FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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jueves, 30 de julio de 2020

¿Qué está pasando en la diócesis de Cádiz-Ceuta?

ATRIO

  

Hay que decirlo alto y claro. Algo grave está pasando en la diócesis de Cádiz y Ceuta.

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El sentido

ATRIO

Tras un recorrido a las sugerencias recibidas y a lo publicado hoy, elijo resaltar este breve artículo de REMEI MARGARIT, psicóloga y escritora, publicado en “La Vanguardia “ el 24/07/2020. Nos lo había sugerido hace unos días Juan G. Caselles y veo que con sencillez y claridad Margarita centra la tarea que nos debe ocupar, antes, en y después de la Covid-19: encontrar el sentido de nuestra propia vida. AD.

      Los humanos somos una especie sociable. Nos necesitamos los unos a los otros para vivir, sin los otros nos habríamos extinguido ya hace miles de años. Llegamos a este mundo sin saber por qué, ni por dónde debemos ir, ni qué tenemos que hacer. Recién nacidos, necesi­tamos la ayuda de los padres o de los que hacen su función, tanto desde el punto de vista de la alimentación corporal s como también desde el punto de vista afectivo y del conocimiento. Y cuando ya tenemos nuestro propio conocimiento, nos damos cuenta de que hemos de hablar con los demás del nuestro y otros entornos; primero, para expresarnos y después para sentirnos comunicados, como en una red de afectos y de responsabilidades mutuas.

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Francisco: “El coronavirus es una señal de alarma para despertar y escuchar el grito de los pobres”


Religión Digital

Papa Francisco 12

“Es un tiempo de prueba y elección para que podamos orientar nuestras vidas de una manera renovada a Dios, nuestro apoyo y nuestra meta”
“El peligro de contagio de un virus debe enseñarnos otro tipo de ‘contagio’, el del amor, que se transmite de corazón a corazón”
El coronavirus, como una tormenta ha desenmascarado la vulnerabilidad del hombre y su necesidad de redención. Nos ha colocado ante “interrogantes fundamentales sobre la felicidad” y “sobre el tesoro de nuestra fe cristiana”, escribe el Papa Francisco en el prefacio del libro “Comunión y Esperanza”, del cardenal Walter Kasper y el sacerdote Gerge Augustin, publicado por la Librería Editora Vaticana, informa este martes 28 de julio Vatican News.
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Lo que hace la mano derecha y la izquierda


Gabriel Mª Otalora

Punto de encuentro

El evangelio está lleno de indicaciones sorprendentes, por lo novedosas, para quien las lee con el corazón abierto a la escucha. Da igual si estamos en el siglo de los iluministas, en el Medioevo o en pleno siglo XXI. Dios es siempre novedad y aliento fresco que nos invita al crecimiento y a la madurez integral. Pues bien, me he fijado en un pasaje en el evangelio de Mateo no es menor sobre el mensaje que atesora.
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El Tribunal de Cuentas constata que el Estado no controla a qué destina la Iglesia el dinero que recibe del IRPF


eldiario

obispos

El informe definitivo del organismo apunta a que no existe control sobre el uso de los fondos provenientes del IRPF ni de las exenciones fiscales y que eso impide saber si la Iglesia es capaz de autofinanciarse
El Estado no tiene capacidad para fiscalizar el dinero de la Iglesia católica. Esta es la principal conclusión de un informe del Tribunal de Cuentas al que ha tenido acceso elDiario.es. En sus conclusiones se constata cómo “la Iglesia elabora la memoria con sus propios criterios, ante la ausencia de otros acordados o establecidos en la normativa estatal respecto a su contenido, de forma que constituye más una memoria de actividades de la propia Iglesia que una memoria justificativa”, que era a lo que los obispos se comprometieron cuando en 2006 vieron incrementado su porcentaje de la ‘X’ de la Renta del 0,52 al 0,7%.
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Domingo 2 de Agosto 18º Ordinario


La segunda parte del libro de Isaías, a la que pertenece la primera lectura de la liturgia de este domingo nos invita a hacer una valoración experiencial y sapiencial de la Palabra de Dios. Esta pequeña exhortación “cierra” los capítulos anteriores, desde el 40 hasta el 55, y ofrece una poderosa clave de lectura para comprender toda la segunda parte del libro. Además termina con el famoso texto que compara la Palabra de Dios con la lluvia vivificadora (Is 55,10-11). IR A LA PÁGINA

