FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 28 de junio de 2017

“Sí, para toda la vida, a aquello con lo que Dios me sueña”

- Por: Ramón Ariza Gómez


Ramón Ariza Gómez realizó su Profesión Perpetua como Salesiano de Don Bosco el pasado sábado. Él mismo nos expresa qué ha significado este día y el paso que ha dado.

 







El pasado sábado 24 de junio será un día marcado en mi calendario de una forma muy especial, porque renové mis votos como salesiano de un modo distinto respecto a las anteriores ocasiones, ya que esta vez, después de siete años de renovaciones temporales, celebré la Profesión Perpetua. En ella di un “sí” para toda la vida, para siempre, a aquello con lo que Dios me sueña, que es ser salesiano viviendo desde Él para los jóvenes, enviado desde una comunidad en la que compartir mi vocación con hermanos que tienen el mismo horizonte.

Fue un día bonito, no sólo por tener la oportunidad de vivirlo junto a muchas personas con las que he compartido camino, sino sobre todo por poder celebrar públicamente que Dios tiene pensado para cada uno de nosotros un sendero en el que poder experimentar la máxima felicidad, en el que sentirse realizado con aquello que Él quiere para nosotros. En mi caso, ser salesiano consagrado. Espero que, aún con más determinación, siga siendo consciente de que, pese a mis errores y defectos (o incluso a través de ellos), mi vida ha de ser un instrumento para que Él pueda llegar a los demás.

Algunos momentos más de la celebración en ESTE ENLACE

CÓMO TRATAR LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS - Jeff Foster

ANIMALES ESTRANGULADOS

col aleixandre

Puro e impuro. No soy miembro del Partido Animalista ni emprendo una campaña contra el maltrato animal: solo me hago eco del texto que leo cada año con extrañeza en los Hechos de los Apóstoles: “No hay que molestar a los paganos que se convierten; basta escribirles que no se contaminen con la idolatría o con uniones ilegales, ni tampoco comiendo sangre o animales estrangulados” (He 15,19).
El contraste es sorprendente: por un lado se están admitiendo transformaciones revolucionarias para el judaísmo (formar un solo pueblo con los paganos, no imponer la circuncisión, confesar que “no nos salvamos por la ley sino por la gracia del Señor Jesús”…) pero, junto a eso, se advierte a los recién bautizados: “Ojito con comer animales estrangulados”.
Así somos los humanos: capaces de dejar entrar al camello y de preguntar al mosquito dónde está su pasaporte; dispuestos a proclamar con fervor, faltaría más, que la alegría nace del Evangelio y que el amor es la fuente del gozo, pero a los divorciados que ni se les ocurra acercarse a comulgar y ese chico de aspecto sospechoso, que se vaya leyendo las vidas de santa María Goretti y de san Luis Gonzaga. Que con eso de la alegría del amor, empiezas por ponerte contento y vete a saber dónde terminas.
Afortunadamente, la prohibición dietética nació caducada: Pedro tuvo una visión en la que bajaba del cielo un mantel lleno de alimentos que un judío no podía comer y cuando él, observante y pudibundo, se negó a probarlos, oyó esta sentencia apabullante: “Lo que Dios ha declarado puro no lo llames tú impuro” (He 10,15).
Qué alivio saberlo: gracias a la eficacia poderosa de esas palabras, no tenemos que buscar hoy en los supermercados la vitrina “Pollos para Católicos”, cada uno con su etiqueta certificada ante notario de haber sido degollado hasta perder la última gota de sangre. Y cuánto agradecimiento al Espíritu por el vendaval de libertad con el que quiere barrer de nuestras vidas recelos, resistencias y aprensiones.
Pero cuántas manías rancias le queda por barrer todavía.

