salto de la fe dirían que solamente la etapa terrestre del ser humano ha sido irresponsablemente concluida. Una nueva etapa se iniciaría en otro nivel. Después del tiempo viene la eternidad. En ella seguiría viviendo en una forma que para nosotros sigue siendo inefable. Pero la vida se perpetuaría.
*Leonardo Boff ha escrito entre otros libros, Cuidar la Tierra: pistas para retrasar el fin del mundo, Vozes 2024; Vida para além da morte, Vozes, muchas ediciones, 2023, publicada en español por Sal Terrae con el título Hablemos de la otra vida.
María Magdalena, Juana, Susana y las demás mujeres que siguieron a Jesús desde Galilea son poderosos ejemplos de fieles discípulas que ayudan a edificar el Reino de Dios.
Helen Whitney escribió que “en la vida de Jesús, podemos observar la devoción que mostró la mujer. Ella fue la última en quedarse ante la cruz, y fue la primera en llegar al sepulcro”. Aunque la hermana Whitney no especificó a qué mujeres se refería, entre ellas se encuentran las que siguieron a Jesús desde Galilea. Ver noticia
“Beste aldera joan zen Jesus”, el blog de Joseba Kamiruaga Mieza CMF
«La pretensión de lo masculino de ser el «quicio» para juzgar a varones y mujeres distorsiona la Buena Noticia» No Papa Francisco, no se trata de que la mujer quiera hacer el papel del hombre
«No siempre estoy seguro -tampoco lo he estado antes- de que estemos proponiendo como «depositum fidei» o como «doctrina» aquello que no es Evangelio sino propiamente aprioris o pre-juicios culturales» Ver noticia
Estamos recién estrenados de otoño. Esta estación (junto a la primavera) en que millones de aves se desplazan a sitios más idóneos para cumplir sus ciclos vitales con la mayor garantía de éxito. 500.000 aves eligen España cada otoño como parte de su ruta migratoria. Viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire. Como los dineros y los mercados. No son libres, en cambio, los caminos de mis hermanos migrantes en sus permanentes éxodos humanos.
Texto que se hace más verdad si cabe en la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de estos días que tiene un mensaje claro, “Dios camina con su pueblo”. De eso – y del papa- quiero hablar algo.
En la posibilidad de reencontrarnos, como pueblo, codo a codo con lo humano del otro/a, esta Jornada nos recuerda la invitación permanente a encontramos en el camino con los otros, múltiples y diversos. Porque si no somos capaces de encontrarnos con el otro – con minúscula-, no seremos capaces de conectar con el “más Otro” – con mayúscula- que nos convoca
Es un deseo permanente del papa que también lo remarca en este mensaje: Caminar juntos. Y hacerlo desde la marcha sinodal en lo que insiste. La marcha sinodal que no es , según mi modesto criterio, solamente participar en algunas reuniones eclesiales para el Sínodo y así tranquilizar conciencias de pertenencia sino que hay que ir más allá : Se trata de Ser nosotros siempre camino sinodal. Con los otros, incluidos los migrantes, excluidos y diversos. Es cuestión de igualdad y de fraternidad.
No se trata solo de “ir con”, sino de “ser”, Algo muy similar – respecto a los emigrantes- cuando el papa escribe en su texto que “Dios no sólo camina con su pueblo, sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia ―especialmente con los últimos, los pobres, los marginados―, como prolongación del misterio de la Encarnación”.
Me gustaría también, después de agradecer tanto y tan buen material para la Jornada que ha elaborado la Conferencia Episcopal Española y otras entidades, unir el mensaje con lo que es y hace el Papa Francisco desde antes y después de Roma. Porque él ha caminado con nosotros, recordando siempre que Dios es nuestro compañero de viaje. Él lo vivió, allá- un papa venido del fin del mundo- y acá, en la vieja Europa. Sin olvidar que se trata de un Papa inmigrante de segunda generación (hijo de italianos nacido ya en Argentina), que retornó al país de origen (Italia) pero no por propia voluntad, - tuvo que pasar un cónclave por medio - aunque no le podamos considerar en sentido estricto “obligado y forzoso”.
Y tampoco olvidemos que a ese cónclave que le eligió acudió prácticamente con lo puesto: los zapatos con los que pisó allá en el barro en las villas miseria de Buenos Aires (y que tanto escandalizaban a los pulcros del protocolo), con su cartera casi ya ajada por el tiempo, cual maleta migratoria usada mil veces. Y así trajo su vida porteña a Roma. Santa Marta lo atestigua. Así es la vida. La huella migrante la tiene y la mantiene, pues, en su ADN y, le sale por los poros con un lenguaje y unos signos rotundos y significativos.
Dios quiera que también venga a Canarias. Al menos para intentar poner de acuerdo a todos los que – sin vergüenza alguna - no son capaces de acoger y de repartir la solidaridad migratoria, especialmente con los menores, por todos los rincones de España.
