FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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ATALAYA DE MAYO DE 2024

LOS TRABAJOS ENVIADOS ESTÁN SIENDO LEÍDOS Y VALORADOS POR EL JURADO

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miércoles, 31 de julio de 2024

Chau, Israel -- María Landi

 


Brecha

NOVEDADES Y DESAFÍOS DEL RECIENTE DICTAMEN DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA SOBRE LA OCUPACIÓN DE LOS TERRITORIOS PALESTINOS
Para evitar confusiones, empecemos por aclarar: el dictamen emitido el 19 de julio por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) no es el tan esperado fallo pendiente sobre la demanda presentada ante ese máximo tribunal por el Estado de Sudáfrica acusando al Estado de Israel de cometer el crimen de genocidio contra la población palestina de Gaza. Ver noticia 

Cuando las mujeres eran sacerdotes -- Juan José Tamayo, teólogo

 


Redes Cristianas

«Durante los últimos meses han aparecido numerosos documentos y declaraciones de teólogos y teólogas, grupos de sacerdotes y religiosos, movimientos cristianos y organizaciones cívico-sociales, e incluso de obispos y cardenales de la Iglesia católica, pidiendo el acceso de las mujeres al sacerdocio.

Todos ellos consideran la exclusión femenina del ministerio sacerdotal como una discriminación de género que es contraria a la actitud inclusiva de Jesús de Nazaret y del cristianismo primitivo, va en dirección opuesta a los movimientos de emancipación de la mujer y a las tendencias igualitarias en la sociedad, la política, la vida doméstica y la actividad laboral.

El alto magisterio eclesiástico responde negativamente a esa reivindicación, apoyándose en dos argumentos: uno teológico-bíblico y otro histórico, que pueden resumirse así: Cristo no llamó a ninguna mujer a formar parte del grupo de los apóstoles, y la tradición de la Iglesia ha sido fiel a esta exclusión, no ordenando sacerdotes a las mujeres a lo largo de los veinte siglos de historia del catolicismo. Esta práctica se interpreta como voluntad explícita de Cristo de conferir sólo a los varones, dentro de la comunidad cristiana, el triple poder sacerdotal de enseñar, santificar y gobernar. Sólo ellos, por su semejanza de sexo con Cristo, pueden representarlo y hacerlo presente en la eucaristía.

Estos argumentos vienen repitiéndose sin apenas cambios desde hace siglos y son expuestos en tres documentos de idéntico contenido, a los que apelan los obispos cada vez que los movimientos cristianos críticos se empeñan en reclamar el sacerdocio para las mujeres: la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Inter insigniores (15 de octubre de 1976) y dos cartas apostólicas de Juan Pablo II: Mulieris dignitatem (15 de agosto de 1988) y Ordinatio sacerdotalis. Sobre la ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres (22 de mayo de 1984). La más contundente de todas las declaraciones al respecto es esta última, que zanja la cuestión y cierra todas las puertas a cualquier cambio en el futuro: ‘Declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia’.

Es verdad que la historia no es pródiga en narrar casos de mujeres sacerdotes. Esto no debe extrañar, ya que ha sido escrita por varones, en su mayoría clérigos, y su tendencia ha sido a ocultar el protagonismo de las mujeres en la historia del cristianismo. ‘Si las mujeres hubieran escrito los libros, estoy segura de que lo habrían hecho de otra manera, porque ellas saben que se les acusa en falso’. Esto escribía Cristina de Pisan, autora de La ciudad de las damas (1404). Sin embargo, importantes investigaciones históricas desmienten tan contundentes afirmaciones del magisterio, hasta invalidarlas y convertirlas en pura retórica al servicio de una institución patriarcal.

Entre los estudios más relevantes al respecto cabe citar Mujeres en el altar, de Lavinia Byrne, religiosa expulsada de su congregación por publicar este libro; Cuando las mujeres eran sacerdotes, de Karen Jo Torjesen, catedrática de Estudios sobre la Mujer y la Religión en Claremont Graduate School, y los trabajos del historiador Giorgio Otranto, director del Instituto de Estudios Clásicos y Cristianos de la Universidad de Bari. En ellos se demuestra, mediante inscripciones en tumbas y mosaicos, cartas pontificias y otros textos, que las mujeres ejercieron el sacerdocio católico durante los 13 primeros siglos de la historia de la Iglesia. Veamos algunas de estas pruebas que quitan todo valor a los argumentos del magisterio eclesiástico.

Debajo del arco de una basílica romana aparece un fresco con cuatro mujeres. Dos de ellas son las santas Práxedes y Prudencia, a quienes está dedicada la iglesia. Otra es María, madre de Jesús de Nazaret. Sobre la cabeza de la cuarta hay una inscripción que dice: Theodora Episcopa 😊 Obispa). La ‘a’ de Theodora está raspada en el mosaico, no así la ‘a’ de Episcopa.

En el siglo pasado se descubrieron inscripciones que hablan a favor del ejercicio del sacerdocio de las mujeres en el cristianismo primitivo. En una tumba de Tropea (Calabria meridional, Italia) aparece la siguiente dedicatoria a ‘Leta Presbytera’, que data de mediados del siglo V: ‘Consagrada a su buena fama, Leta Presbytera vivió cuarenta años, ocho meses y nueve días, y su esposo le erigió este sepulcro. La precedió en paz la víspera de los Idus de Marzo’. Otras inscripciones de los siglos VI y VII atestiguan igualmente la existencia de mujeres sacerdotes en Salone (Dalmacia) (presbytera, sacerdota), Hipona, diócesis africana de la que fue obispo san Agustín cerca de cuarenta años (presbiterissa), en las cercanías de Poitires (Francia) (presbyteria), en Tracia (presbytera, en griego), etcétera.

En un tratado sobre la virtud de la virginidad, del siglo IV, atribuido a san Atanasio, se afirma que las mujeres consagradas pueden celebrar juntas la fracción del pan sin la presencia de un sacerdote varón: ‘La santas vírgenes pueden bendecir el pan tres veces con la señal de la cruz, pronunciar la acción de gracias y orar, pues el reino de los cielos no es ni masculino ni femenino. Todas las mujeres que fueron recibidas por el Señor alcanzaron la categoría de varones’ (De virginitate, PG 28, col. 263).

En una carta del papa Gelasio I (492-496) dirigida a los obispos del sur de Italia el año 494 les dice que se ha enterado, para gran pesar suyo, de que los asuntos de la Iglesia han llegado a un estado tan bajo que se anima a las mujeres a oficiar en los sagrados altares y a participar en todas las actividades del sexo masculino al que ellas no pertenecen. Los propios obispos de esa región italiana habían concedido el sacramento del orden a mujeres, y éstas ejercían las funciones sacerdotales con normalidad.

Un sacerdote llamado Ambrosio pregunta a Atón, obispo de Vercelli, que vivió entre los siglos IX y X y era buen conocedor de las disposiciones conciliares antiguas, qué sentido había que dar a los términos presbytera y diaconisa, que aparecían en los cánones antiguos. Atón le responde que las mujeres también recibían los ministerios ad adjumentum virorum, y cita la carta de san Pablo a los Romanos, donde puede leerse: ‘Os recomiendo a Febe, nuestra hermana y diaconisa en la Iglesia de Cencreas’. Fue el concilio de Laodicea, celebrado durante la segunda mitad del siglo IV, sigue diciendo en su contestación el obispo Aton, el que prohibió la ordenación sacerdotal de las mujeres. Por lo que se refiere al término presbytera, reconoce que en la Iglesia antigua también podía designar a la esposa del presbítero, pero él prefiere el significado de sacerdotisa ordenada que ejercía funciones de dirección, de enseñanza y de culto en la comunidad cristiana.

