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PAGINA OFICIAL DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Aula Social don Bosco

Laura Loomer es despiadada. Durante la campaña electoral para las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos de América, fue ella quien difundió la noticia falsa de que los inmigrantes haitianos en Ohio habían hecho desaparecer perros y gatos para comérselos. El presidente Donald Trump la considera una asesora de confianza. Algunos definen su relación con el término «musa inspiradora». La influencer estadounidense se expresó así sobre la elección del nuevo Papa: «A total marxist like pope Francis» -Un marxista total como el papa Francisco- y «Just another marxist puppet in the Vatican» -Solo otro títere marxista en el Vaticano-.
Algunos consideraron estas declaraciones como comentarios delirantes. Otros las valoraron como fruto del miedo: el primer pontífice procedente de Estados Unidos de América no parece alineado con el pensamiento nacionalista expresado por el presidente del Maga. Una autoridad moral que llama a los hombres a tender puentes en disonancia con el supremacismo de los poderosos del mundo en diversas formas de barreras y muros.
Los días después de la fumata blanca están repletos de comentarios, consideraciones, análisis, reconstrucciones y teorías conspirativas. Todo el mundo parece tener que posicionarse. Y a mí también me ha pasado que, en pocas horas, me han hecho varias veces la misma pregunta: «¿Qué opinas del nuevo Papa?».
Detengámonos un instante. Preguntémonos por qué sentimos la necesidad de responder a esta pregunta. Solo han pasado unas horas desde el anuncio de que el cardenal Robert Francis Prevost ha sido elegido pontífice. ¿Por qué tenemos que tener una respuesta preparada o inmediata ante una historia que aún está por escribir? En realidad, hay razones. Son varias y merecen ser profundizadas. Intentemos identificar algunas.
En primer lugar, no debemos pasar por alto el papel que ha desempeñado el papado en las últimas décadas de la historia de la Iglesia y la transformación que ha experimentado con respecto al pasado. El mundo se ha vuelto cada vez más global e interconectado, las figuras de referencia han disminuido en número, pero pocos líderes han asumido la responsabilidad de ser un referente para todos, para bien o para mal.
Este proceso se ha acelerado considerablemente gracias a los medios de comunicación. La Iglesia no ha sido ajena a este proceso cultural y mediático: el papado ha aumentado su relevancia pública y su poder comunicativo y, al mismo tiempo, ha disminuido la relevancia de los organismos intermedios y las comunidades locales.
En algunos casos, los pontífices han sabido interpretar con inteligencia su papel en este escenario que los ve a diario sobreexpuestos en la escena mundial: tanto Juan Pablo II como Francisco han sido comunicadores muy hábiles y se han erigido como interlocutores del mundo entero. Viajes, encuentros internacionales y gestos llamativos han acompañado su ministerio.
La mentalidad que se ha impuesto globalmente en los últimos años como clave para interpretar cualquier acontecimiento —desde la masacre de las Torres Gemelas en adelante— es la de la competencia y el conflicto. Las formas de pensar, las culturas e incluso las religiones, al igual que los poderes económicos y políticos, se enfrentan entre sí en una lucha por la hegemonía. Cuando se forjan alianzas, se hace en nombre de la lucha contra un enemigo común, no en aras de la amistad, fraternidad, solidaridad…
La costumbre de interpretar todos los acontecimientos en términos de enfrentamiento lleva a catalogar también al Papa como filoprogresista y antiprogresista. Así, las categorías de la política parecen poder aplicarse forzosamente a la controversia eclesial: se habla de progresistas y conservadores, avanzados y tradicionalistas, moderados y radicales. Pero estas etiquetas, y las inevitables simplificaciones a las que conducen, no siempre son adecuadas para representar la realidad ni respetan la complejidad de un pensamiento. La prisa por catalogar una personalidad para situarla en un bando no parece la mejor manera de promover el camino de una realidad tan articulada, compleja, poliédrica como es la Iglesia.
El papa Francisco ha roto muchos esquemas, suspendido algunas tradiciones y cambiado el vocabulario consolidado de la Iglesia. Los zapatos negros y gastados, el utilitario para desplazarse por la ciudad, la cuenta pagada en persona en la óptica y, últimamente, el ‘poncho’ que lleva para estar con los peregrinos en la basílica de San Pedro son solo el signo exterior y más evidente de una personalidad que ha sabido imponerse con posturas y frases que a veces han tenido el tono típico de la profecía.
El Papa que vino casi del fin del mundo deja un legado incómodo y exigente. Francisco fue él mismo hasta el final: interpretó su papel de una manera poco institucional y enriqueció cada encuentro con su personalidad. También fue Francisco, en el sentido del pobre de Asís: un mensaje vivo que, tanto en la Iglesia como en la sociedad, invitó a ser auténticos y a estar arraigados en los valores fundamentales. Tener la misma fuerza no es algo al alcance de cualquiera. Y quizá no todos desean un líder tan alternativo, independiente, …, sorpresivo.
El nuevo Papa aceptó el cargo tras la votación del cónclave a su favor. Se vistió con el hábito blanco en la sala de las lágrimas. Se asomó al balcón de la fachada de San Pedro y saludó a la multitud. Su discurso fue preciso y consciente.
Se presentó como misionero: hombre enviado al mundo para hacer resonar el anuncio de la paz en nombre del «Buen Pastor, que dio su vida por el rebaño de Dios». Como todo misionero, se siente guiado por una conciencia: «el mal no prevalecerá». Como todo misionero, dirige inmediatamente su mirada a la humanidad a la que dirige el anuncio evangélico: «las familias, todas las personas, dondequiera que estén, todos los pueblos, toda la tierra». Como todo misionero, se siente parte de una Iglesia que, para ser creíble en su misión de «constructora de puentes», debe ser «un solo pueblo siempre en paz».
