FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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martes, 19 de febrero de 2019

Eusebia Palomino - #SantidadSalesiana

APRENDIZAJES


col aleixandre art
“Mi padre no me enseñó a quererle. No supo enseñarme a quererle, pero cómo se hace eso”. Lo leo en Ordesa de Manuel Vilas, un libro que he leído hace poco en el que el autor gira en torno al recuerdo de sus padres. «De eso va el libro- afirma- , de esa cadena temporal en la que eres hijo para convertirte después en padre».
Creo que el texto de Lucas de este domingo nos da pie para pensar también: de esto va la vida cristiana, de “convertirnos en padres”. Al menos esa parece ser la convicción de Jesús: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Y cada creyente puede atreverse a decir: “Mi Padre, el Padre de todos, sí nos ha enseñado a quererle”
¿Cuál será el primer paso de nuestro aprendizaje? No hay otro que mirar a Jesús que decía: “Quien me ve a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9). Acercarnos a su Evangelio y descubrir cómo miraba él, qué decía, cómo escuchaba, cuáles eran los gestos de sus manos…
Tenemos por delante aprender del Accesible, del Cercano, del Próximo, del Experto en establecer contactos. Practicar ese modo de ser compasivo que incluye mostrarnos disponibles, eliminar distancias, buscar la proximidad, “poner cómoda” a la gente. En un mundo en el que la importancia de alguien está en proporción directa al número de barreras que hay que atravesar para llegar a él, mostrar que las puertas de la casa de nuestra vida quieren están abiertas para acoger.
Aprender también del Contemplativo, del Maestro de la Buena mirada, del Restaurador de famas, del Liberador de prisiones, del Rompedor de cepos, del Creador de nuevas identidades, del Juez sin más sentencia que la que le dicta el amor. Mirar a los demás con ojos de amigos de la vida, con miradas que no juzgan ni condenan, capaces de descubrir al niño que se esconde debajo del adulto endurecido; de ver en las personas que se nos acercan sus posibilidades escondidas; de decir un no tajante a las clasificaciones, a las cadenas que atan al pasado, a las sentencias que aprisionan. Especialistas en tachar etiquetas, derribar zulos, abrir ventanas, romper candados y cadenas.
Aprender compasión del Flexible, del Convencible, del Humilde, del Escuchador de otras opiniones, del Empático, del Dispuesto a salir de sus propias ideas y a descubrir a través de los otros la voz de Otro. La compasión tiene que ver con la elasticidad, la capacidad de acoger opiniones diferentes a las propias, de no considerar inamovible ninguna postura, de estar abiertos al Dios que puede dejar oír su voz más allá de las frecuencias en las que acostumbramos a sintonizarle. Ejercitarnos en una escucha de igual a igual, sin quedar atados a normas y juicios inamovibles, dispuestos a avanzar más allá de las fronteras al encuentro de la absoluta novedad del Dios libre e imprevisible.
Aprender del Conversador hábil, del Estratega inteligente, del Respetuoso que no acelera procesos, del Diseñador de encuentros interpersonales, del Pescador que espera, del Pastor que silba sin cansarse, del Interesado por la interioridad de sus interlocutores. Hacernos expertos en relaciones personales, en no emitir juicios morales de desaprobación o de reproche, en dirigirnos a los demás en un lenguaje que vaya dirigido a su corazón, convencidos de la existencia de un manantial secreto que brota de lo más hondo de cada persona como una buena noticia: el del Dios Padre que nos hermana a todos.
Hacernos aprendices del Engendrador de vida, del Comunicador de palabras de ánimo, del Médico que devuelve dignidad, fuerza y energía, del Perdonador de pecados, del Nuevo Adán que nos llama por nuestro verdadero nombre: “hijo” para adentrarnos en esa compasión suya que todo lo transforma.
Total acuerdo con lo que dice también Manuel Vilas en Ordesa: “Que te espere alguien en algún sitio es el único sentido de la vida, y el único éxito. (…) No existe la complejidad de la vida, eso es un engaño, vanidad nada más. Solo existen los seres queridos. Solo el amor.” 