¿CÓMO SE EXPLICA QUE EL PARTIDO POLÍTICO MÁS CERCANO A LA IGLESIA (EL PP) SEA EL PARTIDO MÁS CORRUPTO?

col castillo

Después del tan esperado y controvertido "debate de investidura", tensamente mantenido en el Parlamento español, el miércoles 14 de junio, es hora (lógicamente) de hacer el balance de lo sucedido. Políticos, periodistas, politólogos y ciudadanos de todas las tendencias y colores, cada cual, desde su punto de vista, da su opinión o incluso dicta sentencia. Como es lógico, la política, la economía, el derecho, la historia y la sociología tienen mucho que decir sobre lo que estamos viviendo en España.
Así las cosas, yo me pregunto: ¿Y la religión? ¿no tiene nada que decir en este asunto y tal como está la situación? Es lógico hacerse estas preguntas, ya que el tema de la religión, con todas las limitaciones, y hasta contradicciones, que entraña para muchos ciudadanos, es uno de esos problemas que le sigue interesando a mucha gente.
Pues bien, precisamente por lo que acabo de decir, me viene a la cabeza una pregunta que no puedo evitar. ¿Cómo se explica que el partido político más cercano a la Iglesia (el PP) sea el partido más corrupto, si es cierto lo que se dijo en el Congreso? O también: ¿qué explicación tiene el hecho de que los partidos políticos de la izquierda sean los que -por lo que en el Parlamento se dijo- más acaloradamente defienden los derechos de los más desfavorecidos, los parados, los pobres, los inmigrantes...?
Por supuesto, todos sabemos que, en esto de la política, cada cual arrima el ascua a su sardina. Los de la derecha, porque saben que su buena relación con la religión les da votos. Como los de la izquierda saben igualmente que su argumentación en favor de los pobres, también les proporcionan votos en abundancia. Con lo cual queda patente, una vez más y entre otras cosas, que la relación entre la "Religión" y el "Evangelio" sigue siendo enormemente problemática.
Lo fue desde el comienzo mismo de los orígenes de la Iglesia. Porque, como sabemos, a Jesús lo persiguió y lo mató la religión. De la misma manera que ahora sabemos que la religión católica, que tanto bien les hace a los más desgraciados del mundo, también es cierto que sintoniza mejor con quien le proporciona dinero y privilegios, que con los que, en sus programas políticos y sociales, se ponen de parte de los trabajadores, los parados, los extranjeros, etc.
Al decir estas cosas, no pretendo ingenuamente resolver problema alguno. Solamente me interesa destacar un tema que me parece capital: ¿qué importancia tiene en mi vida el "Evangelio"? El día que cada cual empiece a poner en claro esta pregunta, seguramente empezará también a darse cuenta por qué las relaciones entre religión y corrupción nos resultan tan complejas y confusas.
No sé si esto es importante para Usted. Para mí -insisto en ello- es capital. Porque veo que ni la política, ni el dinero, ni el derecho, ni la tecnología le ponen remedio al sufrimiento y la inseguridad que padecemos. ¿No será que no nos interesa el "Evangelio"? ¿Y no nos interesa porque no lo entendemos ni sabemos qué relación tiene lo de Jesús con la religión y la corrupción?

CÁRITAS DENUNCIA QUE SIETE DE CADA DIEZ HOGARES ESPAÑOLES NO HAN NOTADO LOS EFECTOS DE LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

