FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 13 de septiembre de 2023

Joseba Segura: «No creo que las multinacionales puedan convertirse. No tienen alma, ni corazón y no los van a tener»

 Religión Digital

«Tras las fachadas de ‘empresas éticas y verdes’ se puede esconder mucha basura», señala el obispo de Bilbao en entrevista con RD
«La presencia de los chinos en muchos lugares de África se está haciendo tan común que los niños identifican al extranjero de piel clara como ‘chino’”
«El mundo privilegiado sigue logrando las materias primas que necesita a bajo costo sin que la población local se beneficie significativamente»  Ver noticia 

C.G.Jung: la espiritualidad como dimensión esencial del alma Leonardo Boff

 LEONARDO BOFF

Hoy existe una preocupación fundamental: rescatar la razón sensible o cordial (del  corazón) para equilibrar el exceso desastroso de la razón instrumental-analítica. Tenemos que armonizar el logos con el pathos, el anima con el animus si queremos resolver los problemas sociales y enfrentar la alarma ecológica. La mente está incorporada siempre, por lo tanto, siempre impregnada de sensibilidad y no solo cerebrizada. Jung vivía esta conexión profunda.

En sus Memorias dice: “hay tantas cosas que me llenan: las plantas, los animales,  las nubes, el día, la noche y el eterno presente en los hombres. Cuanto más  inseguro me siento sobre mí mismo, más crece en mí el sentimiento de mi parentesco con todo” (p. 361).

En este contexto afirma: “es importante proyectarnos en las cosas que nos rodean. Mi yo no está confinado a mi cuerpo. Se extiende a todas las cosas que hice y a todas las cosas a mi alrededor. Sin esas cosas, yo no sería el  mismo, no sería un ser humano, sería tan solo un simio humano, un primate. Todo lo que me rodea es parte de mí… Estoy profundamente comprometido con la idea de que la existencia humana debe estar enraizada en la Tierra” (pp.189;190).

Para Jung, todas las cosas son más que cosas. Nos penetran en forma de símbolos y arquetipos, cargados de emociones y van componiendo  la constelación de nuestro yo  profundo. Viene al caso recordar esta confesión de C.G. Jung: “mi vida es la historia de la autorrealización del inconsciente”. No dice de “mi inconsciente”, sino del inconsciente colectivo que posee dimensiones humanas, cósmicas, animales y vegetales.  La culminación del proceso de individuación reside en la integración del todo del cual nos sentimos parte y parcela.

Pocos estudiosos del alma humana han dado más importancia a la espiritualidad que Jung. Veía en la espiritualidad una exigencia arquetípica fundamental de la naturaleza humana en la escalada rumbo a su completa individuación. La imago Dei o el arquetipo “Dios” ocupa el centro del Self: aquella energía poderosa, en lo más profundo de nuestra psique, que atrae todos los arquetipos y los ordena a su alrededor como el sol hace con los planetas (cf. el libro clásico de R. Hostie, C.G.Jung und die Religion, Karl Alber, Freiburg/München 1957).

Sin la integración de este arquetipo axial, el ser humano queda manco y con una incompletitud abismal. Por eso escribe:

“Entre todos mis clientes en la segunda mitad de la vida, es decir, con más de 35 años, no hubo uno solo cuyo problema más profundo no fuera la cuestión de su actitud religiosa. Todos en última instancia estaban enfermos por haber perdido aquello que una religión viva ha dado siempre, en todos los tiempos, a sus seguidores. Y ninguno se curó realmente sin recobrar la actitud religiosa que le era propia. Esto, está claro, no depende en modo alguno de la adhesión a un credo particular, ni de hacerse miembro de una iglesia, sino de la necesidad de integrar su dimensión espiritual”.

La función principal de la religión o de la espiritualidad es religarnos a todas las cosas y a la Fuente de donde promana todo ser, Dios. Ese es el propósito básico del Mysterium Conjunctionis que Jung consideraba su opus magnum. Pues en él se trata de realizar la conjuntio,  es decir, la conjunción del hombre integral con el mundus unus, el mundo unificado, el mundo del primer día de la creación cuando todo era uno y no había aún ninguna división ni diferenciación. Era la situación plenamente urobórica del ser. Esa fusión es el anhelo más secreto y radical del ser humano y el permanente llamado del Self.

El drama del hombre actual es haber perdido la espiritualidad y su capacidad de vivir un sentimiento de pertenencia.

Lo que se opone a la religión o a la espiritualidad no es el ateísmo o la negación de la divinidad. Lo que se opone es la incapacidad de ligarse y religarse con todas las cosas. Hoy las personas están desenraizadas, desconectadas de la Tierra, del anima, y por eso sin espiritualidad.

Para Jung el gran problema hoy es de naturaleza psicológica. No de la psicología entendida como disciplina o solo una dimensión de la psique, sino de la psicología en el sentido abarcador que le daba, como la totalidad de la vida y del universo en cuanto percibidos y articulados con el ser humano, sea por el consciente sea por el inconsciente personal y colectivo.  Y en este sentido escribe: “Es mi convicción más profunda que, a partir de ahora hasta un futuro indeterminado, el verdadero problema es de orden psicológico. El alma es padre y  madre  de todas las dificultades no resueltas que lanzamos en dirección al  cielo” (Cartas III, p.243). Siempre tuvo preocupación por el futuro de la humanidad. Previó, en sus visiones, a partir del inconsciente colectivo, la primera y la segunda guerra mundial. Ocurrieron como lo previó.

Me gustaría saber qué visiones tendría Jung sobre la alarma  ecológica actual.  Nos dejó una  pista: una semana antes de su muerte, el 6 de junio de 1961, tuvo una terrible visión que reveló a  Marie-Louise von Franz, que lo acompañó hasta el final: “gran parte del mundo sería destruído”. Pero añadió: “Gracias a Dios, no todo” (Jung vida e obra: uma memória biográfica por Barbara Hannah, Vozes 2022, p.478). Es lo que grandes analistas prevén en el caso  de que no cambiemos el rumbo de nuestra cultura anti-vida, consumista y materialista.

El hecho es que la  Tierra está enferma porque nosotros estamos enfermos. La Covid-19 lo mostró bien. En la medida en que nos transformamos, transformamos también la Tierra. Jung buscó esta transformación hasta su muerte. Es el único camino que nos puede librar de su visión terrible de destrucción de gran parte de nuestro mundo.

C.G.Jung demuestra ser un maestro y un guía que nos dibuja un mapa apto para orientarnos en estos momentos dramáticos en que vive la humanidad. Él creía profundamente en lo Transcendente y en el mundo espiritual. No será seguramente el capital material sino el capital espiritual, colocado ahora en el centro de nuestras búsquedas, el que nos permitirá evitar un armagedón ecológico. Entonces, así lo creo y espero, podremos vivir una fase nueva de la Tierra y de la Humanidad, la fase planetaria y ecoespiritual.

*Leonardo Boff es coeditor de la traducción de la obra completa de C.G.Jung (19 vol), publicada por la Editora Vozes.

Traducción de María José Gavito Milano

Nicaragua: más de 700 académicos condenan cierre de universidad jesuita

 

Redes Cristianas

Fuente: Observatorio eclesial
Más de 700 docentes, escritores e investigadores de centros académicos de América latina, Estados Unidos,
Canadá, Europa y África condenaron el lunes el cierre y
confiscación de la jesuita Universidad Centroamericana
de Nicaragua (UCA) por parte del gobierno de Daniel Ortega el mes pasado.

