FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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lunes, 22 de enero de 2018

Francisco: “Pido perdón si he herido a las víctimas de abusos con mis palabras sobre el caso Barros”

RELIGION DIGITAL


Entrevista en el vuelo de regreso a Roma



El Papa habla en el vuelo
(Jesús Bastante).- Un "viaje pasteurizado", pasando del frío al calor, y viceversa. Así ha definido Francisco su viaje a Chile y Perú, durante la tradicional entrevista en el vuelo.

Seis de cada diez chilenos ven 'positiva' la visita del Papa

RELIGION DIGITAL

El Papa, en Chile
El Papa, en Chile
RD

Un 74% rechaza la presencia del obispo Barros en los actos papales


Un 84% considera que el momento más emotivo fue la visita a la cárcel de mujeres


(C.D./Efe).- Los chilenos ven con buenos ojos al Papa Francisco y rechazan al polémico obispo Juan Barros. Son las principales conclusiones del sondeo realizado tras la visita del pontífice al país, que revela que el 61% de los consultados opina que la visita papal estuvo bien o muy bien, y que el punto más álgido fue la visita del obispo de Roma a la cárcel de mujeres de Santiago (84%). SEGUIR LEYENDO

Ha fallecido Don Andrés Sopeña Alcorto



Fallecía en la madrugada del 22 de enero, en el hospital de Ávila a los 92 años de edad.





 
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El salesiano sacerdote D. Andrés Sopeña Alcorlo llevaba ya varios años en la casa de salud de Arévalo con un Alzheimer muy pronunciado. No ha podido superar en estas últimas semanas el proceso de neumonía que le aquejaba.

La despedida será con la eucaristía funeral mañana, 23 de enero, a las 17:00 h, en Salesianos Arévalo (Paseo de San Juan Bosco, 1), para proceder a continuación a su sepultura en el panteón salesiano del cementerio de la ciudad.

Le pedimos al Señor que Él sea su recompensa, ya que en vida, D. Andrés en Él creyó, esperó y a él amó y sirvió como salesiano y sacerdote.

Marta Gómez - Para la guerra nada - Teatro Julio Mario Santo Domingo

Profundizando en la senda de la democracia y la solidaridad: 10 Retos para 2018 (I)


Valeria Méndez de Vigo

[Por su extensión, este artículo se divide en dos partes. Ésta es la primera. La segunda se publicará mañana].
En este principio de año, es habitual volver la mirada sobre el año que acaba de finalizar y tratar de ver cuáles son los retos que nos deparará 2018 desde la perspectiva de la cooperación al desarrollo. En un mundo que afronta grandes retos, como las asimetrías de la globalización, la pobreza que afecta todavía a más de 800 millones de personas en el mundo, la desigualdad rampante, la lucha contra el cambio climático, las graves crisis humanitarias que provocan el desplazamiento de millones de personas, la violencia contra las mujeres o los desafíos que plantea la sociedad del conocimiento, por citar algunos ejemplos, cobra una especial relevancia el compromiso de la comunidad internacional adquirido en septiembre de 2015: los Objetivos de Desarrollo y la Agenda 2030, la hoja de ruta, el itinerario que guiará la consecución hacia el desarrollo sostenible, de todos los países durante los próximos años.
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Las inteligencias múltiples