col bastante

Fin de la crisis, comienzo de la "recuperación económica". Unas palabras mágicas que encierran una cruel realidad. Y es que, según ha denunciado esta mañana Cáritas, siete de cada diez hogares españoles no han notado los efectos de la mejora de la economía, y apenas un diez por ciento de las familias han visto mejorada su situación tras la crisis.
Estos son los principales hitos del informe "Análisis y Perspectivas 2017", elaborado por la Fundación Foessa y que hoy se ha presentado en Madrid. Durante el encuentro, el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, denunció cómo la sociedad española "hemos naturalizado la pobreza, la hemos invisibilizado, hemos perdido tensión en la lucha contra la pobreza. Hemos normalizado que la gente lo pase mal. Nos hemos desmoralizado".
Nadie duda de que los datos imponen que "estamos ante un nuevo ciclo económico positivo". Cáritas no lo hace. Pero sí asegura que "crecimiento económico no es lo mismo que desarrollo social" y que, como apuntó Mora, "los procesos de crecimiento económico siguen conviviendo con ámbitos de pobreza y desigualdad".
"Las estrategias de reducción de la pobreza y la exclusión que sólo estén centradas en el crecimiento económico están abocadas al fracaso", recalcó el secretario general de Cáritas, quien insistió en que "cuando algunos políticos dicen que la mejor política social es el crecimiento económico, no están diciendo toda la verdad" pues, "por desgracia, la pobreza y la exclusión no están en el debate público en este momento".
"Las personas excluidas no están en el debate público, no son una prioridad. Hablamos de corrupción, de liderazgo político, de los extremismos en Europa, el terrorismo islámico... Son temas de calado y profundidad, pero también la situación de las familias pobres", recalcó Sebastián Mora.
El informe constata esta realidad, que muestra cómo tres años después del "fin de la crisis", el 70% de los hogares no ha percibido los efectos de la recuperación económica. En los hogares bajo el umbral de la pobreza, sólo un 9% percibe que la recuperación económica ha mejorado sus condiciones de vida. "Los que más sufrieron la crisis, son los que están, hoy, peor".
Para Francisco Lorenzo, director del Comité Técnico de Foessa, sólo el 27% de los hogares de nuestro país están experimentando los efectos de la recuperación económica, aunque la evolución en las condiciones de vida prácticamente no se notan. Así, la mitad de las familias (50,1%) carecen hoy en día de "una red de seguridad", un dato peor que antes de la crisis; seis de cada diez ciudadanos no tienen capacidad de ahorro, ni podrían resistir a una nueva crisis, o hacer frente a una reforma en su casa. Seis de cada diez hogares siguen sin poder llegar a fin de mes. Sólo un 20% podría aguantar tres meses en paro.
En cuatro de cada diez familias españoles ha empeorado la capacidad para hacer frente a problemas de salud no cubiertos por el Sistema Nacional de Salud, pagar refuerzos educativos a los hijos, afrontar el pago de recibos energéticos o garantizar la estabilidad en el empleo o los ingresos de algún miembro de la familia. En ninguno de los 17 indicadores utilizados por los analistas se supera el 10% de hogares que hayan experimentado una evolución positiva respecto a 2008, el año en el que nadie hablaba de crisis en España.
Para Francisco Lorenzo, existen dos cuestiones estructurales sobre las que hay que llamar la atención: en primer lugar, "el riesgo que tenemos, como sociedad, de acostumbrarnos a la precariedad". Esto se refleja en el hecho de que el 47,1% de los encuestados cree que dentro de cinco años estará igual que hoy, y otro 26,4 cree que empeorará. En segundo término, la creciente desconfianza en la participación social y política como estrategia para mejorar la realidad. "Son los sectores más vulnerables -recalcó el experto de Foessa- los que perciben que la participación no es una vía útil para mejorar sus condiciones de vida". Así, para el 75,6% votar no sirve, para el 56,9 no sirve asociarse y para el 61,2 no sirve de nada la movilización.
Pese a todo, como recalcó Sebastián Mora, "estamos convencidos que se puede cambiar la realidad, que podemos transformarla. No podemos resignarnos a la pobreza como algo natural". "En Cáritas, ayer, hoy y siempre, en la precrisis, la crisis y la postcrisis, hemos estado y estaremos con las personas empobrecidas, porque queremos ser parte de la solución contra la pobreza".
Antes de arrancar su intervención, el secretario general de Cáritas recordó las crisis que se viven en Sudán del Sur y Venezuela, y recordando que "hemos abierto una campaña por Venezuela y otra para ayudar al Cuerno de África, y en concreto a Sudán del Sur."
Además, recordó, el lunes en el Día del Refugiado, "reflexionábamos sobre la desprotección a la que se ven sometidas miles de familias en todo el mundo, que se ven obligadas a huir día a día, por causas de pobreza, guerra o exclusión. Familias que después no encuentran ayuda... Como dijo el Papa en Lampedusa y han reiterado nuestros obispos, sigue siendo una auténtica vergüenza para los países que nos consideramos de acogida y hospitalidad".
"Como Cáritas, como Iglesia, no podemos olvidar nuestra misión global en el mundo", concluyó Mora, incidiendo en que "no existen los de dentro y los de fuera; para nosotros hay personas y pueblos en el mundo cuya dignidad está siendo pisoteada. No nos podemos resignar a un mundo que cada vez olvida más los derechos humanos".