En una carta pública divulgada a la prensa, sus 728 firmantes rechazaron ―enérgicamente la campaña de acoso y criminalización‖ que culminó ―con el cierre y confiscación‖ de la UCA, ordenado el pasado 16 de agosto por el gobierno sandinista, que la convirtió en una universidad estatal tras acusarla de ser ―un centro
de terrorismo‖.

Los académicos destacaron que la UCA, la primera
universidad privada fundada en Centroamérica (en
1960), ―formó a miles de profesionales en las distintas
disciplinas y especialidades‖, además de que ―mantuvo
una sostenida proyección y compromiso social e impulsó importantes labores de investigación científica‖.

Los firmantes, entre los que figuran la escritora estadunidense Margareth Randall, el profesor y teólogo Paul
DeHart, el catedrático brasileño Clifford Andrew Welch
y el exrector nicaragüense Ernesto Medina, expresaron
su apoyo a las autoridades de la universidad, a la Compañía de Jesús y a sus docentes y estudiantes. Llamaron a las instituciones académicas de la región y del mundo ―a manifestar su solidaridad activa‖ con la UCA.

Desde diciembre de 2021, al menos 26 universidades han sido cerradas y sus bienes fueron incautados por orden del gobierno de Ortega con un proceder similar.
Siete de ellas extranjeras.
Indicaron que desde 2018, cuando estalló una rebelión estudiantil en Nicaragua, la UCA ―ha sufrido sistemáticas campañas de desprestigio‖, así como ―ataques a sus instalaciones físicas‖ y el destierro de su rector y vicerrector, los jesuitas José Idiáquez y Jorge Huete, además de constantes reducciones de presupuesto, in-
dicaron.

Ortega calificó la revuelta social como un ―fallido golpe
de Estado‖ y acusó a la Iglesia católica de promoverlo,
junto con la oposición política y el gobierno de Estados
Unidos. Ello dio pie a crecientes tensiones y al encarce-
lamiento del obispo Rolando Álvarez, preso y condena-
do a 26 años y cuatro meses de cárcel en febrero pasado.

El cierre de la UCA es una ―medida arbitraria‖ y una
―clara manifestación de desprecio hacia las libertades,
la educación de calidad, el pensamiento crítico y los va-
lores‖ que esa universidad promovía, señaló la carta,
suscrita por académicos e intelectuales ―comprometidos
con el derecho a la educación y la libertad de cátedra‖.

Consultada por AP, la escritora y traductora británica Helen Dixon, otra de las firmantes de la carta, dijo que la desaparición de la UCA provocó estupor en el mundo académico europeo, que ―no puede creer que un gobierno pueda tomar por asalto las insta-
laciones de una universidad‖.

Dixon, docente del Instituto de Estudios del Desarrollo
de la Universidad de Sussex, agregó que Ortega busca
―suprimir cualquier forma de pensamiento crítico‖ me-
diante el control de la educación.

―Es una barbaridad, una violación tremendamente pro-
funda de la vida intelectual y de la memoria de un país‖,
aseveró la escritora, que impartió clases en la UCA en
Managua durante la década de 1980.

Opinó que ―el régimen de Nicaragua es una dictadura
cada vez más evidente‖, y pidió a ―los gobiernos del
mundo suspender sus relaciones comerciales y aplicar
sanciones fuertes‖ contra la administración de Ortega.

Nicaragua vive una grave crisis desde el estallido de las
protestas de 2018, donde la represión de policías y pa-
ramilitares causó al menos 355 muertos, más de 2 mil
heridos y unos 10 mil exiliados en los meses siguientes
a la revuelta, según organismos de derechos humanos.
(jornada.com.mx) 04/09/202

Un grupo de sacerdotes asturianos pide la renuncia del arzobispo de Oviedo

 PÜBLICO

A través de una carta anónima, acusan al prelado Jesús Sanz Montes, que el pasado viernes defendió a Luis Rubiales, de ser un "animador político-religioso de la ultraderecha". "Esta vez ha llegado al límite del hartazgo", se señala en la misiva. 

Arzobispo Oviedo
Jesús Sanz Montes, en el centro de la imagen y con gafas, junto a otros prelados el pasado día 3 de agosto en Santiago de Compostela.  César Arxina / EUROPA PRESS

La homilía de Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, durante la misa celebrada en Covadonga con con motivo del Día de Asturias el pasado 8 de septiembre en la que clamó contra el aborto, la eutanasia, la Agenda 2030, los "ecolojetas" y defendió a Luis Rubiales por su beso no consentido a Jennifer Hermoso, ha terminado por colmar la paciencia de un grupo de curas asturianos.

VER NOTICIA

LOS DISCURSOS DEL ODIO DE LOS INTEGRISTAS CONSTITUYEN UNA GRAVE PERVERSIÓN DE LOS VALORES ORIGINARIOS DEL CRISTIANISMO


col tamayo

 

Del 15 al 17 de septiembre de 2023 celebraremos el 42 Congreso de Teología, como venimos haciendo desde 1981 con solo la interrupción de 2020, el año de la pandemia. Este año celebramos el ¡42 Congreso!, que tendrá lugar on line sobre un tema de especial importancia: ¿Qué democracia? ¿Qué cristianismo? Caminos para la paz.

La continuidad del Congreso durante más de cuarenta años, la participación en el mismo de cerca de 40.000 personas, los temas tratados, siempre vinculados a los desafíos de cada momento histórico, el riguroso tratamiento interdisciplinar de los temas -teología, filosofía, economía, historia, ciencias sociales, ciencias políticas, antropología, etc.- y las y los conferenciantes nacionales e internacionales invitados, expertos y expertas en cada una de las disciplinas, constituyen la mejor garantía del interés del Congreso.

El tema del Congreso de este año, las personas que intervendrán en las conferencias, expertas en ciencias políticas, ciencias sociales y teología y procedentes de diferentes continentes y países -Colombia, Camerún, España y Polonia- la participación de las personas que se inscriban, son el mejor aval de su interés para invitaros a inscribiros. Os esperamos. Os compartimos las diferentes formas de inscripción, que, si no la habéis hecho podéis hacerla hasta el jueves, 14 de septiembre.  

La democracia está sometida hoy al asedio del mercado y amenazada, más que nunca, por los diferentes sistemas de dominación: capitalismo, colonialismo, patriarcado, imperialismo, racismo, supremacismo blanco, neofascismo y extrema derecha política, que tienen más poder que ella. A esto cabe añadir que, en opinión del filósofo belga Mark Coeckelbergh, “la combinación entre democracias débiles, capitalismo e inteligencia artificial es peligrosa para la propia democracia”. 

El cristianismo, a su vez, se ve amenazado internamente por las organizaciones religiosas integristas y fundamentalistas que proliferan en su seno y fomentan discursos de odio contra los colectivos inmigrantes y refugiados, las minorías religiosas, étnicas y culturales, las personas LGTBIQ, el feminismo, la teoría de género. Tales discursos se traducen con frecuencia en delitos de odio y prácticas violentas, y constituyen una grave perversión de los valores originarios del cristianismo.

