FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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viernes, 13 de enero de 2017

PALABRAS DE JUAN, EL BAUTIZADOR DEL JORDÁN



col aleixandre art

No recuerdo cuando comencé a vivir en el desierto, más bien lo que no consigo saber es cómo pude vivir fuera de él. Supe que era mi lugar desde que escuché de niño las palabras de Isaías: “Una voz grita: En el desiertopreparad un camino al Señor, allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios” (Is 40,3) Acepté la misión que se me confiaba y me fui a conocer de cerca aquel sequedal en el que tenía que intentar trazar caminos. Al principio sólo la soledad y el silencio fueron mis compañeros y, junto con ellos, la convicción oscura de estar esperando a alguien que estaba a punto de llegar: “Mirad, yo envío un mensajero a prepararme el camino. ¿Quién resistirá cuando llegue?” (Ml 3,1-2)Lo había dicho un profeta y yo sentía arder en mi voz su misma urgencia por preparar el encuentro. ¡Llega el Ungido de Dios!” comencé un día a gritar . “Él quebrantará al opresor y salvará la vida de los pobres…” (Sal 72,8.4).
Se corrió la noticia de mis palabras y comenzó a acudir gente, movida por una búsqueda incierta en la que yo reconocía la misma tensión que me mantenía en vigilia. Algo estaba a punto de acontecer, y me sentí empujado a trasladarme más cerca del Jordán, como si presintiera que iban a ser sus aguas el origen del nuevo nacimiento que aguardábamos con impaciencia. Muchos me pedían que los bautizara y, al sumergirse en el agua terrosa del río y resurgir de ella, sentían que su antigua vida quedaba sepultaba para siempre. Les exigía ayunos y penitencia y les anunciaba que otro los bautizaría con Espíritu. Yo sólo podía hacerlo con agua: anunciaba unas bodas que no eran las mías, y yo no era digno ni de desatar la correa de las sandalias del Novio.
Antes de comenzar la temporada de lluvias, en un mediodía nubes apelmazadas y calor agobiante, se presentó un grupo de galileos y me pidieron que los bautizase. Fueron descendiendo al río, hasta que quedó en la ribera solamente uno, al que oí que llamaban Jesús. Al principio no vi en él nada que llamara particularmente mi atención y le señalé el lugar por el que podía descender más fácilmente al agua. Estábamos solos él y yo, los demás se habían marchado a recoger sus ropas junto a los álamos de la orilla. Lo miré sumergirse muy adentro del agua y, al salir, vi que se quedaba quieto, orando con un recogimiento profundo. Tenía la expresión indefinible de estar escuchando algo que le colmaba de júbilo y todo en él irradiaba una serenidad que nunca había visto en nadie.
Se había levantado un viento fuerte que arrastraba los nubarrones que cubrían el cielo y comenzaban a caer gruesas gotas de lluvia. Un relámpago iluminó el cielo anunciando una tormenta que levantaba ya remolinos de polvo. Desde la ribera seguí contemplando al hombre que seguía orando inmóvil, como si nada de lo que ocurriese a su alrededor le afectara. Por fin, después de un largo rato y cuando ya diluviaba, lo vi salir lentamente del río, ponerse su túnica y alejarse en dirección al desierto.
Pasé la noche entera sin conseguir conciliar el sueño. Sin saber por qué, me vino a la memoria un texto profético que nunca había comprendido bien:
“Mirad, el Señor Dios llega con poder. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos a los corderos y hace recostar a las madres (Is 40,10-11).Nunca había entendido por qué el Señor necesitaba desplegar su poder para realizar las tareas cotidianas de un pastor, ni por qué su venida, anunciada con rasgos tan severos por los profetas, consistiría finalmente en sanar, cuidar y llevar a hombros a su pueblo, sin reclamarle a cambio purificación y penitencia.
Y, sin embargo, aquella noche, las palabras de Isaías invadían mi memoria de manera apremiante, junto con una extraña sensación de estar cobijado y a salvo. Y textos a los que nunca había prestado atención, se agolparon en mi corazón. Era como si hasta este momento sólo hubiera hablado de Dios como de oídas, mientras que ahora Él comenzaba a mostrarme su rostro. Recordé el del galileo al que había visto orando en el río, la expresión de honda paz que irradiaba, y me pregunté si a él se le habría revelado el Dios que no es, como yo pensaba, sólo poder y exigencia, sino también ternura entrañable, amor sin condiciones como el de los padres.
Estaba amaneciendo y en los árboles de la orilla se oía el revuelo de los pájaros y el zurear de las palomas. Recordé las palabras del Cantar describiendo al novio:
“Mi amado...Sus ojos, dos palomas a la vera del agua que se bañan en leche y se posan al borde de la alberca...”(Cant 5, 10-11)
Me di cuenta sorprendido de que, al hablar del Mesías, siempre lo había hecho con imágenes poderosas como la del águila, o de fuerza avasalladora como la del león, mientras que ahora lo que me hacía pensar en él era el vuelo sosegado de las palomas.
Cuando me sobrevino el sueño, la luz se abría ya paso entre los perfiles azulados de los montes de Judea.