CUANDO DESCUBRA QUE NO HAY ENEMIGO, PODRÉ AMAR A TODOS


col fraymarcos
Lc 6, 27-38
Seguimos con el sermón del llano de Lc. Después de las bienaventuranzas, nos propone otro de los hitos del mensaje evangélico: “Amad a vuestros enemigos”. Es el único dato que puede convencernos de que cumplimos la propuesta “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Tampoco es fácil entenderlo, mejor dicho, es imposible entenderlo si no se tiene la vivencia de unidad con Dios. Como programación o como obligación venida de fuera, nunca tendrá éxito, aunque el que lo proponga sea el mismo Dios. Que somos hijos de Adán (carnales) es evidente. Para ser hijos del Espíritu y dejarnos guiar por él, hay que nacer de nuevo.
Si sigo pensando que estas exigencias son demasiado radicales, es que no he entendido nada del mensaje evangélico; aún estás pensándote como individualidad separada y egótica; no te has enterado de lo que realmente eres. Es un planteamiento existencial, que va más allá de toda comprensión racional. Compromete al ser entero, porque se trata de dar sentido a toda mi existencia. Es verdad que desbarata el concepto de justicia del todo el AT y también el del Derecho Romano, que nosotros manejamos. Pagar a cada uno según sus obras o la ley del talión, quedan superadas; a años luz del “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.
El amor al enemigo es la única garantía de que está en nosotros el amor de Dios, el que nos pide Jesús en el evangelio. La falta de amor hacia uno solo de los seres humanos es la certeza absoluta de que nuestro Amor (ágape) es cero. Todo lo demás, sin ese amor al enemigo, es egoísmo camuflado, y nuestra vida espiritual será una farsa. Todo lo que normalmente llamamos amor no pasa de ser instinto, pasión, interés, amistad, que buscamos para potenciar el yo periférico, superficial. En el fondo no es más que egoísmo. Pero si anida en nosotros el más mínimo odio a una sola persona, entonces es evidente que estamos en las antípodas del evangelio. En esta materia no sirve de nada engañarnos a nosotros mismos.  
Debemos distinguir entre el enemigo sujeto activo: el que odia a otro y el enemigo objeto, el que es aborrecido. Normalmente ponemos la meta de nuestra moral en no hacernos enemigo de nadie, es decir, no odiar o aborrecer a nadie. Pero Jesús no se contenta con eso. El evangelio nos pide que debiéramos contestar con amor al odio expresado por el que nos tiene aversión y está haciendo todo lo posible por machacarnos. Tampoco se trata de que le tengamos simpatía o amistad. Los sentimientos son anteriores a nuestra voluntad y no podemos impedirlos. El texto griego dice “agapate”, imperativo de “agapao”. Ya sabéis que este verbo significa, para los primeros cristianos, el amor de Dios que se manifestó en Jesús. Se nos pide que amemos con el mismo amor con que Dios nos ama. Yo no puedo tener simpatía hacia el que me está haciendo daño, pero puedo considerar que hay algo en ese sujeto por lo que Dios le ama; y yo estoy obligado a considerar ese aspecto que me permita amarlo a pesar de su actitud y de sus actos.
Esto quiere decir que el amor que nos pide Jesús no está provocado por las cualida­des del otro, si no que es consecuencia exclusiva de una maduración personal. En la vida normal damos por supuesto que tenemos que amar a la persona amable; que debemos acercar­nos a las personas que nos pueden apartar algo. No es eso lo que nos pide el evangelio. Dios ama a todos los seres, no por lo que son, sino por lo que Él es. No porque son buenos, sino porque Él es bueno. Fijaos lo retorci­dos que somos los humanos, que en vez de entrar en la dinámica del amor gratuito y desinteresado de Dios, le hemos metido a Él en la dinámica de nuestro raquítico amor. De esa manera predicamos un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos y nos quedamos tan anchos. Si pensamos que Dios ama solo a los buenos, ¡qué puedo hacer yo!
El Amor no puede ser nunca consecuencia de un mandamiento. Cualquier forma de programación es lo más contrario al amor que podamos imaginar. Para nada valen propósitos y voluntarismos. Ésta es la causa de tanto fracaso espiritual. El amor de que habla el evangelio, como todo amor, tiene que ser consecuencia de un conocimiento. Me lo habéis oído muchas veces: la voluntad es una potencia ciega, no tiene capacidad ninguna de elección. Solo puede ser movida por un objeto que la inteligencia le presente como bueno. Lo que le es presentado como malo, lo rechaza sin paliativos, no puede hacer otra cosa. Cuando en la vida real, repetimos una y otra vez una acción que consideramos mala, es que, en el fondo, no hemos descubierto la razón de mal en esa acción, y solamente la hemos considerado mala como fruto de una programación externa o una obligación impuesta. Esta es la causa de todos los conflictos de conciencia.
Pero ese conocimiento que nos lleve a descubrir como algo bueno el amor al enemigo, no puede ser el que nos dan los sentidos ni el razonamiento discursivo, que ha surgido exclusivamente para apoyar a los sentidos y garantizar la vida individual. El conocimiento que me lleve a amar al enemigo tiene que venir de otra parte. Tiene que ser una toma de conciencia de lo que realmente soy, y por ese camino, descubrir los que son los demás. Nace del conocimiento de mi ser. El verdadero amor es lo contrario del egoísmo. Llamamos egoísmo a una búsqueda del interés individual del falso yo. Cuando descubro que mi verdadero ser y el ser del otro se identifican, no necesitaré más razones para amarle. De la misma manera que no tengo que hacer ningún esfuerzo para amar todos los miembros de mi cuerpo, aunque estén enfermos y me duelan.
No podemos esperar que este Amor que se nos pide en el evangelio, sea algo espontáneo. Todo lo contrario, va contra la esencia del ADN que nos empuja al egoísmo, es decir a hacer todo aquello que puede afianzar nuestro ser biológico y a evitar todo lo que pueda dañarlo. Para dar el paso de lo biológico a lo espiritual, el ser humano tiene que recorrer un proceso de aprendizaje inteligente, pero más allá de la razón. Solo la intuición puede llevarle al verdadero conocimiento, del que saldrá como consecuencia, el verdadero Amor. Tiene que descubrir su verdadero fin, ante el cual todo lo demás, hasta la conserva­ción de la vida, no es más que un medio.
El motivo que apunta el evangelio para ese amor, tiene mucha miga. “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Mt es más radical y habla de “sed perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto.” Se nos pide que nos comportemos como hijos de Dios. Ser hijo quiere decir salir al padre, comportarse como el padre. Sólo alcanzando una conciencia clara de ser hijos, podremos considerarnos hermanos. Para los judíos, el concepto de hijo estaba mucho más ligado a la relación humana entre padre e hijo, que a la biológica. Hijo era el que salía al padre, el que cumplía en todo la voluntad del padre, el que imitaba en todo al padre, el que, donde quiere que fuera, hacía presente al padre, porque se comportaba como él se hubiera comportado. Alcanzar la plenitud humana, es imitar a Dios como Padre. Por eso Jesús consideró a Dios como único Padre.
Lo difícil es compaginar este amor con la lucha por la justicia, por los derechos humanos. Jesús habla de no oprimir, pero también, de no dejarse oprimir. Tenemos la obligación de enfrentarnos a todo el que oprime a otro o trata de oprimirme a mí. Tolerar la violencia es hacerse cómplice de esa violencia. Si no ayudamos a los demás a conseguir los derechos mínimos que no se le pueden negar a un ser humano, se nos calificará, con razón, de inhumanos. Pero la defensa de la justicia, nunca se debe hacer con odio o venganza. Sin la experiencia interior, será imposible armonizar la lucha por la justicia y el verdadero amor, menos aún con violencia. Sin renunciar a la lucha por la justicia, debemos tener claro que esa lucha, tenemos que llevarla a cabo con amor.

