FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

viernes, 7 de junio de 2019

Fiesta de María Auxiliadora 2019

LA MISA DEL DOMINGO SE LLENARON DE ESPÍRITU SANTO DOMINGO DE PENTECOSTÉS 9 de junio de 2019 Hechos 2,1-11; 1 Corintios 12,3b-7.12-13 Juan 20,19-23



OBSERVACIONES PREVIAS 

• Reconocer que Jesús vive en el cielo, pero se desvive en la tierra con nosotros, es un fruto que relacionamos con la Ascensión. Porque tal como recalcan los Hechos (Hch 2,2), el Espíritu de Jesús vive y actúa en todos los seres humanos y en toda la creación. 

• La Ascensión del Señor, que acabamos de celebrar, es el triunfo soñado; la llamada a encontrarnos como pueblo del futuro. Pablo, en la primera carta a los Corintios, nos recuerda que somos miembros de un único Cuerpo y que todos estamos bautizados en un mismo Espíritu (1 Co 12,8).  

• Con el corazón en el cielo, donde ha ascendido el Señor, hundamos nuestras manos en la tierra. Esta realidad señala que Pentecostés no es un recuerdo histórico, sino una realidad viva. Igual que hizo con los apóstoles, Jesús nos regala hoy su Espíritu para siempre (Jn 20,22).  

MISA CON NIÑOS DOMINGO DE PENTECOSTÉS (C) “Espíritu Santo, ven” 9 de junio de 2019


 (Ambiente festivo de la celebración en cuanto a la ambientación de la Iglesia: carteles o proyecciones alusivas al Espíritu Santo, flores en rojo, algunas velas de distintos tamaños y color, cantos con letras en sintonía con la fiesta… • Un signo para la celebración: el cirio pascual, de nuevo, ha de destacar, como despedida del tiempo de Pascua. Puede estar adornado con algún paño o estola roja, y con flores. No estaría mal un dibujo de una paloma, símbolo del Espíritu santo. Al finalizar la celebración se puede llevar el cirio, en pequeña procesión, y colocarlo junto a la pila del bautismo, su lugar más apropiado. • Se puede hacer una procesión de entrada: cruz procesional, libro del evangelio, cirios, acólitos… mientras se canta una canción alusiva al Espíritu Santo. • Canciones para la celebración: “Espíritu Santo, ven”. “El Señor os dará su Espíritu Santo” (Kairoi). “Bendigamos al Señor”. 