La invitación de Martín Lutero

Manuel Fraijó


LuteroEl monje agustino inició hace cinco siglos la Reforma, aunque nunca pretendió fundar otra Iglesia separada de Roma. Hereje en otros tiempos, su confrontación con Erasmo dio esplendor a la reflexión sobre la libertad, la religión y la ética
Hace unos meses, el papa Francisco asistió en Suecia a una celebración ecuménica que conmemoraba el 500º aniversario de la Reforma iniciada por Lutero en 1517. Fuimos testigos de un histórico abrazo entre el Papa y el presidente de la Federación Luterana Mundial, Munib Younam. Después de firmar una declaración conjunta, el Papa reconoció: a) la intención reformadora, bienintencionada, de Lutero; b) la corrupción desmedida de la Iglesia a la que se enfrentó el monje agustino; c) el inmenso regalo que supuso su traducción de la Biblia al alemán. “Lutero llevó la Biblia a la gente”, dijo el Papa. Tenía razón: aquella magnífica traducción fue la gran hazaña literaria de Lutero. En la Alemania de entonces solo circulaban unas 6.000 Biblias para 15 millones de habitantes.


También Benedicto XVI visitó en el año 2011 la sala capitular del convento de los agustinos de Erfurt donde Lutero emitió sus votos monásticos. No pocos cristianos se preguntan si el hereje de otros tiempos se ha convertido actualmente en “padre de la Iglesia” para protestantes y católicos. Lutero, sostienen relevantes historiadores, solo habría querido ser un “católico reformista”. Se propuso reconducir aquella Iglesia descarriada a las exigencias del Evangelio; pero nunca pretendió fundar otra Iglesia separada de Roma. Solo un cúmulo de torpezas, a repartir entre Roma y Wittenberg, dio lugar a una división que sembró Europa de dolor y muerte.
¿Por qué peregrinan hoy los papas a lugares emblemáticos del protestantismo y se unen a la conmemoración del quinto centenario de la Reforma? Desde luego, existe un notable consenso en que Lutero forma ya parte de los que K. Jaspers llamó “hombres decisivos de la humanidad”. Este reconocimiento ha sido un logro del siglo XX. Todavía en tiempos recientes el mundo católico calificaba a Lutero de “corrupto” y “neurótico”. Han sido teólogos e historiadores católicos actuales quienes han rehabilitado al incómodo Reformador. Dos ejemplos: Y. Congar lo considera “uno de los mayores genios religiosos de la historia” y lo sitúa “al mismo nivel que san Agustín y santo Tomás de Aquino”. Y el cardenal W. Kasper acaba de publicar un lúcido ensayo, Martín Lutero. Una perspectiva ecuménica, en el que lleva a cabo una valoración positiva, serena y justa de Lutero. Sin estas rehabilitaciones históricas, el papa Francisco nunca habría encontrado el camino que le condujo a Suecia.
Se suelen asignar cinco nombres de lujo al siglo XVI: Erasmo, Lutero, Ignacio de Loyola, Calvino y Felipe II. Las figuras de Erasmo y Lutero se iluminan mutuamente. Erasmo, el gran genio humanista, se negó a elegir entre Roma y Lutero. Su divisa fue: ni solidaridad con Lutero, ni guerra contra él. Se trató de una opción sensata, pero que impulsó al Reformador a escribir: Erasmo “nunca se atreve a nada”. A pesar del prudente distanciamiento de Erasmo, los franciscanos de Colonia divulgaron un dicho que se hizo célebre: “Usted (Erasmo) puso el huevo y Lutero lo empolló”. A lo que Erasmo respondió: “Sí, pero yo esperaba un pollo de otra clase”. Lutero sentía una gran admiración por Erasmo y se esforzó, aunque en vano, en ganarlo para su causa. Erasmo se lo dejó meridianamente claro: “Nunca he tenido intención de reconocer a tu Iglesia”. Era consciente de que la otra Iglesia, la que Lutero calificaba de “papista”, tenía muchos defectos, pero nunca pensó en “desertar de ella”.
Deseoso de marcar diferencias con el monje agustino, Erasmo publicó su escrito De libero arbitrio (Sobre el libre albedrío). Era una defensa humanista, erudita y teológica de la libertad; libertad que, en opinión de Erasmo, Lutero destruía al permitir que Dios lo invadiese todo. Al Reformador le interesaba más la libertad de Dios que la del hombre. Erasmo, en cambio, era, según Lutero, “un tibio”, un escéptico. De hecho, Lutero le recuerda que “el Espíritu Santo no es escéptico”. Dilthey llamó a Erasmo “el Voltaire del siglo XV”. En realidad, a Erasmo lo que le interesaba era la moral. A la luz de esta preferencia, la insistencia de Lutero en la “voluntad encadenada” resultaba poco razonable. Si no hay libertad, argumentaba con razón Erasmo, no existe el hecho moral.
Erasmo publicó su De libero arbitrio en 1524. Un año después respondía Lutero con su opúsculo De servo arbitrio (Sobre la voluntad encadenada). El Reformador sostuvo siempre que era uno de sus mejores escritos. Sus páginas muestran la abismal profundidad de la experiencia religiosa de aquel hombre. Es la confrontación de una abrumadora fe religiosa con el moralismo racionalista de Erasmo. A Lutero le parece que Erasmo no se ha enterado de nada. Nuestra salvación, sostiene, no puede depender de nuestra libertad, tan frágil, tan débil. Si así fuera, no tendríamos “seguridad” de ella. Y Lutero necesitaba seguridad. Durante mucho tiempo intentó lograrla acudiendo a la penitencia y los sacramentos. Afirma que si no hubiera sido por el sacramento de la confesión, se habría vuelto loco. Le torturaba la pregunta “¿cómo consigo un Dios misericordioso?”; no duda de la existencia de Dios, su época tampoco, pero le angustia el tema de la salvación. Una salvación que no espera del Dios “sonriente” de los filósofos, sino del misterio que nos envuelve, de lo totalmente otro, de la gracia; una salvación que tampoco está dispuesto a “comprar”, como proponían los predicadores de las indulgencias: “Tan pronto como el dinero en la caja canta, del purgatorio el alma salta”.

