FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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miércoles, 27 de septiembre de 2023

Superados seis de los nueve límites planetarios que permiten la vida en la Tierra

 Juan F. Samaniego

Rebelión

Fuentes: La marea climática
Una nueva investigación del Stockholm Resilience Centre cuantifica por primera vez los nueve límites planetarios. Seis de ellos han sido superados, multiplicando los riesgos para nuestra especie y el resto de la biodiversidad del planeta. Ver noticia

La inmigración consecuencia del neoliberalismo

Lois Pérez Leira

kaosenlared

La emigración global sigue en aumento. Según Naciones Unidas, en 2020 había alrededor de 281 millones de migrantes internacionales, un aumento de 51 millones desde 2010. Los principales países de destino siguen siendo Estados Unidos, Alemania, Arabia Saudita, Rusia y Reino Unido. Los principales países de origen son India, México, China, Rusia y Siria. Ver noticia 

Francisco sobre el cambio climático: Actuemos antes que sea tarde

 Redes Cristianas

Fuente: Observatorio eclesial
Ciudad del Vaticano. El Santo Padre intervino virtualmente en una reunión de la Clinton Global Foundation, que se efectúa del 18 al 19 de septiembre en Nueva York, Estados Unidos. En su alocución, el Obispo de
Roma se refirió a los grandes desafíos de nuestro tiempo, entre ellos la protección de la casa común, y elogió el trabajo del Hospital Pediátrico Bambino Gesù.

―Es importante difundir una cultura del encuentro, una cultura del diálogo, una cultura de la escucha y de la comprensión‖. Así comenzó el Papa Francisco su intervención virtual en español durante un encuentro de la Clinton Global Foundation este lunes 18 de septiembre.

En la actividad participan, entre otras distinguidas personalidades, representantes del Patronato del Hospital Infantil Bambino Gesù, una organización sin fines de lucro que apoya los proyectos humanitarios de este centro sanitario en los Estados Unidos.

El Papa subrayó la necesidad de compartir el parecer sobre cómo contribuir al bien común, y cómo no dejar de lado a las personas más vulnerables, como los niños; que a través de la Fundación ―Bambino Gesù‖ están en el origen de este espacio.

El Obispo de Roma enfatizó, como ya ha hecho en otras ocasiones durante su Pontificado, que vivimos un cambio de época y que solo juntos podremos salir mejores. ―Solo juntos podremos sanar al mundo de un anonimato que es la globalización de la indiferencia‖.

A los numerosos retos de la actualidad, mencionadospor el expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton,
que introdujo la reunión, Francisco añadió ―el viento deguerra que sopla en todo el mundo‖. ―Es necesaria una gran y común asunción de responsabilidades‖, acotó.

También reiteró que ningún desafío es demasiado
grande si lo afrontamos desde la conversión personal de cada uno de nosotros, desde la aportación personal
 que cada uno puede hacer para superarlo, y desde la conciencia de lo que nos hace parte de un mismo des-tino. ―Ningún reto puede afrontarse solo. No en solitario.
Solo juntos. Hermanas y hermanos, hijos de Dios‖, in-sistió.

Por estos motivos, el Pontífice animó una vez más a no rendirse ante las dificultades, que forman parte de la
vida y el mejor modo de superarlas es buscando el bien común. Reivindicó la importancia de superar el egoísmo y la división, privilegiando la unidad.

El Papa abogó por la construcción de la paz y la fraternidad. Imploró que cesen las armas y que volvamos al diálogo, a la diplomacia, acabar con los designios de conquista y de agresión militar.

Bergoglio pidió detener la catástrofe ecológica antes de que sea demasiado tarde. Por dicho motivo, explicó que eligió escribir un nuevo documento, diez años después de la encíclica Laudato si‘. En efecto, se refirió a la Exhortación Apostólica que tiene intención de publicar el próximo 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, como anunció en la Audiencia General del miércoles 30 de agosto.

―Detengámonos mientras hay tiempo, por favor. Deténganos mientras hay tiempo‖, aseveró.
Otro de los retos del mundo actual es el afrontar juntos las emergencias migratorias, pensando en los más pequeños, en su educación y cuidado.

Bambin Gesù, signo concreto de la caridad
Francisco reconoció que la sesión de este 18 de septiembre tiene su origen en un pequeño gran proyecto que le interesa mucho, vinculado a los niños y su salud.
Aludió al Hospital Pediátrico Bambino Gesù y explicitó que quiere ser una señal, ―un testimonio de cómo es posible (en medio de tantos esfuerzos) combinar una gran investigación científica, destinada a curar a los niños, y la acogida gratuita de los necesitados‖. ―Ciencia y hospitalidad: rara vez estas dos cosas se unen a un cierto nivel‖, añadió.

Este centro sanitario acoge a los niños y en estos terribles meses marcados por la guerra, reveló que la institución ha atendido a más de dos mil pequeños pacientes ucranianos, que huyeron de su país con sus padres y familiares.

―En el campo de la salud, hoy más que nunca, la primera y más concreta forma de caridad es la ciencia, la capacidad de curar, que, sin embargo, debe ser accesible a todos‖, manifestó

Para el Pontífice, ―existen enfermedades insanables, pero no existen niños incurables‖ y exhortó a tener claro este concepto.

Al concluir su alocución, cuando Clinton le consultó si deseaba agregar una idea, Francisco retomó dos cuestiones que le preocupan: los niños y el cambio climático. Y nuevamente solicitó actuar antes que sea tarde.

La Clinton Global Initiative, lanzada por el expresidente Clinton en 2005, es un proyecto que ha creado una comunidad de personas que han elaborado una serie de «compromisos para la acción». Hasta la fecha, hay más de 3.900 de ellos, procedentes de más de 9.000 organizaciones.
(vaticannews.va) 18/09/202

«Es hora de abolir el celibato», clama el presidente de los obispos suizos

 Religión Digital

Félix Gmür: «Presionaré en Roma para que la Iglesia se descentralice»
«El celibato significa que estoy disponible para Dios. Pero creo que este signo ya no es comprendido por la sociedad actual», afirma Gmür. «Ha llegado el momento de abolir el celibato. No tengo ningún problema en imaginar sacerdotes casados» Ver noticia 

«No hemos aprendido nada»: los errores de la Iglesia en el caso del cura de Málaga

  Jesús Bastante

Religión Digital

¿Cuál ha sido el papel de la diócesis en el escándalo y la investigación?
El cura (porque todavía es sacerdote, no ha sido suspendido, al menos públicamente, del ministerio, ni se le ha abierto una investigación canónica) empezó a celebrar en las parroquias de Yunquera y El Burgo, sin que nadie supiera la razón de su llegada  Ver noticia

LA MADRE TIERRA POSEE SORPRESAS DESAGRADABLES


col boff

 

Desde la más remota antigüedad la Tierra ha sido considerada siempre como Madre que, junto con otras energías cósmicas, nos proporciona todo lo que necesita la vida sobre el planeta. Los griegos la llamaron Gaia o Demeter, los romanos Magna Mater, los orientales Nana, los andinos Pachamama. Todas las culturas la consideraban como un Super Ente vivo que, por ser vivo, produce y reproduce vida

Solamente en la modernidad europea, a partir del siglo XVII, la Tierra fue considerada como una “mera cosa extensa”, sin propósito. La naturaleza que la cubre, no posee valor en sí, solo en la medida en que es  útil al ser humano. Este, no se considera parte de la naturaleza, sino “su dueño y señor”. Han hecho de todo con ella, sin el menor respeto, unas cosas buenas y otras letales. Esa modernidad atrevida creó el principio de su propria autodestrucción con armas que pueden destruirla totalmente, a ella misma y a la vida.