La Sociedad de Amigos del País de Vejer acusa a monseñor Zornoza de llevarse el dinero de capellanías, tierras y casas de los donantes de la parroquia


Religion Digital

Zornoza2

Carta abierta de cinco de sus miembros al obispo de la diócesis de Cádiz-Ceuta
“Solo La Peñuela, donde hay instalada una planta fotovoltaica, produce al mes más de ocho mil euros”
“Esta actuación es ajena a la voluntad de los donantes y deja a nuestra Parroquia pobre y sin medios ni para cambiar un cristal”
“Nadie en Vejer dejará en adelante ni un euro a la parroquia”
“¿Es lógico esto, Sr. Obispo, o es mejor callar y callar como si el pueblo de Vejer fuera tonto y ciego?”
“Nuestro pueblo merece saber y solo vuestra Eminencia, como Pastor, debe darnos la respuesta y, en términos castizos de buen agricultor, mezclar la parva”
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¿Es necesario creer en Dios para ser una buena persona? Las encuestas hablan…

Enviado a la página web de Redes Cristianas

ALETEIA
Una investigación mundial del Pew Research Center arroja grandes diferencias sobre la necesidad de Dios para ricos y pobres

El asunto es el siguiente: ¿puede ser una persona moralmente buena sin necesidad de creer en Dios?. Eco decía que sí, y apelaba a la ética del otro; el cardenal Martini, sin negar ni denostar la postura del autor de El Nombre de la Rosa, le decía que en cuestiones como el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la ética tropieza y solo la fe en Dios le da consistencia a una moral de la dignidad del otro.

Pero, ¿qué dice sobre esto la gente de a pie de 34 países? El resumen de la investigación del Pew puede ser éste: las personas que viven en países ricos, particularmente en Europa, tienen mucho menos posibilidades de asociar la fe en Dios y la vida moralmente solvente.
En otras palabras, mientras mayor sea el nivel educativo (y el PIB per cápita que esto lleva consigo), más difícil le será a una persona entender que necesita a Dios para ser una buena persona. La brecha entre países ricos y países pobres es evidente.

Los dos extremos de entre los 34 países encuestados por el Pew Research Center fueron Kenia y Suecia. En el país con menor riqueza y menor ingreso (obviamente Kenia), 95 de cada 100 personas dijeron que sí es necesario creer en Dios para ser una persona moral, mientras que Suecia, uno de los países con mayor nivel de ingreso por persona en el mundo, solamente 9 de cada 100 así lo dijo.

La secularización avanza entre los ricos
Cabe señalar que la encuesta no hizo distinción de religiones, asociando, únicamente, la creencia en Dios y la moralidad de las personas. Y esa “brecha” no solo se da entre países, también entre ricos y pobres de países como Estados Unidos.

Independientemente de la observancia religiosa –resalta el estudio—una media de 62 por ciento de las personas en los países encuestados señalaron que la religión juega un papel importante en su vida; 61 por ciento afirma que Dios juega un papel importante en su vida y 53 por ciento dice algo similar sobre la oración.

Es de resaltar que desde 1991, el porcentaje de personas que dicen que Dios es importante para ellas se ha incrementado en Rusia y en Ucrania, mientras que lo opuesto ha ocurrido en el mismo lapso de tiempo en Europa occidental donde la secularización va en avance, a pasos agigantados. La encuesta encontró que en esa porción de Europa, la media es de 22 por ciento de las personas que piensan que Dios es necesario para ser moral.

Los países con más probabilidades de conectar a Dios con la bondad y con la moralidad son: Indonesia (98 por ciento), Filipinas (96), Kenia (95), Nigeria (93), Brasil, Sudáfrica y Túnez (84). Por el otro lado, los países menos propensos a ligar a Dios con la moral son: Suecia (9 por ciento), República Checa (14), Francia (15 ), Reino Unido (20) y los Países Bajos y España (22).

LO QUE TE SALVA NO ES COMER EL PAN CONSAGRADO

col fraymarcos

Mt 14,13-21

Seis veces se narra en los evangelios este episodio. Jesús da de comer a una multitud en despoblado. Es seguro que algo muy parecido, pasó en realidad y probablemente más de una vez. Pero lo que pasó no tiene ninguna importancia, porque se trata de un relato simbólico. Lo importante es lo que nos quieren decir al contarnos esta historia. Las circunstancias de tiempo y lugar son datos teológicos, que nos tienen que acercar, no a un conocimiento discursivo y racional sino a una profunda vivencia religiosa.