En contra de conceder la palabra a las mujeres se manifestaba el papa Honorio III (1216-1227) en una carta a los obispos de Burgos y Valencia, en la que les pedía que prohibieran hablar a las abadesas desde el púlpito, práctica habitual entonces. Éstas son sus palabras: ‘Las mujeres no deben hablar porque sus labios llevan el estigma de Eva, cuyas palabras han sellado el destino del hombre’.

Estos y otros muchos testimonios que podría aportar son rechazados por el magisterio papal y episcopal y por la teología de él dependiente, alegando que carecen de rigor científico. Pero ¿quién es la teología y quiénes son el papa, los cardenales y los obispos para juzgar sobre el valor de las investigaciones históricas? La verdadera razón de su rechazo son los planteamientos patriarcales en que están instalados. El reconocimiento de la autenticidad de esos testimonios les llevaría a revisar sus concepciones androcéntricas y a abandonar sus prácticas misóginas. Y a eso no parecen estar dispuestos. Prefieren ejercer el poder autoritariamente y en solitario encerrados en la torre de su ‘patriarquía’, a ejercerlo democráticamente y compartirlo con las mujeres creyentes, que hoy son mayoría en la Iglesia católica y, sin embargo, carecen de presencia en sus órganos directivos y se ven condenadas a la invisibilidad y al silencio.»

«Cuando las mujeres eran sacerdotes» Juan José Tamayo (2002)

*Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de la Religión en la Universidad Carlos III de Madrid. Filología y Exégesis Bíblica.

La guerra: ‘Derrota de la humanidad’ -- Andrea Grillo-Roma

 


REFLEXIÓN Y LIBERACIÓN

La luz del reciente documento Dignitas Infinite ilumina la cuestión de la guerra de una manera nueva.

En primer lugar, leamos el texto de los núms. 38-39, con algunos resaltados. Hay que decir que la perspectiva del documento es la de la “negación de la dignidad infinita”, que, por desgracia, encuentra uno de sus lugares clásicos en la guerra. Aquí están los dos párrafos dedicados al tema:

38Otra tragedia que niega la dignidad humana es la guerra , hoy como en todos los tiempos: “las guerras, los ataques, las persecuciones por motivos raciales y religiosos y muchos abusos contra la dignidad humana […] se multiplican dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta el punto de adoptar las características de lo que podría llamarse una ‘tercera guerra mundial gradual'”. Con su estela de destrucción y dolor, la guerra ataca la dignidad humana a corto y largo plazo: «si bien reafirmamos el derecho inalienable a la autodefensa, así como la responsabilidad de proteger a aquellos cuya existencia se ve amenazada, debemos admitir que la guerra es siempre una “derrota de la humanidad”. Ninguna guerra vale las lágrimas de una madre que ha visto a su hijo mutilado o muerto; ninguna guerra vale la pérdida de la vida, ni siquiera de una sola persona humana, un ser sagrado, creado a imagen y semejanza del creador; ninguna guerra vale el envenenamiento de nuestra Casa Común; y ninguna guerra merece la desesperación de quienes se ven obligados a abandonar su patria y se ven privados, de un momento a otro, de su hogar y de todos los vínculos familiares, amigos, sociales y culturales que se han construido, a veces a través de generaciones. ».  Todas las guerras, simplemente porque contradicen la dignidad humana, son “conflictos que no resolverán los problemas, sino que los aumentarán”. Esto es aún más grave en nuestros tiempos, cuando se ha vuelto normal que muchos civiles inocentes mueran fuera del campo de batalla.

39Por eso, aún hoy la Iglesia no puede dejar de hacer suyas las palabras de los Pontífices, repitiendo con san Pablo VI: «jamais plus la guerre, jamais plus la guerre!», y pidiendo, junto con san Juan Pablo II, « a todos en nombre de Dios y en nombre del hombre: ¡No matéis! ¡No preparéis destrucción y exterminio para los hombres! ¡Piensa en tus hermanos que sufren hambre y pobreza! ¡Respeta la dignidad y la libertad de todos! Precisamente en nuestro tiempo este es el grito de la Iglesia y de toda la humanidad. Finalmente, el Papa Francisco subraya que «ya no podemos pensar en la guerra como una solución. Ante esta realidad, hoy resulta muy difícil sustentar los criterios racionales desarrollados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa”. ¡Nunca más la guerra!” . Dado que la humanidad vuelve a caer a menudo en los mismos errores del pasado, “para construir la paz es necesario escapar de la lógica de la legitimidad de la guerra”. 

La íntima relación que existe entre fe y dignidad humana hace contradictorio que la guerra se base en convicciones religiosas: “quienes invocan el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra no siguen el camino de Dios: la guerra en nombre de La religión es una guerra contra la religión misma.”

En el siglo XXI, la cuestión de la guerra se ha vuelto más complicada y requiere, incluso del Magisterio católico, nuevas respuestas, que no pueden simplemente ubicarse en continuidad con las respuestas del siglo V o del XX. El “fenómeno bélico” es tan diferente, desde que la guerra se volvió “mundial” y pasó a involucrar estructuralmente a “civiles inermes”, que la teología debe actualizar en profundidad sus categorías, para ahorrar las aclaraciones que puede ofrecer sobre el fenómeno. De lo contrario, traiciona al fenómeno a cuya inteligencia debe servir y con ello también se traiciona a sí mismo.

Andrea Grillo – Roma

¿Y si la parodia que ha irritado a los obispos franceses no fuese sobre ‘La Última Cena’? -- José Lorenzo

 


Religión digital

Los organizadores de la gala de los JJOO dicen que representa ‘El Festín de los Dioses’
“Nunca encontrarán por mi parte ningún deseo de burlarme, de denigrar nada. Quise hacer una ceremonia que reparara, que reconciliara. También que reafirmara los valores de nuestra República”. Thomas Jolly, el director artístico de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos que tanta polémica levantó al haber sido considerada una parodia de ‘La Última Cena’, de Leonardo Da Vinci, salió al paso de la polvareda levantada y que motivó una carta de protesta de la Conferencia Episcopal francesa e incluso la condena de los musulmanes suníes Ver noticia 

La fe samaritana de Kamala y la cultural de Vance

 



BAF

Es evidente el radical desacuerdo entre ambos candidatos norteamericanos en cuanto a su fe cristiana y lo que entienden que es el corazón de la misma

Fuente:    El Diario Vasco

Por    Jesús Martínez Gordo


 

Por lo que leo, parece que a James David Vance, el número dos de D. Trump, de 39 años, le va la marcha, aunque no falta quien sostiene que lo suyo no es tanto irrefrenable fogosidad de juventud cuanto premura en apretar el acelerador para hacerse notar en una campaña electoral en la que los republicanos han pasado de tener contra las cuerdas a los demócratas de J. Biden a ocupar un segundo lugar en las expectativas electorales. La apuesta de muchos y relevantes demócratas por Kamala Harris —la hasta ahora vicepresidenta, de 59 años— ha desencadenado este giro, convirtiéndola en objeto de una frontal —y, cuando menos, irritante— crítica por parte del segundo de D. Trump: el país, ha dicho, no puede seguir siendo gobernado por “un puñado de señoras con gatos y sin hijos, que se sienten desgraciadas con sus propias vidas y con las decisiones que han tomado y, por eso, quieren hacer que el resto del país también se sienta desgraciado”.