En su itinerario argentino era frecuente el camino hacia las periferias villeras de Buenos Aires. Donde encontraba personas “que huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo” como nos recuerda el mensaje migratorio de hoy. Celebrando al Dios de la Vida entre tanta muerte y desprecio como allí encontraba, la primera misa que ofreció Bergoglio para los migrantes y las víctimas de la trata y los que luchan contra la mafia se realizó en la Iglesia de los Migrantes, en el barrio de La Boca. Fue en 2008 desde su cargo de cardenal y arzobispo de Buenos Aires, respaldando el trabajo de todos los que luchan contra la trata con fines de explotación laboral, sexual y la esclavitud en todas sus formas. Y donde advirtió sobre las formas modernas de esclavitud y explotación, al presidir esa emotiva Misa para inmigrantes indocumentados, para los “sin papeles” como decimos por aquí. Porque Dios camina y está en medio de su pueblo
Un texto suyo de esos días nos explica su permanente cercanía al pueblo de los excluidos. Poco antes de llegar a Roma “llamaba” a las puertas de un taller textil clandestino donde murieron seis personas migrantes y allí celebró la Misa en la plaza. Iglesia en salida. Hoy en su mensaje nos dice que es Cristo “quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos» Y con clara denuncia decía entonces : “Acá en Buenos Aires, en la gran ciudad, en esta ciudad cada día más avanzada, también hay hermanos nuestros migrantes que los tienen trabajando 20 horas por día, 18 horas por día, les pagan una miseria y un sándwich de mortadela; que aquí también no les importa a estos tratantes modernos que se mueran los chicos: pensemos los que se murieron en Caballito quemados en ese taller clandestino porque estaban enrejados”.
Como si fuera un párroco global, el Papa ha dedicado, en coherencia con su vida (gestos y palabras), el mensaje de la Jornada al convencimiento profundo de que Dios siempre camina con su pueblo. “Un pueblo de Dios peregrinante” como él mismo señala en el texto”. ¡Qué bueno es recordarlo una y mil veces!
Os invito a leer su mensaje. Espejo de su vida. Ojalá lo hagan los europeos que visita estos días y que también tienen sus vergonzantes periferias. Porque si no han leído el mensaje del Papa les recuerdo que casi antes de firmar dicho mensaje nos dice:
“Cada encuentro, a lo largo del camino, es una oportunidad para encontrar al Señor; y es una oportunidad cargada de salvación, porque en la hermana o en el hermano que necesitan nuestra ayuda, está presente Jesús. En este sentido, los pobres nos salvan, porque nos permiten encontrarnos con el rostro del Señor (cf. Mensaje para la III Jornada Mundial de los Pobres, 17 noviembre 2019)”
Voy terminando. En el día de la Migraciones, voy a dejar que resuenen de nuevo, el eco de muchos “otros”, con mi oración vigilante como se hace la víspera ante el CIE de Madrid. O la necesaria interpelación que su sufrimiento produce al oír su nombre o al menos la fecha de su fallecimiento, - como gotas que inundan mi conciencia- con la luz de una vela en la Eucaristía con la Comunidad de San Egidio. Pidiendo por el papa, acompañados como pueblo por Dios por su mensaje y por el recuerdo de las personas que mueren en busca de una vida mejor en Europa y en las distintas fronteras del mundo. «Morir de Esperanza».
Al releer el mensaje para difundirlo traje a la memoria un verso casi imperativo. Es del poema de Luis Cernuda titulado “1936” que se abre con el verso citado en el título: “Recuérdalo tú, recuérdalo a otros”.
Este poema fue escrito en los años sesenta, los años de la emigración española, tras el encuentro de Cernuda con un brigadista que vino a España a luchar en 1936 para defender la democracia y la libertad. El poema es un homenaje a todos aquellos que luchan por un ideal, un canto en defensa de la dignidad del hombre y un recordatorio de que solo la memoria del pasado, frente al olvido y la mentira, nos hará seguir avanzando.
Yo también recuerdo hoy el permanente mensaje sobre los migrantes que el Papa hace. Lo recuerdo para mí y lo repico, en este portal que me acoge, para los otros. El papa los lleva tatuados en su ADN. Y de nuevo me comprometo a recordarlo ante el olvido previsible de los responsables que debieran animar y defender el respeto, la solidaridad y la dignidad de los migrantes que caminan con nosotros, en nuestro pueblo. Y en los mil pueblos. Recodarlo así, hará más verdad en mi existencia, hasta que Dios quiera, lo que vive el mismo Papa Francisco que también es compañero de mi camino: Donde los demás ven solo a unos migrantes, yo veré a unos hermanos. “Una oportunidad cargada de salvación”.
Aunque los cristianos han luchado con el concepto de “guerra justa” desde que San Agustín sentó sus bases morales en el siglo IV, el cardenal Robert McElroy, obispo de San Diego, Estados Unidos, reitera que la doctrina de la guerra justa no siempre está en consonancia con el mensaje del Evangelio, más allá de cuán técnicamente "moral" pueda ser esta teoría.
