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ATALAYA ENERO 2025

jueves, 17 de abril de 2025

Dietrich Bonhoeffer, en lucha contra el nazismo -- Juan José Tamayo, teólogo

 


Redes Cristianas

Estamos conmemorando el ochenta aniversario de la ejecución en el campo de concentración de Flossenbürg del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, que supo compaginar armónicamente la resistencia al nazismo, la mística del seguimiento de Jesús de Nazaret y la reflexión teológica. Fue el 9 de abril de 1945.

Descubrí a Bonhoeffer con apenas 23 años durante mis estudios de licenciatura en teología en la Universidad Pontifica de Comillas a través de la lectura de su libro Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde la el cautiverio, publicado en 1969 por la editorial Ariel, y de la biografía escrita por su amigo Eberhard Bethge: Dietrich Bonhoeffer. Teólogo-Cristiano-Hombre actual, publicada por la editorial Desclée de Brouwer en 1970.

Desde entonces el teólogo luterano alemán se convirtió en una de las principales figuras que ha guiado mi trayectoria teológica, en un ejemplo de ciudadano en la lucha contra la tiranía nazi y en un referente en el compromiso por construir un mundo libre de todas las tiranías políticas y económicas, y muy especialmente de la actual dictadura cristoneofascista de la extrema derecha política y los movimientos cristianos integristas y fundamentalistas, que conforman la Internacional del Odio.

Dietrich Bonhoeffer vivió sólo 39 años (1906-1945), y los dos últimos en la cárcel. Pero fueron suficientes para provocar una de las mayores revoluciones en el cristianismo y en la teología del siglo XX. El teólogo luterano alemán encarna en su persona de manera ejemplar dimensiones difícilmente armonizables en el corazón de la modernidad y del poscristianismo: la lucidez de un creyente ilustrado, la resistencia al nazismo, el testimonio de la trascendencia en medio de la inmanencia, la praxis liberadora de un teólogo y el martirio de un testigo de la libertad en lucha contra el nazismo. Es uno de los ejemplos más luminosos de la «santidad política» de nuestro tiempo.

Dietrich Bonhoeffer y su hermana gemela Sabine nacieron el año 1906 en el seno de una familia perteneciente a la alta burguesía en Breslau, ciudad donde había nacido casi un siglo y medio antes Schleiermacher. Su padre, Karl, fue un prestigioso psiquiatra que accedió a la cátedra de psiquiatría y neurología en Berlín en 1912. Su madre, Paula, pertenecía a la familia von Hase.

Su infancia y juventud transcurrieron en un clima de fuerte disciplina familiar y de intensa protección. Siendo estudiante confesaba: «Me gustaría por una vez dejar de estar protegido. No estamos en condiciones de comprender a los demás. En nuestra casa nuestros padres siempre están ahí, facilitando la solución de todos los problemas. Y aun cuando nos encontramos lejos unos de otros, este hecho nos proporciona una seguridad impertinente» 1.

Desde muy joven Bonhoeffer sintió la vocación de pastor y teólogo. En 1923 inició los estudios de teología en Tübingen. Poco después pasó a la Facultad de teología de la Universidad de Berlín, donde impartían clases los grandes maestros: Deissmann, Lietzmann, Harnack, Holl, Seeberg, etc. Defendió, a los 21 años, su tesis doctoral que lleva por título Sanctorum communio.

Sociología de la Iglesia 2. En ella expresa su temor de que la teología degenere en pereza intelectual. Desde entonces su combate se dirige precisamente contra ese pecado capital, teniendo como referencia a Harnack. Éste escribe al joven teólogo Bonhoeffer diciéndole que la existencia espiritual se ve «amenazada por el desprecio de la teología científica» y que «hay que mantener en alto con toda confianza las banderas de la ciencia legítima que defiende su causa» 3.

De la teología al pastorado y de ésta a aquélla: éste fue el itinerario bidireccional seguido por Bonhoeffer, que busca la unidad entre inteligencia y vida. Un año después de la defensa de su tesis doctoral, fue nombrado vicario de la parroquia luterana alemana en Barcelona, donde descubrió las agudas contradicciones sociales. Al año siguiente, 1929, ejerció de profesor auxiliar de teología en la Universidad de Berlín. En 1931 fue ordenado pastor. Ese mismo año fue nombrado profesor de teología en la citada Universidad.

1933 fue un año decisivo en la vida de Bonhoeffer. El mariscal Hindenburg encargó a Hitler formar gobierno. Los Bonhoeffer consideraban una desgracia para Alemania el triunfo del nacionalsocialismo y el nombramiento de Hitler como canciller de la nación. En julio de 1933 Hitler y el Vaticano firmaron un concordato, donde aparecía un párrafo que prohibía a cualquier persona de sangre judía o casada con una persona judía ejercer un ministerio en la Iglesia. El sínodo general de Prusia hizo suyo dicho párrafo. La facultad de teología de Berlín adoptó ante el nazismo una actitud de tibieza, que en la práctica suponía la aceptación de la discriminación religiosa contra los judíos.

Estos acontecimientos provocaron un cambio importante en la vida de Bonhoeffer, que salió del ámbito religioso-privado en que estaba instalado y adquirió dimensiones públicas de clara oposición al nazismo. Descubrió que no puede seguir siendo miembro de una Iglesia que excluye a los judíos, y participó activamente en la creación de la Iglesia confesante -junto con Martin Niemöller-, una de las instancias religiosas más críticas contra las medidas discriminatorias hacia los judíos.

«La Iglesia sólo puede cantar gregoriano, si al mismo tiempo clama en favor de los judíos», afirma Bonhoeffer señalando con el dedo acusador a una Iglesia como la alemana cómodamente instalada bajo la cruz de Cristo, adaptada al sistema nazi y más preocupada por la salvaguarda de sus derechos que por la defensa de los derechos negados a millones de personas. Entonces deja claro cuál es su actitud y cuál debe ser la de la Iglesia, a través de una imagen bien expresiva: «Si un loco, por la Kurfürstendam (la gran avenida de Berlín) lanza su coche contra la acera, yo no puedo, como pastor, contentarme con enterrar a los muertos y consolar a sus familias. Si me encuentro en ese lugar, debo saltar y arrancar al conductor su volante» 4.

Su actitud crítica le acarreó severas sanciones. Se le prohibió enseñar en la Universidad de Berlín. Se clausuró el Seminario de predicadores de la Iglesia confesante de Finkenwalde, del que era director. No se le permitió vivir en Berlín. Se le impidió hablar y escribir en Alemania. Su compromiso ecuménico-político contra el nazismo fue cada vez mayor. Participó en grupos de resistencia y viajó fuera de Alemania en busca de apoyos religiosos para derrocar a Hitler.