Tales amenazas nos llevan a plantear una serie de preguntas interpelantes:

- ¿Defiende el cristianismo la democracia y la práctica en su seno? ¿Son compatibles democracia y la pervivencia del patriarcado? ¿No está siendo el cristianismo institucional uno de los últimos bastiones legitimadores de la pervivencia del patriarcado? Muchas iglesias cristianas se configuran como instituciones jerárquico-patriarcales, en una palabra y recurriendo a un neologismo, como “patriarquías”. Creo que la filósofa feminista Mary Daly está en lo cierto cuando afirma: “Si Dios es varón, el varón es Dios”, como también Kate Millet, pensadora de la tercera ola del feminismo, cuando osa aseverar que “el patriarcado tiene siempre a Dios de su lado”. No tendría que ser así, pero tristemente lo es.

-¿Qué democracia? ¿Podemos reducirla a la democracia representativa? Por supuesto que no. Hay que avanzar hacia una democracia de base, participativa, paritaria, y ello en todos los campos del quehacer humano: político, económico, educativo, cultural, religioso, social, familiar, laboral, etc.

- ¿Qué cristianismo? ¿El institucional, hegemónico, jerárquico, patriarcal y aliado con el poder, o el cristianismo contrahegemónico, liberador, igualitario, compasivo, inclusivo de las diferentes identidades étnicas, culturales, afectivo-sexuales, comprometido con los movimientos sociales y solidario con las personas vulnerabilizadas, los colectivos empobrecidos y los pueblos oprimidos?

A tan cruciales preguntas pretende responder este Congreso a través de las diferentes ponencias y de las intervenciones de las personas que vamos a participar siguiendo el método de la teología de la liberación y de la pedagogía jocista: ver-juzgar-actuar. Queremos que el Congreso tenga dimensión internacional e intercultural. Por eso hemos invitado a conferenciantes de América Latina, África, Polonia y España y de diferentes disciplinas: ciencia política, sociología y teología.

Comenzaremos con la presentación del Congreso a cargo del teólogo camerunés Cyprien Melibi como expresión de la necesidad de superar la tendencia a la homogeneidad y de incorporar la diversidad cultural, religiosa y étnica a la democracia y al cristianismo. De la experiencia africana de los pueblos originarios pueden y deben aprender la democracia y el cristianismo.

La primera ponencia estará a cargo del catedrático de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, Ignacio Sánchez-Cuenca, que hará un análisis crítico de las principales amenazas a las que está sometida la democracia hoy y los caminos de respuesta para la regeneración democrática de la sociedad y el trabajo por la paz. La segunda ponencia tendrá como eje las dimensiones patriarcales de la democracia, que será desarrollada por la socióloga feminista Rosa Cobo, profesora de la Universidad de A Coruña. En ella analizará los elementos estructurales de carácter patriarcal que articulan las democracias y propondrá alternativas desde la teoría feminista.

Tras los análisis políticos y sociológicos entraremos en la reflexión teológica desde una perspectiva feminista liberadora. La teóloga colombiana Carmiña Navia reflexionará sobre las condiciones para construir una democracia en la América Latina de hoy, las relaciones entre la democracia, la justicia y la paz y cómo los regímenes políticos latinoamericanos pueden avanzar hacia una verdadera democracia que integre realmente a todas sus poblaciones.

La teóloga polaca Antonina Wozna partirá de lo paradójico que suena hablar de democracia en la Iglesia cuando se trata de una institución de corte jerárquico-monárquico. Además, la democracia como sistema político tampoco garantiza el reconocimiento de las diferencias y de las prácticas de igualdad efectiva de los diferentes grupos sociales. Centrará su reflexión desde la perspectiva de género en los avances o retrocesos en la Iglesia en cuanto a la inclusión de las mujeres en la jerarquía y en los puestos de autoridad, así como en las trampas de la democracia y las ambigüedades de conceptos como la “democratización” en un contexto de choque entre los feminismos seculares y creyentes y en la búsqueda de diálogo entre ambos.

 

Juan José Tamayo

Religión Digital

REMANDO Y COSIENDO REDES

fe adulta

col gerardo

 

Con serenidad contemplo los viajes del papa por todo el mundo, un documental organizado principalmente a partir de imágenes de archivo de los 37 viajes del Papa Francisco a 53 países en los nueve años de su pontificado. Es inmensa su labor y su presencia en todo el mundo.

Yo me interrogo y pienso en el montaje que rodea a cada viaje. Trato de analizar los frutos que esa presencia reporta a la comunidad eclesial del mundo entero. Pero veo que hay otra forma de actuar como obispo de Roma y papa.

Es cierto que la prensa nos informa sobre todo de sus viajes. Pero me gustaría saber su pastoreo como obispo de Roma, su trato con los curas, su visita a los enfermos, sus catequesis a los jóvenes, su educación en la profundización de la fe. Tenemos el dilema de un obispo o un papa. Me temo muy mucho que no pueda llegar a todos esos quehaceres y que las visitas, las audiencias, las celebraciones, el trabajo con otras conferencias apostólicas… no le dejen materialmente tiempo para el pastoreo de los pueblos y los barrios de Roma. Eso que las fotos no nos dan. A mí me encantaría saber y ver su trabajo pastoral de recorrido de calles y casas, de reuniones y visitas, de cercanía a los presos. Y eso sin fotografías y sin tele sacando cada actividad.

No conozco el número de personas dedicadas a toda la labor protocolaria y ejecutiva. Me gustaría que eso fuese lo más sencillo y austero posible. Quizás una Iglesia sin tanto organismo oficial, sin cardenales, sin nuncios (eso supondría una revolución en la vivencia del Evangelio sobre todo), sin grandes edificios, sin protocolo. Y supondría una revolución en la vivencia del Evangelio... Quizás se parecería más a la Iglesia de Jesús.

Constantemente hay periodistas que nos transmiten todo lo que el papa dice y hace. Caemos en el peligro de una iglesia de imágenes, de propaganda, ¿Dónde queda la sencillez?

Algo parecido percibo también en nuestra iglesia dentro del país. Demasiado presente con imágenes de lo que dice y hace. Y corre el peligro de quedarse en lo exterior, en lo espectacular. Recuerdo aquello de Jesús “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. Una labor más callada nos ayudaría a extender y vivir mejor el evangelio de Jesús.

Como Pablo, quizás tejiendo pieles y redes u otro trabajo que nos acerque a las personas.

¿Podemos hacer algo para que nuestros responsables y animadores en la fe no se parezcan a los políticos? Parecido a Jesús en la barca, sin que apenas nadie le conociese.

DEL "HAGAN LÍO" AL "TODOS, TODOS, TODOS"


col zapatero

 

Fue durante la JMJ en Río de Janeiro, en 2013, cuando el Papa Francisco dijo a los jóvenes argentinos en un encuentro en la catedral de San Sebastián "¡Hagan lio!... Quiero lío en las diócesis, quiero que la Iglesia salga a la calle!" Hacía poco que Francisco había sido elegido Papa. Pronto causó admiración y sorpresa entre los fieles, y en el mundo en general por su talante, sus gestos y su proximidad con la gente. Su viaje a Lampedusa el 8 de julio de 2013 y su discurso constante de una Iglesia hacia las periferias comenzaron a cuestionar la manera de entender la fe de muchos católicos y la manera de afrontar, a nivel de sociedad mundial, la realidad de los más pobres del planeta.

