FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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domingo, 4 de diciembre de 2011

LOPE JESÚS:SERMÓN DEL CONSILIARIO


“Hacer  un hueco a Dios”
“Preparar el camino al Señor”
        
         Juan grita en el desierto, parece que quiere despertar al pueblo judío que está un tanto apagado. Quiere encender su fe.
         ¿Cómo hacer un hueco, un sitio al Señor en nuestra vida tan ajetreada algunas veces y anodina otras?
         En nuestro mundo en ebullición y en convulsión; metido en este embrollo de la crisis, Dios está oculto y encubierto.
 Hablar del “Salvador” es tema tabú, casi prohibido en las tertulias y en nuestras conversaciones…Aparece tema “non grato”.
         Los curas y los creyentes algo hemos hecho o estamos haciendo mal que esto no funciona. Nos cuesta hablar del tema. Es más fácil hablar del tiempo, de mujeres y de fútbol  a los hombres y de modas, de trapos  y modelos a las mujeres y  de vez en cuando de política, pero poco, para poner, eso sí, a parir a los partidos en el poder y quedarnos  así tranquilos.
         Y Dios se deja encontrar sólo en los que le buscan. Siempre  me acuerdo en este tiempo de búsqueda y espera en nuestro filósofo bilbaíno “Unamuno” y  “El Profesor” como se le llamaba a Tierno Galván, alcalde que fue  de Madrid que si lo buscaron  y que tarde más que temprano lo encontrarían  a su modo y manera.
         Quien no lo busca en su interior  es difícil que lo encuentre fuera en el exterior.
         Fuera encontraremos ruido, miedos, vacío qué se yo… pero difícilmente a Dios…
         No importa porque Dios esta allí. Nos lo recuerda San Agustín y no nos cansamos de repetirlo: “Señor, nos has hecho para ti y no descansará nuestro corazón hasta que no repose en ti”
         Si le buscamos con un corazón sincero “no nos separará de El ni   le miedo, ni enfermedad, ni  la muerte”, nos dice San Pablo.
         Si Dios es amor a ¿qué nos vienen esos miedos, esos complejos, al castigo y  al juicio en el  que sólo el amor cuenta?
         Este es tiempo de gracia, de bendición para sonreír no para llorar, para vivir y sentir la vida de otra manera ;  pero no sólo unos días  de Navidad y Año Nuevo cuando todos nos deseamos lo mejor; sino continuamente y casi todos los días al amanecer o al atardecer…
         El que busca ya cree. Lo importante es no dejar de buscarle, aunque sea por caminos diferentes y tan distintos que hemos recorrido cada uno…
         Cada uno podía contar el suyo.
         Son bastantes las personas  que no aciertan creer en Dios. No es que lo rechacen, es se han en el  perdido  en el camino y no  saben cómo acertar para encontrarse con El.

         Y sin embargo, Dios no esta lejos. No puede estar lejos. Lo importantes es  no dejar de buscarle por caminos diversos, tan distintos como es distinto y diferente cada uno.
         Dios, repito, no puede estar lejos, si nos creemos que Acampó entre nosotros”. Tan cercano está que “con  nosotros está”.  Como dice un conocido canto.
         Y no lo vemos, pero lo sentimos en lo bello, en lo humano, en los enfermos  y los hermanos y hermanas que les cuidan; en los presos y en los que los visitan, en los comedores de caritas y las que les sirven  también está. Ya lo había advertido El. “Todo lo hicisteis con uno de estos más pequeños, conmigo lo hicisteis”
         Entre tanto ruidos y tanta prisa no le podemos  ni ver, ni distinguir; aunque entre nosotros esté.
         Todos tenemos que pasar de una  creencia muy sutil, muy vaga a  una fe concreta que salga de lo más hondo del corazón.
         No vale estar a la defensiva. “A mí que no me líen”, “A mí que me dejen en paz”, “Bastante tengo yo con lo mío”…
         Pasar de ese tono pasivo y a veces un tanto arrogante, a un tono activo y positivo, en actitud de búsqueda.
Aquí nadie es más que nadie. Aquí todos necesitamos de todos.
Pasar de una postura del miedo y del complejo de culpabilidad, una postura humilde, de confianza, de la acogida y del perdón.
Aquí todos tenemos un sitio, hueco.
          Recordad, y sino os lo recuerdo yo,  aquel canto del musical de  Jaime  Camet “Diluvio que viene”: 
 Cuando al fin de la obra  entona “Un nuevo sitio disponed  cuya letra dice más o menos:
·        Un nuevo sitio disponed para un amigo más
·        Con un poquito que os estrechéis se podrá sentar
·       La puerta siempre abierta, la luz siempre encendida
·        El fuego encendido, la manos siempre abierta
·        Cuando llegue  el huésped no le preguntéis quién es y el por qué.