Para comprender hay que acercarse - Domingo de Pentecostés, Ciclo C

LIMOSNERO


col gerardo
El limosnero del papa Francisco, el cardenal Konrad Krajewski, entró hace unos días a un edificio ocupado de Roma en el que viven 450 personas y reactivó la corriente eléctrica, embargada desde hacía una semana, según informan hoy los medios.
Limosna: Un trabajo silencioso, realizado cada día, en nombre del Papa, a favor de los más necesitados. Es la actividad de la Limosnearía Apostólica.
En 2018, distribuyó 3,5 millones de euros a los pobres para pagar facturas y alquileres.
En las primeras comunidades cristianas eran los diáconos, en particular, los que se ocupaban de los pobres. Más tarde los Papas, como obispos de Roma, confiaron la tarea de la caridad al llamado Limosnero: este nombre aparece por primera vez en una Bula de Inocencio III, en el siglo XIII.
Me parece un gesto muy valiente y claramente cristiano. Los pobres son preferidos por Dios y como dice el papa Francisco, hay que luchar contra el capitalismo que mata a las personas.
Un daño muy grave y una situación muy peligrosa es el que un grupo de personas pobres vivan sin luz para sus casas, frigoríficos, estufas… Y es comprensible la acción del limosnero, que rompe los candados y devuelve luz a esas viviendas. Luego ha pagado el coste que debían los vecinos.
Me interrogo: ¿es una invitación a imitar su valentía cuando encontramos personas sin luz, sin casa, sin comida, sin trabajo? Estamos acostumbrados a hacer caridad y aportarles lo que necesitan. Porque tenemos claro que la meta es que todos y cada uno tengamos unas condiciones dignas y que los medios que hay en la sociedad: trabajo, dinero, vivienda… sean distribuidas entre todos.
Claro que me siento interpelado y veo que tenemos en la iglesia muchos locales, viviendas, posesiones a las que pueden acceder las personas necesitadas. Y que los okupas puedan ocupar nuestros lugares vacíos. Y es preciso que cada uno de nosotros revisemos las propiedades y riquezas que tenemos a ver si nos son realmente necesarias.
Venía el papa Francisco a decir el otro día que no podemos vivir en la abundancia mientras haya personas que pasan hambre e incluso mueren de ella. Entiendo que la iglesia en este momento no debe gastar un céntimo en arreglar edificios artísticos, religiosos, mientras exista el hambre y la miseria. No podemos olvidar que el auténtico templo de Dios somos cada una de las personas. He visto que rápidamente se han ofrecido millones para arreglar Notre Dame, aunque parece que a la hora de la verdad no llegan esos dineros a su destino ¿Es lo más cristiano arreglarla con millones de gasto?
Según veo, el dinero que usa el limosnero del papa en ayuda a los pobres, proviene de La Limosnearía que nació formalmente en tiempos León XIII, el Papa de la primera encíclica social, la Rerum novarum (1891). Pues León XIII confió a la Limosnearía la facultad de conceder la bendición apostólica a través de él. No acabo de entender: El fin es estupendo, pero realmente… ¿hay que cobrar por una bendición papal que se reduce a un papiro que se cuelga en las paredes? Una conversión del corazón ha de surgir de la realidad, no de hechos que suenan a simonía.
Más que limosnero, me parece un Robin Hood que recoge las riquezas de los ricos para dárselas a los pobres, que es lo que los primeros cristianos pusieron en boca de María “a los hambrientos llenó de bienes y a los ricos despidió vacíos”.
El momento es estupendo. Vamos avanzando y esto suena a verdad, a conversión, a una iglesia de la periferia.