Repasando las biografías de los dos, me he dado cuenta de que, en medio de esta refriega —y otras que, sin duda alguna, se sucederán— hay un punto de conexión entre ambos. Y, a la vez, ¡cómo no¡, de radical desacuerdo: su fe cristiana y la diferenciada comprensión de lo que cada uno entiende que es el corazón de la misma. Algo de esto ya se ha evidenciado estas últimas semanas entre los cristianos franceses, con ocasión de las recientes elecciones parlamentarias: mientras una buena parte de ellos, refugiándose en la llamada “inseguridad cultural” reivindicaban las raíces cristianas de Francia frente al crecimiento del islamismo o al reverdecer de la versión más autoritaria y beligerante de la laicidad, otra parte de los mismos —a los que me atrevo a llamar “samaritanos”— entendían que el núcleo de la fe cristiana no se jugaba tanto en términos de lucha y poder cultural cuanto de compromiso liberador en favor de los parias; y, más en concreto, de los que llegan a sus fronteras solicitando ayuda para poder trabajar y salir adelante.

Pero, regresando a lo que se está cociendo en los EE. UU, es cierto, en primer lugar, que K. Harris y J. D. Vance tienen en común la fe cristiana. No en vano, la actual vicepresidenta ha sido tipificada por algunos medios de comunicación social como una “cristiana mestiza” tanto por su estrecha relación con prácticas religiosas cristianas, hindúes y judías (actualmente está casada con un abogado de dicha religión) como, sobre todo, por su adscripción a una iglesia bautista de la tradición negra. Y, en sintonía con ella, J. D. Vance también es un cristiano que ha abrazado el catolicismo, después de haber sido iniciado por su familia en el cristianismo bautista y pentecostalista y tras haberse adherido —durante su época de estudiante universitario— al ateísmo. 

Sin embargo, también es cierto, en segundo lugar, que la común matriz cristiana viene envuelta en notables diferencias. Para K. Harris, su interés por la justicia social y el activismo en favor de los derechos civiles encuentra sólido fundamento en la histórica iglesia bautista de la tradición negra a la que pertenece. Como resultado de ello, su fe es samaritana porque en ella hay un lugar preferente para los últimos de nuestros días y, a la vez, un puesto reseñable para la utopía, el mesianismo o la liberación de los parias de todos los tiempos. Por ello, memoria y liberación son dos de las claves que pueden ayudar a entender el programa y algunas de las decisiones que adopte en el futuro esta “cristiana mestiza”, en el caso de que llegue a la Casa Blanca. Pero también, son las referencias que muy posiblemente la van a traer no pocos dolores de cabeza; en particular, si se tienen presentes las claves que —a diferencia de la suya— presiden la fe “cultural” de J. D. Vance.

Para el segundo de D. Trump solo la tradición católica es capaz de salvar a Estados Unidos de la decadencia en la que se encuentra. Su catolicismo, se apunta, es muy americano, es decir, distante tanto del Vaticano como del catolicismo global y, a la vez, cercano a los libertarios de Silicon Valley y a los líderes e ideólogos católicos de las “guerras culturales” libradas en la era de Nixon y en los pontificados de Juan Pablo II o Benedicto XVI. Nada que ver con el catolicismo social del siglo XX o con el cristianismo liberador de Francisco. De ahí que, por ejemplo, no se canse de defender que “necesitamos deportar a todas las personas que invadieron nuestro país ilegalmente”. 

En realidad, sostiene el profesor M. Faggioli —a caballo entre Italia y EEUU—  abrazar la fe para J. D. Vance “es una forma de disidencia cultural, una disidencia que, ciertamente genuina, puede llevarse bien en una alianza con los neopaganos y tecnócratas antirreligiosos de Silicon Valley que gobiernan el mundo”. Y que, se atreve a pronosticar, si se le deja expedito el camino, puede acabar cambiando la Iglesia católica, al menos, en su país. Los estadounidenses, cristianos o no, quedan avisados. Y con ellos, nosotros; nos guste o no.

 

MARÍA MAGDALENA: UN AMOR RESUCITADO


col martell

 

Todo empezó de nuevo, aquella mañana... muchas cosas realmente sucedieron antes, pero fue sólo aquella mañana que descubrí el significado de todo, que lo entendí. Sólo desde aquella mañana

Decía que fui temprano, todavía estaba oscuro, pero no sé si estaba más oscuro afuera o dentro de mí: me sentía perdida. 

Vosotros también lo visteis, el maestro fue crucificado, lo vi morir de esa manera desgarradora, mi ropa todavía está sucia por la sangre y el agua que salió de la herida en su costado. Con él todas nuestras esperanzas se hicieron añicos…

Aquella noche tampoco dormí y fui allí lo antes posible. Me dije: puedo estar un poco más cerca de Él, puedo llorar y engañarme pensando que Él puede escucharme.

Y en cambio llegué... y la piedra había rodado. Aquella enorme y pesada piedra, que parecía haber cerrado la puerta para siempre... pero quién... cómo... por qué...

¡Entré en pánico! ¿Qué debía hacer? 

No tenía el valor de entrar en la tumba, de comprobar cómo estaban las cosas. Me escapé, fui adonde estaba Pedro. Con él también estaba el otro discípulo, cuando los vi de lejos comencé a gritar: "¡¡¡se han llevado al Señor, se han llevado al Señor y no sabemos dónde!!!"

Imaginaos su reacción: salieron corriendo, mientras yo los seguía lentamente. No podía seguirles el ritmo, ni siquiera podía ver el camino, temblaba de sollozos, las lágrimas llenaban mis ojos y me quedaba sin aliento,... cuando llegué allí de nuevo me desplomé, justo al lado de la piedra. Lo habían visto, pero ya se habían ido y ahora estaba sola, muy sola, permanentemente, sin siquiera una tumba donde llorar. Todo terminado… 

Entonces levanté la cabeza, como por instinto, y miré dentro de la tumba: ¡y había alguien dentro! Había dos... dos... No entendía muy bien quiénes o qué eran, parecían estar hechos de luz, sentados en los dos extremos de la piedra donde lo habíamos colocado. Y uno me pregunta: “Mujer, ¿por qué lloras?”

¿Por qué estoy llorando? ¡Pero qué pregunta era aquella! 

Me quitaron a mi Señor, mi amigo, la luz de mis días, el único que me había hecho entender quién era yo, que me había hecho esperar... no en algo específico…, pero había llenado mi vida de esperanza en su palabra… cada mañana me levantaba para afrontar el día sabiendo quién era yo, que lo que hacía tenía sentido, que no era cierto que no valía nada, porque pertenecía a un proyecto..., porque Él me amaba…

¿Por qué lloras? Decían... ¡me quitaron a mi Señor, me quitaron todo! Y entonces no sabía dónde buscar, no sabía qué buscar, no sabía qué estaba haciendo en el mundo... ni si importaba a alguien…

Y mientras lloraba de dolor me di la vuelta, quería alejarme. Lejos de sus palabras inútiles, lejos también de la tumba, de aquel lugar de derrota. Él no estaba allí.

Pero justo cuando me volví vi a un hombre. Él estaba de pie frente a mí, no sabía si lo conocía, pero todavía hoy siento que estaba temblando. También me preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscando?"

No podía creer lo que veía. Buscaba una explicación lógica: "Él será el guardián del jardín", aunque en lo más profundo de mí sentía vagamente algo, una intuición, que se abría paso... ¿tal vez no debería llorar? ¿Qué me estabas preguntando? ¿Cómo sabías que estaba mirando...?

Y me armé de valor y le digo: "Si te lo llevaste, dime dónde y voy a buscarlo". Ya no sé cómo encontré el coraje, pero realmente me sentí capaz de hacerlo, incluso de correr al Jordán, y tomarle, y traerle de regreso allí donde debía estar en ese momento... Dejé de llorar, levanté la cabeza, sentí el fuego dentro pero me dispuse a seguir adelante... y fue entonces cuando Él me llamó: "¡María!"