Diez años después, el grito de Francisco en la JMJ de Lisboa ha sido el de " Todos, todos, todos", refiriéndose a que en la Iglesia nadie puede ni debe quedar excluido. Una alusión clara y directa a las católicas y católicos con una orientación sexual diferente. Seguro que la JMJ de Río fue un revulsivo y un punto de arranque en cuanto a vivencia de la fe y de compromiso para muchos jóvenes, tanto a nivel personal, como también de grupo, a nivel de parroquias, asociaciones, movimientos, etc.

Sin embargo, tengo mis reticencias a la hora de valorar como positivas algunas de las iniciativas evangelizadoras juveniles surgidas entonces y en pleno auge de expansión en estos momentos. Para no dar pábulo a hipótesis sobre cuáles podrían ser, me permito citar directamente una: Hakuna. No seré yo quien haga un juicio sobre el contenido y los métodos utilizados por los propios jóvenes, tutelados por algunos adultos y por su fundador principalmente. Tengo la impresión de que en todo ello abunda el sentimiento y la sensación, que también son importantes y necesarios, sólo faltaba!, por encima de la razón, como sinónimo de reflexión y de crítica. Me preocupa, o no veo claro, para ser más exactos, que la adoración, y más concretamente el tipo de la misma, la manera de hacerla y las circunstancias externas que la rodean, sea la manera más propicio e idónea para ayudar a crecer y madurar la fe de los jóvenes y ayudarlos a afrontar un compromiso de verdadera transformación social del entorno más próximo y más alejado.

No sé si el Papa Francisco iba por ahí cuando dijo entonces "¡hagan lío!". Yo diría que no. Sobre todo, después de leer sus encíclicas, documentos y escuchar los mensajes que, de manera constante, dirige a la gente que se congrega para escucharlo. Pero lo que más me preocupa es que a lo mejor "le estén colando un gol por la escuadra" y él sin enterarse. Y no, precisamente, porque no quiera o no sea capaz de darse cuenta; sino porque los eclesiásticos que le rodean, también algunos de los obispos por él nombrados, tratan de ocultarle una realidad con la cual ellos se sienten muy a gusto y del todo auto complacidos.

Espero que estos eclesiásticos no hagan lo que puedan y esté en sus manos para descafeinar, o, peor aún, tergiversar o adaptar a la "moral" por ellos interpretada, el "todos, todos, todos" de Lisboa 2023. Porque podría llegar a suceder, parafraseando a Mafalda, que pudiéramos llegar a quedarnos en "todos, todos, todos, pero unos todos más que otros".

 

Juan Zapatero Ballesteros

zapatero_j@yahoo.es

ITE, MISSA EST

fe adulta

col otalora

 

Me ha gustado mucho la manera que tiene Henri Nouwen de conectar la Eucaristía y nuestra vida en el mundo, entre lo que celebramos y lo que estamos llamados a vivir, como una misma cosa. Su librito ´Con el corazón en ascuas´ (12ª edición) pivota sobre el encuentro de Emaús que nos abre a un nuevo horizonte. Jesús quiere ser invitado -“quédate con nosotros”- pero tan pronto como le invitan a la mesa, se convierte en el anfitrión que invita a los dos discípulos a entrar en comunión con Él.

Para Nouwen, no solo es que la comunión crea comunidad, sino que la comunidad siempre lleva a la misión, a ser evangelizadores que contagian la Buena Noticia a otras personas desde nuestra experiencia y nuestro ejemplo de vida consiguiente. La fe es un regalo que lleva la responsabilidad de compartirla; cuando encontramos la oveja perdida, la dracma o el tesoro oculto, la alegría debe llevar aparejada querer compartirla. No es cristiano regodearse en una espiritualidad personalista que no hace comunidad ni supone una actitud que transforma.

Hemos convertido la Eucaristía en una oración individualista. ¿Qué Eucaristía vivimos en nuestras misas? ¿Nos sentimos comunidad, alejados unos de otros en los bancos del templo? ¿Con la liturgia actual, de verdad que celebramos algo, como repite insistentemente el celebrante? ¿Nos imaginamos a las primeras comunidades cristianas celebrando la Eucaristía como nosotros?  Nouwen apunta el verdadero significado de la expresión latina con la que finalizaba la Eucaristía en latín Ite, Missa est: “Id, esta es vuestra misión”. El final de la Eucaristía no es la Comunión, ni una despedida de cortesía, sino la misión que encomienda Jesús desde aquella cena santa, donde los discípulos recibieron el mensaje muy concreto de amar desde el servicio radical, donde el primero es el servidor de todos.

Ite, Missa est, id y contad lo que habéis visto, oído y experimentado; no es un regalo para vosotros solos. Sin embargo, ha quedado en la retina que esta expresión sigue significando que la asamblea ha terminado. Todavía en el siglo IX se entendía como “Váyanse, es el momento de la despedida”. (Floro el diácono, teólogo. “De expositione Misae", P.L., CIX, 72.). Y todavía en internet aparece una traducción como "Idos" o "Váyanse" que solo viendo la etimología nos recuerda el mensaje troncal de la Eucaristía: celebrado el encuentro con el Señor en comunidad, vivamos nuestra fe en el día a día como enviados a que otros se sumen a la experiencia de la Buena Noticia por el ejemplo.

“No es sólo la Eucaristía, sino la vida eucarística” (Nouwen). Aquella comunión o común unión colectiva con Jesús fue el comienzo de la comunidad cristiana. La Eucaristía, pues, es siempre una misión: de la comunión a la comunidad y de esta al ministerio de vivir eucarísticamente de manera recíproca, creciendo el círculo de amor que vamos germinando. Lo que vemos pueden parecer brotes pequeños. Lo importante, el mandato, es la siembra confiada, que el fruto y la cosecha llegarán cuando así lo disponga el dueño de la mies.

Me ha encantado el planteamiento de este librito desde el relato de los discípulos de Emaús: Pérdida, Presencia, Invitación, Comunión y Misión como un todo, para que quede claro que lo que celebramos y estamos llamados a vivir es, en esencia, una misma cosa. Henri Nouwen termina su luminosa reflexión recordando que se nos pide que miremos nuestra vida de un modo totalmente nuevo: no desde abajo, dónde solo nos fijamos en nuestras pérdidas, sino desde arriba, donde Dios nos ofrece su gloria.

Todo ello es una sacudida a nuestra mediocridad católica. La misa no se obliga, somos llamados voluntariamente; se escucha, se participa de manera comunitaria, recuerda Francisco, para ser luz para los demás. Esto no puede darse si ya en la Eucaristía, cada cual se desentiende de los que están al lado, como un conjunto de individualismos ajeno al espíritu celebrativo, comunitario y evangelizador que tuvo aquella Última Cena, presidida por Jesús.

Henri Nouwen no se imaginó hasta qué punto podía mantenernos el corazón en ascuas, ahora en plena efervescencia de la sinodalidad de Francisco y la importancia de la comunidad, de cómo vivirla todos y todas a la escucha del Espíritu, pues de ello depende la eficacia de la Misión.

 

REZAR: ¿CÓMO?, ¿PARA QUÉ?


col velez

fe adulta 

Muchas veces oímos decir “hace falta oración”, “la oración es la única fuerza”, “sin oración no se sostiene nuestra vida espiritual”, “recemos por la paz de Colombia, por la paz del mundo, por los pobres, etc.”. Pero nuestro mundo más o menos sigue igual y, por ejemplo, en Colombia llevamos una historia de violencia que podríamos concluir o que no hemos rezado suficiente o, definitivamente, la oración no produce ningún efecto. Por eso podríamos preguntarnos ¿rezar cómo? ¿rezar para qué?