HERMANAS, LEVANTAOS


col carmona
Todo gran camino empieza con un paso. Y para darlo resulta imprescindible ponerse en pie. Tomar conciencia de uno mismo, de la presencia y la potencialidad. De la propia dignidad. El oído se abre, la mirada se aclara, el corazón comprende, el cuerpo se yergue, la vida se reinicia: talitá cumi.
Por desgracia, estamos lejos de que las mujeres reciban tal invitación dentro de la Iglesia. La misma que, curiosamente, sigue al Jesús que lloraba con Marta y María, que permitía a una mujer besar y lavar sus pies, que desveló a María de Magdala un amor mayor. Veintiún siglos después las mujeres siguen siendo elegidas: para arreglar las flores del altar, dirigir los cantos en misa, coordinar las catequesis o limpiar la casa del cura. Ah, sí, el Papa también ha elegido a cuatro mujeres como consultoras del Sínodo. Curiosa estoy de ver si les dan la voz cantante o de coristas.
¿Y por qué se permite y legitima marginar a la mujer, considerándola incapaz de realizar las mismas tareas que los hombres? Ellos dicen:
Jesús pudo haber elegido mujeres y no lo hizo. Si en pleno siglo XXI seguimos utilizando el masculino genérico para hablar de ambos sexos, ¿qué podemos esperar de quienes escribieron el Nuevo Testamento?, ¿no es evidente que la mujer ha sido sistemáticamente relegada al anonimato? Si ahora no reconocéis su dignidad, ¿pensáis que iban a hacerlo los primeros cristianos? Hablan de discípulos, claro. Testigos, por supuesto. ¿Mujeres? sin duda. Mujeres fuertes que, en un mundo de hombres, cambiaron la historia y aparecen en la Biblia. Lástima que no escaparan del filtro machista que reduce su papel y lo(a) sexualiza: Eva tentadora, Judith atractiva, María virgen, Magdalena prostituta.
Hombres y mujeres cumplen diferentes roles en la Iglesia. Mi argumento preferido, por retrógrado. Algo así como “hombre sale a cazar, mujer cuida el fuego”. Por suerte, la misión es una: proclamar que la Buena Noticia es para todos. Uno el mandamiento: “Amaos los unos a los otros”. Pero muchos, sí, los dones del Espíritu. Esos cambian de persona a persona, pero no en razón de su sexo sino por el Misterio que nos habita: hijos de un mismo Dios. Hermanos/as. Sin distinción ni categorías.
Asumiendo que no hay conciencia ni interés por retribuir a la mujer el papel que le corresponde en la Iglesia, me pregunto: ¿por qué lo permiten ellas?
Y aquí dirijo mi apelo a mis HERMANAS (mujeres de Dios, monjas, consagradas;  PERSONAS que creen en una comunidad igualitaria). A vosotras os pregunto: ¿por qué no presidís la Eucaristía este domingo? ¿De quién esperáis “el permiso”, de Dios o de los hombres? ¿Os prohibiría Jesús reuniros en su nombre, proclamar la Palabra, bendecir el Pan y repartirlo? ¿Hace falta revestir la consagración de algo más que de fe y entrega? ¿Hay un componente “mágico” que os impide a vosotras hacerlo?
Quizá ha llegado el momento de abandonar esta espera pasiva, ponernos en pie y afirmarnos desde esa libertad que nace de dentro. Con la suave mansedumbre y la firme rebeldía que el propio Jesús manifestó ante quienes se creían señores, jueces y sabios. Como testigos que no pueden ni quieren permanecer encerrados por más tiempo: os invito a presidir la Eucaristía vosotras mismas. Y celebrar la Vida en comunión con quien quiera acompañaros. ¿Se atreverán a echaros de las iglesias? Y si lo hacen, ¿podrán impedir que celebréis al Dios de la Vida en las calles, las casas, los parques y jardines, a plena luz del día?
Ha llegado el tiempo de hacer algo nuevo. Nada hay más revolucionario que levantarse y proclamar que Dios está en medio de nosotras porque lo llevamos dentro. Que encarnarlo no es privilegio de unos pocos. Y que sólo por ÉL, con ÉL y en ÉL nos sentimos legitimadas a administrar los sacramentos. Para que la Palabra se haga cuerpo (también en el nuestro). Que así sea.

