FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 22 de marzo de 2018

Francisco vuelve a desautorizar a Sarah: "Se puede recibir la comunión en la boca o en la mano, como prefiramos"

RELIGIÓN DIGITAL
(Jesús Bastante).
- "Hoy es el primer día de la primavera. ¡Feliz primavera!". El Papa Francisco improvisó toda una teología sobre las raíces y los frutos aprovechando la llegada de la nueva estación. Y recordando, en una clara advertencia -la enésima- al cardenal Sarah, que "se puede recibir la comunión en la boca o en la mano, como prefiramos". Lo importante es que, "cada vez que tomamos la comunión, nos transformamos un poco en Jesús". SEGUIR LEYENDO

CÓMO MANTENER TU PAZ INTERIOR Por Joel Osteen

FRANCISCO HA TOMADO DEFINITIVAMENTE EL CAMINO DEL EVANGELIO


col castillo

Con motivo del 5º aniversario de la elección del P. Jorge Mario Bergoglio para el papado, numerosos periodistas y escritores han expresado sus puntos de vista sobre el papa Francisco y su forma de ejercer el poder y la autoridad en la Iglesia.
Como es lógico, en el reducido espacio de una "entrada" en el blog, no es posible decir todo lo que habría explicar sobre un asunto, como éste, que resulta demasiado complejo y nada fácil de exponer. Por eso, me limitaré a lo que me parece más fundamental.
Si nos atenemos a lo que dice, sobre el poder del papa, el Código de Derecho Canónico, en su canon 331 se afirma que el Romano Pontífice tiene "potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente".
No hablo ya de la teoría de la "plenitudo potestatis", que los teólogos de los siglos XI al XIII se inventaron para justificar un poder absoluto del papa sobre el mundo entero. No viene a cuento esta vergonzosa historia cuando se trata de enjuiciar el gobierno de un papa actual. El problema está en saber si un papa de hoy puede o no puede modificar leyes, tradiciones o normas que se refieren al gobierno y a la vida de la Iglesia en asuntos de importancia. Por ejemplo, ¿puede un papa modificar la liturgia o el Derecho Canónico en asuntos que no son "verdades de fe divina y católica" y que, por tanto, no son "dogmas" inmutables? ¿Podría un papa cambiar todo lo que, en el Derecho Canónico, está en contra de los Derechos Humanos? ¿Qué es más importante para la Iglesia? ¿Ser fiel a tradiciones del pasado, que no son verdades reveladas y de fe? ¿O ser coherente para la solución de problemas del presente, que mucha gente quiere ver resueltas para poder tener fe?
Planteada así la cuestión, la respuesta parece lógica y coherente. El papa no puede modificar lo que pertenece a la fe de la Iglesia. Esto es evidente. Sin embargo, lo que el papa puede, y sobre todo debe, es gestionar el gobierno de la Iglesia de manera que lo importante y decisivo no sea tener una Curia Romana bien organizada, sino presentar ante el mundo una Iglesia que sea vista por la gente como una institución coherente, fiel al Evangelio de Jesús el Señor y como una luz de esperanza y salvación para tantas personas que sufren más de lo que se puede soportar.
Es evidente que, si el problema se plantea en estos términos, la solución tendría que ser clara y urgente: modificar todo lo que no toque a las verdades que son "dogmas de fe" y que, al mismo tiempo, está reclamando una puesta al día, para que la Iglesia no sea una institución trasnochada y del pasado, sino actual y que responda a lo que la gente necesita en nuestro tiempo. ¿Es que el papa no puede hacer esto? ¿No es esto lo que el Vicario de Cristo en la tierra tiene que hacer?
Pues bien, llegados a este punto, la respuesta no parece ofrecer duda alguna. Un papa responsable, libre y coherente, tendría que ponerse a trabajar, con todos los expertos que necesite, para dar la debida respuesta a las preguntas que acabo de hacer.
Sin embargo, esa respuesta, que parece tan clara y tan obvia, en realidad no lo es. Ni resulta tan fácil o patente. ¿Por qué? Porque, en todo este asunto, entran en juego otros "datos" (o si se quiere, otros "componentes"), que son indispensables y de los que un papa no puede prescindir, ni puede desentenderse. ¿A qué me refiero?
Un papa no es, ante todo, un "Jefe de Estado". Antes que eso -y prescindiendo de eso-, el papa es la "autoridad suprema de una institución religiosa". Es, por tanto, el máximo responsable de la unidad de cuantos libremente pertenecen a esa institución. De ahí que el papa tiene que cuidar y proteger, no sólo la "ortodoxia de la fe", sino además (y al mismo tiempo) la "unión de los creyentes". Un problema, este último, sumamente delicado, complicado y extremadamente difícil. Sobre todo, si tenemos en cuenta que Jesús, el que fue origen de la Iglesia y es su centro y su razón de ser, manifestó como deseo último y supremo de su vida, que todos cuantos creamos en él, nos mantengamos unidos ("Padre santo, guárdalos unidos... que todos sean uno") (Jn 17, 11. 21...).
Ahora bien, de sobra sabemos que la Iglesia está fragmentada, dividida, rota. El papa Francisco está haciendo esfuerzos notables y hasta pasando por humillaciones muy duras, con el anhelo de ir acercando posturas, con vistas a reconstruir, en la medida de lo posible, la unidad perdida de tantos millones de personas que, por incontables problemas, se han separado en sectas y credos distintos. De forma que la fe religiosa ha venido a ser el vehículo de la separación y hasta el odio, en lugar de unirnos a todos los que miramos a Jesús y su Evangelio como fuente de esperanza y salvación.
Así las cosas, mi punto de vista es que el papa Francisco ha tomado el camino más razonable que un "papa responsable" puede y debe tomar en este momento. Francisco ha tomado decididamente el camino del Evangelio. El camino de los marginados y los excluidos, de los que sufren y se ven despreciados. Francisco lo predica así. Pero sobre todo lo hace. Y lo vive. Se acerca a la gente todo cuanto le es posible. Retomando un tema del que se ha hablado estos días, Jesús no designó a ninguna mujer para que fuera "apóstol". En aquella sociedad, una mujer no podía ser "testigo oficial" de nada. Pero quiero (y debo) destacar que las mujeres son el único colectivo de personas con el que Jesús no tuvo el menor roce o dificultad. Jesús censuró duramente a los apóstoles, por su falta de fe y sus ambiciones de poder. Con las mujeres jamás, ninguna dificultad. Todo lo contrario. Siempre las defendió, siempre se puso de su parte. Y defendió su igualdad de derechos con el hombre, como queda patente en Mt 19, 1-12; Mc 10, 1-12; cf. Dt 24, 1.
Nadie se imagina, ni sabe, cómo se encontró Francisco la Iglesia cuando fue elegido en el conclave, hace cinco años. Yo puedo asegurar que, pocos días antes de saberse la noticia de la renuncia de Benedicto XVI al papado, una personalidad muy importante en Roma me dijo: "Reza por la Iglesia, que está tan mal, que más bajo, ya no puede caer". No me dijo más. A los pocos días, se produjo el cambio.
¿Ha podido el papa Francisco hacer más de lo que ha hecho? Nadie lo sabe. Ni seguramente se puede saber. Lo que me parece indudable es que el papa Francisco le ha dado un giro nuevo al papado. Un giro nuevo que no tiene ya vuelta atrás. El hieratismo, la distancia, la solemnidad de tiempos pasados, toda esa parafernalia de soñadores extraviados, por fin, quedó arrumbada. Sencillamente porque ha sido suplantada por el Evangelio.

