Religión Digital
PAGINA OFICIAL DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Aula Social don Bosco
En el mundo de las máscaras y las mentiras todo se trastoca. Los victimarios tratan de arroparse como víctimas. Los embusteros se erigen en paladines de la verdad. Los cínicos se presentan como estandartes de la decencia.
“Israel” y Estados Unidos se escandalizan por los dichos contundentes de Lula y Petro; la jauría de Miami tilda de extremista al militar estadounidense que se quitó la vida en solidaridad con el pueblo palestino; el joven documentalista israelí ganador del Berlinale con su retrato de la tragedia en Cisjordania denuncia amenazas de muerte de la derecha sionista contra él y su familia, mientras el ministro de Justicia de Alemania acusa a los organizadores del famoso festival de cine de antisemitismo y amenaza con consecuencias legales.
Pero entre tanta hipocresía y falsedad, hay golpes que estremecen como puños. La masacre cometida ayer por el ejército israelí contra mujeres y hombres desesperados de hambre y sufrimiento es la más gráfica y dramática demostración del genocidio que se comete contra el pueblo palestino, del carácter asesino del gobierno israelí, de la desvergüenza política de Estados Unidos y de las principales potencias europeas y de la desfachatada complicidad de una buena parte de los principales medios de comunicación occidentales, incapaces de nombrar las cosas tal cual son en aquel dantesco escenario.
Es GENOCIDIO. No hay otro nombre para el asesinato a mansalva de miles de niños y mujeres; para el bloqueo de ayuda humanitaria que ha provocado la muerte por hambre ayer mismo de siete pequeños infantes y la desesperación de más de un millón de personas reconcentrados en la bombardeada ciudad de Rafah; para la aniquilación selectiva de médicos y periodistas, para las imágenes virales en redes sociales de las burlasde los soldados israelíes por los bombazos y la destrucción en Gaza o por los vejámenes que cometen contra el pueblo palestino.
Ante tanto odio, sólo la solidaridad y el humanismo, la denuncia y la condena pueden cambiar el curso de los acontecimientos. Este 2 de marzo, el mundo dará una respuesta de paz y de fuerza moral a los genocidas y sus cómplices. Palestina Libre será un grito que se multiplique por millones en todos los rincones del planeta.
Randy Alonso / Periodista
Religión Digital
Destruiré este templo construido por intereses humanos en 3 días construirá otro (Dom 3 Cuar, Jn 2, 23-15)
Tras entrar en Jerusalén, para iniciar el reino de Dios, Jesús quiso limpiar la religión, esto es, el Templo, expulsando a los ladrones o negociantes que allí se habían establecido. No lo digo yo, no me hubiera atrevido, lo dice el evangelio de este domingo del 3.3.2024.
Tres fueron las tentaciones de Jesús según Mt 4 y Lc 4 (dinero, poder y “falso milagro” del templo). Las tres se condensan aquí en el templo, que Jesús “purifica” (quiere destruir/cambiar) antes de comenzar su ministerio
Los sinópticos (siguiendo a Marcos 11, 15-17) sitúan la purificación del templo al final del ministerio mesiánico de Jesús, como principio de su pasión y muerte. Por el contrario, retomando el mismo material de Marcos, Jn 2, 14-16 sitúa la purificación al comienzo del ministerio de Jesús. Sólo tras haberlo “limpiado” puede iniciar su tarea de revelación de del misterio de Dios. Como he dicho, el tema de fondo es el mismo, pero las comparaciones básicas son algo distintas, aunque complementarias.
Dos evangelios, una experiencia de fondo
Marcos. “Llegaron a Jerusalén y entrando en el templo comenzó a expulsar a los que vendían y compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían las palomas, y no consentía que nadie pasase por el templo llevando cosas. Luego se puso a enseñar diciéndoles: ¿No está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en cueva de bandidos/ladrones” (Mc 11, 15-18).
Juan: “Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quitad esto de aquí; no convirtáis la casa de mi Padre en un Oikos emporiou (casa, emporio o centro de negocios)” (Jn 2, 14-17).
Marcos, cueva de bandidos
Su comparación de fondo (el templo/iglesia es una cueva de ladrones económicos o bandidos políticos, pues ambas cosas significa lestes) viene de Mc 15, 17, que la toma de Jer 7, 11. Según ella, el templo/religión es una cueva/guarida de ladrones económicos y/o bandidos político-sacerdotales (lêstôn), que emplean su poder y religión para robar con violencia y guardar (justificar) así lo robado.
El profeta Jeremías utilizó esa expresión en torno al 600 a.C., cuando Nabucodonosor rey de Babel (actual Irak) se creía justificado por Dios para conquistar/robar medio mundo, haciéndose llamar “civilizador”, enviado del Dios Marduk. Pues bien, a juicio de Jeremías, los sacerdotes/ricos de Jerusalén seguían en el fondo la misma política/religión de Nabucodonosor, justificando sus robos con el templo. Como nuevo Jeremías habla y sufre Jesús por criticar el poder/opresión del templo.
Juan, casa de negocios, emporio económico
Interpreta la “cueva de bandidos” (lenguaje profético de Marcos), en forma de centro comercial, oikos emporiou, un gran centro comercial. De esa forma ha pasado del lenguaje de reyes/bandidos militares y de templos ligados a esos reyes al lenguaje “comercial” de fenicios y griegos que, en vez de robar haciendo guerras de conquista con soldados, crearon “emporios” o colonias comerciales, a lo largo y a lo ancho del Mediterráneo y del mundo occidental, enriqueciéndose a costa de los pobres. Todavía actualmente, una antigua ciudad comercial de los griegos, ubicada en Cataluña/España se llama, se llama Ampurias” o el emporio.
Pues bien, conforme a la visión de Jesús, según el evangelio de Juan, el templo de Jerusalén se había convertido en un emporio, centro o casa comercial al servicio de los ricos (conforme a la nueva economía de mercado griegos. Este es el tema de fondo del evangelio de este domingo 3.3.24 (3º de Cuaresma) que comentaré en lo que sigue, comparando la visión de Marcos y la de Juan, teniendo a fondo las dos expresiones: Cueva de ladrones, casa de negocios. Para los evangelistas ambas cosas son en el fondo lo mismo.
Tema de fondo de la "conversión" o cambio de la iglesia
Son muy importantes otros temas: los vinculados al “sexo pervertido” (posible pederastia, poca madurez afectiva de algunos cristianos, clérigos o laicos…), los del tema de la autoridad (discusiones sobre el sínodo de la iglesia alemana o de las iglesias del mundo entero, con violencias y opresiones de diverso tipo… Pero el evangelio de este domingo, que sigue al anterior de la transformación/transfiguración del Tabor, se centra en el dinero. La transformación de la iglesia empieza por lo económico: Echar de la iglesia a los ladrones de la cueva, convertir la casa/emporio de economía en lugar de comunión y servicio mutuo en amor.
El tema de fondo del templo (y actualmente de la iglesia cristiana) sigue siendo el dinero, con el poder/bandidaje que ello implica. El Papa Francisco y otros líderes eclesiales están consiguiendo cambios importantes en una línea de transformación sinodal de la iglesia, pero se les hace casi imposible el tema de la “conversión económica”, vinculada a la conversión ecológica y a la creación de una hermandad/fraternidad de “pobres”.
Conforme al lenguaje de la iglesia, desde el AT, el tema no consiste en no tener, sino en tener compartiendo, poniendo pobreza y/o dinero al servicio de la fraternidad.