Entre paréntesis: lo más probable, según la actual investigación histórica, es que Lutero nunca colgase las 95 tesis sobre las indulgencias en la puerta de la iglesia de Wittenberg. De hecho lamentó que se hubieran difundido, asegurando que no iban destinadas al gran público. Lo que a él le interesaba no era la gracia barata, subastada por los avaros predicadores de las indulgencias, sino la penitencia interior. Solo después de la iluminación que le supuso la “experiencia de la torre” estuvo seguro de su salvación.
El Dios de Erasmo es, según Lutero, el Dios “adormecido” de los filósofos; el de Lutero, en cambio, es un Dios al borde de lo desorbitado.



La confrontación de estos dos hombres supuso días de esplendor para la reflexión sobre la libertad, la religión y la ética. Con frecuencia se considera a Lutero “el primer hombre moderno, el primer descubridor de la subjetividad”. A su vez, S. Zweig dejó escrito que “Erasmo fue el primer europeo consciente de serlo”.
Lutero murió en la noche del 17 de febrero de 1546. En su escritorio se encontró un papel con estas palabras: “Somos mendigos ante Dios, esta es la única verdad”. Poco antes nos dejó esta invitación a la esperanza: “Incluso si supiera que mañana va a llegar el fin del mundo, plantaría hoy un manzano”. A lo mejor pensaba E. Bloch en Lutero cuando escribió: “Lo mejor de las religiones es que producen herejes”.

Manuel Fraijó es catedrático emérito de la Facultad de Filosofía de la UNED.

Domingo 15 de Enero, 2 Tiempo ordinario – A (Juan 1,29-34): El fuego del Espíritu