LOS 'NUEVOS SEMINARISTAS' DE FRANCISCO PARA ESPAÑA


col bastante

Samuel Gutiérrez, de Barcelona; y Martín Rodajo, de Madrid, relatan su vocación al sacerdocio
Son 1.263 en toda España, una cifra ligeramente superior a la del año pasado, pero que no permite dejar de hablar de crisis de vocaciones. Son los seminaristas, jóvenes cuya vocación cristiana se inclina hacia el sacerdocio. Chicos de hoy, que viven una realidad desigual que responde al sitio en el que viven.
Así, como explicaba el portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo, "hay algunas zonas con una desertización donde se ha reducido la población joven, como Castilla y León y Aragón. Y, por otra parte, hay una notable concentración urbana en los grandes núcleos y en la zona sur y en otras localidades costeras. Esto da un perfil de población de la que salen los sacerdotes. Donde hay más concentración urbana hay más vocaciones".
Madrid y Barcelona son, con Valencia, las diócesis más grandes de España. Sus obispos, los cardenales Osoro y Omella, son considerados por todos como los 'hombres' del Papa Francisco en España, los responsables de implementar (en algunos casos, adelantar), las reformas que Bergoglio quiere para construir una Iglesia en salida, alejada de la autorreferencialidad y del clericalismo. Y los seminarios son una buena piedra de toque para ello.
Los seminarios de la Ciudad Condal y de la capital de España están empeñadas en que los futuros sacerdotes sean, en el fondo y en la forma, "hombres de Francisco". Hemos hablado con dos de ellos, dos seminaristas de Barcelona y Madrid, que nos cuentan cómo surgió su vocación, cómo entienden la Iglesia y cuál es el futuro en el que desean ser pastores comprometidos con el pueblo y la sociedad en la que se insertan. Les damos voz:
Martín Rodajo de Madrid
Cómo surgió la vocación
Mi vocación surge desde dos ámbitos principalmente: el cuidado y el ejemplo de mis padres, de quienes he aprendido y sigo aprendiendo la fidelidad, la alegre oblación total de sí; y de los sacerdotes que a lo largo de mi vida el Señor ha ido colocando a mi lado, en particular en la parroquia, de quienes aprendo la alegría de servir a Dios entregando la vida para la salvación de todos. De manera que, al terminar mis estudios y ya en el contexto laboral, me doy cuenta de que la felicidad que mi corazón, como el de todo hombre ansía, la encuentro en el hacerme prójimo de cada persona, compartiendo sus alegrías, sus sufrimientos, y acercándoles a Dios. Solo cuando he dado respuesta a mi vocación todos los aspectos de mi vida han quedado iluminados, todas las piezas del puzzle han quedado ensambladas y explicadas.
Cómo es el día a día
El día a día en la vida del seminario es apasionante, y aunque cada día tiene su propio afán, sí se puede responder al menos describiendo un día más o menos tipo. Comenzamos el día delante del Señor, rezando en la capilla. Tenemos la oración de laudes y una hora de oración personal. Tras desayunar vamos a la universidad a recibir las clases de filosofía y teología. Después de comer y de compartir un rato de fraternidad, dedicamos la tarde al estudio principalmente, hasta la hora de la celebración de la Misa. Después de cenar y hasta la hora de dormir cada uno decide cómo usar ese tiempo: paseando, rezando el rosario, descansando.
Aparte, hay tiempo para el deporte y para distintas actividades culturales: la revista del Seminario, grupos de lectura, radio, teatro. A esto se une la actividad en las parroquias de pastoral, a las que vamos los fines de semana para aprender de los sacerdotes que en ellas desempeñan su ministerio, y la formación humana, afectiva y sacerdotal que recibimos en el Seminario. Se trata, en definitiva, de llevar a cabo un camino discipular y de configuración con Cristo a lo largo del proceso formativo.
Qué tipo de sacerdote me gustaría ser
El tipo de sacerdote que necesita hoy el mundo es el mismo que ha necesitado a lo largo de toda la historia de la Iglesia, es decir, un sacerdote santo. Por tanto, ese es el tipo de sacerdote que me gustaría ser: un sacerdote que transparente a Cristo. Un sacerdote que entregue su vida viviendo el amor a Dios a través del amor a los hermanos. Un sacerdote que camina al paso de los pobres, que encuentra su riqueza en el trato frecuente con ellos. Un sacerdote que sea instrumento de la ternura de Dios.
Si me siento un bicho raro
Jesús dice en el Evangelio que los cristianos vivimos en el mundo, pero no somos del mundo. Esto me ha hecho pensar mucho al respecto del concepto de normalidad: ¿qué criterio utilizamos para fijarla? Nosotros estamos llamados a configurarnos de una manera especial con Cristo, a tener sus mismos sentimientos. Si la rareza viene de ser como el Señor, entonces vamos por buen camino.
Samuel Gutiérrez, seminarista de Barcelona
Samuel Gutiérrez fue periodista antes que seminarista/Agustí Codinach
«¿A quién enviaré?»
Hace ya un buen puñado de años, más de 20, en una sencilla parroquia de barrio, acogedora y humilde, experimenté por primera vez el amor de Dios. El encuentro personal con Jesús cambió radicalmente mi vida. Se inició entonces una apasionante historia de amistad, con idas y venidas, luces y sombras, pero en la que Dios siempre se ha mantenido fiel.
Pobremente, casi a ciegas, he buscado responder a su amor con la entrega total de mi vida. «Aquí estoy, Señor, haz de mí lo que quieras.»
Durante muchos años he vivido como laico consagrado en medio del mundo, habiendo recibido el regalo de poder trabajar profesionalmente sirviendo a Dios y a la Iglesia. Vida de familia, de trabajo y de  parroquia iban felizmente de la mano, sin generar demasiadas tensiones. He tenido la dicha, además, de poder vivir la fe en una hermosísima comunidad parroquial, la de San Juan Bautista en Sant Feliu, que es y será siempre mi familia. No sería lo que soy sin ellos. Son mis hermanos. Auténtica bendición inmerecida de Dios en mi vida.
En un momento de esta historia, hace unos cuatro años, sentí que el Señor me pedía algo más. Un compromiso y una donación mayores, y al mismo tiempo la renuncia a mi autonomía. En un primer momento me pareció entender que me llamaba a la vida monástica e incluso volé hasta Argentina, para hacer una experiencia vocacional. Allí, con gran sorpresa, descubrí que el Señor no me llamaba a hacerme monje, sino a seguirle como «siervo inútil» en el ejercicio del ministerio sacerdotal. «¿A quién enviaré?», me preguntaba con una cierta insistencia, como lo hiciera con el profeta Isaías. «Aquí estoy, envíame.»
Siento hoy con fuerza que Dios me invita a expropiar mi propia vida en favor suyo y de los hombres, a entregarla con alegría y sin miedo como sacerdote, en este gran hospital de campaña en el que se ha convertido hoy la Iglesia: «Pastorea mis ovejas.»
Pudiera parecer que con mi ingreso en el Seminario, la peregrinación iniciada hace años toma un rumbo distinto, pero no es así. Es la misma dirección y la misma compañía la que siento que guía mis pasos: «Sal de tu tierra y ve a la tierra que yo te mostraré.» El mismo Jesús me propone algo que no "entraba" en mis planes. Algo que me sobrepasa. No sé cómo lo va a hacer, pero confío en él y en su madre. ¡Mi vida está en sus manos! ¡Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero!