SHEMÁ: ESCUCHA HIJA


col bennasar
Preciosa y temblorosa voz la que intuyo cuando, en el silencio, dejo emerger el misterio.
La llamada del Dios de Jesús a su pueblo, a su comunidad, a cada hija e hijo es a ESCUCHAR. El maravilloso Shemá que repiten y veneran nuestros hermanos judíos, y que estuvo en labios de Jesús miles de veces a lo largo de su vida. En sus labios sí, como buen judío que era, pero sobre todo en su vida, como un hecho.
De Jesús hablamos más de su Palabra y de sus hechos, lo que “hizo y dijo”. Cuando hablamos del “hacer” nos fijamos, en sus curaciones, sus gestos elocuentes como partir el pan, multiplicarlo, repartirlo, lavar los pies de los discípulos, devolver vida y fuerza a personas aquejadas por enfermedades todas indicativas de “ausencias”: falta de energía en las piernas, en la vista, oído, corazón, sangre…visto así impresiona.
Y lo que dijo, los textos canónicos y apócrifos, estudiados, rezados, repetidos a diario en cientos de miles de liturgias, de corazones orantes, de estudiosos enamorados de la Palabra…
De Jesús hablamos muy poco de su escucha. Jesús es Shemá en su más pura esencia. Aunque parece que habló mucho, siempre cuestiona esa etapa tan larga, antes de su Bautismo, en la que parece que vivía una vida normal, cuya guía fue, creo poder decir, la fidelidad al Shemá.
Jesús escucha a su Abba, a la realidad social y religiosa y sigue escuchando. Y porque escucha se convierte en un buscador, y encuentra a Juan en el desierto y escucha. Después de un tiempo toma una decisión y se deja bautizar por Juan, e inmediatamente es guiado al desierto a escuchar.
El motor de los movimientos de Jesús es la escucha a los textos y al latido de la vida.
Como a Él es la escucha lo que nos posibilita la entrada en el misterio. La escucha es como un sacramento que nos unge para la trayectoria. Para nuestra Pascua, nuestro paso de pequeñas o grandes esclavitudes: maneras de pensar, opiniones anquilosadas a veces inamovibles sobre Dios, las personas, la moral…hacia la empatía, que es la meta. La empatía no es un lugar físico, es un estado del alma que ha descubierto la felicidad.
Esta no consiste en estar yo bien, sino en estar en comunión con todo, en descubrir que somos uno, que estamos conectados, que somos unos de otros, que posiblemente pase por nuestros pulmones oxígeno que pasó por el resto de la humanidad, que somos polvo de estrellas, luego pertenecemos al infinito, al cosmos y disfrutamos mirando las estrellas. Somos familia.
De nuevo la salida del sol de esta mañana no he podido sino sacar la foto, igual que del niño que vi ayer, o del color cambiable del mar que estos días puedo contemplar, de paso y enamorada de su belleza.
Escuchar a todo y a todos, es una melodía infinitamente bella y dolorosa a la vez porque la empatía, la escucha, nos conduce al centro mismo del dolor, que como un imán atrae al corazón compasivo.
Si escucho oigo el grito del planeta que como hermana violada me muestra su herida, me susurra su trauma. No es el plástico, no,  es el corazón plastificado de algunos que siguen violando, uno tras otro, hasta el agotamiento, a nuestra hermana, a nuestra madre tierra, de la que todos dependemos.
Si escucho, oigo el dolor infinito de nostalgia y ausencia en refugiados, en pateras y más pateras que como ataúdes en potencia cruzan nuestros mares. Y ahora, con el buen tiempo…como una procesión sin cofradías y sin joyas que la embellezcan, ahí están, de nuevo, desesperados por vivir.
¿Imaginas a tu hija o hermana o nieta embarazada cruzando sin rumbo seguro, en una pequeña embarcación, días y más días en altamar, después de haber vendido todo para llegar a un lugar donde su hija o hijo nazca y tenga derecho a lo mínimo para seguir siendo humano?
¿Te la imaginas siendo violada y maltratada por los mismos que le han cobrado todo lo que la familia tenía para costearse el viaje? Y si consigue llegar, formará parte de una población no deseada, que la mayoría todavía considera aprovechada… o será deportada, arruinada, violada y olvidada.
Escuchar es peligroso. Y es liberador. Escuchar es conectar con el latido de todo y sentir que hay que ser personas de pascua. De paso hacia, personas capaces de soltar para acoger, para abrazar y acompañar.
La vida no es un misterio para aquellos que eligen caminos seguros. Mi vida comienza a sentir el misterio cuando escucha-empatiza con la realidad y de su mano me dejo introducir en el otro nivel; el del Shemá, el de la escucha del latido de todo.
Estamos en pleno tiempo Pascual, los creyentes sabemos que ahora la comunidad cristiana católica, no todas las cristianas lo celebran así, estamos esperando Pentecostés.
Os animo a que nos hagamos mujeres y hombres de Shemá, de escucha. Dejar que se nos contagie el largo tiempo que Jesús dedicó a escuchar. Dejar que este aspecto de nuestra esencia cristiana configure más y más nuestra realidad.
Tenemos un largo recorrido por delante. Pero las cosas de Dios tienen otro ritmo al lógico. A veces irrumpen, como un viento impetuoso. A veces el susurro se prolonga tanto que parece deja de existir.
Hace unas semanas tuve que cambiar de móvil porque no conectaba si no tenía el registro que requería la geografía. Lección aprendida. Si quiero estar bajo cobertura, incluido el roaming, tengo que adaptarme. Empatizar es escuchar, no es oír de lejos, es conectar mínimo 4G. Es decir, poner de mi parte tiempo y energía para no tener una conexión intermitente y de poca calidad. Tal vez hay que conectar el wifi. Pedir ayuda, salir del articulito semanal… y abrirnos al Espíritu, en directo. Ella sí empatiza.

