FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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viernes, 4 de agosto de 2017

UN PROFETA ENTRE NOSOTROS

col otalora

Hemos pasado mucho tiempo recordando y leyendo a los profetas como seres de otra época -casi de otra galaxia, me atrevería a decir- añorando quien ilumine una época en la nos parecía que los mensajes de la Biblia estaban muy lejos de nosotros. Alguien que nos ayudase a interpretar la realidad para vivirla a la manera del Cristo Pascual resucitado.
¿Qué es un profeta? esencialmente un mensajero de Dios, una persona corriente con experiencia de Dios que ha sido llamada por Él para “hablar en su lugar” (pro-femí, hablar en lugar de) interpretando su Palabra en las circunstancias del momento presente. Por eso hemos tenido diferentes estilos de profetas en función de las circunstancias que marcaban la actualidad del Pueblo de Dios. Algunos han proclamado la fidelidad de Dios perdonando y anunciando una nueva Alianza (Ezequiel, Isaías...); otros corrigen a los sacerdotes y les recuerdan sus responsabilidades (Malaquías), defienden a los pobres y desamparados (Oseas), dan consuelo y aliento a oprimidos y marginados (Sofonías), invitan a la conversión de corazón (Jeremías), etc.
En este tiempo nuestro, tenemos un gran profeta que además es Papa. No ha sido habitual que los profetas sean personas investidas de responsabilidades sociales o religiosas, y menos que el máximo exponente de la Iglesia católica sea un experto practicante del liderazgo de servicio evangélico poniendo su ministerio papal al servicio del carisma profético necesario para hacer Reino entre nosotros.
No deja de ser llamativo que Francisco tenga mayor reconocimiento y admiración entre quienes están alejados de la fe que entre sus correligionarios. A Jesús le pasó lo mismo con las autoridades y expertos religiosos de su tiempo. A Jesús ya no le tenemos con nosotros físicamente, pero a Francisco sí. Y en lugar de acostumbrarnos pasivamente a sus audacias evangélicas y a su ejemplo rompedor, creo que resulta mejor repensar y reflexionar, abiertos al Espíritu, sobre los mensajes y actitudes que este profeta del siglo XXI nos propone hablando por boca de Dios:
Una Iglesia pobre para los pobres que deje de ser un referente de poder mundano para serlo de los que más sufren y padecen cualquier tipo de injusticia.
Una Iglesia de la misericordia y compasión como actitudes de vida que reflejan el mejor rostro de Dios-amor. Mano tendida de sincera reconciliación.
• La práctica de la colegialidad en todos los niveles de la iglesia: “Prefiero una iglesia que comete errores porque está haciendo algo a una que se enferma porque se mantiene cerrada en sí misma” es uno de sus lemas.
• El final del clericalismo, arribismo y carreras eclesiásticas. Su postura me recuerda a las palabras de Jesús contra los escribas y fariseos.
• El necesario empoderamiento de los laicos, ellos y ellas.
• Denuncia profética de las injusticias estructurales. La promoción de la justicia, la paz y la protección del medio ambiente.
• Tolerancia cero con los desmanes de la pederastia y la corrupción.
Algún día echaremos en falta a este regalo de Dios al que muchos admiran pero pocos siguen. Vivamos hoy en el agradecimiento y el compromiso guiados por su testimonio pues todos estamos invitados a vivir nuestro profetismo bautismal a nuestro nivel en nuestro medio, fijos los ojos en Jesús de Nazaret: Él es el Enviado de la verdadera autoridad y el magisterio del liderazgo de servicio lavando los pies de sus discípulos, el que remueve conciencias confortables y desestabiliza injusticias, incluidas las que pasan por no serlo, por amor al que sufre. Sigamos a su profeta Francisco en la llamada a la construcción del Reino.

