FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
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ATALAYA

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ATALAYA DE MAYO DE 2024

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miércoles, 29 de mayo de 2024

Rafah: Niños asesinados mientras dormían

 


Reflexión y Liberación

El bombardeo israelí nocturno incendió las tiendas de campaña en que dormían las personas desarraigadas, dejando decenas de muertos y cientos de quemados, muchos de ellos niños, según cifras preliminares. El organismo de socorro a los palestinos se refiere a Gaza como ‘infierno en la Tierra’ y los expertos en derechos humanos califican el ataque como una ‘atrocidad monstruosa’. Ver noticia

Pacto migratorio: un paso atrás en las políticas migratorias europeas -- Plataforma de solidaridad con los/las inmigrantes de Málaga

  


Redes Cristianas

El Parlamento Europeo dio el miércoles, día10 de abril de 2024, su  visto bueno final al Pacto de Asilo y Migración que sentará las bases de la política común  ante las llegadas de inmigrantes irregulares, más de 286.000 el año pasado, según la ONU. La nueva normativa es un compendio de reglamentos que buscan legislar a escala europea todos los pasos del proceso migratorio, desde la llegada del migrante y hasta la
decisión de acogerlo o rechazarlo.

El pacto ha costado casi una década de debate y tres años de negociaciones, desde que la UE tomó conciencia de la necesidad de normas comunes tras la crisis de refugiados de la guerra de Siria en 2015. El precio del acuerdo es un  endurecimiento de Europa como lugar de refugio que choca con el relato humanista que la Unión hace de sí misma.

El resultado, aprobado por una ajustada mayoría, es un ejercicio de tacticismo que nos ha dejado insatisfechas/os. Reconocieron que votaron tapándose la nariz. El pacto no se presenta a los ciudadanos como un paso adelante, sino como un mal menor. Los partidos centrales del Parlamento, argumentaron que no resolver ya  la cuestión habría regalado argumentos a una extrema derecha en auge ante las elecciones europeas de junio.
En el centro del acuerdo se encuentra un  principio automático de acogida de inmigrantes.  

Por un lado, obliga a todos los miembros a contribuir, lo
cual parece un avance, pero se establece la salvaguarda de que  un país puede negarse a acoger su cuota con el pago de 20.000 euros por persona , es decir, que puede comprar su insolidaridad. También se endurecen las condiciones de asilo con límites comunes para el estudio y decisión de las peticiones y la repatriación rápida de quienes no acrediten los criterios para ser acogidos.

Para la comisaria de Interior y responsable de su negociación, la socialdemócrata sueca  Ylva Johansson, el acuerdo le ha “quitado argumentos” a una extrema derecha  que tiene la inmigración como principal ariete electoral. Pero desde la Plataforma reconocemos que es
un pacto malo porque apuesta por políticas fracasadas y reduce las posibilidades de asilo.

Ordenar la inmigración no es sinónimo de reprimir a los que vienen a Europa buscando protección, sino acogerlos de manera ordenada y digna.
La nueva política común no hace nada por resolver los problemas de fondo que originan la migración, ni contribuye a evitar que  el Mediterráneo se convierta en una fosa común:  3.000 muertos el año
pasado intentando llegar.Estamos descorazonados por la aprobación de un Pacto Europeo sobre Migración y Asilo que no traerá soluciones, sólo más sufrimiento humano.

Vivimos un día triste para Europa y los valores europeos. Un pacto que sin duda aumentará la detención arbitraria y complicará los procedimientos
para acceder a la protección, sin garantizar el acceso a asistencia legal.
Ante una Europa fortificada, los inmigrantes encontrarán nuevas rutas, más peligrosas, pero no dejarán de venir porque el papel de un vergonzoso pacto diga que no pueden.

Pero es tiempo de mirar al futuro y de seguir comprometidos y del lado de las personas migrantes y refugiadas haciendo nuestro el título de la ponenecia de Patuca Fernández” hagamos añicos el Pacto por otro pacto por la vida y los derechos de las personas migrantes.. 

Galaxia del conspiranoicos Ángel Munárriz

 


Atrio

Es doloroso para uno que ha elegido muy responsablemente seguir perteneciendo a la comunidad católica recordar tanto fango en que parece hundirse la institución. Ya, desde hace tiempo, en ATRIO, nos aporta datos A. Llaguno en sus crónicas del búnker. Pero en este reciente artículo que nos señala Jesús Mtz. Gordo se dan nuevas referencias de audiencias de youtubers anti-Francisco, desde resurgidos palmares de Troya hasta las grandes estrategias de Banon y Trump que están sosteniendo todo. Ver noticia 

Israel responde a la Justicia internacional con más genocidio y convierte Gaza en un infierno Juan Antonio Sanz

 


Público

La matanza de medio centenar de refugiados en Rafah y los bombardeos en toda Gaza son la respuesta israelí a la condena internacional al genocidio palestino.
El desafío de Israel a la comunidad internacional no tiene límite, como tampoco su desprecio a la vida de los civiles palestinos. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, respondió este lunes a las demandas de la justicia internacional para que detenga el genocidio palestino con el bombardeo de un campamento de desplazados en el noroeste de Rafah, que dejó al menos 45 víctimas mortales. Otros ataques en Gaza causaron en el último día casi 200 muertos. Ver noticia

España reconoce oficialmente el Estado palestino: «Es una decisión histórica, el único objetivo es la paz»


 Infolibre

Sánchez defiende el paso dado en una declaración en La Moncloa y señala que no se hace contra Israel, con quien quiere tener «las mejores relaciones»
El Consejo de Ministros aprueba este martes el reconocimiento: España apuesta por un Estado «viable» bajo el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina Ver noticia

EL REY DE ARABIA SAUDÍ INVITA A LA MECA A MIL FAMILIARES DE VÍCTIMAS PALESTINAS DE ISRAEL EN GAZA


col martell

 

El rey de Arabia Saudí, Salmán bin Abdulaziz, invitó este martes a La Meca a mil familiares de palestinos que han muerto o sido heridos por Israel durante la guerra contra la Franja de Gaza, con la intención de que realicen la peregrinación al lugar más sagrado para el islam.

Según la agencia de noticias oficial saudí SPA, el monarca emitió un “generoso decreto” para acoger a las familias de las víctimas de la guerra, además de otros allegados de palestinos presos en cárceles de Israel, en el marco del Programa de Invitados del Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas.

Estas familias serán invitadas para realizar el “hach” (la peregrinación mayor), uno de los pilares del islam y que es obligatorio al menos una vez en la vida para cada musulmán cuya salud y recursos se lo permitan durante la fiesta del Sacrificio o Aid al Adha, que se celebra a mediados de junio.

También podrán realizar la “umra”, la peregrinación menor a La Meca, se puede hacerse en cualquier momento del año.

Además de los palestinos, el rey Salmán invitó a otros 300 peregrinos de más de 88 países, entre ellos a 22 familiares de varios bebés siameses que en los últimos años han sido separados con éxito en hospitales de Arabia Saudí que están especializados en estas complejas cirugías.

El Programa de Invitados del Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas ha invitado a más de 60.000 peregrinos desde que se puso en marcha hace 26 años, en línea con “los claros esfuerzos consistentes con la visión de los sabios líderes en el cuidado del islam y los musulmanes”.

Arabia Saudí, férreo defensor de la causa palestina, ha criticado duramente la guerra en la Franja de Gaza y ha acusado en repetidas ocasiones a Israel de violar el derecho humanitario internacional y de atacar a civiles de forma deliberada.

 

RD/EFE

LA JUSTIFICACIÓN TEOLÓGICA E HISTÓRICA DEL ENGAÑO


col martell

 

La expresión “mentira piadosa” parece tener connotaciones positivas (mentir para buscar un bien, para ayudar a una persona, para evitar daños peores…), pero al albur de tal pretexto se han cometido excesivas felonías y se han buscado, y conseguido, pingües beneficios.