¿SE NOS ACABAN LOS CURAS?


col greg fer

Se nos acaban los curas. Llega el día del seminario y volvemos sobre lo mismo: que hay que rezar por las vocaciones sacerdotales y que a ver si animamos a los jóvenes a hacerse curas.
Se nos acaban los curas. “Hazte cura”, dice el lema de este año, “por Cristo y por los demás”; “para dar a conocer el seminario, corazón de la diócesis”.
Se nos acaban los curas. ¿Qué diría Jesús? ¿Cómo nos miraría? Me imagino su cara al vernos tan preocupados, su rostro sonriente y compasivo.
Se nos acaban los curas… sin darnos cuenta. En las ciudades seguimos teniendo misas y sacramentos para elegir. En los pueblos se acercan para las fiestas y dicen la misa mayor ¿Qué más se puede pedir?
Se nos acaban los curas. A las parroquias se les empieza a llamar “unidades parroquiales y de atención pastoral” y nos piden que colaboremos todos, que “don José” vendrá de vez en cuando.
Se nos acaban los curas. Parece que este es el mayor problema y la más grande necesidad que tenemos los católicos en los comienzos del siglo XXI.
Se nos acaban los curas. ¿Qué curas? Los curas solitarios y entregados totalmente a su labor de pastores, los curas sin familia y a tiempo completo, los curas varones y de ninguna manera mujeres, los curas de parroquia y sin hogar…
Se nos acaban los curas de hoy porque su media de edad es de 67 años y un 40% pasan de los 75. Según cuentan en España hay todavía unos 18.000 sacerdotes diocesanos, pero los que fallecen duplican a los que se ordenan.
Se nos acaban los curas… y ahora qué.
No cabe ninguna duda de la cura que han supuesto muchos sacerdotes a lo largo de la historia. No sería ningún disparate otorgar un “premio Nobel” a este colectivo. No pararíamos de contar las bondades de su buen hacer por toda la tierra… pero, ojo, entre nosotros son una parte y no lo son todo.
¿Se nos acaban los curas? Cuidemos a los que quedan, recemos por los que fallecen y busquemos la manera de distribuirnos las tareas en comunidad.
¿Se nos acaban los curas? Sería bueno volver los ojos atrás, a los orígenes, y volver a comprender cómo vivir en cristiano en nuestros tiempos.
¿Se nos acaban los curas? Los tiempos anteriores no son más importantes que los primeros. En los primeros tiempos se repartían las tareas.
¿Se nos acaban los curas? Busquemos de entre nosotros quién se puede encargar de animar la fe, coordinar la pastoral, dinamizar las celebraciones…
¿Se nos acaban los curas? Volvamos nuestros ojos a la mirada que Jesús dirigió a mujeres y hombres para que le siguieran y no discriminemos nunca más en la Iglesia.
¿Se nos acaban los curas? La comunidad permanece y en ella la mayoría vive en familia; no deberíamos privarnos de personas vocacionadas por el hecho de estar casadas.
¿Se nos acaban los curas? También se irán acabando los obispos tal y como los solemos ver hoy en día. “Nadie es más que nadie entre vosotros”, se nos dijo.
¿Se nos acaban los curas? Que la comunidad los busque entre las personas a las que Dios suscite pasión por servir en la comunidad. Que la comunidad rastree de entre nosotros el rostro de Dios para que se haga presente. Que la comunidad elija a sus dirigentes, animadoras y animadores… servidores.
Se nos acaban los curas pero queda mucho Reino por hacer.