Marcos de nuevo, nuevo de Bandidos
Según Marcos los responsables del templo lo han convertido en “cueva de ladrones”(spelaion lêstôn: cf. Jer 7, 11), un lugar para robar al pueblo fiel, en nombre de Dios, con medios de bandidaje anti-legal (engañando, robando, matando) o con medios de bandidaje aparentemente legal, propio de reyes y dirigentes políticos (en aquel entorno de Jer 7, donde los que robaban eran precisamente reyes nobles del pueblo). Ese es el modelo más oriental de los imperios ladrones, que estaban conquistando y robando a lo grande, es decir, en aquel tiempo (en torno al 600 a.C. los babilonios).
Pues bien, Jeremías dice a los sacerdotes de Jerusalén y “nobles” de Jerusalén que están haciendo lo mismo que los ladrones del imperio de los babilonios, que conquistan el mundo para apoderarse de sus riquezas.
En el fondo, los sacerdotes del templo de Jerusalén (en tiempo de Jesús, en nuestro tiempo) corren el riesgo de convertir el gran templo, la gran iglesia, en una sucursal de los bandidos político/militares, con la diferencia de que lo hacen en nombre del Dios de Israel o del Dios de Jesucristo El tema de fondo del templo de Jerusalén en el evangelio de Marcos sigue siendo este maridaje entre religión y dinero injusto (dinero de bandidos), puesto al servicio de una religión de engaño.
Juan. El modelo de la Casa de Comercio
Según Juan, los sacerdotes han convertido la Casa de su Padre en centro de negocios (oikos emporiou, casa de comerciantes). De esa forma pasa del modelo del imperio-ladrón de oriente (Babilonia) a la terminología de un comercio colonial, conforme al esquema de los fenicios y griegos que habían creado “colonias” a lo ancho del Mar Mediterráneo para “cambiar mercancías con ventaja”, para así enriquecerse, sin necesidad de mantener grandes tropas imperiales, que eran caras.
Por oro fueron muchos hispanos, anglosajones, holandeses, alemanes y rusos por el mundo entero, diciendo que iban a evangelizar o civilizar a los salvajes… pero de hecho buscando dineros o comercio al servicio de la metrópoli.
El evangelio de Juan utiliza una terminología comercial moderna, empleada también por el Evangelio de Tomás 64). Según esa terminología, los soldados/bandidos de Marcos (cueva de ladrones, que roban que roban pero no sabe negociar, sino que meten lo robado en una cueva) se convierten en agentes comerciales, en directores económicos de emporio (que van por ahí sin robar a mano armada, pero están protegidos por ejércitos militares, legisladores y jueces de diverso tipo…). Este cambio de la imagen “cueva de bandidos” a “casa de negocios” se impone en la iglesia de occidente a partir del siglo XII d.C., cuando la iglesia aparece (con ciertos banqueros judíos, florentinos, renanos o flamencos como creadora de un tipo de economía capitalista.
Conforme a su lógica de gratuidad (de Reino), Jesús ha subido Jesús al templo de Jerusalén, para culminar su obra, que en este contexto tiene sentido destructor. No se limita a purificarlo o reformarlo un poco, condenando sus excesos, para que volviera a estar limpio, como siempre debió hallarse, sino que anuncia y expresa simbólicamente su ruina (como hizo al presentar en este contexto signo de la higuera): ¡Qué nadie coma nunca más de sus frutos! (cf. Mc 11, 14).
‒Expulsa a vendedores y compradores de animales para los sacrificios…( Mc 11,15b). De esa forma hace imposible todo el ejercicio de los sacrificios de animales, fundados en la compra y ofrecimiento de animales a Dios. Según eso, Jesús ha «expulsado» del templo (es decir, de lo sagrado) a los poderes económicos que lo controlan
‒Derriba las mesas de cambistas de dinero y de los vendedores de palomas (Mc 11,15c). No se limita a expulsar a los vendedores, sino que derriba ese centro material del templo que es la mesa de los cambios, el banco de la economía y de la venta de palomas. Ése es un gesto simbólico: Como derriba Jesús estas mesas, vendrá a derrumbarse en el suelo el edificio «sagrado» del templo.
- Jesús no deja que pasen por el templo con utensilios de compra-venta y de servicios materiales… Jesús impide así que el templo tenga otras funciones sociales de transformación económica o laboral. Quiere que el templo (la religión) sea espacio de encuentro humano, de comunicación personal.
-Jesús quiere que el templo sea casa de encuentro (de oración) entre todas las naciones: Espacio y camino de comunión con Dios y de diálogo entre los hombres y mujeres, sin intermediarios sacerdotales (es decir, sin funcionarios de lo sagrado).
Tema actual. Tres conversiones del templo
1.-Conversión económica, un templo-iglesia que no sea cueva de bandidos ni emporio económico. El templo de Jerusalén constituía el centro mercantil del pueblo israelita, que se había comprometido a mantener sus instituciones y su culto, al menos tras la “restauración” del exilio (año 525 a. C.) y las reformas de Esdras y Nehemías (cf. Neh 10, 2-39). El templo así entendido ejercía funciones económicas que podían ayudar al pueblo… pero se terminó convirtiendo en cueva de bandidos/emporio de ricos. Sin un cambio radical en este campo no ser puede hablar de conversión cristiana. No se trata de expulsar del templo a los bandidos/bandidos, sino a los “arribistas económicos”. En eso estamos, en eso quiere estar en Roma en Papa Francisco, en su forma actual de administración, ese cambio/conversión que quiso Jesús se le está (se nos está) resistiendo. Hay tarea para muchas cuaresmas.
2.-Conversión política. En un plano, los judíos habían separado religión y vida social, de tal forma que podían conservar su propia identidad religiosa y su culto mientras que el orden político quedaba bajo el Imperio. En esa línea, Jesús dijodad a Dios lo que es Dios, devolver al Cesar lo que es del César…Pero de hecho las grandes iglesias se han aliado con los políticos… En Europa Occidental el gran cambio jurídico se dio hace 800 años, en el concordato de Worms (1222) y después en la revolución francesa, con la separación de la iglesia y el poder político…
Pero el tema sigue pendiente. Un tipo de “derecha política” (perdónese la expresión) quiere mantener el poder utilizando a la iglesia (y a la inversa, un tipo de iglesia se apoya en la derecha)… En otra línea ha existido y existe un tipo de izquierda que quiere tomar el poder religioso, desde los celotas/sicarios del tiempo de Jesús. No parece que haya solución hasta que se supere un tipo de poder de imposición social, económica y religiosa. No se trata de cambiar el poder, sino de superarlo, no se trata de tomar el poder, sino de transformarlo en gratuidad-servicio. Hay tema largo para superar un tipo de iglesia-emporio económico, para convertirla mercado gratuito de intercambio de vida. Convertir el mercado monetario en “merced”-regalo de vida. Por andaba Jesús al expulsar a los imperiales/comerciantes de emporio. Le quedan algunos por expulsar, del Vaticano y de sus alrededores, no sólo católicos, sino protestantes, ortodoxos y de otras tendencias “cristianas”.
3.-Conversión religiosa, conversión cristiana de iglesia. En tiempos de Jesús, el templo se había convertido en gran edificio de imposición religiosa. Lo mejor que le podía suceder a aquel templo, para bien de la gente, es que fuera destrucción, convertido en “casa de comunión/oración” de todos los pueblos. El templo simbolizaba y expresaba el poder religioso de unos sacerdotes sobre l conjunto del pueblo… Se sigue tratando hoy de superar el poder religioso, convirtiendo la religión verdadera en principio de perdón, fraternidad y libertad. Eso quiso Jesús, por eso le mataron.
‒ Yo destruiré este templo, hecho con manos humanas… (cf. Mc 14, 58). Sin destrucción de un templo construido por “intereses humanos” de poder-dinero-sometimiento no puede haber evangelio. Jesús va en contra de un templo construido por manos humanas, lo mismo que la torre de Babel (cf. Gen 10), un templo construido al servicio como capital externo, signo de pecado. Quizá pudiéramos decir con Esteban (cf. Hech 7, 47-53), que este templo, cerrado en sí mismo, ha sido el “pecado originario” de Israel, pues ha servido para negar la profecía universal y liberadora del mensaje original de Dios.
