FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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martes, 26 de enero de 2021

 ATRIO

Los católicos en el gabinete de Joe Biden

Desde la izquierda, fila superior: Tom Vilsack (Departamento de Agricultura); Marty Walsh (Secretario de Trabajo); Jennifer Granholm (Departamento de Energía.); Lloyd Austin (Departamento de Defensa). Fila inferior: Denis McDonough (Departamento Veteranos); Gina Raimondo (Departamento de Comercio); Xavier Becerra (Departamento de Salud y Servicios Humanos).

A las cinco de la tarde de hoy en España, no esperamos un acontecimiento trágico. Sino un rayo de esperanza no solo para los atormentados EE.UU. sino para todo el mundo. Importantes son los perfiles del nuevo Presidente y la nueva Presidenta en comparación con quien alocadamente ha ocupado el poder en estos últimos año, sino las personas anunciadas para formar el nuevo gobiernoNCR destaca el carácter católico de muchos de ellos. Pero lo importante es que sean católicos progresistas, seguidores de Francisco y del cardenal Gregory y no de los muchos obispos y católicos alineados con Bolton, Viganó y Trump. Como más importante aún es que mujeres, hispanos y gente de color ocupen cargos importantes. Solo señales y gestos, de acuerdo, pero esperanzadores. AD.

Por Christopher WhiteNCR 19-1-2021

El personal es política es un viejo adagio de Washington, y si sigue siendo cierto, entonces los católicos que se preocupan por cómo la administración Biden podría tratar a la iglesia pueden estar equivocados. Más de un tercio del gabinete entrante de Joe Biden son sus compañeros católicos.

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A propósito de la elección de Biden

 ATRIO

Carlos García de Andoin, 23-enero-2021

Murray, el constitucionalismo americano y la Iglesia católica

Por Carlos García de Andoin, politólogo, teólogo y presidente de Iglesia Viva

      En estos días, en que un católico demócrata, Joe Biden, accede a la presidencia de los EE.UU.; cuando en vísperas, un autócrata, Trump, ha puesto en un brete a la democracia más antigua, es oportuno recordar la influencia decisiva que el constitucionalismo americano tuvo en la aceptación por la Iglesia de la libertad religiosa. No era fácil conjugar la doctrina secular de la verdadera religión con la libertad de los individuos y el Estado aconfesional. Lamentablemente no fue posible superar un agrio siglo de antiliberalismo católico hasta el concilio Vaticano II. Sus impactos fueron elocuentes. En España, aceleró la transición política. En el mundo alentó la llamada tercera ola democrática.

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Somos poca cosa, con perdón.

 

ATRIO

                Parece que no basta la gran herida que ha hecho a nuestro orgullo la recién demostrada debilidad que tenemos ante un ser minúsculo, invisible a nuestros ojos, como el coronavirus. Los astrónomos acaban de descubrir un supercúmulo de galaxias con más de 1.700 billones de soles. Así como suena, lo más grande que hemos conocido nunca.

Hace menos de dos siglos, la Inquisición española todavía mataba a quien creía que la tierra no era el centro del universo; y por menos aún mataban hace menos de un siglo los franquistas. Todas las ideologías, entonces fundadas en ideas religiosas, opinaban que el universo entero había sido creado para nosotros. Hoy ya no podemos decir ni que somos como hormigas, sino algo casi infinitamente más pequeño, poca cosa, en suma, en esos –prácticamente al menos– infinitos gigantescos universos.

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QUÉ ESPERA DIOS DE NOSOTROS. CONVOCADOS A LA “UNIDAD”


col ramon hdez

La primera lectura litúrgica de este domingo teatraliza la “vocación” de Samuel como llamada reiterativa, en espera de respuesta. De muy pequeño, cuando me llevaron a estudiar a un colegio apostólico a quinientos kilómetros de mi casa, en los primeros años cincuenta del siglo pasado, oía hablar de la “vocación” como de un valioso don que Dios hacía a personas escogidas para la misión especial de salvar a los hombres. Aunque no supiéramos exactamente en qué consistía tal misión, era obvio que se trataba de algo muy importante al andar Dios de por medio. Los años de estudio en el colegio, equivalentes a los de Bachillerato de la época, viendo cómo muchos compañeros se descolgaban de tan eximio proyecto, fueron años inquietantes de discernimiento sobre si uno había recibido o no la “llamada especial” de Dios, imprescindible para poder desempeñar dignamente tan selecto menester. Muchos compañeros se quedaron entonces por el camino, mientras parecía que algunos afortunados sí que habíamos sido agraciados con ese don, si bien las circunstancias de la vida terminaron emplazándonos a cada cual en su lugar. Sin embargo, a pesar de los bruscos cambios de timón que vinieron después, tengo la impresión de que nunca se han modificado ni aquella supuesta llamada ni la respuesta dada a la misma.