Los altos dignatarios de la Iglesia han mentido siempre y, por supuesto, han justificado teológicamente la mentira. Una de esas justificaciones en la “palabra de Dios te alabamos Señor: en su epístola a los Romanos San Pablo llega a justificar la mentira (ya es sintomático que sea, precisamente, “a los romanos”).

No olvidemos que los textos sagrados lo son a fuer de ser revelados. Y a partir de Pablo distintos “Padres de la Iglesia”, como el divino Crisóstomo, “pico de oro”, no sólo la exculpa, sino que incluso la alienta defendiendo su necesidad.

Nadie mentiría si su mentira fuera al punto descubierta y denunciada. Sin embargo, las mentiras en religión tardan muchos, muchísimos años, quizá siglos en ser desveladas, bien que a la postre caigan por su peso y ya no tengan consecuencias.

La denuncia corresponde desvelarla y denunciarla a quienes han sufrido la mentira o quienes se pueden ver implicados en la misma por silencio cómplice.

“Algún placer peculiar deben hallar una y otra vez los hombres en dejarse embobar, vender, aniquilar: por la patria, por el espacio vital, por la libertad, por el Este o por el Oeste, por este o aquel soberano, pero sobre todo por aquellos que con plena seguridad confunden a Dios con su propio provecho o su propio provecho con Dios; aquellos que, persiguiendo tenazmente su meta sirven al interés del día sin perder de vista la eternidad; que en tiempos de paz propagan la paz y en tiempos de guerra, la guerra, lo uno y lo otro con la misma fuerza persuasiva e igual perfección: allá el niño Jesús,  aquí los cañones; allá la Biblia, aquí la pólvora; de un lado “amaos los unos a los otros”, del otro “matadlos, Dios lo quiere” o “lo han jurado, han de prestar obediencia”… …Sí, algún placer peculiar debe ser inherente al hecho de bañarse, siglo tras siglo, en la sangre de esa humanidad y exclamar “¡Alleluia!” al hecho de mentir, falsear y simular durante casi dos milenios”.  (Karlheinz Deschner. Opus diaboli. Ed. Yalde. 1987) 

Lo lógico, porque sus enseñanzas así lo hacen explícito, debiera haber sido que la Iglesia se hubiese puesto en contra  de esa marea sanguinolenta. Si en todo momento hubiese alzado sus pendones, al menos verbales, en pro de la paz, defensa de la vida, enaltecimiento de los valores que ahora pretende defender, siempre del lado de los más olvidados de la fortuna…  otra, quizá, hubiera sido la historia de Europa.

Cierto es que hacer elucubraciones históricas no conduce a nada, pero es seguro que habría tenido de su parte a la masa trabajadora que en los siglos XIX y XX se entregó a los brazos mortíferos y heladores del socialismo, del anarquismo y del comunismo, sufriendo en consecuencia la desafección de una gran parte de la sociedad hacia el estamento sacro.

Pero no, lo suyo fue, primero, justificar desde tropelías menores a genocidios. Luego alentarlos. Y siempre, sumada a las mesnadas mortíferas de la historia.

Muchos de los que hoy sacan a pasear su pluma y prodigan alegatos en pro de esta Iglesia santa, difusora de la paz y el amor, como son los escritos de nuestro ínclito Francisco, pretenden que no miremos hacia atrás, que no veamos lo que ha sido la Iglesia católica, que no deduzcamos…  

¿No ven que “eso” también es herencia cristiana? ¿No perciben que lo que ha sido no se puede borrar? ¿No pueden llegar a sospechar, como muchos pensamos, que, en igualdad de circunstancias, la Iglesia volvería a ser lo que fue?

Podríamos quedarnos con el pensamiento torticero de que ése pudiera ser el verdadero y profundo espíritu de la Iglesia, tapado por cientos de miles de tratados sobre el amor y la paz.

 

Pablo Heras Alonso

Religión Digital

LA IGLESIA NECESITA DEL COMPROMISO Y SERVICIO DE LOS PÁRROCOS


col koldo

 

Parece una obviedad el titular de esta reflexión, pero en el contexto del Papa, nada es obvio ni superficial. La carta que Francisco acaba de escribir a los párrocos católicos al concluir el encuentro internacional de Los Párrocos por el Sínodo tiene mensajes que no pueden pasar desapercibidos. Y mucho menos, desatendidos porque nos jugamos mucho, sobre todo ahora que se construyen unidades pastorales en las que la comunidad cristiana debe funcionar como tal para que no se resienta la misión de ser Buena Noticia con hechos de amor, no de cualquier manera.

Hay pocos mensajes en su redacción, pero están llenos de intensidad, en su formulación y contenido, a pesar de ser una carta. El Papa se refirió expresamente a los párrocos católicos del mundo recordando el actual proceso de la sinodalidad: “Si las parroquias no son sinodales y misioneras, tampoco lo será la Iglesia”. Y nunca lograremos una Iglesia evangelizadora “si no hay un comprometerse con entusiasmo en este camino, y si las comunidades parroquiales no hacen «de la participación el rasgo característico de sus vidas.”

Una llamada a los párrocos, pero también a la comunidad de fieles. A los primeros les pide que acompañen en este itinerario sinodal a sus comunidades de manera bien concreta: “Debemos comprometernos con la oración, el discernimiento y el celo apostólico para que nuestro ministerio se adecúe a las exigencias de una Iglesia sinodal misionera”. A los segundos, nos exhorta a ponernos a la escucha de su Espíritu y a movernos en la dirección que Él nos indica. “De algo podemos estar seguros: no dejará que nos falte su gracia”. Pero, añado yo, es necesaria nuestra humildad para orar a la escucha y caminar con actitud constructiva.

Un mensaje más a los pastores revolotea con fuerza en dicha carta, que se comenta por sí sola: recuerda a los párrocos sobre la potencia que tiene la fraternidad sacerdotal para que lo basen todo en la comunicación fraternal entre ellos y sus obispos, pues “no podemos ser auténticos padres si no somos ante todo hijos y hermanos. Y no seremos capaces de suscitar comunión y participación en las comunidades que nos son confiadas si no las vivimos en primer lugar entre nosotros”. Para ello, les anima que aprendan y practiquen el arte del discernimiento comunitario, que tanto ha facilitado el itinerario sinodal y el desarrollo de la Asamblea.

En resumidas cuentas, Francisco señala una vez más el camino que pasa por potenciar determinadas actitudes personales tomadas del referente evangélico esencial que tan bien resume José Antonio Pagola para cada situación: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?, lo cual no deja de ser una mezcla de un actuar concreto y de hacerlo de una determinada manera, tomando como referente la actitud de amor de Cristo.

Es una evidencia que hay cada vez menos curas; esta circunstancia no deja de ser una oportunidad para pulir sus carismas y abrillantar de una vez los del laicado por derecho propio de bautizados como la mejor forma de revitalizar comunidades corresponsables, acogedoras, ejemplares. El Papa ha puesto la tecla en la llaga: que los pastores sean verdaderos líderes del servicio; que no pasemos de puntillas por el proceso sinodal de la sinodalidad (con tantos obispos alejados de vivirla en sus comunidades, tal como les pidió el Papa); y que hagamos un esfuerzo los laicos por vivir la comunidad parroquial de manera más fraterna, abiertos en medio de tantos dolores del mundo como testigos del amor de Dios, no como una ONG más.

