FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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viernes, 12 de abril de 2013

Costumbre antidemocrática Pedro Serrano Martínez

Enviado a la página web de Redes Cristianas
La costumbre del señor Rajoy de comparecer lo menos posible ante los medios de comunicación y, en ocasiones, hacerlo a través de una pantalla de televisión nos deja a todos los demócratas estupefactos. Mariano Rajoy da pocas explicaciones a los ciudadanos y, cuando lo hace, lo hace de forma poco democrática. A mí me comienza a preocupar este comportamiento huidizo y cobarde del principal representante de los ciudadanos. ¿Por qué teme el señor Rajoy a la voz del pueblo, es decir a la prensa? ¿A qué o de qué tiene miedo nuestro Presidente silente?
Habrá que recordarle a nuestro esquivo y solapado primer ministro que alcanzar la presidencia del Gobierno, democráticamente y por amplia mayoría, no basta para representar con credibilidad y respeto a los ciudadanos. Habrá que recordarle que la legitimidad democrática no se gana solo con unas elecciones, sino que hay conquistarla día a día siendo trasparente, dando explicaciones de lo que los ciudadanos tenemos derecho a saber, escuchando los problemas de la gente y, por supuesto, dando solución a los mismos.
Valladolid

JOSÉ ANTONIO PAGOLA 14 ABRIL 2013


Entre nosotros, quizás nadie ha confesado con tanta firmeza y rotundidad su perfecto agnosticismo como alguien que dijo: «Yo vivo perfectamente en la finitud y no necesito más».
La actitud de esta persona puede resultar fuertemente escandalosa a más de un creyente poco acostumbrado a escuchar de cerca la confesión de un ateo. Y, sin embargo, es fácil que muchos «cristianos», aun sin atreverse a confesarlo explícitamente, se sientan identificados con sus palabras.
¿Por qué plantearse tantas cuestiones sobre Dios y la otra vida? Lo importante es aprender a aceptar con realismo esta vida sin «echar de menos a Dios» ni soñar con la vida del más allá.
Hablar de «resurrección» es síntoma de un infantilismo propio de quien vive todavía en un estadio pre-científico. Lo más sensato es despreocuparse de la otra vida. Sólo existe lo que tenemos ante nuestros ojos. No hay más. Debemos aprender a vivir y a perecer sin refugiarnos en ilusiones de pervivencia y resurrección.(LEER EL EVANGELIO)
La postura de este agnóstico, ¿no resulta demasiado segura y satisfecha para ofrecernos la verdadera clave de la suerte misteriosa que nos está reservada a los hombres?
¿Es ésta la postura «más sensata», o la resignación de quien se rinde ante lo inevitable, mientras en su interior todo es protesta? Sin duda, este mundo finito tiene un sentido válido y verdadero. Tiene sentido el amor de unos esposos, el nacimiento de unos hijos, el trabajo por una humanidad nueva, la lucha por unos tiempos mejores.
Pero la verdad de las cosas finitas sólo se ve desde su final. Y si un día todo va a perecer, surgen en nosotros preguntas que nos impiden vivir y morir con seguridad y satisfacción.
¿Por qué la vida, la fuerza y la salud tienen que caminar inevitablemente hacia su final? ¿Por qué el asesino tiene que triunfar sobre la víctima? ¿Cómo se puede hacer verdadera justicia a quienes a lo largo de la historia han muerto por defenderla? ¿Qué sentido tiene la vida infrahumana de los menos privilegiados de nuestra sociedad?
Los cristianos creemos que la vida del hombre, sin el horizonte de Cristo resucitado es «trabajar de noche sin lograr pescar nada definitivo».
Pero la noche tiene un amanecer. En medio del mar nos esforzamos por vislumbrar la orilla donde Alguien nos espera. A tientas, pero con fe, confiamos el futuro último de nuestra historia al Dios que ha resucitado a Jesucristo.