El 5 de abril de 1943 fue arrestado por la Gestapo bajo la acusación de conspirar contra Hitler y encarcelado en la prisión de Berlín-Tegel. Bonhoeffer no cesaba de preguntarse si él era un conjurado o un testigo, un predicador o un conspirador y si la causa de su encarcelamiento era política o confesante. Pasó año y medio en la prisión de Tegel (abril 1943-octubre 1944).

Después siguió un dramático peregrinaje por diferentes prisiones. Fue juzgado por un Consejo de Guerra en el campo de concentración de Flossenbürg y condenado a muerte. Al amanecer del 9 de abril de 1945, unos días antes de que las tropas aliadas liberaran el campo, fue ahorcado junto al almirante Canaris, el general Oster, el juez Sack, Strünk y Gehre. El mismo día era asesinado en el campo de concentración de Sachsenhausen su cuñado von Dohnanyi. Quince días después corrían las misma suerte en Berlín su hermano y otro de sus cuñados.

Tres fueron las pasiones que mantuvieron viva la esperanza de Bonhoeffer durante el cautiverio: la recuperación de la libertad, con la que soñaba despierto y dormido; la fe en el Dios de la vida, en quien confiaba sin fisuras, y el amor a -y de- su novia Maria von Wedemeyer, con la que había contraído compromiso matrimonial unos meses antes de ser detenido.

Desde la minúscula celda donde penaba, el teólogo anti-nazi vivió cada momento de su cautiverio en un clima de profunda libertad interior, que ya quisieran para sí muchas personas que deambulan por las calles «libremente». La correspondencia fue su principal y más gratificante dedicación durante el cautiverio. Dirigió numerosas cartas a sus padres, a su novia y a su amigo Eberhard Bethge. Buena parte de esa original y emotiva correspondencia ha sido publicada en dos obras: Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio (Ariel, 1969; Sígueme, 1983) y Cartas de amor desde la prisión (Trotta, 1998).

El contenido de esas cartas da un vuelco total a la teología, a la que plantea interrogantes incómodos, y abre nuevos horizontes al cristianismo. Su pensamiento es anticipativo, proyectivo. Su tiempo es el futuro como diseño alternativo de lo nuevo. Bonhoeffer es la mejor encarnación del mensaje del profeta Isaías: «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo: mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis?» (Is 43, 18-19).

Las cartas desde la prisión han ejercido una influencia decisiva en la teología de la posguerra y han abierto nuevos caminos en el diálogo del cristianismo con la modernidad, bloqueado desde siglos atrás. La publicación de la correspondencia entre los novios Dietrich y Maria revela de manera diáfana el rico mundo de los sentimientos que entran de lleno en la reflexión y el compromiso político de Bonhoeffer. No es posible estudiar el pensamiento del teólogo sin tener en cuenta su experiencia del amor, o mejor, del enamoramiento.

Hace 80 años, los nazis asesinaron al teólogo Dietrich Bonhoeffer -- Ralf Bosen

 


Redes Cristianas

Fuente: Observatorio eclesial
En la mañana del 9 de abril de 1945, a Dietrich Bonhoeffer lo sacaron de su celda en el campo de concentración de Flossenbürg, en Baviera, para ser ejecutado. Apenas unas horas antes, el pastor protestante había estado orando con sus compañeros de prisión.
Su última frase registrada fue: «Este es el final; para mí, el comienzo de la vida». Fue ahorcado justo un mes antes del colapso definitivo de la dictadura nacionalsocialista en la Segunda Guerra Mundial.

Venerado, pero también utilizado Bonhoeffer se opuso al régimen de Adolf Hitler no conarmas, sino con palabras, hechos y una fe firme: depredicador se convirtió en conspirador.
Su obra y persona son veneradas, interpretadas yapropiadas en todo el mundo por teólogos liberales, ac-
tivistas de derechos humanos, demócratas, activistas de izquierda, conservadores, pero también por ultrade-rechistas, teóricos de la conspiración y partidarios na-
cionalistas cristianos del presidente estadounidense,
Donald Trump.

Pero ¿por qué lo invocan grupos tan diferentes? ¿Qué
defendía realmente Bonhoeffer con su pensamiento y
su mensaje?

Dietrich Bonhoeffer nació en Breslau en 1906, hijo de
una familia rica e intelectual. Decidió estudiar teología.
En EE. UU., en 1930/31, se familiarizó con el movimien
to por los derechos civiles de los afroamericanos y se
dio cuenta de que la fe no era sólo una convicción per-
sonal, sino que también consistía en oponerse activa-
mente a las injusticias.

«Bonhoeffer estaba convencido de que los cristianos
compartimos la responsabilidad no solo sobre nosotros
mismos, sino también sobre los demás y el mundo, (…)
especialmente hacia los más débiles?, explica a DW el
profesor Florian Höhne, primer presidente de la sección
alemana de la Sociedad Internacional Bonhoeffer (IBG).

De teólogo a luchador de la resistencia
De regreso en Alemania, Bonhoeffer observó cómo la
Iglesia se adaptaba al Estado nazi, pastores y clérigos
juraban lealtad a Hitler. Bonhoeffer se unió a la «Iglesia
Confesante», un movimiento de oposición de los cristia-
nos protestantes. Fue fundada en 1934 como reacción
a los esfuerzos de los nazis para controlar la Iglesia
protestante,

Con el tiempo se convirtió en parte de una conspiración
contra Hitler. A partir de 1939, trabajó para la agencia
de contraespionaje del Ejército alemán y, en secreto,
fue intermediario de la resistencia.

Planes para derrocar a Hitler y esperanza de paz
Bonhoeffer asumió dos papeles en la resistencia: «Utili-
zó sus contactos con iglesias cristianas y comunidades
religiosas en el extranjero para intercambiar información
y que los aliados conocieran los planes golpistas. Y ne-
gociar opciones para el período posterior, para recibir una señal de los aliados de que aprobaban esos planes golpistas
y no simplemente continuarían la guerra después, que estaban dispuestos a negociar la paz?, explica Höhne.

Su segunda tarea era «actuar como pastor de sus
conspiradores y asesorarlos en conflictos de concien-
cia». Pero las conexiones de Bonhoeffer con la resis-
tencia fueron descubiertas y la Gestapo lo arrestó el 5
de abril de 1943. Estuvo dos años en prisión, sin juicio
regular, hasta su ejecución. Allí escribió textos teológi-
cos y sociopolíticos.

Un patrimonio con múltiples facetas
Después de la guerra, Bonhoeffer se convirtió en un
ícono, modelo de fe, de no darse por vencido, de ac-
tuar. Muchos de sus libros se convirtieron en éxito de
ventas internacionales, e incluso se filmó una película
sobre su vida.