DIOS PADRE HABLA POCO, PERO NO SE LIMITA A REPETIRSE

col sicre

En el Antiguo Testamento, Dios habla con mucha frecuencia, con las más diversas personas (incluso con la serpiente) y sobre toda clase de temas (desde la construcción de un arca que salve del diluvio hasta la táctica militar que debe emplear Josué). Sin embargo, en el evangelio de Mateo, Dios Padre solo habla en dos ocasiones: en el bautismo de Jesús y en la Transfiguración. En las dos dice lo mismo: «Este es mi hijo amado, mi predilecto». Pero en la Transfiguración añade una orden muy importante: «Escuchadle».
El relato de la Transfiguración
Podemos dividirlo en tres partes: la subida a la montaña, la visión, y el descenso de la montaña. Desde un punto de vista litera­rio, se trata de una teofanía, una manifestación de Dios, y los evangelistas utilizan los mismos elementos que empleaban los autores del Antiguo Testamento para describirlas. Por eso, antes de analizar cada una de las partes, recordaré brevemente algunos datos de la famosa teofanía del Sinaí, cuando Dios se revela a Moisés.
En primer lugar, Dios no se manifiesta en un espacio cualquiera, sino en un sitio especial, la montaña. A esa montaña no tiene acceso todo el pueblo, sino sólo Moisés, al que a veces puede acompañar su hermano Aarón (Ex 19,24), o Aarón, Nadab y Abihú junto con los setenta dirigentes de Israel (Ex 24,1). La presen­cia de Dios se expresa mediante la imagen de una nube espesa, desde la que habla. Es también frecuente que se mencione en este contexto el fuego, el humo y el temblor de la montaña, como símbolo de la gloria y el poder de Dios que se acerca a la tierra. Estos elementos demuestran que los evangelistas no pretenden ofrecer un informe objetivo, histórico, de lo ocurrido, sino crear un clima semejante al de las teofanías del Antiguo Testa­mento.
La subida a la montaña
Es significativo el hecho de que Jesús sólo elige a tres discípu­los, Pedro, Santiago y Juan. Esta exclusión de los otros nueve no debemos interpretarla sólo como un privilegio; la idea principal es que va a ocurrir algo tan importante que no puede ser presen­ciado por todos. Por otra parte, se dice que subieron «a una montaña alta y apartada». La tradición cristiana, que no se contenta con estas indicaciones generales, la ha identificado con el monte Tabor, que no tiene mucho de alto y nada de aparta­do. Lo que los evangelistas quieren indicar es otra cosa. Están usando el frecuente simbolismo de la montaña como morada de Dios o lugar de revelación divina. Entre los antiguos cananeos, el monte Safón era la morada del panteón divino. Para los griegos se trataba del Olimpo. Para los israelitas, el monte sagrado era el Sinaí (u Horeb). También el Carmelo tuvo un prestigio especial entre ellos, igual que el monte Sión en Jerusalén. Una montaña «alta y apartada» aleja horizontalmente de los hombres y acerca verticalmente a Dios. En ese contexto va a tener lugar la mani­festación gloriosa de Jesús, sólo a tres de los discípulos.
La visión
La presentación de Mateo, muy parecida a la de Mc, aunque con ciertos cambios significativos, es de una agilidad y rapidez asombrosas, que puede hacer que el lector no caiga en la cuenta de todos los detalles significativos. En la visión hay cuatro elementos que la hacen avanzar hasta su plenitud: 1) la transformación del rostro y las vestiduras de Jesús; 2) la aparición de Moisés y Elías; 3) la aparición de una nube luminosa que cubre a los presentes; 4) la voz que se escucha desde el cielo.
