FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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jueves, 26 de julio de 2012

El dinero y el Evangelio (III): No tengáis miedo

El miedo tiene mucho que ver con la economía. Por eso ahora, en tiempos de crisis económica, hay demasiada gente que, más que asustada, vive dominada por el miedo.
Me refiero, no sólo a quienes han perdido el trabajo o temen perderlo, a los que no pueden pagar la hipoteca o no llegan a fin de mes, etc. Hablo, además, de las personas que no se fían de los bancos, suelen sacar de ellos su dinero y lo ocultan donde pueden o lo ingresan en “paraísos fiscales”. Ya nadie puede contar las asombrosas cantidades de “dinero negro” que circulan por el mundo. Dinero, en definitiva, que no suele ser productivo y que sólo sirve para engrosar más y más los bolsillos de los más ricos.
Aparte otras consideraciones, es importante caer en la cuenta de que el motor, que mueve este repugnante mecanismo de la economía actual, es el miedo. El miedo a perder lo que se tiene. O el miedo a no ganar todo lo que se codicia. Con razón esta economía ha sido denominada “la economía del miedo” (J. Estefanía).
Lo peor del caso es que, por esto precisamente la economía, al menos tal como viene funcionando España, está resultando tan ruinosa. Porque, si un motor importante de nuestra economía es el miedo, deberíamos tener siempre muy presente que el miedo entraña dos consecuencias: 1) paraliza; 2) arruina. Paraliza, porque quien mete su dinero debajo del colchón, con eso, ni él gana nada, ni da trabajo para otros, ni produce beneficios para nadie. Y, además, si el capital se paraliza, eso quiere decir que no produce. Lo que equivale, sin más remedio, a la ruina de un país, de una ciudad, de una familia….
Como es lógico, todo esto resulta inhumano. Sobre todo, cuando semejante ruina se produce en una sociedad en la que hay millones de criaturas que pasan necesidad en las cosas más básicas de la vida. Por eso, sin duda alguna, el Evangelio – que, antes que un libro de “religión”, es un libro de “honradez” y de “dignidad” para la vida – es tan severo cuando afronta el tema del miedo. En los cuatro evangelios, se les dice a determinadas personas (a José, a María, a los pastores, a los apóstoles…): “No tengáis miedo” (Mt 1, 20; 10, 28; 14, 27; 17, 7; 28, 5. 10; Mc 6, 50; Lc 1, 13. 30; 2, 10; 5, 10; 12, 5; Jn 6, 20). Incluso en las situaciones más extrañas, más difíciles, más peligrosas, Jesús insiste: “No tengáis miedo”. Jesús vio claramente que actuar motivados por el miedo es muy peligroso. Tanto ante Dios, como ante cualquier circunstancia que nos pueda presentar la vida.
Y este criterio, que es siempre importante, lo es mucho más cuando se trata de asuntos de dinero. Mucha gente no se imagina que también de esto se ocupó y se preocupó Jesús. Basta leer la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30; Lc 19, 11-27) para darse cuenta de la importancia que tiene este asunto. Por supuesto, que esa parábola se puede interpretar en clave de “responsabilidad”. Si se lee desde ese punto de vista, lo que se deduce de la parábola es que Dios nos va a pedir cuentas de lo que cada cual ha producido en su vida, según los dones que ha recibido. Pero, si la enseñanza de la parábola es ésa, la consecuencia que de ella se deduce es inevitable: el Dios que nos reveló Jesús es un Dios exigente y justiciero, que, a fin de cuentas, no es sino el Dios más duro y temible que aparece en algunos pasajes del Antiguo Testamento.
Por eso, la enseñanza de esta parábola se ve claramente cuando se interpreta en clave de “productividad”. Por supuesto, productividad ante Dios. Pero, ¿qué frutos de productividad pueden presentar ante Dios quienes pasan por la vida como zánganos y holgazanes que no dan palo al agua? ¿Qué produce el que vive pensando solamente en hacerse cada día más rico, sin importarle un comino lo que tienen o no tienen los demás?
Pues bien, aquí es donde entra en juego el tema del miedo. Porque, según el relato de la parábola, la perdición del que no produjo nada fue la consecuencia del que se limitó a esconder su dinero exactamente “porque tuvo miedo” (Mt 25, 25; Lc 11, 21). El miedo es lo que le llevó a ocultar lo que tenía. Y el miedo es lo que tuvo como consecuencia la ausencia absoluta de productividad.
Como es lógico, lo primero que enseña la parábola es que quien tiene en su cabeza un Dios que mete miedo, ése termina siendo un desgraciado que va derecho a su propia perdición. Pero eso sólo sirve para quienes tienen creencias religiosas. Para los que las tienen y los que no las tienen, lo más fuerte que enseña este relato es que quien se pasa la vida pensando sólo en no perder, ése es el que se pierde. Y, por desgracia, perdidos y extraviados hay ya demasiados en España. Por eso estamos como estamos. Y por eso, unos más y otros menos, pero, en definitiva, todos somos responsables del extravío de este país. Aunque es evidente que ha sido el extravío de los ricos el que está extraviando a todos los demás.