Dejemos de lado este modo fúnebre de habitar la Tierra ecocida y geocida, por más amenazador que pueda ser en cualquier momento. Dejémonos desafiar (sin la pretensión de explicarlos) por los últimos eventos extremos ocurridos: grandes inundaciones en el sur del país y en Libia, un terremoto arrasador en Marruecos, fuegos incontrolables en Canadá, en Filipinas y otros lugares.

Mayoritariamente se está creando un consenso entre la comunidad científica (menos en la política y en los grandes oligopolios económicos dominantes) de que la causa principal de aquellos, no la única, se debe al cambio del régimen climático de la Tierra y a los límites de insostenibilidad del planeta. Es la conocida Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot Day): consumimos más de lo que nos puede ofrecer. Y ella ya no aguanta más.  

Como es un Super Ente vivo, reacciona enviándonos calentamiento global, oleadas de eventos extremos, terremotos, huracanes, virus letales etc. Hemos llegado al punto de que, si no cambiamos este modo de devastar los ecosistemas, podemos ir al encuentro de nuestro exterminio como especie humana. Los últimos hechos son preavisos.

De todo debemos sacar lecciones. Hoy conocemos, lo que les era negado a las generaciones anteriores: cómo funcionan las placas tectónicas que componen el suelo de la Tierra. Conocemos sus grietas peligrosas, qué placas pueden estar moviéndose. La consecuencia es que si construimos nuestras ciudades y casas sobre estas grietas puede llegar un día en que ocurra un desplazamiento o entrechoque de grietas y se produzca un terremoto con sacrificios humanos y culturales incalculables. Por ahí se destruyen obras de la genialidad humana. La consecuencia que debemos sacar hoy es que no podemos construir nuestras casas  y ciudades sobre esos lugares. O debemos desarrollar tecnologías, como hicieron los japoneses, de edificios basados en materiales que equilibran todo el conjunto hasta el punto de soportar los movimientos de terremotos.

Algo semejante vale para las grandes inundaciones de magnitud avasalladora. Sabemos, que todo río tiene su lecho por donde corren las aguas. Pero la naturaleza prevé que a lo largo de sus orillas haya espacios suficientemente amplios para soportar las inundaciones. Estos espacios forman parte de su lecho ensanchado. En vano se construyen edificios y ciudades enteras sobre ellos. Cuando llega la crecida, el agua reclama el espacio por el que discurre y se producen las grandes calamidades. Conscientes de estos hechos, se impone tomar medidas de contención o simplemente no permitir que en esos sitios se construyan casas, fábricas y barrios. En términos más radicales, estas partes de la ciudad deben encontrar otro lugar, seguro, para no sufrir daños o destrucción.

Estos son conocimientos que los gobernantes y operadores del poder público deben tener en cuenta. De lo contrario, por una falta de conocimiento rayana en irresponsabilidad, tendrán que hacer frente cada cierto tiempo a catástrofes que matan personas, destruyen casas y hacen una región inhabitable.

Estas catástrofes son parte de la historia de la Tierra. Hemos conocido 15 grandes extinciones masivas. Una de las más importantes ocurrió hace 245 millones de años durante la formación de los continentes (a partir de la única Pangea). Desapareció el 90% de la vida animal, marina y terrestre. La Tierra necesitó unos cuantos millones de años para reconstruir su biodiversidad.

La segunda mayor extinción masiva ocurrió hace 65 millones de años cuando un asteroide de casi 10 km de extensión cayó en Yucatán, al sur de México. Provocó un inmenso maremoto, con gran volumen de gas venenoso y una tiniebla inmensa que oscureció el sol, impidiendo así la fotosíntesis, y el 50% de todas las especies perecieron. Los dinosaurios que durante 130 millones de años habían vagado por parte de la Tierra fueron las principales víctimas.

Curiosamente, después de cada extinción masiva, la Tierra conoció una floración fantástica de nuevas especies. Después de la última, aparecieron especialmente los mamíferos, de los cuales nosotros descendemos. Pero misteriosamente comenzó también una tercera extinción masiva. La actual no es como las otras dos que ocurrieron de golpe; se va haciendo lentamente, por diversas fases, empezando en la era glacial hace 2,5 millones de años. En los últimos tiempos se constata la aceleración de esta extinción. El régimen climático está aumentando día a día y los eventos extremos se multiplican, como hemos descrito. Hemos entrado en alarma ecológica, pues como dice muy seriamente el Papa en la Fratelli Tutti: «Estamos en el mismo barco, o nos salvamos todos o no se salva nadie».

Como dice Peter Ward en su libro O fim da evolução (Campus 1997): «Hace 100 mil años, otro gran asteroide alcanzó la Tierra, esta vez en África. Este asteroide se llama Homo sapiens». En otras palabras, es el ser humano moderno que ha inaugurado el antropoceno, el necroceno y el piroceno.

Si el peligro es grande, decía un poeta alemán, también es grande la posibilidad de salvación. En ella espero y confío, no obstante, las calamidades antes descritas.

 

Leonardo Boff


Traducción de María José Gavito Milano

*Leonardo Boff ha escrito El doloroso parto de la Madre Tierra, Vozes 2021; Habitar la Tierra 2022.

EL FRIGORÍFICO

fe adulta

col gerardo

 

Me vais a perdonar el atrevimiento. Quizás la palabra no es acertada, pero sí sirve para expresar mi pensamiento. Me estoy refiriendo a un hecho religioso que ocurre en casi todos nuestros templos. Y es que cuando celebramos la eucaristía, presentamos el copón lleno de formas, y las que no se consumen en la celebración, se reservan en el sagrario para otras sucesivas celebraciones. Luego se consumirán en sucesivas misas.

No me parece acertado si queremos rememorar la cena del señor. Jesús cogió pan y vino sin haberlos usado antes y los empleó en la Última Cena.

Me parecería mucho más litúrgico, mucho más acertado, preparar tantas formas en un copón antes de la misa. Los fieles van echando una forma cada uno en la bandeja y se depositan en el copón. Tantas, cuantos fieles. De ahí se echan al copón y esas formas son la ofrenda de esa celebración. Luego se presentan en el ofertorio y es el pan que usamos y consagramos en la misa. Es el pan presentado, ofrecido, consagrado y comulgado.

Me parece que tiene mucho más sentido litúrgico. Normalmente reducimos el ofertorio a echar vino y agua y una forma grande. Luego comulgaremos con las formas que hemos guardado los días anteriores. Me falta la frescura y el sentido comunitario de ofrenda.

