FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

martes, 13 de junio de 2017

Ordenaciones salesianas 2017

Fallece Don José Sanz Bayón, salesiano sacerdote




Ha fallecido en Arévalo, el 9 de junio a los 92 años de edad. El funeral tuvo lugar el sábado, 10 de junio, a las 6 de la tarde en la casa salesiana de Arévalo.







El Vicario inspectorial se dirigía así a toda la Familia Salesiana:

Os comunicamos con tristeza pero con esperanza cristiana el fallecimiento de nuestro querido salesiano sacerdote D. José Sanz Bayón, en la mañana de hoy 9 de junio. Estaba desde hacía dos años en la Casa de Salud de Arévalo. En los últimos meses, su debilidad era extrema, pasando gran parte del día encamado. Se ha ido apagando poco a poco como una vela que se consume, y ha muerto cumplidos los 92 años.

 Pedimos por su eterno descanso, y la recompensa del cielo para quien tanto trabajó como educador de tantas generaciones, y siempre sacerdote salesiano.

Trabajando por la misión de la Asociación de Salesianos Cooperadores

- Por: Txemari Zuza, Vocal Regional de Información SSCC


En las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor daba comienzo la consulta regional 2017 el sábado 10 de junio. Finalizó el 11 de junio, domingo, con la celebración de la Eucaristía.

 






Con la oración por parte del delegado regional, Luis Fernando Álvarez y el saludo del Consejero Regional, Raúl Fernández, se daba paso al primer tema de la Consulta, “Pensando en la misión futura de la Asociación de Salesianos Cooperadores en la Región Ibérica”, presentado y animado por Raúl y Borja Pérez, vocal de promoción vocacional. Fue un trabajo intenso por grupos durante toda la mañana, entre las conclusiones del tiempo de reflexión se destaca la importancia de que este tema se pueda trabajar tanto en los Centros locales de cooperadores como en las comunidades de Salesianos y Salesianas.

Por la tarde del sábado se presentaron los distintos informes, comenzamos por la ONGD, Cooperación Salesiana y Jóvenes del Mundo, Maite López Arias explicaba el reparto de ayudas en la convocatoria 2016 y la siguiente convocatoria, acto seguido se ofrecieron los informes de las distintas vocalías y los coordinadores de las provincias, momento rico en experiencias, actividades, …, vida Asociativa en todos los lugares.

La mañana del domingo se dividió en tres bloques, el primer bloque, Borja presentaba el documento para preparar el Sínodo “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, el Papa Francisco ha convocado en octubre de 2018 a los jóvenes en Roma para tratar este tema, “tenemos una propuesta de trabajo como Asociación para ir tratando este tema”.

En el segundo bloque se puso sobre la mesa el II encuentro regional, los pasos que se han dado y lo que falta, sobre todo en dos aspectos, en la animación a la participación y en la preparación de “la vuelta a la Región”, momento donde cada provincia presentará su realidad a los demás.

En el último bloque se destinó a la presentación de los ejercicios de Buena Fuente del Sistal, las informaciones de los delegados/as, el 3*4 de tu Fe y la evaluación de la consulta.

En la Consulta Regional han participado los coordinadores provinciales y algunos de sus vocales, los miembros de la Secretaría Ejecutiva Regional (SER), los delegados y delegadas SDB y FMA de las provincias y algunos invitados entre los que se encontraba el inspector de Salesianos SMX, Cristóbal López.

Intenso fin de semana, rico en experiencias, relación entre todos y sobre todo “el sentir que nuestra Asociación de Cooperadores está funcionando a tope, que el verano sirva para descansar, cargar pilas y afrontar el próximo curso con la ilusión de que todo nuestro trabajo es por el bien de nuestra juventud, seguro que Don Bosco nos acompañará y guiará”.