Jaime Richart, Antropólogo y jurista
Aunque el momento de la aparición del homínido y su inteli­gencia, es decir un ser vivo que se diferencia de los otros porque mientras estos pueden hacer una sola cosa él es capaz de hacer cosas diferentes, es controvertido, podemos decir, para entendernos, que la inteligencia del homínido apa­rece hace unos 6 millones de años, que el homínido empieza a ser “inteligente” hace 6 millones de años. Sin em­bargo sabemos que cuando de su inteligencia surge algo signi­ficativo y sustantivo puede calcularse que es hace unos 500 mil años, y que en estos siguientes 500 mil años apenas se mueve su inteligencia global.
Es decir, hasta hace unos 150 años los avances de su inteligencia fueron insignificantes en comparación con lo que ha sucedido desde entonces hasta hoy. En siglo y medio la inteligencia del ser humano ha dado un salto gigantesco. Ha pasado, por decirlo así, de un nivel uno a un nivel 100. Digamos que se desplaza a razón de una unidad por siglo, que su inteligencia, aparte sus construcciones y su arte, no hace apenas nada en medio millón de años. Y de repente se dispara. Casi súbitamente, la inteligencia de algunos seres humanos se transforma. En cien años hemos pasado del gramófono descubierto en 1890 al MP3 descubierto en 1993, del kinetoscopio en 1893 al cine en 3D y alta resolución a principios del siglo XXI. En la alta tecnología, desde la válvula de vacío descubierta en 1894 hasta el nanotransistor. Y en 60 años, más o menos en una ge­neración, ha pasado del ordenador “eniac” que hacía 455 operaciones por segundo al ordenador “tianhe2” que es ca­paz de realizar 33860 billones de operaciones por segundo. Es decir, en solo 150 años hemos pasado de la carreta de bue­yes a la nave aereoespacial…
Pero esto es en relación a un tipo de inteligencia, pues en rela­ción a otras el homínido ha perdido considerable valor y además, ha perdido buena parte del instinto de superviven­cia de la especie a que pertenece. Desde luego en imagina­ción, por ejemplo, toda la centra en la fantasía espacial. La ca­pacidad imaginativa de una sociedad como la griega de la antigüedad que es capaz de organizar un universo completo inimaginable en torno al mito, no tiene parangón alguno con la inteligencia actual relacionada con la robótica. Ello es así, a no ser que consideremos asombrosa y equiparable a ella la in­teligencia para fabular esas aventuras espaciales o para des­arrollar, generalmente en equipo, la propia robótica y sus innumerables aplicaciones. Y qué decir de su instinto de su­pervivencia atrofiado, incapaz el homínido de regular sus conductas que alteran severamente las condiciones de vida en el planeta que habita y con ello la continuidad de la vida misma…
Pero hablemos de la o las inteligencias propiamente dichas. Si tomamos la inteligencia como una capacidad unitaria puede decirse que, en efecto, su desarrollo le ha permitido al ser humano aplicar diversas capacidades para hacer diversas cosas. Pero si sus capacidades se corresponden con otras tan­tas inteligencias, entonces afirmamos, con Howard Gardner y otros, la teoría de que el hombre no tiene una sola inteligen­cia sino inteligencias múltiples.
Personalmente estoy a favor de esta teoría. No creo que la in­teligencia del ser humano haya de entenderse como una única potencia del alma. Una multitud de ejemplos apuntan a varias clases de inteligencia; a una diversidad de inteligen­cias más o menos agrupables y tantas como capacidades o ap­titudes del individuo en relación a sus posibilidades de alte­rar el mundo exterior o el suyo propio interno, o bien influir sobre ambos, así como hacerse comprender en esa alte­ración o influencia, sea durante el tiempo vivido por ese individuo sea en su posteridad. Howard Gardner afirma que la inteligencia no es un conjunto unitario que agrupe diferen­tes capacidades específicas, sino una red de conjun­tos autónomos, relativamente interrelacionados. Para él, la in­teli­gencia es un potencial biopsicológico de procesamiento de información que se puede activar en uno o más marcos culturales para resolver problemas o crear productos que tie­nen valor para dichos marcos. Indica que las inteligencias no son algo que se pueda ver o contar: son potenciales —es de suponer que neuronales— que se activan o no en función de los valores de una cultura determinada, de las oportunida­des disponibles en esa cultura y de las decisiones tomadas por cada persona y/o su familia, sus enseñantes y otras perso­nas.
La prueba indiciaria de todo esto es que hay personas que muestran una inteligencia extraordinaria en su oficio, profe­sión o especialidad, y una nula inteligencia en otros aspectos que otros sin embargo dominan por haberlos ejercitado y por corresponderse con una determinada aptitud que al mismo tiempo se corresponde con una determinada inteligen­cia.
Y digo y sostengo que hay inteligencias múltiples, porque al igual que de la inteligencia creativa artística de un individuo se beneficia al menos la mitad de la humanidad, o de la inteli­gencia de un equipo de individuos se beneficia toda la humanidad (tecnología), para otras finalidades, como por ejemplo, aquellas dirigidas al propósito de superar las limita­ciones humanas en relación a sus propios congéneres (el egoísmo superlativo) o al de vencer el gen de la agresivi­dad física, el progreso de esa inteligencia es ínfimo en compa­ración con la inteligencia aplicada al utilitarismo puro. Pues aunque grupos o una multitud de individuos en el mundo laboren, hipotéticamente, para aliviar el sufri­miento de todos los individuos de la humanidad (como su­cede en ciertas especies animales) y para que predomine la inteligencia colectiva dirigida a la felicidad en “todos” los in­dividuos aproximadamente por igual y aun para su propia supervivencia, esa inteligencia apenas prospera y puede de­cirse que nunca acaba de tener éxito. Miles de millones, que ven o saben del contento y bienestar que disfrutan otros mi­les de millones, viven una vida desgraciada por razones aje­nas a su voluntad o por la voluntad de otros. Y por otro lado la subsistencia del propio hábitat humano, la casa de la espe­cie, está en peligro por esas mismas concausas. Pero lejos de reconocerlo los llamados a dirigir la operación, y ponerse a la la tarea de lograr una sinergia entre las naciones que están a la cabeza de la civilización, esa maravillosa inteligen­cia de la que se pavonea el ser humano por logros espectacula­res conseguidos por algunos, hace apenas nada para evitarlo, y no lo evita.
De modo que si una inteligencia es capaz de proporcionar progreso y satisfacciones materiales a la humanidad pero al mismo tiempo excluye de ambos a gran parte de ella y va acompañada de una potencia destructiva incalculable para la especie y para el mundo en que vive, equivale a no recono­cer y desaprobar que obras colosales a lo largo de la historia, como catedrales, pirámides u otras, no han sido causa de la muerte, de la miseria y de la esclavitud de a sa­ber qué porciones de humanidad que pagaron con su vida. Pero equivale también a que aparte de asombrarnos de la construcción de aquellas obras, nos regocijemos por el sufri­miento de tantísimos de nuestros congéneres que fueron víctimas del “progreso”.

