FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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lunes, 15 de julio de 2013

Sobramos en el mundo. Los conspiradores Jaime Richart

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Decía Einstein que el mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad.
Que se dejen de pamplinas los que conspiran contra nosotros, contra la población mundial. Ya somos muchos los que les hemos descubierto. Hay que decirlo alto y claro para que sepan que lo sabemos. Todo lo relativo a la privatización está relacionado con los mismos propósitos, aparte de beneficiar a unos puñados de individuos, que para aquellos es lo de menos.
Lo que se han propuesto los gobiernos controlados por el neocons, espíritu del Armagedón, es ir diezmando severamente la demografía. Los Estados deben desaparecer y pasar sus potestades a manos del poder financiero: otro modo depravado de gobernar, haciendo del dinero y del poder el fin y el medio sin mediadores. De ese modo los pueblos retornarán al yugo de toda su historia. La conspiración no es imaginaria y fruto de cerebros reblandecidos. La conspiración es real. El poder es insaciable y no le basta con poseerlo todo: necesita controlarlo todo y, como Luzbel, sentirse que es Dios. Aquí está la sencilla explicación del proceso galopante de la degradación descarada y ultrajante de la política. Decía Marx que la política es una mera superestructura cambiante de lo económico. Ahora es una ramera que se deja gustosamente manejar por los proxenetas financieros.
A cada país corresponde un proceder. En España es prohibir el aborto, sustraer al estudio a cuantos más mejor, ordenar la enseñanza inexcusable de la religión para contentar a los mulahs de aldea. Encargarse del reparto de alimentos a los hambrientos forma parte de la cortina de humo protectora. Pero el objetivo real es privatizarlo todo y hurtar masivamente la salud y la esperanza de vida a millones de individuos en cada país y miles de millones en todo el mundo. El “espíritu de la época” lo exige. Somos demasiados… dice los complots de la Trilateral, de Bildeberg y del Nuevo Orden Mundial.
La sociedad humana siempre ha sido la resultante de un conglomerado de contradicciones y de falsedades. Por ejemplo, si la ciencia en general y la médica en particular avanzan gracias al esfuerzo de superación del ser humano genéricamente considerado, pero luego, en la práctica, sólo una pequeña parte de la humanidad, la que pueda pagarse su salud y otros logros de la ciencia, se beneficia del progreso. Ahora toca morir en espera inútil de un quirófano…
Lo cierto es que está claro que, desde hace cuatro décadas, tras la segunda guerra mundial y después de ofrecer al mundo lo mejor, Occidente ha vuelto a mostrar su faz inequívocamente depredadora. Ya no están las excusas de recuperar el santo sepulcro para enmascarar el control de la ruta de las especias, ni las de evangelizar el Nuevo Mundo para apoderarse de las inmensas riquezas de éste, ni las de llevar el pudor a Africa para potenciar los paños de las hilaturas de Manchester… Con la Dama de Hierro, hace más de cuarenta años, llega un invento crucial para el siglo XXI: el terrorismo islámico y el terrorismo internacional. Ambos dan el impulso preciso a la estrategia del dominio mundial a cargo de los grandes conspiradores. El “descubrimiento” llega nada más iniciarse el siglo XXI, con la destrucción de las Torres Gemelas a cargo de la administración yanqui y de sus ávidos conspiradores. Así como con la conquista de Constantinopla empieza la Edad Moderna, y la Contemporánea con la Revolución Francesa, aquel día de septiembre comienza la Edad Ultramoderna Aquella perversa idea justifica todo lo injustificable que ha llegado después: las inmediatas invasiones sangrientas, los guantánamos repartidos por el planeta, la creación de ejércitos privados y el paso al primer plano de la seguridad pública y privada.
Todo mezclado con un auge inusitado de las finanzas y de los financieros, que dan cobertura y son efecto y causa al mismo tiempo de los siniestros propósitos finales del Poder Mundial. Los gobiernos nacionales no son más que títeres. Y los recipiendarios de la privatización, sus aliados. Todas las medidas políticas adoptadas obedecen a motivaciones económicas que explican por qué se van achicando rápidamente los espacios de lo público. Pero las razones son más profundas: reducir la población mundial y, pese a lo que oficialmente se aparenta, restringir la natalidad a base de inestabilidad y ausencia de garantía de supervivencia de la prole.