Reconozcámoslo: resulta más difícil ser buenos cristianos entre nosotros que ayudando a los que no son Iglesia. Y mientras esto siga así, los de fuera no verán motivos para unirse a nosotros. O para volver con nosotros…

 

Gabriel Mª Otalora

ECLESALIA - 20/05/24

LA FE RADIANTE DE DIETRICH BONHOEFFER (Y IV)


col zapatero

 

Rose-Marie BarandiaranNuestra labor como seres humanos, según Bonhoeffer, "no es un problema religioso: es vivir las alegrías y los sufrimientos tras las huellas de Jesús. Interiorizar, cuestionar nuestra conciencia moral, huir del individualismo y de la autosatisfacción que ofrecen las obras piadosas y la búsqueda de la salvación". "Nuestra obra de hombres es la fe". ¿Cómo debemos interpretar esta afirmación?

José Arregi: Lo resumiría diciendo: para Bonhoeffer, el ser o el destino último, verdadero, del mundo y de la humanidad es vivir la vida y asumir el destino de Jesús, de “Cristo”. Pero también cabría decir a la inversa, aunque el pastor teólogo no propuso explícitamente esta formulación invertida: el ser y el destino de Jesús o del “Cristo” consistió en realizar y dar cumplimiento al ser y al destino del mundo, al ser y al destino del ser humano en el mundo. Ser “mundo” consiste en ser en relación, formar un único cuerpo armónico en devenir religado. Y ser “humano” consiste en ser hijo e hija, hermana y hermano, en hacerse prójimo, en recibir y darse, y en encontrar así la salud y la salvación, la bienaventuranza o la dicha de vivir. Cosmología, antropología, cristología, teología… no son realidades yuxtapuestas ni capas superpuestas; son una única Realidad con Alma. Y, de por sí, no tiene nada que ver con religión alguna: con credos, cultos, espacios y personajes “sagrados”, espíritus, dioses, cielos ni infiernos del más allá…, creaciones culturales humanas todas ellas, para bien y para mal

Observo de paso: para Bonhoeffer, la diferencia entre el Jesús histórico y el “Cristo de la fe” no tiene relevancia. Para muchos cristianos y teólogos de hoy, entre los que me cuento, “Cristo” es, independientemente de la literalidad de los dogmas cristológicos, el nombre tradicional cristiano de la plenitud humana liberada, es más, el nombre de la Creación liberada en la fraterno-sororidad universal de los vivientes y de todos los seres; en cuanto al hombre particular Jesús de Nazaret, es la  semilla y el anticipo, el testigo o mártir y profeta precursor, no único ni perfecto, de la plenitud crística, horizonte de nuestra vida.

Pues bien, ser “Cristo” significa para Bonhoeffer (y para mí) “ser para los demás”, o diríamos, mejor, ser inseparablemente desdeporcon y para los demás, todos los seres. Y conlleva darse hasta morir. Y en eso mismo consiste en última instancia ser persona humana, o bonobo, petirrojo, gusano, agapanto, agua, bosón, estrella, galaxia o agujero negro… Ser desde, con y para y darse hasta morir: eso es lo que hizo Jesús, aunque no fuera perfecto. Se dio y fue crucificado. Pero morir por darse es vivir, es resucitar a una vida que no muere, a la Vida que late en todo cuanto es, desde la partícula a las galaxias (o incluso universos) sin fin. Como Jesús. Como todos los vivientes, como todos los seres que forman un único cuerpo cósmico: el mundo.

El “trabajo” o la “misión” del cristiano es vivir las alegrías y los sufrimientos de la vida humana en el mundo con Jesús, como Jesús. Pero también a la inversa: el “trabajo” o la “misión” del Jesús particular o del “Cristo universal” es gozarse de las alegrías humanas y cargar con sus tareas u dolores, vivir cargado con el peso del mundo y animado por la “materia” que es en el fondo pura energía, que no sabemos qué es ni de dónde viene, pero de la que emergen constantemente nuevas formas de ser y de vida. En eso consiste la “mundanidad” o la “intramundanidad” de Dios.

Nuestra tarea cristiana es una y doble, dice Bonhoeffer: “orar y hacer justicia”, y ambas tareas son “mundanas”. No son dos tareas ni actividades paralelas y consecutivas. Orar no es dirigir oraciones a una divinidad para que nos ayude, ni es refugiarse dentro de sí. Orar es respirar y ser a fondo, expresar y desplegar a fondo nuestro ser, encontrarse a fondo consigo y con todo, con y en el Corazón del todo, con y en la justicia y la paz de todo. Hacer justicia no es mera acción, es obrar y vivir encarnando arriesgada y libremente, solidaria y gozosamente, nuestro ser profundo y verdadero, la inspiración profunda de nuestra fuente interior. En eso consiste el “cristianismo arreligioso”.

Nuestro “trabajo humano es la Fe”, pero la fe no tiene que ver con creencias, sean religiosas u otras. Es la confianza en esa inspiración que emana de lo más hondo del mundo, que permite vivir a fondo –en un marco religioso o no religioso, pero más allá de todo marco– nuestras tareas y fiestas, éxitos y fracasos, alegrías y sinsabores, certezas y perplejidades, y “arrojados en los brazos de Dios” con “Dios” o sin “Dios”.

R.M.B. : Jesús será "el último" y "sus palabras no pasarán". Nos queda por vivir lo "penúltimo", y podemos comprobar lo difícil que es hoy ese tiempo, y lo probable que es que siga siéndolo.

"No olvidar nunca que somos terrenales, y que la muerte y la resurrección están ya presentes en nosotros", como testimonió Bonhoeffer hasta su último aliento.

J.A.: “Último” y “penúltimo”… Son categorías que valen para situar los objetos o los sucesos, o a nosotros mismos, en las coordenadas espacio-temporales del mundo: la penúltima casa de la calle, el último día del mes… Si estas coordenadas no son aplicables ni siquiera a la realidad infra-atómica, a las partículas atómicas, ¡cuánto menos a eso que constituye nuestro ser profundo, que es uno con el ser profundo de todos los seres! Lo último se vive y se juega en lo penúltimo, en el espacio y el tiempo de nuestra historia, en nuestra forma terrestre, pero no está delimitado por el espacio y el tiempo. Nuestro ser profundo es eterno.

Eterno en esto que llamamos tiempo y espacio, nuestro mundo visible. La eternidad no significa que dura sin fin, ni lo que comienza después del tiempo. La vida eterna es la vida en bondad feliz, la vida como gracia de recibirse y darse. La vida que no nace ni muere. La “vida divina” en todo, la vida verdaderamente humana o el aliento o el espíritu cósmico de la vida. Los cristianos la llamamos la vida crística, y la celebramos encarnada en la figura de Jesús, hombre particular y símbolo crístico universal a la vez.

Dar la vida en nuestra finitud abierta al infinito, en medio de nuestras miserias y grandezas, gozos y penas: en eso consiste la resurrección. Resucitamos en vida, como Jesús resucitó en su vida libre y dada, en su compasión sanadora, en su comensalía abierta, en su libertad solidaria. La vida es transformación incesante, en cada latido y respiración. Cuando cesan los latidos y la respiración, se culmina la transformación incesante en que consiste la vida en su forma terrestre, y se abre a la gran transformación: el aliento se hace uno con el Aliento, la vida con la Vida. La llamamos muerte, pero es la pascua, el paso final de esta forma que somos hacia la Plenitud sin forma en todas las formas, en un proceso que se extiende de lo que llamamos materia-energía a lo que llamamos vida en todas las formas de vida. Un proceso que es a la vez terrestre y cósmico, y en su fondo transciende las medidas estrechas del espacio y del tiempo. Cada día es el principio de la creación y el fin del mundo regido por el poder injusto. Materia sintiente, viviente, amante, caminamos en la gran comunión cósmica hacia el Amor, hacia la plenitud de la Vida más allá de los límites de nuestro amor herido, de nuestra vida limitada.