Meditación
La exigencia de amor está dentro de ti. Es tu verdadero ser.
Cuando llegues al centro mismo de tu ser, lo descubrirás.
Si eres uno con el UNO, eres UNO con todos.
Si eres UNO, no hay opción, porque no hay otro.
Si te empeñas en ser uno separado,
potenciarás tu yo, pero te destrozas como ser humano.

AMAD A VUESTROS ENEMIGOS


col sicre

Domingo 7º. CICLO C
El domingo pasado, en la primera parte del “Discurso en la llanura”, Jesús distinguía dos antagónicos: pobres-odiados y ricos-estimados. Los primeros recibirán en el cielo su recompensa; los segundos lo perderán todo. Pero aquí, en la tierra, ¿cómo deben relacionarse ambos grupos? ¿Deben comenzar los pobres una guerra contra los ricos? ¿Pueden contentarse, al menos, con maldecirlos y desearles toda clase de desgracias? A favor de esta postura se podrían citar numerosos salmos, textos proféticos, y la práctica contemporánea de la comunidad de Qumrán. Pero Lucas quiere inculcar una actitud muy distinta, basándose en la enseñanza de Jesús.
Comportamiento con los enemigos (6,27-36)
Al comienzo del evangelio de Lucas, Zacarías, padre de Juan Bautista, profetiza que el descendiente de David vendrá “para que arrancados de las manos de los enemigos, le sirvamos [a Dios] con santidad y justicia”. Es una falsa esperanza. La venida de Jesús no nos arranca de las manos de los enemigos. ¿Qué hacer con ellos?
Ante los sentimientos y palabras adversos
Jesús comienza dirigiéndose a “vosotros que escucháis”, sus discípulos. No puede ser más duro y exigente: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os injurian”. Ya no se trata de dos grupos separados (pobres – ricos), cada uno viviendo su propia vida. Hay un grupo enemigo que odia, maldice e injuria a las comunidades cristianas. Igual que hoy día se odia, insulta y critica a la Iglesia. ¿Cómo reaccionar ante ello? Es frecuente la autodefensa, negar las acusaciones o relativizarlas. No es eso lo que quiere Jesús. Incluso en el caso de que el odio, la crítica o la maldición sean injustificados, la postura del cristiano debe ser positiva. De las cuatro cosas que indica Lucas, dos al menos son posibles en cualquier circunstancia: hacer el bien y rezar. El “amor” no hay que entenderlo en sentido afectivo (como el amor entre los esposos, o entre padres e hijos), sino en el sentido práctico de “hacer el bien”. En el evangelio de Lucas, el ejemplo concreto sería el de Jesús curando la oreja del soldado que viene a detenerlo.
Ante las acciones
De repente, del “vosotros” se cambia al “”. Lo que hay que afrontar ahora no son sentimientos adversos (odio) o palabras hirientes (maldiciones, injurias), sino acciones concretas: “Al que te golpee en la mejilla… al que te quite el manto… al que te pide… al que te quite”. Estas frases le gustarían mucho a Gandhi. Pero a la mayoría le pueden resultar absurdas y prestarse al chiste: “Al que te robe el móvil, dale también el reloj”; “al empresario que intenta robarte, no se lo reclames”.
¿Hay que tomar estas exhortaciones al pie de la letra? En el NT se escuchan dos bofetadas: una a Jesús y otra a Pablo. Ninguno de los dos pone la otra mejilla. Jesús reacciona: “Si he hablado mal, dime en qué. Y si no, ¿por qué me pegas?” (Jn 18,23). Pablo, que se dirige al sumo sacerdote, es más duro: “Dios te va a golpear a ti, pared encalada. Tú estas sentado para juzgarme según la Ley y me mandas golpear contra la Ley” (Hch 23,3).
En cambio, con respecto al no reclamar en caso de injusticia, hay una reflexión de Pablo muy parecida. Un miembro de la comunidad de Corinto tuvo un pleito con otro y acudió a los tribunales paganos. Pablo les escribe que eso debería resolverlo un experto dentro de la comunidad. Y añade algo en la línea del evangelio que comentamos: “Ya es bastante desgracia que tengáis pleitos entre vosotros. ¿Por qué no os dejáis más bien perjudicar? ¿Por qué no os dejáis despojar?” (1 Cor 6,1-11).
La regla de oro
El discurso vuelve al “vosotros”: “Como queréis que os traten los hombres tratadlos vosotros a ellos”. La formulación negativa de esta famosa norma aconseja: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan”. Aquí se pide algo más que no hacer daño; se pide tratar bien a cualquier persona. ¿Cómo te gusta que te trate la gente, hable de ti (por delante y por detrás), se comporte contigo? Ponte en la piel de la otra persona y actúa como te gustaría que ella se comportase contigo.
Motivos para actuar así
Lucas es consciente de que Jesús pide algo muy difícil. Por eso añade tres motivos que pueden ayudarnos a actuar de ese modo.
1) El cristiano debe superar a los pecadores. Lo repite tres veces, recogiendo dos verbos iniciales (amar, hacer el bien) y añadiendo uno nuevo (prestar). Si el cristiano se limita a imitar al pecador, no tiene mérito alguno. Se queda sin premio.
