FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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lunes, 17 de junio de 2013

Ser radicalmente pobre para ser plenamente hermano Leonardo Boff, teólogo



Una de las primeras cosas que dijo el Papa Francisco fue “cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres”. Este objetivo está en consonancia con el espíritu de San Francisco, llamado el Poverello, el Pobrecito de Asís. Él no pretendió gestar una Iglesia pobre para los pobres, pues no era realizable bajo el régimen de cristiandad donde la Iglesia tenía todo el poder, pero creó en torno suyo un movimiento y una comunidad de pobres con los pobres y como los pobres.


En cuanto a la extracción de clase, Francisco pertenecía a la próspera burguesía local. Su padre era un rico comerciante de telas. De joven lideraba un grupo de amigos bohemios ̶ jeunesse dorée ̶ que vivía de fiesta en fiesta y cantaba a los juglares del sur de Francia. De adulto sufrió una fuerte crisis existencial. Desde dentro de esa crisis surgió en él una inexplicable misericordia y amor a los pobres, especialmente a los leprosos, incomunicados, en las afueras de la ciudad. Abandonó la familia y los negocios, asumió la pobreza evangélica radical y se fue a vivir con los leprosos. Jesús pobre y crucificado y los pobres reales fueron los móviles de su cambio de vida. Pasó dos años en oración y penitencia, hasta que interiormente escuchó una llamada del Crucificado: “Francisco, vete y repara mi Iglesia que está en ruinas”.


Le costó entender que no se trataba de algo material, sino de una misión espiritual. Se fue por los caminos predicando en los burgos el evangelio en lengua popular. Y lo hacía con tanta alegría, “grazie” y fuerza de convicción que fascinó a algunos de sus antiguos compañeros. En 1209 consiguió que el Papa Inocencio III aprobase su “locura” evangélica. Comenzaba el movimiento franciscano que en menos de veinte años tendría más de cinco mil seguidores.

 Cuatro ejes estructuran el movimiento: el amor apasionado a Cristo crucificado, el amor tierno y fraterno a los pobres, la “señora dama pobreza”, sencillez genuina y gran humildad.


Dejando a un lado los otros ejes, intentemos entender cómo Francisco vio y vivió con los pobres. No hizo nada para los pobres (algún lazareto u obra asistencial), pero hizo mucho por los pobres, pues los incluía en la predicación del evangelio y cuando podía estaba con ellos, pero hizo más: vivió como los pobres. Asumió su vida, sus costumbres, los besaba, limpiaba sus heridas y comía con ellos. Se hizo un pobre entre los pobres. Y si encontraba a alguien más pobre que él, le daba parte de su ropa para ser realmente el más pobres de los pobres.


La pobreza no consiste en no tener, sino en la capacidad de dar y volver a dar hasta expropiarse de todo. No es un camino ascético, sino la mediación para una excelencia incomparable: la identificación con Cristo pobre y con los pobres con los cuales estableció una relación de fraternidad.


Francisco había intuido que las posesiones se interponen entre las personas, impidiendo que se miren a los ojos y que el corazón hable al corazón. Los intereses son lo que se encuentra entre (inter-esse) las personas y lo que crea obstáculos a la fraternidad. La pobreza es el esfuerzo continuo para eliminar las posesiones e intereses de cualquier tipo para que de ahí resulte la fraternidad verdadera. Ser radicalmente pobre para ser plenamente hermano, este es el proyecto de Francisco, de ahí la importancia de la pobreza radical.


Cierto es que la pobreza así de extrema era pesada y dura. Nadie vive solo de mística. La existencia en el cuerpo y el mundo plantea demandas que no pueden ser falsificadas. ¿Cómo humanizar la deshumanización real que comporta este tipo de pobreza? Las fuentes de la época dan testimonio de que los hermanos parecían “homines silvestres (salvajes) que comen muy poco, van descalzos y visten con los peores vestidos”. Pero, para sorpresa de todos, dicen que nunca pierden la alegría y el buen humor.