La oración -que no es patrimonio de los cristianos sino de todas las religiones- es la manera como alimentamos, mantenemos, profundizamos en nuestra relación con lo divino. Cuando somos capaces de detenernos para intuir, contemplar, dialogar, adorar, reconocer, ese misterio que llamamos Dios, estamos viviendo lo que comúnmente llamamos “oración”. Ahora bien, la forma de hacerlo, los tiempos, las expresiones, etc., son tantas como culturas, personas o religiones existen.

Por supuesto cada religión tiene sus propias maneras de orar, permitiendo a los miembros de cada grupo, identificarse como pertenecientes a ella y sentir que se pueden expresar comunitariamente. No sobra recordar el peligro de querer uniformizar dicha experiencia, de creer que solo un modo de oración es el auténtico o, más grave aún, afirmar, en nombre de Dios, una forma única con unos ritos concretos, los cuales se identifican cómo universales y que han de seguirse por todos.

Si miramos los evangelios encontramos en Jesús una disposición para ese encuentro con su ABBA y, como lo relata Mateo (6, 5-15), Jesús se refiere a la oración diciéndole a sus discípulos que cuando oren no sean como los hipócritas que gustan de orar en las sinagogas para ser vistos, sino que, en lo secreto, oren al Padre; sin mucha palabrería -como hacen los gentiles, creyendo que así serán más escuchados; ya que Dios sabe lo que necesitan. En ese contexto, enseña el Padre Nuestro que ya de entrada señala el carácter comunitario de la oración -al decir “nuestro” y la disposición a acoger el reino de Dios, don suyo que al recibirlo nos compromete a hacerlo posible, asegurando el pan para todos y el perdón mutuo, condición necesaria para caminar con los demás.

Todo lo anterior nos responde, de alguna manera, al cómo y al para qué de la oración. Las maneras de orar son plurales y cada uno podrá ir configurando la suya desde lo recibido, desde su sensibilidad, sus disposiciones, su cultura, el grupo religioso al que pertenece, etc. El para qué de la oración corresponde a ese encuentro con lo divino que nos permite sentir su amor, entender el reino que nos regala y buscar la manera de realizarlo en nuestra historia personal y comunitaria.

Ahora bien, en ese encuentro con Dios el diálogo puede versar sobre agradecer lo recibido -comenzando con el don de la vida-, reconocer el misterio insondable de nuestro Dios -oración de alabanza-, dolor de nuestros pecados y, la tan conocida oración de petición. Y, aquí es donde viene una pregunta crucial que ya señalamos al inicio: ¿nos faltará rezar más para que cambien las situaciones o será que Dios no nos escucha? La respuesta ya la adelantamos antes, pero intentemos explicarla más.

La oración no es para pedir “cosas” o “cambio de situaciones”. La oración es para pedir el “Espíritu Santo”, como muy bien lo expresa Lucas en el ejemplo que pone sobre el padre que siempre dará cosas buenas a sus hijos, deduciendo fácilmente que el Padre del cielo “dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lc 11, 11-13). Efectivamente, lo que nos da -si hablamos en estos términos de pedir y dar- es el espíritu de Dios para vivir el compromiso cristiano que implica nuestro seguimiento de Jesús. Su espíritu es el que nos iluminará, fortalecerá, conducirá para trabajar por hacer posible todo aquello que pedimos.

En otras palabras, la oración de petición no nos alcanza “cosas”. La oración de petición no tiene más eficacia frente a Dios porque se haga con más frecuencia o con menos. La oración de petición es para tomar conciencia de todas nuestras necesidades -personales y del mundo- y pedir a Dios la fuerza de su espíritu para trabajar por superarlas, aceptarlas, transformarlas.

Sobre el ejemplo que pusimos de pedir a Dios por la paz de Colombia, si es una oración en la que pedimos realmente esa paz, las consecuencias se verían en la medida que nuestros corazones en el encuentro con el Dios de la paz, se vaya transformando para ser promotores de esta, para exigir la justicia social -una de las grandes causas de la violencia-, para desarmar los corazones y hacer posible el perdón y la reconciliación. La oración por la paz nos fortalecería para conceder una nueva oportunidad, incluso para los actores de la guerra.

La oración por la paz de Colombia supone una conversión hacia la paz de todos los que hacemos esa oración. No puede ir de la mano de una negativa al diálogo, como lo hacen tantos que se dicen cristianos. Pedir por la paz, si no somos "artesanos de la paz", se asemeja más a la magia que a la verdadera "oración”. El papa Francisco lo afirmó, varias veces, en la encíclica Fratelli tutti: “una verdadera paz solo puede lograrse cuando luchamos por la justicia a través del diálogo, persiguiendo la reconciliación y el desarrollo mutuo” (n. 229); “La verdadera reconciliación no escapa del conflicto, sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente” (n. 244).

Sí, es muy necesaria la petición por la paz de Colombia y por la de tantas necesidades que tenemos. Pero solo es posible si pedimos lo fundamental e imprescindible: el espíritu del Señor que transforme nuestro corazón para ser instrumentos de su paz, constructores de la justicia, comprometidos hasta el fondo con la transformación de todo aquello que nos afecta. El Dios mágico no es el Dios de Jesús. El Dios que nos regala su espíritu para hacer posible el reino es a quien necesitamos encontrar en la oración para que esta, efectivamente, de sus frutos abundantes en la historia que vivimos.

 

Consuelo Vélez teóloga

Religión Digital

ADIOS A UNA PERSONA ESPECIAL, A UN GRAN SER HUMANO, NOS DEJA POPE GODOY


col paqui esteban

 

Se ha ido en silencio, con la humildad que siempre le caracterizó, sin ruidos y en la más estricta intimidad como era su deseo, de pronto, sin esperarlo, incluso había ofrecido su ayuda, y la de su eterna Elisa, para colaborar en el montaje de la tradicional caseta de feria de Izquierda Unida, formación en la que siempre fue pieza importantísima, pero había prisa “al otro lado” por recibirle para continuar allá su labor de ser de luz infinito.

José Godoy López (Canena), más conocido como Pope, era licenciado en Filosofía y en Teología, y ejerció como sacerdote jesuita hasta los años 80, tiempo después se uniría a Elisa Descalzo, su compañera del alma. Su mente curiosa e inquieta le llevó a estudiar Ciencias Orientales y a ser investigador nato y escritor aventajado. Nos demostró, siempre, ser alumno estudioso incansable de la vida y del ser humano. Escritor, conferenciante, comunicador, político, solidario, feminista, reivindicativo, defensor de los derechos sociales, de los derechos humanos, del reparto de la riqueza, comunicador de los evangelios… Su casa siempre estuvo abierta para quien llegaba en busca de pan, de un respiro, o con ganas de aprender a leer o escribir. Siempre ayudando en silencio, como son las ayudas sinceras y sin postureos. Pocos hemos sabido de su corazón enorme con los demás, día a día, en unión con su compañera. Admiraba de él muchas cosas, entre ellas, su sabiduría, su facilidad para comunicar, lo fácil que era seguir sus explicaciones culturales en las excursiones que tuvimos la suerte de compartir recorriendo la provincia y en tertulias en torno a una buena mesa con amigos comunes, su bondad, su cercanía, su forma de quitarle importancia a lo que no la tenía y prestar atención a lo verdaderamente importante.