Con los conocimientos exegéticos que hoy tenemos, no podemos seguir entendiendo este relato como multiplicación milagrosa de unos panes y peces. Es más, entendido como un milagro material, nos quedamos sin el verdadero mensaje del evangelio. Podíamos decir que es una parábola en acción. También hacen falta “oídos” y “ojos” bien abiertos para entenderla. El punto de inflexión del relato está en las palabras de Jesús: dadles vosotros de comer. Jesús sabía que eso era imposible. Parece ser que no entraba en los planes del grupo preocuparse de las necesidades materiales de los demás.

No podemos seguir hablando de un prodigio que Jesús lleva a cabo gracias a un poder divino. Si Dios pudo hacer un milagro para saciar el hambre de los que llevaban un día sin comer, con mucha más razón tendría que hacerlo para librar hoy de la muerte a millones de personas que están muriendo de hambre en el mundo. Tampoco podemos utilizar este relato como un argumento para demostrar la divinidad de Jesús. El sentido de la vida de Jesús salta hecho añicos cuando suponemos que era un ser humano, pero con el comodín de la divinidad guardado en la chistera y que podía utilizar a capricho.

En ninguno de los relatos se dice que los panes y los peces se multiplicaran. Realmente fue un verdadero “milagro”, que un grupo tan numeroso de personas compartiera todo lo que tienen hasta conseguir que nadie quedara con hambre. Hay que tener en cuenta que en aquel tiempo no se podía repostar por el camino, todo el que salía de casa para un tiempo, iba provisto de alimento para todo ese tiempo. Los apóstoles tenían cinco panes y dos peces; seguramente, después de haber comido ese día. Si el contacto con Jesús y el ejemplo de los apóstoles les empujó a poner cada uno lo que tenían al servicio de todos, estamos ante un ejemplo de respuesta a la generosidad que Jesús predicaba.

Con frecuencia, en la Biblia se hace referencia a los tiempos mesiánicos como banquete. El mismo Jesús se dejaba invitar por las personas importantes. Él mismo organizaba comidas con los marginados; esa era una de las maneras de manifestarles su aprecio y cercanía. La más importante ceremonia de nuestro culto cristiano está estructurada como una comida. Que todo un día de seguimiento haya terminado con una comida no nos debe extrañar. Lo verdaderamente importante es que en esa comida todo el que tenía algo que aportar, colaboró, y el que no tenía nada, se sintió acogido fraternalmente.

Si tenemos “ojos” y “oídos” abiertos, en el mismo relato podemos hallar las claves para una correcta interpretación. Los discípulos se dan cuenta del problema y actúan con toda lógica. Como tantas veces decimos o pensamos nosotros, se dijeron: es su problema, ellos tienen que solucionárselo. Jesús rompe con esta lógica y les propone una solución mucho menos sensata: “dadles vosotros de comer”. Él sabía que no tenían pan para tantas personas. Aquí empieza la necesidad de entenderlo de otra manera. No se trata de solucionar el problema desde fuera sino de provocar la generosidad y el compartir.

Recordar algunos datos nos ayudará a comprender el relato más ajustadamente. Junto al lago, los alimentos básicos de la gente, eran el pan y los peces. Los libros de la Ley eran cinco; y dos el resto de la Escritura: Profetas y Escritos. El número siete (5+2) es símbolo de plenitud. También el número de los que comieron (cien grupos de cincuenta) es simbólico. Los doce cestos aluden a las doce tribus. Es el pan compartido el que debe alimentar al nuevo pueblo de Dios. La mirada al cielo, el recostarse en la hierba… Ya tenemos los elementos que nos permiten interpretar el relato, más allá de la letra.

El verdadero sentido del texto está en otra parte. La dinámica normal de la vida nos dice que el “pan”, indispensable para la vida, tenemos que conseguirlo con dinero; porque alguien lo acapara y no lo deja llegar a su destino más que cumpliendo unas condiciones que el que lo acaparó impone: el “precio”. Lo que hace Jesús es librar al pan de ese acaparamiento injusto. La mirada al cielo y la bendición son el reconocimiento de que Dios es el único dueño y que a Él hay que agradecer el don. Liberado del acaparamiento, el pan, imprescindible para la vida, llega a todos sin tener que pagar un precio por él.