En este contexto de pobreza extrema Francisco da valor a la fraternidad. La pobreza de cada uno es un reto para el otro, para cuidar de él y proporcionarle, mediante la limosna o el trabajo, lo mínimo necesario, darle cobijo y seguridad. Con esto el tener es sustituido en su pretensión de dar seguridad y humanización. Francisco quiere que cada fraile cumpla con la misión de madre para con otro, ya que las madres saben cómo cuidar, especialmente a los enfermos. Sólo el cuidado recíproco humaniza la existencia como lo mostró M. Heidegger en su Ser y Tiempo. Para quienes vivían totalmente desprotegidos, la fraternidad significaba efectivamente todo. El biógrafo Tomás de Celano describe la alegría y el gozo en medio de su pobreza severa. Escribía: “llenos de saudades trataban de encontrarse y estaban felices cuando podían estar juntos, el alejamiento era doloroso, la partida amarga, la separación triste”. El despojamiento total les abría al disfrute de las bellezas del mundo, pues no las querían tener, solo saborear. 


Muchas lecciones podrían extraerse de esta aventura espiritual. Quedémonos con una: para Francisco las relaciones humanas deben construirse siempre a partir de los que no son y no tienen la visión de los poderosos. Deben ser abrazados como hermanos. Sólo una fraternidad que viene desde abajo y desde ahí engloba a todos los demás, es verdaderamente humana y tiene sostenibilidad. La Iglesia, tal como la tenemos hoy, nunca será como los pobres. Pero puede ser para y con los pobres, como la sueña el Papa Francisco.

La censura mediática silencia que 3158 españoles se suicidan por la crisis, 119 de ellos por desahucios

España es un país que está resistiendo bien la crisis porque a pesar de la dureza y crueldad con que sus dirigentes tratan a los ciudadanos, la “paz social” es un hecho incuestionable, dice el economista hindú Raghuram Rajan, autor del libro Grietas del Sistema.
Y no le falta razón, solo que las causas de esta “paz social” no están en la eficacia de los sindicatos y de los partidos de la oposición para vehicular todo el odio e indignación que suscita el saqueo permanente de esta “casta” o “partitocracia” que arrasa nuestra economía, sino que directamente se han unido a ella en detrimento de los propios españoles. Por eso la “paz social” en España, construida a costa de desarticular la sociedad civil para sustituirla por partidos y sindicatos subvencionados, se basa en un hecho oculto que provoca la ausencia de salidas y alternativas: 3.158 españoles se han suicidado, 119 de ellos por desahucios.
Esta semana ha ocurrido en Málaga, uno más. Leandro C.M.G., de 36 años de edad, se ha quemado a lo bonzo frente a la Junta de Andalucía, que le había negado una ayuda para atender a su madre, que falleció por ello. El político responsable, delegado territorial de Salud y Bienestar Social en Málaga, el socialista Daniel Pérez, se lavó las manos: “su expediente no se resolvió favorablemente porque no se presentó la documentación solicitada”.Hasta el presidente andaluz, José Antonio Griñán, se mostró inflexible: “no consta ninguna solicitud en la Junta de Andalucía”.