¡Soy yo! Él me conoció, sabía quién soy y lo que soy, y estaba pronunciando mi nombre y me estaba hablando: en ese nombre sentía toda mi historia y mi vocación. Precisamente entonces, cuando era llamada, cuando me reconocí en esa Palabra, es precisamente entonces cuando sentí como si me quitaran un peñasco del corazón y me volví hacia Él: "¡Rabboni, mi maestro!"

El maestro, allí, vivo... Tenía el mundo en el corazón y en los ojos, y un vértigo y una explosión de alegría. Qué alegría tan grande... me temblaban las piernas, caí al suelo otra vez, y quise abrazarlo y decirle: no te vayas más, quédate aquí conmigo, no te vayas...

Él lo sabía. Como siempre, Él lo sabía. Y me dijo, otra vez: “no me detengas. Nuestro camino acaba de comenzar: debo subir al Padre, ahora levántate, retoma tu vida y sigue adelante. Esta alegría no es sólo para ti, vete a mis hermanos y anuncia: subo a mi Padre y a vuestro padre, a mi Dios y a vuestro Dios".

Allí estaba. Entonces allí estaba y fue el primero a quien pude gritar: ¡llena de gracia, alégrate!

Allí la muerte y la vida se enfrentaron en un duelo prodigioso, el Señor de la vida estaba muerto, pero ahora, vivía, ¡triunfante! Su Resurrección no se dejaba vencer, no retrocedía, ya había penetrado los pliegues ocultos de esta historia:

¡Yo lo creo! 

Lo creo y siento que realmente nací en esta mañana de Pascua, nací cuando le confié la piedra que cerraba mi corazón y Él la quitó.

Y ahora puedo anunciarlo, puedo contagiar vida y esperanza a mi alrededor: la Pascua ahora puede ser cada día, y de ella somos testigos cada día, cada día podemos ser heraldos de la vida en Cristo.

Así que este es el anuncio, escuchadlo: “Permanece, continúa, el poder del amor es más fuerte. Aunque no tenga nada, las manos clavadas por el dolor, el poder del amor permanece. ¡En un lugar que no conozco, fuente de mis fuentes, cielo de mi cielo, tierra profunda de mis raíces, permanece el poder del amor! Cristo permanece vivo y esto me hace una dulce y muy fuerte compañía: yo pertenezco a un Dios vivo, nosotros pertenecemos a un Dios vivo”.

Posdata:

El de María Magdalena es un Magníficat a la esperanza

La tumba. Todo había terminado

El cuerpo está inexorablemente destinado a la descomposición.

¿Cómo entonces podemos culpar a los filósofos atenienses cuando Pablo empezó a hablar de la resurrección? “Otra vez oiremos de vosotros sobre este asunto” (Hechos 17, 32).

Por otra parte, los relatos de la resurrección no tienen nada de prodigioso ni espectacular. En efecto, no hay ninguna historia, porque en los Evangelios el Misterio se presenta como ausencia, tumba vacía, ropas abandonadas.

Nadie vio a Jesús resucitado. El cuarto Evangelio relata tres veces la desilusión de María Magdalena "Se han llevado al Señor".

La tumba estaba vacía

Incluso los discípulos de Jesús, que habían compartido con Él intensos años de vida terrena, se encontraron completamente desprevenidos para el acontecimiento del "tercer día". 

Son comprensibles tanto la traición de Judas como la negación de Pedro, la huida de todos los demás y el miedo a las mujeres.

Las esperanzas se habían fugado. 

Jesús no era el Ungido de Dios.

Todos se alejaron o se encerraron en el cenáculo esperando tiempos mejores. 

La Magdalena, enamorada y atrevida

Es María Magdalena la primera, según el Evangelio de Juan, que va al sepulcro "de mañana, cuando aún estaba oscuro" (Juan 20,1).

Es una mujer fuerte, enamorada, poco convencional, que sale sola, de noche. Una mujer marcada por una búsqueda de amor, como el caso de la mujer del Cantar de los Cantares, y por el deseo de encontrar una explicación.

A menudo se ha asociado a las mujeres con un papel de casta obediencia, de obsequioso silencio. Pero su papel en las Escrituras es muy diferente. Son mujeres audaces porque el amor que buscan es audaz y el amor no conoce limitaciones ni obstáculos.

María estaba allí, fuera de la tumba vacía, y lloraba. Un grito de desconcierto, de consternación...

Le hubiera gustado ver el cuerpo de Jesús, tocarlo, ungirlo, besarlo. Ella no se resignaba a la ausencia, no podía tolerarla porque, como la joven del Cantar de los Cantares, "yo soy para mi amado y mi amado es para mí" (Cantar de los Cantares 6, 3). 

No todo puede terminar

Es el tema de la ausencia, de lo que sigue siendo misterioso, de lo que nunca se ha alcanzado definitivamente, de lo que los místicos llaman la noche oscura y que escapa al alcance de la razón. 

La experiencia pascual no es la luz deslumbrante que resuelve nuestras incertidumbres, sino un destello luminoso que nos permite vislumbrar el abismo del amor de Dios.

Se abre un nuevo horizonte

Y es precisamente por esta larga fidelidad al amor, incluso cuando no comprende, por este "permanecer en el amor", que los ojos de la fe se abren y reconoce la voz "¡María!"

“¡Rabboni!” Mi maestro.

Jesús no la retiene para sí, no la encierra en sí misma, absorta en sus propios sentimientos, sino que le indica una salida, en obediencia a la Palabra.

“No me detengas, sino ve a mis hermanos y anuncia al Resucitado” (Juan 20, 17). 

“Ir”, verbo de la misión, aquel con el que comienza la historia de la salvación, que exige una salida de uno mismo y de las propias exigencias, para vivir en el espacio de un amor de Dios libre y preventivo.

María Magdalena se convierte en "apóstol"

Entonces, así como María corrió al sepulcro de noche, ahora que es de día y hay la luz de la fe, corre a anunciar “HE VISTO AL SEÑOR”.

No puede guardarse para sí la revelación recibida, debe participar en ella, convertirse en "apóstol", ayudando a los demás a liberarse del miedo y de la desilusión.

No sabemos cómo vivió el discípulo amado en la tierra a partir de ese momento.

Pero esto no es esencial para nosotros y el Evangelio es siempre muy sobrio.

Sabemos que el milagro del Amor ocurrió en el jardín de la resurrección.

 

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Religión Digital

JESUCRISTO NUESTRO BUEN PASTOR ES NUESTRA PAZ


col martell

 

Abolir el odio y la división no es nada fácil, sólo el amor, a la manera de Jesucristo, nos puede reconciliar.

En este domingo 16 del tiempo ordinario la liturgia de la palabra nos invita a dirigir la mirada a los pastores y distinguir la manera de pastorear desde Jesucristo, quien nunca se busca a sí mismo sino a las ovejas que quiere llevar a buenos pastos y pastos abundantes.

Por eso el profeta Jeremías y el evangelio de Marcos hacen esa referencia a Jesucristo, de la descendencia de David, quien aun cuando busca descansar con sus discípulos, quienes están cansados y agobiados después de realizar la misión a la que fueron enviados, sin embargo la necesidad de la gente es tanta que buscan a Jesús y sus discípulos sorteando los diferentes caminos hasta llegar con ellos, a quienes Jesús les muestra siempre su amor compasivo de buen pastor.

Cada persona que se acerca a Jesús tiene una necesidad diferente: física, espiritual, moral, de entendimiento y luz para el camino de la vida. Por eso la palabra de Jesús y su presencia dan vida y despierta una gran esperanza en ellos para seguir el camino de la vida, el camino de la fe.

Nuestro caminar en la fe tiene que seguir, aun en nuestras diferentes experiencias de vida que cada uno de nosotros tiene. 

La atención del buen pastor ve la problemática que cada oveja puede tener, por eso su luz en la justicia y la caridad es muy importante porque trae esa paz profunda de la vida.