“En la vida de la Iglesia – declara el cardenal McElroy en una entrevista con Vatican News – las teorías de la guerra justa son un elemento secundario en la enseñanza católica; la primera es que no deberíamos involucrarnos en ninguna guerra”. Con demasiada frecuencia, continúa, la teoría de la guerra justa y la tradición que la sustenta se han utilizado para justificar la guerra. Se trata, según el Purpurado, de "un problema importante".
El nuevo Instituto Católico para la No Violencia de Pax Christi
El 29 de septiembre, el cardenal estadounidense participará en la inauguración en Roma del nuevo Instituto Católico para la No Violencia del movimiento por la paz Pax Christi Internacional. En este sentido, explica que "violencia" es una palabra muy complicada, porque hay diferentes tipos de violencia en el mundo que, añade, "son todas contrarias al camino del Evangelio en su esencia".
McElroy confirma que el Instituto para la No Violencia buscará centrarse en los numerosos enfrentamientos, guerras civiles y guerras más allá de las fronteras nacionales: “Es cada vez más importante que la Iglesia sea testigo de la búsqueda de formas alternativas de resolver los conflictos cuando estallan”, incluso si “la consolidación de la paz es un compromiso mucho más amplio que poner fin a los conflictos”.
La paz no es la ausencia de guerra
La paz, por tanto, no es simplemente la ausencia de guerra, sino que ciertamente la eliminación de los conflictos pone en juego una armonía más amplia con los elementos del Evangelio, el cuidado de la dignidad de la persona humana y la solidaridad entre los pueblos. “Estos temas más amplios son necesarios como parte de la construcción de la paz”, destaca el cardenal, pero la base es “colocar la no violencia activa en el centro de la teología católica sobre la guerra y la paz”.
Más allá de la fe católica
El cardenal McElroy señala que los resultados de la no violencia son claros y han sido estudiados en profundidad, afirmando que la paz establecida por la no violencia activa es mucho más sólida que cualquier cosa que se logre “ganando” un conflicto. El término "no violencia" va mucho más allá de la Iglesia católica y fue acuñado en inglés por Mahatma Gandhi, quien tradujo la palabra sánscrita ahimsa, que data de hace 5 mil años (que significa "no rasgar", "no hacer daño" y "el poder desatado por la negativa a hacer daño”).
Gandhi, al igual que Martin Luther King (ninguno de los dos era católico), fueron pioneros en el impulso de la no violencia. La difusión de la no violencia en todo el mundo, señala el Purpurado, es un tema que ya se está discutiendo "en una amplia variedad de contextos institucionales y culturales mucho más allá del mundo católico". El desafío ahora es "cómo podemos, de manera realista, llevar la discusión aún más lejos", para que las normas internacionales de no violencia puedan ser implementadas y fomentadas".
Un Instituto para el mundo
El Instituto Católico Pax Christi para la No Violencia está formado por representantes de todo el mundo, con miembros provenientes de las llamadas “grandes potencias”, como Estados Unidos, o naciones en conflicto, como Palestina y Sudán del Sur. El cardenal McElroy recuerda haber estado sentado junto al cardenal de Sudán del Sur durante el Sínodo en el Vaticano el año pasado: “Es un conflicto atroz, con mucha violencia y, sin embargo, en nuestras conversaciones parecía claro que la única manera de construir una paz verdadera y ayudar a la sociedad a salir de él era evitar alimentar el ciclo de violencia. Lo cual no se puede hacer sólo con el 'ojo por ojo'".
Conflictos en el Sur del mundo
Nunca faltan ejemplos de violencia y guerra, continúa el cardenal McElroy, lamentando los conflictos internos en algunas partes del Sur del mundo, de los que la gente del hemisferio norte a menudo opta por no ser conscientes. Por eso “el Instituto para la No Violencia ayudará a mantener todos los problemas ante nuestros ojos”, ya que uno de los objetivos es precisamente comprender lo que sucede en el mundo, para desarrollar métodos para abordar diversas cuestiones.
Como sugiere a menudo el Papa Francisco, la Iglesia debe extender su cuidado y atención a la periferia". "Es el poder del testimonio, el poder de llamar a la solidaridad y, por tanto, a derrotar la violencia", subraya el cardenal McElroy, "incluso si estos esfuerzos no siempre logran la paz, deben ser el corazón y el alma de lo que hacemos como católicos, como personas y como seguidores de Jesucristo”.
Nuestra indiferencia debe terminar
El obispo de San Diego concluye recordando los nuevos horizontes que el Instituto Católico para la No Violencia espera alcanzar permaneciendo anclado en la encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco: "El Papa nos dice que debemos pensar en nuevos términos", ya que “nosotros tenemos anteojeras en los suburbios y pensamos que algunas regiones son menos importantes. Esto es veneno y ciertamente es contrario al Evangelio".
No es de ley abusar del modo catarsis, si no se ofrece salida. No creo en la confesión que sólo ofrece derrota. Vinimos a la tierra con la buena y humilde intención de mostrar la salida de la cueva, de señalar la luz del día. No podemos volcar dolor en la plaza compartida sin ofrecer esperanza. Sólo me permito escribir sobre una frustración, para de alguna forma certificar que “nadie dijo que fuera a ser fácil...” y que, sin duda alguna, merece la pena intentarlo. Tenemos la vida en ello comprometida.