Su caso apenas suscitó unas líneas en la prensa ni generó interés en el resto de la sociedad, cuando este mismo hecho en Túnez, cuando el joven universitario y vendedor ambulante, Mohamed Bouazizi, se prendió fuego y produjo desde 2010 una oleada de revoluciones y derrocamientos de partidos en el mundo árabe: Túnez, Egipto, Libia, Siria y ahora Turquía, donde la sociedad civil también ha hecho retroceder al “sultán” Erdogán manifestándose masivamente en la calle sin perder su capacidad de intimidar a los políticos.
La crueldad e insensibilidad de los políticos en torno al drama de la pobreza y el paro ha convertido a España en la vergüenza del mundo, sin que los poderes públicos se aperciban de la gravedad de la catástrofe para quienes la sufren. Este cataclismo ha obligado al movimiento 15-M a abrir una página en wikipedia para intentar cuantificar el número de suicidios en España relacionados con la crisis, cifra que va a aumentando cada mes. No están incluidas las tentativas como la del joven Leandro en Málaga, lo que incrementaría notablemente la cifra.
La situación parece evidenciar que en España, ante la falta de alternativas políticas, los ciudadanos optan por quitarse la vida antes que rebelarse contra el régimen o ayudar a su derrocamiento o sustitución. Algunos movimientos sociales están barajando la idea de dar a conocer los nombres de los políticos con cargo y sueldo vigente que desempeñan su labor en la provincia en la que se produce el suicidio de un ciudadano por las crisis, para poder hacerlos algún día responsables del mismo. El propio Leandro, con quemaduras en un 50% de su cuerpo que le han destrozado la vida, culpó a Rubalcaba y a la Junta de Andalucía por su desesperación. Los ciudadanos saben bien donde apunta el origen del drama.
Aunque la prensa y las administraciones públicas lo silencian, ya es oficial que el suicidio es la primera causa de muerte violenta en España, pues en 2011 aumentó a 3.158 casos debido a la pobreza, al paro y a los desahucios, según el Instituto Nacional de Estadística. La enumeración se hace muy difícil en estos casos, que solo transcienden muy pocas veces a la prensa y cuya relación se publica en cualquier caso con mucho retraso. Uno de los escasos datos que se conocen fue divulgado por Tercera Información y Mundo Obrero, dos diarios que han investigado el drama y han estimado en 119 el número de personas que se quitaron la vida entre enero y noviembre de 2012 al ser desahuciados por no poder pagar la hipoteca bancaria.
El desastre se agrava porque los periodistas del régimen son obligados a silenciar estos sucesos, ya que los medios de comunicación son víctimas de una creencia política, alimentada por la “casta”, que presupone que la publicación de la noticia de un suicidio provoca un sentimiento de imitación en quien, padeciendo las mismas circunstancias que el afectado, la lee o escucha. Esto lleva al silencio y a la censura, en unos momentos en que es fundamental conocer cual es la realidad del verdadero impacto de la crisis económica en las clases medias y trabajadoras de España.

