FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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miércoles, 29 de junio de 2016

Gente Esencial | Brother David charla con Virginia Gawel y Fabiana Fonde...

CUANDO CAEN LAS CREENCIAS: ¿VACÍO O LIBERACIÓN?

col enrique art

1. Ante la encrucijada religiosa
El término “encrucijada” evoca la apertura de varios caminos o posibilidades, y remite a la necesidad de tomar una decisión, que puede suponer acierto o error.
En principio, la encrucijada suele ponernos en estado de alerta y, con frecuencia, viene acompañada de un cierto temor.
No es extraño: su propia etimología –de “cruz”- pone de manifiesto su componente doloroso, incluso traumático en ocasiones.
Así entendida, encrucijada es sinónimo de crisis. Y puede presentarse en cualquier ámbito de la existencia humana.
Ahora bien, lo decisivo no es tanto la crisis –la encrucijada-, cuanto el modo de vivirla. Cuando este es adecuado, aquella se convierte siempre en oportunidad de vida. Y se experimenta que es condición prácticamente indispensable para el crecimiento. Porque, como dijera Carl Jung, “no es posible despertar a la consciencia sin dolor”.
La pregunta, por tanto, que resulta decisiva parece ser la siguiente: ¿Cómo o desde dónde vivir las encrucijadas?
Podría decirse que, genéricamente, solo hay dos posibilidades: desde el yo (ego) o desde la sabiduría.
Vivirlas desde el yo significa afrontarlas desde el miedo, la necesidad, el gusto, el apego, la norma o la rutina… Es sabido que el ego funciona por el mecanismo del apego (a lo que le agrada) y la aversión (hacia lo que le desagrada). Y que se mueve desde el gusto, la norma o la costumbre. Por ello, ante una encrucijada, pone en marcha aquellos modos de funcionar a los que está acostumbrado, y con los que trata, antes que nada, de fortalecerse, protegerse o defenderse. Con tales actitudes, no parece que sea este el camino para que la crisis pueda mostrarse como oportunidad de crecimiento.
Sin embargo, las encrucijadas pueden afrontarse también desde la sabiduría. Ahora bien, la sabiduría no es algo “añadido”, sino nuestra verdadera identidad. Ella sabe cómo vivirlas; pero requiere que estemos conectados a ella.
Porque la sabiduría no es una cualidad que pudiéramos tener o no tener, sino nuestro centro más íntimo; la consciencia, fuente de donde todo brota; la Inteligencia creativa: eso es lo que somos. Y solo desde ahí la encrucijada se resuelve adecuadamente.
Aunque, en rigor, no “tenemos que” resolverla; ella misma se “desenvolverá” del modo ajustado. Solo requiere que “bajemos” del estado mental (yo) al estado de presencia (consciencia), permitiendo que la Vida fluya a través nuestro.
En esta serie de textos breves, me voy a referir a la cuestión de la “encrucijada religiosa” que nos ha correspondido vivir. ¿Qué ocurre con las creencias y, en particular, las creencias religiosas, cuando empiezan a tambalearse? ¿Cómo afrontar sabiamente esa encrucijada que, en mi opinión, constituye una característica de nuestro momento histórico? ¿Cómo afrontar la crisis de las creencias que tal vez en algún momento creímos que nos otorgaban plena seguridad?
En entregas sucesivas, trataré de desarrollar la respuesta en varios puntos:
· Creencias: su aportación, sus riesgos y su inconsistencia.
· Salir del absolutismo y del relativismo
· ¿Qué son en realidad las creencias?
· ¿Cómo salir del hechizo mental?
· Cuando caen las creencias, ¿qué queda? Los mapas y el territorio.

Enrique Martínez Lozano

¿Dónde está el millón de votos perdidos por Unidos Podemos? Equipo Atrio



  • La misma noche del domingo se lo preguntaron muchos. Y tanto Errejón como Iglesias dijeron que lo tenían que estudiar. Y no han vuelto a decir una palabra.
    Otros estamos también extrañados. Ha surgido la teoría del pucherazo cocinado en el ministerio del Interior con la ayuda de la empresa INDRA, que volvió a ganar la adjudicación de la gestión técnica del centro de datos. Yo no le di verosimilitud al principio. Pero me está haciendo pensar mucho este gráfico que extraigo de El País: ··· Ver noticia ···
  • La impunidad de los corruptos, problema político… y religioso José M. Castillo, teólogo


    Fuente: Teología sin censura
    Castillo2Es evidente que el importante triunfo del PP, en las recientes elecciones generales, ha llamado la atención y ha sorprendido – por inesperado – a los españoles y a cuantos conocen lo que viene ocurriendo en España en los últimos años. Un país que no solo soporta la corrupción, sino que además vuelve a elegir mayoritariamente a quienes han gestionado una fuente fecunda de corruptos, es por eso mismo un país en el que la percepción de impunidad se hace más patente. Una sociedad que elige, por notable mayoría, al partido que ha sido una fuente importante de corrupción, es una sociedad que antepone otros valores a la honradez ética. Y también a la honestidad religiosa. Porque, a fin de cuentas, lo que en una sociedad así, se le dice a la gente corrupta es que siga robando. Porque aquí, “señores”, se puede robar impunemente. No pasa nada.


    Así las cosas, lo primero que se me ocurre es que, para una notable mayoría de españoles, es más importante en la vida la seguridad que la honradez. Por tener seguridad, no me importa que se sigan cometiendo los disparates y las injusticias que se han cometido en los últimos años. Lo que representa, como es lógico, un problema político importante. Pero también es esto un problema religioso más grave de lo que algunos, seguramente sin darse cuenta, se imaginan. Nos importa y nos preocupa más el propio bienestar que el sufrimiento de los demás. Lo que evidentemente nos sitúa en los antípodas del Evangelio. Y esto, para un cristiano, es un asunto grave, muy grave. Si es que la vida y las enseñanzas de Jesús representan algo en nuestras vidas.

    No digo estas cosas por motivos políticos partiditas. No pretendo ni atacar a la derecha ni defender a la izquierda. Ni siquiera pretendo insinuar que lo mejor es el centro. Defiendo a los que se ven peor tratados en esta sociedad, los que son las víctimas de los corruptos.
    Por lo demás, debo destacar que la corrupción no se resuelve cargando las conciencias con motivaciones religiosas. Tales motivaciones, ayudan a quienes tienen creencias religiosas. Pero en el conjunto de la sociedad son insuficientes. ¿Qué hacer, por tanto?


    Es urgente revisar a fondo determinados supuestos del Derecho vigente. En concreto: 1) Suprimir la prescripción de los delitos de corrupción, cometidos por cargos de la administración pública. 2) El delito de robar dinero de la administración pública se perdonará solamente devolviendo el dinero robado. 3) Suprimir el aforamiento de cargos públicos. 4) Reducir al mínimo posible el privilegio de los gobernantes para designar, a dedo, cargos de la administración pública.
    Termino, una vez más, insistiendo en que, si hablo de estas cosas, es por la fuerza de una convicción que es determinante en mi vida: el silencio y la pasividad ante el sufrimiento de los más desamparados es hacerse responsable de ese sufrimiento.