Me paso el día ponderando sobre una fraternidad que a menudo me veo en la dificultad de implementar. Acabo de entregar a la editorial el libro, sin lugar a dudas, más importante de mi vida. Lleva por título “Mañana fraternidad. Hacia una nueva interpretación de la historia”. Acabo de rubricar con enorme ilusión las páginas del contrato, sellando de esa forma un esfuerzo de muchos años. En el libro vuelco el absoluto convencimiento de que ese alto ideal un día encarnará en nuestra querida tierra. Observo cómo hemos perseguido ese Ideal a lo largo de la historia, cómo todo el dolor que arrastramos de tanta y dura confrontación un día florecerá en enseñanza colectivamente interiorizada, en Reino de Dios por fin materializado.
El libro es mi aportación más sentida, constituye todo un testamento de un sentir y pensar. Una y otra vez, miles de veces he escrito la palabra “fraternidad” en mi ordenador y sin embargo a veces siento que soy el primero que, en la práctica, falta al Ideal. Me siento tan impotente, a menudo, para sacar la palabra de la pantalla, de llevarla al día a día a mi alrededor. A menudo no soy capaz de gestar fraternidad en el círculo más cercano.
Visionamos las cumbres pero aún no podemos, por el lastre de nuestra personalidad, coronarlas. Nos faltan crampones, piolet, botas..., sobre todo ligereza de nuestro ser, desprendimiento de los egos, para sortear glaciares y desniveles, para alcanzar nuestro superior objetivo.
Me duele ese desfase entre lo que siento y lo que finalmente concibo en esta dimensión. Me pena esa distancia entre el Ideal y la vida cotidiana. A veces demasiado abismo entre lo que tecleo y lo que creo. Eso puede llegar a generar frustración. Pido al Dios para que ese abismo vaya poco a poco mermando, para que las más sonoras palabras puedan poco a poco encarnar sobre una tierra renacida y que cada quien podamos cumplir con nuestra parte.
En el verano, sobre los prados floridos de nuestros encuentros, con la ayuda de los cantos y la buena voluntad desbordada por todas partes es más fácil, pero en mitad del invierno... Estamos en ello. Con la ayuda de Dios no sucumbiremos. Lo seguiremos una y otra vez, siempre la autocrítica por delante, intentando. Al fin y al cabo, no en balde se trataba del reto más desafiante, aquél al que Jesús nos emplazó: lograr vivir como hermanos.
Todavía hay gente preparada y profunda que sabe conciliar la antigüedad, la tradición y la actualidad, la fe y las obras, la contemplación y la acción, cielo y tierra, a los padres de la Iglesia y la realidad actual en la que estamos sumergidos, en otras palabras: hay quien sabe estar en el mundo sin acabar siendo un mundano. Porque el mundo no es nuestro enemigo sino el lugar que habitamos, nuestra casa común. Pero se dan situaciones en nuestra casa común que, aunque se alejan de la voluntad de Dios, acabamos normalizando.
¿QUÉ TIENEN QUE DECIRNOS, POR EJEMPLO, LOS PADRES DE LA IGLESIA ANTE ESTAS SITUACIONES?
José Manuel Llamas Fortes es uno de estos hombres que te sorprenden gratamente porque sabe conjugar todas estas cuestiones. Es profesor de los Centros Teológicos de Málaga (CESET), Doctor en Patrología, Párroco de la Iglesia de San Pablo, donde está el famoso Cristo del Cautivo (Málaga), y un montón de cosas más. Dejo aquí un enlace para quien quiera conocerlo mejor: https://www.llamasfortesjm.com/quien-soy
Nuestro autor nos invita hoy a visualizar este corto de menos de 2 minutos ("No hay tanto pan") para posteriormente reflexionar juntos la cuestión que hoy trae a debate:
Hace poco vi una película que merece la pena aconsejar: Cerca de tu casa, de Eduard Cortés. Una sencilla, clara, realista, emocionante y bella cinta musical sobre la crisis hipotecaria y la expulsión de cientos de miles de familias de sus hogares, realidad sangrante que ha sufrido y sufre nuestro país desde hace años.
Una de esas historias sin buenos ni malos, poliédrica, en la que se dibuja lo que vemos cada día a nuestro alrededor: parejas jóvenes a las que los bancos han echado de sus viviendas, abuelos que los han acogido, policías que, en contra de su voluntad, tienen que derribar puertas para sacar a rastras a sus habitantes, empleados de bancos a los que la conciencia les martillea el alma, sinvergüenzas que se aprovechan de la desesperación ajena… Eso sí: al final hay un hilo de esperanza.
Claro está: si me pongo a hablar, aquí, del tema, probablemente habrá más de uno que me diga: “un cura no debería meterse en política”, estupidez muy recurrente que, no obstante, parte de una triste premisa tan real como históricamente idiota.