España y la selección “under 21″ Jaime Richart

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Aunque siempre son necesarias reservas sobre el particular, pues toda sociedad es un conglomerado de rasgos caracteriológicos (y con mayor razón las sociedades complejas por sus diferentes climas, orografía e historia), en el ámbito de las disciplinas sociales: geografía humana, sociología, antropología o psicología social es posible afirmar que el pecado capital por antonomasia del español es la envidia. Fernando Díaz-Plaja lo vio con lucidez hace años en su ensayo “El español y los siete pecados capitales”.
Esto tiene muchas y graves consecuencias para la colectividad. Porque en España, en la empresa como en la política, en la res publica como en las comunidades de vecinos, ordinariamente la jefatura siempre está en manos del envidioso que además suele ser ambicioso al acecho de su oportunidad, que además es vanidoso, fatuo y tramposo. Siempre el envidioso, el mediocre o el peor posible; siempre el incompetente y el listillo sin escrúpulos en el timón de mando, con las excepciones de rigor…
La ausencia de los mejores es la triste realidad social. Y eso lo pagan muy caro grandes sectores de la población. Los mejores no están, por razones claras. Si se deciden en un momento de debilidad a servir a los demás, duran sólo horas al percatarse de que les va a ser imposible hacer su trabajo y ser íntegros al mismo tiempo; aunque sólo sea por tener que consentir lo que su conciencia no les permite consentir. Los mejores no están, porque los mediocres tienen todas las de ganar. Los mediocres, a falta de verdadera inteligencia y honestidad, poseen las habilidades que se han extirpado de su ánimo los mejores. El truco, la trampa, la mentira, la cuenta b, el engaño y la picaresca tan arraigada en el carácter hispano, son los rasgos dominantes.
Todo esto viene a cuento de la selección de fútbol “Under 21″ que juega ahora el campeonato europeo, cuyo partido entre Alemania y España veía yo ayer por televisión. Como no podía ser de otro modo, acabó ganando España… Con trampa.
Como el portero de la selección es un muchacho que venía sonándome desde hacía tiempo y me extrañaba que tuviese menos de veintiún años, hice la comprobación, tan fácil hoy por estar al alcance de cualquiera. Y vi que tiene 23 años. Seguí consultando y de los que iba cotejando ninguno, salvo dos, tenía menos de los 21 preceptivos que se supone es la regla y condiciones del campeonato. No seguí mirando más…
Me preguntaba mi esposa que cómo es posible que no hiciesen esa comprobación la Uefa o los alemanes. Yo le respondí que no se puede pasar la vida ni la sociedad ni Europa desconfiando hasta la neurastenia en todos los negocios que las personas y los países se traen entre manos. Quienes están al frente de la selección Under 21 presentaron los datos de la edad de los jugadores mintiendo, y los organizadores de la Uefa, como el equipo alemán, los dieron por buenos, y en paz…
Esto me llevó a la siguiente conclusión: España, con lo comentado acerca de la idiosincrasia del español, es campeona de muchas cosas. Pero, para conseguir lo que no consigue en otros ámbitos, entre otras cosas respeto internacional ¿cuántas trampas hacen los organizadores y jerifaltes deportivos? ¿a cuántos chanchullos se someten sumisamente los deportistas profesionales para lograr lo que sin trampas -ventajas, al final, sobre sus competidores- no conseguirían? ¿No es esto prueba fehaciente en otros órdenes de la política, de la economía, de la banca… de que España como marca y como miembro en el concierto de las naciones europeas es un bluff, una colosal mentira? ¿No es España una gran nación de naciones en manos, siempre, ahora e históricamente, de los peores posibles?
Así nos va. Ahora que vamos fatal, pero también cuando nos decían que íbamos bien pero era con engaños, baladronadas y placebos cuyos efectos rebote nos han traído a la situación catastrófica para millones de personas. Siempre la envidia, los fulleros, los truhanes y la picaresca: el marchamo de este hermosísimo y puñetero país…

Trinando con la Troika Pedro Serrano Martínez

Enviado a la página web de Redes Cristianas
La Troika financiera es un dios uno y trino que nos hace trinar. No pretendo ser irreverente, pero a la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI) le encuentro cierto parecido con el misterio de la Santísima Trinidad, pues, como este último, tampoco se puede entender y explicar y consta de tres instituciones distintas y un solo poder verdadero.
La Troika es un ente todopoderoso y antidemocrático al que hay que rendir pleitesía y acatar sin rechistar sus dogmas económicos y políticos; un dios inmisericorde e insaciable al que cada día hay que ofrecer nuevos sacrificios humanos en forma de políticas de ajuste. La Troika, con la ayuda de gobiernos secuaces, está causando en Europa una crisis democrática sin precedentes en las últimas décadas y condenando a millones de personas a la precariedad por una deuda ilegítima e impagable, en su mayor parte de bancos, grandes empresas y entidades financieras.
Cuando la Troika nos ayuda o rescata, en realidad nos está ahogando. Con la coartada de la crisis de la deuda nos está imponiendo el desmantelamiento de los servicios públicos para entregarlos al sector privado, despojándonos así de los derechos sociales y laborales conquistados. Pero, mientras todo esto ocurre, se consiente de forma vergonzosa e impune la evasión fiscal y el crecimiento ilimitado de la economía financiera y especulativa. Y nada se hace por la cohesión social, por salvar a las personas y ofrecer un futuro a las próximas generaciones.