Un testigo de los últimos momentos de Dietrich Bonhöffer cuenta que sus últimas palabras, en el patio del campo de concentración de Flossenbürg, mientras se dirigía desnudo a la horca a sus 39 años, fueron: “Este es el fin; para mí, es el principio de la vida”.

R.M.B. : La última palabra para el teólogo …

Nadie, ni Dietrich Bonhoeffer, tiene la última palabra, aunque a todos nos llega un momento en que dejamos de ser dueños de nuestro aliento y cesa nuestra voz, que sigue sonando en todas las voces. El último aliento que el profeta mártir entregó prematuramente inspira nuevas palabras que prolonguen la profecía de su martirio.

¡Qué poco duró la voz de Dietrich! ¡Ojalá hubiera prolongado su vida y hubiera podido seguir desarrollando su discurso teológico durante las décadas de los 40 a los 90 del siglo XX, cuando Europa en masa emprendió el camino de la superación de una espiritualidad y de un cristianismo anclado en unas categorías religiosas ininteligibles e inservibles! Un camino que el resto de los continentes también recorrerán más pronto que tarde. En mayo de 1944 escribió: “Las palabras antiguas han de marchitarse y enmudecer”. A él lo enmudecieron, pero el eco de sus palabras y de su silencio continúa resonando. Y a nosotros y a los que nos sigan –si hay quien nos siga– nos toca prolongar su testimonio martirial, su oración y su labor por la justicia más allá de la palabra, pero también su palabra, su reflexión teológica. A nosotros nos toca arriesgar nuestra propia palabra siempre penúltima.

Llevamos muchas décadas de retraso después de las últimas palabras de Bonhoffer que, a su vez, quiso recuperar siglos de retraso de la Iglesia que se dice seguidora de Jesús, apunto más allá de la religión y de la imagen teísta tradicional del Misterio último y fontal. Karl Barth, el teólogo referente más descollante e influyente de las Iglesias protestantes de los años 40 y 60, se sintió desconcertado por la teología del último Bonhoeffer, por su apelación a un “cristianismo arreligioso”, se pronunció contra él y contra unos pocos que se atrevieron a tomar su relevo (Harvey Cox, Vahanian, Robinson, Van Buren, Altizer, Hamilton, Tillich…). Las Iglesias, tanto las protestantes y anglicanas como la católica y la ortodoxa, se abrieron a ciertas reformas institucionales, pero siguieron aferradas a los significados tradicionales de los dogmas fundamentales.

Este camino ha fracasado ya o fracasará. La fidelidad a la Tierra, al Evangelio de Jesús y al testimonio de Bonhoeffer, exige una transformación más profunda que ninguna otra que se haya dado en la historia del cristianismo, salvo aquella transformación que llevó al movimiento de Jesús a convertirse en religión patriarcal, clerical e imperial. El Evangelio, la humanidad, la Tierra y el eco de las palabras del pastor teólogo exigen reinventar un “cristianismo arreligioso” en un mundo arreligioso: reinventar a Dios más allá del teísmo; redescubrir a Jesús como Cristo más allá del significado literal de los dogmas; reaprender a leer toda la Biblia y su inspiración más allá de la letra; reimaginar una Iglesia más allá de todos sus pilares religiosos, patriarcales, clericales.

Tal vez sea ya demasiado tarde para emprender esa radical revisión teológica e institucional y para que las Iglesias, “orando y haciendo justicia”, sean realmente fermento de un mundo nuevo. Ya no poseen la masa social necesaria para ello. Pero, a corto y medio plazo, no veo otra alternativa para lo que vaya quedando de las comunidades cristianas: o intentarlo o resignarse a convertirse en gueto cultural y reliquia de museo. En cualquiera de los casos, el Aliento de la Vida seguirá animando el corazón de la Tierra, de la humanidad, del universo entero.

(Fin)

 

Rose-Marie Barandiaran – José Arregi

Toulouse – Aizarna, 2022

(Publicado en GOLIAS Magazine 211, julio-agosto 2023, pp. 29-34)

LA SUPUESTA VULGARIDAD DE FRANCISCO


col koldo

 

Ayer a la noche, 27 de mayo, me enteré, gracias a un amigo homosexual, de la supuesta vulgaridad pronunciada por Francisco en la Asamblea Plenaria semestral de la Conferencia Episcopal italiana el pasado 20 de mayo y de la que se ha tenido conocimiento, por la filtración de la misma al diario “La Repubblica”: “hay demasiado mariconeo -les habría dicho a los obispos italianos- en ciertos seminarios”. Según los responsables de la filtración -informó, por su parte, “Il Corriere della Sera”- esta supuesta vulgaridad papal habría sido escuchada con “risas incrédulas”, más que con vergüenza ajena; entre otras razones, porque el Papa no habría sido consciente “de lo ofensiva que resultaba esa palabra” en el italiano romano.

Me interesa saber -le he dicho esta mañana a mi amigo homosexual- qué hay detrás de esta supuesta vulgaridad papal. Y más, conociendo que el Papa Francisco viene haciendo campaña, desde el primer día de su pontificado, en favor de una Iglesia acogedora, sin distinciones por razón de orientación sexual. De acuerdo, me ha respondido, siempre me molesta -sobremanera- el empleo de tal expresión. Pero más, si es en boca de un Papa. A las tres de la tarde de hoy, 28 de mayo, Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa vaticana ha declarado -respondiendo a los periodistas- que “el Papa nunca ha pretendido ofender ni expresarse en términos homófobos, y presenta sus disculpas a quienes se hayan sentido ofendidos por el uso de un término, referido por otros”.

Le he rebotado la rectificación vaticana y, un poco más calmado, me ha dicho: estoy contigo en que sería interesante conocer el asunto de fondo, visto que sigue dispuesto, por la Nota que me has enviado, a tratar a los homosexuales como al resto de los hijos de Dios. Exacto, le he respondido: esa es la cuestión, aunque la rectificación facilitada no acabe de convencerme. 

Y metido en el asunto me encuentro con un diálogo eclesial -no siempre fácil, pero muy interesante- sobre el trato que se ha de dar a los seminaristas y a los curas homosexuales italianos; y, por extensión, a todos, sean de la nacionalidad que sean. Para los obispos italianos, la Iglesia tiene que dejar de discriminar a los homosexuales. Por ello, proponen al Papa superar el criterio formulado al respecto por la Congregación para la Educación Católica el año 2005 cuando dicha Congregación sostiene que “la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el seminario y en las órdenes sagradas a quienes practican la homosexualidad y tienen tendencias homosexuales profundamente arraigadas”. A diferencia del supuesto en el que se funda el posicionamiento de esta Congregación, los obispos italianos entienden que ha llegado la hora de reconocer que la homosexualidad es una “tendencia no elegida”, al igual que la heterosexual. Eso quiere decir que se ha de proceder con los seminaristas y curas homosexuales como se hace con los heterosexuales. Por eso, el criterio que se debería aplicar tendría que ser -como, por ejemplo, propone el cardenal Giuseppe Versaldi en un reciente libro- el recogido en la primera parte de la frase citada más arriba: la Iglesia no puede admitir en el seminario y en las órdenes sagradas a quienes mantienen relaciones sexuales, sean heterosexuales u homosexuales. Ateniéndose a dicho criterio, se estaría aplicando a los seminaristas y curas homosexuales el mismo principio que se tiene presente para los heterosexuales, es decir, se estaría aceptando como seminaristas a candidatos homosexuales no activos.

¿Qué ha podido pasar para que Francisco, habiendo abierto el melón que propiciaba una revisión de la Iglesia en el trato a los homosexuales, se haya, supuestamente, opuesto a acoger a los seminaristas homosexuales no activos?