Y es que muchas veces, pretendiendo preocuparnos de lo social, cristianos curas y no curas hemos sustituido la fe por la ideología, y hemos convertido la denuncia, que parte del Dios en quien creemos, en un abominable ladrido pancartista con regusto a lucha de clases, tan pasado de moda como lejano al Evangelio.
Dicho esto, hablemos del tema. Pero no, no voy a proponerte una reflexión sesuda acerca de lo demoníaco que resulta lo que los bancos han hecho con la pobre economía de tanta gente vilmente engañada para poner su firma en una sentencia de esclavitud que ha caído sobre sí misma, su familia y su descendencia. O acerca de la responsabilidad de esta gente, que creyó (o creímos: las parroquias, e incluso las diócesis, también hemos firmado más de una hipoteca con menos cabeza que Bitelchús después de cambiarle el número al indio Shuar en la sala de espera del Más Allá) que iba a pasar toda su vida en una pedazo de urbanización con piscina, pista de pádel y de tenis, jardín interno y tres plazas de parking, y ha acabado ancá sus padres rezando para poder pagar un mes más, mientras su persona y su familia se desmoronan como un castillo de naipes.
De hecho, vamos a escuchar, tú y yo, si te parece, lo que algunos Padres de la Iglesia dicen acerca del tema. ¿Cómo? ¿Gente de hace más de quince siglos, y encima curas y obispos, hablando de la crisis del ladrillo? Pues, aunque te parezca una cosa increíble, aquí están. Y empleando más dureza de la que yo sería capaz de expresar, con toda seguridad.
Así pues, adelante, Cipriano, Hilario, Gregorio y Juan: pasen, por favor, y dígannos algo sobre lo que estamos sufriendo en nuestras tierras a causa de los usureros.
Estamos a mediados del siglo III. Cipriano vive en Cartago. En su juventud era politeísta, pero luego se hizo cristiano, y es el obispo de la ciudad. Ha sufrido mucho con la persecución del emperador Decio, y después ha tratado de volver a acoger a bastantes de los que renunciaron a su fe por miedo. Al final de su vida, en la próxima persecución, la del emperador Valeriano, acabarán cortándole la cabeza por creer en Jesucristo, después de un tiempo en la cárcel.
Es un hombre sobrio, y, cuando le preguntan qué piensa sobre los usureros, contesta así de sencillamente:
· Que no se debe practicar la usura. Y así lo dice en la Biblia: Salmo 14,5; Ezequiel 18,7-8; Deuteronomio 23,20 (Testimonio 3, 48).
Hilario es un buen galo, obispo de la Civitas Pictaviensis, hoy llamada Poitiers. También fue politeísta antes de descubrir una frase que cambió su vida: «Yo soy el que soy».
Está casado y tiene una hija, Abra. Ha pasado los últimos 5 años, desde el 356, exiliado en Frigia, la actual Turquía, por el emperador Constancio, que no quiere que se diga que Jesús es verdadero Dios.
A su vuelta a la Galia está escribiendo una serie de comentarios a los Salmos. Y esto que sigue lo dice con una pacífica energía furiosa, a aquellos que se dicen cristianos y prestan dinero con intereses:
· «El que no ha dado su dinero como usura». Engañoso se revela un favor así, astuta tal cortesía, dañina esta benevolencia. ¿Qué cosa hay más intolerable que conceder algo a un necesitado provocando que tenga más necesidad, de tal manera que tú, que tendrías que ayudarlo, le aumentas la miseria?
· »Si eres cristiano, ¿qué recompensa esperas de Dios, que no ha esperado de los hombres beneficios, sino penas? Si eres cristiano, ¿por qué ofreces tu inerte dinero para que te lo devuelvan con intereses, y transformas en un tesoro para ti la pobreza de un hermano tuyo, por el que ha muerto Cristo? Si eres cristiano, no te pido que le hagas un regalo, pero sí, por lo menos, que le exijas lo debido de modo que no lo expolies; y recuerda que aquel del que exiges la usura es pobre y necesitado, y por él Cristo ha querido ser pobre y necesitado.
· »Cuando, por tanto, prestes al pobre, al que provocas un daño o un beneficio, debes saber que prestas a Cristo. Por aquel, es decir, por el pobre, este, Cristo, de Dios que era, se ha dignado cargar la indigencia y el nombre de pobre (Comentario al Salmo 14, 15).
Nos vamos ahora al este, y nos acercamos a Gregorio, oriundo de Cesarea de Capadocia y obispo de Nisa. Estamos a finales del siglo IV. Gregorio está muy involucrado en las trifulcas de Constantinopla junto a su hermano, Basilio, y a su amigo de Nacianzo, tocayo suyo. Atención a sus palabras, porque no tienen desperdicio:
· ¿Qué es esta locura irracional por adquirir estas cosas (oro y joyas) - cuyo término es la vanidad -, una locura tal que quienes se lanzan con furor a las riquezas se atreven por esto incluso a muertes y a robos?
· »Y no solo a esto, sino también a la malvada idea de los préstamos a interés, a la que, si alguien la llamara robo y asesinato, no se equivocaría. ¿Qué diferencia hay entre apoderarse de lo ajeno, por el robo de una casa a escondidas o hacerse dueño de las cosas de un transeúnte después de asesinarlo, y adquirir, por la fuerza de los intereses, lo que no nos corresponde?