2) El premio. Ya al principio del discurso prometió Jesús “una recompensa abundante en el cielo” (6,23). Ahora vuelve a mencionar esa “recompensa abundante” (6,35). Pero no habrá que esperar a la otra vida para recibirla porque, actuando de ese modo, “seréis hijos de Dios, que es generoso con ingratos y malvados”. Algunas personas han pagado grandes sumas por un título nobiliario. La realidad de “hijo de Dios” no se compra, se consigue actuando de forma benévola con los enemigos.
3) El cristiano debe imitar a su Padre, que es compasivo (v.36), como confirmará más adelante la parábola de los dos hermanos, en la que el padre abraza y festeja al hijo sinvergüenza que ha gastado su fortuna con malas mujeres. Jesús pide mucho, pero también Dios se exige mucho a sí mismo.
Jesús y sus enemigos: ataque, reproche, silencio, disculpa y perdón
Los preceptos anteriores resultan a veces muy tajantes, sin matices. Si Jesús mismo no practicó alguno de ellos, ¿cómo debemos interpretar los otros? La respuesta se encuentra en el resto del evangelio. Leyéndolo se advierte que el tema de los enemigos es mucho más complejo de lo que aquí aparece. Jesús encuentra enemigos muy distintos a lo largo de su vida: los escribas y fariseos, enemigos continuos, que critican y condenan todo lo que hace; las autoridades religiosas y políticas de Jerusalén (sacerdotes y ancianos), que lo condenan a muerte y se burlan de él cuando está en la cruz; Judas, que lo traiciona; los soldados, que se burlan de él, lo golpean y crucifican; el mal ladrón, que lo zahiere.
La reacción de Jesús es muy distinta en cada caso. A los escribas y fariseos no los bendice; los ataca de forma durísima, sin desaprovechar ocasión alguna de condenarlos, insultarlos y dejarlos en ridículo. A las autoridades les reprocha en el huerto que vengan a apresarlo como si fuera un ladrón, luego guarda silencio. Con un reproche reacciona también ante Judas: “¿Con un beso entregas al hijo del hombre?”. Ante los soldados, por mucho que se burlen de él y lo hieran, no protesta ni maldice. Pero su actitud global la representan sus palabras en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, que abarcan a todos los grupos. No solo perdona, también disculpa. Al morir por todos nosotros, estaba cumpliendo su mandato de hacer el bien a los que nos odian.
La medida que uséis con los demás la usará Dios con vosotros (37-38)
El discurso cambia de tema. Deja de referirse a los enemigos para centrarse en la conducta con los otros miembros de la comunidad. La primera parte comenzó con cuatro órdenes (amad, haced bien, bendecid, rezad). Ahora encontramos dos prohibiciones (no juzguéis, no condenéis) y dos mandatos (perdonad, dad).
Lo novedoso es que de nuestra conducta depende la que adopte Dios con nosotros. Si juzgamos, nos juzgará; si condenamos, nos condenará; si perdonamos, nos perdonará; si damos, nos dará. Y aquí llega al colmo el tema de la “recompensa abundante” que ha salido ya dos veces en el discurso; ahora se dice que será “una medida generosa, apretada, remecida, rebosante”.
Estas cuatro normas parecen una receta excelente para corromper a Dios y forzarle a tratarnos bien y perdonarnos. Por desgracia, muchas veces preferimos arriesgar su condena por el breve placer de criticar o condenar a alguien.
El tema de no juzgar y no condenar se desarrolla a continuación, pero la liturgia ha reservado el resto del discurso para el domingo 8º.
La 1ª lectura (1 Samuel 26,2.7-9.12-13)
Ofrece un ejemplo concreto de perdón al enemigo, pero por debajo de lo que pide el evangelio. David, perseguido continuamente por Saúl, tiene la posibilidad de matarlo. A eso lo anima su compañero Abisai. David se niega a hacerlo “porque no se puede atentar impunemente contra el Ungido del Señor”. ¿Y si no se tratara del rey? Cuando estaba al servicio de los filisteos devastaba los pueblos vecinos “sin dejar vivo hombre ni mujer”. David no es el modelo ideal para el modo de tratar al enemigo. Pero podemos aplicarnos el mensaje de esta escena: si David perdonó a Saúl por ser el rey de Israel, yo debo perdonar a cualquiera por ser hijo de Dios.
Cuando los enemigos nos hacen un gran favor
En esta época en que se critica tanto a la Iglesia, conviene recordar que las críticas y persecuciones le hacen gran bien. Tertuliano escribía en el siglo III: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”.
En 1870, el estado italiano se apoderó de Roma y arrebató al Papa la mayor parte de los Estados Pontificios. Lo que muchos católicos de finales del siglo XIX vivieron como una terrible ofensa a la Iglesia, hoy lo vemos como una bendición de Dios. Algunos incluso piensan que Italia debería haberse quedado con todo. San Pedro no tenía nada.
Un propósito muy evangélico
No enviar por las redes sociales ninguna noticia, chiste o comentario que fomente el odio o el desprecio, que insulte o se burle de cualquier persona de cualquier ideología.