En las palabras con las que el nuevo pontífice se presentó al mundo hay sin duda mucho más. Pero sobre todo hay la aceptación de un papel libre porque es evangélico. La prioridad indicada por el Concilio Vaticano II —el retorno a las raíces de la fe— parece una perspectiva acogida por León XIV en sintonía con su predecesor Francisco. Todo lo demás está por escribir. Y a la pregunta «¿Qué opinas del nuevo Papa?», quizá podamos responder con «es un cristiano con nosotros y un obispo para nosotros».
Joseba Kamiruaga Mieza CMF
Religión Digital

(El Diario).- Francisco disolvió definitivamente el Sodalicio de la Vida Cristiana el 14 de abril, una semana antes de morir. Con un decreto papal ponía fin a décadas de corrupción, pederastia y todo tipo de abusos. La poderosa secta católica, fundada en Perú por Luis Fernando Figari, caía tras una larga investigación periodística y un proceso vaticano en el que estuvo involucrado el nuevo Papa, Robert Prevost. Pero la vinculación del grupo con la élite judicial, económica y mediática no ha desaparecido. Por eso cuando el nombre del cardenal estadounidense empezó a sonar para suceder a Bergoglio, el Sodalicio preparó su venganza.
Parolin, Prevost y el 'efecto Miguel Ángel'
En pleno precónclave resucitaron unas acusaciones de encubrimiento de abusos lanzadas por el entorno de la secta cuando el estadounidense era obispo en Chiclayo y que ya se habían demostrado falsas. De hecho, Bergoglio encargó analizar el caso y descartó cualquier responsabilidad de Prevost antes de nombrarlo Prefecto de Obispos en la Curia. Pero con la ayuda de medios ultracatólicos –alguno de ellos españoles, como Infovaticana– aquel bulo traspasó las fronteras de Perú y se instaló en Roma en el momento en el que cardenales llegados de todas partes y que apenas se conocían entre sí se preparaban para un encierro en el que les tocaría elegir un nuevo líder para la Iglesia católica.
“Claro que es una operación que sale del Sodalicio”, confirma en un café cerca del Palacio Apostólico Pedro Salinas, el periodista peruano que junto a Paula Ugaz destapó los horrores de la secta.
“Este tema surgió hace tiempo en un portal ultraconservador que se llama La Abeja, y después un pódcast con gente vinculada al Sodalicio. Y apareció precisamente cuando Prevost había quitado a José Antonio Eguren, que era el arzobispo de Piura y Tumbes, el amo y señor de la Iglesia en un territorio manejado por el Opus Dei y el Sodalicio”, detalla Salinas.
“El modus operandi siempre es el mismo: tomas algo de verdad y la retuerces hasta el punto que la deformas y la conviertes en otra cosa. Y de ahí va saltando de un medio a otro hasta que llega a uno más respetable. No hay pruebas, pero se deja caer la sospecha”, explica Salinas. “Hubo tres víctimas, sí, pero el ocultamiento no existió. Uno sabe cuándo alguien encubre o no, sobre todo después de 15 años de investigar”, reflexiona el periodista, que explica que Prevost les llevó a él y a Ugaz al Vaticano en diciembre pasado para que le contaran de primera mano al papa Francisco los resultados de sus indagaciones sobre Figari y el Sodalicio.
Un poder que permanece
Puede que en los papeles el Sodalicio ya no exista, pero sigue siendo un poder muy real. Se le calcula un patrimonio de millones de euros, que ahora el Vaticano debe ver cómo se incauta para, entre otras cosas, indemnizar a las víctimas. “Tienen empresas agroindustriales, mineras, agencias de viaje, tienen acciones en la línea aérea Latam, empresas en paraísos fiscales...”, enumera Salinas. “Pero mucho de esto está a nombre de testaferros. Va a ser un problema con el que tendrá que lidiar la Iglesia a la hora de la de la liquidación. No tengo ni idea de cómo lo van a hacer”, reconoce.
Quienes conocen la realidad de la iglesia católica en Perú apuntan a una fructífera convivencia entre Sodalicio y Opus, que de alguna manera se refuerzan entre sí para ejercer su poder. No hay que olvidar que el defenestrado Luis Cipriani, el primer cardenal del Opus Dei, era arzobispo de Lima hasta que Francisco lo castigó tras ser denunciado de abusos sexuales. Cipriani ha estado desafiando la voluntad del papa fallecido durante todo el precónclave, participando en las reuniones y en las ceremonias con sus ropas cardenalicias, aunque Bergoglio se lo había prohibido expresamente.
“Es una secta de manual. Hay una captación, un sistema de reclutamiento, en este caso a través de retiros a adolescentes de 14 o 15 años. Tienen colegios y también universidades. Figari quiso hacer un Opus sudamericano: era absolutamente su modelo”, explica Salinas.
Figari, el depredador sexual
Junto a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, el peruano Luis Fernando Figari es uno de los mayores depredadores sexuales en la historia de la Iglesia. Como el mexicano, también fundó una congregación religiosa, el Sodalicio para la Vida Cristiana (SVC), que durante décadas llenó los seminarios (y las arcas) de la Iglesia católica con un más que dudoso carisma y acusaciones constantes de abusos sexuales, de poder y blanqueo de capitales.