Porque que un individuo sea capaz de hacer operaciones matemáticas en poco tiempo, diseñar una obra ciclópea, o pintar maravillosamente un paisaje urbano, o relatar genial­mente una novela, o ser habilidoso en elocuencia… no signi­fica que pueda explicarse convincentemente por qué es inca­paz de montar en bicicleta, por ejemplo, o por qué se empe­cina en no admitir como posible que haya otros mundos y di­ferentes tipos de inteligencia. Que determinados humanos hayan desarrollado capacidades extraordinarias por su ge­nio o por su talento, y gracias a ellos la población del mundo que va sucediéndose les reconozca su inteligencia y parasite de su inteligencia lo interpreto como expresión no de un grado de inteligencia, sino de una inteligencia de las varias que son posibles en un mismo individuo. Porque ¿dónde, en qué clase de inteligencia encajan la creación artística, la bon­dad, la inclinación al bien común y a la solidaridad universal que pueda explicar el hecho de que unas “inteligencias” se es­fuerzan en refrenar a otras inteligencias que son capaces de hundirse en la ciénaga con tal de no desprenderse del peso del oro que llevan encima arrastrando con ellas a la humanidad?

El Papa se equivocó


Marco Antonio Velásquez

Después de tres días de febril actividad, el Papa se ha despedido del pueblo chileno. Su paso por esta tierra ha dejado intensas emociones que algunos atesorarán por mucho tiempo con gratitud infinita, mientras otros intentarán reponerse de frustraciones. Así y todo, mientras la emocionalidad sigue activa, es prematuro hacer una evaluación serena de un innegable acontecimiento, que fue nacional y mundial.
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Por ser mujer

José Arregi
José Arregui1
“¿No vas a escribir sobre el asesinato de mujeres a manos de sus maridos?”, me preguntó mi mujer hace unos días. “¿Otra vez? –le respondí–. Además, se está escribiendo tanto…”. Así quedó. Pero luego, como tan a menudo (no me dirás que no, Itziar) recapacité. Y aquí vengo, uniendo mi voz insignificante al grito de tantos.
Las cifras están ahí, son escalofriantes: 55 en el estado español, desde Estefanía, de 24 años, arrojada por la ventana por su pareja en Madrid el 1 de enero, hasta Arancha (que en vasco significa espina), de 37 años, acuchillada por su pareja delante de sus tres hijos menores en Azuqueca de Henares (Guadalajara) el 28 de diciembre, día de los santos inocentes. Nadie somos inocentes.

Pero más allá de las cifras y las denuncias, más allá también de los juicios y de las penas impuestas a los culpables, una doble pregunta se impone si queremos ser responsables, y la responsabilidad es lo fundamental y nos atañe a todos: ¿por qué siguen tantos hombres matando a “sus” mujeres? y ¿qué podemos hacer para evitarlo?
Digo “siguen matando”, pues, hasta donde mi información alcanza, los feminicidios y la violencia de género en general no son ahora un fenómeno más grave y frecuente, en términos relativos, que hace 60 años o hace siglos. Solo que ahora se denuncian y salen más a la luz, gracias en primer lugar a ellas, las mujeres, porque han gritado “basta ya”, aunque su grito y el nuestro no es aún común ni basta todavía.