1) La transformación de Jesús la expresaba Marcos con estas pala­bras: «sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no es capaz de blanquearlos ningún batanero del mundo» (Mc 9,3). Mateo omite esta comparación final y añade un dato nuevo: «su rostro brillaba como el sol». No se trata de una luz que se proyecta sobre Jesús, sino de una luz deslumbradora y maravillosa que brota de su inte­rior, transformando su rostro y sus vestidos; simboliza la gloria de Jesús, que los discípulos no habían percibido hasta ahora de forma tan sorprendente.
2) «De pronto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él». Moisés es el gran mediador entre Dios y su pueblo, el profeta con el que Dios hablaba cara a cara; sin Moisés, humana­mente hablando, no habría existido el pueblo de Israel ni su religión. Elías es el profeta que salva a esa religión yahvis­ta en su mayor momento de crisis, hacia el siglo IX a.C., cuando está a punto de sucumbir por el influjo de la religión cananea; sin él, habría caído por tierra toda la obra de Moisés. Por eso los judíos concedían especial importancia a estos dos personajes. El hecho de que se aparezcan ahora a los discípu­los (no a Jesús), es una manera de confirmarles la importancia del personaje al que están siguiendo. No es un hereje ni un loco, no está destruyendo la labor religiosa de siglos, se encuentra en la línea de los antiguos profetas, llevando su obra a plenitud.
En este contexto, las palabras de Pedro proponiendo hacer tres chozas suenan a simple despropósito. Generalmente nos fijamos en las tres chozas. Pero esto es simple conse­cuencia de lo anterior: «qué bien se está aquí». En el contexto de las anteriores intervenciones de Pedro resulta coherente con su intención de que Jesús no sufra. Es mejor quedarse en lo alto del monte con Jesús, Moisés y Elías que tener que seguir a Jesús con la cruz.
3) «Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió, y dijo una voz desde la nube: Este es mi Hijo amado, mi predilecto. Escuchadlo». Como en el Sinaí, la presen­cia de Dios se expresa mediante la imagen de una nube espesa, desde la que Dios habla (Ex 19,9).
4) Sus primeras palabras reproducen exactamente las que se escucharon en el momento del bautismo de Jesús, cuando Dios presentaba a Jesús como su siervo. Pero aquí se añade un imperativo: ¡Escuchadlo! Esta orden se relaciona con el anuncio hecho por Jesús una semana antes a propósito de su pasión, muerte y resurrección. A Pedro le provocó un gran escándalo, pero Jesús no dio marcha atrás: «Quien quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga». Dios Padre confirma que ese mensaje no puede ser eludido ni trivializado. ¡Escuchadlo!
El descenso de la montaña
La orden de Jesús de que no hablen de la visión hasta que él resucite se inserta en la misma línea de la prohibición de decir que él es el Mesías. No es momento ahora de hablar del poder y la gloria, suscitando falsas ideas y esperanzas. Después de la resurrección, cuando para creer en Cristo sea preciso aceptar el escándalo de su pasión y cruz, se podrá hablar con toda libertad también de su gloria.
Resumen
Este episodio no está contado en beneficio de Jesús, sino como experiencia positiva para los apóstoles y para todos nosotros. Después de haber escuchado a Jesús hablar de su pasión y muerte, de las duras condiciones que impone a sus seguidores, tienen tres experiencias complementarias: 1) ven a Jesús transfigurado de forma gloriosa; 2) se les aparecen Moisés y Elías; 3) escuchan la voz del cielo.
Todo esto supone una enseñanza creciente: 1) al ver transformados su rostro y sus vesti­dos tienen la expe­riencia de que su destino final no es el fracaso, sino la gloria; 2) al aparecérseles Moisés y Elías se confirman en que Jesús es el culmen de la historia religiosa de Israel y de la revela­ción de Dios; 3) al escuchar la voz del cielo saben que seguir a Jesús no es una locura, sino lo más conforme al plan de Dios.