Jesús, nos dice el relato, primero siente compasión de la gente, y después invita a compartir. Jesús no pidió a Dios que solucionara el problema, sino que se lo pidió a sus discípulos. Aunque en su esquema mental no encontraron solución, lo cierto es que, todo lo que tenían lo pusieron a disposición de todos. Esta actitud desencadena el prodigio: La generosidad se contagia y produce el “milagro”. Cuando se dejan de acaparar los bienes, llegan a todos. Cuando lo que se acapara son los bienes imprescindibles para la vida, lo que se está provocando es la muerte. Los hombres no deben actuar de manera egoísta.

Curiosamente hoy son la primera y la segunda lectura las que nos empujan hacia una interpretación espiritual del evangelio. Los interrogantes planteados en las dos primeras lecturas podrían ser un buen punto de partida para la reflexión de este domingo. La primera nos advierte que la comida material, por sí misma, ni alimenta ni da hartura espiritual. Solo cuando se escucha a Dios, cuando se imita a Dios se alimenta la verdadera Vida. En la segunda lectura nos indica Pablo, donde está lo verdaderamente importante para cualquier ser humano: el amor que Dios nos tiene y se manifestó en Jesús.

Después de un día con Jesús, el pueblo fue capaz de compartir lo poco que tenían: unos pedazos de pan duro, y unos peces resecos. Ese es el verdadero mensaje. Nosotros, después de años junto a Jesús, ¿qué somos capaces de compartir? No debemos hacer distinción entre el pan material y el alimento espiritual. Solo cuando compartimos el pan material, estamos alimentándonos del pan espiritual. En el relato no hay manera de separar el nivel espiritual y el material. La compasión y el compartir son la clave de toda identificación con Jesús. Es inútil insistir porque es el tema de todo el evangelio.

No olvidemos que la eucaristía comenzó como una comida en que todo se compartía. Cada vez que se comparte el pan, se comparte la Vida y se hace presente a Dios que es Vida-Amor. No hay otra manera de identificarnos con Dios y de acercar a Dios a los demás. La eucaristía es memoria de esta actitud de Jesús que se partió y repartió. Al partirse y repartirse, hizo presente a Dios que es don total. El pan que verdaderamente alimenta no es el pan que se come, sino el pan que se da. El primer objetivo de compartir no es saciar la necesidad de otro, sino manifestar la Unidad entre todos.

 

Meditación

La clave del mensaje de Jesús es la compasión.

PANDEMIA Y EUCARISTÍA

col sicre

 

DOMINGO 18. CICLO A

Durante estos meses de pandemia, muchas personas se han visto en la imposibilidad de comulgar. Las lecturas de este domingo pueden ayudarles a comprender mejor y valorar más el don de la eucaristía.

Un alimento gratuito frente a otros caros que no sacian (Isaías 55,1-3)

«¿Tiene hambre o sed? Entre y compre sin pagar». «No vaya a la tienda de enfrente; sus productos son caros y no alimentan?». «Entre y coma gratis platos sustanciosos». Ni el supermercado más agresivo haría una propaganda como esta: lo llevaría a la ruina.

Pero este breve pasaje del libro de Isaías, contraponiendo un alimento espléndido y gratuito a otro caro e insustancial, nos ayuda a pensar en nuestras dos fuentes de alimentación: la física y la espiritual, la comida ordinaria (que cuesta y solo sacia unas horas) y la eucaristía (gratuita y que alimenta hasta la vida eterna). ¿Valoramos adecuadamente la segunda? ¿La hemos echado de menos durante estos meses?

Jesús alimenta gratuitamente a su comunidad (Mateo 14,13-21)

Cuando los discípulos de Juan Bautista le comunican a Jesús la muerte de su maestro, se retira en barca a un sitio apartado. No va en busca de Herodes a denunciarlo. Huye, para poder seguir cumpliendo su misión. Lo sigue mucha gente de todos los pueblecillos, siente lástima y cura a los enfermos. Al caer la tarde, multiplica los panes para alimentar a una gran multitud formada por cinco mil varones acompañados de mujeres y niños. ¿Cómo hay que interpretar este episodio?

Problemas de la interpretación puramente histórica

Podríamos entender el relato como el recuerdo de un hecho histórico que demostraría el poder de Jesús y la bondad de Jesús: no solo cura a los enfermos sino que se preocupa también por las necesidades materiales de la gente. Esta interpretación histórica encuentra grandes dificultades cuando intentamos imaginar la escena.