¡CRECED!


comentario editorial
“El mejor día de tu vida y el mío es cuando asumimos la responsabilidad total de nuestras actitudes. Ese es el día en que realmente crecemos” (John C. Maxwel).
24 de febrero. Domingo VII del TO
Lc 6, 27-38
Como queréis que os traten los demás hombres, tratadles vosotros a ellos (v 31)
En el orden animal, hombre incluido, como dice Yuval Noah Hariri en “Sapiens. De hombres a dioses” “Su estructura social tiende a ser jerárquica. Es miembro dominante, que casi siempre es un macho, se llama “macho alfa”. Otros machos y hembras muestran su sumisión al macho alfa inclinándose ante él al tiempo que emiten gruñidos, de manera no muy distinta a los súbditos humanos que se arrodillan y hacen referencias ante un rey. El macho alfa se esfuerza para mantener la armonía social dentro de su tropilla.
En una entrevista de Jesús Quintero a Fray José Fernández Moratiel (1944-2006), donde El Loco de la Colina le pregunta por la sabiduría, el dominico contesta: “Yo diría que la única necesidad es sencillamente saberse ser, saber vivir, pues con esa sencilla sabiduría que da el Cosmos, que da la naturaleza, y que nos da una flor y nos da un árbol. Ser verdadero, dando a esa expresión el significado de transparencia, de desnudez, la verdad es desnudez”.
Impedir el crecimiento de cualquier ser o cosa, es un atropello a la Naturaleza, a la vida, al Cosmos, al mundo entero. Y lo más grave de todo es que, haciendo daño a todo esto, el ser humano se está perjudicando a sí mismo.
Cuando el espíritu de la Humanidad se duerme en los laureles, y no trata a los demás debidamente, termina todo revelándose contra la misma Humanidad y padeciendo todos. Y entonces empiezan los gruñidos, la sumisión y los sometimientos a los machos alfa, o a las hembras, que tampoco escasean en algunos ambientes. Posiblemente menos, pero más feroces. Aunque en la mayoría de los casos, lo que más abunda es la tropilla.
Aquel mandato del Génesis XX, de “Creced y multiplicaos” no ha sido correctamente aprendido. Fue entendido más bien como “Daros toda la leña que podáis”. Así debió de entenderlo aquel superior de la abadía: “Queridísimos hermanos, hemos venido al claustro, para que nos amásemos, no para que nos amasemos”.
Sri Aurobindo (1872-1950), fue un maestro de yoga, poeta y filósofo indio que defendió la independencia de la India y del que algunos afirman que fue un descubridor de nuevos caminos de acercamiento a la divinidad y conocimientos sobre La Tierra y el universo. En su obra La aventura de la conciencia dijo:
“Ser y ser plenamente, tal es el sentido que la naturaleza persigue en nosotros…, y ser plenamente es ser todo lo que es”.
El conferenciante y asesor estadounidense John C. Maxwel (1947), decía: “El mejor día de tu vida y el mío es cuando asumimos la responsabilidad total de nuestras actitudes. Ese es el día en que realmente crecemos”. No aquel en que Dijo Jesús en Lc 6, 31: Como queréis que os traten los demás hombres, tratadles vosotros a ellos.
Y también que la gente se entere de lo que sucede. No nos suceda a nosotros lo que le sucedió a aquella persona que estaba escribiendo una carta, y alguien que observaba lo que hacía, le preguntó:
¿A quién escribes? Y a lo que el otro le respondió: Lo sabré cuando reciba la carta.
Yo quisiera crecer como crecieron en Marialba -hermoso nombre femenino- los muros de su basílica paleocristiana del siglo IV, la más antigua de España, y despertar de la solemne modorra en que ha estado dormida tanto tiempo. Mi canto te acompaña en tan lamentable desencuentro con las autoridades que con tan poco aprecio te han tenido. ¿Es que a pesar de los escasos kilómetros que te separan de ellas, no llegan a sus indiferentes oídos los himnos de tus muros?

MARIALBA
Acostada en el débil regazo
del Bernesga,
duerme Marialba su sueño de arte.

Basilical tesoro visigótico,
al que sólo hacen guardia,
durante el día las alondras
y por la noche las estrellas.

Yo, que en mi amanecer
dejé en tu piel mis huellas,
en el atardecer
te envío mis respetos.

Quisiera despertarte
de tu sueño de arte.

Yo, que escuché de niño el eco
de tu monódica salmodia,
deseo que la mía despertara
al pueblo leonés
de su pereza y de su sueño.

Con la alondra quisiera
que hicieras guardia por el día,
y por la noche,
con las estrellas vigilaras
el bendito tesoro de Marialba.

Padre Río Bernesga:
¡perdónales, porque no saben lo que hacen!


La gran banca ha ganado más de 100.000 millones desde el inicio de la crisis (duplicando el coste oficial del rescate con dinero público no retornado)


Vicente Clavero

Bancos
Las ganancias acumuladas por las seis mayores entidades duplican ya el coste del rescate. En el último ejercicio, sus resultados recuperaron el volumen que tenían en 2008.
La gran banca española ha recuperado prácticamente el volumen de beneficios que tenía cuando estalló la crisis en 2008. Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Bankinter ganaron ese año 17.463 millones de euros. En 2018, según los resultados hechos públicos la semana pasada, no igualaron aquella cifra por sólo 59 millones.
En conjunto, los seis bancos que forman parte del Ibex 35 obtuvieron el pasado ejercicio un beneficio de 16.676 millones de euros, muy por encima de los 13.622 millones contabilizados en 2017. Casi la mitad correspondieron a uno sólo de ellos, el Santander, que permanece a la cabeza del sector desde hace un cuarto de siglo.
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¿En qué no puedo creer?

José Arregi
José Arregui1
“Gaur zertan ezin da sinistu?” (“¿En qué no se puede creer hoy?”) fue el tema de una reciente charla en Aizarna, este sorprendente rincón guipuzcoano de 300 habitantes, rural y urbano, culto y plural, antigua encrucijada de peregrinos, testimonio patente de las profundas transformaciones de nuestra sociedad en los últimos 60 años.