EN LA MUERTE DE JESÚS DESCUBRIMOS LA VIDA


col fraymarcos

Mc 14-15
Como en el caso de la purificación del templo, no podemos pensar que la entrada en Jerusalén fue una manifestación multitudinaria. Hubiera sido la ocasión ideal, que los dirigentes judíos estaban esperando, para prender a Jesús. Probablemente se trató de un pequeño grupo de seguidores que se unieron a los discípulos en aclamaciones espontáneas. Jesús había desarrollado toda su actividad en Galilea, y la mayor parte de los peregrinos que venían a la fiesta eran galileos. Muchos de ellos reconocerían a Jesús, que también subía a Jerusalén, y se unieron a su grupo.
Lo verdaderamente importante en el relato de la pasión, está más allá de lo que se puede narrar. Lo esencial de lo que ocurrió no se puede meter en palabras. Lo que los textos nos quieren transmitir hay que buscarlo en la actitud de Jesús que refleja plenitud de humanidad. Lo importante no es la muerte física de Jesús sino descubrir por qué le mataron, por qué murió y cuales fueron las consecuencias de su muerte para los discípulos. Semana Santa es la ocasión privilegiada para plantearnos la revisión de nuestros esquemas teológicos sobre el valor de la muerte en la cruz.
Estamos en el mejor momento del año para tomar conciencia de la coherencia de toda la vida de Jesús. Dándose cuenta de las consecuencias de sus actos, no da un paso a tras, y las acepta plenamente. Es una advertencia para nosotros, que estamos siempre acomodándonos para evitar consecuencias desagradables. Sabemos que nuestra plenitud está en darnos a los demás pero seguimos calculando nuestras acciones para no ir demasiado lejos, poniendo límites “razonables” a nuestra entrega; sin darnos cuenta de que un amor calculado es egoísmo camuflado.
¿Por qué le mataron? La muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos de su pueblo. Rechazo a sus enseñanzas y rechazo a su persona. No debemos pensar en un rechazo gratuito y malévolo. Los sacerdotes, los escribas, los fariseos no eran gente depravada, que se opusieron a Jesús porque era buena persona. Eran gente religiosa que pretendía ser fiel a la voluntad de Dios, que ellos encontraban en la Ley. También para Jesús era prioritaria la voluntad del Padre, pero no la buscaba en la Ley sino en el hombre.
¿Era Jesús el profeta, como creían los que le seguían, o era el antiprofeta que seducía al pueblo? La respuesta no era tan sencilla. Por una parte, Jesús iba claramente contra la Ley y contra el templo, signos inequívocos del antiprofe­ta. Pero por otra, los signos de amor a todos eran una muestra de que Dios estaba con él, como apuntó Nicodemo. Lo mataron porque denunció a las autoridades religiosas que, con su manera de entender la religión, oprimían al pueblo. Le mataron por afirmar, con hechos y palabras, que el valor del hombre concreto está por encima de la Ley y del templo.
¿Por qué murió? No podemos saber lo que Jesús experimentó ante su muerte. Ni era un inconsciente ni era un loco ni era masoquista. Tuvo que darse cuenta que los jefes religiosos querían eliminarlo. Lo que nos importa a nosotros es descubrir las poderosas razones que Jesús tenía para seguir diciendo lo que tenía que decir y haciendo lo que tenía que hacer, a pesar de que estaba seguro que eso le costaría la vida. Tomó conscientemente la decisión de ir a Jerusalén donde estaba el peligro. Que le importara más ser fiel a sí mismo que salvar la vida es el dato que nosotros debemos valorar. Demostró que la única manera de ser fiel a Dios es ponerse del lado del oprimido.
No se puede pensar en la muerte de Jesús desconectándola de su vida. Su muerte fue consecuencia de su vida. No fue una programación por parte de Dios para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librará de nuestros pecados. Jesús fue plenamente un ser humano que tomó sus propias decisiones. Porque esas decisiones fueron las adecuadas, de acuerdo con las exigencias de su verdadero ser, nos han marcado a nosotros el camino de la verdadera salvación. Si nos quedamos con el Hijo, que murió por obediencia al Padre, hemos malogrado su muerte y su vida.
¿Qué consecuencias tuvo su muerte? Hay explicaciones teológicas de la muerte de Jesús que se siguen presentando a los fieles, aunque la inmensa mayoría de los exégetas y de los teólogos las han abandonado hace tiempo. No debemos seguir interpretando la muerte de Jesús como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús desplegó en su vida. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo.
Para los discípulos, la muerte fue el revulsivo que les llevó al descubrimiento de lo que era verdaderamente Jesús. Durante su vida lo siguieron como el amigo, el maestro, incluso el profeta; pero no pudieron conocer el verdadero significado de su persona. A ese descubrimiento llegaron por un proceso de maduración interior, al que solo se puede llegar por experiencia. La muerte de Jesús les obligó a esa profundización en su persona y a descubrir en aquel Jesús de Nazaret, al Señor, al Mesías al Cristo y al Hijo. En esto consistió la experiencia pascual. Ese mismo recorrido debemos hacerlo nosotros.
A nosotros hoy, la muerte de Jesús nos obliga a plantear la verdadera hondura de toda vida humana. Jesús supo encontrar, como ningún otro ser humano, el camino que debemos recorrer todos para alcanzar plenitud humana. Amando hasta el extremo, nos dio la verdadera medida de lo humano. Desde entonces, nadie tiene que romperse la cabeza para buscar el camino de mayor humanidad. El que quiera dar sentido a su vida, no tiene otro camino que el amor total, hasta desaparecer.
La interpretación de la muerte de Jesús determina la manera de ser cristiano. Ser cristiano no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a tanto crucificado que hoy podemos encontrar en nuestro camino. Jesús, muriendo de esa manera, hace presente a un Dios sin pizca de poder, pero repleto de amor, que es la fuerza suprema. En ese amor reside la verdadera salvación. El “poder” de Dios se manifiesta en la vida de quien es capaz de amar entregando todo lo que es.

Meditación
Ningún sufrimiento salva por sí mismo, tampoco el de Jesús.
Lo que salva es la fidelidad a su verdadero ser,
Vivir una verdadera humanidad, es perder el miedo a la muerte.
El miedo a la muerte es la esclavitud más difícil de superar.
Toda opresión nace de esta esclavitud.