Trump: contra la ciencia, el planeta y la humanidad

Víctor M. Toledo

images2En su largo trayecto a través de la historia, unos 200 mil años, nunca la especie humana se había enfrentado a una situación como la que prevalece hoy día. Si la evidencia científica acumulada durante décadas nos indica que la humanidad para sobrevivir tuvo que civilizarse ante las restricciones y límites marcados por la naturaleza, entendida ésta como la envoltura de la que depende toda acción humana, sea individual o colectiva, hoy este principio se ha vuelto especialmente decisivo, porque los impactos que el ser humano ha generado han alcanzado al ecosistema planetario.

La acción humana afecta, entorpece y modifica ya los grandes ciclos y procesos globales del planeta. Esta conclusión parte, a su vez, de otro apotegma: las relaciones que los seres humanos establecen con la naturaleza se encuentran inexorablemente ligadas a las relaciones que los seres humanos establecen entre ellos mismos. Dicho de otra forma, para superar la peligrosa amenaza que genera el calentamiento planetario a consecuencia de la contaminación y las transformaciones provocadas por la civilización moderna e industrial, no serán suficientes las modificaciones tecnológicas, económicas, institucionales, etcétera. Estamos ante una civilización en crisis y ello supone una transformación civilizatoria, una revisión profunda de los modos de vida dominantes.
El retiro ordenado por Donald Trump de los acuerdos sobre la crisis climática alcanzados en la Cumbre de París en 2016, conforma un exabrupto estelar porque justamente hace que el mayor causante histórico de la contaminación de la atmósfera se niegue a participar en una acción colectiva y concertada. Hoy civilizarse significa como primer paso tomar acuerdos de carácter internacional, es decir, decisiones de nivel de especie o humanidad que superen o sacrifiquen los intereses particulares o sectoriales de carácter nacional, económicos, religiosos, de clase, ideológicos o políticos, porque estamos ante un peligro global, esto es, universal, que no respeta fronteras de ningún tipo.

La salvaje decisión de Trump resulta absurda, inexplicable e irracional en al menos tres dimensiones, y conforma en el fondo un acto supremo de estupidez promovido por la mitad de los ciudadanos del país más poderoso (que no ilustrado) del mundo.
Contra la ciencia. La emergencia provocada por la crisis ecológica, que fue documentada por un puñado de investigadores, básicamente biólogos y ecólogos, hace unas cinco décadas, hoy se ha convertido en el mayor reto para la ciencia contemporánea. Ello obligó a pasar de una ciencia fragmentada, neutra, especializada y dedicada a las necesidades de las corporaciones (lo que aún domina), a una ciencia interdisciplinaria e internacional, dirigida a comprender integradamente las relaciones entre la sociedad y la naturaleza y plantear soluciones. Para ello no sólo han contribuido miles de científicos de las ciencias naturales, que en colectivos internacionales se han dedicado a entender los procesos físicos, químicos, biológicos y geológicos del planeta, sino los investigadores de las ciencias sociales que atienden las dimensiones históricas, culturales, económicas, demográficas y políticas de la crisis.

Para que el lector se dé una idea, hoy la llamada ciencia para la sustentabilidad dispone de unas 90 revistas científicas dedicadas al tema, y entre 1974 y 2010, 37 mil autores de 174 países publicaron más de 20 mil artículos Para el tema específico del clima del planeta existe desde 1988 el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su acrónimo en inglés), que ha producido los cinco reportes sobre los que los países y el mundo toman sus decisiones. Todo esto Trump lo ignora, o finge ignorarlo, pues se mantiene en la oscuridad de las creencias y los dogmas al negar como avestruz que mete la cabeza en la tierra, todo el cúmulo de datos, evidencias y análisis generados formidablemente por el pensamiento racional y crítico. Aún más, desde la ciencia se va decantando lo que parece ser una contradicción insalvable entre la lógica del sistema capitalista y los procesos que mantienen funcionando el ecosistema del planeta.