La llamada que recibe Samuel cobra profundidad en san Pablo, en la segunda lectura de hoy, al darle contenido corpóreo. También el cuerpo humano entra en el juego vocacional como templo del Espíritu que lo habita. El cuerpo de Jesús se constituye en sacramento del reino de Dios en cuanto soporte o sufridor de un “sacrificio redentor” y en cuanto destinatario, en sus miembros místicos, de la gran obra de misericordia que es la predicación de un reino que lo lleva a saciar hambres, a quitar fríos y a curar enfermedades. No deberíamos olvidar nunca el escándalo que provoca la predicación de Jesús al anteponer claramente los hombres, sobre todo los desheredados y excluidos de la sociedad, a la religión, pues no es el hombre para la religión, sino la religión para el hombre. 

Hablamos de una vocación que se convierte en misión en el arranque de la predicación de la buena noticia de que da cuenta el evangelio de hoy, cuando Jesús comienza a reclutar ayudantes para difundirla como el reino de Dios que es ya su vida y que él se ha propuesto compartir con nosotros. Preciso es dejar atrás la exclusividad de una “vocación religiosa”, pues Jesús no practicó ninguna religión, sino que se entregó de lleno a vivir el reino de Dios ya presente, para ampliar su alcance incluso a la más prosaica y humilde profesión, como la de sentirse especialmente atraído por mantener limpias las calles de una ciudad. Vocación es, en definitiva, la inclinación a prestar un servicio a la comunidad, cualesquiera sean su naturaleza y su alcance. Mírese como se mire, la llamada de la vocación no se percibe por el oído, como si de una voz se tratara, sino por la inclinación y la habilidad que nos llevan a realizar un determinado trabajo en beneficio de la comunidad humana en cualquier ámbito de la vida. Nadie debería dudar de que también él ha sido llamado para llevar a efecto un proyecto, de que su vida tiene sentido y de que se le ha confiado una misión en la vida. Servicio es el que presta el sacerdote en el altar, pero también el del médico que cura, el del camionero que transporta cualquier mercadería y el del policía que salvaguarda la vida en las calles. La categoría y la dignidad de cada uno de ellos no dependerán de la profesión ejercida en sí misma, sino del celo y del primor con que se realice el correspondiente servicio.

Es una pena que hayamos perdido el sentido de “vocación” como llamada a prestar un servicio determinado, del orden que sea, a la comunidad humana de la que formamos parte. Ello se ha debido a que, tras haber diseccionado el mundo en dos mitades, una natural y otra sobrenatural, concebimos la vocación como llamada especial a instalarse en la “vida sobrenatural”. Divide y vencerás. Igual pasa con la vida: separa lo natural de lo sobrenatural y tendrás la posibilidad de campear a tus anchas en cada uno de esos supuestos mundos. Digo “supuestos” porque, realmente, no hay más que un solo mundo, el creado por Dios, que es imagen suya y expresa su condición. Cuanto vivimos y hacemos, desde el nacimiento a la muerte, ocurre en ese único mundo, cuyo ser y devenir son palabra del Dios que lo tiene en sus manos.  Dios no nos habla al oído ni siquiera como un susurro, sino a través de cada cosa y de cada acontecimiento. Llamada suya son las habilidades con que la naturaleza nos dota y el impulso instintivo que nos empuja a obrar de una determinada manera. Sin duda, llamada suya es la inclinación a prestar un servicio en el ámbito concreto de la religión, sea como ministro del culto o como consagrado que vive conforme a reglas muy exigentes, pero también lo son las inclinaciones a hacerlo en cualquier otro ámbito de la vida humana.