Sentirnos al resguardo y protección del buen pastor, donde nos sabremos amparados y asistidos es muy importante para nuestra comunidad la iglesia.

El buen pastor no hace distinción para que se siga pisoteando la justicia, sino que en la justicia genera la paz que da el equilibrio de la verdad y la caridad.

No permite el abuso de los fuertes sobre los débiles, sino que los débiles y vulnerables son los primeros que el buen pastor toma sobre sus brazos porque son los más indefensos.

Que importante es voltear a nuestro alrededor y ver quiénes son los que están más indefensos y a ellos debemos brindarles nuestra caridad, como lo hace el Buen Pastor.

La paz que el Buen Pastor viene a establecer es una paz llena de vida. Generando la armonía de ser el pueblo de los elegidos, en el que no se hace distinción ni preferencias, donde todos somos uno en Él.

Los odios y las divisiones que nos ponen en la desventaja mortal de querernos eliminar unos a otros, simplemente llevan a querer quitar la presencia de vida valiosa que cada uno representa en cada lugar de la sociedad global.

Jesucristo viene a darnos ese reconocimiento a todos, viene para que estemos unidos en él.

Tenemos mucho que aprender y vivir en nuestra cotidianidad, en el encuentro con los demás. Jesucristo es la luz que nos guía en el camino de cómo hacerlo, sigamos siempre su voz y su ejemplo de amor.

 

Fray Alfredo Quintero Campoy, OdeM

Religión Digital

AMAR


col koldo

 

¿Qué es el Amor? Teólogos, filósofos, poetas, científicos, médicos, gente sofisticada y personas sencillas reconocen al amor como el sentimiento más importante de la especie humana. Todos hemos tratado de definirlo. Se pudiera afirmar que existen tantas definiciones de amor como amantes hay en el mundo. Se ha dicho del amor que es omnipotente, omnisciente, omnipresente, todopoderoso y eterno. Incluso para los religiosos, Dios es amor.

La palabra amor proviene del latín amor, amōris. Se emparenta, de este modo, con el verbo latino amāre, del que derivará nuestro verbo amar. La más remota raíz de la palabra amor procede del indoeuropeo am -, que significa ‘madre’, y que también vendría a ser la raíz de palabras como amigo o amistad. De ahí también las palabras amorío, amoroso, desamorado, enamorado, amigo y su antónimo enemigo, amante, etc. La palabra latina se relaciona con una raíz indoeuropea amma - (voz infantil para llamar a la madre), presente también en el verbo latino amare (amar, dar caricias de madre en origen).

Los antiguos griegos empleaban cuatro palabras distintas para definir lo que hoy día conocemos por el término “amor”, estas eran: eros, ágape, philia y storge. Cada una de ellas tiene un sentido más profundo que el que le damos actualmente a una sola palabra. Por un lado, el eros supone el amor pasional, aquel que se deja llevar por el deseo y la atracción. Por otro lado, el amor storge es fraternal, implica la admiración y el cariño recíproco. En cambio, el ágape refiere al amor incondicional, aquel que acepta al otro tal y como es. Mientras que philia es similar a la amistad, supone fraternidad y admiración. Y para finalizar estos datos enciclopédicos, hablaremos de lo que significa para los hebreos, ellos les dan la palabra “Ahavá” que se compone de tres letras hebreas básicas, estas tres letras en realidad se dividen en dos partes: una base o raíz, cada una de dos letras y la primera letra que es un modificador. El significado de la base de las dos letras. “es dar”. La letra “Aleph”. Que precede a estas dos letras, modifica el significado de la palabra base, “dar”. El significado de “ahava”, es “yo doy” y también “amor”. El amor es también dar. El proceso de dar desarrolla la misma conexión entre el que da y el que recibe. No hay mayor entrega que la de dos personas que se quieren. Cada uno le da al otro. Cuanto más se da, mayor es la conexión.

Hasta acá hemos hablado de las distintas formas que le han llamado amor los antiguos y las diferentes religiones; pero hablemos ahora de lo que está ocurriendo acá en Miami, vamos a ser muy explícitos; porque soy un enamorado del amor y no estoy de acuerdo con la forma que se están desarrollando los novios, las parejas y también los esposos, no quiero hablar de géneros sino de parejas enamoradas, no importa color, ni religión.

¿Es acaso correcto que los jóvenes, se conocen, primera vez que se ven y terminan acostándose en un hotel o hasta en el mismo carro?, exponiéndose a toda clase de enfermedades y bajando su autoestima a cero y poniendo en duda que puedan llegar un día a amar. ¿Es que acaso no han amado a su madre, esa que desde que te llevaba en su barriga por nueve meses, ya te cuidaba y lloraba porque nunca había sentido dolores de parto y los aguanto por ti? Y cuando eras un baby ¿Quién te cuidaba? Pero eso no es lo importante ¿Quién te amaba? Y cuando tu padre los abandonó y ni siquiera les daba un dólar, ¿Quién buscaba tu comida? Sabe solo Dios lo que tuvo que sufrir, humillaciones y buscar comida en los lugares que la regalaban. Y ahora tú, que ya ella esta mayor, quizás en un “Home”, no la vas ni a visitar; pero te juro que nunca dirá la verdad, solamente ¡!“Don Víctor, es que está muy ocupado, ya vendrá más tarde y allí quedan sus lágrimas, que de tanto se han convertido en arrugas, lo menos que puedo decirte es:  ¡¡“Desalmado”!!

Vamos ahora a los matrimonios… Te casaste, o te fuiste a vivir con tu novio, alguna vez tuvieron conversaciones racionales y platicaban diariamente, pensaron que el amor se había extinguido y ¿Se preguntaron alguna vez por qué? Lo principal en una pareja es el diálogo y saber que yo, para recibir debo dar el máximo; pero sin poco amor tuvieron hijos y ellos serían los verdaderos sacrificados a vivir en una casa sin amor y atención. Ellos no pidieron venir a este mundo y tú, hombre o mujer, irresponsablemente estuviste de acuerdo en tenerlos. Ahora te convertiste en una madre o padre “sin vocación”, y te sigue importando más el sexo que tus propios hijos o hijas.

Miren todos aquellos que les falta amor, vengan a buscarlo en Dios, porque si “Él”, desde que te concibieron, te ama, -hombres, mujeres, transgéneros y jóvenes- acérquense y yo les aseguro que van a sentir su presencia, cuanto más dolorido estés, más amor te va a proporcionar… Es su amor infinito que estará contigo hasta el día de tu muerte. Abrázate fuerte a “Él” y siempre gozarás de su amor. Ahora no me acuses de religioso, porque no soy cura, ni pastor, ni nada de eso, solamente te habla quien ha sufrido por pecador y por mi grandísima culpa y lo único que me permitió seguir viviendo es el gran “AMOR” que “Él” me ha regalado.

BUENA NOTICIA, TAMBIÉN PARA LOS CIENTÍFICOS


col zapatero

 

Compartí en la anterior entrada a mi blog Punto de encuentro que lo realmente sustancial en estos tiempos revueltos es la mejora de la convivencia, por encima de las ideas, los movimientos sociales o los cambios organizacionales, por bien dirigidos que estén sus objetivos. Apelaba a dejar de lado las formulaciones llenas de verbos genéricos (´promover´, ´fomentar´…) para ponernos a vivir el aprendizaje interior de cada uno buscando que se note en lo comunitario.  

Y ponía el ejemplo de actitudes importantes: mostrar cariño, no juzgar ni etiquetar a los demás evitando las comparaciones porque fomentan la inseguridad interior y la envidia... Hoy quiero dar un paso más: se trata de amar más y de amar mejor. Para un cristiano, toda la persona debe orientarse a este fin, incluidas las normas, las liturgias y la manera institucional de organizarnos. Si  preguntásemos a Jesús de Nazaret, nos recordaría la víctima en la se convirtió él mismo por la furia desatada para evitar precisamente que el amor fuera lo esencial.