LA RADICALIDAD EVANGÉLICA NO ES PARA TODOS

col notario com

Hay páginas del evangelio que nos desconciertan profundamente y preferiríamos que no estuvieran ahí. Nos parece que las tenemos que “justificar” como si fueran una exageración, una salida de tiesto que hay que arreglar.
En continuidad con el evangelio del domingo pasado Jesús apunta a una radicalidad que no es para “todos”. Jesús, o la interpretación de sus palabras hecha por las primeras comunidades cristianas, desmontan la familia patriarcal que es el origen de las diferentes escalas de jerarquía en todos los ámbitos de la sociedad.
Partiendo de que para Jesús Dios no es un Dios todopoderoso, como un Rey que ejerce su autoridad y subyuga a sus súbditos, sino un Padre, una Madre que ama profundamente y que busca la igualdad de todos y todas, este Reino que anuncia provoca disputas, enfrentamientos y violencia. ¿Por qué, si la base es el amor, el respeto, el bien común? Porque esa “igualdad” es lo que el sistema no está dispuesto a admitir.
Por eso suenan a tremenda exigencia sus palabras: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí”. (Mt 10, 37) ¿A qué amor se está refiriendo? ¿Podemos medir el amor? Yo creo que se refiere a la pasión por vivir y crear reino. Y eso pasa por encima del amor a los más cercanos que es muy lícito pero no lo es todo. Por eso el proyecto de Jesús no es para todos, sino para los que preguntan como el joven rico: “¿Qué tengo que hacer para heredar la vida definitiva?” (Mc 10, 17). Hay que asegurarse de querer oír la respuesta porque Jesús es muy radical, no combina, llega hasta las últimas consecuencias y quienes se precian de seguirle no pueden aspirar a menos.
¿Es el proyecto de Jesús el proyecto de mi vida? ¿En qué se concreta?
“El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí”. Mt 10:38. El seguir a Jesús tiene unas consecuencias que tienen que ver más con opciones que con las circunstancias de la vida. Hemos banalizado tanto la palabra “cruz” que ha perdido su significado real. Una cruz no es la enfermedad, la pérdida de trabajo, la dificultad de educar a los hijos… Todo eso es parte de la vida de toda persona tanto si es creyente como si no. Es peligroso tener una imagen de Dios “intervencionista” que nos “manda esto o lo otro”…
No, la cruz es otra cosa. Es la consecuencia de las opciones que tomo por vivir el reino de una forma más radical. Las dificultades que experimento porque mi familia y los más cercanos no me entienden y creen que ya no les amo. La pérdida forzada o voluntaria de mi trabajo porque mi conciencia no me permite seguir haciendo cosas que no apruebo. Y tantas otras opciones personales y comunitarias que vamos tomando a la luz del evangelio.
Por eso decía al principio que esa radicalidad de Jesús no es para todos... Lo que pasa es que nos ha venido muy bien decir que era para los “curas y las monjas” y criticar desde nuestro sillón la falta de coherencia: Si los que nos van por delante son así, ¿qué se puede esperar del resto? Ese cristianismo que se nos ha asignado junto con el carnet de identidad está a punto de caducar. Ya es hora de hacer una opción personal con todas las consecuencias.
Hace unas semanas se nos llenaba la boca al hablar de un joven español que perdió la vida en los atentados de Londres para salvar la de otros. Ayer celebraban en Portugal el funeral de un bombero que perdió su vida por intentar salvar en vano la vida de una familia…
Resulta curioso que en nuestro país donde la fe tiene muy poco “prestigio” y mucha gente no quiere que se le identifique como cristiano, somos según las estadísticas, de los países más dados al voluntariado, a socorrer a nuestros semejantes ante cualquier tipo de desgracia y pioneros en donación de órganos para salvar la vida de otros. No por religión sino por humanidad.
Ese rechazo visceral de la religión, incluso de las generaciones más jóvenes que no han tenido ningún contacto con la iglesia, nos habla de un acomodo del evangelio a nuestros intereses personales que hace rechazar el cristianismo incluso a quienes no lo conocen.
Para Jesús “poner al seguro la vida” es perderla, mientras que “perderla por su causa es ponerla al seguro” (Cf.10:39)
Poner en riesgo la vida para salvar otras, entregarse sin medir las fuerzas, buscar la paz hasta perder la vida violentamente… Jesús no exige nada a sus seguidores. Va por delante, marcando el camino.
Dejemos ya de lamentarnos, de juzgar a los jóvenes por su indiferencia ante nuestro cristianismo aburguesado y diluido. Ojalá pudieran decir de nosotros: “El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado” (Cf.10:40)