Contra el planeta. Han pasado 45 años desde la primera reunión internacional sobre el ambiente (Estocolmo, 1972) y 25 desde la primera Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992) y, aunque existen acuerdos para detener el cambio climático (como el Protocolo de Kyoto), lo cierto es que las medidas tomadas han sido prácticamente nulas. El único logro de la Cumbre de París, cuyos acuerdos no son vinculantes (no obligan a nada), es que se logra que los países reconozcan el fenómeno y cada uno plantee acciones dentro de sus fronteras.
Por ello el calentamiento global y sus diversos impactos se ha ido empeorando. En 2016 volvió a batirse el récord de máxima temperatura y el siglo XXI registra 16 de los 17 años más calientes desde que comenzó a medirse en 1880. Por ello la reducción de los cascos polares (tanto en el Ártico como el Antártico), así como el deshielo de los principales glaciares del mundo se sigue acelerando. Lo mismo ocurre con el nivel del mar y con los episodios meteorológicos extremos: sequías, inundaciones, incendios forestales, huracanes y tifones. La decisión de Trump pone más fuego a la hoguera, es decir, acelera el paso hacia un colapso global que, como hemos planteado en otras colaboraciones, podría darse hacia 2050.


Contra la humanidad. La crisis ecológica global pone en duda todo el armazón de la civilización moderna, porque ignora y niega lo que justo permitió a la humanidad sobrevivir en el pasado: la cooperación. Esto pone a la especie en un peligro supremo, y ubica a Trump, y el oscurantismo que le acompaña y protege, en la cúspide de la irracionalidad. Trump es el campeón de la competencia, el individualismo, la mercantilización y el odio a los otros . Mientras, el mundo se concientiza y toma nota.
Tomado de la Jornada.México.6 de junio de 2017. Aporte de la Mesa CEB de Profetismo y Compromiso Ciudadano.Nicaragua.

Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

Bienaventurados los ateos porque encontrarán a Dios

Maria López Vigil


 Los dogmas del Catolicismo, la religión en la que nací, ya no me dicen nada. Las tradiciones y creencias del Cristianismo, tal como las aprendí, me parecen cada vez más ajenas. Son respuestas. Y ante el misterio del mundo yo tengo cada vez más preguntas.
Sentimientos parecidos a los míos los descubro en mucha otra gente, sobre todo jóvenes, sobre todo mujeres, que no niegan a Dios, pero que buscan una espiritualidad que alimente de verdad el sentido de sus vidas. Y en busca de ese tesoro, donde poner su corazón, toman distancia, se apartan, revisan, hasta rechazan, la religión aprendida.



¿Qué nos pasa? ¿Qué me ha pasado? Que he crecido, que he leído, que he buscado, que vivimos en un mundo radicalmente diferente al mundo tribal, rural, pre-moderno, en el que se fraguaron los ritos, dogmas, creencias, jerarquías y tradiciones de mi religión. El sistema religioso que nos han enseñado habla de un concepto anticuado del mundo. Ya no podemos caminar con esos “zapatos”, ya no me sirven.
 

Sabiendo, como sé, que el Cristianismo en todas sus versiones (católicos, protestantes, evangélicos, ortodoxos…) es una religión poderosa, pero una más entre tantas que existen y han existido en el planeta y en la historia, ya no puedo creer que la mía es la religión verdadera. Sería una insensatez tan mayúscula como creer que mi lengua materna, el español, es entre todas las lenguas, la mejor sólo porque nací en ella, es la que conozco y la que sé hablar.

Encuentro arrogantes los postulados religiosos que aprendí. Porque se presentan absolutos, rígidos, infalibles, incuestionables, inmutables e impenetrables al paso del tiempo. Y la humildad –que tiene la misma raíz, que humanidad, humus – me parece un caminito esencial ante el misterio del mundo, que ni la ciencia ni ninguna religión logra desentrañar cabalmente.
Sabiendo, como sé, las riquezas que encierran las variadísimas culturas humanas, los tantos mundos que hay en este mundo, no puedo creer que en mi religión y en la Biblia esté “la” revelación de esa Realidad Última que es Dios. Si así lo creyera, no podría evitar ser soberbia. Y no podría dialogar de igual a igual con los miles y miles y miles de hombres y mujeres que no lo creen así, que tienen otros libros sagrados, que van a Dios por otros caminos en donde no hay escrituras santas que venerar y seguir.