UN NUEVO PENTECOSTÉS PARA LA IGLESIA DE HOY


col zapatero
"Residían en Jerusalén judíos devotos de todas las nacionalidades que había bajo el cielo. La gente quedó desconcertada, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua " (Act 2, 5-6).
El hecho de oír decir que vivimos en un mundo globalizado ya no nos sorprende. Los medios de comunicación nos lo evidencian a cada instante. Resulta difícil ignorar el bienestar de los países ricos y la miseria en que se encuentran sometidos casi dos tercios de los habitantes del planeta. Por otra parte, las diferencias culturales y religiosas son un hecho al que nos hemos acostumbrado a verlo ya como signo de riqueza, en vez de considerarlo un impedimento para la convivencia; aunque a nivel práctico nos resulte complicado muchas veces vivirlo como tal riqueza.
Se engaña quien sigue pensando que el cristianismo es en sí mismo la religión verdadera, que hay que imponer a los demás, puesto que el resto de las religiones están equivocadas. Sabemos, por ejemplo, que la religión cristiana no es la más numerosa, sólo por utilizar el hecho cuantitativo.
Por otra parte, existe, al menos en teoría, una tendencia cada vez mayor de cara a respetar las formas y maneras de pensar, de creer, de opinar, etc. de las personas entre sí. He puntualizado la expresión "en teoría", porque la vida real deja mucho que desear, sobre todo en ciertos lugares y momentos.
Vistas así las cosas y con una constatación similar, fuera una ingenuidad por parte de la Iglesia creerse que se encuentra todavía en una época de cristiandad; donde la última palabra la tiene ella y, por lo mismo, todo el mundo la debe acatar.
Por lo tanto, si nos atenemos a las palabras del comienzo, yo diría que en nuestro mundo vive, al igual que en aquella fiesta de Pentecostés en Jerusalén, gente de toda raza, condición, cultura y religión. Gente, por tanto, bien plural y diversa que espera "buenas noticias" que le hagan la vida más ligera para conseguir vivir lo más feliz posible.
Insisto, pues, que es ante esta sociedad plural y diversa que se encuentra nuestra Iglesia de hoy. Y, en contra de lo que a menudo piensa o imagina la propia Iglesia, esta sociedad plural y diversa no tiene ningún interés de verla como enemiga o contrincante.
Al contrario, esta sociedad tan cansada como está, lo que espera es que haya personas y colectivos que la alarguen la mano para levantarse y poder continuar caminando. ¡Y ya le gustaría que la Iglesia la ayudara!
Por eso, yo diría que la sociedad de hoy en día espera de la Iglesia fundamentalmente dos cosas. Por un lado, un lenguaje inteligible para todas las personas. Un lenguaje entendido no sólo como palabras, sino como manera de actuar y de hacer. Esto quiere decir que se está haciendo demasiado tarde como para que los dogmas se sigan manteniendo como algo esencial. Como tampoco tiene ningún sentido seguir hablando de preceptos y de obligaciones, sobre todo a nivel litúrgico y sacramental, los incumplimientos de los cuales conllevaría un pecado (por usar el mismo lenguaje eclesial) que a su vez supondría una pena; que, a su vez, valga la redundancia, quedaría expiada con otros cumplimientos de los cuales es mejor no hablar.
La gente de nuestro mundo plural espera también un cambio en la manera de vivir, más pobre, humilde y solidaria, de las personas que se consideran cristianas. De todas y de todos: empezando por el fiel más bajo hasta acabar con el Obispo de Roma (el Papa).
Espera también unas liturgias más sencillas, que ayuden a la gente que las celebra a conectar de verdad con la infinitud del Dios amor. Liturgias que hoy en día, en cambio, no hacen sino conducir a todo lo contrario, como es al aburrimiento, debido muchas veces al lenguaje que allí se utiliza y a las parafernalias que siguen los que las presiden: sacerdotes y, sobre todo, obispos y Papa.
Esta nuestra sociedad plural de hoy espera que la Iglesia haga todos los esfuerzos y más por inculturizarse; es decir, bajar a los niveles que las demás personas, según épocas y países, puedan entender. No a la inversa: es decir, esperar o exigir que los demás se pongan a su nivel que, si no cambian las cosas, continuará por mucho tiempo siendo el nivel “romano” (o europeo, para ser más exactos). Y así podríamos seguir añadiendo un largo etc.
La segunda cosa sobre la que quisiera incidir es sobre este lenguaje evangélico que debería usar la Iglesia, dejando bastante de esquina o arrinconando del todo el lenguaje del Derecho Canónico.
Un lenguaje cargado de amor, de perdón, de misericordia, de comprensión, de piedad, etc. hacia todo un montón de personas que, por circunstancias diversas, sufren mucho.
Ahora estoy pensando en parejas que han fracasado en su proyecto de compartir sus vidas y que, después de haberlas rehecho, se las impide participar de lleno en la comunión eclesial.
También me vienen a la mente aquellas otras que, por mantener una orientación sexual diferente, no sólo quedan excluidas de participar también de manera plena en la Iglesia, sino que se las niega la posibilidad de celebrar públicamente su proyecto de vivir juntos el amor.
O aquellos sacerdotes o religiosos que, debido a una ley tan inhumana y opuesta a la Ley Natural, como es el celibato obligatorio, por muy arraigo que posea a nivel de Tradición dentro de la Iglesia, se les aparte del ministerio sacerdotal; cuando al fin y al cabo el sacerdocio es una llamada (una vocación) a celebrar en medio de una comunidad los misterios de la salvación; mientras que el celibato es sencillamente un carisma.
Y ya que he comenzado con la experiencia de aquel Pentecostés de hace dos mil años en Jerusalén, quisiera terminar lanzando al aire una pregunta: ¿no será que nuestra Iglesia de hoy en día tiene mucho miedo, confía demasiado en sus estructuras y poco en el Evangelio, y por eso vive encerrada, como un día vivieron encerrados también los apóstoles en Jerusalén?