El propio ministro de economía japonés, no hace mucho ya hizo un llamamiento a la sociedad para que se fueran provocando la muerte los provectos cuanto antes para salvar la economía del país (y de paso engrosar las cuentas de los poseedores). La cultura del nipón por tradición es muy sensible al sacrificio, y a buen seguro, aunque todavía no sea noticia, no serán pocos los que han sabido interpretarle.
Es cierto que el planeta ya no da para más. Es cierto que el mercado y la privatización progresiva de todo cuanto ofrece el más mínimo beneficio para unos cuantos apuntan a que debemos ir preparándonos a tener que pagar hasta el aire que respiramos. Y es cierto que la única solución que hay para retrasar lo que parece un cercano fin de los tiempos, es repartir espacio y recursos con calibrador. Pero esa inteligencia sólo anida en el espíritu del socialismo real, el único sistema capaz de hacer el reparto adecuado. Lo que sucede es que ya ni siquiera es el enemigo a batir, tan débil es.
Los mil quinientos millones de habitantes de China se aprestan a integrarse en poco tiempo en el magma del capitalismo financiero. Y en último término bastarían unos cuantos “drones” para derrotar a una inmensa nación de condición pacífica. La excusa del terrorismo inexistente con sus múltiples variantes para masacrar a las turbamultas, siempre estará ahí para completar la faena de los demonios.
En todo caso da la impresión de que la suerte de los desheredados y la de los que van a ir siendo desposeídos, está echada. Sólo cabe rezar… o que la Humanidad reaccione tumultuosa y sincronizadamente.

Francisco jubila el mítico papamovil para acercarse a la gente Juan Arias

Con motivo de su primer viaje internacional, el papa Francisco ya ha anunciado una revolución: no usará el papamovil. Así lo ha comunicado a las autoridades de Brasil donde el papa llegará el día 22 apara la Jornada Mundial de la Juventud. Ha hecho que lo cambien por un simple jeep descubierto.
El papamovil era el símbolo de la separación entre la pompa de los pontífices de Roma y la gente. Blindado en su cabina de cristal sin poder tocar a la gente, y para librarlo de las balas de posibles atentadores, era una contradicción con el evangelio.
Cuando a Jesús de Nazareth lo prendieron en Jerusalén hombres armados, les dijo: “Estuve siempre entre vosotros”. Quería decirles que él no se preservaba. Estaba allí, entre la gente, anunciando un mensaje de paz y no se preocupaba por su incolumidad.
Lo mataron con 33 años.
Francisco es un papa diferente en la Iglesia, más cercano a las orígenes humildes del cristianismo que a alos emperadores romanos de los que el papado heredó su fastuosidad. A los cien días de su pontificado, ya ha llevado a cabo una verdadera revolución. Más con sus gestos que con sus palabras.
Está claro que es un papa anticonsumista. No quiere lujos para la Iglesia. No le gustan los coches. Su visita inesperada al parque móvil del Vaticano y su “tristeza” al ver que eclesiásticos usaban “coches de lujo de última moda”, son emblemáticos.
Mercedes
Cuando en el Vaticano los cardenales usaban los mercerdes de lujo corría el chiste de que a los eclesiásticos les salían gratis. Les batsba rezar. En efecto, en el diccionario rezar signfica “levantar el corazón a Dios y pediroe mercedes”.
Francisco prefiere que monseñores y cardenales pidan al Altísimo otras cosas más útiles para los pobres.
Como lo es su afirmación de que prefiere viajar en autobús porque así “ve mejor la cara de la gente”, o el rechazo no sólo de los aparatosos apartamentos pontificios sino también aquí en Brasil del dormitorio de 70 metros cuadrados que le habían preparado y que ha pedido que se lo cambien por uno normal como el resto de los que le acompañan.
Francisco llega a Brasil donde la sociedad está escandalizada por los excesos de gasto público de los políticos que usan helicópteros de último grito para llevar a familiares y amigos al futbol y de vacaciones a costas del dinero de los trabajadores.