Al menos medio centenar, comenzaron a denunciar en 2001, sin que nadie les hiciera caso. Paola Ugaz y Pedro Salinas casi entran en la cárcel tras su investigación, Mitad monjes, mitad soldados, en la que desentrañaban la trama sexual y económica del fundador y sus secuaces. Y décadas después siguen teniendo causas judiciales pendientes promovidas por el entorno del Sodalicio.
Después llegaron las indagaciones del propio vaticano, que Francisco encargó a sus colaboradores Charles J. Scicluna y el español Jordi Bertomeu. Los resultados de esa investigación supusieron la expulsión de Figari y los máximos líderes del Sodalicio, primero, y finalmente su disolución. Bertomeu también se enfrenta actualmente a un proceso judicial en Perú por supuesta “revelación de secretos”.
La operación de descrédito de Prevost, que consiguió cierto eco entre la prensa internacional en vísperas del cónclave, no logró sin embargo su objetivo. El cardenal norteamericano (y peruano) fue elegido Papa con un apoyo mayoritario. Ahora resta saber cómo resolverá la compleja situación que se le presenta para acabar con el Sodalicio no solo en los papeles, sino también liquidar el dinero del complejo entramado societario para indemnizar a sus víctimas y neutralizar su influencia.
“Si ganaba Parolin esto podía quedar en nada”, arriesga Salinas. La elección de León XIV, en cambio, le da esperanzas. “Yo ya hice mi parte, y en ella me dejé años de mi vida y muchas cosas que no podré recuperar. Ahora es tiempo de que aquí –y señala hacia la catedral de San Pedro– se haga algo”.
Natalia Chientaroli / El Diario
Religión Digital

Desde que se eligió a León XIV no dejo de escuchar que será continuador de Francisco y se “inventan” inclusive, expresiones que León XIV no ha dicho, para probarlo. Por dar algunos ejemplos, periodistas de noticieros colombianos decían que el León XIV había dicho que quería una “Iglesia en salida”. Puede que me equivoque, pero hasta el día de hoy no le escuché esa expresión. Por supuesto dijo, “Iglesia misionera” y podríamos entender que es el mismo sentido, pero son expresiones distintas. Luego dijeron que el nombre era por León el amigo de Francisco de Asís. El mismo Papa León XIV ya confirmó que fue por León XIII. Y más reciente dijo, citando a Francisco, que debían “ser pastores según el corazón del Padre”. Recordemos que Francisco desde el inicio dijo “pastores con olor a oveja”. La palabra “pobres” no la ha pronunciado, pero por supuesto se ha referido a los que pasan necesidad y sufren por muchas carencias. Y qué decir, del usar todos los ornamentos papales e ir a habitar en los palacios pontificios; esto marca una diferencia fundamental con Francisco.
Con todo esto no estoy diciendo que este pontificado no pueda ser muy bueno y, quien dirá, si mejor que el de Francisco, pero creo que ya podemos dejar de comparar y buscar comprender qué marcará este nuevo Papa y cuáles son sus opciones fundamentales.
Esta claro que su mensaje se referirá a lo social. En casi todas sus intervenciones ha hablado de la paz, de la necesidad de rechazar toda guerra, de desarmarnos. Explícitamente se refirió a la guerra de Ucrania-Rusia, la situación inhumana de Gaza, los conflictos entre India y Pakistán. En su primer encuentro con los comunicadores sociales habló mucho de los comunicadores encarcelados por decir la verdad y llamó a una comunicación que construya la paz. Sabemos también que en Estados Unidos no todos están contentos porque saben que su postura no es afín al presidente Trump y en Perú también tuvo una postura clara frente a Fujimori. Seguiremos escuchando, muy posiblemente, este tipo de mensajes sociales que necesitamos y esperamos de cualquier pontificado. Todo esto es para celebrar.
Ahora bien, en la realidad intraeclesial, mucha gente dice que es muy cercano, sencillo, respetuoso, que escucha mucho y cuando habla lo hace con asertividad. Además, parece que es muy eficiente y tiene toda la experiencia pastoral que le debió dejar su ser obispo en la diócesis peruana de Chiclayo. Todo esto también para celebrar. Pero empiezo a ver post de aquellos que añoran la iglesia tridentina diciendo que este Papa si se expresa con el lenguaje propio de la Iglesia -el latín- y, en verdad, ha rezado casi siempre en latín (tal vez lo había también Francisco, pero no me acuerdo) y será firme en la doctrina y la proclamará con claridad (no como el Papa Francisco que para estos tradicionalistas fue ambiguo y no entendieron nada de aquello de actualizar la doctrina a los desafíos actuales).
En fin, lo que quiero expresar es que estoy extrañando a Francisco y para mi León XIV es muy distinto. Lo que no significa que no camine por la misma senda del Vaticano II, como ya lo dijo, y, posiblemente, impulse la iglesia sinodal. Pero, definitivamente, extraño la sencillez, de hecho, de Francisco, su hablar espontáneo y tan cercano a lo que la gente entiende. Extraño el poder ponerlo de ejemplo para intentar construir una iglesia pobre y para los pobres y el repetir tantas expresiones tan ricas, que utilizó desde el primer día de su pontificado, llenas de misericordia, inclusión, apertura, novedad, etc. Extrañaré el poder decirle al clero que se puede dejar de lado la pompa imperial para intentar acabar con tanto clericalismo porque el Papa así lo testimoniaba. Por supuesto, a Francisco le quedaron pendientes muchas cosas, incluyendo, su postura frente a los ministerios para las mujeres y una reforma de la curia romana a fondo, y es posible que León XIV llegue a concretarlo. Pero, definitivamente, León XIV es distinto a Francisco y me parece mejor, dejar de buscar coincidencias que, creo, son más ilusión que realidad.