Pero mientras los teólogos liberales, los demócratas y
los activistas de derechos humanos lo celebran como
un luchador por la justicia social y la responsabilidad
cristiana, los círculos conservadores de ultraderecha y
los nacionalistas cristianos, sobre todo, en Estados
Unidos, lo veneran como un pionero contra un Estado
supuestamente extralimitado.

Los nacionalistas cristianos ven a su nación como ele-
gida por Dios y quieren imponer políticamente su visión
muy conservadora de los valores cristianos.

Sobre todo, para los partidarios de Trump, Bonhoeffer
es un símbolo de rebelión contra el llamado Estado pro-
fundo: la idea de que existe una estructura de poder
secreta detrás de un gobierno oficial, que controla la
política y la sociedad.

Algunos establecen paralelismos entre su lucha contra
Hitler y su propia oposición al aborto, los derechos
LGBTQ o las regulaciones de vacunación.
Descendientes se resisten a la apropiación de Bonhoeffer

Teólogos de EE.UU. y Alemania, descendientes de
Bonhoeffer y la Sociedad Internacional Bonhoeffer
(IBG) se oponen firmemente a esta apropiación. En una
carta abierta de octubre de 2024, el IBG denunció que
la vida y la obra de Bonhoeffer estaban siendo utiliza-
das cada vez más, especialmente por los nacionalistas
cristianos, para legitimar la violencia política.

«Bonhoeffer era un pacifista cristiano, que sólo conside-
raba la posibilidad de la violencia tras una lucha inten-
sa. Pero su pensamiento estaba marcado por la bús-
queda de la paz y la cuestión de qué une a los cristia-
nos más allá de las fronteras nacionales?, subrayó
Höhne.

Höhne considera que la influencia de Bonhoeffer tiene
sus raíces en su fascinante biografía, que inspira más
allá de las fronteras políticas, teológicas e ideológicas,
sobre todo, porque defendió sus convicciones con su vida.
(es-us.noticias.yahoo.com) 07/04/2025

Cristina Moreira, sacerdotisa: «Algo me dice que falta poco, que se está acelerando el proceso. Si es de Dios, será”


Religión Digital

Una vida de Pasión: Cristina Moreira oficia en la Comunidade cristiá do Home Novo de A Coruña
Muy pronto, la pequeña Cristina comenzó a darse cuenta de que, en su tradición católico-romana, sólo había una forma de hacer realidad su sueño: hacerse cura. Pero eso era impensable
“Y sí, pasión, en todos sus significados -también la que conduce al calvario-, con lo que conlleva de amor total e incondicional; pasión por el Sentido sin el cual mi vida no tendría sentido; pasión al precio que sea y pasión para compartir, sin límites ni frenos, hasta donde Dios y la vida me dejen vivirla” Ver noticia 

Gracias, Cardenal Cobo: el Evangelio aún respira en la Iglesia


“No opriman al extranjero. Ustedes saben lo que es ser extranjero, porque extranjeros fueron en Egipto” (Éxodo 23,9)

Mientras miles de hermanos y hermanas cruzan mares y desiertos huyendo del hambre, la esclavitud sexual, la guerra o la miseria más atroz, algunos obispos se permiten levantar la voz no para consolar, sino para condenar. En los últimos tiempos, hemos escuchado declaraciones preocupantes —por no decir escandalosas— de figuras eclesiásticas como el arzobispo Jesús Sanz Montes, que han preferido sembrar el miedo en lugar de la esperanza, y levantar muros en vez de tender puentes.

Frente a esta actitud de rechazo, el cardenal José Cobo ha alzado la voz en el Foro de La Razón, recordando lo que nunca debió olvidarse: quien viene en patera no es un delincuente, es un ser humano que huye del infierno. Con palabras que huelen a Evangelio y no a ideología, José Cobo clamó por un pacto de Estado que afronte la realidad migratoria con dignidad, humanidad y justicia. “¿No la vamos a acoger? ¿En qué cabeza cabe?”, se preguntaba al relatar el caso de una joven que huía desde Nigeria de las llamadas “granjas de mujeres”.

La pregunta no es retórica. Es profundamente bíblica. Es la misma que Dios lanzó a Caín después del primer fratricidio de la historia: “¿Dónde está tu hermano?” (Génesis 4,9).

¿Cómo puede ser que algunos que se llaman discípulos de Cristo miren con sospecha, e incluso con desprecio, al extranjero? ¿Qué parte de “Fui forastero y me acogisteis” (Mateo 25,35) no han entendido?

La Escritura es clara. El mandamiento de acoger al migrante no es una sugerencia: es un mandato divino. El mismo Dios que se revela en el Éxodo como el libertador de los esclavos, exige al pueblo de Israel que nunca olvide su propia historia: “No maltratarás ni oprimirás al extranjero, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto” (Éxodo 22,21). En el Deuteronomio, incluso se ordena que el diezmo se destine al huérfano, a la viuda y al extranjero (Dt 14,29).

¿Y no es acaso Cristo mismo un migrante? Jesús nació en un establo porque “no había sitio para ellos en la posada” (Lc 2,7), huyó a Egipto con sus padres como refugiado político, y no tuvo “dónde reclinar la cabeza” durante su ministerio (Lc 9,58). ¿De verdad podemos mirar a los ojos a Cristo el Juez —cuando nos pregunte por los que murieron en el mar, por los que mendigan sin papeles en nuestras calles— y responder que “no sabíamos”?

Cobo lo dijo sin rodeos: “Nuestra Iglesia está cambiando, y está cambiando gracias a la migración”. Y tiene razón. Los que cuidan a nuestros mayores, los que recogen nuestra fruta, los que limpian nuestras casas y cocinan nuestros platos, son muchas veces personas sin papeles. ¿Y aún así hay voces que prefieren criminalizarlos antes que regularizar su situación? ¿Dónde queda entonces la justicia del Reino?

La migración no es una amenaza. Es una bendición. Es una oportunidad para redescubrir la catolicidad de una Iglesia que es madre de todos los pueblos, no solo de los “de siempre”. El Espíritu Santo no conoce fronteras, y sopla donde quiere. No seremos juzgados por nuestras declaraciones públicas, sino por el amor con el que tratamos al pequeño, al invisible, al migrante.

En un mundo polarizado y tentado por la indiferencia, la Iglesia debe ser testigo del amor que acoge, del abrazo que no discrimina, del pan que se comparte. Como dijo el papa Francisco, “todo migrante tiene un nombre, un rostro y una historia”. No son cifras, no son masas, no son “otros”. Son hermanos.

Frente a discursos duros, cobardes o directamente inhumanos, necesitamos pastores que hablen como Cristo, que “tengan entrañas” (Mt 9,36), que no teman ensuciarse las manos en el barro del mundo. Que lloren con los que lloran. Que abracen al que llega. Porque si no acogemos al extranjero, no estamos rechazando a un desconocido: estamos cerrando la puerta a Jesús.