José Antonio Pagola

CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU

Las primeras comunidades cristianas se preocuparon de diferenciar bien el bautismo de Juan, que sumergía a las gentes en las aguas del Jordán, y el bautismo de Jesús, que comunicaba su Espíritu para limpiar, renovar y transformar el corazón de sus seguidores. Sin ese Espíritu de Jesús, la Iglesia se apaga y se extingue.
Solo el Espíritu de Jesús puede poner más verdad en el cristianismo actual. Solo su Espíritu nos puede conducir a recuperar nuestra verdadera identidad, abandonando caminos que nos desvían una y otra vez del Evangelio. Solo ese Espíritu nos puede dar luz y fuerza para emprender la renovación que necesita hoy la Iglesia.
El papa Francisco sabe muy bien que el mayor obstáculo para poner en marcha una nueva etapa evangelizadora es la mediocridad espiritual. Lo dice de manera rotunda. Desea alentar con todas sus fuerzas una etapa «más ardiente, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin, y de vida contagiosa». Pero todo será insuficiente «si no arde en los corazones el fuego del Espíritu».
Por eso busca para la Iglesia de hoy «evangelizadores con Espíritu» que se abran sin miedo a su acción y encuentren en ese Espíritu Santo de Jesús «la fuerza para anunciar la verdad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente».
Según el papa, la renovación que quiere impulsar en el cristianismo actual no es posible «cuando la falta de una espiritualidad profunda se traduce en pesimismo, fatalismo y desconfianza», o cuando nos lleva a pensar que «nada puede cambiar» y, por tanto, que «es inútil esforzarse», o cuando bajamos los brazos definitivamente, «dominados por un descontento crónico o por una acedia que seca el alma».
Francisco nos advierte que «a veces perdemos el entusiasmo al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas». Sin embargo no es así. El papa expresa con fuerza su convicción: «No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra […] no es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón».
Todo esto hemos de descubrirlo por experiencia personal de Jesús. De lo contrario, dice el papa, a quien no lo descubre, «pronto le falta fuerza y pasión; y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie». ¿No estará aquí uno de los principales obstáculos para impulsar la renovación querida por el papa Francisco?

Domingo 15 de enero de 2017, 2º del tiempo ordinario, ciclo A



Efisio , Mauro, Raquel
Las lecturas de este domingo tienen como eje transversal la invitación de Dios a toda la humanidad a asumir como propio el proyecto del Reino, de retarle, en libertad y sinceridad, a una manera nueva ser hombre y mujer, de ser creación y sociedad. El texto que leemos en la primera lectura forma parte del segundo Cántico del Siervo (Is 49,1 – 50,7) en el que se identifica al pueblo de Israel como el servidor de Dios; este Israel mencionado aquí no representa la totalidad del pueblo de Dios, sino que, tal vez, se refiera a aquella pequeña comunidad creyente desterrada en Babilonia, a ese grupo reducido que mantiene viva la esperanza y la fe. ··· Ver noticia ··

El Congreso exigirá al Tribunal de Cuentas que fiscalice el IRPF de la Iglesia católica


Jesús Bastante


Memoria de Actividades de la CEE Memoria de Actividades de la CEECEE
Después de que el organismo votara en contra de elaborar un informe sobre la casilla
Barriocanal: “La asignación tributaria es un dinero decidido por los contribuyentes y no por el Gobierno”
Una casilla del IRPF como la de la Iglesia católica para otras siete religiones
Los obispos manejan alternativas de financiación ante un hipotético fin de la casilla de la Iglesia en el IRPF
Más de 10,8 millones de declarantes han recibido ya la devolución del IRPF por importe de 6.756 millones
Los consejeros del Tribunal de Cuentas que suscriben el voto particular inciden en que la fiscalización del dinero de la Renta “pretende constituir una primera aproximación a las diversas fuentes de financiación de la Iglesia católica”
El Congreso de los Diputados exigirá al Tribunal de Cuentas que fiscalice los 250 millones que la Iglesia católica recibe a través del IRPF. Así lo han solicitado Unidos Podemos y PSOE tras la negativa del organismo a elaborar un informe sobre cuál es el destino del dinero que recibe la institución a partir del IRPF. Ciudadanos apoyará la iniciativa. ··· Ver noticia ···

Islamofobia, ignorancia atávica muy peligrosa

José Carlos García Fajardo, Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)


Más que planteamientos racistas, la islamofobia muchas veces se trata de ignorancia supina y torticera que puede llevar al fratricidio más sangriento.
“Hoy hace 525 años de la toma de Granada por los Reyes Católicos. Es un día de gloria para las españolas. Con el Islam no tendríamos libertad” así escribió en Twitter Esperanza Aguirre, dirigente del Partido Popular, ex presidenta de la Comunidad de Madrid e insaciable muestra de lo más rancio y decadente de un cristianismo fanático y de una derecha enajenada en las antípodas del mensaje y de la vida del Rabí Jesús de Nazareth. Adornó este mensaje con una bandera de España y un cuadro del pintor Francisco Pradilla, “La rendición de Granada. Y lo hace en defensa y usurpación de “las españolas”, para las que semejante infausta conmemoración hoy debería de ser un día de gloria. Sería por la rápida violación de las Capitulaciones de Santa Fe (1492) en donde esos reyes católicos garantizaban reconocer lengua, costumbres, creencias, propiedades, conocimientos y una amplia y destrozada relación de derechos y de libertades.