¿Por qué siguen maltratando los hombres a sus mujeres, hasta el punto más terrible de matarlas? En el fondo se debe a eso, a que ellos las consideran “suyas”, a que aún llevamos inscrito en los genes el instinto de dominio y lo aplicamos sobre todo lo que tenemos más cerca y es más débil, también sobre la mujer, por ser mujer, por no ser varón. Podemos ser los animales más tiernos, pero también los más crueles. Y la raíz del problema es el patriarcalismo que, desde hace milenios, ha dominado casi todas las culturas conocidas y ciertamente todas las religiones. El patriarcalismo que nos ha llevado a creer que el hombre es superior a la mujer, que tiene derechos sobre ella y puede pegarla e incluso matarla si ella se resiste, ¿quién se ha creído?
¿Y qué podemos y deberemos hacer para erradicar de nuestros genes y de nuestras instituciones ese patriarcalismo violento? ¿Aumentar las penas, hasta “la prisión permanente revisable”? Para las víctimas, incontables, la cárcel siempre llega tarde. Y está demostrado que no resocializa a los criminales ni disuade a los autores de futuros crímenes. ¿Seremos incapaces de buscar algún medio más humano y eficaz para lograr esos fines que aducimos para justificar la prisión? En cuanto a las víctimas, solo las honraremos y les haremos justicia verdadera si nos dejamos inspirar por su memoria y sus sueños, si abrimos los ojos, si somos sensibles, si no toleramos que la mujer siga siendo inferior al hombre en ningún campo de la vida familiar, social, laboral, política; por poner unos ejemplos: que, trabajando más, posean solamente el 10 % del dinero existente y sufran el 70 % de la extrema pobreza y el 80 % de la desnutrición que padece la humanidad, y que ocupen solamente el 23 % de los puestos parlamentarios, el 17 % de los puestos ministeriales y el 24 % de los puestos de dirección económica, y así en casi todo.
Creo que aquí se impone una referencia especial a la institución eclesial, la más patriarcal de todas. Es insólito que muchos obispos enseñen todavía que, al abandonar la religión, la sociedad se deshumaniza y aumenta la violencia de género. Insólito me parece que el obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla haya criticado recientemente la última entrega de una conocida serie porque “se ha infiltrado en ella la ideología dominante del feminismo”. Insólito y atroz es que Braulio Rodríguez, arzobispo primado de Toledo, haya llegado a sugerir hace diez días que lo que ellos llaman “ideología de género” está en el origen de los asesinatos de género.
La memoria de las mujeres víctimas urge a la Iglesia a superar ese patriarcalismo que lleva prendido desde casi sus orígenes, a volver al evangelio igualitario de Jesús, a lamentar que el papa Pío XI, fiel a la tradición, en 1930 enseñara todavía que el amor implica “la sumisión solícita de la mujer así como su obediencia espontánea” al marido, y a reconocer que el Espíritu de Dios o de la Vida se expresó mucho mejor en el poeta ateo, comunista, Louis Aragón cuando en 1963 escribió: “el futuro del hombre es la mujer. Ella es el color de su alma. Ella es su rumor y su ruido. Y sin ella él no es más que un blasfemo”.


(Publicdo en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 21 de enero de 2018)

Honduras, una bomba de tiempo


Ava Gómez Daza

El pasado 5 de enero, tal y como se esperaba, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras desestimó el recurso de nulidad presentado por la Alianza de la Oposición a los resultados de las elecciones generales que se llevaron a cabo el pasado 26 de noviembre. Dichas elecciones fueron impugnadas por sospechas de un fraude que habría dado lugar a la relección del actual presidente Juan Orlando Hernández.
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“Queremos ser testigos de la verdad” (cfr. Juan 18,37)

Conferencia Episcopal de Guatemala
Los obispos de Guatemala, queremos ser testigos de la Verdad, como Jesús, nuestro Maestro. Por ello, al finalizar nuestra Asamblea Plenaria, compartimos con este comunicado, algunas preocupaciones, desconciertos y deseos que nacen de nuestro corazón de pastores al ver la realidad de nuestro país.
Nos preocupa constatar esa falta de rumbo que muestran los organismos del Estado: el sistema político vive bajo la dictadura de la corrupción y pone en gravísimo peligro su existencia, pues mientras su credibilidad delante del pueblo ha disminuido enormemente, la desconfianza y desencanto hacia él han aumentado.