Y el ideal sería que sea un pan grande que se parte y reparte entre el sacerdote y los feligreses. Un pan que se pueda partir y compartir.

Normalmente damos poca importancia a las ofrendas. Y con el pan, podemos ofrecer nuestra vida y sobre todo, la realidad del mundo. Todos los días recibimos una bocanada de acontecimientos. Quizás solo nos fijamos en lo malo. Buena ocasión el ofertorio para reconocer y presentar lo bueno y positivo que también se da en la vida.

Hay ocasiones en que es necesario hacer un doble acto de fe. Primero, creer que aquello tan delgado, tan trasparente es pan, y luego en la eucaristía creer que es la presencia de Jesús.

Sería positivo el ofrecer formas con grosor y entidad propias del pan.

Me choca cuando llegan personas a comulgar que lo hacen de rodillas y en la boca. Me gustaría que nuestras celebraciones se pareciesen más a la última cena de Jesús. No se trata de cumplir un rito sino Celebrar una comida, la Comida de Jesús.

HOY SE ESTÁ APELANDO A DIOS CONTRA LAS REFORMAS ECLESIALES Y SOCIALES QUE SIMBOLIZA EL PAPA FRANCISCO


col faus

 

Los humanos somos muy propensos a falsificar lo más grande, manipulándolo en provecho propio. Manipular el amor es una de nuestras mayores tentaciones. El bestseller de la albanesa Lea YpI (Libre) testifica que tanto la Europa comunista como la Europa neo-liberal se justificaban apelando a la misma palabra: libertad. Huelga aclarar que dando significados muy distintos a esa palabra.

Lo mismo pasa en España con los derechos humanos: derechas e izquierdas apelan a ellos para justificarse. Pero se trata de derechos muy distintos: unos sacralizan falsamente un derecho de propiedad muy relativo; otros absolutizan unos supuestos “derecho sexuales y reproductivos”. Ambos califican como intocable lo que no deja de necesitar muchos matices.

Lo mismo ocurre con Dios: se apela a Él tanto para justificar unos “guerrilleros de Cristo Rey”, blasfemos y ya caducos (pero que algunos aún recordarán), como para hablar de una “teología de la liberación” que, por válida que sea, también necesita matices. Y hoy se está apelando a Dios contra las reformas eclesiales y sociales que simboliza el papa Francisco, sin querer ver que, en el fondo, se trata de defensa propia y no de defensa de Dios.

Aquí interviene la enseñanza de Jesús sobre Dios: “no entra en el ámbito de Dios el que dice ‘Señor, Señor’ sino el que cumple la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21). Dios no quiere ser defendido a cañonazos ni con excomuniones, sino poniendo en práctica el evangelio: “amar al prójimo como a ti mismo es el único modo de amar a Dios” (Mc 12, 28ss). Y además: “Llega la hora en la que los que os maten creerán dar un homenaje a Dios”: una crítica de la religión que coincide con Marx y Nietzsche. Pero Jesús da además la razón de esa crítica: “eso será porque no han conocido a Dios” (Jn 16,2.3).

Esta distinción es fundamental: una cosa es creer en Dios, invocar a Dios, apelar a Él, y otra conocer a Dios. Pero solo esto segundo tiene que ver con lo verdaderamente cristiano: lo demás queda en el campo de lo que se llama religión o superstición. La misma Biblia (en su defensa de Dios contra los ídolos) reconoce que es posible una relación idólatra no solo con el ídolo “obra de manos humanas”, sino con el mismo Dios verdadero: falsificar a Dios en provecho propio, presentando como obediencia a Dios nuestra manipulación de Dios.

En la historia del cristianismo, Juan de la Cruz fue uno de los hombres más sensibles y más duros contra esa manipulación de Dios, por los que apelan a Él. Como no caben aquí largos párrafos, veamos alguno de sus dichos: “no te conocía yo a ti, Señor, porque todavía quería saber y gustar cosas”. “Grande mal es tener más ojo a los bienes de Dios que al mismo Dios”. Por eso: “en los gozos y gustos acude luego a Dios con temor y verdad, y no serás engañado ni envuelto en vanidad”. Porque: “¿qué aprovecha dar tú a Dios una cosa si Él te pide otra?”. Y es que, en definitiva: “quien a su prójimo no ama, a Dios aborrece” (dicho en tono mayor pero legible también en tono menor: quien a su prójimo no atiende, a Dios desatiende).

La Subida al monte Carmelo va aclarando eso: las gentes piadosas deberían saber “cuán diferente es el modo que en este camino deben llevar, del que muchos de ellos piensan”; porque a nuestro ego “no basta negarlo en lo mundano y no aniquilarlo y purificarlo en nuestra propiedad espiritual”. Pues “buscarse a sí mismo en Dios es harto contrario al amor” (II, 7,5).

Volviendo a Jesús, los dichos antes citados van acompañados de críticas serias y duras. Pero esas críticas siempre están dirigidas a colectivos, no a personas concretas: Jesús es muy duro con los ricos pero luego acoge a Zaqueo y es amigo de José de Arimatea (y esa acogida es lo único que quizá podrá cambiarlos). La única vez que Jesús es duro con una persona concreta (prescindiendo de cuando llama “zorra” a Herodes), afecta a aquel a quien Él tanto amaba: a Pedro, a quien Jesús llamó “Satanás”, precisamente porque quería manipular el amor y el poder divino (Mt 16,23).

 

José I. González Faus, teólogo

Religión Digital 25.09.2023

EL PAPA, HIJO DE MIGRANTES, Y EL LARGO MAGISTERIO DE LA ACOGIDA


col andrea

 

En su amplio discurso pronunciado en Marsella en la conclusión de los Encuentros Mediterráneos, el Papa Francisco, hijo de emigrantes, recordó que el fenómeno migratorio no es una novedad de los últimos años, ni él es el primer Pontífice que se ocupa deltema. Hace al menos setenta años que la Iglesia siente la urgencia creciente de esta situación.

Corría el año 1952, y siete años después del final de la Segunda Guerra Mundial, Europa conocía aún el drama de los desplazados. Pío XII, en la Constitución apostólica Exsul Familia, escribía que "la Familia de Nazaret en el exilio, Jesús, María y José emigrantes en Egipto [...] son el modelo, el ejemplo y el apoyo de todos los emigrantes y peregrinos de toda edad y de cada país, de todos los refugiados de cualquier condición que, acuciados por la persecución o la necesidad, se ven obligados a abandonar su patria, a sus parientes queridos [...] y a marchar a tierra extranjera".

Guerras, persecuciones o necesidad de mejorar la propia condición son las motivaciones de la migración, a las que hoy se añaden con cada vez más evidencia los problemas ligados a los cambios climáticos.

En 1967, con la gran encíclica Populorum progressio, había sido Pablo VI quien recordaba que los pueblos del hambre interpelan dramáticamente a los pueblos de la opulencia, enumerando tres deberes para las naciones más desarrolladas: el deber de la solidaridad, el de la justicia social y el deber de la caridad universal. El Papa Montini había reiterado el "deber de la acogida", sobre el que, escribía, "nunca insistiremos bastante".