Son remansos de paz y espiritualidad que cada vez hay que buscar más lejos. Una estimulante primavera provenzal, un muy antiguo establecimiento religioso a los pies de una montaña sagrada, un inmenso verde de bosque y blanco de piedra gastada, una belleza original y pura, al igual que cuando ella hace dos mil años la habitaba. El tiempo no debiera pasar en balde ni siquiera allí, fuera del mundo. ¿El abundante granito circundante habrá acabado penetrando las estancias conventuales, las moradas de las almas residentes? ¿La gran pared cristalizada del macizo habrá frenado el imprescindible aire fresco y renovado?
He permanecido cuatro días junto a los dominicos en la hospedería de Sainte Baume, al pie de la gruta de María Magdalena, en el sur de Francia. He estado los mismos días pegado al móvil, explorando todo lo registrado con respecto al nuevo Papa. He respirado con gran alivio entre los robles de la santa, al saber de quien venía a presidir la Iglesia tras la fumata blanca. Tuve la suerte de comunicar con alegría el nombramiento de León XIV a la comunidad que regenta el lugar.
En los paseos solitarios bajo la gruta de la "bien amada" dos palabras, dos valores han vibrado con insistencia en el interior: esperanza y paciencia. La cristiandad avanza, más lento de lo que muchos quisiéramos, pero progresa renqueante y hemos de ser pacientes. Huelga pedir a la Iglesia lo que al día de hoy no puede ofrecer. He observado atento las fotos del nuevo pontífice "peruano". Por supuesto he sonreído cuando le he visto a caballo, me he alegrado al ver las botas de goma hasta la rodilla, me he congratulado cuando comparte humilde rancho con los últimos... He visto todas las galerías de imágenes y suspirado esperanzado.
Algo en nuestro interior apela a la paciencia cuando contemplamos ahora a Robert Francis Prevost rodeado de tanta pompa y boato, al verle delante de tantas almas anhelantes de besarle la mano. Nadie negará cierta solemnidad que ha de rodear al sucesor de Pedro, pero esa devoción a otro hermano, por mayor que represente, semejara excesiva. Los detalles de sencillez y de falta de ostentación de Francisco ahora han brillado por su ausencia. La vuelta al Palacio papal, los desplazamientos en el potente SUV, el retomar alarde de vestiduras, son detalles menores, pero noticias que no terminamos de leer con agrado. De cualquier forma, el duro y gastado granito no ha retomado el Vaticano.
Paciencia también es la palabra que asalta al leer los carteles de los dominicos en la sagrada gruta prohibiendo todo acto y ceremonia que no se ajuste a la estricta ortodoxia católica. Percibo miedo a la pérdida de monopolio y una Iglesia no puede progresar y expandirse con tanta carga de temores. La figura de María Magdalena es reivindicada por la nueva espiritualidad femenina y la ancha comunión cristiana no debiera recelar por ello, más bien congratularse. Siento como si trataran de frenar de alguna manera lo incontenible que ya nos alcanza. Paciencia igualmente cuando observo una lectura poco comprometida con el "Laudato si" de Francisco, cuando he de abrir con dolor la colección de tarrinas de plástico para untar con un poco de mermelada el pan blanco del desayuno.
Paciencia cuando, por más que busco, no logro hallar la plena alegría divina, el gozo de la vida comunitaria al bajar a los oficios religiosos. Las paredes de la capilla gozan de murales llenos de luz y de color, pero miro a los frailes y trato de encontrar con dificultad en los rostros igualmente esa chispa contagiosa, ese color vivificante de una vida orante.
No desatamos baterías reivindicativas, tan solo compartimos reflexión tras los pasos por el bosque, "cosecha" después de tanto deambuleo meditativo por el singular paraje. Sólo hemos venido a recoger las flores y plantas que eventualmente se le cayeron del cesto a la santa que allí moraba, a intentar dar con la receta de sus populares ungüentos, a escrutar la orientación de su larga mirada desde la altura.
Volveremos hasta estos bosques cargados de antiguos perfumes, impregnados aún del espíritu de la Santa de Magdala, quién como nadie supo aunar en sí ternura y firmeza. Lo haremos silentes, humildes, por supuesto rendidos a todas las pautas establecidas, incluso dispuestos a reabrir una tras otra las poco ecológicas tarrinas de plástico. En nuestro interior pujará empero por latir el espíritu en permanente evolución del Eterno, de la "bien amada" ahora resucitada, por supuesto de la esperanza, pese a todo, siempre renovada.

Una de las primeras audiencias oficiales de León XIV ha sido para atender uno de los temas más candentes de este papado que comienza, y que también está relacionado con la herencia recibida de Francisco: la situación del Opus Dei.
El pasado miércoles, Prevost citó al “moderador” del Opus, el español Fernando Ocáriz, y su segundo, el argentino Mariano Fazio, para dar un mensaje muy claro: la reforma que había ordenado Bergoglio en 2022 tras degradar al grupo ultracatólico –y que suspendieron tras la muerte del argentino– deberá concretarse cuanto antes.
La premura del encuentro señala que es un asunto al que el nuevo Papa dará prioridad, y aunque resta saber qué tan exigente será con la reforma de los estatutos, la expectativa es grande. Fuentes del Vaticano aseguran que no va a decepcionar a quienes esperan la reforma, que no solo son ex miembros y denunciantes de la organización, sino también muchas de sus filas actuales que desde hace años piden que haya un aggiornamento, una adaptación a los nuevos tiempos.