Aquí, las posibles explicaciones se disparan: Francisco -se viene escuchando desde hace tiempo- es un Papa muy temperamental. En el Vaticano le tienen miedo porque nunca se sabe qué puede decir o hacer, por muy preparados que estén los discursos y las palabras que -según el parecer de sus asesores- es oportuno que pronuncie. Pero no solo eso. Desde que los obispos centroafricanos se levantaron en contra de su autorización para bendecir a las parejas irregulares y homosexuales, parece haberle entrado el temor que, casi siempre, se apodera de todos los papas abiertos, sobre todo, en el tramo final de sus respectivos pontificados: el de no ser causa de división en la Iglesia, aunque el precio que haya que pagar sea la salida -casi siempre silenciosa- de una parte considerable de los católicos más abiertos y progresistas. Conociendo un poco cómo procede este Papa, creo que, al final, va a dejar esta puerta entreabierta, aunque podamos ser muchos los que la consideremos más cerrada que abierta y aunque meta la pata, como así parece que ha sido -por supuesto, supuestamente- en esta ocasión. Es algo que ya ha pasado antes de ahora, por ejemplo, con la comunión a los divorciados vueltos a casar civilmente o con las bendiciones a parejas irregulares y homosexuales. Al tiempo.

 

Jesús Martínez Gordo

Religión Digital, 29/05/2024

SANTÍSIMA TRINIDAD, FUENTE DE COMUNIÓN Y ENCUENTRO PARA LOS TRINITARIOS EN AL HOCEIMA


col kowalski

 

“La Santísima Trinidad es en sí misma un diálogo perenne de amor entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo, diálogo que se extiende a toda la humanidad. La Trinidad es, pues, un misterio que invita al diálogo, al encuentro y la acogida, y es fuente inagotable de comunión y de paz”.

Estas palabras del Ministro General de los Trinitarios en la carta de preparación y felicitación a toda la Familia Trinitaria en el día de nuestra fiesta principal, son una invitación a vivir en profundidad el carisma propio recordando, además, los orígenes de la inspiración de san Juan de Matha, el fundador de la Orden de la Santísima Trinidad, en 1198. 

Junto a la regla fundacional, Inocencio III escribió una carta de presentación al rey de Marruecos, Miramamolín, explicando el servicio de redención que se proponían realizar aquellos hombres en tierras marroquíes. 

En el período de “aggiornamento” de la Orden Trinitaria después del Concilio Vaticano II, las experiencias han sido diversas y han mostrado que, lejos de “custodiar cenizas”, la Familia Trinitaria “alimenta un fuego que arde” siempre de manera nueva, respondiendo a los nuevos tiempos y soñando nuevos modos de realizar la misión de liberación. 

Hace más de veinte años un Capítulo General nos instó a revitalizar de distintos modos el acompañamiento a los cristianos perseguidos por su fe y su compromiso con los valores del evangelio. Así mismo, se insistió en la necesidad “que está en los genes” de los Trinitarios de dialogar con y vivir entre los musulmanes. 

Todo ello, unido a la experiencia de contacto con muchas personas venidas de la otra orilla del Mediterráneo, nos ha hecho promover una presencia en territorio marroquí. 

Desde 2018 la Provincia de los Trinitarios de Españtiene una comunidad en la ciudad de Al Hoceima, en el norte del país, con la simple pretensión de “no tener miedo” al diferente, tan cercano geográficamente y tan lejano por creencias, historia, modos de entender el mundo o prejuicios recíprocos. 

Ser parte de la Iglesia en Marruecos nos invita a orar y alabar más intensamente a Dios Trinidad, recordando la importancia de estar siempre en relación con el Todo Misericordia, tal como nos lo recuerdan diariamente los muecines. Nos motiva a tejer redes de amistad en nuestra vida cotidiana, como vecinos más del pueblo, en el mercado, la cafetería o la plaza, viviendo el diálogo de la vida. Además, nos llama a ofrecer un servicio redentor y liberador a los migrantes subsaharianos y a los más vulnerables entre nuestros vecinos: mujeres, jóvenes y necesitados, practicando el diálogo de la caridad. 

Desde la comunidad trinitaria atendemos la Parroquia de San José, que pertenece a la Archidiócesis de Tánger. Además de la actividad pastoral, también se impulsan iniciativas sociales que benefician tanto a la población migrante como a la local marroquí. Nuestra espiritualidad redentora-liberadora nos invita a vivir la experiencia del encuentro que se manifiesta en la Casa de la Trinidad, convertida en hogar donde relacionarnos, conocernos y crear lazos de comunión.

Nuestra debilidad se une a la vulnerabilidad de todos los que participan en las distintas actividades. Buscamos fomentar la posibilidad de encuentro con aquellos con los que compartimos pobrezas diversas. La Casa de la Comunión Fraterna es lugar de encuentro para los cristianos que vivimos en minoría en este país, estudiantes africanos para los que somos referencia, migrantes en movilidad que reciben acompañamiento en todas sus necesidades, mujeres rifeñas que miman su “espacio de mujer” y jóvenes marroquíes que reciben las herramientas necesarias para su auto-emprendimiento. 

Sentimos, que la experiencia de compartir nuestra fe y nuestra vocación en Marruecos, puede ser una invitación a la esperanza de que personas de distintas identidades nos encontremos en espacios de entendimiento y fraternidad humana. Espacios que muestran que nuestro Dios Trinidad es esa “fuente inagotable de comunión y de paz”. 

Con este espíritu de crear lugares de encuentro y diálogo, la Familia Trinitaria celebró su última Asamblea Intertrinitaria en Marruecos, siguiendo los pasos de los primeros redentores de la Orden. El mes pasado, nuestro Ministro General, junto a las Superioras Mayores de las distintas congregaciones femeninas trinitarias y los responsables de los grupos laicales que comparten el carisma, se reunieron en Bahrein para celebrar el encuentro anual de Solidaridad Internacional Trinitaria, el organismo de la Orden dedicado al servicio de los cristianos que viven su fe en situaciones de dificultad.

En los dos extremos de la geografía del mundo árabe encontramos esos espacios de encuentro y de diálogo, no siempre fáciles, pero por donde hay que transitar sin descanso, para habitar y construir la fraternidad humana. Este camino es una manera privilegiada de vivir nuestro carisma, habiendo sido llamados a ser vasos escogidos de la Trinidad para llevar su nombre.

 

Los trinitarios, en Marruecos

Comunidad Trinitaria de Al Hoceima

Religión Digital

SÍ, LA CARIDAD CRISTIANA A MENUDO ES OSCURA


col anso

 

Estimadas y estimados, a menudo se ha hablado de la oscuridad de la fe. Pero, a veces, la caridad todavía es más oscura. Si la fe es creer lo que no vemos, la caridad es amar incluso a quien no es amable. Por la caridad tenemos que descubrir la imagen de Dios en muchos que la tienen enmascarada. La caridad nos hace dar muchos pasos a oscuras, porque nos obliga a confiar en la bondad escondida, y casi inencontrable, de quien es malo.

Son dificultades típicamente evangélicas. Jesús nos dice repetidamente que, entre cristianos, la caridad es para servir: «No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.» (Mc 10,43-44). En cambio, los apóstoles Santiago y Juan le habían ido con esta cantilena: «Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir […] Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda» (Mc 10,35.37). Ante la decidida vocación de caudillo que sienten sus discípulos, Jesús se muestra inflexible y les da la gran lección de política cristiana. ¿Quieren mandar? ¿Tienen la audacia de aspirar a los cargos más altos? Muy bien, pero que sepan antes el verdadero sentido de estas palabras en el vocabulario evangélico: «el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos» (Mc 10,45).