DOMINGO DE RAMOS


col sicre

Este domingo se lee el relato de la Pasión de Jesús en el evangelio de Marcos. Dada su extensión me limito a sugerir dos puntos de atención (Jesús y sus discípulos) y a ofrecer cuatro posibles lecturas de la pasión.
Dos puntos de atención
¿Quién es Jesús?
El relato del capítulo 15 supone un gran contraste con el de los dos anteriores, 13-14. En estos, Jesús se enfrenta a toda clase de adversarios en diversas disputas y los vence con facilidad. Ahora, los adversarios, derrotados a nivel intelectual, deciden vencerlo a nivel físico, matándolo (14,1). Lo que más se destaca en Jesús es su conocimiento y conciencia plena de lo que va a ocurrir: sabe que está cercana su sepultura (14,8), que será traicionado por uno de los suyos (14,18), que morirá sin remedio (14,21), que los discípulos se dispersarán (14,27), que está cerca quien lo entrega (14,42). Las palabras que pronuncia en esta sección están marcadas por esta conciencia del final y tienen una carga de tristeza. Como cualquiera que se acerca a la muerte, Jesús sabe que hay cosas que se pierden definitivamente: la cercanía de los amigos ("a mí no siempre me tendréis con vosotros": 14,7), la copa de vino compartida (14,25). No falta un tono de esperanza: del vino volverá a gozar en el Reino de Dios (14,25), con los discípulos se reencontrará en Galilea (14,28). Pero predomina en sus palabras un tono de tristeza, incluso de amargura (14,37.48-49), con el que Marcos subraya ―una vez más― la humanidad profunda de Jesús.
Cuatro veces se debate en estos capítulos la identidad de Jesús: el sumo sacerdote le pregunta si es el Mesías (14,61), Pilato le pregunta si es el Rey de los judíos (15,2), los sumos sacerdotes y escribas ponen como condición para creer que es el Mesías que baje de la cruz (15,31-32), el centurión confiesa que es hijo de Dios (15,39). A la pregunta del sumo sacerdote responde Jesús en sentido afirmativo, pero centrando su respuesta no en el Mesías, sino en el Hijo del Hombre triunfante (14,62). A la pregunta de Pilato responde con una evasiva: "tú lo dices" (15,2). A la condición de los sumos sacerdotes y escribas no responde. Cuando el centurión lo confiesa hijo de Dios, Jesús ya ha muerto.
Los discípulos
Los datos son conocidos. Se entristecen al enterarse de que uno de ellos lo traicionará; pero, llegado el momento, todos huyen. Una vez más, Pedro desempeña un papel preponderante. Se considera superior a los otros, más fiel y firme (14,29), pero comenzará por quedarse dormido en el huerto (14,37) y terminará negando a Jesús (14,66-72). En este contexto de abandono total por parte de los discípulos adquiere gran fuerza la escena final del Calvario, cuando se habla de las mujeres que no sólo están al pie de la cruz, sino que acompañaron a Jesús durante su vida (15,40-41).
Cuatro lecturas posibles de los relatos de la pasión de Jesús.
La lectura de identificación personal y afectiva
El testimonio escrito más antiguo que poseemos en este sentido es el de san Pablo. A veces, cuando habla de la muerte de Jesús, lo hace con frialdad dogmática, recordando que murió por nuestros pecados. Pero en otra ocasión lo enfoca de manera muy personal y afectiva: "He quedado crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Y mientras vivo en la carne vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí" (Gal 2,19-20). En línea parecida, san Ignacio de Loyola, en la tercera semana de los Ejercicios espirituales, cuando se contempla la pasión, el ejercitante debe pedir "dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, llanto, pena interna de tanta pena como el Señor pasó por mí".
La lectura indignada
Es la que practicamos todas las mañanas al leer el periódico, cuando acompañamos la lectura de los titulares y de las noticias con toda suerte de imprecaciones, insultos y maldiciones. Los relatos de la pasión cuentan tal cantidad de atropellos, injusticias, traiciones, que se prestan a una lectura indignada. Sin embargo, los evangelios nunca invitan al lector a indignarse con la traición de Judas, a maldecir a las autoridades judías o romanas que condenan a Jesús, a insultar a quienes se burlan de él, a sentir como en el propio cuerpo los azotes, la corona de espina o los clavos, a llorar la muerte de Jesús. En ningún momento pretenden los evangelios excitar los sentimientos y, mucho menos, fomentar el sentimentalismo.
Mi comentario, que puede bajarse de la dirección indicada más arriba, consiste en una lectura del texto, prestando gran atención a cuatro aspectos:
1) la división minuciosa de cada episodio, que a veces quizá parezca exagerada, como cuando distingo siete momentos en el relato de la oración del huerto; pero es la única forma de no pasar por alto detalles importantes.
2) los protagonistas, advirtiendo qué hacen o no hacen, qué dicen o no dicen, cómo reaccionan, por qué motivos se mueven, qué sienten.
3) la acción que se cuenta y sus presupuestos; a veces predominará lo informativo, ya que ciertos detalles a veces no se conocen bien, como la celebración de la Pascua en el mundo judío y en Qumrán o el proceso ante el Sanedrín.
4) el arte narrativo de Mc, que a menudo no se tiene en cuenta, pero que sirve también para captar su teología.
Este tipo de lectura, aunque aplique el mismo método a todas las escenas, pone de relieve lo típico de cada una de ellas y deja claro que el relato de la pasión está formado por episodios aparentemente cotidianos y por otros terriblemente dramáticos, como la oración del huerto. Lo importante es captar el espíritu y mensaje de cada episodio y el mensaje global de cada evangelio.
La lectura interactiva y orante
Sería la respuesta personal al comentario anterior, reflexionando cada cual sobre lo que el texto le sugiere y lo que le invita a pedir.

PLENAMENTE HUMANO


comentario editorial

No se puede ser cristiano sin ser desesperadamente humano (Teilhard de Chardin)
25 de marzo. Domingo de Ramos
Mt 21, 1-11
Cuando entró en Jerusalén, toda la población conmovida preguntaba: ¿Quién es éste? Y la multitud contestaba: Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.
En su película Últimos días en el desierto (2015), el director colombiano Rodrigo García explora un Jesús que desde su humanidad transforma a quienes se cruzan en su camino. García no quería mostrar al Jesús divino, elevado, como nos lo han mostrado algunos directores, sino uno más cercano con el que pudiéramos conectarnos de otra manera. Ewan McGregor, actor escocés, desempeña el papel de Jesucristo y de un demonio, que le acecha, le cuestiona y le reta. Jesús le responde, no con la divinidad que yace bajo su piel sino desde su humanidad, contestando con la certeza del que se sabe amado y siguiendo el instinto de su corazón.
Una fuerza interior que le lleva a la plenitud de su ser. Plenitud que, como nos cuenta Alma, Mahler repetía en su versión de artista una y otra vez: “Todas las creaturas de la naturaleza se engalanan sin cesar para Dios. Así que todo hombre tiene tan sólo una obligación: mostrarse ante Dios y ante los hombres tan hermoso como sea posible.
Y plenitud, como la que nos propone alcanzar “La danza de la flor”. La he danzado un jueves en Másquesilencio. Me encanta su forma y su significado, y también la música que mentalmente pongo en ella. De pie, el cuerpo erguido, pienso en la esencia de mi ser que, como el de todo rosal, hunde sus raíces en la tierra. Intento darle vida y, para ello, abro en cruz los brazos, doblo levemente las rodillas y, bajando el cuerpo, hago ademán de recoger en el cuenco de las manos la semilla que nace en el campo. Con ellas, juntas en gesto de oración, las elevo hasta mi corazón, las abro sobre él para entregársela y que le dé calor. Torno a cerrarlas, y las vuelvo a subir por el centro de mi rostro como haciéndola crecer hasta ser árbol. Voy abriendo mis brazos y los elevo con las manos abiertas hacia arriba hasta acariciar el cielo. Ofrezco esa simiente a la tierra que la crio y ha dado vida, y a cuantos crecen y viven en virtud de su fuerza. Finalmente bajo de nuevo las manos hacia el suelo, le doy gracias, y repito el gesto de devolverle la semilla para que continúe naciendo y dando frutos en eterna sementera. Te invito a bailar mi “Danza de la flor” y a ser feliz haciéndolo, como quizás lo fueron los que aclamaron a Jesús en su entrada en Jerusalén este domingo de mantas, de palmas y de ramos.
El jesuita granadino Leandro Sequeiros (1942), licenciado en Teología, doctor en Ciencias Geológicas y catedrático de Paleontología, nos propone un triunfante entrar en nuestro particular Jerusalén para reconciliarnos con nosotros mismos y trascendernos. No hace mucho le escuché decir en una conferencia: “Prestigiar, difundir y extender una dimensión espiritual para la armonía y reconciliación del ser humano con la realidad natural y social, puede ser un primer paso para reencontrarse con uno mismo y reivindicar la posibilidad de trascender nuestra propia limitación intelectual, social y emocional. Y todavía no hemos llegado a lo religioso y menos aún a lo cristiano”.
Teilhard de Chardin, otro sabio y también científico como Sequeiros, también reiteró la necesidad de crecer y de dar vida a nuestra vocación de discípulos de Jesús: “No se puede ser cristiano sin ser desesperadamente humano”. ¿No será ésta la respuesta mejor a la pregunta que hacía aquella mañana el pueblo? “Cuando entró en Jerusalén, toda la población conmovida preguntaba: ¿Quién es éste? Y la multitud contestaba: Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea” (Mt. 21, 10-11).
Un profeta visionario, peregrino del Espíritu, que nos enseñó, en boca de San Juan de la Cruz, a darle a la caza alcance.