Por eso, no podemos callar ante actitudes y palabras como las del arzobispo Jesús Sanz Montes y otros que, desde una posición eclesiástica privilegiada, promueven una visión excluyente, insensible y profundamente contraria al mensaje de Jesús. No es cristiano convertir al migrante en enemigo. No es evangélico alentar el miedo ni vestir la xenofobia con sotana. Esa línea ultra que algunos defienden con lenguaje piadoso es una traición al corazón del Evangelio.

Jesús no vino a fundar una Iglesia de poder, sino a anunciar el Reino de Dios: un Reino donde los últimos son los primeros, donde el extranjero es acogido como hermano, y donde nadie es descartado por su origen, su pobreza o su situación legal. Y cuando algunos obispos olvidan esto, no sólo están fallando a los migrantes: están negando al propio Cristo.

Crisis humanitaria en Sudán -- Waldo Gerardo Fernández

 


Alandar

En el mes de abril de 2023 la población sudanesa asistió al inicio de la lucha entre las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) que desencadenó el desplazamiento masivo de la población. Dos años de conflicto armado han llevado a Sudán a una de las mayores crisis humanitarias de la actualidad.Ver noticia

El conflicto que no cesa: la situación humanitaria en Palestina -- Raquel Martí


Cristianismo y Justicia

[Nota previa: La serie de artículos que presentamos bajo el epígrafe «Fe por los Derechos Humanos» se enmarca en el curso «Fe por los Derechos Humanos. La dignidad de las víctimas» (enero 2025), que tuvimos que suspender. Hemos pedido a cada una de las ponentes un artículo para el blog que condense el contenido de su sesión. El artículo que presentamos aquí se corresponde con la cuarta sesión del curso.]
Me dirijo a vosotros con un mensaje urgente que refleja la grave situación humanitaria que enfrentamos en la región de Cisjordania y Gaza, y más particularmente el sufrimiento de las comunidades palestinas que han sido despojadas de sus hogares y de su dignidad. Ver noticia 

LA RESIGNIFICACIÓN DEL VALLE DE CUELGAMUROS: SÁNCHEZ, ¿CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO?

col martell

 

Si valoramos con objetividad la reinstauración de la democracia en España, que en muchas latitudes se considera ejemplar, es evidente que hay dos asignaturas pendientes muy significativas en la recuperación de la normalidad democrática: el avance hacia la laicidad del Estado y el reconocimiento de la memoria histórica. Probablemente no son dos cuestiones tan distantes, aunque cada una tenga su propio contenido.

Respecto a la laicidad, el debate sobre la interpretación del Art. 16.3 de la Constitución supone un hándicap considerable, pues a pesar de que el Tribunal Constitucional ha equiparado en la práctica la “aconfesionalidad” del Estado, recogida en dicho precepto, con la concepción de Estado laico; otros han exhibido la mención específica a la Iglesia católica como un plus de prevalencia jurídico-política para la religión dominante sociológicamente, aunque cada vez menos, en nuestro país. Si a ello unimos la aprobación extra jurídica de los Acuerdos España/Santa Sede de 1979, la perspectiva de la laicidad ha quedado muy rebajada en el corpus jurídico vigente.

Por otra parte, el reconocimiento de la memoria histórica como una obligación legal del estado se produjo también demasiado tarde, pues hasta la Ley del gobierno Zapatero poco o nada se había avanzado, a pesar de los años transcurridos desde la Constitución de 1978, norma que abría las puertas a la consideración jurídica del problema. No obstante, la escasa financiación y la irrupción nuevamente del PP en el gobierno dejaron el proceso frustrado por otros cuantos años más.

Es ahora cuando la Ley 20/22 sobre Memoria Democrática del gobierno de coalición progresista la que ha retomado con vigor el tema y ha impulsado las actuaciones inherentes a la contemplación coherente del proceso, aunque todavía quede mucho por hacer, como ha señalado el propio secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martín,  en el acto sobre la conmemoración del derecho a la Verdad, celebrado en el congreso de los Diputados el pasado 31 de marzo.

En medio de este quehacer ha surgido el acuerdo entre el gobierno español y el Vaticano sobre la resignificación del valle de Cuelgamuros (antiguo Valle de los Caídos), donde subsiste un enclave religioso muy consistente. La presión eclesiástica ha llevado al ejecutivo en la figura del ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, a ceder un espacio estable a la comunidad benedictina y a la basílica para continuar su actividad en las instalaciones, lo que implica un serio revés a la nueva concepción de ese espacio tan sensible, que requiere la desacralización del proyecto.

No basta con que se haya prescindido del anterior superior de esa comunidad y de dos monjes más, por sus inclinaciones abiertamente fascistas, ni que vaya a convocarse un concurso de ideas sobre el proyecto del nuevo centro de memoria democrática. Es imprescindible que toda instancia religiosa salga de allí, pues no solo lo exige la lógica neutralidad e independencia del proyecto, sino que precisamente la religión fue un factor decisivo en la Guerra civil y no debe figurar en modo alguno en el nuevo enfoque del centro.

Por tanto, se opte por un planteamiento similar al museo del Holocausto de Berlín u otra fórmula semejante, es indispensable que desde la laicidad del estado democrático y desde el respeto más profundo a la memoria histórica se evite toda interferencia interesada para deformar un espacio por la Paz y la Memoria, que nos reconcilie con la verdad, la justicia y la reparación.

 

Fdo.: Ricardo Gayol, abogado

EL CRISTIANISMO, O ES RADICAL O NO ES CRISTIANISMO


col martell

 

El famoso aforismo de Alfred Loisy, “Jesús predicó el Reino de Dios y vino la Iglesia”, es hoy de absoluta actualidad. Y por ello, la pertinencia y necesidad de un libro como el de Juanjo Tamayo es evidente.

Cristianismo Radical (Madrid, Trotta, 2025) quiere ser una guía para comprender, de una vez por todas, qué es ser cristiano en un momento en que Evangelio y Religión, como recordaba nuestro querido y añorado Pepe Castillo, están más separados de lo que jamás habían estado. Fue precisamente Alejandro Sierra, ex-editor de Trotta, quien propuso al teólogo de Amusco (Palencia) la escritura de un libro sobre el cristianismo “liberado de las interpretaciones mitológicas y manipulaciones históricas posteriores y recuperando las dimensiones éticas del mismo más allá de las propias dimensiones religiosas”, y precisamente a él, como Maestro de Editores, le dedica Tamayo estas páginas.