Las miras de los discípulos son las del mundo. Es la ambición del poder, de ser más que los otros. Pero esta ambición de querer ser los primeros es reprobable. Los discípulos no ven las cosas como Jesús: «porque tú piensas como los hombres, no como Dios» (Mt 16,23). Como afirmaba san Juan Crisóstomo, comentando el mensaje de Jesús, «es de paganos desear los altos cargos» (In Math., 65). El cristiano verá en el Señor un modelo de servidor. Cristo está en medio de nosotros «como el que sirve» (Lc 22,27). Es el amo que «los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo» (Lc 12,37). Es el Maestro que lava los pies a los discípulos (Jn 13,5).

Y lo que cuesta más aceptar es que nosotros tengamos que hacer lo mismo. ¿Hacernos sirvientes de los otros? ¿Exigir de una autoridad que sirva humildemente a los súbditos ―que pueden ser malos―, no sería, en el fondo, como querer confiar al ladrón la llave de la caja o como dar a los lobos carta de ciudadanía dentro del rebaño? Estas son las preguntas que muchos se hacen. Pero esta no es la lógica del Evangelio.

Quien quiera seguir a Jesús tendrá que ser muy inteligente porque tendrá que trabajar y hacer el bien «sin esperar nada a cambio» (Lc 6,35) y, al mismo tiempo, tendrá que ponderar muy bien las diversas situaciones, puesto que no siempre le será permitido escoger los medios más fáciles. Está muy claro que no podrá desviarse nunca del programa de Jesús, según el cual ―como afirma san Pablo hablando de él mismo― el libre «que no era esclavo de nadie» se ha «hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles.» (1Co 9,19). Y, normalmente, el justo paga por los pecadores, o quien intenta hacer el bien paga frecuentemente los platos rotos.

Sí, la caridad cristiana a menudo es oscura, porque es el acto del creyente que da una campanada y espera que incluso encuentre eco en los corazones de los sordos.

 

Joan Planellas

Religión Digital

CUANDO YO ME TRANSFORMO DIOS SE TRANSFORMA


col arregi

 

Después de la celebración de Pentecostés, cada año los dos domingos consecutivos celebramos la Trinidad y el Corpus. Con estas dos celebraciones culminamos el tiempo Pascual, y volvemos al tiempo ordinario.

Hoy, el tiempo ordinario tiene muy poco de monótono, de repetir lo mismo. Está cargado de sobresaltos, de situaciones intolerables, de conflictos cada vez más complejos que nos hacen plantearnos cómo hemos llegado hasta aquí y si hay una forma de solucionarlos.

Nuestras sociedades son post-teístas y nuestros gobiernos son laicos, pero nos sigue condicionando una determinada concepción de Dios. Está grabada en lo más profundo de nuestra conciencia y a cada uno desde su religión nos condiciona.

Muchos cristianos tienen una teología monárquica, un monarca divino gobernante que proporciona una sensación de seguridad y protección, y no parecen ser capaces de evolucionar.

Teólogos como Teilhard de Chardin dijo que Dios y el mundo se están convirtiendo en algo más juntos; pero aceptar que Dios no es un ser acabado, inamovible y que pueda ser complementado por el ser humano rompe los esquemas de una imagen de Dios que ha sido grabada en nuestro interior a lo largo de los siglos a golpes de cincel.

La teología de la Trinidad nos dice que Dios son tres personas. Si hablamos de personas hablamos de relación.

“Dios no es un super poder que está arriba esperando a que yo llegue; Dios es el potencial infinito de amor que hay dentro de mí esperando a nacer, a actualizarse, a que yo actúe sobre él. Esta acción -este "sí" a Dios- es el comienzo del nacimiento de Dios en mí. Cuando yo me transformo, Dios se transforma. Cuando asumo la vida de Dios en mí, Dios asume mi humanidad. Por tanto, puedo ir más allá de mí mismo precisamente porque Dios es la fuerza de vida de mi yo más verdadero, de modo que todo acto de auto creación se convierte en un acto de trascendencia. Cuando yo me hago nuevo, Dios se hace nuevo precisamente en la unión de mi persona. Dios nace en el mundo de un modo nuevo, el modo de mi vida.”  Ilia Delio

Esta dimensión no se queda en mí como individuo sino que afecta a la vida divina a la vida humana y a la totalidad del cosmos. Dios es el potencial infinito del amor y el amor es la energía unitiva que mantiene unida toda la vida, incluso cuando las cosas se desmoronan.

Por eso sabemos que el mundo no se salvará por el dinero, ni por el poder político sino por el amor porque Dios es amor y el amor es nuestra realidad más profunda.

Al final de esta semana de celebración de la “Laudato Si”, donde los gestos y las acciones en favor del bienestar de todos y todas nos compromete a vivir de otra manera, no olvidemos nuestras raíces profundas.

Además de reciclar el cristal, los plásticos…reciclemos nuestra relación con Dios, nuestras relaciones interpersonales, y también, por qué no, nuestra relación con nuestra propia persona.

“A nuestro alrededor y dentro de nosotrxs mismxs, Dios está en proceso de cambio como resultado de su poder magnético y de nuestro propio pensamiento”. Teilhard de Chardin

No podemos pensar en un Dios fuera de nosotrxs, tampoco fuera de todo lo creado y en proceso de continua creación.

Démosles a todas estas celebraciones un sentido nuevo; no se trata tanto de entenderlo con nuestra mente como de experimentarlo y hacerlo real en nuestra vidas, en lo cotidiano, en el tiempo ordinario.

 

Carmen Notario, SFCC

MI CUERPO PARA LA VIDA DEL MUNDO (Mc 14,12-16.22-26)

col labrador

Hoy celebramos la solemnidad del cuerpo y sangre de Cristo. Es una fiesta, popular y eclesial, que centra nuestra mirada en el misterio de la pascua como la comprensión de toda la misión de Jesús: su vida para la vida del mundo.

Comprender la vida como ofrenda y bendición para todos es un criterio esencial del cristianismo. La propia vida fecunda las vidas de los demás y la muerte es el desenlace que consuma el proceso: como el grano de trigo que da fruto, como el cuerpo en el pan y la sangre en el vino, la vida es transformada en resurrección. Es una forma original de comprender la vida entera desde el misterio pascual, repleto de bendiciones, acciones de gracias y comidas en el seno de una nueva familia llamada a beber el vino nuevo en el reino presente de Dios.

El relato marqueano, posiblemente una reconstrucción interpretativa de la comunidad primitiva, deja entrever algo de la posible conciencia de Jesús en relación a su propia muerte, que está próxima, desde una óptica concreta. La antigua alianza centraba la celebración de la pascua, es decir del “paso de Dios”, en la fiesta de la consolidación de un pueblo tras su liberación de la esclavitud. En ella reunía la fiesta de agricultores (panes sin levadura) junto a la de los ganaderos (el cordero). El relato marqueano recupera esta unidad de festividades a la vez que reproduce en parte la estructura de la celebración pascual familiar judía. Centrada en la bendición (beraka) y en la acción de gracias a Dios por su acción liberadora que se hace presente la cena pascual judía, la última cena se compone igualmente de la bendición de las copas y del pan, de palabras de acción de gracias y del canto de los salmos (Hallel) (v.22-24) si bien con algunas modificaciones. El ambiente es de una habitación de una casa -una sala amplia, amueblada y arreglada (v. 15)-, y los comensales -en lugar de ser los miembros de una familia- son los compañeros de Jesús.

En este contexto pascual, la muerte de Jesús es entendida en clave de paso del Señor, siempre salvífica y vivificante, plenificadora y capaz de ofrecer abundancia. El cuerpo, como es considerado desde el judaísmo, es la completud de la persona. En el caso de Jesús, su origen, misión, humanidad, divinidad… están incluidos en su persona, en su cuerpo. La ritualidad de la acción de gracias y de las bendiciones cobran entonces sentido de plenitud al referirse al cuerpo de Cristo, y su sangre, para la vida de todos y de toda la creación: “Mi cuerpo para la vida del mundo”.