‒ Y en tres días edificaré otro, no hecho por manos humanas (Mc 14, 58). El templo antiguo era un edificio hecho por intereses humanos (kheiropiêton, cf. Hech 7, 41.48), de forma que más que signo de Dios era un ídolo satánico, en la línea de la “mammona”, el Dios dinero opresor (Mt 6, 24). Frente al “ídolo” de aquellos que quieren encerrar a Dios en sus propias construcciones, al servicio de su seguridad y su poder (se eleva Dios que creará precisamente “humanidad”, a los “tres días”, es decir, en el tiempo de plenitud escatológica del Reino.
Según eso, Jesús proclama y anticipa (pone en marcha) un proceso destructor (quiere derribar la economía del templo) y lo hace con una palabra que ha resultado hiriente para muchos cristianos, hasta el día de hoy. El signo y palabra de Jesús sobre el templo ha sido duro (yo destruiré este templo, yo construiré otro distinto, en tres días, los días de la resurrección…). Él no ha tomado el templo por las armas, ni ha criticado sus sacrificios por inmorales o carentes de legitimidad oficial (como han hecho quizá los de Qumrán), sino que ha dicho y realizado algo que es mucho más fuerte, mostrando que el templo ha perdido su función, pues ha llegado el Reino y no hacen falta sacrificios religiosos de opresión, vinculados al templo.
‒ Jesús vio el templo como patología económico-religiosa, centrada no sólo en el poder de los sacerdotes, no en el dinero del tributo y en los animales que se compran y venden. Poemas y cantos, sacrificios animales y contratos de dinero se elevaban allí, al servicio del orden sagrado y sus poderes opresores, de manera que el mismo templo aparecía como “cueva de bandidos’ (Mc 11, 27), es decir, de ladrones organizados de un modo religioso, creando de esa forma un emporio (un gran centro comercial: Jn 2, 16).
‒ Jesús condenó el culto del templo porque lo entendió como religión de bandidos-sacerdotes, que se valen de Dios y de su culto para oprimir a los pobres, no para amarlos. No lo condenó en nombre de un tipo de barbarie regresiva o de resentimiento contra la autoridad oficial, sino todo lo contrario: desde la belleza más alta del amor del Reino, y sobre todo desde el amor y servicio a los pobres. Lógicamente, por mantener su poder sacral y su economía fundada en el templo, los sacerdotes condenaron a Jesús a muerte.
Las palabras de Jesús sobre la destrucción del templo aparecen como culmen de todo su mensaje. Para que se cumpla su promesa y llegue el Reino debe acabar este tipo de templo, para que viniera a convertirse en lugar de encuentro orante para todos los pueblos, empezando por los pobres, en la línea de Ez 40-48, pero sin restauración sacerdotal (sin un príncipe encargado de mantener el orden sagrado). El templo sería lugar “de los hermanos/amigos pobres” de Dios y de los hermanos. De eso se trata: de construir un espacio, una casa universal de diálogo en amor y en camino de resurrección para todos los pueblos.
Notas
[1] Sobre el sentido y funciones del templo, cf. R. Albertz, Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento I-II, Trotta, Madrid 1999; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Cristiandad, Madrid, 1985. Por mi parte, he desarrollado estos motivos en Comentario de Marcos, VD, Estella 2012.
[2] Desde su misma opción a favor de los expulsados de la sociedad, Jesús ha descubierto el carácter opresor del templo, con su economía de opresión, que se expresa en una mole imponente, una gran maravilla (como las ciudades que se estaban construyendo en Galilea). Pero en esa mole se esconde el sacrificio y muerte de los pobres. En esa línea se sitúa la reflexión de un discípulo de Jesús: «Maestro, mira qué piedras y qué construcciones». Pero Jesús no era piadoso al estilo del templo, ni un esteta que se admira por el lujo externo de los sacrificios, sino un profeta de los pobres.
Xabier Pikaza
Religión Digital
Contesto con gusto a una petición que se me ha hecho, aunque no haré más que repetir cosas dichas ya en otros lugares.
Una acción simbólica
Sobre el episodio de Jesús en el Templo hay tres versiones: la política (una ocupación zelota del Templo) estuvo de moda hace unos 50 años pero es muy improbable: pues al lado mismo del Templo estaba la Torre Antonia donde había siempre una guarnición de soldados romanos vigilando, que hubiese impedido sin dificultad un intento de ocupación por doce hombres desarmados.
La versión económica de corrección de abusos es la más frecuente pero soporta también objeciones serias: los guardianes del Templo eran muy celosos en el cumplimiento de sus normas: recordemos cómo no quisieron aceptar las monedas devueltas por Judas. Por otro lado, el cambio de moneda era necesario: en Palestina existía eso que hoy se llama “dolarización” (entonces sería “denarización): la moneda de uso era el denario romano y la moneda judía solo tenía vigencia en el interior del Templo.
El cambio de moneda era pues necesario. Además, los animales preparados para el sacrificio era casi imposible traerlos de fuera. (Otra cosa es eso de que allá donde va mucha gente, acudan en seguida como moscas los que buscan hacer negocio: dicen que en Lourdes hay incluso burdeles. Será para que algunos puedan consolarse, si la virgen no les ha hecho el milagro que querían…).
La versión teológica es la que me parece más probable: se trató de un verdadero ataque al culto y a la realidad misma del templo, en línea con lo que habían hecho ya varios profetas del Antiguo Testamento. Esto explicaría la pregunta de los judíos por “la autoridad con que haces estas cosas”; pregunta que tendría mucho menos sentido, si se hubiese tratado de una simple corrección de abusos. Explicaría también que todas las alusiones posteriores a este episodio (en el juicio de Jesús ante Caifás, en la ruptura del velo del Templo al morir Jesús, y hasta el martirio de Esteban) hablen siempre de “destruir” el Templo, no de purificarlo.
Una aclaración pedagógica de eso la da el cuarto evangelio en las palabras de Jesús a la samaritana: llega la hora en que no habrá que dar culto aquí o allá, sino “en espíritu y verdad”. Y curiosamente, esta versión parece confirmarse también por las palabras de Jesús para justificar su acción, que a nosotros parecen sugerirnos solo lo de corrección de abusos.
Permítase una información previa sobre la estructura del Tempo y del culto. Dos rectángulos, uno dentro del otro. A los no judíos sólo se les permite la estancia en el primero (y se conservan letreros en griego y latín, amenazando con pena de muerte a todo pagano que penetrara en el rectángulo interior). Ya en este segundo rectángulo nos encontramos con una primera sala, más allá de la cual ya no podían seguir las mujeres (se llamaba por eso “atrio de las mujeres”). La sala siguiente era el punto máximo de acercamiento para los no sacerdotes (“atrio de Israel”). Y a partir de aquí, una escalinata llevaba a otro recinto dividido en dos partes por un velo: el “lugar santo” al que tenían acceso todos los sacerdotes y el lugar santísimo (“santo de los santos”) al que solo podía acceder el sumo sacerdote una vez al año. (NB. Recordemos que, en hebreo, los superlativos se construyen con genitivos: vg: cantar de los cantares = Cantar supremo).