El rechazo del papamovil ya ha sido usado en la prensa para recordar que es una respuesta a las críticas de los jóvenes hacia sus dirigentes políticos que se escudan en la seguridad de sus personas para viajar lujosamente, mientras la gente común tiene que huir como puede en la calle de asaltantes y balas perdidas.
Francisco hablará en Brasil a más de un millón de jóvenes de todo el mundo. No sabemos lo que les dirá en sus discursos a una juventud que se debate entre las tentaciones del consumismo desenfrenado y la soledad de ser una juventud sin maestros y modelos de vida, algo que ellos necesitaron siempre en la historia. Mandela, uno de los líderes mudiales amado por los jóvenes, se está despidiendo del mundo. Les quedan ya poco héroes del espíritu a los jóvenes. Francisco está apareciendo como algo nuevo y esperanzador para ellos.
Con su anticonsumismo antes aún de llegar aquí, el papa les está hablando a esa marea de jóvenes, que forjarán la sociedad de mañana, con una serie de gestos que es el lenguaje que ellos mejor entienden.
De palabras bonitas ya están ya hartos.

Un mundo al revés Juan Torres López, catedrático de economía aplicada

Los gobiernos se han convertido en espías para hacer más ricos a los ricos
Muchos libros e incluso investigaciones de instituciones como el Parlamento Europeo han puesto de manifiesto en los últimos años que el espionaje de Estados Unidos y otros gobiernos ha sido continuado, arbitrario y casi siempre realizado al margen de las normas o acuerdos internacionales.
Los hechos son impresionantes. Las agencias de información controlan prácticamente la totalidad de las comunicaciones que se llevan a cabo en el mundo cada día, cada hora o cada segundo; bien sean telefónicas o, por supuesto, a través de la red. Algo que según se dice supone vigilar unas 3.000 millones de ellas en todo el mundo, que es lo que se calcula que controla la red de espionaje conocida como Echelon.
Pero las pruebas que ha presentado en los últimos días el antiguo informático de la CIA y la NSA, Edward Snowden, suponen un gran salto cualitativo en el conocimiento que tenemos de todas las cloacas y miserias que el Gran Hermano ha creado últimamente.
Por si nos quedaba alguna duda, su denuncia corrobora que todos sin distinción estamos siendo vigilados, que todos somos sospechosos por definición y que de todos nosotros se sabe todo lo que decimos, sin que quien nos vigila se someta a ningún tipo de prevención ni control legal. Aunque ni siquiera eso es lo más revelador de sus denuncias.
La justificación que siempre se ha dado para saltarse las leyes, e incluso las normas que los propios gobiernos han dictado, es la seguridad y, más concretamente, la lucha contra el terrorismo. Pero las denuncias de Snowden demuestran que nada de eso es verdad. Ahora sabemos que Estados Unidos no vigila a sospechosos, sino a millones de personas normales y corrientes y a sus aliados, a unas 38 embajadas, la inmensa mayoría de ellas de países amigos tan interesados o más en combatir el terrorismo, así como también a diversas instituciones europeas.
Los datos que ha revelado Snowden demuestran igualmente que la información que busca con prioridad el espionaje estadounidense y las comunicaciones que más le interesan no son las relativas a las amenazas terroristas sino las que tienen que ver con los centros económicos y financieros y las que pueden beneficiar a sus grandes bancos y empresas. Algo que ya detectó una investigación del Parlamento Europeo cuando descubrió que grupos empresariales como Thomson-CSF o Airbus habían perdido negocios multimillonarios a favor de empresas estadounidenses después de haber sido espiados.
No es verdad, pues, que el control ilegal al que nos someten se haga para proporcionarnos más seguridad frente al terrorismo. Se nos vigila para favorecer al 1% de la sociedad que se queda con más de 90% de los ingresos y de la riqueza que se está creando en el mundo.
Los gobiernos, y especialmente el de Estados Unidos, se han convertido en espías de sus ciudadanos para hacer aún más ricos a los más ricos de entre los ricos y lo hacen saltándose incluso los mandatos constitucionales que se supone garantizan que las personas y todo lo que nos pertenece quede a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias.