No entendí bien qué es lo que me pedía exactamente Joxin, el organizador de la charla. Pero preferí no preguntárselo y tomar la pregunta tal cual, equívoca y abierta como es. Y como a estas alturas cada uno es muy libre de creer o dejar de creer lo que estime oportuno, opté por responder en primera persona. La lista sería interminable, pero he aquí diez cosas (mejor dicho, veinte, pues en cada tema se me presentan dos extremos) que no puedo creer hoy. Mañana, no sé.
No puedo creer nada que esté en contradicción con la ciencia, es decir, con aquello que está matemáticamente medido y empíricamente comprobado. Pero tampoco puedo creer que la ciencia sea el único ni el supremo conocimiento, ni que solo sea real o verdadero lo que la ciencia puede medir y verificar. Conoce más.
No puedo creer en un Dios Ente Supremo y preexistente que habría creado el mundo desde la nada y desde fuera, se habría encarnado plenamente como hombre en el pasado, un “dios” que sería causa y explicación exterior de cuanto es. Pero tampoco puedo creer que solo exista este mundo visible, ni que todos los seres –visibles o invisibles a nuestros ojos y aparatos tecnológicos– que forman el mundo no estén envueltos y habitados, impulsados y atraídos por una energía originaria, una creatividad, potencial, espíritu, conciencia, belleza o amor o misterio más grande que todo, transcendente e inmanente a todo. Y tú también eres El/Ella/Ello.
No puedo creer que el espíritu o la conciencia exista separada de lo que llamamos materia en alguna de sus dimensiones o manifestaciones. Pero tampoco puedo creer que la realidad en su conjunto, ni siquiera eso que llamamos materia, se reduzca a física y química, que de “menos” no esté emergiendo constantemente “más”: vida, inteligencia, conciencia, “espíritu”… en formas inagotables. Santa materia, matriz.
No puedo creer que el ser humano actual, Homo Sapiens, de este maravilloso planeta azul y verde sea la finalidad, el centro o la cumbre de la Tierra, cuánto menos del universo. Pero tampoco puedo creer que ello nos exima del sumo deber de cuidar la comunidad de los vivientes como si fuéramos los únicos responsables. Cuidemos.

No puedo creer que los seres humanos estemos dotados de libre albedrío entendido como capacidad de elegir sin estar determinados. Pero tampoco puedo creer que carezcamos de libertad, entendida como capacidad de ser sujetos de nuestro ser, de asumir nuestras condiciones y de ser más felices y mejores. Eres libre de ser.
No puedo creer que después de esta vida haya cielo o infierno o reencarnación, entendidos como suelen entenderse. Pero tampoco puedo creer que la muerte sea el fin de nada, ni que la Vida haya nacido ni vaya a morir. Vive, y basta.

No puedo creer que las religiones hayan venido del “cielo” ni posean la verdad revelada ni tengan respuestas a las preguntas humanas. Pero tampoco puedo creer que en sus textos fundantes y en su tradición no puedan hallarse inspiración y sabiduría para hoy, si se liberan de dogmas, formas y paradigmas del pasado. Busca.
No puedo creer que necesitemos religiones para vivir más humanamente. Pero tampoco puedo creer que podamos vivir humanamente sin una espiritualidad, sea esta religiosa o laica. Una espiritualidad transreligiosa con o sin religión.

No puedo creer que las religiones tradicionales sobrevivan mucho tiempo en nuestra sociedad del conocimiento y del cambio. Pero tampoco puedo creer que podamos sobrevivir mucho tiempo sin el espíritu o el aliento de la vida. Respira.
No puedo creer que ninguna creencia sea esencial a la espiritualidad ni que nadie deba creer nada que no le parezca creíble. Pero tampoco puedo creer que podamos dispensarnos de confiar en el corazón de la Realidad, para ser lo que somos y crear un mundo mejor. Credere viene de cor dare: entregar el corazón.
Las flores de San José siguen bordeando los caminos de Aizarna, como siempre en febrero. Nuestras creencias han cambiado, pero seguimos siendo peregrinos y preguntándonos. ¿Por qué tanta belleza y dolor? ¿Por qué es todo? ¿Por qué vivimos? No busques la respuesta en ningún dogma. Calla, siente, escucha y camina.


(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 17-02-2019)

Un invierno primaveral

Redes Cristianas

 Jaime Richart, Antropólogo y jurista

Este mes de febrero y este invierno, van a pasar a la historia de Es­paña por dos hechos muy relevantes por inéditos. El primero es natural: estamos en un permanente invierno de primavera. El se­gundo es artificial: estamos ante un juicio gigantesco en el que se solventan penas de presidio prácticamente vitalicias, para una serie de políticos del territorio catalán.