Además de los dos ejemplos citados por Francisco, podrían citarse muchos otros. Por ejemplo, las palabras de Juan Pablo II, que en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Emigración de 1996 escribió: "El primer modo de ayudar a estas personas es el de escucharlas para conocer su situación y asegurarles, cualquiera que sea su posición jurídica frente al ordenamiento del Estado, los medios de subsistencia necesarios".

Y añadía que "es necesario vigilar contra la aparición de formas de neorracismo o de comportamiento xenófobo, que intentan convertir a estos hermanos nuestros en chivos expiatorios de eventuales situaciones locales difíciles".

O también Benedicto XVI, que en su Mensaje del 2012 observaba que "hoy vemos que muchas migraciones son consecuencia de la precariedad económica, de falta de los bienes de primera necesidad, de calamidades naturales, de guerras y de disturbios sociales. En lugar de una peregrinación animada por la confianza, por la fe y por la esperanza, migrar se convierte entonces en un "calvario" para la supervivencia, donde hombres y mujeres aparecen más como víctimas que como autores y responsables de su vicisitud migratoria".

Ciertamente, también en Marsella, como lo repitió varias veces durante los diez primeros años de su pontificado, Francisco citó las dificultades para acoger, proteger, promover e integrar a las personas no esperadas. Recordó la responsabilidad común de toda Europa y la necesidad de garantizar "un amplio número de ingresos legales y regulares, sostenibles gracias a una acogida ecuánime" por parte del continente europeo.

Pero también reiteró que el criterio principal debe ser siempre el de la salvaguardia de la dignidad humana y no el del mantenimiento del propio bienestar. Porque, como deberíamos haber aprendido de la reciente experiencia de la pandemia, sólo nos salvamos juntos, jamás solos.

 

Andrea Tornielli / Vatican News

Religión Digital

NOSOTROS SOMOS PARTE DEL PROBLEMA


col otalora

 

Ceuta, Melilla, Canarias, Lesbos, Lampedusa… son signos de la incapacidad europea ante la inmigración no querida que nos llega. Pero como tal signo, sangrante siempre, la incapacidad de atender a tantos inmigrantes muestra no solo el problema local, europeo, sino el problema mayor de la crisis humanitaria que padece África, ajena a nuestro día a día.

Si bien la tendencia al alza supone un problema creciente también para nosotros, sobre todo cuando persistimos en no abordarlo en serio, ni las medidas de la ultraderecha italiana logran remitir la llegada masiva de seres humanos huyendo de la miseria y la violencia. Incluso la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viendo el problema tan cerca del corazón de la UE, ha tomado la iniciativa de proponer un decálogo de medidas para contener en destino a la inmigración irregular.

No es la primera vez que mareamos la perdiz. Recordemos la Cumbre de La Valeta sobre migración en noviembre de 2015. Una reunión con jefes de Estado y de Gobierno europeos y africanos en un intento de reforzar la cooperación para abordar los desafíos de la inmigración. Aquellos dirigentes adoptaron una declaración política y un plan de acción concebido para abordar las causas profundas de la migración irregular y del desplazamiento forzoso -entre otras medidas-, sin que lograsen ocultar la incapacidad europea para frenar la inmigración. Para más inri, los emigrantes que venían y vienen desesperados no son precisamente los más pobres, con dinero para pagarse al menos la patera.

La legislación europea no funciona en lo que afecta al tráfico de personas, como tampoco existen suficientes corredores humanitarios legales y seguros. Pero quedarse en esto forma parte de las medidas reactivas, no de la solución al problema que se encuentra en la manera de entender África como una despensa a nuestro beneficio sin importar lo que allí suceda, excepto por nuestro rechazo a las molestias provocadas por la llegada de tantos seres humanos que actúan como lo haríamos nosotros en situaciones similares: huir en busca de una vida mejor, incluso a los lugares donde les roban los recursos naturales, y ahora también los pocos profesionales cualificados que Europa necesita y cuya baja natalidad no logra cubrir.

¡Qué más da el boquete socioeconómico que se causa a las ya de por sí frágiles estructuras productivas de los países africanos!... Lo que importan son las materias primas, el poder indirecto territorial y el damero geoestratégico que porfían las grandes potencias, golpes de Estado incluidos, con títeres al mando para el control neocolonial.

La magnitud de los datos es tan espantosa que no podemos seguir mirando al dedo que apunta al problema; como cristianos, fallamos si reducimos el problema a cada nuevo desastre de ahogamientos en el Mediterráneo. No es posible poner puertas a la oleada de seres humanos que huyen reclamando hospitalidad, ni siquiera desde el rechazo brutal, legal y humanitario, porque ya no tienen nada que perder. Según los informes de Cáritas, la situación de inseguridad alimentaria es uno de los retos más acuciantes. La situación sigue empeorando a fechas del 2022 por el cambio climático, el crecimiento demográfico, el acceso universal al agua potable, a los servicios sociales de salud y educación... La pobreza en África sigue siendo la más grave del mundo, y con la esperanza de vida más baja del planeta.

África es el lugar donde está el problema, no Europa. Aquí lo estamos ampliando a medida que rechazamos un éxodo que se agravará en tanto en cuanto la realidad de África se haga más insufrible, algo de lo que no queremos saber nada. ¡Incluido nuestro problema climático! La globalización ha abierto mercados y capitales, pero no fronteras a la pobreza. Lo ideal sería que la gente no tuviera que abandonar sus países, con todo lo que eso supone de dificultades extremas y desarraigo. No lo olvidemos, el subdesarrollo africano viene porque hemos utilizando sus riquezas en nuestro beneficio, al menos desde el siglo XIX.

¿Ante este panorama, se nos nota a los cristianos, por serlo? Desde los escritos del Antiguo Testamento, Dios acoge, como opción preferente a los últimos de la escala de valores social, incluido el extranjero, el inmigrante. La solidaridad fraterna tiene que convertirse en hechos como un imperativo que me obliga ante semejante problema. Es algo consustancial al Evangelio y a la Doctrina Social de la Iglesia. No tengamos miedo al compromiso y a la denuncia profética. No tengamos miedo a amar.


MIGRACIÓN, EL DERECHO A QUEDARSE EN CASA


col planellas

 

Estimadas y estimados. Hoy, en medio de las fiestas de Santa Tecla y de Misericordia, coincidiendo además con la Virgen de la Merced, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Nuestra mirada no puede obviar el compromiso de justicia con los países del sur global y con todas las personas víctimas de las guerras. Estamos asistiendo, impasibles, a emergencias humanitarias de un alcance incalculable. ¿Quién ayudará sobre todo a los países africanos y latinoamericanos? En esta línea, el propio Cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, ha dicho que el trato que Europa dispense a los inmigrantes y a la población de otros continentes, será la piedra de toque para comprobar si sigue siendo cristiana.