Amar significa querer el bien, no necesariamente que apetezca a hacerlo. Nos cuesta a todos, sin duda, sobre todo cuando nos afanamos en nuestro esfuerzo sin valorar suficientemente la fuerza de la oración, ni que hay Alguien mucho más grande que nuestras pobres inteligencias juntas. Los científicos en su papel han tratado de entenderlo y explicarlo todo lo referente a la vida y la existencia, hasta el extremo de que algunos han llegado a la conclusión de que lo que no es empírico ni científico, no existe o no es relevante.

Afortunadamente, Dios es más que la ciencia y que nuestras capacidades para demostrarlo todo, incluso su existencia. La llave de la ciencia es necesaria pero instrumental. Vivir el amor es el centro de todo. Sentencias como “Dios es infinitamente justo y misericordioso” me dan mucha paz, gracias a que resultan incomprensibles al intelecto. Pero son Verdad. A algunos les desazona no entenderlo, pero me encanta recordarlo como ejemplo claro de que lo humano no puede ser la última palabra; no hay más que ver nuestra historia. Aceptar solo aquello que es posible entender, me parece que es entender poco; incluso puede ser de necios cuando ni siquiera hemos venido a este mundo por un cálculo de la razón humana. Con el afán reduccionista de cuestionar la fe desde la razón, pinchamos en hueso, y se hace imposible centrarnos en el amor, que es lo esencial de la vida.

Queda mucho trabajo hasta conocer a fondo las potencialidades revolucionarias -en el sentido de transformadoras- del amor. Nuestras fuerzas deben acompasarse a la gracia, y pedirla, al tiempo de afanarnos de verdad en mejorar nuestras actitudes y conductas. Ahí, tiene poco que decir la ciencia, a no ser desde la exploración de las potencialidades del ser humano en inteligencia espiritual: generosidad, perdón, escucha, acogida, ternura…

Todo esto viene a cuento también de una preciosa oración que solemos rezar en el grupo de Biblia parroquial, y que ahora comparto como una estupenda educación diaria del corazón, en medio de nuestros esfuerzos y del amor que Dios nos tiene, fuente de todos y todo…

El don de cada día

Enséñame, Señor,
a vivir el don de cada día.
Sin otros planes que los tuyos,
los de cada día.
Que pueda maravillarme de tu amor, Padre,
cada día.
Que el rostro de mi prójimo sea nuevo para mí,
cada día.
Dame un corazón, Señor,
manso con el sufrimiento de cada día,
fuerte en la lucha de cada día,
amoroso,
En la oración de cada día.
Que cada día sepa confiar en ti, Padre,
Dejando en tus manos el mañana,
Sin inquietud, sin prisas.
Que cada día estrene tu paz,
Recibiendo de Ti, cada día,
salud o enfermedad, éxito o fracaso.
progreso o retroceso.
Enséñame, Señor,
a vivir el don de cada día.

 

LAS COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES, ANTE LA INTERVENCIÓN DE LA UNMA ARGENTINA


col kowalski

 

El pasado 25 de julio el gobierno argentino del ultraderechista Javier Milei, intervenía la Universidad Nacional Madres de Plaza de Mayo (#UNMa) a la que ya le había retirado todo el presupuesto previamente, desde que llegó al poder el 10/12/2023-.

Ante ello, la coordinadora estatal de las CCP:

1. RECORDAMOS que la UNMa es una Universidad Pública por la defensa de los DDHH, como no puede ser de otra manera.

2. RECONOCEMOS que la UNMa y quienes la impulsaron, constituían toda una amenaza para la motosierra del Presidente argentino aunque ello no sea óbice para esta brutal medida.

3. DENUNCIAMOS el peligroso precedente que supone para toda la comunidad educativa, así como la gravísima violación de los básicos principios de autonomía universitaria y de libertad educativa y el atentado en definitiva al propio estado de derecho.

4. EXIGIMOS la restitución en su puesto de la actual rectora Cristina Caamaño -elegida por la Asamblea Soberana de la Universidad en marzo de 2024 pasado- destituyendo al puesto a dedo por él, D. Eduardo Luis Maurizzio.

5. APOYAMOS a la Asociación de Madres de la Plaza de Mayo en su resistencia a la que han calificado -junto a toda la comunidad de la Universidad- como "acción fraudulenta e ilegítima (...) porque el ejemplo de nuestros hijos -decían en su reciente comunicado-  nos guía y su lucha nos llevó a crearla”.

 

La Voz de CCP

29 de Julio de 2024

LOS MIGRANTES, ATLETAS DE LO HUMANO, OTROS OLIMPOS


col kowalski

 

MIGRANTES, REFUGIADOS Y OLIMPIADAS

A la hora de salir para celebrar la eucaristía en la Parroquia de Guadalupe, veo unos minutos del comienzo de la inauguración de las olimpiadas. Se atisba que va a ser un espectáculo único e inolvidable, grandioso, universal, que marcará un antes y un después. De todos los detalles me emociona el barco que desfila en segundo lugar, tras la original olímpica de Grecia, que va con un pequeño grupo de refugiados y después Afganistán, con bandera antigua, no reconocidos por los mandatarios actuales y rompedores con la abanderada que es una mujer. Ya me dan motivo para profundizar y comenzar a pensar en estos días al hilo de las olimpiadas y las claves de lo humano, lo que se refiere a dignidad y justicia. Para mí también claves evangélicas y cristianas.

Olimpiadas en Europa, esa región con raíces de identidad humano y cristianas. ¿Estarán los que no cuentan? Cuando regreso a casa al final de la noche, observo que entre los olímpicos que llevan la antorcha se suman los de la paraolimpiada, deportistas con sus piernas metálicas y con ritmo de vencedores y de alegría, competidores de la vida.

Traigo a la memoria jóvenes migrantes que he conocido en Madrid recientemente, algunos con sus historias escritas en libros sencillos a pie de mar, de tierra, de dolor, de esclavitud. Muchos de ellos han tardado años en llegar a la orilla nuestra, la de sus sueños de supervivencia y salvación, viendo incluso morir a seres queridos con los que compartían el camino en desiertos y pateras. Los considero los más olímpicos de todos los olímpicos y deseo que estos juegos ojalá sirvan para reflexionar sobre el sentido profundo de lo humano y del sentido de la vida. Ojalá pasen del espectáculo a la reflexión de lo ético y de la bondad de lo humano.

En París estarán de muchos países, aunque algunos no contarán, quizá los más pobres del mundo, serán jóvenes con sueños e ilusiones, se relacionarán en condiciones de igualdad, usarán las mismas dependencias –me alegraba ver a Nadal y Alcaraz- como unos de tantos- comerán lo mismo, lucharán con todas sus fuerzas, y saldrán felices por lo vivido y convivido, aunque no lleguen a las medallas. Decía ayer una madre de un atleta que el premio y el gozo ya era el poder estar allí y vivir lo que estaban viviendo.

Yo rezo, así como lo digo, para que la olimpiada lo sea de paz y de justicia, ojalá se siembren las reflexiones más vivas de los que son más luchadores en este momento de la historia, los que arriesgan su vida y la exponen buscando vivir y poder ser para los demás. Premio para todos los migrantes de corazón limpio y arriesgado. Os admiro y, a veces, me avergüenza escuchar vuestros relatos de caminos heridos y fracasados para llegar a un lugar donde cuestionamos vuestra presencia con ideologías de radicalidad y de seguridad.