Recordaré siempre la anécdota que acompañó con la mayor carcajada en un directo en Radio Andújar. Acababan de construir la rotonda del entorno de la piscina cubierta, y por entonces, al hablar de ella no terminábamos de ubicarla, de definirla, y decir aquello de “la rotonda del entorno de la piscina cubierta” era muy largo, y así, por comodidad lingüística, y casi de forma improvisada, empezamos a ponerle nombre, y el más propio, por ser persona conocida en nuestra ciudad, y por estar a las puertas de su casa, la bautizamos como “la rotonda de Pope” provocando en él una carcajada, a su estilo, que recordaremos siempre. Así se ha quedado: la rotonda de Pope.

Está siendo un año de despedidas que nos dejan huérfanos de grandes personas. Nos duele el vacío que hemos de aprender a rellenar de los grandes recuerdos y vivencias compartidas, pero sigue siendo una enseñanza, dura enseñanza. Gracias, Pope, por tu amor sin condiciones y por haber existido en nuestras vidas, primero, y en la de la radio después.

 

Paqui Esteban

Radio Andújar 92.9 FM Oficial

CONVERSANDO CON NN EN TORNO A JESÚS


col ossa

 

Vuelve Manuel Ossa, el teólogo chileno que ya había participado en ATRIO –traductor y presentador en 2008 del libro de Roger Lenaers Otro cristianismo es posible y, posteriormente, dos artículos. Hoy nos escribe, respondiendo a la llamada para construir entre todos ese nuevo ATRIO Lugar de Encuentro transfiriendo esperanza para el futuro. Y lo hace ofreciendo una especio de credo personal resumen de un largo itinerario de búsqueda, que nos resume. AD.

– Nací en Santiago, Chile, en noviembre 1931
– Hasta 1970 fui católico y jesuita. Me doctoré en teología en la Universidad Católica de París en 1964 con una tesis sobre Maurice Blondel, su filosofía de la acción y su espiritualidad, tesis patrocinada por Henri Bouillard.
– De vuelta a Chile, desde mediados de 1964 hasta fines del 69, fui miembro del equipo del Centro Bellarmino, subdirector de la  revista Mensaje y docente de teología fundamental en la  Universidad Católica de Chile.
– Entre 1970 y 1971 trabajé en formación de maestros de escuela en el Instituto Bernasconi, Ministerio de Educación, Buenos Aires. Entre 1971 y 1973 saqué un postgrado (Magister)  en Psicología Social en FLACSO.
– Después del golpe cívico militar de 1973 me trasladé con mi familia a Francfort en Alemania. En la década de los 70 trabajé como asistente del Prof. Dr. Hans Schmidt en la cátedra en la Fac. de Teología de la Universidad de Francfort. Entré a la iglesia evangélica de Hesse y Nassau, la que me ordenó como pastor y a la que serví primero en la comunidad de Massenheim, luego como capellán universitario en la ciudad de Giessen, después en una parroquia en Giessen y otra en Frankfurt.
– A fines de los 80, cerca de mi jubilación, volví a Chile para trabajar como investigador y animador de talleres teológico-políticos en el Centro Ecuménico Diego de Medellín.

Me preguntaste, N.N., si te podías llamar “cristiano” por el solo hecho de tratar de vivir lo que Jesús enseñó, aunque sin la exigencia de “adorar a Jesús”. Esta pregunta me conmovió, porque me la vengo planteando hace mucho tiempo y en ella se juega el sentido de la vida, la tuya, la mía, la de todos.

Hablar de sentido es hablar de una opción capaz de orientar la vida y de energizarla. Y esa opción se llama también fe. Con ella se afirma que lo único importante es comprometerse con una dinámica que nos haga salir de nosotros y despreocuparnos de muchos intereses egoístas, por intuir que no basta con vivir para sí mismo. Nuestra mente y nuestro afecto parecen estar movidos por el espíritu que bulle en la materia para hacernos pasar, evolutiva pero también conscientemente, hacia una realidad mayor que nosotros mismos, un Todo o un Misterio que nos sostiene y abarca, como se lo expresa tantas veces en los símbolos de la poesía, el arte, la religión y se lo ve realizado en la emergencia histórica de personas extraordinarias, como Buda, Lao-Tsé, Jesús, Mahoma, Mahatma Gandhi. Como si la vida nos ofreciera en ellos unas propuestas factibles de mejor humanidad.

Nuestra cultura occidental ha sido marcada por una de esas figuras históricas, la de Jesús de Nazaret, a quien se lo ha malinterpretado según las épocas y los intereses de los grupos dominantes. De su persona y su mensaje se ha hecho una religión organizada en diversas iglesias, que no siempre han interpretado bien a Jesús, quien nunca pensó en términos de iglesia, sino en una sociedad nueva de todos y para todos, comenzando por la de Israel. Él la soñó como el “reino de Dios”.

En las pocas noticias que contemporáneos y seguidores suyos dejaron por escrito, se puede entrever a Jesús, el aldeano de Nazaret, como un hombre abierto a todos, sin prejuicios religiosos ni temor del qué dirán; de una bondad y un talante compasivo que le hizo pasar por la vida mirando por el bien de los más desfavorecidos, devolviendo dignidad a quienes la sociedad descastaba y desclasaba. Jesús estaba por la vida en plenitud y no por la legalidad vigente, y por ello era crítico del ritualismo religioso y del rigorismo moral.

Era un gestor apasionado de la reconciliación entre hermanos, y no de sacerdocios ni sacrificios expiatorios. Por ello el Dios Padre del que hablaba y con el que se sentía entrañablemente unido no moraba en ningún templo, sino en cualquier parte donde hubiera que liberar a los caídos o a quienes se hallan confinados en los márgenes por el hambre, la cárcel y la enfermedad, o por ser migrantes, extranjeros y pobres.

Como Jesús fue consecuente hasta el final, lo mataron por proclamar el reino de Dios, acto considerado subversivo, porque abolía tendencialmente el poder político del Imperio Romano. ¿No había puesto en duda toda autoridad cuando cortó entre sus seguidores una disputa por el poder? Les dijo secamente: “¡no debe ser así entre vosotros!”. Su propuesta era el servicio fraternal recíproco, en vez del señorío, el mando y la explotación.

Jesús fue considerado e interpretado, en las categorías de la época, como el “ungido” y el “hijo de Dios”. En términos modernos más acordes con una visión evolutiva del universo, podríamos decir hoy que Jesús fue un hombre como nosotros en el que el espíritu que anima y moviliza la materia habría realizado por adelantado la mutación definitiva de lo humano individual hacia la solidaridad universal. Es hora de darle cancha al mismo espíritu para que nos inspire en la tarea de configurar una o muchas realizaciones históricas de una mejor humanidad. — ¡Que el “reino de Dios” venga a nosotros y nos active, reuniéndonos de veras!

 

Manuel Ossa B.

Pirque, 15 y 22/04/2021 y 05/09/202

09-septiembre-2023

atrio.org

LO POSIBLE Y LO IMPOSIBLE


col arregi

 

“Es lo que hay”, decimos, rubricando no sabemos si la lucidez realista o la dejación derrotista. Es lo que hay, y no es posible nada más. Es lo que hay, y es imposible ponerse en pie, esperar, respirar, confiar, crear: ser y hacer ser más.