Por ello, es un error valorar la vocación como una “elección especial”, como un privilegio que Dios hace solo a algunos de los seres humanos para que lo sirvan de forma especial. Todos los seres humanos hemos sido llamados a ejercer una misión de servicio, a prestar un servicio a nuestros semejantes, sea en el hogar, en la iglesia, en el huerto, en la fábrica o en la calle. Los cristianos deberíamos tener muy presente que somos seguidores de quien hizo presente en su vida el reino de bondad inagotable y de misericordia incondicional de Dios, reino al que sirvió con su palabra y su vida y del que fue su primer adalid. Su vocación, la de hacer el bien sirviendo, rebasó ampliamente el ámbito religioso para emplearse a fondo en el servicio directo a los más necesitados. Al reino predicado por él, cifrado en un gran banquete celestial, no solo han sido convocados los hacendados y los fervorosos cumplidores de la ley, sino también todos los demás seres humanos, especialmente los pecadores, los pobres y los excluidos de la sociedad, los que tienen hambre y están enfermos.

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Dada la fecha en que estamos, me siento obligado a recordar que mañana se inicia la “semana de oración por la unidad de los cristianos”, tema al que nos hemos referido ya repetidas veces en este blog. En el contexto de “vocación” en que hoy nos movemos, bien podríamos decir que todos los cristianos hemos sido “llamados a la unidad”, tenemos una “vocación de unidad”. Seguramente entenderíamos mucho mejor la vocación si, en vez de emplazarla en el escenario de una “Iglesia” de la que no habló Jesús, con sus muchos componentes intelectuales de dogmas y jurídicos de complicados reglamentos, lo hacemos en el del “reino de Dios”, del que no paró de hablar, con la bondad y la misericordia divinas incondicionales sobre que se asienta, pues, consagrados o no, todos formamos parte de ese reino.

La verdad es que, si nos liberáramos de las cargas dogmáticas y de los pesados aparejos cultuales y legales que soportamos, los cristianos podríamos considerarnos mucho más fácilmente como la comunidad fraternal que es de suyo el “reino de Dios”, reino que ya está presente en nuestras vidas. A la unidad hemos de acercarnos por la oración, no por la especulación, y, mucho menos, por el afán de dominio o del sometimiento de nadie. El lema de este año, “permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (Jn 15, 1-17) es un buen indicativo del camino a seguir. De hecho, los cristianos somos ya “uno” en el “cuerpo místico” del que formamos parte, aunque nuestro desenvolvimiento social sea un gran escándalo al no reflejar ante la sociedad la esencial unidad de la fe que profesamos y nuestra pertenencia al reino de Dios.

La semana que comienza mañana tiene la virtud de demostrar la unidad anhelada en el nivel más profundo de la fe, el nivel de la oración, pues no se puede “orar juntos” de no estar unidos en un mismo propósito y servicio, en una misma forma de vida. Orar juntos requiere caminar juntos y testimoniar una única riqueza de vida. Seguro que la oración por la unidad de los cristianos terminará derruyendo los muros dogmáticos y disciplinares que todavía nos separan. ¡Qué difícil es desarmar las estructuras mentales tras las que nos atrincheramos, armazón sin el que creemos que nuestra vida se vendría a tierra, para abrir paso a la irrupción del Espíritu que nos regala el reino de Dios! No procede rezar juntos "hágase tu voluntad", para seguir haciendo después cada uno la suya.

 

Ramón Hernández Martín

Religión Digital, 17.01.2021

DOROTHY STANG

 

Dorothy Stang, religiosa de la congregación Notre Dame de Namur llegó a la región de Pará en el norte brasileño en 1972 y vivía en la localidad de Anapu junto a sus hermanas y por todos era conocida como Irmã Dorote.

Durante 30 años, trabajó con las comunidades de campesinos. En ese tiempo, pudo fundar 22 escuelas y un centro de formación de profesores. Su mayor preocupación era "La Esperanza", un programa de desarrollo sustentable en el Amazonas, que proyectaba repartir 130.000 hectáreas entre 600 familias campesinas.

Aquellos que se oponían a su trabajo en defensa de los sin tierra y por la preservación de la floresta planearon su muerte. Su trabajo le ocasionó el rechazo y el odio de los hacendados. Cuentan incluso que los ricos de Anapu celebraron su muerte. La noche del crimen los asesinos lanzaron bengalas y convidaron con cerveza a los habitantes de la localidad.