¿Cómo creer en ese galimatías dogmático, amalgamado con una filosofía superada, que afirma que en Dios hay tres personas distintas con una única naturaleza y que Jesús es la segunda persona de esas tres, pero con dos naturalezas? ¿Cómo creer lo que es absurdo y no entiendo si mi cerebro es la obra maestra de la Vida? ¿Cómo creer que María de Nazaret es Madre de Dios si Dios es Madre? ¿Cómo creer en la virginidad de María sin asumir lo que ese dogma expresa de rechazo a la sexualidad y a la sexualidad de las mujeres? ¿Cómo aceptar una religión tan masculinizada y, por tanto, tan separada de aquella primera intuición que presentía a Dios en femenino al ver el poder del cuerpo de la mujer que daba vida? ¿Cómo olvidarnos de que, por esa experiencia vital, Dios “nació mujer” en la mente de la humanidad?

¿Cómo creer en el infierno sin convertir a Dios en un tirano torturador como los Pinochet o los Somoza? ¿Cómo creer en el pecado original, que nunca nadie cometió en ningún lugar, que es solamente el mito con que el pueblo hebreo explicó el origen del mal en el mundo? ¿Cómo creer que Jesús nos salvó de ese pecado si esa doctrina no es de Jesús de Nazaret sino de Pablo de Tarso? ¿Cómo creer que Dios necesitaba de la muerte de Jesús para lavar ese pecado? Jesús el profeta, ¿un cordero propiciatorio que aplaca con sangre la cólera divina? ¿Cómo creer que Jesús nos salvó muriendo, cuando lo que nos puede “salvar” del sinsentido es que nos enseñó a vivir? ¿Cómo creer que como el cuerpo de Jesús y bebo su sangre, reduciendo así la Eucaristía a un rito materialista, mágico y evocador de sacrificios arcaicos y sangrientos que Jesús rechazó?
Sin embargo, dejando ya en mi camino tantas creencias de la religión aprendida, no dejo a Jesús de Nazaret. Porque, así como mi padre, mi madre y mis hermanos son mis referentes afectivos, y así como pienso, hablo y escribo en español y esa lengua es mi referente cultural, Jesús de Nazaret es mi referente religioso y espiritual, mi referente ético, el que me es más familiar para tantear el camino que me abre al misterio del mundo.


Hoy, sabiendo, como sé, de la majestad inabarcable del Universo en el que vivimos, con sus miles de millones de galaxias, no puedo creer que Jesús de Nazaret sea la única y definitiva encarnación de esa Energía Primera que es Dios. Eso no lo creyó Jesús. Esa elaboración dogmática, hecha posteriormente y en contextos de luchas de poder, escandalizaría a Jesús. Hoy, en vez de afirmar “creo que Jesús es Dios”, prefiero decirme y decir: “Quiero creer en Dios como creyó Jesús”.
¿Y en qué Dios creía Jesús, el Moreno de Nazaret? Nos enseñó que Dios es un padre, también una madre, que se preocupa por buscarnos, -el pastor que busca a su oveja, la mujer que busca su dracma-, que nos espera con ansia, que siempre acoge, que se indigna ante las injusticias y ante el poder que explota y oprime, que toma partido por los de abajo, que no quiere pobres ni ricos, que quiere que a nadie le sobre y a nadie le falte, que apuesta por la equidad y la dignidad de todos, que nos quiere hermanos, que nos quiere en comunidad, que no quiere señores ni siervos, tampoco siervas, que nos da siempre oportunidades, que se ríe y festeja, que celebra banquetes a los que invita a todos, que es alegre y es bueno, que es un abbá, una immá.