Para Chomsky el pecado de Irán es “desafiar con éxito” hegemonía de los EE.UU


Agencias
El reconocido politólogo Noam Chomsky dice que Irán es blanco de presiones y chantajes de EE. UU. por “desafiar con éxito” la hegemonía estadounidense.
“Irán viene siendo culpable del crimen de rebeldía exitosa desde el levantamiento de 1979 que depuso al tirano (último Shah de Irán, Mohamadreza Pahlavi) al que había colocado Estados Unidos”, escribe Chomsky en un artículo publicado la pasada semana en la revista estadounidense In These Times.
El también lingüista y filósofo opina que los halcones de la Administración estadounidense andan “contando historias e inventando pretextos para agredir” a Irán, a fin de poner fin a ese “desafío exitoso”. ··· Ver noticia ·

Una patera naufraga con 80 migrantes ante las costas de Libia


Anna Buj

inmigrantes6Roma, Corresponsal
No hay ningún barco de humanitario en la zona, a la que sólo pueden acceder los guardacostas libios
Fotografía facilitada por la ONG alemana Sea Watch del momento en el que varios inmigrantes caen al agua durante el naufragio de una patera en el Mediterráneo central, hoy, frente a las costas de la ciudad libia de Garabulli. (EFE)
Una patera con unos ochenta migrantes a bordo ha naufragado hoy ante las costas de Libia. Así lo ha anunciado la oenegé alemana Sea Watch en su cuenta de Twitter, quien avisa que hay “muchas personas en el agua”, así como una “alta probabilidad de desaparecidos y ahogados”.··· Ver noticia ··