Esta rápida descripción ya permite ver hasta qué punto el culto era una fuente de diferencias entre los seres humanos, y de diferencias sacralizadas que, como suele pasar, se convierten enseguida en ventajas económicas: la casta sacerdotal era la beneficiaria de todos los ingresos (diezmos, beneficios del cambio de moneda o de las ventas de ganado…). Los ciudadanos de Jerusalén disfrutaban de una serie de ventajas de empleo y salarios altos, frente a los del campo que solo se relacionan con el Templo peregrinando a él y pagando diezmos (muchos comentaristas han notado cómo todos los profetas críticos del templo en el Antiguo Testamento, eran campesinos)
Prescindamos de toda la justificación que esto pudo tener entonces como defensa acérrima del monoteísmo y supresión de las idolatrías de aquella época. Lo que nos interesa ahora es contemplar el gesto de Jesús ante esa situación. Como escribí otra vez: las ventas no son combatidas por los abusos a que pudieran dar lugar, sino porque están consagrando todo un montaje que acaba implicando privilegios en nombre de Dios y está consagrando un culto a través de ofrendas y no a través de la justicia. Precisamente por eso Jesús no busca corregirlas sino abolirlas.
Y de la manera cómo explica eso Jesús, tenemos dos versiones diferentes en los sinópticos y en Juan. Pero es curioso que ambas acaban confluyendo en lo que he llamado supresión del Templo por el fin del culto. Los sinópticos realizan una fusión curiosa entre un texto de Isaías y otro de Jeremías: por la misma universalidad de Dios (Isaías), la casa de oración no puede convertirse en morada de ladrones (Jeremías). Ladrones porque toda diferencia injusta entre los hombres implica una forma de robo. Vale la pena leer con más extensión el pasaje de Jeremías a que alude Jesús:
No os creáis seguros con palabras engañosas repitiendo “es el Templo del Señor”… Si enmendáis vuestra conducta, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero ni al huérfano y la viuda, si no derramáis sangre inocente, habitaré con vosotros en este lugar… (Pero) robáis, matáis, adulteráis y luego venís a presentaros en este templo que lleva mi Nombre, y pensáis que estáis a salvo para seguir cometiendo esas abominaciones. ¿Creéis que este Templo que lleva mi Nombre es una cueva de bandidos? Por eso, con este Templo que lleva mi Nombre y en el que confiáis, haré lo mismo que hice con vuestros padres: os arrojaré de mi presencia como hice con la estirpe de Efraín.
La lección parece clara: el único culto que podemos dar a Dios y que nos permitirá sentirnos seguros es el de la justicia. Entonces, la justicia eliminará todas las barreras que había creado el culto, tanto con los de fuera como al interior mismo de Israel. Y la casa de Dios será casa para todas las gentes. O como escribirá san Pablo a una comunidad: “el templo de Dios sois vosotros”
Pues bien: lo que los sinópticos atisban de justicia universal como verdadero culto a Dios y Morada de Dios, Juan lo amplía presentando el verdadero culto a Dios como superación de la división entre lo sagrado y lo profano (una distinción que se convierte también en fuente de injusticia). Para eso recurre Juan a una cita del capítulo 14 de Zacarías. Todo ese capítulo es un anuncio de lo que ocurrirá en “el último día” (expresión que sale más de seis veces): aquel día la casa de Yahvé ya no será “casa de comercio”; lo cual en el gesto de Jesús significa: convertid la casa de mi Padre en casa del último día. Y ese último día se caracteriza por dos cosas: “hasta los gentiles vendrán a Jerusalén” (v. 16) y, suprimida esa división entre judíos y gentiles, “los calderos serán tan santos como las bandejas del altar y se usarán para sacrificar”. Esto hará que no sean necesarios los mercaderes en el templo del Señor (20.21). Juan realiza aquí una de esas “anticipaciones escatológicas” que, según los especialistas, son típicas de su evangelio.
De acuerdo con esta explicación la acción de Jesús en el Templo fue una de esas que hacían los profetas y que los estudiosos llaman “acciones simbólicas”: como cuando Dios ordena a Ezequiel que se coma un libro o a Jeremías que compre una jarra de loza y la rompa en pedazos delante del pueblo.
Y desde aquí puede surgir la reflexión para nosotros.
“Este es el culto que yo quiero” (cf. Is 58.6)
Si como creo, estos son los hechos, se sigue de ahí un campo de conversión cuaresmal muy necesaria, tanto a nivel personal como eclesial o comunitario. Una conversión que podemos definir como supresión o transformación profunda tanto de la idea de culto como de templo. Pasar de la comprensión pagana de esas dos palabras a su comprensión jesuánica y cristiana.
Hay que convencerse radicalmente de que a Dios no podemos nosotros darle nada ni aportarle ningún culto digno de Él. Absolutamente nada. Esto ya lo enseña miles de veces el Primer Testamento. Pero hay algo que sí podemos dar a Dios, porque es una petición suya: el amor y la justicia entre nosotros que brotan de la fraternidad de hijos de un mismo Padre. Este es el verdadero culto que Dios nos pide.
Por supuesto, nosotros necesitamos mucho (y más de lo que creemos) el contacto profundo con Dios en nuestra interioridad. Y para eso pueden ayudarnos determinados espacios o ambientes de silencio, o de paz etc. Como pueden ayudarnos también determinados gestos o palabras o incluso posturas. Pero esa es una necesidad exclusivamente nuestra, no de Dios. Y no podemos proyectársela a Él.
También podemos necesitar los templos como lugares de reunión porque la fe es intrínsecamente comunitaria, pero no porque Dios necesite una morada. Jesús mismo, rodeado de tantas gentes y moviéndose sin parar de un sitio para otro, necesitaba espacios de oración y contacto directo con Dios, como indican muchas veces los evangelios. Pero para ello no se retiraba al Templo: buscaba simplemente ámbitos de soledad, de paz y de silencio, en lugares apartados o en la naturaleza o en las noches etc. Nosotros necesitamos más que él esos pequeños espacios y podemos buscarlos a lo mejor en una pequeña iglesia románica o en una capillita apartada y recogida en algún templo o fuera de cualquier iglesia. Y esto se puede decir tanto a niveles individuales como incluso a niveles comunitarios.
Los Padres de la Iglesia se cansaron de predicar a sus fieles que, mientras buscaban a Dios en los edificios llamados templos, salían luego a la calle, se encontraban con el Dios de Jesús, hambriento o desnudo, enfermo… y pasaban de largo. No sé si los cristianos tendríamos que acostumbrarnos mucho más a buscar el contacto con Dios y la conversión que necesitamos, no en “sanpedros” del vaticano ni en “sagradas familias”, ni en “notredames” (aunque haya que cuidar y reconstruir esas bellezas, pero solo por razones culturales y artísticas, no por razones teológicas), sino más bien en La Cañada real de Madrid, en La mina de Barcelona o el Agostino de Lima o la Guachupita de Santo Domingo… Esos deberían ser nuestros lugares de peregrinación cuaresmal.
Todo esto es un camino y marca la dirección en que debemos ir. Ojalá cada cuaresma nos ayude a dar un paso adelante en este camino de Jesús.
Los veteranos soldados ucranianos no tienen quien les releve en ese frente que ya apenas se mueve, ni quizás moverá. Desde el 2022 siguen comprando en primera línea de combate boletos para una muerte que puede devenir absurda en el futuro. Mientras tanto muchos jóvenes de Kiev no se avezan por el centro de la capital. Quienes ligan por “Tinder” se citan en la periferia. Temen ser introducidos en las impopulares furgonetas de reclutamiento. Se resisten a ser carne de cañón de una guerra que entienden imposible. Saben que Putin no escatimará esfuerzos para salir airoso de ese sangrante conflicto; observan que goza de sobrado arsenal y soldadesca y por lo tanto recorrido bélico. Zelenski por su parte cambia de generales para que le sigan por sus derroteros sin salida. El heroísmo de un día, al no tomar el cómodo y huidizo avión, puede tornar peligrosa obcecación dos años más tarde.