Un país y su Estado pueden llegar a tener que defenderse a cañona­zos de atacantes o de invasores. Pero la democracia ni se im­pone ni se defiende a cañonazos. Pues, sabiendo como sabemos que la historia la cuentan siempre los vencedores y es práctica­mente imposible contestarse con la versión de los vencidos hasta que pasa mucho tiempo o cuando se han cambiado las tornas, defen­der la democracia desde la más absoluta intransigencia frente a los problemas sociales o territoriales o frente a quienes la acatan a regañadientes, equivale a recurrir a los caño­nes…
 Porque estaremos de acuerdo en que el cuánto democrático de un país ante cualquier conflicto de la sociedad, sobre todo los territo­ria­les, se mide por el grado de flexibilidad de los poderes del Estado, es decir, por su tolerancia. Pues la intolerancia de un Es­tado, de sus gobiernos sugiere inmediatamente la idea un Estado autoritario o dictatorial. La intolerancia es atraso. Los pueblos, los países, los Estados más avanzados, son los más permisivos con la ciudadanía. La intolerancia no es más que reflejo de la debilidad mo­ral, cultural, racional y en este caso política. Eso de “no nos temblará el pulso”, que tanto se oye en España, es amenazante y ex­presivo de lo cómodo que es para un Estado no escuchar el cla­mor de la ciudadanía, no acceder, perseguir o encarcelar.
Pues lo fácil en política es ser intolerante recurriendo enseguida el gober­nante a la policía, al ejército o al poder judicial para que remedien lo que es fruto de la dejadez o de la incompetencia del poder. Lo que tiene mérito, siempre, es gobernar olvidándose de ellos. Pues descargar todo el peso del Estado contra contestatarios, opositores, manifestantes o contra quienes se acogen al derecho de autodetermi­nación de los pueblos recogido en la Declaración Univer­sal de los Derechos Humanos y en numerosas resoluciones de la Asamblea de las Naciones Unidas, y al referéndum previo (es decir a una consulta organizada más allá de lo que especulen las em­presas demoscópicas) es justo lo que hace o un estado dictato­rial o un estado autoritario de bajísimo nivel de democrático. Y con mayor motivo, cuando ese Estado intolerante, manejado por intole­rantes, ha estado en manos exclusivas de dos únicos partidos políti­cos durante cuarenta años, muchos de cuyos dirigentes o miem­bros, a lo largo de ese tiempo, incluida la realeza, se han dedicado más a saquear las arcas públicas que propiamente a gobernar o a re­inar.
Esto, por un lado, pero por otro, cuando uno de esos dos parti­dos, renunciando a sus postulados socialistas y sin pedir dis­culpa alguna a su electorado y al país entero, rubricó su someti­miento a la ideología neoliberal al introducir una enmienda en la Constitución, el artículo 135, en cuya virtud los acreedores interna­cionales tienen preferencia sobre cualquier otra partida presupuesta­ria. Así es que desde un cupo de ilegalidades y de traicio­nes democráticas, el Estado español no sólo se ha mostrado incapaz de dar salida democrática a la cuestión catalana, es que ha respondido al conflicto como lo hubiera hecho la mismísima dicta­dura franquista. El mismo Estado desacreditado que busca ahora en­cubrir sus pasados errores y redimirse de sus miserias, con un apa­ratoso juicio a cargo de su tercer poder: el judicial.
La historia de las guerras la cuenta los notarios de los vencedores, decía antes. Pues bien, la historia de esta guerra incruenta entre cata­lanes y los “mucho españoles”, la cuentan los notarios del Es­tado central que para este caso son sus policías. Porque la historia de este conflicto empieza y termina técnicamente con el relato de su policía sobre los hechos que ahora se juzgan. Relato que de mo­mento ha ocasionado que siete responsables políticos catalanes lle­ven más de un año en prisión preventiva, y que ahora se sustancie la posibilidad de penas que dan escalofríos en un proceso judicial para cuya tramitación se ha previsto la friolera de tres meses de se­siones.
Y es que todos estos gobernantes, juzgadores y fiscales que inter­pretan literalmente la Constitución, se ve que desconocen dos cosas fundamentales. La primera es, que la razón nunca es prolija. Lo que a su vez significa que no sólo ensombrece el resplandor de la razón la sobreabundancia de argumentos, sino también la visible so­breactuación que supone dedicar tanto tiempo a sustanciarse un juicio oral para una causa que no responde a una necesidad técnica, sino al propósito de hacer ver a las naciones que la justicia en Es­paña no sólo es neutral, sino que también es concienzuda. Y digo que no responde a una necesidad, porque en este juicio todo se re­duce a una sola prueba: determinar si, para tipificar o no los hechos como constitutivos de los delitos de rebelión o de sedición, los incul­pados emplearon o no violencia… Y la declaración de decenas o centenas de testigos, la mayoría de ellos funcionarios dependien­tes del ejecutivo, no va a poner de relieve otra cosa que la intención de las cloacas del Estado, con su cohorte de sicarios provocadores, de introducir el factor violencia por parte de los encausados que justi­ficase la respuesta violenta del Estado y luego, la prisión de los procesados y la busca por rebeldía de otros miembros del gobierno catalán basándose en los informes policiales no se sabe si induci­dos. 
Y la segunda es que obvian el aforismo jurídico la causa de la causa es la causa del mal causado. Y el no examinarla significa que­darse sólo con las presuntas causas intermedias que tienen su ori­gen en la primera y suelen actuar como pretexto para la declara­ción de una guerra, para invadir a un país… o para provocar intencio­nadamente la indignación de la gran mayoría del pueblo ca­talán que exigía el referéndum. No nos andemos por las ramas: causa de la causa de todo esto y de la rebeldía del pueblo catalán está, primero en la mutilación del Estatut (texto que se dio a sí mismo el parlamento catalán) practicada por el Tribunal Constitucio­nal, y luego en la denegación del referéndum sobre la autodeterminación. Ni siquiera el poder central cedió a su celebra­ción, aunque fuese con la condición de que el resultado no fuese vin­culante…
 
En cualquier caso, no basta con decir: Alemania tampoco hubiera permitido la independencia de Baviera, por ejemplo, ni Francia la de Córcega, por ejemplo. Pues los antecedentes a los que me referí antes y la situación en todo su contexto son fundamentales. Alema­nia es ya un Estado Federal y Francia no ha cercenado el estatuto de ningún Departamento.

El procés catalán, pues, no responde al capricho de unos políti­cos. Es el resultado de una combinación de varios factores. Y este juicio público del caso ante el Tribunal Supremo no es más que la continuación por otras vías, de la respuesta violenta del Estado cen­tral frente a la intentona pacífica de proceder a la consulta popular; acusando ahora la Fiscalía del Estado a los miembros del gobierno catalán de ser ellos y no el Estado quienes practicaron la violencia o indujeron los desórdenes públicos el día de la consulta consu­mada pese a no haber sido autorizada.