Según ellos era una monja que invadía tierras, una mujer que creaba desorden que era el mayor problema que tenía la región y que no era una santa porque era una mujer extranjera que quería mandar sobre ellos.

La hermana Dorothy había sido amenazada de muerte muchas veces. Ella era una de la lista de 140 personas marcadas para morir en Brasil. Su nombre figuraba al lado de conocidos obispos brasileños, como Pedro Casaldáliga.

Finalmente la asesinaron en el año 2005. Falleció, a los 73 años, con la Biblia en la mano, su única "arma".

Durante la misa de funeral celebrada en la selva, frente a la tumba de Dorothy, el sacerdote José López de Souza denunció que lo que pasó fue una muerte planificada. En esa celebración, plantaron a modo de despedida de su amiga y compañera, un brote de Mogno, especie de árbol en extinción en la selva amazónica. Todo un símbolo de dolor y de esperanza.

Dorothy Stang, fue testigo de la fe y de la justicia. Representa uno de los muchos ejemplos de fidelidad al Evangelio aplicada en el campo, junto a los más humildes, a los sin voz. Y se suma a todos los religiosos, sacerdotes, monjas, diáconos, laicos, “santos y santas populares” que en los últimos años han sido asesinados en el mundo en defensa de la Madre tierra y de los campesinos. Muchos cayeron defendiendo también a los pueblos indígenas: Paul McAuley, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, asesinado en la Amazonia peruana, o Dilma Ferreira da Silva, líder del Movimiento de los pueblos dañados por la construcción de represas, también asesinada en el estado brasileño de Pará, o el misionero comboniano Ezechiele Ramin, o Monseñor Alejandro Labaka, asesinado en Ecuador junto con la hermana Inés Arang, etc…

 

Obispos: a Dios rogando y con el mazo dando


Pedro López López

laicismo

Arguello

“A Dios rogando y con el mazo dando” es una expresión que cabe entender en un doble sentido: 1º) queriendo significar que para conseguir algo no basta con rezar o rogar a Dios, sino que hay que trabajar para ello, y 2º) puede referirse a las personas que de cara a los demás se muestran piadosas y religiosas, pero que hipócritamente encubren sus malas acciones o intenciones, o, por decirlo de otra manera, a lo que entendemos por doble moral; no obstante la web diccionarioactual.com habla de otro matiz diciendo que la expresión se emplea “con un sesgo irónico para referirse a las personas que son muy religiosas y sin embargo, no tienen escrúpulos a la hora de agredir a otros para conseguir sus objetivos”. Creo que la homilía del pasado 17 de enero pronunciada por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, puede enmarcarse en este último significado.
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Pikaza: “No aceptamos que la Iglesia sea casa de pobres y excluidos, y así queremos (quisimos) convertirla en hotel vip de gentes de lujo”

 


El Blog de Xavier Pikaza

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“Celebramos la Conversión de San Pablo, pero nos cuesta aceptar lo que ella implica”
Le pasó a la Iglesia primitiva, y nos pasa a nosotros. Celebramos la Conversión de San Pablo, como día de la unión de las iglesias, pero muchos pensamos que sería mejor que no se hubiera convertido
Nos cuesta muchísimo aceptar que no hay judío ni gentil, varón ni mujer, iglesia o no iglesia, pues todo es gracia. En el fondo pensamos que lo nuestro no es de la vida de Dios, sino que lo merecemos por nuestra piedad o nuestras obras.
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Nace la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, “una reunión del Pueblo de Dios”, en palabras del Papa

 


Luís Miguel Modino

Luis Miguel Modino

“Todos somos discípulos misioneros en salida” será el tema de la conferencia
“Que esta asamblea eclesial no sea una élite, separada del santo pueblo fiel de Dios”, pues “todos somos parte del Pueblo de Dios”
Una Asamblea que aspira “a tener una plena y amplia participación de todo el Pueblo de Dios peregrino en América Latina y el Caribe”, que quiere dar relevancia “a nuestro ser y estar en medio de los gritos de los empobrecidos y de la hermana madre tierra en este tiempo de pandemia”
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Amenazas y un llamado por la vida

 


Víctor M. Quintana S.