Las peripecias y amenazas que está sufriendo Snowden demuestran que nuestro mundo está Patas arriba, como dice el título de un libro de Eduardo Galeano. Demasiados gobiernos, con Estados Unidos a la cabeza, se han convertido en estados que no respetan los derechos humanos y que persiguen a quienes tienen la valentía de denunciarlo. Quien delinque queda impune y quien lucha contra los delincuentes es el perseguido y condenado de antemano.
Se nos hace creer que las policías, los espías y las agencias de información están para protegernos y resulta que son, en realidad, la mano que utilizan los de arriba para ganar más dinero, crear miedo y silenciarnos. Se nos dice que luchan para defender los derechos humanos cuando en realidad los pisotean para proteger a quienes solo buscan quedarse con todo. Son el príncipe malo del poema de José Agustín Goytisolo.
@juantorreslopez

Teresa Forcades: “Si nos meten en prisión, ya vendréis a contarlo” Roger Xuriach

La monja benedictina, médico, teóloga y activista, hace balance para Público de los tres meses que lleva explicando por toda Catalunya los puntos del proceso constituyente, un proyecto de ruptura social y nacional que ya cuenta con más de 40.000 adhesiones
Encima de un acantilado y escondido tras una serpenteante carretera se encuentra el monasterio de Sant Benet, a apenas dos kilómetros del de Montserrat, custodiados ambos por el macizo rocoso del mismo nombre, el de la virgen y patrona de Catalunya. Allí reside, desde 1997, la monja benedictina Teresa Forcades, que además de médico y teóloga, es una reconocida activista cuyas críticas al modelo y las prácticas de la sociedad actual no dejan a nadie indiferente. Decidida a dar una nueva vuelta de tuerca a sus impulsos revolucionarios, en abril anunció junto al economista y presidente de Justícia i Pau, Arcadi Oliveres, la creación del Procés Constituent (proceso constituyente), un proyecto de ruptura social y nacional que ya cuenta con más de 40.000 adhesiones.
Desde entonces, su agenda está más apretada que nunca. Pero consigue arañar una hora para, desde una pequeña y cálida sala de la abadía, hacer balance junto a Público de lo que hasta el momento han sido tres meses ininterrumpidos explicando los puntos de su manifiesto –diez, como los del Mandamiento– por toda Catalunya. Un tour que, por cierto, sigue su curso en verano.
“El proceso sobrevivirá o morirá en el intento de convencer al 50% de la sociedad catalana que está en riesgo de ser alienada” “Lo primero que digo al llegar a una población es que el éxito de este proceso lo marcará la diversidad. Y suelo recurrir al mismo ejemplo gráfico: ‘si vais a hacer una asamblea local y os dais cuenta de que todos pensáis igual, parad y salir afuera a buscar gente que opine distinto”. Hasta el momento ya se han constituido un centenar de estas asambleas en todo el territorio catalán, un engranaje que Forcades considera esencial para la implantación de uno de los objetivos que el proceso persigue con más ahínco: combatir el conformismo. “En la sociedad catalana, hay un 25% de personas al que ya le está bien todo como está. Y este proceso es una amenaza para ellos. Luego hay otro 25% que ya está activo y que hay que convertir en sujeto político, tenderle la mano y aprender de su trabajo. Pero el 50% restante está en riesgo serio de ser alienado, de creer que sus intereses son el del primer 25%. Ese es nuestro espectro. Y el proceso sobrevivirá o morirá en el intento de capitalizar este porcentaje y conseguir que las fuerzas ya organizadas puedan sentir como suyo este proceso”.
Forcades está convencida de que aún estamos a tiempo de cambiar las cosas. Y para ello, aboga por dejar de vislumbrar este cambio como una mera reacción a “un desmoronamiento de aquellas seguridades y libertades que pensábamos que teníamos”. “El proceso debe ser proactivo, no reactivo. Si continuamos reaccionando, nunca llegaremos a tiempo. Por eso hay que dejar de mirar hacia el sistema actual y centrarnos en el que queremos construir. Nos movilizamos para alcanzar una candidatura popular porque es la única forma de poder cambiar el modelo”, sentencia.