En el prólogo, Leonardo Boff deja clara la voz autorizada de Juanjo Tamayo dentro del espectro de la cultura española como filósofo y teólogo, no sólo porque está libre de los controles doctrinales, sino porque siempre se muestra abierto al diálogo reflexivo y maduro con otros saberes y otras confesiones religiosas. Dice el teólogo brasileño que este autor “considera el acontecimiento cristiano no como una cisterna de aguas estancadas, sino como una fuente de aguas vivas de la que fluyen continuamente nuevas formas para afrontar los desafíos que se presentan actualmente en nuestro mundo extremadamente complejo. Tamayo comparece como el promotor más activo de la teología de la liberación en el marco de la situación europea”.

Afirma Tamayo, parafraseando a Karl Rahner, quien dijo que los cristianos del siglo XXI serán místicos o no serán cristianos, que el cristianismo, igualmente, o es radical o no será tal; pero con el término 'radical' no se refiere, en modo alguno, a fundamentalista, extremo o violento, sino que toma el término en su sentido originario: raíz. Por tanto, o esta tradición religiosa vuelve a su fuente originaria, que es la buena noticia de Jesús, o será una cosa bien distinta y, como decíamos antes, muy alejada de lo que hoy denominamos Iglesia Católica, que más bien se ha convertido, desde muchos sectores de la misma, en la aliada más fiel del poder político y económico, creando hasta una nueva forma de ser en la Iglesia, a la que Tamayo ha bautizado como Cristoneofascismo. Por eso, en este nuevo libro de este filósofo y teólogo, que hace ya el número noventa de su abundantísima bibliografía, nos propone un camino seguro para el retorno al evangelio teniendo siempre presentes las características particulares del espacio y el tiempo en que vivimos y que presentan, tanto en la actualidad como para el futuro, unos desafíos a los que tenemos que hacer frente sin dilación alguna.

Algunos de estos desafíos son los siguientes: erradicar la pobreza estructural y la creciente desigualdad reinante en nuestro mundo, la defensa de una verdadera Democracia participativa en la sociedad y particularmente en el interior de la propia Iglesia, la necesidad de un cristianismo contrahegemónico que se aleje definitivamente de la globalización neoliberal,  la defensa de un cristianismo feminista que deje de ser un oxímoron para la Iglesia católica y que elimine, de una vez por todas, el heteropatriarcado eclesial y que sobre todo, deje de decir idioteces como que la mujer no ha recibido el don del sacerdocio. Dios no es varón.

Insiste también en la propuesta de un pensamiento ecológico que comprenda que la Salvación es Salvación de todo el Cosmos y que tiene que comenzar por respetar la dignidad y los derechos del planeta que habitamos, la construcción de un cristianismo que critique severamente el crecimiento armamentístico y que se comprometa con una Paz duradera y que jamás legitime sistema de dominación alguno, la defensa de un espacio de diálogo intercultural de liberación junto a la legitimidad de las identidades étnicas en absoluta igualdad, el alejamiento del consumismo mercantilista que nos tiene esclavizados y que nos impide la comunicación con la dimensión espiritual que pertenece a nuestro ser más íntimo, un cristianismo que implemente la hermenéutica interreligiosa de la Liberación.

Esta tradición debe estar en la cabeza de la defensa de los Derechos Humanos y, por tanto, volver a ser un cristianismo evangélico y no dogmático y a la cabeza también del diálogo con la diferentes manifestaciones de increencia religiosa. Insiste también Tamayo en la necesidad de que sea hospitalario y samaritano, de la alteridad, que reconozca la pluralidad de los saberes y las diferentes formas de vivir. En definitiva, un cristianismo que proponga al ser humano de hoy la utopía firme de que otro mundo, mucho mejor que el que tenemos, es posible.

Tamayo afirma que tenemos que recuperar urgentemente los valores de Jesús el Galileo que son los que nos deben conducir a una plena humanidad en comunión con todo el cosmos. La radicalidad del Evangelio se encuentra en una buena noticia para los marginados y excluidos pero también en una mala noticia, como encontramos en el texto de Lucas, para aquellos que generan el sufrimiento, la injusticia y la insolidaridad. ¡Ay de vosotros...! dice Lucas, si ejercéis el poder para hacer crecer la desigualdad entre los seres humanos. Por cierto que la palabra 'poder', con la que una buena parte del pueblo de Dios identifica hoy a la Iglesia, sólo se pronuncia en los evangelios (y cito aquí a Jesús Peláez, ex-Catedrático de Filología Griega de la Universidad de Córdoba) cuando Jesús realiza alguna curación y para ello emplea los sentidos (mira, toca, escucha...). El poder, así, tiene que ser un poder salvífico y no un poder represivo como el que ejerce buena parte de la jerarquía católica actual.

Creo, como señalaba al principio, que se trata de un libro que llega en el momento oportuno y en una etapa de madurez de Juan José Tamayo. Jesús sólo nos llama, como escribió Bonhoeffer, a la Vida y no a poner los ojos en un nuevo sistema religioso dogmático y rígido que cierra toda posibilidad de pensamiento y que no tenga en cuenta el devenir de la historia. San Pablo ya afirmaba que convenía que hubiera disensiones para que el diálogo en busca de la Verdad no deje nunca de respetar el Misterio.

Estamos, sin duda, ante uno de los libros más originales y creativos del profesor Tamayo. Su lectura abre nuevos horizontes para el cristianismo del futuro.

 

Prof. Dr. Antonio J. Mialdea

Religión Digital

LA EUTANASIA, UN AUTOCIDIO

col koldo

 

Entiendo que podemos considerar la eutanasia como un autocidio, pero ni un suicidio ni un homicidio. El poder del Estado tiene el derecho y el deber de liberar el sufrimiento del Pueblo enviando a la juventud a una muerte segura. Muerte, o por suicidio (por fracaso emocional o desesperación), o por homicidio legal (matar al enemigo). Tal vez ambos con decoraciones. La guerra Rusia-Ucrania ya se ha cobrado a fecha del 23 de febrero de 2025, entre 167.194 y 234.669 hombres, según el bando. Unos 30 mil civiles (homicidios, ciertamente; suicidios también, pero ningún autocidio puesto que nadie quería la muerte propia ni la ajena). Dejemos a un lado la cantidad exacta, pero la edad se encuentra entre los 18 y 30 años. Una generación. Y, no ocurre nada. ¡¡¡Todo por la paz!!! Y pienso que ocurren muchísimas cosas: El suicidio como fracaso y el homicidio como venganza son dos actos inhumanos: No humanizan ni mucho menos. Y más cuando se sabe que las guerras son “negocio”... a pesar de que la Constitución del Estado Español, específicamente en el artículo 30, expone que “los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España”, esto plantea la cuestión ¿qué ciudadanos serán recluidos en caso de un conflicto armado que debiera participar? Y sin olvidar nunca que en las guerras actuales se matan a las generaciones del futuro. Y no se les consulta, sino todo lo contrario. Un derecho del poder del Estado a enviar a una muerte segura.