· »¡Oh malvada denominación! Al robo se le da el nombre de interés. ¡Qué amargas bodas! ¡Oh maldita unión! La naturaleza no la conoció, pero la enfermedad de los codiciosos inventó esa unión en los seres inanimados.
· »¿El fruto del oro, de qué bodas se forma? ¿A partir de qué concepción llega a término? Sé del dolor de tal «fruto», por haberlo aprendido del profeta: He aquí, dice, que parió con dolor injusticia, concibió sufrimiento y dio a luz maldad. Este es el fruto aquel: el que engendra con dolor la ambición, da a luz la maldad y el odio sirve de partera (Homilía 4ª sobre el Eclesiastés, 3).
Terminamos ya a principios del siglo V, visitando a Juan, al que le han puesto un mote, El boca de oro, o, en griego, Χρυσόστομος, natural de Antioquía, obispo de Constantinopla, y que ha sido depuesto de su cargo unas cuantas veces por la emperatriz Eudoxia, de armas tomar. A él le da igual: nadie lo va a callar. Ahí va eso:
· Las riquezas no son un pecado: el pecado es no distribuirlas a los pobres, y hacer mal uso de ellas.
· »¿Cuáles son las palabras de los ricos que hacen esto? Propias de cerdos, de perros, de lobos y de otras fieras salvajes. Pues algunos de ellos disertan continuamente sobre banquetes, y sobre platos, y manjares, y vinos de todas clases, y de ungüentos, y de vestimentas, y del resto de desenfrenos. Y otros sobre intereses y préstamos: adulterando los libros de cuentas, y aumentando la cantidad de deudores hasta una suma intolerable, como si estos hubieran empezado en tiempos de sus padres y abuelos.
· »A uno le roban su casa, a otro su campo, a otro su esclavo y todas sus posesiones. ¿Por qué hablaría alguien de sus testamentos, escritos con sangre en vez de con tinta? Pues o bien acosándolos con algún peligro intolerable, o bien embrujándolos con algunas promesas baladíes, a quienes vean en posesión de alguna pequeña propiedad los persuadirán para que pasen por alto a todos sus parientes, y eso, a menudo, cuando están pereciendo a causa de la pobreza, y a incluir sus propios nombres en lugar de los de estos, es decir, de sus parientes.
· »¿Hay alguna locura y ferocidad propia de bestias salvajes de cualquier tipo a la que estas cosas no hagan sombra? (Homilía 13 sobre la 1ª carta de san Pablo a los Corintios, 5).
Aquí lo dejamos. No sé qué piensas tú, pero yo estoy completamente de acuerdo con ellos. Lo que han perpetrado y siguen perpetrando los responsables de custodiar los ahorros de nuestra gente es intolerable. Absolutamente intolerable.
Cipriano, Hilario, Gregorio, Juan y muchos otros, como Clemente el de Alejandría, Basilio el de Cesarea, Ambrosio el de Milán, Tertuliano el de Cartago o yo mismo lo tenemos claro. Y ninguno, que conste en acta al final de este escrito, por imbéciles razones ideológicas de cualquier tipo, sino por Jesucristo.
En diciembre de 2022 se publicó en Religión Digital una entrevista, realizada por Jose Manuel Vidal, a José Alberto Vicente, el cura diocesano que presta su servicio pastoral en la parroquia de San Antonio de Etxebarri (Bizkaia). En aquella ocasión se pudo leer cómo José Alberto compartía su casa con tres chicos marroquíes de 22-23 años, indicando, seguidamente, que en algún momento habían estado hasta 6. “La casa -manifestaba- es pequeña, pero siempre cabe uno más”. Y también se pudo leer que en su lista de chavales atendidos durante los últimos años, tenía registrados unos 1.400, siendo, en aquel entonces, cinco las comunidades de acogida y dos los lugares para dormir.
Desde entonces, me he encontrado muchas veces con José Alberto, por diferentes motivos. Un día le propuse tener una detenida conversación sobre lo que venía haciendo desde hacía años y, de manera particular, sobre la acogida que estaba dispensando a chavales, sobre todo, magrebíes y subsaharianos. Aceptó inmediatamente. Pero la conversación inicial ha dado lugar a otras posteriores.
Fruto de tales conversaciones son estas líneas en varias entregas: la primera, dedicada a exponer cómo nació la idea. La siguiente, ocupada en exponer el perfil de los chavales que acoge o ampara y la implicación de la parroquia y del barrio. Y la última, centrada en apuntar algunos de los problemas y alegrías que provocan la acogida e inserción de los jóvenes migrantes en que está metido desde hace, por lo menos, 15 años.
En la primera de las ocasiones hemos quedado a las 12, en su despacho -no sé si de la casa de acogida, de la parroquia o de las dos cosas a la vez- para luego comer juntos con los chicos que estén en casa.