Que fueron arrasadas por el fanatismo de la Inquisición y la codicia de los nobles y soberbios católicos castellanos.
Más que planteamientos racistas, muchas veces se trata de ignorancia supina y torticera que puede llevar al fratricidio más sangriento. Como la mayor parte de las fobias desarrolladas o inculcadas desde otras posiciones sectarias, fanáticas y enfermizas.


De ahí la importancia de acercarnos a ese mundo al que pertenecemos sin ser consecuentes. Como españoles, no podemos desconocer que el Islam forma parte de nuestras raíces, de nuestras tradiciones y de nuestro imaginario. Es imposible entender el ser de España sin esos ochocientos años de convivencia en Al Andalus. Fueron siglos de enorme desarrollo cultural y económico, científico, médico y literario.
Del mismo modo que nos sabemos greco romanos y de tradición judeocristiana, es preciso redescubrir nuestra parte islámica en la lengua, la arquitectura, la gastronomía, la agricultura, la artesanía, la música y en nuestra manera de ser.

Cuando era joven, nos mortificaba que dijeran que África empezaba en los Pirineos. Hoy me siento orgulloso de saberme africano y muy europeo, a fuer de mediterráneo y de profundo admirador de Jesús de Nazareth. Hemos padecido los efectos represivos de la Reconquista ganada por el godo y que no fue capaz de reconocer tanta belleza, tanta cultura, tanta ciencia y tanta sabiduría. Durante siglos nos secuestraron esa parte entrañable de nuestro ser, y nos presentaron al “moro” como enemigo y como peligro del que nos salvaba el Estrecho de Gibraltar.
Hoy nos asustan con el provocado durante siglos falso problema de la invasión de inmigrantes africanos. Cuando éstos no hacen sino devolvernos las visitas y usurpaciones que les hemos estado haciendo durante quinientos años. En plena globalidad, con la revolución de las comunicaciones, es menester recuperar nuestras señas de identidad más profundas para que no nos lleve el viento por desarraigados.
El mundo islámico nos puede aportar razón para nuestra esperanza. Cuando Rilke decía, en sus Cartas a un joven poeta, que es menester que nada extraño nos acontezca fuera de lo que nos pertenece desde largo tiempo, hace una llamada para que los pueblos recuperemos nuestro pasado. Tan sólo asumiendo las contradicciones y el legado de la historia podremos afrontar un futuro que no nos arrastre a la despersonalización más suicida al convertirnos en “recursos humanos” para ser explotados, en una sociedad globalizada dominada por el pensamiento único.

Más de 1.200 millones de personas son musulmanas, pero no todas son árabes. Los persas chiítas son musulmanes, como millones de indonesios, pakistaníes, indios, europeos, rusos, africanos, asiáticos o norteamericanos.
Hay musulmanes de todas las etnias y pueblos unidos por la Sharia, la lengua árabe, la peregrinación a la Meca, el Ramadán y el calendario musulmán.


A catorce kilómetros de África es incomprensible la ignorancia de los españoles acerca de ese legado cultural. Demasiadas veces identificamos a los musulmanes con los fundamentalistas afganos, iraníes, saudíes, o yihadistas enloquecidos que poco tienen que ver con el Islam auténtico. Eso sería como identificar el cristianismo con las nefastas Cruzadas, la Inquisición o ciertos dogmas proclamados por algunos papas y concilios en flagrante contradicción con el mensaje evangélico.
 Es preciso despertar un movimiento en las universidades, en los colegios y a través de los medios de comunicación para descubrir ese patrimonio que nos pertenece. Conocer los cinco pilares del Islam: la profesión de fe, la oración, la limosna, el ayuno y la peregrinación a la Meca.


 Descubrir el significado de la Umma o comunidad de los creyentes, de las abluciones, del zoco y de la medina, de la mezquita y del baño público, de su ayuno y de su hospitalidad, de su sentido social y solidario con la práctica de la limosna, de la justicia y de la humildad. Estamos ofuscados por prejuicios que no revelan más que ignorancia y que supone un despilfarro de nuestras riquezas y posibilidades.
No podríamos expresarnos si nos arrancasen ese casi 30% de arabismos que posee el castellano, si nos arrancasen las acequias y el arte del agua, la arquitectura y la música, el culto de las formas, de los olores y de los colores; el refinamiento que transforma en arte las más humildes realidades de la teja, el estuco, los azulejos o los esmaltes, los cordobanes o los damasquinados, la taracea o el barro.