Todas las religiones del mundo, toditas, se parecen en algo: todas afirman que son las verdaderas y se ufanan de que sus divinidades son las más poderosas. Todas se sostienen en creencias, en ritos, en mandamientos y en mediadores. La mayoría de los mandamientos que imponen son prohibiciones: lo que no se puede hacer, lo que no se puede pensar, lo que no se puede decir… Y los mediadores que dominan las religiones son variadísimos: son libros, lugares, tiempos y objetos sagrados y, sobre todo, son personas sagradas a las que hay que creer, obedecer y reverenciar.
Cuando uno lee la buena noticia de los Evangelios, cuando capta su esencia, descubre que Jesús no fue un hombre religioso. Jesús fue un laico en contradicción permanente con los hombres piadosos y sagrados de su tiempo, fariseos y sacerdotes. Jesús no propuso creencias sino actitudes. No lo vemos nunca practicando ningún rito sino acercándose a la gente. Le dio la vuelta a varios mandamientos, tal como eran interpretados por los piadosos de su tiempo. Y no respetó ni los lugares sagrados (oraba en el monte) ni los tiempos sagrados (“El sábado es para la gente, no la gente para el sábado”).
Jesús fue un hombre espiritual y un maestro ético. Jesús no quiso fundar ninguna religión y, por eso, no es responsable de ninguno de los dogmas construidos desde el poder sobre la memoria apasionada de quienes lo conocieron. Jesús propuso una ética de relaciones humanas. Inspiró un movimiento espiritual y social de hombres y mujeres que buscando a Dios buscaran la justicia y construyeran su sueño, el Reino de Dios, que él concibió como una utopía contrapuesta a la realidad de opresión, injusticia, que le tocó vivir en su país y en su tiempo.

Cuando ninguna persona es sagrada todas las personas se vuelven sagradas. Cuando ningún objeto es sagrado todos los objetos merecen ser cuidados. Cuando ningún tiempo es sagrado todos los días que me es dado vivir se convierten en sagrados. Cuando ningún lugar es sagrado veo en la Naturaleza entera el sagrado templo de Dios. Esto también nos lo enseñó Jesús.
La irreverencia, la provocación, la gracia, el humor, la audacia y la novedad de la espiritualidad de Jesús de Nazaret han sido aprisionadas desde hace siglos en la dogmática cristológica. Esa dogmática nos hace prisioneros de un pensamiento único, nos encierra en una jaula. No nos deja volar porque no nos deja preguntar, sospechar, dudar… Los barrotes de esa cárcel provocan miedo. Miedo a desobedecer la palabra autorizada de quienes “saben de Dios”, las jerarquías de la religión. Miedo a ser castigados por pensar y por decir lo que pensamos.

Hoy, sabiendo que vivo “en torno a una estrella del montón, en una zona corriente de una galaxia vulgar, agrupada con otras igualmente anodinas en un cúmulo ordinario”, como describe este “barrio cósmico” que es la Tierra un prestigioso físico, no puedo dejar de sentir petulantes y esclerotizadas, irrelevantes para mi vida, las certezas y las normas de la religión organizada por una burocracia jerárquica que, además, en tantas cosas ha traicionado el mensaje de Jesús.
Me encuentro más cercana a la Vida que Jesús defendió y dignificó en esa religiosidad, en esa espiritualidad que es reverencia y asombro ante el misterio del mundo. Hallo más sentido espiritual en la “religiosidad cósmica” de la que habló el judío Einstein cuando dijo: “El misterio es lo más hermoso que nos es dado sentir”. Einstein reconoce que esa experiencia de lo misterioso “cuna del arte y de la ciencia ha generado también la religión”. Pero añade: “La verdadera religiosidad es saber de esa Existencia impenetrable para nosotros, saber que hay manifestaciones de la Razón más profunda y de la Belleza más resplandeciente” que nunca nos son del todo asequibles. Y concluye: “A mí me basta con el misterio de la eternidad de la Vida, con el presentimiento y la conciencia de la construcción prodigiosa de lo existente”.
No sé si a mí me basta esa formulación, pero sí sé que me resulta significativa porque me abre a nuevas preguntas. Y la religión, el sistema religioso en el que me educaron, no me abrió. Me cerró llenándome de respuestas fijas, preestablecidas, muchas de ellas amenazantes, angustiantes, generadoras de miedo, de culpa y de infelicidad. Es tiempo de humanizarnos. Y el sistema religioso, obligándonos a pensar a Dios de una única manera, imponiéndonos normas morales severas y faltas de compasión y obligándonos a cultos y ritos rutinarios y rígidos, nos deshumaniza.