Lo primero que me llama la atención es la atipicidad del despacho. Allí hay un poco de todo, además de las estanterías -habituales en cualquier dependencia administrativa- se pueden ver pertenencias de los jóvenes, fotos de premios y reconocimientos, paisajes del desierto, maletas, cajas, lo necesario para la liturgia… La verdad es que parece más un bazar chino que una dependencia pastoral al uso… Por suerte -le comento con amigable ironía- hay una silla en la que me puedo sentar y empezar la conversación, tras haber tomado juntos un café.
-José Alberto ¿cómo empezó todo este fregado en el que ahora estás metido?
-Bueno, toda esta historia comenzó con la acogida en mi casa de Ibarrekolanda (Bilbao) de un chico preso que estaba en el tercer grado. Le dejaban salir una vez al mes gracias a la Asociación Izangai. Me preguntaron si podía acogerle. Les dije que sí. Se me ocurrió hablar de este asunto con tres cuadrillas del barrio para ver si me echaban una mano y, a la residencia en mi casa, se sumaba la posibilidad de estar acompañados por ellos, compartiendo su plan de fin de semana. Así empezó todo: este chico venía a mi casa, comía y dormía allí y participaba en los planes que tenía para ese fin de semana una de las tres cuadrillas implicadas.
Sucedió que, ante la avalancha de migrantes de aquellos años, la Asociación Izangai empezó a acoger gente migrante. Esta es una asociación con vocación de acoger a los más excluidos. Por eso se ubicó, a propósito, en la zona de San Francisco. A esta Asociación pertenecía, como voluntario, nuestro amigo común, Fede Ruiz de Hilla, abogado, como muy bien sabes. Un buen día me preguntó: ¿por qué no acoges en casa a un inmigrante? Y yo le dije, bueno, vale, y entonces me envió a un chico. Este chaval, a diferencia de los anteriores, ya no venía solo los fines de semana. Venía a vivir y vivía conmigo, bajo el paraguas de la Fundación Izangai, sin dejar de ir a las clases y de hacer más tareas. Y ésa fue mi primera acogida. En esta época yo estaba ejerciendo de cura en Ibarrekolanda. Por eso lo acogí en la casa en la que vivo allí.
Después, al aceptar venir a la parroquia de San Antonio de Etxebarri, nos juntamos los animadores de las dos asociaciones de Tiempo Libre y la Parroquia y pusimos en marcha la Fundación Harribide para llevar adelante todo el proceso de implicación de la parroquia en el barrio y, de esta manera, propiciar lo que hoy se llama “dinamización comunitaria”.
En principio, las actividades de la Fundación no tenían nada que ver con la acogida de jóvenes emigrantes. Era -y es- un proyecto de intervención y desarrollo comunitario en el tiempo libre, tanto con la infancia, la adolescencia y la juventud como con familias, personas mayores, etcétera.
-En concreto, ¿en qué consistía ese “proyecto de dinamización comunitaria”
-Empezamos cuatro personas de la parroquia. Una vez erigida la Fundación, comenzamos a poner en marcha cosas poquito a poco: primero la casa de la Juventud, luego la casa de adolescentes, luego la escuela de padres y posteriormente, otros proyectos.
La casa parroquial se utilizaba para actividades pastorales, para reuniones de los grupos de matrimonios, de monitores, y más grupos; pero nadie dormía en ella. Es cierto que yo me quedaba alguna noche. También se utilizaba la cocina para comidas, meriendas, etc.… Hasta que un buen día, hablando con la gente de la asociación Izangai, les ofrecimos la posibilidad de que enviaran tres chicos -de los que ellos acogían- para vivir aquí.
Tratamos el asunto en el Consejo de la Comunidad. La gente, al principio, tenía miedo. Por un lado, se preguntaba: ¿inmigrantes aquí? ¿cómo serán? ¿qué problemas nos van a dar? Pero, por otro lado, su espíritu cristiano les decía: tenemos que ser capaces de acoger a las personas y estos son necesitados.
En medio de las dudas que generaba la iniciativa, les propuse dar un paso adelante, atendiendo, a la vez, a sus cautelas: Mirad, les dije, que vengan. Que va mal, pues a la calle y se acabó. Y si va bien, pues adelante. Vale, vale, de acuerdo, dijeron. Y así empezó todo. Vinieron tres chicos subsaharianos con piel de color negra. Uno de ellos -no deja de ser una triste anécdota- había sido niño guerrillero.
-Vamos, que había venido huyendo de su país, tras haber sido manipulado para participar en la guerra
Sí, sí. Y, además, todos ellos se encontraban en situación ilegal: no tenían papeles ni nada de nada. No sabían castellano, estaban tirados en la calle, de cualquier manera, y habían sido acogidos por la Fundación Izangai.
En el primer encuentro que tuvimos les dije que los acogíamos, que tendrían una vivienda normal y que ya no tendrían que andar por la calle. Y así fue como empezamos.
Fue una primera experiencia maja, porque igual estábamos en la sala, reunidos o cenando un grupo de matrimonios a las 20:00 h de la noche, y llegaban ellos a casa, uno a uno o juntos y tenían que pasar por el comedor para subir a las habitaciones ¿Hombre, qué tal? Quedaos a tomar un café, venga, vamos a cenar juntos. Así empezó todo.