Desde las confortables moquetas de Bruselas es fácil acercar a los micrófonos un discurso belicista, lanzar andanadas en contra de Putin, ¿pero después quién pondrá los cuerpos para una batalla sin fin? Nacerán nuevos Navalnis de parejo arrojo y coraje. El nacional-imperialismo ruso se irá con el tiempo quedando sin su cascada y caduca voz. No cabe duda de que la apuesta por la libertad, la democracia y los derechos humanos es a largo plazo. ¿Cuántos ciudadanos no acercarían sus flores estos días al retrato público de ese valiente mártir de la nueva Rusia?
A veces es preferible no reparar en exceso arriba y seguir trabajando abajo, persuadir en lo sencillo y concreto, intentando implementar en nuestro entorno gestos de buena voluntad, correctas relaciones inspiradas en la cooperación y el amigable compartir. Es muy probable que Trump se convierta a finales de este año en el nuevo inquilino de la Casa Blanca. ¿Se habrá completado así el mapa planetario del desencanto? ¿Se habrán cumplido de esa forma las más pesimistas profecías? ¿Cuando Trump lance de nuevo su discurso presidencial ufano, desconsiderado y megalómano, estará todo perdido? ¿Habremos de mutar de planeta? De ninguna de las formas… Será el momento de considerar que la política grande es sólo una vía más de transformación de la realidad, que hay otras formas sencillas, discretas al tiempo que graduales y efectivas. El otro mundo posible avanza callada y silenciosamente, por más que los resortes de los poderes mundiales, con EEUU, Rusia y China a la cabeza, vayan a quedar en manos de fuerzas oscuras, de los agentes de la insolidaridad, el desprecio a los derechos humanos, el desdén por la Madre Tierra, a menudo incluso de la violencia arbitraria, la mentira y el engaño.
Ya en el invierno más crudo, ya en el nuestro más suave, caducó la hora de luchar entre humanos, de partir a frentes de cualquier índole. Nuestra sencilla existencia puede devenir un ensayo de lo nuevo; puede sumar al apuntalamiento sobre otras bases, sobre valores firmes, de un futuro más prometedor. Los jóvenes ucranianos no hacen más por el futuro de su nación partiendo a matar y morir por unos eventuales metros cuadrados de tierra, que aplicándose en el renacer de su nación. ¿No será preferible dar de momento por perdido un dieciséis por ciento del territorio nacional, que quedarse sin la fuerza, las manos y los corazones que han de levantar la nueva patria?
En realidad, estamos todos levantando nuestras patrias, erigiendo la patria pendiente por nombre humanidad. Los tractores que bloquean estos días las grandes autopistas, que nos dejan por muchas horas bloqueados en nuestros coches, nos prestan en realidad el tiempo imprescindible para repensarnos, para considerar seriamente que este paradigma de sociedad consumista, individualista y materialista no tiene recorrido. Un modelo en el que cada quien sólo puja por sus intereses, en que las naciones aspiran a ser grandes a costa de las otras, tiene sus días contados. En su manifestación más radical ese modelo torna además belicista. Tras ese escenario de violencia, estruendo y feroz competencia, se multiplican las almas que anhelan en verdad hacer grande al conjunto de las naciones sin excepción.
Las potentes máquinas agrícolas sobre los asfaltos urbanos nos avisan que hay que reinventar civilización, renacer con la Tierra y la entera condición humana. En lo pequeño, en lo hermoso, en lo amable, en lo solidario es más fácil encontrarnos que en los frentes siempre sedientos de sangre y de odio. La valentía no era sólo para guiar mortales drones, para tirarse con una pesada ametralladora en la espesa nieve. ¿Quién dijo que estaba todo perdido…? En la cotidianidad firmemente comprometida podemos hallar igualmente otra suerte de no menos elevado heroísmo. Vamos a ofrecer ya no nuestros pechos agujereados, sino nuestros corazones, también henchidos de ánimo, por un mañana más sostenible y luminoso. Ya no aprestarnos a la alambrada insoslayable, a la trinchera sin sentido, sino a la génesis en el hogar, en el trabajo, en el barrio, en el campo… de una nueva realidad más armoniosa y fraterna.
Marco Enrique Salas, un joven laico de Panamá, se encuentra en proceso de obtener su Bachillerato eclesiástico en Teología en la prestigiosa Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Actualmente, forma parte del equipo encargado de gestionar el próximo curso global "Hacia una Iglesia constitutivamente sinodal", organizado por diversas instancias eclesiales de todo el mundo. Entre estas, se destaca la participación del Centro de Formación Cebitepal, perteneciente al Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), donde aún se encuentran abiertas las inscripciones de manera gratuita.
Dentro de este equipo, Marco desempeña un papel fundamental como responsable del diseño gráfico y de la plataforma digital que aloja actualmente cuatro cursos gratuitos en línea sobre sinodalidad. Esta plataforma cuenta con una impresionante comunidad de más de 36 mil estudiantes, distribuidos en seis idiomas diferentes.
Jóvenes y sinodalidad
-¿Cuál consideras que es el papel y la importancia de los jóvenes en el proceso sinodal?
-En el proceso sinodal, considero que los jóvenes tienen un papel crucial y un lugar privilegiado, como lo señaló el Papa Francisco al destacar nuestra capacidad para revitalizar y enriquecer la Iglesia. En su exhortación apostólica Christus Vivit, el obispo de Roma nos invita a ayudar a la Iglesia a mantenerse joven, evitando la corrupción, el estancamiento y el orgullo, y a estar cerca de los marginados, luchando por la justicia y dejándonos interpelar con humildad (ver Christus Vivit, 27).
"En el proceso sinodal, los jóvenes tienen un papel crucial, revitalizar la Iglesia"
En los espacios pastorales donde se ha escuchado la voz de los jóvenes, la Iglesia ha sido enriquecida con preguntas pertinentes y ha escuchado el grito profético que señala áreas donde no hemos sido coherentes con el mensaje de Jesús. Además, los jóvenes, con sus diversos carismas y en diferentes comunidades, nos desafían a adoptar nuevos estilos y estrategias para la evangelización.
En este sentido, la dinámica sinodal de caminar juntos, escucharnos mutuamente y discernir en comunidad nos lleva a reconocer y valorar las buenas prácticas que han atraído a los jóvenes a Cristo y a la Iglesia.
Es fundamental trascender las categorías políticas y teológicas tradicionales para abrazar una teología de los carismas, aprendiendo unos de otros y valorando la diversidad de dones que el Espíritu Santo derrama sobre la Iglesia. Esto nos permite construir comunidades más inclusivas y dinámicas, que sean capaces de atraer a los jóvenes y de renovarse constantemente a pesar de nuestras limitaciones.
"Es fundamental trascender las categorías políticas y teológicas tradicionales para abrazar una teología de los carismas"
Este enfoque se refleja en el interés de los participantes de nuestros cursos sobre la reforma sinodal, provenientes de diversas pastorales juveniles y con distintos niveles de experiencia. Todos ellos están comprometidos en generar nuevas dinámicas relacionales que promuevan una Iglesia más sinodal y abierta a la participación de todos.
Sínodo digital y pastoral digital.
-Participaste en el sínodo digital como misionero digital y promotor del mismo. ¿Podrías compartir tu experiencia y lo que significó llevar a cabo este proceso en el entorno digital?
-Creo que para muchos de nosotros que hemos estado reflexionando sobre este espacio digital, su reconocimiento como parte integral de nuestra vocación representa un respaldo más formal e institucional a los numerosos esfuerzos que hemos realizado en los últimos años. Desde la perspectiva de aquellos que creamos contenido en redes sociales, evangelizamos y promovemos diversos espacios pastorales, esto simboliza un renovado impulso para continuar con nuestra misión digital.