Los sacerdotes casados, signo de los tiempos(I) Rufo González

¿Qué dice el Espíritu a esta oración de un sacerdote casado: “aquí estamos, Señor, envíanos”
El comportamiento con los curas casados, ejemplo claro de desamor despótico
Animo a leer el libro: “Curas casados. Historias de fe y ternura” (Ramón Alario y Tere Cortés, coordinadores. Moceop. Albacete 2010). Encontraréis, como dice el subtítulo, unas magníficas “historias de fe y ternura”, y un comportamiento de la Iglesia “oficial” egoísta, no evangélico. Una muestra breve del año 2006.
“Sí, transmitir el evangelio, ayudar a vivirlo en mí y en quienes me rodeaban me encantaba pero vivir célibe me dejaba vacío, cada día un poco más … Esto no se pasaba, ya no eran crisis, era una constante. Mi corazón me estaba hablando otra cosa desde hacía mucho tiempo y no estaba haciendo caso. Dios mismo me hacía darme cuenta de que no podía seguir engañándome y engañándole a él y a todos; por muchos grupos, catequesis y homilías que pronunciase; aunque la gente me quisiese y alabase mis palabras o mis acciones; aunque Dios me diese muestras de su amor y fuese a veces instrumento suyo y testigo de su bondad con las personas…
Gracias a este encuentro (se refiere al contactar con el Movimiento pro Celibato Opcional), he comprobado que el camino que Dios me ha mostrado no es una locura mía. Mi vocación había sido siempre ser cura casado; y yo no me había dado cuenta. Por eso esa lucha interior, por eso esa vivencia ambivalente. Sí, ya sé que eso no existe hoy en la Iglesia Católica Romana, pero en su momento tampoco existieron los monjes, los eremitas o los laicos consagrados. Es la vocación que Dios quiere de mí. Y para eso me ha dado a conocer no sólo a MOCEOP sino, sobre todo, a una persona con la que compartir esta misión, esta ilusión y estilo de vida… A día de hoy, nos sentimos con la manos vacías, alzadas, puestas a disposición de lo que Él quiera. Estamos a la escucha, a la espera de conocer cómo y dónde quiere que hagamos realidad su sueño, su Reino. “Aquí estamos, Señor, envíanos”. (o.c. pág. 76).
Ante esta confesión de fe en la llamada divina, la respuesta oficial de la Iglesia en el año 2006 era esta: “Esos meses últimos en la parroquia, en los que tuve que vivir esta doble vida, porque me obligaban a llevarlo en silencio (“para no causar escándalo”), fueron una pesadilla. Mi conciencia se rebelaba contra mí, de modo especial, cuando celebraba la Eucaristía. De hecho me negué a hacerla. Las personas que asistían a ella ¿acaso no tenían derecho a saberlo? ¿Acaso no les estaba engañando? Si esto me hacia feliz, ¿por qué debía ocultarlo como si fuese un crimen? Tenía la impresión de que Dios mismo se avergonzaba de mi proceder hipócrita. y de hecho, días antes de volver a casa, me sinceré con los jóvenes de la parroquia. Y su repuesta fue, como rezaba un mural que me hicieron con sus dedicatorias: “siempre hemos estado ahí. .. y seguiremos estando” (o.c. pág. 72)…
“Si quería que me la concediesen (la dispensa del celibato), tenía que mentir. Decir que no sabía lo que hacía cuando me ordenaba, que era inmaduro, amén de plasmar mis miserias más íntimas…” (pág. 75 de o.c.).
Los curas casados, ejemplo de libertad y coraje cristiano
La Iglesia “oficial” lleva siglos maltratando a estos sacerdotes. Los considera desertores, rebeldes, resentidos, incluso traidores para un sector más fanático. No se han acercado a su vida con respeto, en sintonía con Jesús y con el espíritu del Vaticano II: “el Evangelio anuncia y proclama la libertad de los hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes, respeta santamente la dignidad de la conciencia y su libre decisión…, encomienda a todos a la caridad de todos…” (GS 41).