Alainet

Ante la actual incertidumbre, hay una propuesta: la Declaración por la Vida, dada a conocer este principio de año por el EZLN y decenas de organizaciones de todo el planeta.
Aunque en México la pandemia y las elecciones federales y locales más amplias de la historia serán los grandes temas cuando menos los primeros seis meses del año, hay otras realidades ineludibles: más profundo y con más larga duración subyacen y actúan realidades de sombras, peligros, no sólo para nuestro quehacer sino y sobre todo para la vida. Todos tienen su raíz en el capitalismo realmente existente.
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La ética ha desplazado al dogma


Juan Zapatero Ballesteros

Eclesalia

Cada año, durante los días 18 al 25 de enero, se celebra el Octavario de Plegaria por la Unión de las Iglesias Cristianas que se disgregaron desde hace siglos; unas desde más atrás, otras más tarde. En todos los casos fue una cuestión dogmática, acompañada también de una actitud disciplinar casi siempre, la que motivó el enfrentamiento y, a la postre, la ruptura.
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El puzzle del Polisario

 


  • Sato Díaz

    Cuarto Poder

    sahara1

    Sidi Omar, representante saharaui ante la ONU, y Sidi Wagal, secretario general del Ministerio de Seguridad y Documentación de la RASD comparecen para tratar la actualidad del conflicto
    “Sabemos que el Estado español está llevando a cabo una serie de actuaciones, siendo miembro del Grupo de Amigos del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental”
    “La ampliación del frente de batalla es una cuestión de tiempo”
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  • El papa, a los obispos y al clero venezolanos: “No se fracturen, hermanos. No se fracturen”

     


    Óscar Fortin

    Humanismo en Jesús

    ¿En que consiste la unidad en la Iglesia?
    Una reflexión a comentar entre cristianos
    Los tiempos de la fe ciega y de las invitaciones sin explicaciones claras no son mas de nuestros tiempos.
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    Agustín Rodríguez, cura de La Cañada: “La legislación no está pensada para resolver los problemas de los pobres”


    Jesús Bastante

    el diario

    Entrevista — Párroco de Santo Domingo de la Calzada en Madrid
    El sacerdote, tras más de cien días sin luz en la zona, alerta de que los niños son las principales víctimas: “Vamos a tener una situación de fracaso escolar atroz”
    — Nadie soluciona el apagón en la Cañada Real: “Nos vamos a las ocho a dormir porque hace frío”
    “La ciudadanía tiene que ser capaz de entender que la situación en la que estamos no se va a resolver por la fuerza, sino encontrando las fisuras a nuestro propio Estado de Derecho para conseguir lo que por ley es imposible: que se pueda resolver la situación de la luz”. Agustín Rodríguez Teso es, desde hace dos décadas, párroco de Santo Domingo de la Calzada, la parroquia de La Cañada Real.
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    Caravana de migrantes: la violenta represión en Guatemala contra grupos que se dirigen caminando a EE.UU.

     


    BBC News Mundo

    La policía antidisturbios y el ejército de Guatemala, dispersaron por la fuerza este lunes -por segundo día consecutivo- una caravana de miles de migrantes centroamericanos, principalmente hondureños, que busca llegar a Estados Unidos.
    Según medios locales, las autoridades volvieron a usar gases lacrimógenos y golpearon con palos a los integrantes del grupo, que se habían vuelto a organizar y bloquearon una carretera tras ser reprimidos el domingo.
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    Las pequeñas cosas

     

    Gabriel María Otalora

    Redes Cristianas

    En estas situaciones tan difíciles en las que el tejido social está condicionado por una pandemia, es natural que tendamos a escribir y hablar sobre las grandes soluciones y, de paso, ensañarnos en las culpas y en quienes entendemos son los culpables. En este ambiente, nuestro grupo de Biblia que se reúne todos los jueves -con las debidas precauciones- estamos reflexionando y orando con libro El camino abierto por Jesús (Marcos), de José Antonio Pagola.

