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ATALAYA

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jueves, 26 de enero de 2012

¿Palabras de Él?


ATRIO

Desde luego, sí que han alcanzado notable eco mediático unas recientes declaraciones públicas de monseñor Demetrio Fernández, actual obispo de Córdoba (España, no la Córdoba argentina), a propósito de su última carta pastoral. Hasta el extremo de que el propio prelado acaba de manifestar a distintos MCS (medios de comunicación social) que “se alegra de que la palabra de Dios suscite mucho atractivo”.
Recordemos: en su carta pastoral, al parecer extensa -y que quien estas líneas escribe no ha leído entera, mea culpa-, el obispo católico exhorta a que los cristianos no caigan en el pecado de la fornicación. En realidad, la carta pastoral en cuestión es una explicación más o menos exegética y catequética de la lectura evangélica de una misa dominical, no recuerdo si de este domingo pasado (l5-l-20l2) o del anterior. Convencido al parecer el prelado católico de que no pocos medios de comunicación de masas, el cine, la televisión y hasta la escuela pública fomentan el libertinaje sexual, no ha tenido pelos en la lengua y lo ha denunciado. Con la consecuencia inevitable, una vez altavoceadas mediáticamente sus palabras: tirios y troyanos lanzan, respectivamente,  loas y flechas no precisamente de Cupido contra el obispo, contra sus opiniones.
A nuestro juicio, las opiniones del obispo Demetrio no inventan nada que no esté ya bimilenariamente inventado; esto es, explican la que viene siendo doctrina moral de la Iglesia católica desde hace 20 siglos. Basada en los Evangelios, la Tradición y el Magisterio, en efecto es esa, esa es la doctrina moral de la Iglesia. Nada que objetar al obispo: la humanización de la sexualidad, según la doctrina moral de la Iglesia católica (la propuesta moral de la Iglesia ortodoxa, que excepcionalmente acepta el divorcio y aun los métodos anticonceptivos, es un pelín más suave, y no digamos la de los grupos del protestantismo liberal, que aceptan incluso la homosexualidad entre sus fieles y la bendice), sigue siendo ardua tarea, un auténtico camino estrecho frente al ancho y regalado que propone el mundo.
Sin embargo, nos preguntamos si, sabedor el obispo Demetrio del eco mediático que iban a poder alcanzar sus opiniones sobre tan delicado asunto, por gué no aprovechó para reconocer públicamente que también la Iglesia católica está llena de fieles pecadores -empezando por quien estas líneas escribe, siguiendo por él, obispo, etcétera-: los cientos y cientos de pederastas, por ejemplo, que hacen y han hecho inmensamente más daño que el que puedan hacer dos adultos que, libremente, deciden mantener relaciones sexuales al margen del matrimonio. ¿Quizá porque no era el momento de reconocerlo? ¿Quizá porque la doctrina de Iglesia católica “en bloque” a menudo da la impresión de defender más los derechos de los “no nacidos” (oposición al aborto, a toda posibilidad de anticoncepción, etcétera) y aun los de los enfermos y personas mayores para el “bien morir” (oposición a la eutanasia, por ejemplo) que los derechos de mera justicia por el “bien vivir” desde la solidaridad, la libertad, la fraternidad y la justicia, que son precisamente, estos últimos del “bien vivir”, valores que anticipan el Reino de Dios?
Consideramos que también podría haber aprovechado el obispo Demetrio la ocasión para denunciar el turbio asunto de Cajasur, gordísima corrupción bancaria y financiera en la que se vieron implicados personalidades y sectores de la Iglesia católica en toda Andalucía. ¿Tampoco lo denunció porque no era el momento? ¿No lo denunció porque ni se le pasó por la cabeza? ¿No lo denunció porque la Iglesia católica tiene una especie de doble vara de medir: rigorismo con respecto a todo lo relacionado con la sexualidad humana; flexibilidad con respecto a lo relacionado con el dinero, las riquezas materiales, las finanzas (Cajasur, Banca Ambrosiana, apoyo a dictaduras militaristas y neocapitalistas…).
Asimismo, podría haber aprovechado, al tiempo que predicaba su exhortación a huir de la fornicación, para denunciar que algunos obispos católicos, compañeros suyos en el episcopado español -algunos críticos aseguran que serían “no pocos prelados”-, es un secreto a voces que son “eminentemente” hipócritas, trepas, intelectualmente muy mediocres, burócratas y figurones. Qué pasa, ¿que no lo hizo porque haberlo hecho habría sido juzgar a esas personas? ¿Sucede que no lo hizo porque tampoco lo creyó oportuno o porque lo cree falso de toda falsedad o porque practica una suerte de muy católico corporativismo? Sospecho que mucha gente en España se pregunta lo que yo con estas dudas.
Y por si todo lo anterior fuera poco, ¿no podía y aun debía el obispo Demetrio Fernández haber aprovechado para denunciar los bajísimos niveles de fe comprometida o militante que imperan en la Iglesia católica española, progresivamente suplantados por altas dosis de hipocresía, nepotismo, burocratismo y falso progresismo mundanizante? Qué vuelve a pasar, ¿que los obispos españoles no tienen ninguna responsabilidad en que la situación sea la que es en la Iglesia católica en España?
Nos preguntamos. Simplemente.

El jardín de los obispos


Los roces entre la jerarquía católica y el PP revelan la confusión entre lo civil y lo religioso

¿Por qué decide un alcalde sobre el pregón en la catedral?

Polémicas ideas episcopales sobre la mujer y los gais

  • Dos arzobispos se desdicen de sus polémicas declaraciones
  • En la terminología teatral, meterse en un jardín alude al lío que ocasiona un actor cuando pierde el hilo de su papel y trata de recuperarlo inventándose frases, de tal manera que llega a comprometer el texto del resto de los interpretes enredando por completo la situación. La frase está en desuso; ya no hay, apenas, jardines laberínticos. En política, también en la eclesiástica, todo suele ser doctrina estable o protocolo. Los partidos lo llaman argumentario, al que un cargo responsable debe atenerse si no quiere líos. Pero, en ocasiones, casi siempre sin querer (eso suelen decir los protagonistas), surge la frase del sobresalto, y se desata la polémica. Es lo que les ha ocurrido estos días a los arzobispos de Valladolid, Ricardo Blázquez, y de Tarragona, Jaume Pujol, y al obispo de Córdoba, Demetrio Fernández.LEER MÁS EN EL PAÍS