“Hay que romper el sistema actual”
El proceso constituyente, autofinanciado a través de donaciones, parte justamente de esta premisa: la gente que crea que se puede revertir el sistema actual está equivocada. “Nosotros creemos que eso es imposible, por eso apostamos por romperlo”, se reafirma. “Montesquieu hablaba de la separación de poderes como garantía de la libertad: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Y ahora no existe esa separación, por lo tanto no hay democracia. A lo mejor hay que inventar nuevos poderes…”, sugiere.
En su discurso, y por extensión en cada una de sus charlas o apariciones en medios, Forcades viaja desde la Ilustración a los orígenes del comunismo. Marx o Chávez suelen condimentar sus charlas. “Aunque el capitalismo y el comunismo pueden acabar pareciéndose en las formas de controlar a la gente, sí estoy absolutamente en contra de la versión más radical del primer sistema. Porque va en contra de la ética. No estoy en contra de la iniciativa privada porque las personas nos realizamos en la libertad individual para crecer con la colectiva. Pero anhelo una sociedad en la que todo el mundo pueda hacer lo que le diera la gana tanto como pueda. En este sentido, me considero anarquista”, agrega.
Forcades, a quien este proceso ha inyectado “emoción, ilusión y una sensación de reto constante”, esboza una sonrisa cada vez que completa una frase. Se intuye en su mirada la seguridad de quien sabe conectar con la gente. El crecimiento y la popularidad de este proceso está tremendamente ligado a su figura y, sin embargo, tanto ella como Oliveres insisten en que no van a ser candidatos en unas futuras elecciones. “Los personalismos son un peligro real. Iremos mal si la gente, en lugar de ayudarnos a generar con nosotros este proceso, se piensa que somos sus salvadores. Por eso remarcamos que no queremos una estructura piramidal. Ni cabezas de partido. Queremos que los votantes o militantes de base de todos los partidos se impliquen. Queremos un proceso que nazca desde abajo. Porque si dentro de un año Arcadi y yo seguimos siendo las caras visibles, habremos fracasado”.
“Sólo las formaciones políticas que apuestan por romper el modelo actual serán compañeros de viajes”No obstante, no son pocas las voces que atisban en el proceso constituyente la pieza que permita engrasar un futuro frente de izquierdas. Forcades rehuye esta posibilidad: “No nos planteamos una coalición de izquierdas, que es algo que por mucha tradición que tenga no puede ser el objetivo si queremos tener voluntad de mayoría. Habrá conflicto de clases, siempre. Pero la derecha y la izquierda llevan años traicionándose, así que ha llegado el momento de buscar la novedad. Vamos a romper el marco constitucional y deshacernos de etiquetas que no queremos que nos adjudiquen. Lo que proponemos va a afectar a intereses de muchas personas. Si expropiamos multinacionales, concesiones o torpedeamos el sistema financiero o la gestión del agua, va a haber confrontación seguro. Sana y pacífica, pero necesaria”.
En una línea similar valora las muestras de cariño mostradas por algunas de las fuerzas que ya están en el Parlament de Catalunya. Iniciativa o la CUP han sido dos de los partidos menos recelosos a su aventura: “Es cierto que con esta última existe sintonía. Me he reunido con jefe de relaciones políticas de la CUP y tampoco quieren trabajar dentro del sistema. Han entrado al Parlament para señalar y denunciar las cosas que no les gustan. Con cualquier otra formación política que está conforme con el sistema actual, no podremos trabajar. Sólo el que esté a favor de la ruptura será compañero de viaje. Y nunca para aliarnos de cúpula a cúpula, si no para que los militantes se sumen a nuestro proceso. Una candidatura sin cuotas”.
De nuevo las asambleas locales –y sectoriales, en vías de creación–, se erigen como piezas fundamentales para dotar de credibilidad su discurso: “No queremos ir de acto multitudinario en acto multitudinario. La fuerza debe residir en las acciones puntuales que se aprueben bajo la coordinación de las asambleas. Campañas en contra de las líneas de alta tensión, la creación de una moneda alternativa y paralela que permita salvar a muchas personas de la pobreza, las cooperativas de servicios sanitarios, la ocupación de pisos, la objeción fiscal, la nacionalización de la banca…”. También las asociaciones y movimientos que ya llevan tiempo trabajando en la misma dirección deben tener un peso específico en este viaje. A ellos reconoce el mérito de haber despertado a la sociedad.