Domingo 9 de junio de 2019: Pentecostés


Pentecostés
Nota: Como casi todas, Pentecostés no es una fiesta originariamente cristiana (propuesta por Jesús) ni siquiera israelita (decidida por Israel), sino una celebración que es parte de una cultura religiosa que siempre está en evolución, y se acomoda y se enriquece con el transcurso del tiempo y la sucesión de las distintas vivencias del pueblo. Como «Fiesta de las Semanas» o «de la Cincuentena», en Israel fue una fiesta netamente agraria, que celebraba el inicio de la cosecha. Se celebraba siete semanas (cincuenta días) a partir de la Pascua, para dar gracias a Dios por la nueva cosecha (cf. Ex 23,16;34,22; Lv 23,15-21; Dt 16,9-12).
··· Ver noticia ··

Otro juicio vergonzoso para el obispado de Cádiz


Juan Cejudo, miembro de Moceop y de Comunidades Cristianas Populares

Zornoza1
El lunes día 3 un grupo de 15 personas, la mayoría miembros del grupo cristiano de Reflexión- Acción pero también otras personas solidarias que quisieron estar con nosotros, nos manifestamos en las puertas de los juzgados de los social para protestar por este nuevo despido del obispado de Cádiz, que junto con los provocados por Caritas suman ya, según algunos cálculos, más de 20 desde la llegada del nuevo obispo Rafael Zornoza.
··· Ver noticia ···

Pentecostés – C (Jn 20,19-23): El Espiritu de Dios

José A. Pagola

Nuestra vida está hecha de múltiples experiencias. Gozos y sinsabores, logros y fracasos, luces y sombras van entretejiendo nuestro vivir diario llenándonos de vida o agobiando nuestro corazón.

Pero con frecuencia no somos capaces de percibir todo lo que hay en nosotros mismos. Lo que captamos con nuestra conciencia es solo una pequeña isla en el mar mucho más amplio y profundo de nuestra vida. A veces, se nos escapa, incluso, lo más esencial y decisivo.
En su precioso libro Experiencia espiritual, K. Rahner nos ha recordado con vigor esa «experiencia» radicalmente diferente que se da siempre en nosotros, aunque pase muchas veces desapercibida: la presencia viva del Espíritu de Dios que trabaja desde dentro nuestro ser.
Una experiencia que queda, casi siempre, como encubierta por otras muchas que ocupan nuestro tiempo y nuestra atención. Una presencia que queda como reprimida y oculta bajo otras impresiones y preocupaciones que se apoderan de nuestro corazón.
Casi siempre nos parece que lo grande y gratuito tiene que ser siempre algo poco frecuente, pero, cuando se trata de Dios, no es así. Ha habido en ciertos sectores del cristianismo una tendencia a considerar esa presencia viva del Espíritu como algo reservado más bien a personas elegidas y selectas. Una experiencia propia de creyentes privilegiados.
Rahner nos ha recordado que el Espíritu de Dios está siempre vivo en el corazón del ser humano pues el Espíritu es sencillamente la comunicación del mismo Dios en lo más íntimo de nuestra existencia. Ese Espíritu de Dios se comunica y regala, incluso, allí donde aparentemente no pasa nada. Allí donde se acepta la vida y se cumple con sencillez la obligación pesada de cada día.
El Espíritu de Dios sigue trabajando silenciosamente en el corazón de la gente normal y sencilla, en contraste con el orgullo y las pretensiones de quienes se sienten en posesión del Espíritu.
La fiesta de Pentecostés es una invitación a buscar esa presencia del Espíritu de Dios en todos nosotros, no para presentarla como un trofeo que poseemos frente a otros que no han sido elegidos, sino para acoger a ese Dios que está en la fuente de toda vida, por muy pequeña y pobre que nos pueda parecer a nosotros.

El Espíritu de Dios es de todos, porque el Amor inmenso de Dios no puede olvidar ninguna lágrima, ningún gemido ni anhelo que brota del corazón de sus hijos e hijas.