INDIGNIDAD, ACOGIDA Y RECOMPENSA

col sicre

El largo discurso dirigido a los apóstoles (resumido en los domingos 11-13) termina con una serie de frases de Jesús que son, al mismo tiempo, muy severas y muy consoladoras. Las severas se dirigen a los apóstoles; las consoladoras, a quienes los acogen.
¿Quién no es digno de Jesús?
La sección comienza con tres frases que terminan de la misma manera: “no es digno de mí”. Las dos primeras están muy relacionadas: no es digno de Jesús el que ama a su padre o a su madre más que a él, o el que ama a sus hijos o a su hija más que a él. Estas frases recuerdan lo que se dice en Deuteronomio 33,9 a propósito de los levitas. En un caso de grave conflicto entre los vínculos familiares y la fidelidad a Dios, optaron por lo segundo. Leví, representación de todos los levitas, “dijo a sus padres: ‘No os hago caso’; a sus hermanos: ‘No os reconozco’; a sus hijos: ‘No os conozco’. Cumplieron tus mandatos y guardaron tu alianza.”
Se podría decir que Jesús exige a sus discípulos la misma actitud de los levitas. Pero hay una diferencia importantísima. los levitas se comportaron así por fidelidad a los mandatos de Dios y a su alianza. Los discípulos deben hacerlo por amor a Jesús. Al exigir este amor superior al de los seres más queridos, Jesús se está poniendo al nivel de Dios, al que hay que amar sobre todas las cosas.
Los primeros cristianos, en momentos de persecución, se vieron a veces en la necesidad de optar entre el amor y la fidelidad a Jesús y el amor a la familia. La elección era dura, pero muchos la hicieron, convencidos de que recuperarían a sus padres e hijos en la vida futura.
La frase siguiente (“el que no carga su cruz…”) también se entiende mejor a la luz del texto del Deuteronomio. En él se dice que los levitas, por haber mostrado esa fidelidad a Dios, recibieron un gran premio y dignidad: “Enseñarán tus preceptos a Jacob y tu ley a Israel; ofrecerán incienso en tu presencia y holocaustos en tu altar.” Jesús no promete nada de esto a sus discípulos. Añade una nueva exigencia, mucho más dura: ya no se trata de posponer a los seres queridos sino de renunciar a la propia vida, con la seguridad de recobrarla en el futuro.
Acogida y recompensa
La última parte se dirige a las personas que acojan a los discípulos: recibirlos a ellos equivale a recibir a Jesús y recibir al Padre. Estas palabras los sitúan muy por encima de profetas y justos, los grandes personajes religiosos de la época. La primera lectura cuenta como un matrimonio de Sunám decidió acoger en su casa al profeta Eliseo cuando pasaba por el pueblo; le construyeron una habitación en el piso de arriba y le proporcionaron una cama, una silla, una mesa y un candil. Una gran inversión para aquel tiempo. Pero recibieron su recompensa con el nacimiento de un hijo.
En comparación con Eliseo, los discípulos pueden parecer unos “pobrecillos” sin importancia. A nadie se le ocurrirá darles alojamiento permanente. Pero basta un vaso de agua fresca (algo muy de agradecer cuando no existen bares ni agua corriente en las casas) para que esas personas reciban su recompensa.
Si en la primera parte entreveíamos los grandes conflictos familiares provocados por las persecuciones, en este final intuimos lo que experimentaron muchas veces los misioneros cristianos: la acogida amable y sencilla de personas que no los conocían. De estos últimos versículos, sólo uno tiene paralelo en el evangelio de Marcos. El resto es original de Mateo, que ha querido redactar un final consolador, que deje buen sabor de boca.