 

José Moreno Losada

Religión Digital

LA ESTRATEGIA NO-VIOLENTA DE LA RESISTENCIA “GUEGÜENSE”: BURLA, ENGAÑO, VALENTÍA Y FIRMEZA


col anso

 

En un artículo publicado en medios internacionales los primeros días de julio, se pregunta si el silencio en Nicaragua de obispos, sacerdotes, y instituciones frente a la política violenta y agresiva de la dictadura Ortega-Murillo indica que la dictadura ha llegado a silenciar, dominar e eliminar la resistencia de la Iglesia Católica. Desgraciadamente, el autor del artículo no toma en cuenta el hecho de que la gran mayoría del 80% de la población en oposición a la dictadura nicaragüenses son católicas y católicos... es decir, la base de la iglesia Católica.

Muchos analistas—y medios en general—limitan la iglesia Católica a su jerarquía. Estos analistas y medios no toman en cuenta que, desde el inicio de la resistencia del pueblo nicaragüenses a la dictadura Ortega-Murillo, solamente dos o tres obispos apoyaban la resistencia, mientras la gran mayoría de la POBLACIÓN católica participaba—y sigue participando—en la resistencia a Ortega-Murillo. 

El destierro y silenciamiento de varios obispos y sacerdotes—negociado a espaldas del pueblo católico y de la población más amplia por la jerarquía nacional e internacional con la dictadura—de ninguna manera terminó con la resistencia masiva de la población católica—y no-católica—a la dictadura. Tal resistencia se mantiene y se multiplica; uno simplemente tiene que escuchar las diatribas diarias de la vocera de la dictadura para darse cuenta del temor pavoroso de la dictadura frente a esta resistencia.

Uno tiene que conocer—y vivir—la cultura nicaragüense para entender mejor el estilo particular de la resistencia nicaragüense—un estilo muchas veces llamado “guegüense”. (La palabra “guegüense” viene del nombre de una obra teatral indígena/mestizo durante los años de la colonia, en que nicaragüenses enmascarados se burlaban, engañaron—y resistieron—a las autoridades españoles.) 

Es importante recordar que solamente horas antes de que Somoza fue forzado a salir de Nicaragua, miles de sus “seguidores” gritaban: “¡Somoza para siempre, Somoza para siempre!” La resistencia nicaragüense—primero en la lucha, desde 2013, para defender la tierra, agua, y soberanía del país contra el mal-concebido plan de construir un canal interoceánico, y continuando, desde abril del 2018 contra la violencia, corrupción, y opresión de la dictadura Ortega-Murillo—ha recuperado esta estrategia no-violenta de resistencia “guegüense” . . . La burla, el engaño, la valentía y firmeza.

La resistencia de la iglesia no se apaga por la ausencia—ni por el silencio—de obispos y sacerdotes. El pueblo católico desgraciadamente está acostumbrado por tal ausencia y silencio de parte de las autoridades de la iglesia. Como ha escrito Antonio González, una iglesia centrada en sí misma es una iglesia interesada no tanto en las necesidades del pueblo, sino en sus propias estructuras. Tal iglesia difícilmente puede presentarse como alternativa para nadie. Siempre trata de asegurarse su propia supervivencia mediante acceso al poder; como institución es más interesada en el poder que en el verdadero cambio social.

Para entender la resistencia nicaragüense actual uno tiene que vivir esa resistencia en las múltiples comunidades en Nicaragua que practican diariamente la no-violencia y una resistencia “guegüense” que carcome cada día más las “columnas de poder” de la dictadura Ortega-Murillo. En tales comunidades de igualdad, solidaridad, y compromiso con una sociedad con nuevas relaciones sociales, el pueblo católico cumple cada día su misión de ser la “iglesia de Jesús” en medio de las víctimas de esta dictadura tan brutal. Como ha escrito la socióloga nicaragüense Elvira Cuadra: “Tal vez Ortega y Murillo han logrado eliminar las protestas, pero no han podido acabar con la resistencia”.

Finalmente expresamos nuestra solidaridad con los más de 15 periodistas y comunicadores que en lo que va del mes de Julio han sido víctimas de la represión de la dictadura y demandamos al Estado de Nicaragua diga sobre el paradero de la periodista y gestora cultural Fabiola Tercero Castro, quien se encuentra en condición de desaparecida.

 

Religión Digital

Religiosas y religiosos nicaragüenses en la clandestinidad

TIEMPO DE BEGUINATOS


 

A los círculos de mujeres
que dispersos por el mundo
se apoyan en sus búsquedas.

Hace unos cuantos siglos, el sacro imperio se desmorona, nacen las urbes a lo largo y ancho de Europa disminuyendo la fuerza de los potentes feudos, los grandes monasterios -prácticamente única forma de vida religiosa conocida y practicada- muy lentamente ceden su lugar a las órdenes mendicantes. Se multiplican a lo largo del territorio católico grupos y movimientos calificados como herejes, las pequeñas urbes nacientes tienen demandas nuevas… y un aire de libertad se respira por doquier. En este paisaje nacen las beguinas que van a señalar nuevos caminos a la fe y a la práctica del cristianismo.

Las beguinas, mujeres de profunda experiencia espiritual, que se sienten impulsadas a dedicar su vida al seguimiento del Evangelio y al servicio a los más necesitados, pero no se sienten llamadas a exiliarse en los muros de un monasterio para morir a la dinámicas sociales. No es falta de inclinación a la contemplación, la vida de estas mujeres está atravesada por grandes espacios de oración, contemplación y estudio… Es sin embargo necesidad de “desestructuración”, fuerza de libertad y autonomía, búsqueda de caminos propios…

Pertinente es pensar que hoy vivimos situaciones similares. El tiempo no es cíclico por supuesto, pero hay dinámicas sociales que tienen raíces comunes y regresan más de una vez. La iglesia católica en Europa se desmorona, la vida religiosa está quizás en la crisis más fuerte de su historia, languidecen las vocaciones y las grandes instituciones viven sus finales. Igualmente los seminarios permanecen vacíos y es necesario dedicar esas grandísimas edificaciones a menesteres muy diversos…

Es claro sin embargo que la “buena noticia” del maestro de Galilea no ha sido invalidada, hay en Occidente un renacer muy fuerte de la búsqueda de caminos espirituales que acerquen al Misterio, que lo trasluzcan mínimamente, hay acercamientos a los caminos espirituales del Oriente que tal vez arrojen nuevas luces… Pero también es claro que las instituciones con los muchos siglos a sus espaldas pesan, hay cansancios y decepciones frente a las grandes moles de la tradición. De la misma manera que no es momento de construir enormes catedrales, tampoco es el momento de inscribirse en el peso de los siglos. Las mujeres y los hombres jóvenes de hoy quieren habitar en el mundo “ligeros de equipaje”.

Es impensable que con el avance en la conciencia femenina y con los muchos logros y conquistas que las mujeres han conseguido en todos los ámbitos: económicos, sociales, profesionales, sexo-afectivos… puedan encontrar una respuesta a sus deseos de entrega o de absoluto en las estructuras de vida religiosa tal como hoy subsisten. Es claro que las mujeres ya no negocian hoy su libertad. Por eso es importante encontrar desde la fe y el mensaje de Jesús formas de vida nueva que transparenten los ideales y el proyecto que el Evangelio nos ofrece.

Por otro lado, los gérmenes ya se perciben aquí y allá. En muchos sitios y espacios liminales las mujeres se juntan para encontrar caminos propios para vivir su fe, sus búsquedas espirituales, sus respuestas al llamado evangélico. No importan las denominaciones o “bautizos”, las mujeres -por toda América Latina- se juntan, física o virtualmente, para trazar sus círculos y hallar sus mediaciones propias. No se acercan tal vez a las parroquias o a las iglesias más formales porque no son bien acogidas… Pero yo me pregunto si las iglesias urbanas en lugar de acercarse a los Centros Comerciales, no tendrían que salir en busca de estos círculos, acercarse a ellos, entender el mensaje que envían y aprender de los signos de los tiempos… tal vez en ellos encontrarían una interlocución enriquecida y válida… Sería una linda y válida forma de vivir la salida de la que habla Francisco. La iglesia, es tiempo ya, puede salir al encuentro de las propuestas e intuiciones femeninas, y acogerlas para aprender de ellas.