Resistencias en la cúpula
Sin embargo, desde la cúpula hay resistencia. Por un lado, la demora evidente en los plazos de reforma de los estatutos, una tarea jurídica principalmente, enorme pero técnica. El Opus Dei presentó dos borradores, ambos rechazados por el Papa argentino y estaba a punto de presentar la tercera y definitiva versión precisamente en la misma semana de la muerte de Francisco.
La segunda señal de resistencia quedó en evidencia en cómo el Opus Dei informó sobre la reunión: llamaron “prelado” a Ocáriz, aún cuando Francisco había indicado desde su motu proprio de 2022 que desde entonces, por la desjerarquización, Ocáriz pasaba a ser un “moderador”. De hecho, así lo citó en la agenda vaticana del 14 de mayo, pero el Opus Dei no lo respetó en su web.
En un artículo muy breve el Opus Dei mencionó la presencia de Ocáriz y su número dos, el argentino Mariano Fazio, señalado en la causa en la que la Justicia de ese país acusa a la Obra de trata de personas y explotación laboral por mantener a mujeres prácticamente esclavizadas durante años. “Fue un encuentro breve, en el que el Papa manifestó su cercanía y su cariño”, dice el texto difundido por el Opus Dei. La portavoz consultada ni otras fuentes de la organización no han querido hablar de los plazos posibles para la presentación de los nuevos estatutos.
La sala de prensa vaticana no ha ofrecido ninguna información sobre la audiencia ni sobre lo que se ha tratado en ella.
Cambios en suspenso por “luto y oración”
Apenas unas horas después del anuncio de la muerte de Francisco, el 21 de abril, llegaba otro comunicado del Opus. Uno en el que se notaba que respiraba aliviado tras meses de presiones: el Congreso que debía comenzar 48 horas después y que ya tenía reunidos a los máximos líderes de todo el mundo en Roma, se reduciría a su mínima actividad para guardar luto y oración. La organización ultraconservadora católica evitaba así el ultimátum que le había dado el Papa argentino.
“En estos días de dolor por el fallecimiento del papa Francisco, estamos enfocados en la oración y en el duelo, como toda la Iglesia”, explicaba entonces Josefina Madariaga, responsable de la Oficina de Comunicación del Opus Dei en Argentina, ante la consulta por los próximos pasos de la organización tras la muerte de Jorge Bergoglio. Confirmaba la reducción al “mínimo imprescindible” del Congreso y pateaba las decisiones para más adelante: “Los temas que iban a tratarse se revisarán más adelante, ya que ahora es el tiempo del luto, de oración y de unidad de la Iglesia”.
“Esto es una gran decepción para muchos de los que formamos parte de la Obra, que desde hace tiempo pedimos cambios y vivir más de acuerdo con esta época”, admite una numeraria española con varias décadas dentro. “El Opus Dei debe cambiar y esperemos que lo haga. Hay muchas cosas que ya no pueden seguir funcionando como hasta ahora”. Según la mujer, solo las jerarquías conocen la letra de los nuevos estatutos que ahora no se sabe si verán la luz, mientras que la mayoría de los miembros no fueron consultados. “Menos aún la rama femenina”, dice la mujer, que revela que les habían advertido de que los cambios que se venían eran “dramáticos, traumáticos, históricos y revolucionarios”.
“Es muy sencillo: el Opus Dei no va a presentar nuevos estatutos si no hay quien se los exija, porque nunca han querido cambiarlos por su cuenta. Entonces es lógico que con el nuevo Papa quieran ganar tiempo”, explica un exnumerario español aún cercano a la organización.
La causa en Argentina se reactiva
En septiembre de 2024 dos fiscalías de la Argentina acusaron, tras dos años de investigación confidencial, a las máximas autoridades del Opus Dei en el país por trata y explotación de 43 mujeres para servidumbre de los miembros de élite de la organización. Entonces, se solicitó la citación a indagatoria de tres exvicarios regionales y el director de la rama femenina en ese tiempo, los cuatro sacerdotes. Sin embargo, el paso que parecía inminente se dilató hasta hoy y generó todo tipo de rumores de posibles presiones y temores de que la causa más grave que enfrenta el Opus Dei en su historia quede en nada.
El juez federal Daniel Rafecas, quien reasumió la investigación luego de la acusación de la PROTEX y el fiscal Jorge Taiano, volvió a tomarle declaración en cámara Gesell a la principal testimoniante, M.I.E., quien aportó muchísimos más detalles de sus 31 años como “mucama” sin salario y bajo celibato, pobreza y obediencia.
“La declaración de M.I.E., la víctima principal de la causa, tenía fecha fijada antes, pero la defensa pidió postergación y tomar vista de las actuaciones”, explicaron fuentes del juzgado a cargo de Rafecas respecto de la dilación. Lo que queda ahora es que se concrete la citación a indagatoria de los exvicarios regionales Carlos Nannei (1991-2000), Patricio Olmos (2000-2010), Víctor Urrestarazu (2014-2022), y el sacerdote numerario que dirigió durante casi todas estas décadas la rama femenina de la organización, Gabriel Dondo.
Las dudas siguen alrededor de la figura de Mariano Fazio, máximo responsable de la institución entre 2010 y 2014 y que desde entonces forma parte del gobierno mundial del Opus Dei en Roma con el cargo de vicario auxiliar, es decir el segundo del Prelado y posible sucesor. Fazio, que acaba de ser confirmado en esa jerarquía durante el Congreso en el que se nombraron nuevas autoridades, apareció como protagonista en la declaración de M.I.E.: la mujer confirmó que le tocó servirlo y limpiarle la habitación en la sede principal del Opus Dei de Buenos Aires cuando era vicario.