Este respeto santo a la conciencia brilla en el epílogo de J. M. Castillo: “Siento profunda admiración hacia quienes un día tomaron la decisión de reorientar sus vidas aun a costa de abandonar el ejercicio del ministerio sacerdotal… Estos hombres han tenido la libertad y el coraje de tomar la propia vida en sus propias manos, para conducir esas vidas como ellos veían que era lo que más y mejor cuadraba con su propia humanidad… La tarea fundamental, lo mismo de los ministros de la iglesia que de los laicos, es encontrar cada cual según sus posibilidades y sus condicionamientos, el camino más pleno de su plena humanización. Solamente así, y por este camino, podemos encontrar a Dios, al Dios trascendente y divino que se nos da y sale a nuestro encuentro en lo inmanente y humano” (Epílogo de “Curas casados. Historias de fe y ternura”. Pág. 339-355).
Antes, otro valiente cristiano había expresado la misma libertad sobre la “descabellada institución del celibato obligatorio de los obispos y presbíteros. La llamo descabellada, porque la ex­periencia histórica demuestra que es una cabezonería humana en que el Espíritu Santo no ha entrado, y que, por eso, siempre funcionó a trompicones… Bastantes curas, que actúan rectamente en conciencia, no se sienten ligados delante de Dios por una disciplina que vulnera derechos fundamentales del hombre. Manteniendo íntegra su fe, desde ella optan por secularizarse de hecho (renunciando a ejercitar el ministerio) y contraen matrimonio civil…
Estoy persuadido de que no hay el menor error moral en su decisión, porque Dios no avala disposiciones legales que atenten al bien del hombre, a los derechos fundamentales del mismo y al verdadero bien de la comunidad eclesial… Hacen muy bien estos hermanos y hermanas en apelar a su conciencia. Con su sinceridad y libertad están ayudando a la Iglesia…. De modo que los sacerdotes auto-secularizados que, con buena conciencia, contraen matrimonio civil, ni pecan ni incurren en excomunión. Y hacen muy bien las comunidades cristianas parroquiales o extraparroquiales, muy numerosas ya, que los mantienen sin discriminación alguna en su seno y participan con ellos en la comunión y en todas sus actividades eclesiales. Hacen lo que deben hacer y lo que Dios quiere” (José María Díez-Alegría: “Rebajas teológicas de otoño”. Editorial Desclee de Brouwer, S.A. Bilbao 1980. páginas 144-147).
“¡Hay que responder a los impulsos –llamadas- del Espíritu!” (GS 11)
Somos muchos en la Iglesia los que esperamos –a veces contra toda esperanza- que los dirigentes eclesiales se conviertan a los impulsos del Espíritu. El hecho mismo de la “secularización” de miles de sacerdotes es un signo llamativo de los tiempos. ¿Qué nos quiere decir el Espíritu de Dios en ese hecho?. “Es de todo el Pueblo de Dios, sobre todo de pastores y teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las variadas voces (lit.: “loquelas”: hablas, respuestas plurales…) y valorarlas a la luz de la palabra divina…” (GS 44). Resulta dolorosa la marginación que los pastores eclesiales hacen de este luminoso texto del Concilio. No tienen pudor alguno en creerse únicos poseedores del Espíritu, y ni escuchan al pueblo, ni a teólogos, ni al clero, ni a la libertad de los hijos de Dios. Su Ley está por encima de las comunidades cristianas, del mandato del Señor de “haced esto en memoria mía”, del sacramento del Orden…
Ya se encargan de callar voces, de hacer obispos obedientes a la Ley, de cercenar como sea la libertad. Hablaremos más delante de los “amarres” de la ley celibataria contrarios al Evangelio. Todo este disparatado dispositivo está haciendo mucho daño al Evangelio de la verdad y del amor. Así no podemos ser “germen y principio del reino de Dios” (LG 5), del reino del Amor: “paciente y bondadoso; que no tiene envidia, ni orgullo, ni se da importancia. Que no es grosero, ni egoísta; no se irrita ni lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. El amor verdadero no pasa nunca” (1Cor 13,4-8).

El día que acabó la crisis Juan José Millás

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.
Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la
imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de
personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.
Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para
garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis
ha terminado.
Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.
De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida.
Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.