Pero, en cambio, cuando una persona con mente clara, inteligencia clara, con sentimientos claros y afectos maduros, decide que la vida ha tenido sentido o no quiere morir demente o no quiere sufrir inútilmente o no quiere alargar la vida puesto que no tiene sentido y decide “avanzar” el momento de morir; cree que seguir viviendo con forma degenerativa no es continuar una vida digna, ni cualitativamente humana; o siente que ya ha hecho una misión y quiere morir como Sócrates con coherencia, dignidad y despidiéndose de los alumnos, amigos, y familiar resulta que puede hacerlo legalmente. ¿Por qué?

Según la actual ley, supongamos que no por demasiado tiempo, quedan excluidos de penalización el equipo médico oficial; el resto, no. Pienso y entiendo quién toma una decisión de este cariz realiza un “autocidio”; además, la ley no debería penalizar en absoluto a quien está a su lado por ayudarle, si es necesario. ¿Que habría abusos? ¿Qué ley al principio no trae abusos? Pero poco a poco se va normalizando... Y ejemplos, a cantidades. Podríamos construir la definición de autocidio según la chatGPT: decisión consciente y voluntaria de una persona de poner fin a su vida de forma digna, con o sin asistencia médica, sin ser considerado un acto de violencia contra sí mismo ni contra los demás.

Hablamos de un tema de plena actualidad. Cuántas veces se oye decir a muchas personas: Dios mío, llévame, ¿qué hago aquí? U otros: No quisiera morir así. O: ¿Por qué sufrir y hacer sufrir sin necesidad? Esta visión se tiene en hospitales, geriátricos, soledad, familia y madurez. Simplemente, avanzar el momento de dejar de respirar, para sentirse libre o en otro nivel de conciencia, es ejercer un derecho de libertad, no un deber. Toda eutanasia es una opción personal que no hay que imponerla ni por ley ni por moral. Es la libertad frente a la muerte biológica, no de la vida.

Cuando un acto humaniza el fin de una vida, cuando uno es consciente de desear no vivir más y poder compartir el fin de su vida, que es avanzar el momento de morir, con los ojos abiertos, agradecido, amando la vida: ¿Es esto un acto que no humaniza? Lo que no humaniza al Estado del derecho y del deber es impedirlo o esperar a que uno no tenga ya conciencia de sí mismo/a, una enfermedad degenerativa o una demencia fuerte o que caiga en el Alzheimer o de otras situaciones. Entonces: paliativos… pero nunca, “una eutanasia”. Es decir, no gozar de una digna muerte, fruto de una digna vida, vivida en libertad interior.

¿Qué "Dios" permite esta deshumanización? ¿O no es, tal vez, un "dios" construido por la mente humana? ¿O un "dios" al servicio del miedo al poder del Estado de no poder decidir la muerte de sus súbditos? Se les envía a suicidarse como homicidar. Es la ley de la guerra, pero ¿humaniza?

Con esta reflexión intento que se vea la eutanasia como un acto de amor, de humanidad y dignificar la vida. Pero dejando claro que no es hablar ni de suicidio, que se puede considerar fruto de una enfermedad tanto física como mental, o fracasos emocionales o económicos. Es decir, el suicidio o darse a sí mismo/a la muerte como fracaso de la vida. Contra esto hay que luchar, educar. Y ahí entra, desgraciadamente, el suicidio de muchos adolescentes y gente problemática y algunos casos con problemas. Es necesaria una buena ayuda humana para hacerles ver la vida con otra mirada. Sin olvidar que el suicidio es una pandemia mundial. He oído decir que acontece un suicidio en el mundo cada minuto.

Como tampoco hablo del homicidio: matar a otro ser. Tampoco es humano, es muy inhumano. Matar por matar, matar por odio, matar por venganza, matar a la guerra, matar por no controlar el temperamento como en otros casos, no humaniza nada. Pero otra cosa es la ayuda a quien entiende y comprende que ha hecho una vida plena, que ve que no tiene sentir continuar la forma de vida que sufre ahora; ayudar a una persona así para que no espere una muerte "inhumana" o "no deseada", no es matar, sino ayudar a morir dignamente. ¿Qué "Dios" no querría este acto humano amoroso, de respeto, de confianza, de gratitud por la vida emprendida, vivida y poder dejarla con dignidad, con los ojos abiertos, con gratitud y con una oración de acción de gratitud?

Cómo debe ir cambiando el sentido de la muerte, y sería necesario añadir el adjetivo “biológica”. Cómo vivir la muerte que se acerca o que uno decide ponerle fin. La negación me hace recordar cuántas veces hemos oído decir: ¿Qué hago aquí? O hijo, ¡dame una píldora!! ¡¡¡¡O, no quisiera morir así!!!! El miedo a tomar una decisión de estar al lado de la persona que toma una decisión que es libre, voluntaria, espiritual, para amar la vida que es amar una “digna o buena muerte”: eutanasia.

No al suicidio, no al homicidio; pero sí un clamor a la eutanasia: avanzar el momento de morir, que no es dejar de vivir, sino terminar bien el vivir: autocidio. La muerte biológica, como nos enseña la historia y cualquier reflexión espiritual, no es un valor absoluto; ciertamente, un gran valor, pero siempre relativo.

Cito sólo un autor francés, Jacques Pohier, (1926-2007), teólogo y psicoanalista, que ha sido secretario y presidente (1984-1995) del ADMD y que publicó un libro: LA MUERTE OPORTUNA (1) … Un buen texto para comprender el cambio necesario de mentalidad. Al final del libro, menciona: Un punto de vista católico positivo a favor de la eutanasia voluntaria. Es siempre y muy claro una decisión libre del que la pide, y queda claro que nunca está impuesta.

Conlleva esta visión, en mi opinión, un trabajo interior de una nueva conciencia o modificación de mentalidad en la sociedad. ¿Quién es el Estado para negar una muerte digna, cuando envía a la guerra y la muerte es distanasia? Es necesario todo un trabajo mental en la sociedad; de ahí las asociaciones del DMD (el Derecho a Morir Dignamente) como tenemos aquí en Cataluña y otros lugares. Así como la necesidad del Documento de las últimas Voluntades Anticipadas (DVA) para no llevar inquietud a las personas que deben intervenir. O poder impedir que el amor (?) de un padre niegue la eutanasia a la hija que en plena y firme conciencia la pide.