¿Creo en Dios? ¿Qué es la fe? “Es un amor”, me respondió hace ya muchos años un campesino analfabeto en la República Dominicana cuando yo se lo pregunté. Nunca lo olvido. Sentí una explicación tan sencilla como profunda.
Si Dios es, es quien me mueve siempre hacia el amor, hacia los demás, sean personas, animales, árboles… Ese movimiento, ese impulso es a compartir, a simpatizar, a cuidar, a hacerme responsable, a meterme en el agua que guarda en su fondo ese pozo de todo lo que está vivo. La amistad es la felicidad de no poder tocar nunca el fondo de ese pozo. Eso es amor: un pozo sin fondo en el que poder beber. Eso debe ser Dios. En el amor que tengo a quienes quiero yo siento a Dios.


Si Dios es, es belleza. El derroche de belleza de la Naturaleza -las estrellas del cielo, los ojos de los perros, la forma de las hojas, el vuelo de los pájaros, los colores y sus matices, el mar-, todo ese inconmensurable y siempre sorprendente listado de hermosuras, todas parecidas, todas diferentes, todas relacionadas, esa belleza que yo no puedo ni abarcar ni entender, que deslumbra mis ojos y mi mente, que la ciencia nos descubre y nos explica, siento que tiene “la firma” de Dios. En el fondo de toda la belleza que veo en todo lo que existe yo siento a Dios.
Si Dios es, es alegría. En la fiesta, en la música y el baile, en las formas indefinibles que adopta la alegría cuando es profunda, en la palabra, en la compañía, en la celebración, en los logros, en el esfuerzo de creatividad, y muy Paper-Comunicación: Bienaventurados los ateos porque encontrarán a Dios especialmente en las risas y en las sonrisas de la gente, yo siento que Dios es más cercano que nunca.


Si Dios es, es también justicia. Es la justicia que la historia que conozco y en la que vivo no le ha garantizado nunca a la gente buena. Que no le garantizó a aquel campesino pobre y analfabeto que me definió la fe como “un amor”.
Pero Dios siempre está más allá de todo amor, de toda belleza, de toda alegría, siempre inalcanzable, innombrable, indescifrable, siempre más allá de la idea que de Dios me hago, más allá de mi propio deseo y nostalgia. Maimónides, el gran pensador judío de la Edad Media, escribió un tratado teológico-filosófico con este fascinante título: “Guía para perplejos”. Dice él: “Describir a Dios mediante negaciones es la única manera de describirlo en un lenguaje apropiado”.

Ni una pizca de esa perplejidad la encuentro ya en el sistema religioso en el que nací. Y es con estos “ladrillos” de pensamiento y de sentimiento, con este pensar y este sentir, con los que he ido construyendo a tientas una espiritualidad, convencida, como decía el poeta León Felipe, que nadie va a Dios por el mismo camino por el que voy yo. La espiritualidad es un camino personal, la religión es un corsé colectivo. Un “yugo pesado”, en palabras de Jesús.
En su libro La ola es el mar, el monje benedictino Willigis Jäger comenta: “Una persona sagaz dijo: La religión es un truco de los genes”. Jäger se toma muy en serio esa afirmación. Y explica: “Cuando la especie humana alcanzó el nivel evolutivo adecuado para plantearse preguntas sobre su origen, su futuro y el sentido de su existencia, desarrolló la capacidad para dar respuesta a esas preguntas. El resultado de este proceso es la religión, que durante milenios ha desempeñado magníficamente su tarea y aún sigue haciéndolo hoy. La religión forma parte de la evolución humana. Y si hoy llegamos a un punto en que sus respuestas ya no satisfacen, es un indicio de que la evolución ha dado un paso hacia adelante y está surgiendo en la humanidad una nueva capacidad para comprendernos como seres humanos”.
A pesar de los caminos errados y de los tiempos perdidos, cuánto me alegro de que, antes de morirme, desarrollé esa capacidad y pude vivir en el tiempo de ese paso hacia adelante.