¿Qué es posible, qué es imposible? Para José Ángel Valente (1929-2000), poeta y ensayista místico alejado de todo dogma, iniciado en el misterio de la realidad por inspiración de la pensadora de las profundidades María Zambrano, lo imposible es “el infinito despliegue del horizonte de lo posible”. Y se pregunta: “No sería lo imposible la metáfora de un posible que infinitamente nos rebasa?” (Cf. “La memoria del fuego”).

Y cita a Edmond Jabés (1912-1991), su alma gemela, poeta francés de origen egipcio, místico y ateo, testigo del Infinito vacante: “Estamos vinculados por lo imposible”. Vinculados, traduce Valente, “por la absoluta infinitud de lo posible”.

La realidad es abierta, infinitamente abierta. Y en una realidad infinitamente abierta, ¿quién puede decir “lo posible llega hasta aquí, ya no es posible seguir”? La posibilidad no tiene fin. Siempre está abierta a una nueva posibilidad. Lo imposible no es sino la infinitud de la posibilidad inscrita en el vacío o en el corazón de la realidad. Somos parte de esa realidad con su horizonte infinito de posibilidad(es).

Edmond Jabés, una y otra vez citado por Valente, escribe en Le Parcours (El Recorrido): “Hay en todo lo posible un imposible que lo burla. Ese imposible, sin embargo, no es lo imposible. Es solamente el fracaso de lo posible. Siempre más allá está lo imposible”. Y añade: “Ese imposible es Dios”.

Imposible: ahí tienes otro nombre de Dios o de lo Divino. Imposible, es decir, Infinitud de lo posible. Por eso dijo Jesús de Nazaret, místico de la fe en lo Imposible y profeta de la acción posible: “Nada es imposible para el que cree”. Pero no nos confundamos: “creer” no significa profesar dogmas y creencias, sino acoger el aliento necesario para levantar la mirada y dar un paso posible hacia el horizonte infinito.

ESO es lo que hay.

 

José Arregi

08/09/2023 josearregi.com

Aizarna, 8 de septiembre de 2023

PERDONAR, UN DON QUE IMPLICA UNA DECISIÓN

fe adulta

col pepa torres com

 

(Mateo 18,21-35)

El Evangelio tiene páginas incómodas, sin duda el de este domingo se refiere a una de ellas: el perdón. El perdón y especialmente a los enemigos, es uno de los elementos más originales y contraculturales del cristianismo. Jesús muere gritando: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, y no odiando ni exigiendo venganza. El perdón toca el límite de lo humano. No es un ejercicio de voluntarismo, pero exige una decisión, la de querer abrirse a una misericordia que va más allá de la lógica de la retribución y la justicia. El perdón es un don que implica a la voluntad. Tampoco es un hecho o un acto, sino que forma parte de un proceso, de una conversión del corazón.

El Evangelio de Mateo aborda la temática del perdón con especial minuciosidad y radicalidad y en este caso lo hace a través de una parábola que no tiene paralelos en otros Evangelios.  El punto de partida del texto de este domingo es una pregunta que busca una respuesta “normativa”: ¿Si mi hermano me ofende, cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿hasta siete veces? Con este número se hace una alusión directa a Gn 4,24. Simbólicamente el 7 es un número que expresa generosidad y abundancia, pero también un límite. Sin embargo, la respuesta de Jesús quiebra todo límite. El perdón cristiano va mucho más allá del número de ofensas recibidas, es una disposición a vivir haciéndolo permanentemente. Es ilimitado y es “escandaloso” para la razón humana. Nos cuesta perdonar y nos cuesta también recibir el perdón humano en todos los ámbitos de la vida: personal, social y político, pero a la vez, si cerramos nuestro corazón al perdón el resentimiento, la amargura e incluso el odio nos condenan a la infelicidad y el sufrimiento.

Jesús responde a la pregunta de su interlocutor con una parábola en la que lo más importante no es el final, que remite al castigo y que según algunos autores pudiera ser más obra de la comunidad que de las mismas palabras de Jesús, pues el final resulta una contradicción en si misma con el resto de la parábola: Si no perdonamos Dios tampoco nos perdona, sino que nos condena. La centralidad de la parábola radica no en la amenaza final, sino en el perdón inicial de la deuda que hace el señor al criado. Un perdón que va mucho más allá incluso de la petición del segundo. El criado solicita un aplazamiento para no ser sometido a la esclavitud, que es lo que exigía la ley, pero, sin embargo, recibe mucho más: la condonación por parte del señor. Una actuación en la que la misericordia se sitúa por encima de la justicia legal.

Es ahí donde se ubica la radicalidad del mensaje: la experiencia del perdón nace de haber experimentado en carne propia que la misericordia va más allá de la ley, la retribución y la lógica de los merecimientos. Lo esperable es que tras una experiencia de liquidación de la deuda tan sobrecogedora como la vivida por el criado, él hiciera lo mismo con uno de sus de sus pequeños acreedores, pero no sucede así. El perdón no es automático. Es un don, pero a la vez es obra de la conversión del corazón y la libertad humana. Es la decisión de abrirse y dejarse afectar por un Dios que es todo misericordia y compasión o blindarse al don recibido que pide seguir desbordándose. En el caso del criado de la parábola está clara su decisión. ¿Y en el nuestro?

PERDONAR SIEMPRE PAGOLA

col pagola

 


A Mateo se le ve preocupado por corregir los conflictos, disputas y enfrentamientos que pueden surgir en la comunidad de los seguidores de Jesús. Probablemente está escribiendo su evangelio en unos momentos en que, como se dice en su evangelio, «la caridad de la mayoría se está enfriando» (Mateo 24,12).

Por eso concreta con mucho detalle cómo se ha de actuar para extirpar el mal del interior de la comunidad, respetando siempre a las personas, buscando antes que nada «la corrección a solas», acudiendo al diálogo con «testigos», haciendo intervenir a la «comunidad» o separándose de quien puede hacer daño a los seguidores de Jesús.

Todo eso puede ser necesario, pero ¿cómo ha de actuar en concreto la persona ofendida?, ¿Qué ha de hacer el discípulo de Jesús que desea seguir sus pasos y colaborar con él abriendo caminos al reino de Dios, el reino de la misericordia y la justicia para todos?

Mateo no podía olvidar unas palabras de Jesús recogidas por un evangelio anterior al suyo. No eran fáciles de entender, pero reflejaban lo que había en el corazón de Jesús. Aunque hayan pasado veinte siglos, sus seguidores no hemos de rebajar su contenido.

Pedro se acerca a Jesús. Como en otras ocasiones, lo hace representando al grupo de seguidores: «Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?, ¿hasta siete veces?». Su pregunta no es mezquina, sino enormemente generosa. Le ha escuchado a Jesús sus parábolas sobre la misericordia de Dios. Conoce su capacidad de comprender, disculpar y perdonar. También él está dispuesto a perdonar «muchas veces», pero ¿no hay un límite?

La respuesta de Jesús es contundente: «No te digo siete veces, sino hasta setenta veces siete»: has de perdonar siempre, en todo momento, de manera incondicional. A lo largo de los siglos se ha querido rebajar de muchas maneras lo dicho por Jesús: «perdonar siempre, es perjudicial»; «da alicientes al ofensor»; «hay que exigirle primero arrepentimiento». Todo esto parece muy razonable, pero oculta y desfigura lo que pensaba y vivía Jesús.