Siento y pienso, en mi opinión, que, si un ser humano tiene plena conciencia de sí mismo según su propia antropología o vivir que la vida biológica, que es necesario vivir plenamente, es un despliegue de conciencia y al morir biológicamente, la Conciencia o la Vida continúa; u otra visión de totalidad de la vida humana aquí y ahora, ¿Qué sentido tiene prohibir una decisión plena y consciente de poder optar por decir: Ya he vivido bien y dignamente, y así deseo morir? ¡Qué buen encuentro, traspaso con la “Plenitud” o con “Dios amoroso”! La eutanasia es un acto de amor a vivir con dignidad el fin de la vida biológica; un autocidio. Así me lo narraba una persona que toda la familia apoyó cordialmente la decisión de su padre: Una paz en todos.

 

Jaume Patuel Puig (1935)

Pedapsicogogo

jpatuel@copc.cat

(1) POHIER, Jacques. LA MUERTE OPPORTUNE. Los droits de vivientes sur el fin de leur vie. Ed. Du Seuil. París, 1998. ISBN 2-02-034973-6.

ANTE EL LEÑO DE LA CRUZ

col kowalski

 

De esta recién herida lancinante

fresca y roja sangre se derrama,

ejemplar castigo de un sedicioso

que pretendió ser rey de los judíos.

No tolera el Imperio veleidades

de ningún rebelde pretencioso;

tampoco la casta sacerdotal

que nadie la ponga en entredicho.

Aquí el agua no se convierte en vino

ni la sangre en dulce ambrosía.

El martirio es descomunal fracaso

por mucha teología que se escriba.

Si en algo aprecias al nazoreo,

no mires este astillado leño;

no anida en él salvación alguna.

Si quieres de este asunto sacar

lección para tu vida preciosa,

mira el camino que acabó en la Cruz.

 

(Pedro Miguel Ansó Esarte, Puñetazo en la crisma, Uno editorial, 2025)

EN EL FUEGO DE LA LUZ. A RAFA REDONDO (1941-2025)


col kowalski

 

Te nos has ido “con las palmas al viento, sin otro asidero que el aire, donde alienta el Ser, mi verdadero hogar”.

Has sido compañero atento, testigo inspirado del Silencio, voz vibrante de la Presencia “del Testigo puro que en nuestro fondo alienta, late y clama por ser expresada”.

Has cumplido tu plena aspiración, la aspiración de todos los seres, el fotón, el fuego y el aire, la piedra y el agua, el tomate, el mirlo, el bonobo y el homo sapiens-demens que somos: “Optar por desertarse, despojarse de hogar y patria, para restituirse. Manto tejido de la Nada, urdimbre de mi resurrección. Vacío sudario de la muerte de la muerte”. “Ser Nadie, tan solo la oquedad donde lo Otro se aposenta”.

Eres por fin libre. “Libre ante el temor a la nada de la muerte, incapaz de arrebatar nuestra disposición a ser nada, el mínimo y dulce Francisco de Asís tenía un secreto: darlo todo. Sabía bien que su desasimiento, esa experiencia de Vacío, es la liberación, porque nadie, ni la muerte, puede arrebatar la presencia del Ser que habita en la misma muerte, en la elegida pobreza de optar por no ser nadie, por ser Nadie”.

Ya puedes “vivir la nada siéndola”. Ya no eres nadie. Ya eres Nadie. “Nada en nadie. Todo en Nadie”.

Has culminado el silencioso viaje al centro del ser en medio de todas sus turbulencias: “soltarse, rendirse, des-prenderse; des-aparecer, sin apenas dejar huella, mientras nuestro pequeño personaje arde en el fuego de la Luz”.

 

ASÓMATE A LAS PERIFERIAS. DE LA MANO DE ETTY HILLESUM Y LOS MONJES DE TIBHIRINE


col kowalski

 

El fin de semana del 28 al 30 de marzo tuve la suerte de poder asistir al Taller Espiritualidad en las periferias - Etty Hillesum y Christian de Chergé y sus compañeros: los monjes de Tibhirine, a cargo de Pepa Torres Pérez (religiosa, teóloga y educadora social. Activista en diferentes movimientos sociales vinculados especialmente con el feminismo y el trabajo por los derechos de las personas migrantes. Es miembro de la Red de Apoyo Interlavapíes y de la Red Myriam de espiritualidad ignaciana, entre otras asociaciones).

He vuelto con la palabra periferias dando rondando por mi cabeza y mi corazón.

Con mucha frecuencia se escucha esta palabra en los medios de comunicación, pero se habla de unas periferias muy específicas: las de los descartados de la sociedad: las personas que viven en la calle, los sintecho les llaman, o el sinhogarismo, palabras que suena a camuflaje de una terrible realidad. También los inmigrantes y refugiados moviéndose a países donde no son bien recibidos y viven con un estigma denominado los sinpapeles, que despersonaliza a la persona.

Al ver quiénes eran las personas que nos llevarían de la mano para adentrarnos en otras duras periferias, Etty Hillesum y los monjes de Tibhirine, me animé inmediatamente a apuntarme al Taller intuyendo cuánto pueden ayudarnos en estos tiempos violentos y amenazantes desde su espiritualidad, inmersos en las durísimas periferias donde  vivieron y que finalmente les llevaron a la muerte.

Quiero, lo primero, hacer una sencilla presentación de ellos que desde el pasado y violento siglo XX nos muestran que la espiritualidad tiene una presencia muy especial en situaciones hostiles, en tiempos de dolor extremo, de miedo, de duda…

Vivieron en medio del sinsentido sin dejarse vencer por el mal. “Ayúdame, Dios mío, a no apagarte en mí, a no apagarte en el mundo”, decía Etty. Y Christian: “Amar a todas las personas como futuras mariposas, y esto sin fronteras ni de espacio ni de tiempo”.

Lo que han dejado escrito nos llega a nuestros días, al 2025, como don gratuito para este tiempo donde la guerra, la violencia, la mentira y la internacional de odio acecha por todos lados, sin olvidar que la capacidad de engendrar muerte y destrucción en mucho mayor. Ellos pueden ayudarnos a en su experiencia de vida: no eran descartados de la sociedad pero vivieron en unas de las periferias más extremas. 

Etty Hillesum  nació en Holanda el 5 de enero de 1914 y murió Auschwith el 30 de noviembre de 1943, judía holandesa, no tuvo educación religiosa dentro de su familia. Estudio Derecho (hasta 1939) y posteriormente se inscribe también en psicología y en lenguas eslavas.