¿Cárceles todavía? José Arregui, teólogo

Hace más de dos siglos desde que se instauró el actual sistema carcelario y, aunque las cárceles de hoy no sean las de hace doscientos años ni las de hace 50, salta a la vista que no ha cumplido sus objetivos. Espero que antes de otros dos siglos, la humanidad se avergüence de nuestras cárceles. Si fuera verdad que sirven para lo que se dice que sirven –para prevenir, disuadir y reinsertar–, hace tiempo que debían haber desaparecido, o al menos disminuido, pues habrían desaparecido los criminales, o disminuido cuando menos. Pero los criminales no solo no han desaparecido y ni siquiera disminuido, sino que han aumentado (y eso sin contar los delincuentes de guante blanco, pues éstos, como se sabe, casi nunca van a la cárcel). Si después de dos siglos, las cárceles siguen aumentando y ni aun así dan abasto, es que han fracasado. Hay que pensar en otra cosa.
A no ser que… a no ser que la cárcel sirva, no para lo que se dice que ha de servir (para prevenir el crimen y resocializar al criminal: eso queda muy bien en la Constitución y en el Código Penal), sino para otro fin inconfesable: para castigar y vengar. Me temo que la venganza y el castigo están volviendo a ser el fin real, aunque no reconocido. ¿Cómo, si no, ministros de justicia y dirigentes de partidos proponen sin pudor prolongar la pena, hasta la “prisión permanente revisable”? Fomentan el peor de los instintos humanos: la venganza. Degradan a la sociedad a la que deberían servir. Se degradan a sí mismos. Y es posible que crean en Dios y se llamen cristianos.
Firmante habitual de las campañas de Avaaz, hace unas semanas recibí un mensaje que invitaba a firmar una propuesta de reforma legal para que los corruptos vayan a prisión: “Corruptos entre rejas. Reforma penal YA!”. No firmé. Si alguien, son los políticos y los empresarios corruptos quienes deberían ir a la cárcel, pero no quiero la cárcel tampoco para ellos. Que sepamos toda la verdad, sí, y que devuelvan con creces lo robado, y que se tomen todas las medidas necesarias para que no vuelvan a robar, pero que no tengan que vivir entre rejas, que ya tenemos bastantes. Si hay garantías de que ya no van a robar, no es necesario que vayan a la cárcel, y porque vayan a la cárcel no tendremos mejores garantías de que no volverán a robar. ¿Quién gana algo con que también ellos padezcan la desdicha, el desprecio, el miedo, el olor de la angustia, la inhumanidad que reinan en la cárcel?
Hacemos volar con orgullo costosísimos aviones sin piloto capaces de bombardear y matar con precisión allí donde interesa a los poderosos, pero aún no somos capaces de curar las heridas ocultas que han llevado a un violador a violar, a un asesino a matar, a un maltratador a maltratar, a un ladrón a robar. La cárcel me parece una de las señales más evidentes y graves de nuestro fracaso colectivo, un fracaso bien caro por cierto en estos tiempos de déficits y ajustes. La cárcel no consigue prevenir los delitos ni recuperar al delincuente. Mirad las estadísticas. La cárcel no hace más que aumentar el dolor humano. Al daño infligido por el malhechor, le añadimos el daño padecido por él. “He sido enviado a proclamar la liberación a los cautivos”, dijo Jesús de Nazaret. Y también: “Lo que hicisteis con los presos conmigo lo hicisteis”.
A esto llamarán buenismo. Pero no propongo dejar libres a todos los corruptos, violadores, maltratadores y asesinos. Sus víctimas son sin duda los primeros a los que hay que salvar. Pero también a los victimarios hemos de querer salvar, si es que nos queda todavía sensibilidad en las entrañas. Propongo que inventemos otra cárcel muy distinta u otros medios mejores para evitar que los malhechores sigan haciendo daño, pues salta a la vista que la cárcel tal como funciona no lo logra. Y si es el deseo de venganza y la lógica del castigo lo que secretamente nos guía, propongo que llamemos a las cosas por su nombre.
Si esto te parece buenismo, déjame que te pregunte: tú que deseas que el criminal se pudra en la cárcel, ¿te crees realmente mejor que ese criminal? ¿Estás seguro de que tú habrías obrado mejor que él si hubieras tenido su historia y te hallaras en su lugar? Y si el asesino, violador o ladrón fuera tu hijo, ¿qué querrías para él? Y si tú mismo fueras ese asesino, violador o ladrón, ¿qué querrías para ti? Pues ése es el norma de la humanidad, ni más ni menos. O el camino de la divinidad.