El lema de este año es: «Libres de elegir si migrar o quedarse». Porque migrar debería ser siempre una decisión libre y no obligada por las circunstancias. Pero la realidad es otra. Conflictos, desastres naturales o la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la tierra de origen, obligan a millones de personas a venir hacia nuestra sociedad opulenta, ya sea Europa o Norteamérica. Como afirmaba san Juan Pablo II en 2003, «crear condiciones concretas de paz, en lo que se refiere a los emigrantes y los refugiados, significa comprometerse seriamente para defender, ante todo, el derecho a no emigrar, es decir, a vivir en paz y dignidad en la propia patria».

Tan sólo este año 2023, entre enero y agosto, han muerto 3.500 migrantes en el Mar Mediterráneo cuando intentaban llegar a Europa, convirtiéndose el mar en una verdadera fosa común para todos ellos. Sin embargo, no podemos olvidar, como afirmaba a los periodistas el papa Francisco al regresar de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, que «el Mediterráneo es un cementerio, pero no es el mayor cementerio. El mayor cementerio es el norte de África. Esto es terrible».

Releyendo los documentos del Concilio Vaticano II, a veces te encuentras con afirmaciones que son una auténtica joya. El Concilio es realmente una mina. Y, hoy, me he encontrado con esta frase, que puede iluminarnos el tema que nos ocupa: «El hombre [...] no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás» (GS 24). Y es cierto. Por eso, es necesario que las redes sociales propaguen imágenes de los pueblos excluidos del bienestar, que se presenten estadísticas del número de familias sin techo, de personas sin condiciones sanitarias y sentenciadas a una muerte prematura. A pesar de que a algunos les dejen indiferentes o insensibles, la divulgación de estos datos siempre desvela sentimientos nobles y a menudo alargan una mano generosa.

Martin Luther King, el líder de la liberación de los esclavos negros en EE.UU., escribió: «Tengo un sueño: que un día sobre las rojas montañas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos señores puedan sentarse juntos en la mesa de la hermandad». Fijaos que no dice «que suplanten el sitio», sino «que puedan sentarse juntos».

«El camino sinodal que, como Iglesia, hemos emprendido ―afirma el papa Francisco en su mensaje para esta Jornada―, nos lleva a ver a las personas más vulnerables ―y entre ellas a muchos migrantes y refugiados― como compañeros de viaje especiales, que hemos de amar y cuidar como a hermanos y hermanas. Sólo caminando juntos podremos ir lejos y alcanzar la meta común de nuestro viaje».

 

Joan Planellas

Religión digital

UN REINO DE “PRIVILEGIADOS”


col depalma

 fe adulta

Hay algunos textos en el evangelio que son provocativos, que ciertamente llaman la atención. Mateo 21,28-32 es uno de ellos. Y una de las cosas llamativas es que el relato señala grupos sociales preferentes y de cercanía del reino: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas van delante en el camino del reino de Dios. Porque vino a vosotros (sumos sacerdotes y ancianos) Juan enseñándoles el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio los publicanos y prostitutas le creyeron” (Mt 21,30).

La preferencia de los grupos marginales o de excluidos por encima de aquellos que gozan de privilegios y de reconocimiento no es una novedad en la tradición judía. Los profetas, como por ejemplo Miqueas, señalan a ciertos grupos con especial responsabilidad sobre las injusticias que caen sobre los débiles: príncipes, jueces, profetas, sacerdotes (Miq 3,9-11). Algo similar leemos en Ezequiel 22,23-31. A profetas y sacerdotes no se les acusa generalmente de robar sino de justificar y tolerar. Esta crítica llega a su máxima expresión en Isaías, quien no solo amonestará fuertemente a los grupos acomodados y reconocerá al “huérfano y a la viuda”, al migrante como los primeros en recibir la misericordia y los cuidados de Dios, sino que dará un paso más: señalará al grupo de los excluidos, en este caso de las víctimas del cautiverio de Babilonia, como la fuente de una nueva dirección en las relaciones sociales. De este pequeño conjunto de personas despojadas y saqueadas, de mujeres y esclavos, surgirá “el resto” de Israel; un pequeño grupo insignificante capaz de vivir y de dar continuidad a un pueblo deshecho. Los que “fueron llevados como despojo” (Is 42,22) son los herederos de la promesa y guardan la esperanza para todas las naciones (Is 55,3).

Nosotros, deudores de la teología que predominó desde el siglo IV, tenemos generalmente más presente la dimensión individual de la salvación. En el mejor de los casos creemos que Jesus ofrece la salvación a todos y a cada uno independientemente del lugar social que ocupen. A veces, incluso admitimos que nos salvamos solos como consecuencia de actos determinados desde una ética solitaria.

Este texto apunta hacia una dimensión social y colectiva de modo explícito. En el Reino, se afirma, van delante unos grupos sobre otros. Los grupos tienen sus propias leyes y normas internas. Y parece que este Reino anunciado también las tiene; priman los colectivos sin prestigio e incluso grupos de personas denotados y vapuleados. En ellos permanece con más evidencia y radicalidad la apertura, la posibilidad de la fe. Son quienes creen, porque escuchan con más facilidad y prontitud el anuncio. Hay una recolocación social y sociológica ya que se habla de dos colectivos muy concretos, y no de individuos particulares: son los publicanos y las prostitutas. Ellos llevan la delantera en lo que respecta a la fe. Porque reconocen el “camino de la justicia”, cosa ciertamente más difícil para los prestigiosos “sumos sacerdotes y ancianos” (cf. v. 28).

No dejo de oír entre mis colegas teólogos una idea generalizada de que estamos en un tiempo de secularidad, incluso se habla del siglo del “silencio de Dios”. No puedo dejar de pensar que es posible que estemos buscando a Dios donde definitivamente no lo vamos a encontrar. Tal vez este relato y la larga tradición profética nos redirigen pertinazmente la atención hacia quienes sufren, hacia colectivos vulnerados. Hoy podríamos decir que nos señalan a las víctimas de la trata de personas, mayoritariamente mujeres, hacia quienes no pueden salir de situaciones indignas y donde no se respeta a la tierra y a sus habitantes más vulnerables... Me pregunto si ellos no siguen siendo un resto creyente y los depositarios privilegiados de la esperanza de un mundo más acogedor y servicial; e incluso si no señalen con sus vidas la dirección hacia nuevas relaciones sociales de justica para todos.

 

Pagola - OS LLEVAN LA DELANTERA


José Antonio Pagola 

La parábola es tan simple que parece poco digna de un gran profeta como Jesús. Sin embargo, no está dirigida al grupo de niños que corretea a su alrededor, sino a «los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo», que lo acosan cuando se acerca al templo.

Según el relato, un padre pide a dos de sus hijos que vayan a trabajar a su viña. El primero le responde bruscamente: «No quiero», pero no se olvida de la llamada del padre y termina trabajando en la viña. El segundo reacciona con una disponibilidad admirable: «Por supuesto que voy, señor», pero todo se queda en palabras. Nadie lo verá trabajando en la viña.

El mensaje de la parábola es claro. También los dirigentes religiosos que escuchan a Jesús están de acuerdo. Ante Dios, lo importante no es «hablar», sino «hacer». Para cumplir la voluntad del Padre del cielo, lo decisivo no son las palabras, promesas y rezos, sino los hechos y la vida cotidiana.