Se trata de una multitud enorme, quizá diez o quince mil personas, si incluimos mujeres y niños, como indica expresamente Mateo. Para reunir esa multitud tendrían que haberse quedados vacíos varios pueblos de aquella zona.

La propuesta de los discípulos de ir a los pueblos cercanos a comprar comida resulta difícil de cumplir: harían falta varios Hipercor y Alcampo para alimentar a tanta gente.

Aun admitiendo que Jesús multiplicase los panes, su reparto entre esa multitud, llevado a cabo por solo doce camareros (a unas mil personas por cabeza) plantea grandes problemas.

¿Cómo se multiplican los panes? ¿En manos de Jesús, o en manos de Jesús y de cada apóstol? ¿Tienen que ir dando viajes de ida y vuelta para coger nuevos trozos cada vez que se acaban?

¿Por qué no dice nada Mateo del reparto de los peces? ¿Es que éstos no se multiplican?

Después de repartir la comida a una multitud tan grande, ya casi de noche, ¿a quién se le ocurre ir a recoger las sobras en mitad del campo?

¿Cómo es posible que nadie se extrañe de lo sucedido?

Estas preguntas, que parecen ridículas, y que a algunos pueden molestar, son importantes para valorar rectamente lo que cuenta Mateo. ¿Se basa su relato en un hecho histórico, y quiere recordarlo para dejar claro el poder y la misericordia de Jesús? ¿Se trata de algo inventado por el evangelista para transmitir una enseñanza?

Problema de la interpretación racionalista y moralizante

En el siglo XIX, por influjo especialmente de la 

La interpretación simbólica y eucarística

A la comunidad de Mateo este episodio no le resultaría extraño. Con su conocimiento del Antiguo Testamento vería en el relato la referencia clarísima a dos pasajes bíblicos.

En primer lugar, la imagen de una gran multitud de hombres, mujeres y niños, en el desierto, sin posibilidad de alimentarse, evoca la del antiguo Israel, en su marcha desde Egipto a Canaán, cuando es alimentado por Dios con el maná y las codornices gracias a la intercesión de Moisés.

Hay también otro relato sobre Eliseo que les vendría espontáneo a la memoria. Este profeta, uno de los más famosos de los primeros tiempos, estaba rodeado de un grupo abundante de discípulos de origen humilde y pobre. Un día ocurrió lo siguiente:

«Uno de Baal Salisá vino a traer al profeta el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo:

            - Dáselos a la gente, que coman.

            El criado replicó:

            - ¿Qué hago yo con esto para cien personas?

            Eliseo insistió:

            - Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.

            Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor"

            (2 Reyes 4,42-44).

Cualquier lector de Mateo podía extraer fácilmente una conclusión: Jesús se preocupa por las personas que le siguen, las alimenta en medio de las dificultades, igual que hicieron Moisés y Eliseo en tiempos antiguos. Al mismo tiempo, quedan claras ciertas diferencias. En comparación con Moisés, Jesús no tiene que pedirle a Dios que resuelva el problema, él mismo tiene capacidad de hacerlo. En comparación con Eliseo, su poder lo sobrepasa también de forma extraordinaria: no alimenta a cien personas con veinte panes, sino a varios miles con solo cinco, y sobran doce cestos. La misericordia y el poder de Jesús quedan subrayados de forma absoluta.

Sin embargo, aquellos lectores antiguos se preguntarían qué sentido tenía ese relato para ellos. Porque su generación no podía beneficiarse del poder y la misericordia de Jesús para saciar su hambre en momentos de necesidad. Y sabían que otros muchos contemporáneos de Jesús habían pasado hambre sin ser testigos de ningún milagro parecido. En el fondo, la pregunta es: ¿sigue saciando Jesús nuestra hambre, nos sigue ayudando en los momentos de necesidad?