Leonardo Boff: “Con el nuevo papa no habrá olor a altares, sino olor a pueblo” José Meléndez (San José de Costa Rica)

El emblemático teólogo de la liberación asegura que Francisco será un renovador tras dos pontificados que califica de “fundamentalistas”
Con el papa Francisco “no habrá nada de olor de altares ni de palacios, sino olor a pueblo”. Así lo afirma el exsacerdote franciscano brasileño Leonardo Boff, un referente mundial de la teología de la liberación, quien no duda en acusar a Benedicto XVI- hoy papa emérito tras renunciar en febrero pasado- de “exterminar” más de 50 años de ecumenismo.
Genésio Darci Boff -Leonardo es su seudónimo-, de 74 años, colgó la sotana en 1992, sofocado por las intensas presiones del Vaticano para silenciarle por su insistencia de difundir la teología de la liberación y su opción preferencial por los pobres, y se retiró de la Orden de los Frailes Menores o franciscanos donde su premisa esencial había sido “hambre de Dios sí, hambre de pan no”.
Desde San José de Costa Rica, a donde ha viajado para una visita académica de una semana, el teólogo asegura a EL PAíS que la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio es un elemento renovador, después de los papados de Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI (2005-2013), a los que califica de “fundamentalistas”.
Pregunta. ¿Por qué es optimista frente al futuro de la Iglesia Católica con el nuevo papa?
Respuesta. Porque venimos de una tradición de dos papas muy conservadores. En cierta manera, el cardenal (Joseph) Ratzinger en la última fase de su papado era fundamentalista y claramente fundamentalista. Un papa que descabezó a más de 100 teólogos, altamente represivo, controlador de las doctrinas y sin ningún sentido de carisma, de pueblo, de pastor. Venimos de una tradición que no producía esperanza, más bien miedo, preocupación. La teología no producía prácticamente nada porque era muy vigilada.
Ahora viene uno que es pastor, que dice que lo importante es la opción por los pobres, la justicia social, disminuir las desigualdades, cuidar de la tierra que está amenazada, se pone en medio del pueblo y viene con un mensaje muy claro a los sacerdotes. Los sacerdotes tienen que ser servidores del pueblo, con olor de ovejas. Nada de olor de altares ni de palacios. Sino olor de pueblo. Ha dado señales de que algo va a ser diferente.
P. En 2006, el sacerdote jesuita español Jon Sobrino fue castigado por Benedicto XVI porque supuestamente en sus libros falseó la figura de Jesús y exaltó su humanidad por encima de su divinidad. Roma le prohibió enseñar en instituciones católicas y publicar libros sin previa autorización eclesiástica. Sobrino fue olor de pueblo y no de palacio, pero le castigaron.
R. La reprimenda a Sobrino (se durante casi un año) fue tan dura que entre los teólogos más serios de Roma y de muchos obispos y cardenales encontró grandes críticas. Ratzinger retiró después gran parte de las penas que se le impusieron: le permitieron seguir trabajando, escribiendo y ahora estuvo en Brasil dando charlas. El profesor más importante de cristología de Roma escribió un análisis de la condena a Sobrino, mostrando que era una injusticia intolerable. Roma tuvo miedo y tuvo que retroceder, pero con otros fue implacable, fue cruel y sin piedad, y especialmente con un español, José María Castillo, de Granada, uno de los más brillantes teólogos españoles. Le han silenciado, le han prohibido hablar, escribir, sin darle ninguna razón, sin condenar ningún libro. Simplemente es un castigo personal. Y él casi se desesperó, porque cada uno tiene derecho a saber de dónde viene el golpe. Y ni eso le han querido dejar saber.