LA GAVIOTA
Soñé que era gaviota y que volaba
el cercano Ecuador de Tierra y Cielo.
Yo confiado navegaba
al socaire del aire de tus alas.

¿Cómo haces, gaviota,
peregrina del Viento,
para amar nuestra Tierra
y liberarte
de las frías cadenas de los cielos?

-”Solamente… ¡¡Porque también yo sueño
realidades!!”

(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)

¿Debería Putin estar preocupado?


Redes Cristianas
Germán Gorráiz López, analista
La autocracia, del griego autos (por sí mismo) y kratos (poder o gobierno), sería la forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal), que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres , llegado al poder se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes autocráticos (inflexible, centralista y autoritario), lo que corrobora la tesis de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”.
La autocracia rusa sería pues una especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder) y represión social (eliminación de adversarios políticos por métodos expeditivos y promulgación de Decretos-Leyes que rozarán la constitucionalidad pero que quedarán revestidos por el barniz pseudo-democratizador del Tribunal Constitucional de la sui generis democracia rusa).
Putin y el oficialismo ruso
En su primer mandato como Presidente, Putin logró la defenestración de la primitiva clase dominante proveniente de la época de Yeltsin (oligarcas), corrupta camarilla mafiosa equivalente a un miniestado dentro del Estado Ruso (el 36% de las grandes fortunas concentrarían en sus manos el equivalente al 25% del PIB, (de la que serían paradigmas Berezovksy y Jodorkovski, acusados de evasión y fraude contra el Estado y obligados a exiliarse en el extranjero), procediendo a su sustitución por sujetos de probada lealtad a su persona, sin veleidades políticas y con el único afán de lucro rápido. Posteriormente, silenciando las voces y medios de comunicación disidentes mediante el miedo escénico, la asfixia económica, la incoación de arbitrarios expedientes por delitos fiscales y las vías expeditivas, Putin habría conseguido la desaparición de la oposición propia de los países democráticas y la instauración del oficialismo.
Dicha doctrina política conjuga las ideas expansionistas del nacionalismo ruso, las bendiciones de la todopoderosa Iglesia Ortodoxa, los impagables servicios del FSB (sucesor del KGB), la exuberante liquidez monetaria conseguida por las empresas energéticas (GAZPROM) y parte del ideario jruschoviano simbolizado en un poder personalista autocrático y en el culto a la personalidad del líder supremo. Además, la crisis de Crimea habría significado el retorno de la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada que instauró que Rusia tiene derecho a intervenir ( incluso militarmente) en asuntos internos de los países de su área de influencia) y que conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas, el chantaje energético, la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica, la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos” y el ahogamiento de la oposición política interna intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2020, fruto del atavismo de Pedro el Grande.
La economía, el Talón de Aquiles de Putin
La economía seguirá siendo el Talón de Aquiles de Putin pues la estructura económica rusa controla solo 2,5% de las exportaciones mundiales y adolece de una excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo ( el 50 % de los ingresos provienen de estas vías) y de la obsoleta planificación estatal herencia de la época jruscheviana, pues el complejo militar, los proyectos espaciales y las subvenciones a la agricultura siguen acaparando la mayoría del presupuesto ruso condenando a la inanición financiera a la industria ligera y la producción de alimentos. Además, la imposición de sanciones comerciales por parte de EEUU y la UE contra Rusia tras la crisis de Ucrania que supusieron una aumento en las partidas de gasto en la compra de equipos, componentes y electrónica occidentales aunado con la jugada maestra del hundimiento del precio de los hidrocarburos hasta los 40 $/barril, medida que contó con Arabia Saudí como colaborador necesario y que significó un misil en la línea de flotación de la supervivencia económica del Gobierno de Putin así como serias dificultades para conseguir financiación externa a pesar de la subida de tipos de interés del Banco Central Ruso hasta la barrera ionosférica del 10,5%. Según estima el Gobierno ruso, la economía rusa saldrá por fin de la recesión en el 2017 con un crecimiento positivo estimado del 1,5 % del PIB, una inflación cercana al 5% y una tasa de paro cercana al 6 %, datos esperanzadores que sin embargo no podrán obviar la pérdida de poder adquisitivo de la ciudadanía rusa así como la drástica reducción del sector público y la consiguiente merma de las prestaciones sociales implementadas por el Gobierno de Medvédev que habría hecho oscilar en sus valores a la existencia misma de la clase media.
Putin y la nueva doctrina del “pathos colonial”
Putin estaría revitalizando la doctrina del pathos anticolonial, basada en la ayuda a los regímenes nacionalistas árabes en su lucha contra la influencia occidental y que tendrá su plasmación en renovados proyectos de cooperación económica y en una intensa cooperación militar con Egipto. Turquía, Siria e Irán, lo que unido al evidente desapego afectivo del general egipcio al Sisi respecto a los países occidentales, el previsible fracaso de la enésima ronda de conversaciones de paz palestino-israelíes y la delicada situación económica en que se encuentra Egipto ( país pobre de iure y subsidiado de facto), provocará un estrechamiento de relaciones ruso-egipcias que supondría un cambio geopolítico total en el complicado puzzle de Oriente Próximo. Así, Rusia pasaría a ser elemento referente y socio estratégico de Egipto. La nueva geopolítica rusa en Oriente Próximo pasaría además por un decidido apoyo al régimen sirio de Al-Assad con el objetivo de fijar su posición como colaborador ineludible en la búsqueda de un acuerdo internacional que se plasmaría en la prevista Conferencia de Ginebra II. Así la jugada maestra de Putin convenciendo a Assad para que entregue todo su arsenal de armas químicas y el escaso apoyo internacional recibido por Obama para iniciar su operación militar contra Siria, podría conducir a la celebración de la Conferencia Internacional Ginebra II sobre Siria ( rememorando la Guerra de Laos y los Acuerdos de Ginebra de 1.954 con Jruschov).
¿Riesgo de Golpe de mano contra Putin?
Putin estableció como prioridad tras su primer nombramiento como Presidente en el año 2000, la Modernización de las Fuerzas Armadas, Infraestructuras de Transporte y Energéticas y el Desarrollo de Nuevas Tecnologías,(aeroespacial; robótica; bio-medicina; bio-combustibles y nano-tecnología) con un presupuesto hasta el 2020 que alcanzaría la cifra ionosférica de 410.000 millones de euros lo que aunado con la rampante corrupción de las élites y la implementación de nuevos y gravosos impuestos a la ciudadanía, habría provocado el nacimiento de una creciente corriente de denuncia de la corrupción, del militarismo y de la carestía de la vida que tendría como iceberg las recientes protestas convocadas por el movimiento “Fondo de Lucha contra la Corrupción” liderada por el bloguero Alekséi Navalni.
EEUU quiere evitar a toda costa que Putin se perpetúe en el Poder, por lo que se estaría gestando una trama endógena con el objetivo confeso de debilitar el otrora poder omnímodo de Putin en el Partido y en la Administración y posteriormente lograr su defenestración política mediante un golpe de mano incruento. La paternidad de dicha trama sería atribuible al Club de las Islas pilotado por George Soros y al exiliado ex-empresario petrolero Jodorkovski (Rusia Abierta) y contará con la colaboración desde el interior del multimillonario y amigo personal de Putin, Arcady Rotenberg y del aparato logístico del Likud ruso dirigido por Michael Lobovikov para mover a sus peones estratégicamente situados en puestos claves de la Administración, Mass Media, FSB y Ejército para tras una intenta campaña mediática contra Putin, lograr que el Tribunal Supremo ruso lo acuse formalmente de los mismos cargos con los que decapitó a la camarilla oligarca: abuso de poder, corrupción y delitos fiscales, culto a la personalidad y errores políticos, reviviendo el golpe de mano contra Jruschov y su sustitución por Leoniv Brézhnev (1.964).