Por otro lado, considero que para la Iglesia este reconocimiento marca un punto de inflexión en su maduración y discernimiento sobre este nuevo escenario. Con el tiempo, la Iglesia ha ido superando gradualmente la noción de que internet es simplemente un medio para la evangelización, para comprender que se trata de un nuevo contexto existencial. No se trata solo de una red de cables, sino de una red de relaciones humanas. Además, este nuevo espacio está lleno de búsquedas e inquietudes, la mayoría de las cuales provienen de jóvenes a quienes podemos llevarles el mensaje de Jesús.
"La Iglesia ha ido superando gradualmente la noción de que internet es simplemente un medio para la evangelización, para comprender que se trata de un nuevo contexto existencial"
Las palabras del Cardenal Jean-Claude Hollerich durante la primera asamblea sinodal el año pasado reflejan esta comprensión en evolución de la Iglesia. Destacó que internet no solo es una herramienta de evangelización, sino que transforma nuestras formas de vivir, percibir la realidad y relacionarnos, convirtiéndose así en un nuevo territorio de misión. Es alentador ver que el informe de síntesis de la asamblea dedica puntos a la Pastoral Digital, lo que seguirá inspirando a muchos misioneros digitales.
Finalmente, la celebración de un sínodo digital ha permitido unir esfuerzos entre aquellos que son parte de este espacio digital. Es gratificante ver que, gracias a este enfoque colaborativo, han surgido espacios de colaboración entre diversos influenciadores o misioneros digitales de diferentes partes del mundo, como en Colombia, Costa Rica, Brasil, México, España, entre otros. Lo más relevante ha sido el sentido de colaboración y conexión, tanto a nivel nacional como internacional, que se ha logrado gracias a la conectividad y a la red. Todo esto se enmarca en nuestro objetivo común en este espacio: anunciar la buena nueva de Jesús y el amor incondicional de Dios.
Lo más relevante de la celebración del sínodo digital ha sido el sentido de colaboración y conexión, tanto a nivel nacional como internacional, que se ha logrado gracias a la conectividad y a la red
La nueva generación de teólogos y teólogas
-¿Cómo perciben los nuevos teólogos y teólogas el proceso sinodal? ¿Se están abordando estos temas en las aulas de formación teológica?
-Es importante reconocer que, aunque la sinodalidad está ganando terreno en algunos ámbitos, no todos la están tomando con la seriedad y profundidad que requiere. Aún persisten opiniones entre algunos profesores que consideran la sinodalidad como un tema pasajero, una mera moda que eventualmente perderá relevancia.
Sin embargo, gracias a las relaciones que he cultivado con varios teólogos y teólogas jóvenes, en gran parte gracias al espacio digital, puedo afirmar que cada vez más personas están abordando este tema con gran interés. Muchos están comenzando a escribir sobre la sinodalidad, a crear contenido en redes sociales y a intentar integrar la reforma sinodal en el núcleo de la formación teológica.
Estos esfuerzos, realizados por amigos y amigas en lugares como Argentina, Brasil y Estados Unidos, encarnan la invitación del Papa Francisco a que los teólogos y teólogas promuevan el diálogo de la teología con otros saberes y dentro de la comunidad eclesial. Esto implica asumir la esencial dimensión sinodal y comunitaria de la tarea teológica, viviendo la fraternidad y la comunión en primera persona al servicio de la evangelización y para llegar al corazón de todos.
Como mencionó mi amigo Rafael Luciani, este impulso sinodal interpela a la teología para que se construya y se realice junto con otros. También nos insta a quienes estamos en las facultades de teología a discernir si estudiamos esta disciplina como una mera profesión, como un requisito para alcanzar cierto estatus, o como una vocación profunda que nos compromete con la construcción de una Iglesia para el tercer milenio. En este contexto, se renuevan y amplían las responsabilidades y contribuciones de los nuevos teólogos y teólogas.
Este impulso sinodal, dice Luciani, interpela a la teología para que se construya y se realice junto con otros. En este contexto, se renuevan y amplían las responsabilidades y contribuciones de los nuevos teólogos y teólogas
Una plataforma de formación global en sinodalidad
-Como responsable del diseño y montaje de la plataforma online para los cursos globales en sinodalidad, ¿cuál consideras que ha sido el mayor aporte de esta plataforma a la formación en sinodalidad? ¿Qué feedback has recibido por parte de los estudiantes?
-Es evidente que nuestros cursos han proporcionado una visión amplia y rigurosa de los diversos aspectos que implica ser una Iglesia sinodal. Además, han sido construidos de manera sinodal, con la contribución de personas de todo el mundo, con diferentes sensibilidades y vocaciones.
En cuanto a los estudiantes, tengo varias anécdotas reveladoras. Por ejemplo, hace unas semanas se me acercó una profesora de una facultad para preguntarme cómo podía inscribirse en nuestro curso. Quedé sorprendido ante su pregunta, pero ella me explicó que había realizado varios cursos en nuestra plataforma y que los había recomendado a sus estudiantes. Esto me sorprendió gratamente, ya que demuestra la cantidad de personas que han realizado nuestros cursos y que continúan formándose para difundir estos contenidos cruciales para el presente de la Iglesia. Además, sé de varios grupos de religiosas que se reúnen en una sala de sus casas para ver las conferencias juntas y compartir sus inquietudes e impresiones.
"Muchos agradecen que esta formación sea de alta calidad y se ofrezca de manera gratuita. Esto permite que muchas personas interesadas en estos temas, pero que no pueden asistir a centros o facultades, encuentren aquí una alternativa para continuar su formación"
Por último, creo que muchos agradecen que esta formación sea de alta calidad y se ofrezca de manera gratuita. Esto permite que muchas personas interesadas en estos temas, pero que no pueden asistir a centros o facultades, encuentren aquí una alternativa para continuar su formación, ya sean religiosas, presbíteros, obispos o laicos. Ojalá sigan naciendo iniciativas como estas que permitan una formación amplia e integral en tan diversos temas que son importantes y cruciales.
Janet Forbes
Religión Digital
Soñamos. Soñamos.
A pesar de las pesadillas, del temor y el desasosiego
que nos provocan los monstruos despiadados
que nos persiguen de noche y a la claridad del día.
Caminamos. Caminamos.
Aunque siembren de nuevo zarzas y abrojos
en las sendas abiertas por tantas manos
que derribaron los muros de lo prohibido.
No desfallecemos. No desfallecemos.
Aun cuando siembren de mentiras y rechazos
hacia las conquistas y éxitos trascendentales,
sobre la igualdad, que tanto esfuerzo cuesta hacer costumbre.
Sonreímos. Sonreímos.
Con creatividad, humor e ironía, ante tanta falsedad y rabia.
Porque nadie podrá impedir la cercanía de las brisas,
la fuerza del viento contra la violencia y la cobardía.
Sentimos. Sentimos.
No obstante los gritos de odio y desprecio.
La sensibilidad, el ardor, la conmoción, el afecto.
La lucha conjunta, la tristeza y la alegría compartidas.
Remamos. Remamos.
Ante olas gigantes en un mar embravecido.
Sabemos de naufragios y llegadas a buen puerto.
De navegaciones en días calmos y agitados.
Pese a todo, seguimos tras la luminosidad del faro
de quienes nos precedieron y de quienes siguen navegando.
Y por eso soñamos, caminamos, no desfallecemos, sonreímos,
sentimos y remamos juntas hacia un único horizonte
que no nos pueden arrebatar, el de todas y todos, el nuestro.
(Flama).- Las mujeres creyentes volverán a la calle este domingo al mediodía, a escasos días de celebrarse el Día Internacional de la Mujer Trabajadora para reivindicar un papel distinto en la Iglesia actual. Ante la catedral de Barcelona, pero también en plazas y calles de otras veinticuatro ciudades españolas, su grito resonará en una nueva convocatoria pacífica para seguir defendiendo que “no se puede vivir sólo con molletes de pan”, metaforizan, a partir de un alimento innegablemente unido al cristianismo, mujeres como Roser Solé (Sant Feliu de Codines, 1940), teóloga y miembro de Alcem la Veu, el colectivo que orquestará la movilización.