“Los pioneros fueron los del 15M. Ellos labraron la tierra y nosotros estamos poniendo una semilla en su terreno. Por eso debemos tejer una relación cordial con ellos y la verdad es que muchos nos están dando apoyo, a través de representantes de muchas plataformas que vienen a conocernos a título personal. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, las mareas, los iaioflautas… Nuestra fuerza debe ser la unión porque van a intentar separarnos”, asume algo preocupada por la escasa credibilidad que la derecha está otorgando a la indignación ciudadana. “Es algo que hay que esperar. En este proceso habrá altos y bajos. Ahora estamos tranquilos pero sabemos que intentarán torpedearnos. Pero hay que contar que si no fuera así no estaríamos haciendo las cosas bien. Queremos meter el dedo en el ojo tanto como podamos. Habrá confrontación de intereses porque los cambios que perseguimos afectan a la dignidad y la supervivencia de las personas. Y si nos meten en la prisión, pues ya vendréis a contarlo”, termina.
Ruptura nacional aglutinadora
Uno de los puntos más calientes del manifiesto –radical para algunos pero que Forcades considera “de mínimos”– es el de la ruptura nacional. El contexto actual en Catalunya cree que les beneficia, pero prefiere desmarcarse de otro movimiento que, desde la manifestación del pasado 11 de septiembre, se ha establecido como referencia en este ámbito: la Asamblea Nacional Catalana. “Podemos coexistir con la ANC y agradecemos su labor porque vamos detrás del túnel que han cavado. Aunque no hemos mantenido relaciones de cúpula a cúpula, gente de base de esta organización ya se han adherido al proceso. Pero a diferencia de ellos, no sólo nos importa ser o no un Estado independiente. Queremos que este nueve estado rompa con todo lo establecido anteriormente”.
“Como más pequeño y cercano sea el Gobierno, mejor… Lo que se pueda decidir a nivel local, que no se decida a un nivel mayor” La apuesta, a tenor de las realidades que ha ido conociendo estos últimos meses, está dando sus frutos: “¿Primero la independencia y luego ya veremos? ¿Cómo? ¿Cuándo? Nuestro proceso es estratégico porque permite recoger distintas sensibilidades. El que ve en este proceso una herramienta para mejorar la sociedad nos apoyará aunque tenga más reticencias a separarse de España. Y el que ya es independentista, pero le asusta algo más el manifiesto, lo hará por convicción nacional”. De hecho, la propia Forcades tiene una visión de la independencia bastante alejada de los patrones y estereotipos clásicos: “Si yo estuviera en un país con mayor justicia social, igualmente trabajaría por la independencia. En el mundo, como más pequeño y cercano sea el Gobierno mejor. Es algo que llamo globalización uniformadora porque evita el nacionalismo cerrado. Incluso apostaría por los municipios libres. Lo que se pueda decidir a nivel local que no se decida a un nivel mayor”, pregona.
Forcades augura un recorrido creciente al proceso constituyente: “Sigo pensando que llegaremos a las 100.000 adhesiones antes de que termine el año. Y Catalunya tiene 924 pueblos, así que imagina los muchos que quedan por visitar. Los que tienen experiencia política nos dicen que el impacto de nuestro arranque no ha estado nada mal”. Sin embargo, también considera que este proyecto no puede enrocarse en el tiempo porque “no lo hay”. “La situación es de emergencia y el cambio que buscamos debe ser para hoy. Luchamos contra un sistema extremadamente violento que exige una revolución continuada”, advierte. “Haremos la revolución y después la volveremos a hacer”, una frase a la que suele recurrir a menudo y que vuelve a citar con entusiasmo. Lo justifica: “La pasividad política nos obliga a activarnos. No volvamos a caer en las mismas trampas. Si logramos dotarnos de estructuras reales y efectivas, no nos pongamos luego a dormir. Creemos consejos de decisión ciudadana, herramientas para estar siempre despiertos”.