Aquí entra en juego un aspecto esencial del relato: su relación con la celebración eucarística en las primeras comunidades cristianas. Es cierto que estos detalles no pueden exagerarse. Por ejemplo, el levantar la vista al cielo y pronunciar la bendición antes de la comida era un gesto normal en cualquier familia piadosa. También era normal recoger las sobras. Sin embargo, Mateo ofrece un detalle importante: omite los peces en el momento de la multiplicación. Algunos autores se niegan a darle valor a este detalle. Pero es interesantísimo. Cuando se come pan y pescado, lo importante es el pescado, no el pan. Carece de sentido omitir la mención del alimento principal. Si se omite, es por una intención premeditada: acentuar la importancia del pan, con su clara referencia a la eucaristía. Porque en ella acontece lo mismo que en la multiplicación de los panes. Jesús la instituye antes de morir con el sentido expreso de alimento: «Tomad y comed... tomad y bebed». Los cristianos saben que con ese alimento no se sacia el hambre física; pero también saben que ese alimento es esencial para sobrevivir espiritualmente. De la eucaristía, donde recuerdan la muerte y resurrección de Jesús, sacan fuerzas para amar a Dios y al prójimo, para superar las dificultades, para resistir en medio de las persecuciones e incluso entregarse a la muerte.

Un cristiano de hoy debería sacar el mismo mensaje de este pasaje: Jesús se compadece de nosotros y manifiesta su poder alimentándonos con su cuerpo y su sangre, mucho más importante que la multiplicación de los panes y los peces. También podríamos sacar otras enseñanzas: la obligación de preocuparnos por las necesidades materiales de los demás, de poner a disposición de los otros lo poco o mucho que tengamos. Así, los benedictinos alemanes han querido recordar la preocupación de Jesús por los necesitados instituyendo en el sitio donde se recuerda la multiplicación de los panes un centro de atención a niños disminuidos físicos. Pero lo esencial del relato es lo que decíamos anteriormente.

Amor a Cristo y amor de Cristo (Romanos 8,35.37-39)

El evangelio habla de la compasión de Jesús, de su preocupación por nuestras necesidades físicas y materiales. Pablo, que experimentó ese amor, se pregunta si hay algo que pueda impedirle amar a Cristo, negarlo o traicionarlo. Enumera siete posibilidades, incluida la del martirio, y está convencido de que siempre saldrá victorioso gracias a «Aquel que nos ha amado». Porque el amor de Dios, manifestado en Cristo, es tan grande que ninguna realidad o criatura, por sublime y poderosa que parezca, podrá apartarnos de él.

 

DADLES DE COMER

comentario editorial

Una casa de Dios es el estómago vacío del pobre, y quien lo llena, llena también la voluntad de Dios

2 de agosto. DOMINGO XVIII DEL TO

Mt 14, 13-21

Jesús les respondió: No hace falta que se vayan, dadles vosotros de comer

Los discípulos no se acordaban ya, de las obras de misericordia, que Jesús había predicado no hacía mucho en el Montaña de las Bienaventuranzas

“Dad de comer al hambriento”

Como tampoco se acordaron de que se había subido a una montaña para que todo el mundo lo escuchara, y el viento, que soplaba entonces fuerte desde los cuatro puntos cardinales, llevaría sus palabras cuanto más lejos mejor

Este maravilloso compartir, es lo que hemos llamado la multiplicación de los panes en los cuatro evangelios, y en Marcos y Mateo por duplicado.

Dios es el dador por antonomasia, se repite en los Salmos 104, 27, 136, 25, y 145, 15, que ahora da en abundancia por medio de su enviado, siendo la generosidad parte de su reinado.

Jesús, que se ha negado al milagro fácil para satisfacer su hambre en el desierto, porque vive de la Palabra de Dios, re-parte ahora esa palabra al pueblo y recurre al milagro para darles también el pan

Un simbolismo que está sustentado en la realidad, pues una palabra que no lleve a dar también pan al hambriento, no es Palabra de Dios.

pan manos

La tradición, apoyada en la fórmula en la fórmula: “tomó los cinco panes…, alzó la vista del cielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a sus discípulos”, ha visto en este milagro la anticipación de la Eucaristía

Un pan que nos congrega en una misma mesa, no puede separarse del pan debido en justicia al pobre y necesitado. Un pan lleva al otro, y ambos hacen de la Eucaristía el alimento de vida eterna, que hace presente entre nosotros, aquí y ahora, el reinado de Dios.

En Mateo 14, 16, 

Les dieron, y todavía sobró bastante.

“Antes de dar al pueblo sacerdotes, soledad y maestros, sería oportuno saber si por ventura no se está muriendo de hambre”

Friderich Rückert decía, que

Un poeta y dramaturgo español, Miguel Hernández, nacido en Orihuela, lo cantó en este poema:

 

JORNALEROS

Jornaleros que habéis cobrado en plomo, 

Cuerpos de sometido y alto lomo:

Españoles que España habéis ganado 

Esta España, que nunca satisfecha