La causa por trata en la Argentina, que en 2021 se formalizó como denuncia ante el Tribunal para la Doctrina de la Fe del Vaticano, fue el origen de la decisión de una serie de medidas con las que el papa Francisco castigó al Opus Dei con una desjerarquización y la orden de reformar sus estatutos, intocables desde que los redactó el fundador, José María Escrivá de Balaguer y que se formalizaron ante el Vaticano cuando Juan Pablo II les otorgó el privilegio de la Prelatura Personal, figura jurídica única en la Iglesia Católica.
Desde la orden del Papa de modificar los estatutos pasó más de un año entre idas y vueltas. Esta iba a ser la tercera vez y definitiva para adecuarlos a su nueva realidad fuera de la jerarquía de la Iglesia católica. Aun cuando Francisco minimizaba las reformas al Opus Dei y las explicaba dentro de una serie de cambios de su pontificado, le preocupaba la posible multiplicación de las denuncias por trata y explotación contra la organización en otros países.
Antes de morir, Francisco llegó a enterarse de las denuncias contra el Opus Dei en México, que confirman que el sistema de captación y explotación de mujeres pobres como sirvientas se replicó allí también.
Paula Bistagnino
Religión Digital / elDiario.es

El pensamiento y la práctica de Robert Francis Prevost, nuevo papa León XIV se ha caracterizado por la integración de la doctrina social católica en su vida y mensaje, reflejando tanto la herencia teológica de sus predecesores como su experiencia pastoral en América Latina.
Me gustaría explorar en estos primeros días de su pontificado, las raíces de su pensamiento, su aplicación práctica y su visión para una Iglesia comprometida con las personas más vulnerables, entre las que se encuentran las personas migrantes y refugiadas.
TRAYECTORIA Y FORMACIÓN EN EL CONTEXTO MIGRATORIO
De Chicago a Chiclayo: Una visión desde las periferias
Nacido en Chicago, pero formado como misionero agustino en Perú (1985-1999), Prevost experimentó directamente las dinámicas migratorias en su trabajo pastor en América Latina. Como obispo de Chiclayo (2014-2023), promovió programas parroquiales para migrantes internos y transfronterizos, enfocándose en comunidades indígenas y trabajadores agrícolas desplazados por la crisis climática y la violencia. Su labor en esta diócesis, donde el 18% de la población vive en situación de pobreza extrema, lo llevó a criticar las estructuras económicas injustas que obligan a millones a emigrar.
Misionero, peregrino y migrante
Sus raíces son migrantes, mestizas, de ascendencia española por parte de madre y de ascendencia francesa e italiana, por parte de padre. Asimismo, como comentamos, vivió buena parte de su formación y vida apostólica como misionero en una región empobrecida de Perú, donde acompañó a comunidades vulnerables y migrantes.
Los años de Prior General, le convirtieron en un peregrino por todo el mundo durante 13 años, visitando las distintas misiones de los agustinos en los distintos rincones del planeta, conociendo realidades muy diversas y ayudándole a tener una mirada de las distintas realidades y contextos, también los migratorios. Es políglota, pues habla con fluidez inglés, español, italiano, francés, portugués, quechua, y lee en latín y alemán. Además tiene dos nacionalidades: estadounidense y peruana.
Influencia agustina y sinodalidad
Como agustino, Prevost adoptó la máxima "con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo", priorizando la proximidad pastoral. Esta visión se alinea con el concepto de sinodalidad promovido por Francisco, que Prevost ha aplicado al crear redes diocesanas donde migrantes y comunidades locales colaboran en proyectos de integración. Su enfoque rechaza el asistencialismo pasivo, optando por un modelo de corresponsabilidad que empodera a los migrantes como agentes de su propio desarrollo.
"Gracias a su impulso, la comunidad migrante de Venezuela, huyendo de la crisis política y económica, pudo tener mejores oportunidades en Perú", relata Lisbeth Díaz una migrante venezolana que migró hace siete años a Perú.
Voz profética y defensa de los derechos
Prevost ha sido crítico de políticas migratorias basadas en la criminalización de las personas migrantes. Calificó las deportaciones masivas en Estados Unidos como contrarias al espíritu del Evangelio, citando el deber de los gobiernos de proteger a las personas más vulnerables antes que privilegiar intereses nacionalistas.
En sus años de obispo en Perú, fue defensor de las comunidades más vulnerables, denunciando la vulneración de derechos.
Integración y diálogo intercultural
En su etapa como prefecto del Dicasterio para los Obispos (2023-2025), Prevost impulsó la designación de pastores con experiencia en contextos multiculturales, especialmente en algunas rutas migratorias críticas como la frontera entre México y Estados Unidos. Para él, siguiendo a su predecesor el Papa Francisco, la integración no implica asimilación, sino un diálogo recíproco donde las personas migrantes enriquecen a las comunidades de acogida con su fe y tradiciones. Ejemplo de ello es su apoyo a misas multilingües y programas educativos bilingües en diócesis con alta presencia migrante.
CONTINUIDAD Y RENOVACIÓN RESPECTO AL MAGISTERIO DE FRANCISCO
Cultura del Encuentro: tender puentes
León XIV ha reiterado el llamamiento a "construir puentes, no muros", frase central de su primer mensaje papal. Aunque mantiene un tono diplomático, Prevost ha confrontado a líderes católicos que instrumentalizan la fe para justificar políticas antiinmigración. En una homilía en Texas (2024), advirtió que "el nacionalismo excluyente es una herejía moderna que traiciona el universalismo del mensaje cristiano".