Lo sorprendente es la aplicación de Jesús. Sus palabras no pueden ser más duras. Solo las recoge el evangelista Mateo, pero no hay duda de que provienen de Jesús. Solo él tenía esa libertad frente a los dirigentes religiosos: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios».

Jesús está hablando desde su propia experiencia. Los dirigentes religiosos han dicho «sí» a Dios. Son los primeros en hablar de él, de su ley y de su templo. Pero, cuando Jesús los llama a «buscar el reino de Dios y su justicia», se cierran a su mensaje y no entran por ese camino. Dicen «no» a Dios con su resistencia a Jesús.

Los recaudadores y prostitutas han dicho «no» a Dios. Viven fuera de la ley, están excluidos del templo. Sin embargo, cuando Jesús les ofrece la amistad de Dios, escuchan su llamada y dan pasos hacia la conversión. Para Jesús no hay duda: el publicano Zaqueo, la prostituta que ha regado con lágrimas sus pies y tantos otros... van por delante en «el camino del reino de Dios».

En este camino van por delante no quienes hacen solemnes profesiones de fe, sino los que se abren a Jesús dando pasos concretos de conversión al proyecto del Padre.

LOS HECHOS SON LOS QUE VAN A MISA, LAS PALABRAS SE LAS LLEVA EL VIENTO DOMINGO 26 (A) Mt 21,28-32


col fraymarcos


Es muy peligroso creerse perfecto. Lo importante es descubrir los fallos y rectificar lo que se ha hecho mal. La pura teoría no sirve para nada, solo la vida salva. Lo que digamos o lo que proclamemos son solo palabras vacías, mientras no vayan acompañadas por una actitud vital, que inevitablemente se manifestará en las obras. En el evangelio de Juan, Jesús pone como instancia definitiva sus obras. “Si no me creéis a mí, creed a las obras”.

El domingo pasado nos hablaba de jornaleros. Hoy nos habla de hijos. En el AT, el pueblo, en su conjunto, se consideraba hijo de Dios. Jesús distingue ahora dos hijos: los que se consideran verdaderos israelitas y los que los jefes religiosos consideran pecadores. Recordemos que ser hijo significaba hacer siempre la voluntad del padre. Un buen hijo era el que salía al padre. El que dejaba de hacer la voluntad del padre, dejaba de ser hijo. ¿Quién hizo la voluntad del padre? quiere decir: ¿Quién es verdadero Hijo?

Jesús se enfrenta a los jefes religiosos, como respuesta a la oposición que los evangelios manifiestan. Todos los evangelios dejan clara esa lucha a muerte de las instancias religiosas contra Jesús. Sin embargo, no podemos sacar de estas parábolas argumentos antisemitas. Las prostitutas y los recaudadores de impuestos, que Jesús pone por delante de los jefes religiosos, eran también judíos; y los primeros cristianos eran todos judíos.

Los fariseos no tenían nada de qué arrepentirse, eran perfectos, porque decían “sí” a todos los mandamientos. Consideraban que tenían derecho al favor de Dios, por eso rechazan de plano el cambio que les propone Jesús. Como los de primera hora del domingo pasado exigen mayor paga por su trabajo. Para ellos es intolerable que Dios pague lo mismo al que no ha trabajado. No se dan cuenta de que su respuesta es solamente formal, sin compromiso vital alguno. El espíritu de la Ley no les importaba.

El escándalo está servido: Para Jesús no hay duda, los que se consideran buenos son los malos, y los malos son los buenos. Los primeros eran lo estrictos cumplidores de la Ley, los segundos ni la conocían ni podían cumplirla. Los primeros ponían su empeño en el cumplimiento externo de las normas. Los otros buscaban una posibilidad de hacerse más humanos, porque se sabían pecadores. Jesús deja claro cual es la voluntad de Dios, y quién la cumple, pero también deja claro que tanto los unos como los otros son hijos.

Los recaudadores y las prostitutas os lleven la delantera en el Reino. Es una de las frases más hirientes que pudo decir Jesús a los jerifaltes religiosos. Eran las dos clases de personas más denigradas y odiadas por las instancias religiosas. Pero Jesús sabía muy bien lo que decía. El organigrama religioso-social de su tiempo era represivo e injusto. Que esa situación se mantuviera en nombre de Dios no podía aguantarlo quien había descubierto un Dios que quiere el bien de todos los seres humanos.

No se alude en el relato a las otras dos situaciones que se pueden dar: El hijo que dice sí y va a trabajar a la viña; y el hijo que dice no, y no va. En estos dos casos no hay posibilidad de equivocarse ni cabe la pregunta de quién cumple la voluntad del padre. Lo que pretende el relato es advertir sobre el engaño en que puede caer el que interprete superficialmente y a la ligera la situación del que dice “sí” y del que dice “no”.

No debemos engañarnos. La simplicidad del relato esconde una enseñanza fundamental. Como conclusión general tenemos que decir que los hechos son lo importante, y que las palabras sirven de muy poco. La praxis prevalece siempre sobre la teoría. El evangelio no nos invita a decir primero no y después sí. El ideal sería decir sí y hacer; pero lo maravilloso del mensaje está precisamente ahí: Dios comprende nuestra limitación radical y admite la posibilidad de rectificación, después de “recapacitar”, dice el texto.

Nuestras actitudes religiosas son incoherentes. Llevamos muchos siglos haciendo una religión de ritos, doctrinas y preceptos. Desde el bautismo decimos “sí voy”, pero nos quedamos siempre en donde estamos. No hay más que ver lo que se entiende por “practicante” para darse cuenta de que no tiene nada que ver con las exigencias del evangelio. Ser cristiano es descubrir la voluntad del Padre y cumplirla siempre y en todo. Nos estamos yendo cada vez más por las ramas y alejándonos de la raíz del evangelio.

Se nos llena la boca proclamando pomposamente que somos cristianos, pero hay muchos que, sin serlo, cumplen el evangelio mucho mejor que nosotros. El fariseísmo se ha convertido en moneda corriente entre nosotros, y damos por hecho que basta hablar del evangelio u oír hablar de él y aceptar su mensaje para tranquilizar nuestra conciencia. Hay un refrán que lo expresa muy bien: “Obras son amores y no buenas razones”.

En la primera lectura ya se nos dice que ni siquiera los mayores fallos son definitivos. Podemos en cualquier momento rectificar la trayecto­ria equivocada. Los errores cometidos pueden ayudarnos a encontrar el camino verdadero. Nuestro conocimiento es limitado y tenemos que aceptar esta condición porque es parte de nuestra naturaleza. No podemos pretender, ni para nosotros ni para los demás, la perfección. Cuando exigimos a un ser humano ser pluscuamperfecto estamos exigiéndole que deje de ser humano.

Solo la experiencia me dice qué es lo que me deteriora y qué es lo que me enriquece como ser humano. Cuando damos por absoluta una norma nos negamos a progresar. El gran peligro es creer que Dios nos ha dado directamente esa norma. Desde esa perspectiva se siguen cometiendo verdaderas barbaridades en contra del ser humano. El Dios de Jesús nunca puede ir en contra del hombre; las normas que hemos promulgado en su nombre, sí. Entender la religión como verdades absolutas, es fundamentalismo.