P. ¿Podrá el papa Francisco enfrentarse solo a los grandes poderes de este mundo que están incluso insertados en el Vaticano y arremeter esta misión?
R. Yo creo que solo, no, porque el Vaticano, el papa y los vicarías son verdaderos ministerios. Es un cuerpo de dirección que el papa va a elegir y con el cual va a gobernar la Iglesia. Él ya anunció que va a presidir en la Caridad. El otro [Ratzinger], no: decidió mandar bajo el derecho canónico de una monarquía absolutista con plenos poderes que alejaba todas las demás iglesias y exterminó 50 años de ecumenismo. Ratzinger lleva esa sombra en su biografía, negando el título de Iglesia a todas las demás iglesias y [diciendo] que tienen elementos eclesiales pero no son iglesias, que Iglesia solo es la Iglesia Católica. Pero Francisco, no.

P. ¿Qué diferencias ha marcado con respecto a su predecesor?
R. Primero, no se presentó como papa, se presentó como Obispo de Roma. Eso recupera la tradición del Primer Milenio, donde Roma -porque allí están enterrados Pedro y Pablo- tenía la presidencia de la caridad sobre las iglesias. Y Francisco recupera esa tradición. Cuando habla de Ratzinger y pide oraciones, no dice “vamos a rezar por el papa emérito”. No. Dice: “Vamos a rezar por el Obispo de Roma emérito”. De cierta manera lo rebajó al sentido verdadero, teológico, de que él no pasa de Obispo de Roma y accidentalmente es papa. Porque en el Obispo de Roma cabe el animar las demás iglesias y no está por encima de ellas.
Hay ahí dimensiones teológicas en las que se ve que, como teólogo y jesuita, conoce bien la historia de la Iglesia y sabe utilizar los términos para decir que ahora será un gobierno más colegiado. Y ahí hay dos instrumentos que creó el Concilio Vaticano II (196-1965) y fueron totalmente arrasados. Primero, la colegialidad de los obispos, que son las conferencias continentales con las nacionales para juntos definir su camino. Y en segundo lugar, el Sínodo de los Obispos que, servía para gobernar la Iglesia. Pero (con Ratzinger) fueron reunidos cada tres años como instancia consultiva sin ningún poder de decisión. Y creo que Francisco va a activar eso, que ya está decidido desde el Concilio Vaticano II.

Burgos P. Aramburu: Fiesta de “La Unión”

Burgos P. Aramburu: Fiesta de “La Unión”

OLYMPUS DIGITAL CAMERALa asociación de antiguos alumnos, celebramos nuestra fiesta de “La Unión” el domingo 7 de abril con gran asistencia de socios.
En la Eucaristía las ofrendas fueron: Un libro de D. Bosco: conozcamos a D. Bosco para actuar como él actuó. Para tener sentido de iglesia como él tuvo. Para entender a los jóvenes como él los entendió.  Cuadro de D. Bosco: Padre y Patriarca de tantos grupos de la Familia Salesiana. Maestro en el obrar y guía y protector en nuestro caminar por la vida. Carta de Identidad: imposible apreciar lo que no se conoce.  D. Bosco nos quiere unidos a los otros grupos de la Familia  Salesiana. Abiertos para dar y recibir. Saber apreciar, alegres y felices por compartir con otros la misma misión de D. Bosco.
Tanto el Celebrante como el Presidente Regional,  hicieron y profundizaron en el sentido de la “Unión”. Unidos más allá, unidos con otros muchos más, unidos seremos más familia, sumaremos y haremos más.
Hay sobrados  motivos para celebrar “La Unión”  con los otros grupos.  D. Bosco nos quiere resucitados con capacidad para el  cambio de mentalidad.
Con buena mesa y alegre sobremesa, acabamos un  día feliz por ser de D. Bosco.
F. Pintor

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