Hay que volver a él. En su Iglesia hacen falta hombres y mujeres que estén dispuestos a perdonar como él, introduciendo entre nosotros su gesto de perdón en toda su gratuidad y grandeza. Es lo que mejor hace brillar en la Iglesia el rostro de Cristo.

 

NADIE PUEDE BUSCAR EL MAL EN SÍ MISMO DOMINGO 24º (A) Mt 18,21-35

fe adulta

col fraymarcos

 


El evangelio de hoy es continuación del que leíamos el domingo pasado. Allí se daba por supuesto el perdón. Hoy es el tema principal. Mateo sigue con la instrucción sobre como comportarse con los hermanos dentro de la comunidad. Sin perdón mutuo sería imposible cualquier clase de convivencia estable. El perdón es la más alta manifestación del amor y está en conexión directa con el amor al enemigo. Entre los seres humanos es impensable un verdadero amor que no lleve implícito el perdón. Dejaríamos de ser humanos si pudiéramos eliminar la posibilidad de fallar y el fallo concreto y real.

La frase "setenta veces siete", no podemos entender­la literalmente; como si dijera que hay que perdonar 490 veces. Quiere decir que hay que perdonar siempre. El perdón tiene que ser, no un acto, sino una actitud que se mantiene durante toda la vida y ante cualquier ofensa. Los rabinos más generosos del tiempo de Jesús hablaban de perdonar las ofensas hasta cuatro veces. Pedro se siente mucho más generoso y añade otras tres. Siete era ya un número que indicaba plenitud, pero Jesús quiere dejar muy claro que no es suficiente, porque supone que Pedro todavía lleva cuenta de las ofensas.

La parábola de los dos deudores no necesita explicación. El punto de inflexión está en la desorbitada diferencia de la deuda de uno y otro. El señor es capaz de perdonar una inmensa deuda (60.000.000 denarios), el empleado es incapaz de perdonar 100 denarios. Al final, encontramos un rabotazo de AT: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo”. Jesús nunca pudo dar a entender que un Dios vengativo puede castigar de esa manera, o negarse a perdonar hasta que cumplamos unos requisitos.

Lo que llamamos perdón solo puede nacer del amor. No es fácil perdonar, como no es fácil amar. Va en contra de todos los instintos. Va en contra de lo razonable. Desde nuestra conciencia de individuos aislados en nuestro ego, es imposible entender el perdón del evangelio. El ego necesita enfrentarse a todo para sobrevivir y potenciarse. Desde esa conciencia, el perdón se convierte en un factor de afianzamiento del ego. Perdono (la vida) al otro porque así dejo clara mi superioridad moral. Expresión de este falso perdón es la famosa frase “perdono pero no olvido” que es la práctica común en nuestra sociedad.

Para entrar en la dinámica del perdón, debemos tomar conciencia de nuestro verdadero ser y de la manera de ser de Dios. Experimentando la ÚNICA REALIDAD, descubriré que no hay nada que perdonar, porque el otro no obró por malicia sino por ignorancia. Desde nuestro concepto de pecado como mala voluntad o deseo de hacer daño por parte de otro que me quiere mal es imposible que nos sintamos capaces de perdonar. El pecado no es fruto nunca de una mala voluntad, sino de una ignorancia. La voluntad no puede ser mala, porque no es movida por el mal. La voluntad solo puede ser atraída por el bien.

La trampa está en que se trata del bien o el mal, que le presenta la inteligencia a la voluntad. La voluntad no tiene ninguna posibilidad de discernir si algo es bueno o es malo, depende del conocimiento de cada uno. Nuestro problema en relación con el pecado es que nuestro conocimiento es siempre limitado y de ese modo con frecuencia creemos que es bueno para mí lo que en realidad es malo. Digo para mí, porque pecado es siempre un mal para mí. Si tengo la sensación de que el perjudicado es el otro, nunca corregiré mis fallos.

“Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo”. Dios no tiene acciones, mucho menos puede tener reacciones. Dios es amor y por lo tanto es también perdón. No tiene que hacer ningún acto para perdonar; está siempre perdonando. Su amor es perdón porque llega a nosotros sin merecerlo. Ese perdón de Dios es lo primero. Si lo aceptamos nos hará capaces de perdonar a los demás. Eso sí, la única manera de estar seguros de que lo hemos descubierto y aceptado, es que perdonamos. Por eso se puede decir, aunque de manera impropia, que Dios nos perdona en la medida que nosotros perdonamos.

Es muy difícil armonizar el perdón con la justicia. Nuestra cultura cristiana tiene fallos garrafales. Se trata de un cristianismo troquelado por el racionalismo griego y encorsetado hasta la asfixia por el jurisdicismo romano. El cristianismo resultante, que es el nuestro, no se parece en nada a lo que vivió y enseñó Jesús. En nuestra sociedad se está acentuando cada vez más el sentimiento de Justicia, pero se trata de una justicia racional e inmisericorde, que la mayoría de las veces esconde nuestro afán de venganza. El razonamiento de que sin justicia los malos se adueñarían del mundo no tiene sentido.

Este sentido de la justicia se la hemos aplicado al mismo Dios y lo hemos convertido en un monstruo que tiene que hacer morir a su propio Hijo para “justificar” su perdón. Es completamente descabellado pensar que un verdadero amor está en contra de una verdadera justicia. Luchar por la justicia es conseguir que ningún ser humano haga daño a otro en ninguna circunstancia. La justicia no consiste en que una persona perjudicada, consiga perjudicar al agresor. Seguiremos utilizando la justicia para dañar al otro.

Lo que decimos en el Padrenuestro es un disparate. No es un defecto de traducción. En el AT está muy clara esta idea. En la primera lectura nos decía exactamente: "Del vengativo se vengará el Señor". "Perdona la ofensa de tu prójimo y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas". Cuando el mismo evangelista Mateo relata el Padrenues­tro, la única petición que merece un comentario es ésta, para decir: "...Porque si perdonáis a vuestros hermanos, también vuestro Padre os perdonará; pero si no perdonáis, tampoco vuestro Padre os perdonará (Mt 6,14). ¿No sería más lógico pedir a Dios que nos perdone como solo Él sabe hacerlo, y aprendamos de Él nosotros a perdonar a los demás?

Para descubrir por qué tenemos que seguir amando al que me ha hecho daño, tenemos que descubrir los motivos del verdadero amor a los demás. Si yo amo solamente a las personas que son amables, no salgo de la dinámica del egoísmo. El amor verdadero tiene su justificación en la persona que ama, no en la que es objeto del amor y sus cualidades. El amor a los que son amables no es garantía ninguna del amor verdaderamente humano y cristiano. Si no perdonamos a todos y por todo, nuestro amor es cero, porque si perdonamos una ofensa y otra no, las razones de ese perdón no son genuinas.

No solo el ofendido necesita perdonar para ser humano. También el que ofende necesita del perdón para recuperar su humanidad. La dinámica del perdón responde a la necesidad psicológica del ser humano de un marco de aceptación. Cuando el hombre se encuentra con sus fallos, necesita una certeza de que las posibilidades de rectificar siguen abiertas. Descubrir, después de un fallo que Dios me sigue queriendo, me llevará a recuperarme de la desintegración que lleva consigo un fallo grave. La mejor manera de convencerme de que Dios me ha perdonado, es descubrir que aquel a quien ofendí me ha perdonado.