Ser voz profética: Caminar junto a las personas migrantes
Su invitación a la coherencia ética refleja su convicción de que la Iglesia debe ser voz profética, incluso ante costos políticos.
“El obispo no debe ser un principito sentado en su reino. Está llamado auténticamente a ser humilde, a estar cerca de la gente a la que sirve, a caminar con ellos, a sufrir con ellos”, expresó Prevost el año pasado.
Abiertos al Espíritu: ¿Qué Iglesia necesitamos?
“Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy no es el mismo que el mundo de hace diez o 20 años. No podemos parar, no podemos retroceder”, declaró León XIV el mes pasado; "por lo tanto, el mensaje es siempre el mismo: anunciar a Jesucristo, anunciar el Evangelio, pero la manera de llegar a la gente de hoy, a los jóvenes, a los pobres, a los políticos, es diferente".
"Creo que el mensaje del Evangelio se entiende mucho mejor desde la experiencia de los pobres, que no tienen nada", reflexiona León XIV.
CAMINEMOS UNIDOS, SIN MIEDO, CONSTRUYAMOS PUENTES CON DIÁLOGO Y ENCUENTRO
El Papa León XIV combina el radicalismo evangélico de Francisco con un pragmatismo apostólico forjado en las periferias. Su mirada anclada en la doctrina social de la Iglesia marcarán un pontificado que busca transformar no solo leyes, sino también corazones. Como él mismo declaró en su primer mensaje, somos invitados a caminar unidos, sin miedo, como discípulos de Cristo que construyen puentes con diálogo y encuentro. Su liderazgo sin duda abrirá nuevos caminos que podría redefinir el papel de la Iglesia como mediadora global en una de las encrucijadas del siglo XXI.
Alberto Ares director del Servicio Jesuita a Refugiados - JRS Europe
Religión Digital

León XIV me sorprendió en su primera aparición al referirse a la sinodalidad puesta en marcha por Francisco. Hasta en tres momentos se refirió a ella en su breve intervención: “caminar juntos”, “buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera”, y al final se refirió expresamente a ella: “queremos ser una Iglesia sinodal”. Este tema y la paz en el mundo fueron sus principales acentos en sus primeras palabras recién elegido sucesor de Pedro.
Creo que todavía no percibimos la importancia y las posibilidades de vivir a fondo el espíritu de la sinodalidad, a pesar de que este proceso de escucha caminado juntos comenzó en 2021, y ya se ha realizado una consulta, a nivel mundial, a todos los bautizados que han querido participar. Conviene recordar que se trata de revitalizar nuestra fe con actitudes fraternas de escucha recíproca intra muros para evangelizar mejor extra muros. No podemos dar frutos cuando las relaciones entre creyentes son mediocres. Si no vivimos la fe con otras actitudes, no es posible contagiar la Buena Noticia; y la sinodalidad “es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, en palabras de Francisco, quien remató lo esencial: “Ante la pregunta de qué esperan de la Iglesia con ocasión de este sínodo, algunas personas sin hogar que viven en los alrededores de la Plaza de San Pedro respondieron: “¡Amor!” Este amor debe seguir siendo siempre el corazón ardiente de la Iglesia, amor trinitario y eucarístico” (Carta al Pueblo de Dios, 25 de octubre de 2023, aprobada por la Asamblea Sinodal).
El tema, pues, va de amarnos mejor para ser amor para todos. ¿Realmente entendemos la esencia de este camino sinodal así? Todo lo demás aún pendiente, que no es poco (responsabilidad e igualdad de las mujeres, renovación de estructuras y leyes, clericalismo…), debe abrirse paso desde esa primera reforma interior del corazón. Todavía estamos en tiempo de Pascua de Resurrección para empaparnos de la vivencia en las primeras comunidades, y cuyos referentes son el libro de Hechos y a las Cartas de diferentes apóstoles.
Si no logramos interiorizar que las actitudes de amor deben primar entre nosotros, las reformas imprescindibles pueden nacer cojas. El proceso sinodal culminará con una Asamblea eclesial en octubre de 2028, y algunos todavía no se han desperezado. Ya pasó la fase continental, desde septiembre de 2022 hasta marzo de 2023. La fase universal finalizó en octubre de 2024. En marzo de 2025 se aprobó la fase de implementación del Sínodo para su puesta en práctica en forma de acciones en las Iglesias locales. Y en 2027 se celebrarán asambleas de evaluación en las diócesis. Todo ello culminará con la publicación del documento -Instrumentum laboris- para los trabajos de la gran Asamblea eclesial de octubre de 2028.
Qué lejos nos pilla este proceso eclesial mundial, tan importante para la iglesia local; y qué poco interés ha suscitado esta iniciativa, comenzando por los obispos, a quienes el Papa Francisco les encomendó mantener la llama viva desde el comienzo mismo del proceso, y así sucesivamente hasta llegar a las comunidades parroquiales de base. No creo equivocarme si afirmo que una gran mayoría de católicos no tiene ni somera idea de este calendario ni tampoco de lo que se lleva avanzado hasta ahora. Ojalá que al menos cobremos importancia de lo que está por venir de la mano de León XIV.