La más alta ocasión que vieron los siglos no fue Lepanto, sino la Escuela de Traductores de Toledo que, en el siglo XIII, asistía a la convivencia de los tres pueblos del Libro. Todos hablaban árabe entre ellos y cada comunidad su lengua.
Debemos arrancar de nuestro imaginario la palabra “tolerancia”. No hay nada que tolerar ni nadie está legitimado para tolerar nada a nadie sino se creyera en posesión de la Verdad. No digamos ya ser intolerantes. Es preciso acoger al otro en su diversidad, en su diferencia, en su contradicción y en su riqueza y exigirles el consecuente respeto a las nuestras. Sólo así se podrán alumbrar ese mundo nuevo y esa sociedad nueva en la que todos nos sepamos ciudadanos del mundo, vecinos y, por lo tanto, responsables solidarios.
No se puede temer a la verdad, ésta siempre libera y se descubre como camino y como quehacer que da sentido a un vivir con dignidad. Acabemos con fobias enfermizas e incontrolables que se curan mediante el conocimiento mutuo, el respeto, el diálogo y el talento necesario para construir unas sociedades ancladas en una sobriedad compartida.

Más de 85 organizaciones sociales solicitan la comparecencia del Ministro de Interior José Ignacio Zoido


APDHA
valla285 entidades sociales, entre las que se encuentra la APDHA, han presentado un escrito de petición para que el Ministro del Interior comparezca en el Parlamento, a fin de explicar la actuación del Ministerio ante la entrada y devolución de personas migrantes y demandantes de asilo.
9 de enero de 2017.
Estimados/as diputados/as:
Hoy lunes 9 de enero 85 entidades sociales hemos presentado un escrito de petición para que el Ministro del Interior comparezca en el Parlamento a fin de explicar la política migratoria en Ceuta y Melilla, así como cuáles son las órdenes de actuación impartidas a la Guardia Civil para su actuación en el perímetro fronterizo, en concreto en relación con las devoluciones sumarias, que siguen produciéndose ya bajo su responsabilidad. ··· Ver noticia ·

Sacerdotes alemanes piden el fin de la “soledad” del celibato


Cura casado2
Denuncian la “mentalidad de búnker” de la Iglesia
Exigen asimismo el sacerdocio de las mujeres y más ecumenismo
Redacción, 12 de enero de 2017 a las 19:23
Al acercarse a la vejez “se sienten especialmente los efectos de la vida sin pareja y la soledad”, afirman
Un grupo de destacados sacerdotes alemanes pidieron hoy, a través de una carta abierta en un periódico, el fin del celibato, con el argumento de que tal precepto les obliga a una “vejez en soledad”. ··· Ver noticia ··

El golpe parlamentario como asalto al bien común

Leonardo Boff

Leonardo Boff2Uno de los efectos más perversos del golpe parlamentario, destituyendo a la presidenta con razones jurídicamente cuestionadas por los juristas más conceptuados de nuestro país y también del exterior, fue imponer un proyecto económico-social de ajustes y de modificaciones legales que significan un asalto al ya desvalido bien común. El golpe fue promovido por las oligarquías adineradas y antinacionales, que usaron un parlamento que da vergüenza por su ausencia de ética y de sentido nacional, mediante el cual pretenden drenar para su provecho la tajada mayor de la riqueza nacional. Esto ha sido denunciado por nombres notables como Luiz Alberto Moniz Bandeira, Jessé Souza, y Bresser Pereira, entre otros.

Está en curso el desmantelamiento de la nación. Esto significa la implantación de un neoliberalismo ultraconservador y predatorio que prácticamente anula las conquistas sociales en favor de millones de pobres y miserables, quitándoles derechos en lo referente al salario, al régimen de trabajo y de las jubilaciones, además de reducir y hasta liquidar proyectos fundamentales como Bolsa Familia, Mi Casa, Mi Vida, Luz para Todos, el FIES y otros institutos que permitían el acceso al estudio técnico o superior a los hijos e hijas de la pobreza.

En particular, se han empezado a subastar bienes colectivos como partes de Petrobrás y a poner en venta tierras nacionales. La privatización significa siempre una disminución de bienes de interés general que pasa a manos del interés particular. Se ataca lo que se llama hoy “derechos de solidaridad” que somete los intereses particulares a los intereses colectivos y comunes.
Se están erosionando los dos pilares fundamentales que históricamente construyeron el bien común: la participación de los ciudadanos (ciudadanía activa) y la cooperación de todos. En su lugar, el orden actual impuesto por los que perpetraron el golpe, enfatiza las nociones de rentabilidad, flexibilización, adaptación y competitividad. La libertad del ciudadano es sustituida por la libertad de las fuerzas del mercado, el bien común, por el bien particular y la cooperación, por la competitividad.