Los españoles desconfían mayoritariamente de la política como medio para el cambio social


Aunque siempre hay que relativizar los datos de las encuestas, el informe al que hace referencia el artículo que a continuación publicamos concluye que entre la población del Estado Español es mayoritario el escepticismo sobre las posibilidades de que se produzca un cambio social por la vía parlamentaria. ··· Ver noticia ···

No hay más que un Papa

José M. Castillo, teólogo


Castillo2En vísperas del día de San Pedro, y tal como están las cosas en la Iglesia en este momento, vendrá bien recordar que, siendo fieles a la tradición mantenida durante veinte siglos, esta Iglesia nuestra ha sido fiel a la convicción de que Papa no hay más que uno.
Y digo que vendrá bien recordar este hecho, en este momento porque, como sabe todo el mundo, ahora mismo hay quienes dicen que no hay un Papa, sino dos Papas. Uno, Benedicto XVI, que ha sido el Papa anterior. Y otro, Francisco, que es el Papa que está ahora ejerciendo el cargo.


Por supuesto, el hecho de que el Papa anterior se haya quedado a vivir en el Vaticano no tendría que ser problema alguno. Ni habría por qué estarlo recordando o explicándolo en todos y cada uno de sus posibles matices y preguntas, que cualquiera pueda hacer. Es perfectamente comprensible que Joseph Ratzinger, si entre sus años de Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el tiempo en que ha ocupado el Sumo Pontificado, ha estado en Roma varias décadas, las más importantes de su vida, ahora quiera acabar sus días en la Ciudad Eterna. Esto lo entiende cualquiera.
Lo que pasa es que, al estar todo esto tan inevitablemente relacionado con el ejercicio del papado actual y de quien lo ejerce, al Papa Francisco, resulta prácticamente imposible evitar que surjan problemas y situaciones más o menos delicadas, algunas de ellas incluso conflictivas. Baste pensar que Ratzinger y Bergoglio son dos hombres muy distintos. Y que, en consecuencia, ejercen el papado de formas también muy diversas. Con lo cual la gente está viendo en la Iglesia cambios que, a algunos, les parecen importantes, a otros se les antoja que el nuevo Papa es cobarde y se queda corto en sus decisiones. De lo que resulta – sobre todo en los ambientes eclesiásticos – un estado de confusión o desconcierto. Con el consiguiente malestar, para unos, inseguridad para otros. Y desde luego – todo hay que decirlo – una cierta ilusión y esperanza en amplios sectores y ambientes populares y sencillos de la sociedad.