¡Traidores, traidores, mil veces traidores!

Rodolfo Cortés Calderón
Desde el año 2009, exactamente desde el 28 de junio, aunque también desde antes, quizá desde 1982, el pueblo hondureño viene sufriendo una serie de actos de traición, inmoralidad, corrupción y despojo, que han llevado al pueblo a movilizarse en contra de esta sarta de atracadores, principalmente políticos—incluyendo los militares que también lo son–, sin dejar de lado las hordas mediáticas, religiosas y de la mal llamada “sociedad civil”.
La respuesta de la ciudadanía hondureña, principalmente de la juventud, ha sido concreta y visiblemente manifiesta a través de varias expresiones orgánicas: el movimiento de las antorchas o indignados; el movimiento estudiantil universitario (MEU), aunque también el de estudiantes de secundaria; las plataformas populares o agraristas en favor de los territorios y los bienes naturales; los defensores de los derechos humanos y de la libertad de expresión y, últimamente, las enormes movilizaciones ciudadanas nacionales antifraude y antiJOH que sacó del sopor a millones de ciudadanos y ciudadanas.
No debemos olvidar, ¡jamás!, que estas últimas movilizaciones le costaron al pueblo casi medio centenar de asesinados, centenares de heridos, más de 1300 personas detenidas, encarceladas unas 100 personas como presos políticos y daños a los bienes públicos que son del pueblo y que dañaron los solípedos militares.
Indudablemente que la gota que derramó el vaso para la INSURRECCIÓN, lo originó el horrible fraude montado por el partido Nacional, con JUAN ORLANDO HERNÁNDEZ, JOH, a la cabeza; la complicidad del TSE con DAVID MATAMOROS BATSON y compinches y con la complacencia y complicidad de la embajada de los ESTADOS UNIDOS, la OEA, la ONU y la UNIÓN EUROPEA. Desgraciadamente estas cuatro últimas instituciones son las que se pregonan defensoras de la democracia y de los derechos humanos en el mundo. ¡Abrase visto semejante barbaridad!
A partir de Enero 2018 la ALIANZA OPOSITORA CONTRA LA DICTADURA con suma madurez, responsabilidad y altura política propuso un DIÁLOGO para bajar un poco la tensión y confrontación política que vive la ciudadanía hondureña, mismo en el que se establecieron las siguientes condiciones previas: a) Aclarar y aceptar el asesinato de miembros de la ALIANZA de parte de las fuerzas represoras estatales después del FRAUDE ELECTORAL b) Aceptar el fraude y entregar el gobierno a su verdadero presidente SALVADOR NASRALLA SALUM y c) Liberación de todos los presos políticos; entre otras.
Esta propuesta iba avalada por los máximos líderes y representantes de los partidos LIBERTAD Y REFUNDACIÓN, LIBRE y por el INNOVACIÓN y UNIDAD-Social Demócrata, PINU, firmada por JOSÉ MANUEL ZELAYA ROSALES y GUILLERMO ENRIQUE VALLE MARICHAL, respectivamente, y la firma del candidato presidencial (sin partido), SALVADOR CÉSAR ALEJANDRO NASRALLA SALUM.
Desde el golpe de Estado del 2009 el pueblo hondureño ha vivido en carne propia las irreverencias de los golpistas, de los partidos políticos del espectro nacional, de los inmorales organismos internacionales y de oscuros personajes “notables”, así que volver a dejarnos engañar, ¡imposible!

Ni LIBRE, ni el PINU, ni SALVADOR del ex PAC deben olvidar que sus partidos o movimientos se mueven en la cuerda floja y que ya han sido señalados en ciertos momentos de inconsistentes, inconfiables y poco coherentes. Todos están en caída. El PINU históricamente ha venido en picada y el incremento de los últimos votos fue por su ligazón a la ALIANZA DE OPOSICIÓN por eso obtuvo 4 diputados el 2017 y solamente 1 en las elecciones de 2013; el PAC con MARLENE ALVARENGA fue un rotundo fracazo y sólo consiguió el 2018 1 diputado y en 2013 obtuvo 13, con S. NASRALLA y LIBRE cayó de 37 diputados en 2013 a 30 el 2017, todo esto por lo corruptos e improductivos que se volvieron la mayoría de diputados de LIBRE y PAC. Además ya JOSÉ MANUEL ZELAYA y SALVADOR NASRALLA han dado muestras de flaqueza y debilidad que el pueblo no les perdonará si lo vuelven a traicionar.

Así que cualquiera de los políticos de la ALIANZA OPOSITORA CONTRA LA DICTADURA, que a nivel personal o en contra de su propuesta original firme algún acuerdo o se lige a cualquier diálogo impulsado unilateralmente por JOH, la OEA, la ONU, etc. será inmediatamente rechazada por el pueblo indignado. !Después no se quejen cuando el pueblo les diga en las calles TRAIDORES, TRAIDORES, MIL VECES TRAIDORES!

Crítica participación de la mujer en la Iglesia


Monjas1
El Papa Francisco ha abierto un ciclo de sínodos para auscultar lo que ocurre en la Iglesia. Terminó el sínodo de la familia. Comienza dentro de poco el de los jóvenes… ¡Extraordinario! Me pregunto: ¿no podría convocar un sínodo de la mujer?
No un sínodo “sobre”o “para” la mujer, sino uno “de” la mujer: organizado y llevado a efecto por las mismas mujeres. Uno “sobre” o “para” la mujer no se necesita. Terminaría en esos florilegios a las mujeres que, en vez atender a sus necesidades, las ensalzan tal cual son para que sigan haciéndolo tan bien como hasta ahora. Sí se necesita, en cambio, un sínodo “de” la mujer: urge oír a las mujeres.
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Antropología del desaliento

 Redes Cristianas
Jaime Richart, Antropólogo y jurista
 
Cuando se pone uno a reflexionar acerca de la naturaleza de un tipo de sociedad y de sus entresijos, acerca de las rela­ciones de poder dentro de ella, de la fenomenología so­cial, de la política, o de la antropología política, se tro­pieza uno enseguida con la dificultad, más bien imposibili­dad, de meter a España en el saco del análisis y de las proposiciones antropológicas que, con cierto miedo a equivocarnos, podamos hacer sobre la sociedad occiden­tal en su conjunto y sobre la Europa que nos concierne.