El Congreso de la República sigue su carrera hacia el abismo, al haber elegido una Junta Directiva, cuyos miembros fueron firmantes del así llamado “Pacto de corruptos” y mostrarse reticentes a hacer las reformas necesarias al sistema electoral y de partidos políticos, exigidas por el pueblo, sin tomar en cuenta elementos importantes que desde el año 2015 se habían formulado en las “mesas de trabajo y discusión”, para elaborarlos.
El organismo judicial no está a la altura de lo que debe ser, cuando en diversos casos se atrasan los procesos judiciales o algunos de sus miembros, emplean recursos reñidos con la ley, sin ética alguna y ceden a sobornos o amenazas, olvidando que son súbditos del imperio de la Ley.

El organismo ejecutivo toma algunas decisiones que muestran su incompetencia para dirigir el país o sencillamente, no las toma para resolver los problemas crónicos de la población guatemalteca en temas como la atención en la salud y la desnutrición crónica infantil, en la educación formal, en la infraestructura vial, en las reformas al sistema penitenciario, en la lucha contra el crimen organizado y el tráfico de drogas, personas y armas.
Nos preocupa el aumento del empobrecimiento de la mayoría de la población, el flujo migratorio hacia el Norte de América, el aumento de las deportaciones de nuestros paisanos, la problemática agraria.

Nos preocupa la violencia, las extorsiones y la existencia de redes políticas y económicas ilícitas que fortalecen la impunidad y sostienen la corrupción, aprovechándose del modelo económico vigente en favor de su enriquecimiento, como también , la conflictividad social, la polarización de la sociedad y las acciones de poderes escondidos que irrespetan la ley.
Nos desconcierta la falta de cohesión y articulación de los sectores sociales, empresariales, académicos y religiosos para levantar al país del profundo agujero en el que ha caído. Sobre cualquier interés particular o de grupo debe prevalecer el amor por Guatemala.

Desconcierta también la indiferencia de muchos cristianos, que se encierran en su “mundo
religioso”, cerrando los ojos delante de tantos “Lázaros” que están a sus puertas.
Desconcierta que muchísimos guatemaltecos no caigan en la cuenta de esta situación.
Deseamos que las comisiones de postulación para elegir el próximo Fiscal General de la Nación
y el Contralor General de Cuentas, cumplan con la gravísima responsabilidad de elegir a
personas con valores éticos, capacidad profesional y académica, proyección social y vocación
de servicio al pueblo.

La responsabilidad del presidente de la República en el nombramiento de estos funcionarios
será motivo de juicio por parte de Dios y de la historia.
Ante este panorama descrito, de modo breve y limitado, los Obispos de Guatemala, desde
nuestra identidad de Pastores y ciudadanos responsables, reafirmamos nuestros deseos y
compromiso de colaborar desde nuestras diócesis y vicariatos, a transformar esta realidad
dramática. Por ello urgimos y exhortamos a todos los guatemaltecos, hombres y mujeres, a
unir y coordinar esfuerzos para lograr un país que viva la solidaridad en la verdad y en la
realización eficaz del Bien Común.

Todos, como ciudadanos y cristianos, debemos cumplir con nuestra propia responsabilidad para
hacer presente en la sociedad, comunidades y familias, el Reino de Dios, que es justicia, verdad, libertad y solidaridad.
Hacer que en nuestro país la voluntad de Jesús se cumpla: “he venido para que tengan vida y
la tengan en abundancia” (cfr. san Juan 10,10) es posible. Lo garantiza la verdad de su
presencia entre nosotros.

No existe ninguna razón para perder la esperanza pues Dios nunca defrauda ni abandona a su
pueblo.
Al finalizar este comunicado ponemos nuestros deseos, compromiso y esperanza en las manos
de la santa Madre de Dios, para que Ella con su intercesión, los transforme en una hermosa
realidad.

Guatemala de la Asunción, enero 19 del año 2018.

+Gonzalo de Villa y Vásquez + Domingo Buezo Leiva
Obispo de Sololá – Chimaltenango Obispo Vicario Apostólico de Izabal
Presidente Secretario General
Conferencia Episcopal de Guatemala Conferencia Episcopal de Guatemala