Pues bien, estando así las cosas, donde más se complica todo es en los cargos y personas que más directamente dependen del Papa y del papado: cardenales, obispos y clérigos en general o grupos muy allegados a esos cargos. Aquí está – creo yo – lo más delicado y lo más problemático. Porque eso es lo que nos dice la experiencia de lo que ha ocurrido en la Iglesia en tiempos pasados. Sin sacar las cosas de quicio, a uno se le viene a la memoria lo que ocurrió en el “gran cisma” (de 1378 a 1417), cuando la Iglesia se encontró, de pronto, no con dos Papas, sino con tres. Esto ocurrió cuando sabemos que había cardenales y teólogos, que defendían la posibilidad de un “Papa hereje”, basándose en el principio según el cual “al papa había que obedecerlo, a no ser que se apartase de la fe” (“a nemine iudicandus nisi deprehendatur a fide devius”) (cardenal Colonna, Occam , los defensores del “conciliarismo”, etc.
Yo no sé, ni lo puedo saber (ni me interesa), si los cardenales, que ahora se enfrentan al Papa Francisco, están condicionados por ideas de este tipo. Lo que se sabe es que estos cardenales (y quien les aconseje) argumentan su oposición al Papa actual, por causa (sobre todo) de que Bergoglio esté diciendo que pueden comulgar los divorciados, vueltos a casar.
Ahora bien, si lo que realmente se quiere, es buscar la verdad – y no ponerle palos en las ruedas a Francisco – lo primero que se debería saber es que la praxis de la Iglesia, en el tema de la comunión a los divorciados, no fue (durante el primer milenio, o sea “mil años”, por lo menos) como dicen ahora esos cuatro cardenales. Por ejemplo, el Papa Gregorio II (en 726) le escribió al obispo san Bonifacio una carta en la que le permitía el divorcio y nuevas nupcias de un matrimonio que, por motivos de salud, no podían seguir viviendo juntos (PL 89, 525). Lo mismo que el Papa Inocencio I se lo había permitido a Probo (PL 20, 602-603). Pero, sobre todo, en ninguna parte consta que el Papa no pueda tomar la decisión de que los divorciados, vueltos a casar, no puedan comulgar. Eso no es un “dogma de Fe”. Ni consta en ningún sitio que lo sea, si nos atenemos a las verdades que hay que creer “con Fe divina y católica” (Denz. H. 3011). Por tanto, el Papa puede tomar la decisión que él considere más conveniente.
¿Se complica todo esto con la presencia de Ratzinger en el mismo Vaticano? Se sabe que hay cardenales que van a visitarle. Y hasta hay quienes dicen que ahora mismo en la Iglesia hay dos papas. Como se sabe también que ahora mismo hay miles y de clérigos que se identifican más con Ratzinger que con Bergoglio. Por todo esto, a mí me parce que, por el bien de la Iglesia, por su unidad y su armonía, tanto el Papa actual como el anterior tendrían que preguntarse muy en serio: ¿No sería lo mejor que Joseph Ratzinger renuncie, de una vez y con todas sus consecuencias, no sólo a “ser” el Papa, sino también a “parecerlo”?
Y es que, si la situación se piensa despacio, a cualquiera se le ocurre la pregunta inevitable: ¿Qué hace en el Vaticano un anciano que fue Papa, pero que ya no lo es? ¿A qué viene seguir vistiéndose de Papa, si ya no es Papa? ¿Permite que le sigan llamando “Santidad”? ¿No sería más ejemplar, y más convincente, para las ideas que el mismo Ratzinger ha defendido, que su renuncia al papado fuera consecuente hasta el final? 