Pues todos los avatares políticos y sociales y humanos que puedan interesarnos desde el punto de vista sociológico de esa Europa, en España son sesgados, impostados, broncos, desvirtuados, anómalos, forzados… Porque Es­paña no es África, pero tampoco Europa tal como la ve­mos y la entendemos. El hecho de ser la península ibérica limítrofe del continente africano sin duda debe influir en la disparidad; algo similar a lo que, salvando la distancia, ocurre con Turquía, a caballo de dos continentes y de dos culturas, indecisa siempre y generando la idea de ser una nación más asiática que europea, más asiática que europea o ni una cosa ni otra.
 
Lo cierto es que, además de otros factores como el pai­saje, el clima, la riqueza, el reparto de la tierra, la historia, la situación geopolítica, etc, España está favorecida y a la vez perjudicada por la heterogeneidad, unas diferencias que percuten el enfrentamiento de la población y de la clase política. El enfrentamiento, digo con toda intención, pues el enfrentamiento no es discrepancia. El enfrenta­miento significa obstinación en creencias, ideas o ideolog­ías absolutamente contrapuestas sin concesiones al adversa­rio, sea religioso o ideológico; funesto en la histo­ria del enfrentamiento español, pues acabó desencade­nando una guerra civil, sin que ni siquiera hasta hoy se haya llegado a la paz, a la reconciliación verdadera en buena medida por la pésima voluntad de los vencedores.
 
Todo análisis comparativo entre España y la Europa a la que convencionalmente pertenece, debe tener en cuenta lo siguiente: España, en teoría, es “sólo” católica, y reinan en las mentes las huellas de un catolicismo exacerbado in­cluso en quienes no lo profesan el catolicismo. Por otro lado es una monarquía extemporánea. Ambos detalles de­terminan una marcada predisposición a la intolerancia, una sobreabundancia de fiestas religiosas, una reseñable altanería de unas clases sociales sobre otras, una propensión de los gobernantes a insultar a la inteligencia del ciudadano y una desigualdad escandalosa. Es más, no creo demasiado aventurado sospechar que el hecho de for­mar parte de la Unión Europea evita a España el peligro de que, en determinadas circunstancias, penas previstas de cárcel hubieran podido degenerar directamente en con­sejo de guerra sumarísimo… Nada de lo cual es propio del actual espíritu europeo. Pues en Europa hay una significa­tiva homogeneidad, tanto por el predominio del cristianismo protestante como por una no menos significa­tiva tolerancia de sus gentes hacia diversos modos de pen­sar.

En todas partes el comportamiento y la actitud del indivi­duo están condicionados por la cuna, por el linaje, por la educación, por el acomodo, por las circunstancias personales etc., pero en España, todo eso está siempre a su vez muy afectado, aparte el señalado desigual reparto de la riqueza, por el “hecho político”. Apenas hay tiempos calmos que no fuesen la paz del cementerio de toda ti­ranía. Porque después de ella, desde que el país pasó de la dictadura oficial a una oscura democracia nominal, 40 años han sido centrifugados, más allá de lo político, por la polaridad ideológica extrema.
Y luego, ahora, desde hace dos o tres años, por el recorrido más o menos subterráneo de una alta tensión entre tres sectores de la población: el de los herederos de los ganadores de la guerra civil y del espíritu de la dictadura que se aferran a sus privilegios en todas las estructuras del poder, dando con ello lugar al constante abuso y a la supresión virtual de  los tabiques se­paradores de los tres poderes del Estado, de un lado; el de los herederos de los perdedores de la guerra civil que no han podido enterrar a sus muertos todavía en las cune­tas, esforzados pese a todo en cauterizar la herida pero in­útilmente por la arrogancia de los anteriores, de otro; y el sector de los que, por pertenecer ya a otra generación y pro­fesar otra clase de racionalidad, entienden que, sobre las ruinas de esos dos espíritus más o menos oficialmente enfrentados, es preciso levantar la estructura de un nuevo Estado… El caso es que España, por unos motivos o por otros, nunca encuentra una forma de Estado y de gobierno que acaben de cuajar.
 
En cualquier caso, toda esa inestabilidad política, a la vez económica y a la vez social a que da lugar esa rivalidad pre­ñada de desprecio y de odio de unos por los otros, pro­voca una inestabilidad psicológica y vital que afecta dema­siado al conjunto de los comportamientos individua­les e interpersonales como para poder equiparar la evolu­ción mental en España con el desarrollo de otras naciones europeas asentadas social y políticamente desde hace uno o de varios siglos. Estas son las consecuencias sociológi­cas. Pues a diferencia de las sociedades europeas en gene­ral, media España tiene una vida confortablemente blin­dada, y la otra media vive mal o muy mal, depende del auxilio ajeno y en todo caso es presa del desaliento. Esa me­dia España difícilmente puede constituir una familia, tradicional o no; difícilmente puede animarse la mujer a te­ner hijos; difícilmente puede educar a los que tiene de una manera adecuada y uniforme; difícilmente puede ins­truirles en un modelo pedagógico estable; difícilmente puede, en fin, inculcarles reglas o pautas que no sean las in­dispensables para hacer frente al desaliento, a la desigual­dad y a la guerra sorda o bronca que libran las fuerzas políticas en nombre de tres modos tan incompati­bles de tratar  la realidad que no lleva camino de acabarse.
 
Así es cómo la convivencia en España está determinada por la asechanza, por los peligros de involución, por el miedo de los que tienen demasiado a que se lo arrebaten y por el rencor o el odio de los que nada tienen y padecen los abusos del poder político, del judicial y del financiero, por la inexistente independencia de los tres poderes del es­tado que legitima a la democracia burguesa, por los vai­venes de las estructuras sociales… Y un país y una ciuda­danía que viven bajo el síndrome del enfrentamiento, sólo y malamente moderado por decisiones judiciales ideologi­zadas, están abocados a desvencijar el andamiaje que pre­cisa toda sociedad para vivir con normalidad el presente y encarar el futuro con una mínima ilusión y una esperanza razonable.


Así de estrambótica es siempre la historia de España: siempre desafinando en el concierto político y social de las naciones… En estas condiciones unos se van, pero es que muchos otros, que no tenemos más remedio que quedar­nos, vivimos desalentados. Por eso desear­íamos abando­nar este país, para regresar cuando estuviese a la altura, al menos moral y de toleran­cia, de los países que abanderan la historia de Europa.