http://www.redescristianas.net/defensa-de-los-invisibles-trabajadores-anonimos

 Leonardo Boff
Leonardo Boff2Por más amenazas que pesen sobre la Casa Común, la Tierra, atacada en todos los frentes por el tipo de cultura que hemos desarrollado en los últimos dos siglos, explotando ilimitadamente sus limitados bienes y servicios, más directamente para la acumulación material de unos pocos, a pesar de todo eso ella continúa ofreciéndonos generosamente la belleza de los frutos, flores, plantas, animales y una amplia biodiversidad.
A mí me impresionan las pequeñinas flores rojas y amarillas de tres vasos que cuelgan de una de mis ventanas. Ellas, alegres, sonríen al universo. Eso me remite a la frase del místico poeta alemán Ángel Silesius que dice: «la flor no tiene un porqué, florece por florecer, no se preocupa de si la miran o no, simplemente florece por florecer».
Sabemos que solamente un 5% de la vida es visible. Lo restante es invisible, está compuesto de microorganismos, bacterias, virus y hongos. Ya escribí esto aquí y lo repito con las palabras de uno de los mayores biólogos vivos, Edward O. Wilson: «en un sólo gramo de tierra, o sea, en menos de un puñado, viven cerca de 10 mil millones de bacterias, pertenecientes hasta a 6 mil especies diferentes» (La creación: cómo salvar la vida en la Tierra, 2008, p.26). Si eso es así en solo un puñado de tierra, imaginemos los trillones de trillones de microorganismos que habitan en el subsuelo de la Tierra. Por eso tienen razón James Lovelock y su grupo al afirmar que la Tierra es un superorganismo vivo. No en el sentido de un animal inmenso, sino en el de un sistema que se autorregula y que articula lo físico, lo químico y lo ecológico de forma tan inteligente y sutil que siempre produce y reproduce vida. La llamó Gaia, nombre griego para designar a la Tierra viva.
En la naturaleza nada es superfluo. Con cierto sentido del humor escribió el Papa Francisco en su encíclica “Sobre el Cuidado de la Casa Común” refiriéndose a san Francisco, que este pedía a los frailes «que dejasen siempre en el convento una parte del huerto para las hierbas silvestres», porque a su manera ellas también alaban al Creador.
Debemos cuidar de estos trabajadores anónimos que garantizan la fertilidad de los suelos y son responsables de la inimaginable diversidad de los seres, de los distintos frutos, de la variedad de flores, de la diversidad de las plantas y también de la existencia de los seres humanos, en sus diferentes modos de ser lo que son. Con los miles de millones de litros de agrotóxicos (sólo en Brasil se vierten en el suelo cerca de 760 mil millones de litros) los amenazamos y matamos.
La humanidad es la primera especie en la historia de la vida, que tiene ya 3,8 mil millones de años de duración, que se ha vuelto una fuerza geofísica letal. Ella es el meteoro rasante, capaz de generar, por su falta de cuidado y por la máquina de muerte que ha creado, las condiciones para exterminar la vida visible y nuestra civilización. Habrá quien diga que con eso se inauguró una nueva era geológica, el antropoceno. Pero a esos microorganismos les es indiferente. Un naturalista, Jacob Monod, lanzó la idea de que, debido al fracaso de nuestra especie, surgirá tal vez otro ser, capaz de soportar el espíritu, que sea más amante de la vida. Consideremos estos hechos: los pequeños organismos vivos y visibles como las hormigas totalizan cerca de 10 mil billones y tienen un peso equivalente al de toda la población humana de 7,5 mil millones de personas. Los insectos, por miles de millones, son responsables de la polinización de las flores que, posteriormente, darán frutos.
¿Quién podría imaginar que una simple hierba silvestre de Madagascar proporcionaría alcaloides que curan la mayoría de los casos de leucemia infantil aguda? ¿O que un oscuro hongo de Noruega proporcionaría una sustancia que permite realizar el trasplante de órganos? Más sorprendente aún: a partir de la saliva de las sanguijuelas se ha desarrollado un disolvente que evita la coagulación de la sangre en las cirugías.
Como se deduce, todos los seres poseen primeramente un valor en sí mismos, por el simple hecho de haber surgido a lo largo de millones de años de evolución y enseguida poder ser generosamente útiles para su hermano o hermana, el ser humano. Las especies consideradas “dañinas” que, en realidad, son silvestres, enriquecen el suelo, limpian las aguas, polinizan la mayoría de las plantas con flores. Sin ellos nuestra vida estaría sujeta a enfermedades y sería más breve. Esa legión de microorganismos y minúsculos invertebrados, especialmente los gusanos nematodos que constituyen las cuatro quintas partes de todos los seres vivos de la Tierra, como nos afirman los biólogos, no están inútilmente y sin cumplir su función en el proceso cosmogénico. Los necesitamos para sobrevivir. Ellos no necesitan de nosotros.
San Francisco pisaba el suelo suavemente con miedo de matar algún bichito. Nosotros andamos atropellando, sin conciencia de que, escondidos en el subsuelo, hay miembros de la comunidad de vida.
*Leonardo Boff es columnista del JB online y escritor.
Traducción de Mª José Gavito Milano

Nueva empresa energética. Cientos de consumidores se unen para hacer frente al oligopolio de las grandes eléctricas


Juan Oliver

Nosa Enerxía, una entidad sin ánimo de lucro con 348 socios, aspira a cambiar el modelo energético utilizando las plusvalías de la comercialización eléctrica para reducir la factura de los consumidores
Alrededor de 1,5 millones de familias españolas no pueden permitirse mantener una temperatura adecuada en su vivienda, ni en verano ni en invierno. Equivalen a un 11% de los hogares de España, aunque el informe que detalla estos datos, elaborado por la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) , también estima que más de uno de cada cuatro hogares del país se sitúa en el borde o bajo la línea de la pobreza energética. Más de 2,6 millones de habitantes del Estado español dedican más del 15% de sus ingresos a pagar la factura de la electricidad, el gas, el butano…··· Ver noticia

Despedida la bibliotecaria del seminario de Cádiz


Francisco González y Antonia Guardado

ZornozaCritican la política laboral del obispado
Piden a monseñor Zornoza que no aplique “el bisturí de los despidos”
Como militantes de la HOAC, rechazamos el plan de relaciones laborales que está aplicando la Iglesia de Cádiz
Recibimos con preocupación la noticia del despido de la bibliotecaria del Seminario diocesano, que ha venido trabajando con rendimiento satisfactorio durante 17 años en la institución y que niega que el motivo sea la falta de trabajo en una biblioteca que cuenta con 15.000 volúmenes, tal como se alega por parte de los responsables de este centro de la Iglesia. No es, desde luego, el primero, pues, ya se han producido otros en la Iglesia de Cádiz, de unos años a esta parte.··· Ver noticia