Además el tiempo de las palabras rituales es importante. En el judaísmo, el pasado muestra el horizonte: de la misma manera como Dios nos salvó en el pasado, ahora nos colma de sus dones. Estos dones, en el cristianismo, se condensan en el cuerpo y sangre de Cristo, ahora repartido para todos. Y en boca de Jesús se ponen palabras escatológicas que expresan la plenitud del reino donde abunda el vino nuevo: “No beberé más del fruto de la vid hasta que beba del vino nuevo en el reino de Dios”. Si advertimos que el reino escatológico se hace presente en relatos anteriores de curaciones, de enseñanza, de reconciliación… la plenitud de este reino se comprende en la abundancia del vino nuevo, “presente” en medio de la comunidad reunida tras la resurrección de Jesús.


 


 


EXPERIENCIA DECISIVA José Antonio Pagola

 


Como es natural, la celebración de la misa ha ido cambiando a lo largo de los siglos. Según la época, los cristianos han ido destacando algunos aspectos y descuidando otros. La misa ha servido de marco para celebrar coronaciones de reyes y papas, rendir homenajes o conmemorar victorias de guerra. Los músicos la han convertido en concierto. Los pueblos la han integrado en sus devociones y costumbres religiosas…

Después de veinte siglos puede ser necesario recordar alguno de los rasgos esenciales de la última cena del Señor, tal como era recordada y vivida por las primeras generaciones cristianas.

En el trasfondo de esa cena hay una convicción firme: sus seguidores no quedarán huérfanos. La muerte de Jesús no podrá romper su comunión con él. Nadie ha de sentir el vacío de su ausencia. Sus discípulos no se quedan solos, a merced de los avatares de la historia. En el centro de toda comunidad cristiana que celebra la eucaristía está Cristo vivo y operante. Aquí está el secreto de su fuerza.

De él se alimenta la fe de sus seguidores. No basta asistir a esa cena. Los discípulos son invitados a «comer». Para alimentar nuestra adhesión a Jesucristo necesitamos reunirnos a escuchar sus palabras e introducirlas en nuestro corazón; necesitamos acercarnos a comulgar con él identificándonos con su estilo de vivir. Ninguna otra experiencia nos puede ofrecer alimento más sólido.

No hemos de olvidar que «comulgar» con Jesús es comulgar con alguien que ha vivido y ha muerto «entregado» totalmente a los demás. Así insiste Jesús. Su cuerpo es un «cuerpo entregado» y su sangre es una «sangre derramada» por la salvación de todos. Es una contradicción acercarnos a «comulgar» con Jesús resistiéndonos a preocuparnos de algo que no sea nuestro propio interés.

Nada hay más central y decisivo para los seguidores de Jesús que la celebración de esta cena del Señor. Por eso hemos de cuidarla tanto. Bien celebrada, la eucaristía nos moldea, nos va uniendo a Jesús, nos alimenta con su vida, nos familiariza con el evangelio, nos invita a vivir en actitud de servicio fraterno y nos sostiene en la esperanza del reencuentro final con él.

SOLO HACERNOS PAN NOS LLEVARÁ A LA PLENITUD CORPUS II (B) Mc 14,12-26


 fe adulta


La eucaristía es el sacramento de nuestra fe. Por muy claras que tenga las ideas y por muy razonada que sea la explicación, siempre termina pesando más la postura tradicional. Pero resulta que la tradición que prevalece no es la original, sino la que se fue elaborando a través de los siglos, al tiempo que se perdía el sentido original del sacramento. ¿Alguien puede imaginarse a Pedro poniéndose de rodillas ante el trozo de pan que le ofrecía Jesús o recogiendo las migas que habían caído? 

Este sacramento encierra numerosos aspectos, todos interesantes. Hoy me voy a ceñir a lo que es como sacramento. Todos los sacramentos son signos. Si no tenemos claro lo que es un signo, mal podremos entender lo que es un sacramento. En la primera mitad del siglo pasado Cassirer inventó y desarrolló una nueva definición del ser humano. Ya no se trata de ‘animal racional’ sino de ‘animal simbólico’. Este nuevo concepto no lleva a una comprensión del ser humano mucho más amplia y profunda. La racionalidad no queda abolida, pero se interpreta como insuficiente para explicar lo que es el hombre.

Esta idea puede ser muy útil para adentrarnos en una nueva manera de entender los sacramentos como signos. Signo es cualquier sonido, gesto o realidad que, a través de nuestros sentidos, provoca en nuestra mente una imagen concreta que está más allá de lo que vemos u oímos. Los signos son la única manera que tenemos los humanos de trasmitir lo que tenemos en nuestro cerebro, que no coincide nunca con lo que entra por nuestros sentidos. Las realidades trascendentes no caen bajo el objeto de nuestros sentidos, por lo cual, si queremos hacerlas presentes tenemos que utilizar signos.

En la eucaristía, el signo no es el pan sino el pan partido, repartido, preparado para ser comido y el vino derramado, bebido como sangre, vida que se pone al servicio de los demás. En ambos casos, la realidad significada es el AMOR, que es Dios. Esta realidad, por ser trascendente, divina, está siempre ahí porque no está sometida al tiempo y al espacio. Ni se trae ni se lleva, ni se pone ni se quita. DIOS-AGAPE está invadiéndolo todo e identificándolo con Él en todo instante, pero nosotros podemos no ser conscientes de ello, por eso necesitamos los signos para tomar conciencia de esa realidad.

Dios no puede estar en uno más que en otros. Está siempre en todos de la misma manera. Somos nosotros los que podemos pasar toda la vida sin enterarnos o podemos tomar conciencia de esta realidad y vivirla. El signo lo necesitamos nosotros porque las cosas llegan a nuestro cerebro a través de los sentidos. Dios ni necesita los signos ni está condicionado por ellos. Dios no está más presente en nosotros después de comulgar que antes. Comulgamos para tomar conciencia de lo que nos desborda.

Creo que estamos en condiciones de comprender que los sacramentos ni son magia ni son milagros. La experiencia me dice lo difícil que va a ser superar la comprensión de la eucaristía como magia. Cuando celebramos una eucaristía, ni el sacerdote ni Dios hacen ningún milagro. Lo que hacemos es algo mucho más profundo, pero lo tenemos que hacer nosotros mismos. Tomar conciencia de lo que fue Jesús durante su vida mortal y comprometernos a ser nosotros lo mismo. Lo que pasa fuera de mí, lo que puedo ver u oír es solo un medio para descubrir, dentro de mí, una realidad que me transciende.

Lo repito: el signo no es el pan, sino el pan partido, preparado para ser comido. Partir el pan forma parte de la esencia del signo. Jesús se hace presente en ese gesto, no en la materia del pan. Si comprendiéramos bien esto, se evitarían todos los malentendidos sobre la presencia de Jesús en la eucaristía. El pan consagrado hace siempre referencia a una ‘fracción del pan’, (celebración eucarística). Lo mismo en la copa. El signo no es la copa sino el cáliz bebido, es decir, compartido. Para los judíos la sangre era la vida. La copa derramada es la vida de Jesús (no la muerte) puesta al servicio de todos.

Debemos superar el “ex opere operato”. Ninguna celebración puede tener valor automático. Cuando me llamaron al orden, me dijeron: “Tú tienes que ser como el farmacéutico, que despacha las pastillas a los clientes sin explicarles lo que han hecho en el laboratorio”. Mi desacuerdo es absoluto. La aspirina produce su efecto en el paciente automáticamente, aunque no tenga ni idea de su composición. Pero los sacramentos son la unión de un signo con una realidad significada que no se puede dar sin una mente despierta. Sin esa conexión, el rito se queda en puro garabato.