Usted no es sólo miembro de Alcem la Veu y hace muchos años que persiste en esta reivindicación, ¿verdad?
Sí, soy mayor y llevo años luchando. Para hablar de la concentración de este domingo, creo que hay que mirar primero al pasado y ver cómo, en los últimos cuarenta años, en España y Europa las mujeres se han estado moviendo. No es algo nuevo; no es una moda, lo que vamos a hacer. Como profesora del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB) y miembro no sólo de Alcem la Ve, sino también de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE) y del Colectivo de Mujeres en la Iglesia por la Paridad, mi opinión es que detrás de esta manifestación hay que notar la chispa que en nuestro país quisieron encender varias mujeres durante los años ochenta y, hace doscientos años, se atrevieron a hacer posible otras de los Estados Unidos.
Cuando alguien les detiene durante las concentraciones y les pregunta qué es lo que piden, ¿cómo responden?
¿Qué pedimos? La igualdad entre hombres y mujeres en la Iglesia, si bien, en temas como el del sacerdocio femenino, tampoco sea necesario correr. Más bien, lo que hay que reclamar con mayor insistencia es que las mujeres estén presentes en cada una de las tablas de negociación que haya en torno a todas las cuestiones eclesiales, mucho más de lo que ya se hace ahora. Pero que nadie piense que reclamando la dignidad que queremos tener se tenga que hacer un favor: todas las mujeres creyentes hemos sido portadoras desde el bautismo, pero, en el transcurso de la historia y de la masculinización acentuada de la Iglesia, ésta ha ido desapareciendo. No debemos inventar nada, sino recuperar lo perdido. No llamemos por gritar; sabemos lo que, por derecho, nos toca.
¿Las concentraciones de los años ochenta eran como la que organizarán este domingo?
No hay punto de comparación. No podíamos ni acceder a la plaza que hay frente a la catedral. Incluso nos sacaban de allí cuando nos veían; llegaba la Guardia Urbana y nos pedía que fuéramos. Sin embargo, existían movimientos de mujeres creyentes que agrupadas recibíamos el apoyo de algunos consiliarios y curas que se desmarcaban del pensamiento dominante. Esta plasmación histórica es un simple ejemplo de todo lo que ya nacía en toda Europa, un posicionamiento claro y preciso de la mujer para hacerse un hueco en la Iglesia. Y para que el cambio no quede tan sólo en la calle, sino que penetre en todas las capas, como en los seminarios.
Xavier Pete
Religión Digital
A las puertas del 8 de marzo, día internacional de la mujer, la Revuelta de Mujeres ha convocado concentraciones este domingo, 3 de marzo, por media España. Ciudades como Alicante, Badajoz, Barcelona, Bilbao, Burgos, Cabra, Ciutadella, Córdoba, San Sebastián, Granada, Huelva, Las Palmas de Gran Canaria, Logroño, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, Salamanca, Santander, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Vitoria, Vigo y Zaragoza han acogido las reivindicaciones de este colectivo.
Memoria y esperanza
En esta edición las organizadoras han reclamado tener realmente “voz y voto” en una Iglesia sinodal y han denunciado los abusos hacia las mujeres, que, denuncian, han permanecido “relegadas, silenciadas, invisibilizadas y cuestionadas”. Por ello el lema elegido ha sido ‘Memoria y Esperanza’.
Este lema para una de las mujeres de la Revuelta, Carmen Montejo, ‘memoria’ hace referencia a visibilizar, a poner voz a las mujeres víctimas de abusos, mientras que ‘esperanza’ es porque aspiran a una Iglesia sinodal de relaciones horizontales donde no se den asimetrías de poder ni subordinación de las mujeres, según señaló a Europa Press.
Una Iglesia sinodal
Elementos que han servido para los gestos y representaciones empleados en las concentraciones como en el caso de Madrid donde se ha presentado un cuadro de Marco Rupnik –a pocos pasos de la catedral de la Almudena– con tinta roja. “Nuestra Iglesia está manchada con la sangre de todas estas mujeres y menores abusadas”, se ha leído durante el acto, y también han destacado: “Sobre la sangre de las víctimas, sangre del cordero, nosotras construimos la nueva Iglesia”.
Una de las portavoz de la organización, Pepa Torres, la Revuelta pide “una reforma estructural de la Iglesia” y, en ese sentido, ha señalado que “apoyan” al papa Francisco pero le “recuerdan” que no sin ellas, que tiene que escuchar las propuestas y las reivindicaciones de las mujeres. “Creemos que entre feminismo y cristianismo no hay una contradicción intrínseca. Buscamos la liberación también de las mujeres desde nuestra tradición cristiana y desde los aprendizajes también que hacemos con los feminismos”, señaló a la agencia de noticias.
Mateo González Alonso
Vida Nueva - 4 marzo 2024
Hace 3 años se publicó en Francia un libro que se presenta como “albor de una revolución” a la vez científica y teológica: Michel Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, Dieu : la science, les preuves : l'aube d'une révolution (2021) (traducción española: Dios, la ciencia, las pruebas. El albor de una revolución (2023). Los autores –ambos ingenieros y empresarios, y licenciado en teología el segundo– se proponen defender la verdad de la fe cristiana y de sus dogmas tradicionales con argumentos científicos (e históricos) irrefutables. Me referiré exclusivamente a su pretendida “prueba” de la creación del mundo por Dios a partir de la nada. El mundo, vienen a decir, es finito: camina hacia su fin y, por lo tanto, tuvo que tener un comienzo; y como no pudo comenzar por sí mismo, tuvo un creador extrínseco: Dios.
Esta prueba vale lo que vale el dilema sobre el que gira enteramente el libro: “O el universo fue creado por Dios” o “el universo es exclusivamente material”. La razón en general y la razón científica en particular – sostienen los autores – debe, pues, escoger: o bien un mundo creado por Dios con un propósito, un horizonte, un espíritu que lo guía, o bien un mundo material ciego, sin horizonte ni orientación ni esperanza. La fe en un Dios creador providente sería la única alternativa razonable, científica.
Creo que este dilema y la prueba que en él se basa carecen del rigor científico y teológico imprescindible, en la medida en que la argumentación entera se sostiene, se tambalea más bien, sobre un equívoco radical inherente a los dos conceptos centrales de la obra: Dios y materia. En pleno siglo XXI, el planteamiento científico y teológico de los autores presupone un dualismo radical (platónico, aristotélico, escolástico): entienden por “Dios” un ente supremo metafísico, puro espíritu inmaterial y eterno, anterior y extrínseco al mundo, Alguien que creó el universo a partir de la nada y que puede intervenir en él operando milagros; y entienden por “materia” una realidad “puramente física”, finita y temporal, ciega e inanimada, contrapuesta al espíritu. Se trata, pues, de un concepto “teísta” de Dios y de un concepto “fisicista” de materia, ambas ideas cada vez más alejadas de la experiencia espiritual profunda y del estado actual del conocimiento científico – crecientemente holístico o integral – de la realidad.
He leído con especial interés el prólogo, escrito por Robert W. Wilson, Premio Nobel de Física en 1978, y en él me detendré. Se confiesa agnóstico, pero muestra un gran respeto por el planteamiento teológico dogmático, apologético (que en griego significa “defensivo”), extremadamente tradicional de los dos autores. Reconoce que la imagen de un mundo finito y temporal creado por una divinidad eterna puede ser “confortable” para muchas personas creyentes, pero no deja de formular, con la modestia y la honradez propias de un científico sabio, las dos objeciones mayores que le suscita la obra en su conjunto. Recogeré y comentaré ambas objeciones científicas antes de concluir con unos apuntes teológicos.