Lo demás son palabras, literatura…

Conferencia Ibérica 2012.mp4

Dios y las desgracias


José Mª Castillo, teólogo

Como ahora se habla tanto de la crisis, todo el mundo, a todas horas y por todas partes, quiere saber quiénes son los responsables de este desastre. Unos le echan la culpa a los políticos, otros dicen que los causantes de todo esto son los banqueros, los economistas, los ricos, etc, etc. Y a todo esto se ha venido a sumar, desde hace algunos meses, un nuevo responsable. Y ese responsable es nada menos que Dios. O eso es lo que se da a entender.
Porque hay quienes aseguran que la causa de la crisis está en el olvido de Dios. Porque, como hemos abandonado las creencias religiosas, de forma que ya es demasiada la gente que no se acuerda de Dios y de sus mandamientos, por eso nos hemos hecho más egoístas, más codiciosos, más comodones y nos hemos puesto a vivir por encima de nuestras posibilidades. Por eso, el olvido de Dios nos ha hundido en esta miseria de crisis, de la que vamos a salir solamente el día que Dios quiera, como se dice en algunas hojas parroquiales o publicaciones parecidas.
Sin entrar en más profundidades, el lenguaje y las explicaciones que acabo de reproducir tienen un inconveniente que me preocupa: todo eso puede dar pie a que haya gente - quizá mucha gente - que, a partir de semejante discurso, en vez de acercarse a Dios, lo que haga sea alejarse más de Él. Es malo asociar a Dios con las desgracias, por ejemplo con los terremotos, las sequías, las enfermedades y todo lo malo que nos puede ocurrir en la vida. Hacer a Dios responsable del sufrimiento humano es una falta de respeto a Dios. Y además es una solemne mentira.
Porque si Dios es el responsable de los males y las desgracias, ¿cómo nos atrevemos a decir que Dios es bueno y nos quiere? ¿Es que un padre, que quiere a sus hijos, les manda sufrimientos y desgracias para mostrarles así su cariño? Y que nadie me diga que Dios “no quiere” los males, sino que “los permite”, para que así nos santifiquemos mediante el aguante y la paciencia. ¡Por favor! Permitir tanto sufrimiento es la prueba más clara de que quien hace eso, tiene muy malas entrañas. La lógica más elemental nos dice que el que permite tanto mal, es que debe ser muy malo.
Lo de los males y las desgracias tiene su explicación en que el mundo es como es, con sus limitaciones y contadas posibilidades. Y a eso hay que añadir la inclinación al mal que todos los humanos tenemos en nuestros sentimientos y deseos más comunes.
Pero, en el caso de la crisis que estamos sufriendo, hay que decir algo más. Los que peor lo están pasando son las víctimas de los que manejan el gran capital mundial. De donde resulta que los más culpables de la crisis son los que más están ganando y mejor lo están pasando. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Ahora va a ser verdad que los pobres, por ser pobres, son los que más merecido tienen el castigo de Dios? Esto sí que no cuadra, por muchas vueltas que le demos al asunto.
La primera petición, que le hacemos a Dios en el Padrenuestro, es: “santificado sea tu nombre”. Sea cual sea el sentido más técnico y profundo que tenga esa petición, por lo menos viene a decir que el primer deseo de todo buen cristiano debe ser éste: “no utilicemos nunca el nombre de Dios para lo que no debe usarse”. El nombre de Dios se utiliza mal cuando se blasfema. Pero también cuando se invoca a Dios para explicar o justificar criterios o formas de conducta que impulsan a la gente a alejarse de Dios, a hacer daño a los demás o simplemente a causar sufrimiento a quien sea y como sea