Justamente los ciudadanos tendrán la oportunidad hoy de conocer parte de esta estrategia. En una jornada que responde al nombre de “Diálogos Múltiples”, el Colegio barcelonés de La Salle Bonanova se convertirá durante todo el día en “un espacio dinámico donde lanzar alternativas, madurar ideas y confrontar opiniones y visiones distintas” a través de 250 diálogos repartidos entre los diez puntos del manifiesto. “No pretendemos llegar a conclusiones. Será un espacio de libertad para escuchar y ser escuchado en el que empezar a sentar las bases de algo nuevo que, sin saber exactamente qué ni cómo será, sí tengo la certeza que será mejor que lo que tenemos”, remata.
Cuestión de fe. O de rebeldía.

El ataque de la Troika a los convenios colectivos y a los sindicatos Vicenç Navarro, catedrático de ciencias políticas y sociales

Sistema Digital
Estamos viendo hoy en España los efectos de la campaña de la Troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) contra los convenios colectivos que garantizaban toda una serie de derechos a los trabajadores de los países de la Unión Europea. En realidad, leyendo los documentos de la Troika sorprende la franqueza con que se han estado expresando en sus recomendaciones sobre este tema. Por regla general, sus recomendaciones suelen presentarse con un lenguaje tecnicista que intenta dar un tono científico a su análisis, claramente ideológico, y a sus propuestas, auténticamente reaccionarias.
No así en sus recomendaciones sobre los cambios que proponen en los convenios colectivos, tanto a nivel nacional como europeo. Puesto que creen que han mostrado la necesidad de llevar a cabo las políticas de recortes y las bajadas de salarios, asumen que la condición que se necesita para llevarlas a cabo es el debilitamiento de los sindicatos y de los convenios colectivos. Y así lo dicen, sin ninguna cortapisa. Por cierto, aprovecho para aclarar que no es cierto que el FMI haya cambiado su postura sobre la necesidad de llevarlas a cabo. Lo que sí ha cambiado el FMI es la velocidad con que deben llevarse a cabo, dando más tiempo a su implementación. Para conseguir el debilitamiento de los sindicatos y de los convenios colectivos, la Troika ha recomendado:
la descentralización de los convenios colectivos, forzando que pasen del nivel nacional al nivel lo más local posible (argumentando explícitamente que ello permitirá unos salarios más bajos);
la reducción de los convenios colectivos, tanto su extensión como su cobertura, dando trato diferencial a aquellos trabajadores que están cubiertos por los convenios colectivos frente a los que no lo están, siguiendo el modelo estadounidense, que ha tenido un impacto devastador en la defensa de todos los trabajadores;
la limitación del poder de los sindicatos, eliminando su capacidad de determinar los salarios.
Tengo que admitir que, ya en su día, en 2012, tuve que leer dos veces el último informe del Directorio General de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión Europea (Labour Market Developments in Europe 2012. Comisión Europea 2012:104) por la franqueza y brutalidad de sus recomendaciones. Leyéndolo, uno puede ver que las fuerzas conservadoras y neoliberales se sienten suficientemente poderosas como para poder exigir (sin ningún disimulo) el ataque más frontal a los instrumentos del mundo del trabajo que haya existido en Europa desde la II Guerra Mundial. La única justificación es que (en contra de toda la evidencia científica que existe) este debilitamiento de los sindicatos creará puestos de trabajo, asumiendo erróneamente que a mayor facilidad de despedir, mayor es la creación de empleo.
Esta presión de la Troika ha sido recibida con gran agrado por las fuerzas conservadoras y neoliberales que gobiernan España, incluyendo la mayoría de sus autonomías. Y hoy estamos viendo sus resultados. El número de trabajadores que no tiene o no está protegido por convenios colectivos ha aumentado geométricamente, constituyendo el mayor ataque a la clase trabajadora de este país y a sus instrumentos, como los sindicatos. Es la guerra de clases unilateral que la clase corporativa (The Corporate Class, como se llama en EEUU) está imponiendo brutalmente a nuestra población trabajadora.
Son muchas las consecuencias de ese hecho, pero una de especial impacto es el incremento de la recesión, pues la reducción de los salarios contribuye a reforzar el enorme problema de falta de demanda que la economía española está sufriendo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.