A los pocos días, vinieron otros dos. De estos cinco primeros, dos de ellos se han casado, están trabajando, tienen hijos y siguen viniendo por aquí a misa los domingos porque son cristianos. No son musulmanes. Después de misa solemos irnos a tomar un vino, están con la gente y se sigue manteniendo una relación muy maja. Sus niñas preguntan y se interesan por todo. A veces ellos me dicen: oye, tenemos que quedar un día para comer con la gente de la parroquia y del barrio. Lo organizamos y listo. La relación y el trato son muy gratificantes: para ellos y para nosotros
Y así fue como empezó todo esto, ¿no?
-Sí. Después de esta primera experiencia, nos dijimos que teníamos que organizarnos mejor. Y fue entonces cuando acordamos, con la Fundación Harribide, un proyecto de acogida a jóvenes inmigrantes. Vimos que teníamos que diseñar un proyecto: qué hacer con ellos, cómo hacerlo, quién les atiende, etc. Era necesaria una organización. Harribide lo asumió y, de nuevo, nos pusimos en marcha, pero de otra manera. Acordamos que en la casa parroquial podían residir unas 7 u 8 personas. Preparamos las habitaciones, los baños, la cocina y, a partir de entonces, una persona -profesional- se encargaba de coordinar. Empezamos a pedir alguna subvención para poder pagar al profesional. No hacía falta para la alimentación o para apoyar a los chavales. Esos eran dos capítulos que cubríamos con lo que aportaba la gente de la parroquia y del barrio y con voluntarios.
Y sucedió lo que era previsible, cuando se empieza una cosa que responde a una necesidad real: que comenzaron a aparecer más y más chavales tirados en la calle. Y, por tanto, la necesidad de buscar algunos pisos para poder acogerlos: otro en Etxebarri y otro en Portugalete…
-¿Alquilados?
-Sí, sí, alquilados a personas propietarias o mediante inmobiliarias.
-Y las subvenciones ¿de dónde procedían? ¿Del Ayuntamiento, de la Diputación?
-Fundamentalmente del Gobierno Vasco para el proyecto de acogida de la Fundación Harribide. Como te he dicho, primero estuvo trabajando una persona. Luego nos preguntamos si podríamos incorporar económicamente otra, porque hacían falta más.
-Hablas de personas liberadas económicamente, es decir, de profesionales
-Sí, sí, hablo de trabajadores. En estos momentos, está el piso de aquí, el de la parroquia de San Antonio. Está la casa cural de Bedia, la de los sacramentinos de Areatza-Villaro con quienes tenemos un acuerdo. También lo tenemos con la comunidad de Salesianos de Deusto: allí están conviviendo 5 o 6 chavales. Y recientemente en Santutxu. Está también mi casa de Ibarrekolanda.
Además, en la parroquia de Ibarrekolanda tenemos un proyecto especial: hemos habilitado unas dependencias, pero solo para dormir y nada más que para dormir. Y otro igual, en la parroquia del barrio de Bolueta. Lo característico de estos dos últimos sitios, es que los chavales entran en ese espacio, más o menos, hacia las ocho de la tarde y salen -como muy tarde- a las 8 de la mañana para ir a clase. Y todos los días hay una familia del entorno que cena con ellos. Y si no quiere cenar con ellos, les lleva la cena. En total, vienen a ser unas 30 personas -solas o acompañadas por otras- las que prestan este servicio en cada uno de estos dos lugares.
-Esto exige una buena organización, además de responsabilidad personal o familiar
-Claro. Esto supone contar con un voluntariado organizado. El proyecto tiene el valor añadido de que los chavales pueden sentirse más acogidos -no solo desde lo institucional, que es el educador-, sino también por la gente de la parroquia y del barrio. Y facilita que tanto la gente de la parroquia como la del barrio, además de conocer la situación de esos chicos, colaboren en su integración y normalización: sencillamente, porque los conocen, tratan con ellos y comen con ellos. Esa experiencia es multiplicadora en la parroquia y en el barrio, en particular, cuando -encontrándote con alguien, tus amigos o tu cuadrilla- comentas que cenas con estos chavales y les transmites lo que vives con ellos y lo que piensas de ellos. Esto es algo bueno; muy bueno.
-¿Cómo está organizado cada piso? ¿Viven con ellos los monitores?
-No, no, los monitores no viven con ellos. Es algo imposible. Te cuento: lo normal es que haya un monitor por cada tres pisos. Por ejemplo, de los pisos de Arrankudiaga, Bedia y Santutxu. Este monitor pasa una vez a la semana por cada piso, o las veces que haga falta. Y lo hace para ver, plantear lo que hay que revisar o retocar y acompañar y está pendiente de todo lo que pasa. Cada uno de los chavales tiene un educador de referencia. Además de este importante servicio, hay otros, desempeñados por los voluntarios: por ejemplo, los que colaboran en los campamentos en época de vacaciones y los que les dan clases de castellano para aprender la lengua.