La participación y la cooperación aseguraban la base del interés y de lo común. Negados esos valores, la existencia de cada uno ya no está socialmente garantizada ni sus derechos afianzados. Por lo tanto, cada uno se siente obligado a garantizar el suyo. Así surge un individualismo avasallador, acolitado por ondas de odio, de homofobia, de machismo y de todo tipo de discriminaciones.
El propósito de los actuales gestores, reconocidos ya como incompetentes, algunos rayando en la imbecilidad, es: el mercado tiene que ganar y la sociedad debe perder. Ingenuamente creen todavía que el mercado va a regular y resolver todo. Si es así ¿por qué vamos a construir el bien común? Se ha deslegitimado el bienestar social y el bien común ha sido enviado al limbo.
Pero hay que denunciar: cuanto más se privatiza más se legitima el interés particular en detrimento del interés general además de debilitar al Estado, el gerente del interés general. Nos están imponiendo un killer capitalismo.


¿Cuánta perversidad social y barbarie van aguantar los movimientos sociales, aquellos que de la pobreza están siendo lanzados a la miseria, los partidos de raíz popular y la inteligencia brasilera con sentido de nación y de soberanía de nuestro país?
Pero aclaremos el concepto de bien común. En el plano infraestructural, el bien común es el acceso justo de todos a los bienes comunes básicos como la alimentación, la salud, la vivienda, la energía, la seguridad y la comunicación. En el plano social es la posibilidad de llevar una vida material y humana satisfactoria con dignidad y con libertad en un ambiente de convivencia pacífica.
Al estar siendo desmantelado por el orden injusto actual, el bien común debe ser reconstruido ahora. Para eso, es importante dar hegemonía a la cooperación y no a la competición y articular todas las fuerzas comprometidas con el interés general para resistir, presionar y salir a las calles.

Por otro lado, el bien común no puede ser concebido antropocéntricamente. Hoy se ha desarrollado la conciencia de la interdependencia de todos los seres con todos y con el medio en el cual vivimos. Nosotros como humanos, somos un eslabón, aunque singular, de la comunidad de vida y responsables del bien común también de esta comunidad de vida. No podemos vender nuestras tierras ni dejar de delimitar los territorios indígenas, los dueños originarios de nuestro país, ni descuidar la deforestación desenfrenada de la Amazonia, como está ocurriendo ahora.

Nosotros los humanos poseemos los mismos constituyentes físico-químicos con los que se construye el código genético de todo viviente. De aquí se deriva un parentesco objetivo entre todos los seres vivos como ha destacado el Papa Francisco en su encíclica sobre la ecología integral. Por eso, cuidar y defender la naturaleza es cuidar y defendernos a nosotros mismos, pues somos parte de ella. En razón de esta comprensión, el bien común no puede ser solamente humano, sino de toda la comunidad terrenal y biótica con quien compartimos la vida y el destino.
La cooperación se refuerza con más cooperación, pues aquí reside la savia secreta que alimenta y revitaliza permanentemente el bien-común, atacado por las fuerzas que ocuparon el Estado y sus aparatos en interés de unos pocos contra el bien común de todos los demás.

*Leonardo Boff es articulista del JB online y ha escrito: De dónde viene el Universo, la Tierra, la vida, el espíritu, Mar de Ideias, Rio.

Traducción de Mª José Gavito Milano

¿Por dónde pasa el futuro del cristianismo?

Leonardo Boff


 
Leonardo Boff2El Papa Francisco tiene un mérito innegable: sacó a la Iglesia Católica de una profunda desmoralización debida a los delitos de pedofilia que afectaron a cientos de eclesiásticos.
Después desenmascaró los crímenes financieros del Banco del Vaticano, que involucraban a monseñores y a gente de las finanzas italianas.
Pero principalmente dio otro sentido a la Iglesia, no como una fortaleza cerrada contra los “peligros” de la modernidad, sino como un hospital de campaña que atiende a todos los necesitados o en busca de un sentido de vida. Este Papa acuñó la frase “una Iglesia en salida” en dirección a los demás y no a sí misma, autofinalizándose.