También hoy podemos ir más allá de la parábola. Ni siquiera las obras tienen valor absoluto. Las obras pueden ser la manifestación de una actitud vital, pero pueden ser fruto de una programación desconectada de nuestro verdadero ser. Los fariseos cumplían todas las normas, pero lo hacían mecánicamente, sin ninguna sinceridad de corazón. No pierdas el tiempo tratando de situarte en una de las partes. Todos estamos diciendo “no” cada tres por cuatro, y todos estamos diciendo “sí” con una pasmosa ligereza.

Quiero resaltar el paralelismo de esta parábola con la del hijo pródigo. En ambas la actitud del padre es decisiva, aunque no se suele tener en cuenta. En aquella cultura (ser hijo significaba por encima de todo obedecer al padre) resalta su actitud ante los dos. Confía en las palabras del segundo, pero no toma represalias contra el primero rebelde. Mantiene la esperanza y crea un ámbito que hace posible la recapacitación del primero. El hijo deja de ser hijo, pero el padre sigue siendo padre y sigue confiando en el hijo.


IR POR LANA Y SALIR TRASQUILADO Domingo 26. Ciclo A

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fe adulta

Esto es lo que ocurre a los nuevos protagonistas que presenta el evangelio de Mateo. Hasta ahora, sacerdotes y “ancianos” (equivalentes a nuestros senadores) no han desempeñado papel alguno. Jesús no ha tenido contacto con ellos en Galilea. Pero ahora, cuando la liturgia, en un vuelo asombroso, nos traslada a Jerusalén durante el lunes santo, se presentan ante Jesús pidiéndole cuentas de lo que ha hecho el día antes, cuando purificó el templo, expulsando a mercaderes y cambistas, y curó en el recinto sagrado a cojos y ciegos, a los que estaba prohibida la entrada en el templo.

Una pregunta y tres respuestas

Lo anterior va a provocar que los responsables religiosos (sacerdotes) y políticos (ancianos) le pregunten a Jesús: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado esa autoridad?». El evangelio de Mateo responde en tres pasos.

1) En el primero, Jesús pone a las autoridades entre la espada y la pared, preguntándoles: «El bautismo de Juan, ¿de dónde venía, de Dios o de los hombres?» Viendo el peligro de comprometerse en un sentido o en otro, responden: «No lo sabemos». Y Jesús termina con un escueto: «Pues yo tampoco os digo con qué autoridad hago esto».

2) Inmediatamente pasa al contrataque, con la parábola que leemos este domingo: la de los dos hijos (Mt 21,28-32).

3) Sin interrupción, añade una nueva parábola: los viñadores homicidas, que leeremos el próximo domingo.

En conjunto, la denuncia de sacerdotes y ancianos es durísima: 1) no se atreven a dar una opinión sobre Juan Bautista; 2) son peores que los recaudadores de impuestos y las prostitutas, que sí le hicieron caso a Juan; 3) para apoderarse de una viña que no les pertenece, deciden asesinar al hijo del propietario (Dios).

No es raro que, tras escuchar estas tres acusaciones, decidieran matar a Jesús.

La lectura de hoy se centra en el segundo punto.

Obras son amores, y no buenas razones

La historieta que propone Jesús es tan fácil de entender que sus enemigos caen en la trampa. ¿Quién cumple la voluntad del padre? ¿El hijo protestón y maleducado que termina haciendo lo que le piden, o el hijo amable y sonriente que hace lo que le da la gana? La respuesta es fácil: el primero. Lo importante no es decir palabras bonitas; tampoco importa protestar mucho. Lo importante es hacer lo que el padre desea. «Obras son amores, y no buenas razones».

Pero Jesús saca de aquí una consecuencia asombrosa. Es preferible vivir de mala manera, si al final haces lo que Dios quiere, que vivir de forma aparentemente piadosa y negarse a cumplir la voluntad de Dios. Dicho con las palabras hirientes del evangelio: es preferible ser prostituta o ladrón, si al final te conviertes, que ser obispo, sacerdote, o pertenecer a cualquier congregación o institución religiosa y ser incapaz de convertirse.

¿En qué consiste la conversión? Nueva sorpresa. No se trata de aceptar a Jesús y su mensaje, sino a Juan Bautista, que mostraba el camino de la justicia, de la fidelidad a Dios, como primer paso hacia el evangelio. Con ello, Jesús responde indirectamente a la pregunta que no habían querido responder las autoridades: «¿De dónde procedía el bautismo de Juan, de Dios o de los hombres?» El bautismo de Juan era cosa de Dios, su predicación marcaba el camino recto. Las prostitutas y los recaudadores, representados por el hijo protestón, pero obediente, creyeron en él. Las autoridades religiosas, representadas por el hijo tan amable como falso, no le creyeron.

¿Tirando piedras contra el propio tejado?

Lo curioso de esta interpretación de la parábola es que parece volverse contra Juan y contra Jesús. Los que dan testimonio a su favor son gente indigna de crédito, prostitutas y explotadores; quienes lo rechazan o se abstienen, personalidades religiosas de buena fama, los sacerdotes. Puestos a elegir, ninguna persona piadosa aceptaría la opinión de unos cuantos drogatas y unas pocas prostitutas en contra de lo que decida una Conferencia Episcopal.

Además, el judío piadoso de tiempos de Jesús (como muchos cristianos piadosos de nuestro tiempo) está convencido de que no necesita convertirse. Y si en algo tiene que cambiar, el camino no deben indicárselo personas tan extrañas y discutibles como Juan Bautista, Martin Lutero King, Oscar Romero, Pedro Casaldáliga o el Papa Francisco.

Así adquieren pleno sentido las palabras de Jesús: «los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios». Para entrar en ese reino, hay que abrirse a una nueva forma de vida, aunque suponga un corte drástico y doloroso con la vida anterior. La institución religiosa seguirá firme en sus trece, incluso utilizará el argumento de la parábola para rechazar a Juan y a Jesús. Sin embargo, el Reino se irá incrementando con esas personas indignas de crédito, pero que creen en quien les muestra el camino de una nueva forma de fidelidad a Dios. Esas personas que, como dice el profeta Ezequiel en la primera lectura, son capaces de recapacitar y convertirse.

 

DECIR O HACER: EL LEGALISMO Y LA BONDAD DE CORAZÓN Domingo XXVI del Tiempo Ordinario 1 de octubre Mt 21, 28-32

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Jesús se dirige “a los sumos sacerdotes y a los ancianos”, es decir, a la jerarquía religiosa y política de su pueblo. Y se atreve a decirles -hacía falta libertad interior valentía y coraje- que “los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. Conocemos las consecuencias de tales denuncias: todo el poder terminará aliándose para acabar ejecutando en la cruz al Maestro de Galilea. Pero, ¿qué significa exactamente aquella expresión y cuál puede ser la causa que origina el comportamiento de aquellas personas religiosas, que es denunciado con tanta dureza por parte de Jesús?