En realidad a lo que llama violencia la Fiscalía son desórdenes públicos provocados por infiltrados; topos a favor del poder cen­tral, voluntarios o no, en aquel trance pero siempre presentes en ca­sos tumultuarios parecidos, y violencia luego relatada como tal en los informes de las policías que, como todo el mundo sabe, ordinariamente son ley contra el ciudadano acusado en cualquier si­tuación de la que rara vez se atreve a zafarse la “autoridad compe­tente”. En este caso el Tribunal Supremo español.
 Así se escribe la historia, y así, con ese atrasado espíritu vindicador, se liquidará la sentencia que, para muchos observado­res del mundo y para muchos en España, ya está escrita o al menos decidida en lo fundamental desde el principio de otra grave y es­perpéntica fase de la historia de España…
  

El martirio de Cardenal bajo el régimen de Daniel Ortega


Carlos Salinas

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El poeta ha sido perseguido por el mandatario y su esposa, Rosario Murillo, que mantiene un odio enconado
Silvio Báez, obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua y considerado el número dos de la Iglesia de Nicaragua, se postró el jueves frente a la cama en la que convalece el poeta Ernesto Cardenal y pidió su bendición. Un gesto cargado de simbolismo, que tuvo un fuerte impacto en este país donde Cardenal es idolatrado, pero también duramente criticado por el sector más conservador de la feligresía católica, que ve en él a un traidor por haber apoyado directamente la revolución sandinista y participado como ministro de Cultura del Gobierno revolucionario de los años ochenta, que pronto derivó en un régimen autoritario.
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Justicia, corrupción y fraude fiscal en España


Pepa Úbeda

El estado de la justicia y los escándalos de corrupción centrados en el fraude fiscal son dos problemas graves de la España actual.
En cuanto a la justicia, pasa por un mal momento: se suceden los escándalos judiciales en un amplio abanico de situaciones. No se trata de una percepción personal: el Tribunal de Derechos Humanos de la Comunidad Europea ha denunciado a España a causa de determinadas actuaciones judiciales, como la de la magistrada Murillo, en absoluto imparcial en el juicio a Arnaldo Otegui; o la de Díaz Picazo en relación con los lobbies financieros, quien, además, fue elegido Presidente del Consejo General del Poder Judicial en contra de los criterios de la magistratura española.
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Amazonía, pecado estructural y gracia ecológica en la misión liberadora


Agustín Ortega, teólogo

“Hay un auténtico pecado estructural que se está cometiendo con ese pulmón del planeta, como es la Amazonía”
El auténtico desarrollo humano e integral requiere toda esta liberación global, con una economía y globalización más ética al servicio de las necesidades y capacidades humanas
Hemos participado en el encuentro nacional “Amazonía, reto a la evangelización” (12 y 13 de febrero, Lima), organizado por el Instituto Bartolomé de Las Casas. Allí estuvimos con el P. Fr. Gustavo Gutiérrez OP, sacerdote dominico, uno de los pensadores y teólogos más significativos de nuestra época.
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Revolución, poder represivo, ortodoxia legitimadora y resistencia


Pablo Richard

En la historia de la humanidad, cuando surge un proceso revolucionario, se fortalece su contra un poder opresor, con una ortodoxia teórica que la legitima, pero a largo plazo y desde abajo, surge también un movimiento de resistencia.
Esta secuencia se da en los inicios de la historia del cristianismo. La revolución inaugurada por Jesús, continuada por Pablo de Tarso, los Evangelios y todos los movimientos y escritos de los primeros tres siglos. El cristianismo se expande por todo el imperio romano, especialmente entre los esclavos. Después de ser perseguido, en el siglo IV los emperadores Constantino y Teodosio transforman el Imperio romano en un Imperio cristiano. y el cristianismo se transforma en Imperio.
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Francisco, a Salvini: “Abramos los puertos”


J. Bastante/

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El Papa se suma a la campaña contra las políticas anti-inmigración del Gobierno italiano
“E Papa se ocupa de las almas, y yo de los 5 millones de italianos pobres”, responde el ministro
“Yo los puertos los abro a quien tiene el permiso para llegar a Italia”, agregó Salvini en declaraciones en un programa de televisión, en un nuevo encontronazo con la Iglesia italiana a cuenta de su intransigente postura anti-inmigración
(Agencias).- “Abramos los puertos”. Con una sencilla chapa colgada en su solapa, el Papa Francisco ha lanzado una enmienda a la totalidad a la política anti-inmigración de Mateo Salvini y el Gobierno italiano.
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Las venas amputadas de América Latina


Marcelo Barros

Marcelo Barros
Cada año, la ONU consagra el 20 de febrero como Día Mundial de la Justicia Social. Sin embargo, ¿cómo podría haber justicia social, en un mundo en lo cual 60 familias acumulan lo equivalente a la renta de la mitad de toda la población mundial? En América Latina, en la primera década de ese siglo, algunos gobiernos progresistas han logrado disminuir la pobreza y reducir la desigualdad. Ahora, desde años más recientes, en diversos países, aliados del Imperio han retomado el poder. A ellos, poco importa que 10% de la población latinoamericana se hunde en extrema pobreza. Nuestras tierras, de las más cultivables y fértiles del planeta, sirven al agrobusiness y à las empresas mineras. Grupos internacionales invaden y si apropian de las tierras. Emplean los pobres como si fueran esclavos y destruyen bosques y ríos. Las víctimas primeras son los pueblos originarios y sus comunidades, afectadas por el progreso de los grandes.
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