Dice de ella el escritor Abel Herzberg: “Tengo  la impresión de haber encontrado no sólo a una escritora de auténtica y, a menudo, estremecedora originalidad sino también a la testigo de un descubrimiento tanto más irrecusable por cuanto que nada, en su pasado, parecía prepararla para ello: el descubrimiento de la presencia de Dios en lo más íntimo de su interioridad personal, precisamente cuando, a la vez, se sabía destinada a compartir el destino de las víctimas de lo que ella misma designa como persecución sin precedentes de forma totalitaria, organizada a escala de masas, englobando toda Europa” (Etty Hillesum, Un itinerario espiritual, Amsterdam 1941 –Auschwitz 1943, Paul Lebeau, Ed. Sal Terrae),

Christian de Chergé y sus compañeros: los monjes de Tibhirine

Los monjes cistercienses del monasterio de N.S. de Atlas de Tibhirine (Argelia) fueron secuestrados en la noche del 26 al 27 de marzo de 1996 y decapitados el 21 de mayo del mismo año. Todos eran de nacionalidad francesa: Christian (59 años), Christophe (45 años), Luc (82 años), Michel (52 años), Celestin (62 años), Paul (57) y Bruno (52).

La violencia en aquellos años en Argelia provocó muchas muertes de extranjeros entre ellos los monjes de Tibhirine y otros religiosos y religiosas. Vivían insertados y relacionados son sus vecinos musulmanes ayudándose mutuamente. En la película “De dioses y hombres” (Xavier de Beauvois, 2010) se relatan los hechos.

Christian de Chergé (prior del monasterio), iniciaba lo que se ha considerado el Testamento de la comunidad con estas palabras:

“Cuando un A-Dios se vislumbra...

Si me sucediera un día -y ese día podría ser hoy-

ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento

a todos los extranjeros que viven en Argelia,

yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia,

recuerden que mi vida estaba entregada a Dios y a este país”.

(Martirio y consagración, Bernardo Olivera o.c.s.o, Publicaciones Claretianas 1999, pág.118)

Etty Hillesum y los monjes de Tibhirine tienen experiencias que compartir con nosotros en el mismo lenguaje que el nuestro, somos hijas e hijos del mismo tiempo.

Pepa Torres, en su exposición y en papel, nos hizo llegar citas de ellos que sirvieron para adentrarnos durante el tiempo del Taller en la espiritualidad desde las terribles periferias que vivieron sin dejarse hundir. Creo que sus vidas no fueron arrebatadas porque fueron donadas. Quizás se muestra que la vida espiritual es para ser llevada y donada cada instante de la vida… también en las periferias. Me retiro y les doy la palabra transcribiendo algunas citas.

Etty Hillesum nos comparte su experiencia:

“Qué grande es Dios mío la angustia interior de tus criaturas terrenas… Te doy gracias por haber hecho venir a mí a tanta gente con toda su angustia. Me están hablando con calma, sin tomar precauciones y de pronto se revela su angustia en toda su desnudez… Y tengo delante de mí a un pobre y pequeño ser humano, desesperado y preguntándose cómo va a seguir viviendo. No basta con predicarte, Dios mío, para exhumarte, para sacarte a la luz en los corazones de los otros es preciso dejar en el otro el camino que lleva a ti, Dios mío, y para hacerlo es preciso ser un gran conocedor del alma humana. (Diario 31/11/1941)

“Mil rosas rojas y amarillas se han abierto por completo. Mientras me hallaba sentada trabajando en aquel infierno, ellas seguían floreciendo en silencio. Y muchos me dicen: ¿Cómo puedes pensar todavía en las flores? (Diario 23/07/42)

“La  primera palabra que me viene a la mente es siempre Dios, que lo contiene todo y hace inútil todo lo demás. Toda  mi energía creadora se convierte en diálogos interiores contigo. El oleaje de mi corazón se ha vuelto más ancho,  más animado y más apacible a la vez, y tengo la impresión de que mi riqueza interior se incrementa sin cesar (…) No hay duda de que se producen milagros en la vida humana. Mi vida es una sucesión de milagros interiores”. (Diario 18/08/1943).  A los tres meses murió en Auschwith.

Los monjes de Tibhirine nos comparten desde su experiencia personal y comunitaria:

Hno. Christian: “No matarás a ti mismo, ni al tiempo (que pertenece a Dios) ni a la confianza. No matarás la muerte (trivializándola), al país, al otro, a la Iglesia. Los cinco pilares de la Paz son: la paciencia, la pobreza, la presencia, la oración y el perdón”.

Hno. Luc: “Tibhirine ha resistido a la guerra, y ha resistido a los terroristas… es misterioso. Si mi muerte no es violenta ido que se lea la parábola del Hijo pródigo y se diga la Oración de Jesús. Después que me den un vaso de champaña, si la hay, para decir A-Dios a este mundo… antes del vino nuevo”.

Hno. Christophe: “Te pido en este día la gracia de ser servidor y de dar mi vida. Aquí, en recate por la paz en rescate por la vida. Jesús, atráeme a tu gozo de amor crucificado”.

Hno. Michel: “Mártir, es una palabra tan ambigua aquí… Si algo nos pasa, aunque no lo deseo-, queremos vivirlo aquí, en solidaridad con todos los argelinos y argelinas que ya han pagado con sus vidas, solidarios con todos estos desconocidos e inocentes… me parece que Aquel que nos ayuda hoy a resistir es el que nos ha llamado. Permanezco profundamente maravillado”.

Hno. Bruno: “Aquí estoy ante ti, Dios mío… Aquí estoy, rico en miseria y en pobreza, cobarde al máximo. Aquí estoy ante ti, que eres sólo Amor y Misericordia”.

Hno. Paul: ¿Hasta dónde puede uno ir, para salvar propia la piel, sin correr el riesgo de perder la vida verdadera? Sólo uno conoce el día y la hora de nuestra liberación en Él. Estemos disponibles, para que Él pueda actuar en nosotros por medio de la oración y de la presencia amorosa a todos nuestros hermanos”.

Ahora en silencio toca soltarse de la mano de nuestra hermana Etty y nuestros hermanos monjes Tibhirine, e ir rumiando lo que nos dejaron escrito. Y tiene especial valor porque hoy las situaciones de violencia política, comercial y medioambiental están a la orden del día y en todos los ámbitos pagan siempre los mismos.

Mientras acababa este escrito he leído una entrevista (EL MUNDO 31 marzo 2025, redactor Pedro Simón) a un buen amigo mío, Juan José Aguirre ("Juan José Aguirre, el misionero que vivó el horror", Pedro Simón, El Mundo, 31 marzo 2025), misionero comboniano y obispo de Bangassou (República Centroafricana), en la que el periodista, después de escuchar las situaciones de extrema violencia en las que se ha visto envuelto, le pregunta: “¿Por qué elegir vivir así? Contesta: “Porque Dios me quiere ahí. Porque él también lo haría. Creo que hay que poner una pincelada de ternura allí donde hay una extrema violencia”.

Aprendo de ellos, los que ya se fueron y los que siguen viviendo en periferias que sólo la espiritualidad puede mantener la vida viva, activa y entregada, contagiándola alrededor.

 

Mari Paz López Santospazsantos@pazsantos.com

ECLESALIA, 11/04/25