Las mujeres como parte de sus búsquedas en este siglo en que han conquistado su ciudadanía universal, se reúnen también para encontrar el fondo de sí mismas, para vivir el toque del Misterio desde sus ser más íntimo de mujeres conscientes. Por otro lado, vivimos en un tiempo en que es necesario el “cuidado del amor femenino”… nos rodean situaciones de dolor, de exclusión, del maltrato… la migración en masa requiere de nuevos beguinatos o casas de acogida… Las mujeres potencian su fortaleza moral y su capacidad de amor en círculo, en reunión…

Los grupos de mujeres de hoy tienen un camino abierto ya por sus ancestras, las beguinas, que revolucionaron la iglesia medieval con su herencia, sus vidas, sus palabras. Los beguinatos fueron un espacio privilegiado de la práctica de la sororidad y el affidamento, hay pruebas y testimonios escritos múltiples de ello: las maestras espirituales y sus “hermanas” buscaron juntamente nuevas formas de relación. Y es importante tener muy claro hoy que la sororidad como horizonte y como relación cotidiana, puede salvar el mundo y señalar inéditos caminos para utopías que nos jalonen a otro mundo posible.

 

Carmiña Navia Velasco

Círculo Espiritual María de Magdala

DOMINGO 17º T.O. (B) “Repartió a los/as que estaban sentados/as todo lo que quisieron” (Jn 6,1-15)

fe adulta

col labrador

 


En la vida hay momentos, situaciones en los que tomas conciencia de algo que está más allá de lo superficial, de lo habitual. Son espacios reveladores y también, celebrativos.

El evangelio de hoy nos recuerda la eucaristía. Cabría preguntarse si las experiencias significativas de los/as creyentes tienen cabida en el rito actual. El signo de liberación que realiza Jesús en el evangelio debería ser signo visible en cada persona y comunidad cristiana y debería rehuir, como él hizo, toda tentación de autosuficiencia, especialmente de orden político, social o religioso. Todo un aviso a navegantes.

Queremos ser pan en una Iglesia donde hombres y mujeres, en plano de igualdad, participemos en la vida y en el ejercicio de los distintos ministerios. La identidad cristiana tiene su origen en la gracia del Bautismo, que pone los cimientos de una nueva existencia. Es Dios mismo quien llama e invita a los hombres y mujeres cristianos por la fe y el bautismo, otorgándoles la Gracia de un nuevo nacimiento.

A partir de ahí, podemos avanzar y mucho, en ir descubriendo el carácter gratuito de la iniciativa de Dios, la libertad de la respuesta de todo ser humano, la vinculación definitiva del bautizado/a a Cristo y a su seguimiento. Sin miedos que paralizan y bloquean opciones liberadoras, no “marear la perdiz” en cuestiones vitales para la vida de las personas y colectivos descartados. No nos enredemos inútilmente en disquisiciones de pensamiento, de exégesis sesgadas, de controversias que al final, son las legalistas, las farisaicas, las que siguen marginando al Pueblo de Dios como lugar teológico, dinámico, en camino.

Donde hay miedo, no hay fe. La Iglesia católica que habla de Sinodalidad lo sabe muy bien, pero ¿lo practica? Jesús actúa con absoluta libertad, hace referencia a la nueva alianza basada en el amor, lo que le lleva a dar su propia vida por amor a todos, en fidelidad a su Abbá.

Leamos el evangelio de hoy con una mirada inclusiva, haciendo un ejercicio de comprensión sencillo, actual, sin tapujos.

“Se marchó a la otra parte de Galilea o de Tiberíades”. El mundo pagano. Hoy diríamos la sociedad y el mundo convulso e insolidario en el que vivimos. Ante las graves crisis sucesivas (económicas, gubernamentales, sanitarias, guerras interminables…) las naciones, las instituciones, se encierran en la política del “sálvese quien pueda” y cuanto más poder y más corrupción, mejor. Urge romper esta inercia destructiva y buscar la esencia divina sembrada en cada ser humano.

“Lo seguía mucha gente… Subió Jesús a la montaña y se sentó allí, con sus discípulos y discípulas”. El ámbito donde habita la presencia de Dios: el cuerpo, portador y templo del Espíritu-Ruah, presencia viva, diálogo íntimo de amor entre lo humano y lo divino, comunión gozosa de dos amantes.

“Jesús le pregunta a Felipe: ¿con qué compraremos panes para que coman éstos? (Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer)”. Según él, no hay solución viable para dar de comer a tanta gente. Sin embargo, Andrés da la clave de una nueva perspectiva: se comparte lo que hay, aun con dudas de si alcanzará o no para todos. Lo que hacemos en casa, en los grupos, en la vida comunitaria.

“Jesús les manda sentar”, porque todos y todas estamos sentados en el mismo suelo de la fe (no en el sofá de la indiferencia y el individualismo), y en la misma mesa (no unos en el salón y los/as más, en el sótano), donde Él se da por entero, con un amor incondicional que no sabe de distinciones de género, raza, cultura, orientación sexual, creencias, estado social… sino mentes, manos y corazones abiertos que se abren al único mensaje válido: el pan del amor.

“Sólo los hombres eran unos cinco mil”. Los sinópticos puntualizan que se sentaron por grupos de cincuenta y de cien. Es decir, comunidades cristianas, realización histórica concreta de la comunión, que es un don del Espíritu-Ruah, y signo visible de la liberación humana. Pero cabemos “todos, todos, todos”, como dice Francisco, también las mujeres y los niños… es decir, ¡todas, todas!

El milagro que hoy necesita el mundo es la multiplicación de la solidaridad y el amor.

“Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados; lo mismo hizo con los peces. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos/as: Recoged lo que ha sobrado, para que no se pierda nada”. Es decir, para que la comunidad cristiana sea ejemplo fiel de la invitación y misión al servicio del Reino de Dios.

El proyecto del Reino en su visibilidad eclesial se realiza en el signo del servicio o diaconía: liberación, amor-caridad, educación; se vive en el signo de la comunión o koinonía, comunidad, fraternidad-sororidad, unidad, comunicación; se proclama en el signo de la palabra o “kerigma”: anuncio, evangelización, predicación, enseñanza, homilía; se celebra en el signo de la liturgia: eucaristía o acción de gracias, oración, sacramentos, celebración… ¿Cuándo será visible para las mujeres?

Todo ello nos habla de una Iglesia-signo, sinodal, de aquellos que somos sus seguidores/as, cercana a los hombres y mujeres de hoy, no clerical, ni centrada en sí misma, sino abierta al proyecto del Reino en vías de realización, solidaria con la pobreza y la marginación, profética, fraterna-sororal, festiva y abierta al futuro. “Donde nadie sea impuro/a, discriminado/a o etiquetado/a”.

“La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: Este sí que es el Profeta que había de venir al mundo”. Pero Jesús se retiró otra vez a la montaña, él solo”.

Frente a la tentación de seguir siendo sordos y ciegos a su Palabra, nos queda la denuncia profética y el anuncio del Reino. Celebramos la festividad de María Magdalena, “apóstol de los apóstoles”, fiel seguidora, discípula, primera testigo de la resurrección del Señor, el Cristo de la Pascua, y predicadora de su mensaje.

¡Ruega por nosotras!

¡Shalom!