JOSÉ ANTONIO PAGOLA 29 JULIO 2012

 COMPARTIR EL PAN 

Ningún evangelista ha subrayado tanto como Juan el carácter eucarístico de la «multiplicación de los panes». El relato evoca claramente la celebración eucarística de las primeras comunidades.(LEER EL EVANGELIO)
Para los primeros creyentes, la Eucaristía no era sólo el recuerdo de la muerte y resurrección del Señor. Era, al mismo tiempo, una «vivencia anticipada de la fraternidad del reino».
Durante muchos años, hemos insistido tanto en la dimensión sacrificial de la Eucaristía que «el santo sacrificio de la misa» nos puede hacer olvidar otros aspectos no menos importantes de la cena del Señor.
Quizás hoy tengamos que recuperar con más fuerza la Eucaristía como signo y vivencia de la comunión y la fraternidad que debemos buscar entre nosotros y que no alcanzará su verdadera plenitud sino en la consumación del reino.
La Eucaristía tendría que ser para los creyentes una invitación constante a crear fraternidad y a vivir compartiendo lo nuestro, aunque sea poco, aunque no sea más que los «cinco panes y los dos peces» que poseamos.
La Eucaristía nos obliga a preguntarnos qué relaciones existen entre aquellos que la celebramos. Como «signo de comunión fraterna», la Eucaristía se convierte en burla cuando en ella participamos todos, creadores de injusticias y víctimas de los abusos, los que se aprovechan de los demás y los marginados, sin que la celebración parezca cuestionar seriamente a nadie.
A veces, nos preocupamos de si el celebrante ha pronunciado las palabras prescritas en el ritual. Hacemos problema de si hay que comulgar en la boca o en la mano. Y mientras tanto, a pocos parece preocupar la celebración de una Eucaristía que no es signo de verdadera fraternidad ni impulso para buscarla.
Y, sin embargo, hay algo que aparece claro en la tradición de la Iglesia. «Cuando falta la fraternidad, sobra la Eucaristía» (L. González-Carvajal). Cuando no hay justicia, cuando no se vive en solidaridad, cuando no se lucha por cambiar las cosas, cuando no se ve esfuerzo por compartir los problemas de los abandonados, la celebración eucarística queda vacía de sentido.
Con esto no se quiere decir que sólo cuando se viva entre nosotros una fraternidad verdadera podremos celebrar la Eucaristía. La cena del Señor es sacramento del reino. No es todavía el reino mismo.
No tenemos que esperar a que desaparezca la última injusticia para poder celebrar nuestras Eucaristías. Pero tampoco podemos seguir celebrándolas sin que nos impulsen a comprometernos en la lucha contra toda injusticia.
El pan de la Eucaristía nos alimenta para el amor y no para el egoísmo. Nos impulsa a ir creando una mayor comunicación y solidaridad, y no un mundo en el que nos desentendamos unos de otros.
 