Los datos revelan que el cristianismo es hoy una religión del Tercero y Cuarto Mundo. El 25% de los católicos viven en Europa, el 52% en América y los demás en el resto del mundo. Esto significa que, terminado el ciclo occidental, el cristianismo vivirá en su etapa planetaria una presencia más densa en algunas partes del mundo hoy consideradas periféricas.
Sólo tendrá un significado universal con dos condiciones.
La primera, si todas las iglesias se entienden cómo el movimiento de Jesús, se reconocen mutuamente como portadoras de su mensaje sin que ninguna de ellas pretenda reclamar exclusividad sino en diálogo con las religiones del mundo, valorándolas como caminos espirituales habitados y animados por el Espíritu. Sólo entonces habrá paz religiosa, una de las condiciones importantes para la paz política. Todas las iglesias y las religiones deben estar al servicio de la vida y de la justicia para los pobres y para el Gran Pobre que es el planeta Tierra, contra el cual el proceso industrial lleva a cabo una verdadera guerra total.


La segunda condición es que el cristianismo relativice sus instituciones de carácter occidental y se atreva a reinventarse partir de la vida y la práctica del Jesús histórico con su mensaje de un reino de justicia y de amor universal, en una total apertura a lo trascendente. Mantener el canon actual puede condenar al cristianismo a transformarse en una secta religiosa.
Según la mejor exégesis contemporánea, el proyecto original de Jesús se resume en el Padre Nuestro. En él se afirman las dos hambres del ser humano: el hambre de Dios y el hambre de pan. El Padre Nuestro enfatiza el impulso hacia lo Alto. Solamente uniendo el Padre Nuestro con el Pan Nuestro se puede decir Amén y sentirse en la tradición del Jesús histórico. Él puso en marcha un sueño, el Reino de Dios, cuya esencia se encuentra en los dos polos, en el Padre Nuestro y en el Pan Nuestro Pan Diario vividos en el espíritu de las bienaventuranzas.


Esto implica para el cristianismo la audacia de desoccidentalizarse desmachicizarse, despatriarcalizarse y organizarse en redes de comunidades que se acogen recíprocamente y se encarnan en las culturas locales y forman juntas el gran camino espiritual cristiano que se suma a los otros caminos espirituales y religiosos de la humanidad.
Realizados estos supuestos, en la actualidad se presentan a las iglesias y al cristianismo cuatro retos fundamentales.
El primero es salvaguardar la Casa Común y el sistema de vida amenazados por la crisis ecológica generalizada y el calentamiento global. No es imposible una catástrofe ecológico-social que diezmará la vida de gran parte de la humanidad. La pregunta ya no es qué futuro tendrá el cristianismo, sino cómo ayudará a asegurar el futuro de la vida y biocapacidad de la Madre Tierra. Ella no nos necesita. Nosotros sí la necesitamos.


El segundo reto es cómo mantener a la humanidad unida. Los niveles de acumulación de riqueza material en muy pocas manos (el 1% controla la mayoría de la riqueza del mundo) pueden dividir a la humanidad en dos partes: los que gozan de todos los beneficios de la tecnociencia y los condenados a la exclusión, sin esperanzas de vida o incluso siendo considerados subhumanos. Es importante afirmar que tenemos una sola Casa Común y que todos somos hermanos y hermanas, hijos e hijas de Dios.
El tercer desafío es la promoción de la cultura de la paz. Las guerras, el fundamentalismo político y la intolerancia frente a las diferencias culturales y religiosas pueden llevar a niveles de violencia de alto poder destructivo. Eventualmente pueden degenerar en guerras mortales con armas químicas, biológicas y nucleares.

El cuarto desafío se refiere a América Latina: la encarnación en las culturas indígenas y afroamericanas. Después de haber casi exterminado las grandes culturas originales y esclavizado a millones de africanos, es necesario trabajar para ayudarles a rehacerse biológicamente, a rescatar su sabiduría ancestral y a ver reconocidas sus religiones como formas de comunicación con Dios. Para la fe cristiana el reto consiste en animarles a hacer su síntesis con el fin de dar lugar a un cristianismo original, sincrético, africano-indígena-latino-brasilero.


La misión de las iglesias, de las religiones y de los caminos espirituales es alimentar la llama interior de la presencia de lo Sagrado y lo Divino (expresado en millares de nombres) en el corazón de cada persona.
El cristianismo, en la fase planetaria y unificada de la Tierra, posiblemente se constituirá en una inmensa red de comunidades, encarnadas en las diferentes culturas, dando testimonio de la alegría del Evangelio que promueve ya en este mundo una vida justa y solidaria, especialmente para los más marginados, que se completará en la culminación de la historia.
En la actualidad, nos corresponde a nosotros a vivir la comensalidad entre todos, símbolo anticipador de la humanidad reconciliada, celebrando los buenos frutos de la Madre Tierra. ¿No era esta la metáfora de Jesús cuando hablaba del Reino de vida, de justicia y de amor?