Es necesario renovar el pacto social

Leonardo Boff

Leonardo Boff2Seguramente acierto al decir lo que está pasando por la cabeza de la gente y se oye por todas partes: así como está, Brasil no puede continuar. La corrupción generalizada, por haber sido naturalizada, ha contaminado todas las instancias públicas y privadas. La política está podrida. La mayoría de los parlamentarios no representa al pueblo, sino a los intereses de las empresas que financiaron sus campañas electorales. Están anticuados, perpetuando la política tradicional de las coaliciones espurias, de los negocios turbios y los chanchullos a cielo abierto.

El actual presidente no muestra ninguna grandeza, no piensa en el pueblo ni en las graves consecuencias de sus medidas sociales, sino en su biografía. Seguramente entrará en la historia, pero como el presidente de las anti-reformas, el presidente ilegítimo del anti-pueblo que desmanteló los pocos avances sociales que beneficiaban a las grandes mayorías siempre maltratadas.
El proyecto de los que dieron el golpe parlamentario es del neoliberalismo más radical, en crisis en todo el mundo, que se expresa por las privatizaciones aceleradas y por el enganche de Brasil al proyecto-mundo para el que el pueblo y los pobres son estorbo y peso muerto. Ellos no merecen esta maldición. Lucharemos para que haya el mínimo de compasión y de humanidad que siempre faltó por parte de los herederos de la Casa Grande.
Estamos en el vuelo ciego de un avión sin piloto. Pocos se atreven a presentar un nuevo sueño para Brasil. Pero tengo para mí que el analista político, de sólida formación académica, Luiz Gonzaga de Sousa Lima, lo intentó con su libro La refundación de Brasil: rumbo a una sociedad biocentrada ((Rima, São Carlos 2011). Por desgracia, no ha recibido hasta ahora el reconocimiento que merece. Pero en él se vislumbra una visión actualizada con el discurso de la nueva cosmología, de la ecología y contra el pensamiento único, recogiendo las alternativas para otro mundo posible.
Me permito resumir su estimulante pensamiento, que expuse con más detalle en esta misma columna en mayo de 2012.
El desafío, para él, consiste en gestar otro software social que nos sea adecuado y que nos dibuje un futuro diferente. La inspiración viene de algo muy nuestro: la cultura brasilera. Esta ha sido elaborada en su mayor parte por los esclavos y sus descendientes, por los indígenas que quedaron, por los mamelucos, por los hijos e hijas de la pobreza y del mestizaje. Gestaron algo singular, no deseado por los dueños del poder, que los despreciaron siempre y nunca los reconocieron como sujetos de derechos y como hijos e hijas de Dios.
De lo que se trata ahora es de volver a fundar Brasil, «construir, por primera vez, una sociedad humana en este territorio inmenso y bello; que lo habite, por primera vez, una sociedad humana de verdad, lo que nunca ha ocurrido en toda la era moderna, desde que Brasil fue fundado como una empresa mundializada. Fundar una sociedad es el único objetivo capaz de salvar nuestro pueblo». Se trata de pasar de un Brasil como estado económicamente globalizado, como quieren los gobernantes actuales tras el golpe parlamentario, a un Brasil como sociedad biocentrada, es decir, como sociedad cuyo eje estructurador es la vida en toda su diversidad; a ella se ordena todo, pero principalmente la economía y la política.
Al fundarse de nuevo como sociedad humana biocentrada, el pueblo brasilero dejará atrás la modernidad, podrida por la injusticia y por la ganancia, que está conduciendo a la humanidad, por causa de su falta de sentido ecológico, a un camino sin retorno. No obstante, la modernidad entre nosotros, bien o mal, nos concedió forjar una infraestructura material que puede permitirnos la construcción de una biocivilización que ama la vida humana y la comunidad de vida, que convive pacíficamente con las diferencias, dotada de increíble capacidad de integrar y de sintetizar los más diferentes factores y valores, estos que están siendo negados por la ola de odio y de prejuicios surgida en los últimos tiempos, que contradice nuestra matriz fundamental.
En este contexto Souza Lima asocia la refundación de Brasil a las promesas de un tipo de sociedad nuevo, diferente de la que heredamos del pasado, agonizando ahora con la crisis actual, incapaz de proyectar un horizonte de esperanza para nuestro pueblo. Para este propósito se hace urgente una reforma política que será la base de un nuevo pacto social.
Para este pacto social nuevo se debe poner como referencia básica a la nación, no a los partidos, y contar con la buena voluntad de todos para, finalmente, gestar algo nuevo y promisor.
Mi esperanza no se apaga y se traduce en el verso de Thiago de Mello en los tiempos sombríos de la dictadura militar: “está oscuro, pero canto”.
*Leonardo Boff es articulista del JB online y ha escrito El libro de los elogios: el significado de lo insignificante (Paulus 2017).

La crisis del capitalismo neoliberal


Roberto Machado


El capitalismo, en su versión neoliberal, se impone en el mundo a partir de 1980 con los gobiernos de Margaret Thatcher en el Reino Unido (1979-1990) y Ronald Reagan en los Estados Unidos (1981-1988).
Solimano (2015)[1] considera que el capitalismo neoliberal tiene las siguientes características:
Prevalencia de grandes conglomerados que operan en mercados monopólicos y oligopólicos en actividades económicas clave.
2. Legitimización del lucro por encima de otros motivos –como la solidaridad y el altruismo– como mecanismo fundamental para coordinar actividades humanas e incentivar la creación y (re)distribución de la riqueza.
3. Reducción importante del rol del Estado como productor, regulador y redistribuidor en la economía.
4. Concentración del poder económico e influencia política en pequeñas pero poderosas élites económicas; fuerte predominio del capital en la economía y en las decisiones de la política pública.
5. Alta frecuencia de crisis financieras, muy costosas para la sociedad. ··· Ver noticia ···