RESPONSABLES Y SOLIDARIOS 
La exégesis contemporánea descubre en el relato de la multiplicación de los panes un texto muy trabajado teológicamente en el que es fácil detectar diversas llamadas para entender a Cristo como fuente de vida, para comprender mejor la cena eucarística o para vivir de manera más responsable la solidaridad con los necesitados. ¿Cómo leer hoy este relato en el horizonte de ese tercio de la Humanidad que muere de hambre y de miseria?
El relato habla de una muchedumbre necesitada de alimento, en medio de un desierto donde no es posible satisfacer el hambre. Los discípulos presentan «cinco panes y dos peces», símbolo expresivo de la penuria y escasez en aquel grupo que podría, sin embargo, alimentarse en las aldeas cercanas. Así viven hoy millones de seres humanos junto a países ricos donde hay medios suficientes para alimentar a toda la Humanidad.
¿Qué hacer ante esta situación? El relato rechaza el fatalismo o las respuestas fáciles nacidas de la insolidaridad. Los discípulos piensan enseguida en la solución menos comprometida para ellos: «que vayan a las aldeas y se compren de comer», es decir, que cada uno resuelva sus problemas con sus propios medios. Jesús, por el contrario, los llama a la responsabilidad: «Dadles vosotros de comer», no los dejéis abandonados a su suerte.
Más tarde, Jesús «levanta los ojos al cielo» para recordar a todos a ese Dios Padre del que proviene la vida y todo lo que la alimenta. La vida es un don de Dios y no podemos «levantar nuestros ojos» hacia Él si privamos a alguien de lo que necesita para vivir. El pan que comemos es verdaderamente humano cuando es compartido entre todos los hijos de Dios.
El relato culmina con un gesto que llama a la solidaridad responsable. Los discípulos cambian de actitud y ponen a disposición de Jesús todo lo que hay entre ellos. Jesús, por su parte, bendice al Padre y pone toda su fuerza al servicio de aquella muchedumbre hambrienta. Todos quedan saciados.
El «milagro» es signo del mundo querido por Dios: un mundo fraterno y solidario donde todos compartan dignamente la vida que reciben de Dios. El relato de Juan insinúa que es en la cena eucarística donde los creyentes han de alimentar su conciencia fraterna y su responsabilidad.

Medio centenar de sacerdotes y seis congregaciones abulenses donan su paga extra a Cáritas

El gesto solidario de la Iglesia de Ávila ante la crisis recauda hasta el momento 37.000 euros
El obispo, García Burillo, también ha cedido sus emolumentos
Medio centenar de sacerdotes y seis comunidades religiosas de la diócesis de Ávila han secundado la petición del obispo, Jesús García Burillo, y han donado su paga extraordinaria a Cáritas Diocesana para “paliar el sufrimiento de los afectados por la crisis económicas”. El gesto, por el momento ha alcanzado los 37.000 euros.
Según ha informado el Obispado, el prelado realizó la petición con motivo de la fiesta del Corpus Christi, al anunciar que él lo realizaría.
El “generoso gesto” alcanza la cifra de 37.000 euros, destinados a “paliar el sufrimiento de los afectados por la crisis económica”. Los datos no son definitivos, ha precisado el Obispado, ya que que a estas cifras hay que sumar las de sacerdotes, religiosos y particulares que han hecho esta misma donación de forma privada a través de las Cáritas parroquiales.
Desde el Obispado abulense se sigue animando a los abulenses a realizar este acto solidario “para poder prestar esa ayuda tan necesaria a aquellos convecinos que tan mal lo están pasando, y que acuden diariamente a los servicios de Cáritas para seguir subsistiendo”.

Oferta de Empleo


CITE- Centro de Información para trabajadores y trabajadoras Extranjeros va
a proceder a la contratación de una persona como ASESOR/A JURÍDICO EN
INMIGRACIÓN.

La persona contratada deberá realizar las funciones y actividades que se
detallan a continuación:

FUNCIONES DEL PUESTO:

*        Asesoría jurídica en materia de extranjería y en materia laboral
dirigida al colectivo de personas inmigrantes y su red social.

*        Relaciones con las instituciones y organizaciones públicas y
privadas pertenecientes al mundo de la inmigración.

*        Desarrollar en equipo las acciones de sensibilización previstas.

PERFIL REQUERIDO:

*        Licenciada o Licenciado en Derecho.

*        Experiencia relacionada en el ámbito de la inmigración.

*        Conocimiento de la red asociativa e institucional vasca en el campo
de la inmigración.

*        Conocimientos en materia de género e igualdad de oportunidades.

SE VALORARÁ:

*       Conocimiento de idiomas: euskera; inglés o francés.
*       Conocimientos informáticos (entorno Windows, bases de datos…)

CARACTERÍSTICAS DEL CONTRATO:

*        Condiciones del Contrato: Según lo establecido por convenio interno
de la organización.

*        Lugar de trabajo: Sede de CC.OO Euskadi (Bilbao).


Personas interesadas enviar Currículum a:

citebizkaia@euskadi.ccoo.es

Con la referencia:

Asesor/a Jurídico  en Inmigración

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                                   31 de julio de 2012

BILBAO BETI. 5,20 min.