El primer problema, señala el Premio Nobel en su breve prefacio de tres páginas, es que “actualmente, solo conocemos alrededor del 4% de la materia y de la energía del universo”; del resto aún no sabemos nada, sino que existe; si lo llegáramos a saber, “podría emerger una nueva física que trastocaría nuestra comprensión actual de la génesis y la evolución de nuestro universo desde el Big Bang” (p. 12, ed. fr.) (CITATION DE L’ÉDITION FRANÇAISE À LA FIN DU TEXTE *) Supongo que el día en que observemos y conozcamos – parece que no estamos muy lejos de lograrlo – qué son y cómo actúan esa materia y energía invisibles que constituyen más del 95% de este universo, podremos explicar mejor su origen, y supongo que entonces el postulado de la intervención de un agente divino metafísico se volverá más improbable y superfluo, que Dios se retirará, será innecesario. Pero hay más.
El segundo problema, avisa Robert W. Wilson, “es quizá todavía más serio”. Se refiere a la hipótesis de que este universo no es sino parte de un multiverso “que existe desde siempre, de modo que se habrían producido un número infinito de Big Bangs, cada uno con sus constantes físicas aleatorias” (p. 13). (CITATION DE L’ÉDITION FRANÇAISE À LA FIN DU TEXTE **) Deduzco que en ese caso nuestro universo sería una de las infinitas chispas o latidos de un multiverso que sería eterno o trascendería todos nuestros parámetro espaciales y temporales, y deduzco que así se derrumbaría la creencia en un creador divino exterior, o al menos la prueba de su existencia como causa primera necesaria. Esta apologética se desmoronaría. En realidad, hace tiempo que se desmoronó: el salto a la causa metafísica, sentenció Kant en el s. XVIII, es impracticable para la razón (tanto científica como filosófica y teológica).
Es verdad que el prestigioso Nobel de Física se muestra escéptico sobre dicha hipótesis no verificada del multiverso. Y concede incluso que “para una persona religiosa” la intervención “de un espíritu o de un Dios creador”, sostenida por los autores del libro, podría no ser contradictoria con la visión científica del universo en que vivimos. Hasta ahí llega el físico estadounidense, pero de ningún modo avala – contra lo que los autores del libro defienden – que la ignorancia científica pueda ser tomada como prueba de la existencia de un ente metafísico creador. Más bien, con su buen sentido común, añade simplemente que el recurso a una divinidad creadora “en cierto modo solo pospone una vez más la cuestión de su último origen. ¿Cómo llegó a existir ese espíritu o Dios, y cuáles son sus propiedades?” (p. 14) (CITATION DE L’ÉDITION FRANÇAISE À LA FIN DU TEXTE ***). Más claro agua. El recurso humano a un Dios-ente sin origen para explicar el origen del universo del que ni siquiera sabemos que tenga un origen lleva el sello de una huida de la realidad y de su misterio, de los propios miedos en último término.
Este prólogo del sabio investigador de 88 años, tan franco como humilde, es en el fondo un torpedo en la mismísima línea de flotación del argumentario apologético de los dos autores (que siguen a Santo Tomás de Aquino, s. XIII, que a su vez sigue a Aristóteles, s. IV a.C.). Un torpedo que arruina su pretensión de demostrar racional y científicamente la existencia de un Dios-ente metafísico supremo, omnipotente, que creó el mundo a partir de la nada e interviene en él cuando quiere, un Dios “teísta” construido al que recurrimos como explicación de lo que desconocemos y remedio en lo que no podemos. Un torpedo amablemente lanzado, pero un torpedo al fin y al cabo para una creencia condenada a batirse sin cesar en retirada, para una teología siempre a la defensiva.
Es urgente, si ya no es tarde, que la teología – palabra sobre la hondura de la experiencia vital y de la realidad universal – transcienda la imagen milenaria de Dios como ente metafísico supremo y creador providente. Toda imagen de Dios es un constructo mental, pero el constructo que llamamos “teísta” ha dejado de ser coherente y comprensible, inspiradora y creadora, para la inmensa mayoría de quienes comparten la visión científica del mundo, una visión que más pronto que tarde predominará en todos los continentes.
En esta situación, ¿merece la pena seguir utilizando todavía este término, Dios, tan equívoco y empañado? ¿No será mejor abandonarlo definitivamente y acabar de una vez con el malentendido? Quizás. Pero no creo que con ello se despejaran los equívocos y malentendidos más profundos de que están tejidas nuestra visión y nuestra palabra sobre el fondo de la realidad eterna. Yo personalmente, hoy por hoy y según dónde y ante quién me halle y en primer lugar para mí mismo, no renuncio a llamarlo también “Dios” como metáfora del aliento profundo que es en todo, el aliento indecible del que todos los seres somos creaturas y creadores.
Miro lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, el mundo que se extiende sin fin y la realidad más próxima, la luz que la habita y el dolor que padece. Todas las formas o seres que surgen en el universo/multiverso son emergencias de una red infinita, universal, de causalidades, pero no puedo pensar que el universo/multiverso haya sido obra de una causa creadora externa, como de un Gran Relojero; me parece más sencillo y admirable pensar que el universo/multiverso es eterno y autocreador, y que la materia-energía que lo constituye es matriz material-espiritual originaria, eternamente animada y dinámica, creadora y autocreadora; de ningún modo es eso que se entiende como “pura materia”, sino pura potencialidad y creatividad “divina”.
En un universo cuyas medidas desbordan todos nuestros cálculos, en una Tierra que alberga el milagro de la vida, al mirar pasmados un hormiguero, el vuelo de un pájaro, los ojos de un niño, o el cielo estrellado, no podemos menos de hacer nuestra la pregunta de Leibniz: ¿Por qué existe algo en lugar de nada? ¿Por qué existe cuanto existe? ¿Por qué surgió la vida? ¿Por qué despertó la conciencia? Nos preguntamos una y otra vez con igual asombro, pero sin buscar ninguna última respuesta.
Lo que llamo “Dios” no es ninguna respuesta, sino la pregunta siempre abierta, la confianza que renace a pesar de todo, la responsabilidad creadora más acá y más allá de toda imagen, silogismo y postulado. No es un recurso necesario, ni un enigma a resolver, ni una realidad metafísica cuya existencia necesite ser indagada y demostrada. No es ni Algo ni Alguien anterior ni exterior ni interior al universo. Es el Alma que lo anima, el Aliento que lo impulsa, la Relación que lo unifica. Basta abrir los ojos y mirar a fondo, ver lo Invisible, escuchar el Silencio, reconocer la Infinitud, vislumbrar la Presencia, sentir sus heridas, responder a su llamada en todo.
José Arregi
Aizarna, 28 de febrero de 2024
www.josearregi.com
CITATIONS DE L’ÉDITION FRANÇAISE :
* « Cependant, cette image confortable présente deux problèmes. Le premier
est qu’à l’heure actuelle, nous ne connaissons qu’environ 4 % de la matière
et de l'énergie de l'Univers. La matière noire et l'énergie noire représentent
respectivement environ 26% et 70% de ce que contient l’Univers, mais nous
ne savons pas de quoi il s’agit. La résolution de ce problème pourrait faire émerger une nouvelle physique qui bouleverserait notre compréhension actuelle de la genèse et de l’évolution de notre Univers depuis le Big Bang » (p.12)
** « Le second problème est peut-être plus sérieux encore… L'une des réponses actuelles à ce problème est que nous faisons peut-être partie d'un « multivers » qui existe depuis toujours, de sorte qu'il se serait produit un nombre infini de Big Bangs, chacun avec des constantes physiques aléatoires » (p. 13).
*** « En un sens, cependant, cela repousse une nouvelle fois la question de l'origine ultime. Comment cet esprit ou ce Dieu est-il apparu ? Et quelles sont ses propriétés ? (p. 14).