La realidad significada es Jesús como don; es Dios-Ágape, manifestado en Jesús. La palabra hebrea que traducen al griego por soma, no significa cuerpo. En la antropología judía, el ser humano era un todo único, pero distinguían distintos aspectos: hombre carne, hombre cuerpo, hombre alma, hombre espíritu. Hombre cuerpo no hace referencia a la carne, sino a la persona sujeto de relaciones. El soma griego todavía conserva ese significado. Al traducirlo por “corpus”, se impuso el significado físico, distorsionando el mensaje original. Jesús no dijo: Esto es mi cuerpo sino esto soy yo.

La eucaristía resume la actitud vital de Jesús, que consistió en manifestar, amando, lo que es Dios. Como buen hijo hace siempre presente al padre. La realidad significada, por ser espiritual, no está sometida al tiempo ni al espacio. Hacemos el signo, no para crearla sino para descubrirla y poder vivirla. No podemos celebrar la eucaristía sin los demás. Solo en nuestras relaciones con los demás podemos hacer presente el amor. Con demasiada frecuencia hemos convertido la eucaristía en una devoción particular en la que los otros incluso nos molestan, como me han comentado alguna vez.

Jesús nunca hizo hincapié en que amaba mucho a su Abba; sino en su unidad con Él. Esa misma es la experiencia de todos los místicos. S. Juan de la Cruz: “¡Oh noche que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada!” Dios no puede hacerse presente en un lugar acotado, sencillamente porque no puede dejar de estar en todo lugar. Tampoco puede estar más presente aquí que allí. Nosotros, como seres humanos, no tememos más remedio que percibirlo en un lugar para poder tomar conciencia de su realidad.

Cuando Jesús propone el mandamiento nuevo, está hablando de las consecuencias que debía tener en nuestra vida, el amor (ágape) del Padre. El fin último de la celebración de una eucaristía, es hacer presente con los signos, este ágape que nos fundiría con Dios y nos abriría a los demás, hasta sentirlos fundidos en Dios. El hombre puede tomar conciencia de este hecho y vivirlo. El que lo descubre y lo vive descubre su verdadero ser y disfruta siéndolo. Nunca se nos ocurra pensar que dándonos a los demás, les estamos haciendo un favor. Con esa actitud de entrega, estás alcanzando tú la plenitud.

LA SANGRE Y EL PAN Fiesta del Corpus Christi. Ciclo B

 fe adulta


Esta fiesta comenzó a celebrarse en Bélgica en 1246, y adquirió su mayor difusión pública dos siglos más tarde, en 1447, cuando el Papa Nicolás V recorrió procesionalmente con la Sagrada Forma las calles de Roma. Dos cosas pretende: fomentar la devoción a la Eucaristía y confesar públicamente la presencia real de Jesucristo en el pan y el vino. Las lecturas, sin restar importancia a estos aspectos, centran la atención en el compromiso del cristiano con Dios, sellado con el sacrificio del cuerpo y la sangre de Cristo.

1ª lectura: la sangre y la antigua alianza (Éxodo)

La lectura cuenta el momento culminante de la experiencia de los israelitas en el monte Sinaí. Después de escuchar la proclamación de la voluntad de Dios (el decálogo y el código de la alianza), manifiesta su voluntad de cumplirla: «Haremos todo lo que el Señor nos dice».

En una mentalidad moderna, poco amante de símbolos, esas palabras habrían bastado. El hombre antiguo no era igual. Un pacto tan serio requería un símbolo potente. Y no hay cosa más expresiva que la sangre, en la que radica la vida. Siglos más tarde, algunos caballeros medievales sellaban un pacto haciéndose un corte en el antebrazo y mezclando la sangre. Naturalmente, Dios no puede sellar una alianza con los hombres mediante ese rito. Por muchos antropomorfismos que usen los autores bíblicos al hablar de Dios, él no tiene un brazo que cortarse ni una sangre que mezclar. Tampoco se puede pedir a todos los israelitas que se hagan un corte y den un poco de sangre. Se recurre entonces al siguiente simbolismo: Dios queda representado por un altar, y la sangre no será de dioses ni de hombres, sino de vacas. Al matarlas, la mitad de la sangre se derrama sobre el altar. Se expresa con ello el compromiso que Dios contrae con su pueblo. La otra mitad se recoge en vasijas, pero antes de rociar con ella al pueblo, se vuelve a leer el documento de la alianza (Éxodo 20-23), y el pueblo asiente de nuevo: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.»

Pero en la antigüedad hay también otra forma, incluso más frecuente, de sellar una alianza: comiendo juntos los interesados. Esta modalidad también aparece en el relato del Éxodo (pero ha sido omitida por la liturgia). Después de la ceremonia de la sangre con todo el pueblo, Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y los setenta dirigentes de Israel suben al monte, donde comen y beben ante el Señor (Éxodo 24,9-11). Esta segunda modalidad será esencial para entender el evangelio.

2ª lectura: la sangre, el perdón y la nueva alianza (Hebreos)

Como diría un cínico, los buenos propósitos nunca se cumplen. En el caso de los israelita llevaría razón. El propósito de obedecer a Dios y hacer lo que él manda no lo llevaron a la práctica a menudo. Surgía entonces la necesidad de expiar por esos pecados, incluso los involuntarios. Y la sangre vuelve a adquirir gran importancia. Ya que en ella radica la vida, es lo mejor que se puede ofrecer a Dios para conseguir su perdón. Pero el Dios de Israel no exige víctimas humanas. La sangre será de animales puros: machos cabríos, becerros, toros, vacas, corderos, tórtolas, pichones.

El autor de la carta a los Hebreos contrasta esta práctica antigua con la de Jesús, que se ofrece a sí mismo como sacrificio sin mancha. Con ello, no sólo nos consigue el perdón, sino que, al mismo tiempo, sella con su sangre una nueva alianza entre Dios y nosotros.

Evangelio: pan, vino y nueva alianza

La acción de Jesús en la Cena de Pascua reúne las dos formas de sellar una alianza que comentamos en la primera lectura, pero invirtiendo el orden. Se comienza por la comida, se termina aludiendo a la sangre de la nueva alianza. Aparte de esto hay diferencias notables. Los discípulos no comen en presencia de Dios, comen con Jesús, comen el pan que él les da, no la carne de animales sacrificados; y el vino que beben significa algo muy distinto a lo que bebieron las autoridades de Israel: anticipa la sangre de Jesús derramada por todos.

¿Dónde radica la diferencia principal entre la antigua y la nueva alianza? En que la antigua no cuesta nada a nadie; basta matar unos animales para obtener su sangre. La nueva, en cambio, supone un sacrificio personal, el sacrificio supremo de entregar la propia vida, la propia carne y sangre.

Pero no podemos quedarnos en la simple referencia al pan y al vino, al cuerpo y la sangre. Para Jesús son la forma simbólica de sellar nuestro compromiso con Dios, por el que nos obligamos a cumplir su voluntad.

El cuarto evangelio, que no cuenta la institución de la Eucaristía, pone en este momento en boca de Jesús un largo discurso en el que insiste, por activa y por pasiva, en que observemos sus mandamientos, mejor dicho, su único mandamiento: que nos amemos los unos a los otros.

Si la celebración del Corpus Christi se limita a una expresión devota de nuestra devoción a la Eucaristía o, peor aún, si se convierte en simple fiesta de interés turístico, no cumple su auténtico sentido. Es fácil lanzar flores a la custodia por la calle; lo difícil es tratar bien a las personas que nos encontramos por la calle.