    Este último jueves nos tocó el capítulo centrado en el sembrar, en el epígrafe Pequeñas semillas. Lo recomiendo, querido lector o lectora, porque es una preciosa reflexión sobre una de las esencias del Evangelio: somos sembradores de la Palabra, no recolectores, que es lo que nos gustaría; pero ni Jesús recolectó en vida su fructífera cosecha, al contrario. Es la siembra en lo pequeño y cotidiano donde Dios nos muestra su poder y donde nos jugamos mostrar el rostro amoroso de Dios con todos, especialmente con el más atribulado.

    Muchas veces esperamos grandes manifestaciones, cuando en realidad Dios se manifiesta muy frecuentemente en lo humilde. Buscamos grandes signos -también en los demás- cuando la convivencia fraterna se juega en los espacios cortos. Desde el nacimiento de Jesús se nos muestra esto, al hacerse humano de aquella manera que nos cuenta el Nuevo Testamento. Ni grandes manifestaciones, ni una vida ostentosa, nada de eso nos fue enseñado a través del ejemplo dado por Jesús. El nos enseñó con los hechos cotidianos, con Su Palabra, dedicando muchas horas a la oración para seguir la verdadera voluntad del Padre, a pesar del aparente fracaso en el que se iba metiendo. Este tiempo ha arrinconado la importancia de la oración a la escucha, olvidando el axioma de Juan: sin mí no podéis hacer nada. La oración es cosa pequeña y lo que nos gusta no es lo pequeño, sino caer en las tentaciones que Jesús rechazó: la vanagloria, el poder y el amor al dinero.

    Aprendamos a escuchar a Dios, dentro nuestro, en las cosas pequeñas, en los mensajes de humildad y sencillez. Y sepamos verlo en aquellos a los que el mundo condena por no cumplir con sus estándares materialistas. Y lo que es peor, condenamos nosotros por no ser de los nuestros. Solo hace falta prestar atención, poner una mirada a nuestro alrededor, y descubrir la Presencia de Dios donde menos la esperamos.

    El libro 1 Reyes 19 (AT) nos cuenta que una serie de grandes efectos de la naturaleza no es donde Elías encuentra a Dios, como creía esperar. Todo lo contrario, se le manifiesta en lo pequeño: “Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo”. Pues bien, Pagola nos recuerda que la evangelización es una llamada que consiste en sembrar pequeñas semillas de una nueva humanidad; como el Reino de Dios, que es algo muy pequeño y humilde en sus orígenes: un gesto amigable al que vive desconcertado, una sonrisa acogedora a quien está solo, una señal de cercanía a quien comienza a desesperar, un rayo de pequeña alegría en un corazón agobiado, nos sugiere Pagola.

    Estamos perdiendo la capacidad de de sentir y expresar amor con el riesgo real de adocenarnos, lo que Crawford B. Mcpherson llama el individualismo propio de una “sociedad posesiva de mercado”, más cercano al narcisismo que a otra cosa. Sin embargo y pese a todo, Dios sigue sembrando en las conciencias inquietud, esperanza y deseos de vida más digna, sobre todo a través de los testigos que viven sus fe de manera atractiva y hasta envidiable, en el día a día, con una actitud de mirada atenta movida desde el amor.

    Nuestra misión esperanzada es ser como el grano de mostaza y como la levadura en nuestro caminar diario, en las actitudes con los demás, sobre todo con los más cercanos, tantas veces peor tratados al poner nuestras miras en las grandes soluciones para el mundo y la Iglesia, pero sin descender a nuestro corazón diario. Si no cambiamos nosotros, ¿cómo pretender cambiar a otros o la realidad injusta? Esto último lo decimos y escuchamos muchas veces, pero no acaba de fijarse como prioridad esencial en nuestra vida de fe.

    Sobre «Teología en las periferias», el nuevo libro de Pepa Torres

     


    Maria Antònia Bogónez Aguado

    Cristianismo y Justicia

    Pepa Torres

    Leer un libro de la Pepa Torres siempre me trae un regusto a vida, me hace sentir un frenesí de actividad, me conduce a una profundidad que se traduce en la acción. Y es que su última obra, Teología en las periferias. De amor político y cuidados en tiempos de incertidumbre, nos traslada a las fronteras en las que vive, a los territorios físicos y espirituales donde encuentra a sus hermanos y hermanas…, y nos abre a brechas por la que intuirlos, incluirlos en nuestra oración, y dejarnos interpelar como si fueran detectores de la propia instalación.
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