El significado parece obvio: el “camino del Reino de Dios” pasa por la vivencia de los valores que apreciamos en el propio Jesús de Nazaret: amor, compasión, servicio, gratuidad, fraternidad… De él se dijo, sencillamente, que “pasó por el mundo haciendo el bien” (Hech 10,38). En síntesis: el “Reino de Dios” no es una cuestión de creencias y de normas, sino de bondad de corazón.

Lo que sucede es que, con frecuencia, la autoridad religiosa pone el acento en la llamada “ortodoxia”, en la adhesión a determinadas creencias y formas de comportamiento, dictadas por aquella misma autoridad. No es raro que los dirigentes religiosos se presenten como aquellos que “saben” -o creen saber- todo lo referido a lo que es necesario creer o cumplir. No solo eso; han solido alimentar la pretensión de imponer todo ello a la gente, tal como también denunciara el propio Jesús: “Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mt 23,4).

Tanto por la formación recibida como por el rol con el que han ido identificándose, no es extraño que la autoridad religiosa rija su vida por aquella llamada “ortodoxia” y, en definitiva, por un legalismo que fácilmente genera orgullo.

Ante ello, la postura de Jesús es clara: lo que cuenta no es el legalismo, sino la bondad de corazón. Se trata de algo tan decisivo para él, que insistirá en diferentes ocasiones de manera inequívoca: “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7,21).


FELICIDAD Y SENTIDO DE LA VIDA

fe adulta

col munarriz

comentario editorial fa7

 

Mt 21, 28-32

«Voy, señor. Pero no fue»

Consciente o inconscientemente, la búsqueda de la felicidad es el motor que nos mueve a todos a la hora de realizar todos y cada uno de los actos que realizamos, y ese impulso irresistible que nos empuja al logro de la felicidad está indeleblemente impreso en nuestra propia naturaleza.

Esta evidencia —fruto de nuestra experiencia cotidiana— lleva a los eudemonistas a considerar la felicidad como el fin último del ser humano, y, en mayor o menor medida, todos somos eudemonistas. Gottfried Leibniz dice que «la felicidad es al hombre, como la perfección a los entes», lo que significa que en el hombre la perfección consiste en ser feliz. Fueron eudemonistas Aristóteles y Tomás de Aquino, aunque este último refería la felicidad a la vida entera; la de antes y la de después de la muerte.

Pero cada uno de nosotros concibe la felicidad de forma diferente, por cuya razón hallamos infinidad de definiciones distintas. Es habitual devaluar el concepto y llamar felicidad a “cualquier situación de satisfacción y contento”. En el extremo opuesto encontramos personas que le piden mucho a la vida, y restringen el significado de felicidad a un estado de “plenitud y armonía del alma”. Son personas que distinguen muy bien entre lo que es felicidad, y lo que no pasa de ser placer, contento, gozo, júbilo o euforia; personas que consideran la felicidad como un estado superior relacionado con la esencia más genuina de la condición humana.

La felicidad, así concebida, es algo que sólo sentimos circunstancialmente; que no somos capaces de abarcar ni comprender, y que, por tanto, no podemos definir con rigor. Hay conceptos como belleza, felicidad o amor que no pueden ser comprendidos desde la razón; que se nos escapan de entre los dedos. Los identificamos cuando los sentimos, pero somos incapaces de definirlos o comprenderlos; y mucho menos de aprehenderlos.

Es como si se tratase de una realidad ontológica superior para la que todavía no estamos preparados; como un adelanto de las facultades del hombre libre de sus limitaciones; como un eslabón que nos une a algo superior en ciertos momentos de nuestra vida; como un paisaje entre nubes que sólo vemos parcialmente. Tratamos de intuir el resto, pero se nos resiste, y cuando estamos disfrutando de lo que vislumbramos, cuando esperamos que se abra el cielo para verlo en su conjunto, se cierra todavía más y lo perdemos.

Por eso se nos escapa, nos supera, no sabemos cuándo se va a presentar o dónde se halla. Aún en el momento en que nos sentimos felices, no sabemos en qué consiste ni cuánto va a durar. Sin duda, sobre nuestro cerebro estará actuando un aluvión de estímulos, pero ésa no puede ser la causa de la felicidad, sino el efecto; la respuesta a un estado del ánimo superior provocado por causas que se nos escapan.

Pero ¿dónde buscarla?

La auténtica felicidad sólo es alcanzable a través de actitudes que trascienden a los demás. Es decir, la auténtica felicidad se logra a través del ejercicio de nuestra humanidad; y esta conclusión es perfectamente coherente, pues si la felicidad es el fin último del ser humano, en buena lógica debe estar íntimamente ligada a lo que mejor expresa la calidad de lo humano; la humanidad.

Así llegamos a esa correspondencia estrecha entre felicidad y amor: “La felicidad consiste en amar y ser amado”. Parafraseando a Sócrates, podemos decir que el amor es condición necesaria y suficiente para alcanzar felicidad, y que otros cauces sólo nos llevan a situaciones que no van más allá del gozo. Y ya sabemos que esta afirmación choca con el testimonio de muchas personas que aseguran encontrar la felicidad a través de actitudes egoístas, pero creemos que esta discrepancia está motivada por la distinta concepción de felicidad que tiene cada uno de nosotros.

Las “Bienaventuranzas” nos muestran los criterios de Jesús en materia de felicidad: “Cuánto más felices seríais si os conformaseis con poco y compartieseis lo que tenéis con los que no tienen, si no fueseis violentos, si aprendieseis a sufrir porque en esta vida no os va a faltar el sufrimiento, si no hubiese doblez en vosotros, si fueseis compasivos y misericordiosos, si trabajaseis por la paz y la justicia… Y si por todo ello os persiguiesen, todavía más felices

Estos criterios suponen un vuelco radical de los valores vigentes en tiempo de Jesús y en cualquier tiempo, pero son la base y fundamento del Reino. Se da la paradoja de que trabajar por el Reino parece en principio una tarea ardua y exigente, y lo es, pero vemos que quienes se lo toman en serio, dan muestras de una felicidad que los demás posiblemente ni imaginamos Y es que, como decía Jon Sobrino: «A eso es a lo que tenemos miedo; a ser felices a lo cristiano».

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

lunes, 25 de septiembre de 2023

La derecha tacha las críticas de Díaz a la élite tecnológica de “ida de pinza” e ignoran que se basan en un prestigioso investigador

 EL DIARIO.ES

El ‘Jesús’ de Pagola

 JOSÉ ANTONIO PAGOLA


                                               


BAF

Francesco Strazzari, periodista
Fuente: El DiarioVasco

José Antonio Pagola es una persona célebre no solo en España, como buen teólogo y escritor, sino en muchos lugares del mundo. Su libro sobre Jesucristo, ‘Jesús. Aproximación histórica’, -publicado en 2007 y en Italia en 2009- traducido, además de al italiano, al euskera, catalán, inglés, francés, portugués, ruso, japonés y chino, le costó a Pagola cinco largos años de ataques y descalificaciones, lo que le provocó una gran fatiga mental y psicológica.  Ver noticia