Lo cierto es que las grandes transformaciones que necesita la Iglesia pasan por nuestra transformación personal desde la comunión, la participación y la misión. Aunque sea solamente porque la realidad cambia a gran velocidad afectando a nuestra manera de ser en el mundo. En resumen, que la sinodalidad es un proyecto de calado universal que tiene su epicentro en vivir mejor el Evangelio de manera personal y comunitaria. No me extrañaría que Semejante reto de ser luz en el mundo actual fuera completado con un Concilio Vaticano III; o con otro nombre, si el nuevo Papa elige un lugar diferente para celebrarlo…

Sin ánimo de ponerle deberes -porque León XIV, el Papa llegado del mestizaje americano y de las periferias, seguro que los tiene bien claros-, la Iglesia y el mundo entero miran hoy al balcón de San Pedro con esperanza y expectación. El nuevo pontífice, Robert Prevost, asume el timón en un momento de cambio de época, no solo de época de cambios y después de suceder a Francisco, un Papa Magno, que puso en marcha la primavera de la Iglesia. Pero los desafíos que hereda, y que la comunidad católica le plantea, son tan urgentes como ineludibles.
1. Concretar la sinodalidad en la vida real
El proceso sinodal, legado de Francisco, pide ahora aterrizar en la base: parroquias y diócesis con consejos pastorales verdaderamente decisorios, no meramente consultivos. Es la hora de pasar del discurso a la práctica, de la escucha a la corresponsabilidad real, para que el Pueblo de Dios sea sujeto activo y no mero espectador de la vida eclesial. León XIV debe impulsar estructuras donde la voz de los laicos, mujeres y jóvenes tenga peso real en las decisiones, y donde la sinodalidad deje de ser un lema para convertirse en el modo habitual de caminar juntos.
2. Mujeres: el acceso pendiente al altar
La Iglesia tiene una deuda histórica con la mujer. Abrir de par en par la puerta al diaconado y al presbiterado femenino es una asignatura pendiente que ya no admite más demoras. León XIV debe ser el Papa que rompa el techo de cristal de la mujer en la Iglesia y haga realidad la igualdad de todos los bautizados ante el altar y en la misión. No se trata solo de justicia, sino de fidelidad al Evangelio y a la realidad de una Iglesia donde las mujeres ya sostienen la fe y la vida comunitaria en todos los continentes.
3. Tolerancia cero con los abusos
La plaga de los abusos exige una respuesta sin titubeos: tolerancia cero, reparación integral (también económica) y víctimas en el centro. León XIV debe erradicar la cultura del silencio y la impunidad, y hacer de la Iglesia un espacio seguro y transparente. Solo así podrá recuperar la credibilidad y la confianza de los fieles y de la sociedad, sanando heridas profundas y evitando que nunca más se repita el horror.
4. Conversión del papado
El tiempo del Papa monarca, unipersonal y absolutista, toca a su fin. León XIV está llamado a impulsar una conversión del papado hacia un modelo colegial, de servicio y corresponsabilidad, donde el poder se ejerza como comunión y no como imposición. Un papado que escuche, dialogue y comparta la carga con el colegio episcopal y con todo el Pueblo de Dios, en una Iglesia verdaderamente circular y no piramidal.
5. Viri probati y celibato opcional
La escasez de vocaciones y la realidad pastoral de muchos territorios urgen a aprobar los viri probati -hombres casados de probada virtud- y a abrir el debate del celibato opcional, para que la Eucaristía llegue a todos los rincones del mundo. León XIV debe ser valiente y pragmático, priorizando el acceso a los sacramentos y la vida comunitaria sobre tradiciones que, aunque valiosas, no son dogma de fe. El carisma del celibato ganaría autenticidad siendo opcional.
6. Diálogo interreligioso y ecumenismo del poliedro
La unidad en la diversidad es el gran reto del siglo XXI. León XIV debe ser el Papa del poliedro: abierto a todas las religiones, constructor de puentes entre cristianos y promotor de un ecumenismo real, donde la pluralidad no sea amenaza sino riqueza. Solo así la Iglesia podrá ser signo de fraternidad universal y testigo creíble en un mundo marcado por la fragmentación y el conflicto. ¡Unión de los cristianos ya, manteniendo su diversidad!
7. Reforma de la moral sexual
La moral sexual necesita una actualización a la luz de la realidad y de la misericordia. León XIV debe liderar una reflexión profunda, sin tabúes ni condenas, que acoja y acompañe a todas las personas, incluidas las parejas homosexuales y los divorciados vueltos a casar. Se trata de pasar de la norma a la persona, del juicio a la acogida, y de una moral de prohibiciones a una ética del amor y el cuidado.
8. Reforma del Código de Derecho Canónico
Los cambios sinodales y pastorales deben tener reflejo en la ley de la Iglesia. Urge una reforma del Código de Derecho Canónico que acoja la nueva eclesiología y las demandas del Pueblo de Dios. El derecho debe estar al servicio de la vida, la misión y la misericordia, no ser un obstáculo para el Espíritu ni una camisa de fuerza para la creatividad pastoral.
9. Iglesia inclusiva
Mantener la Iglesia como casa abierta para todos, sin exclusiones ni fronteras, es la gran tarea de la misericordia. León XIV debe ser garante de una Iglesia donde todos encuentren acogida, escucha y dignidad. Nadie debe sentirse extraño, rechazado o indigno; todos tienen un lugar en la mesa del Señor, desde los gays a los transexuales o los LGTBI.
10. Iglesia de los pobres y crucificados
El Evangelio es claro: la Iglesia debe ser refugio de los empobrecidos, los descartados y los crucificados de la tierra. León XIV está llamado a poner en el centro a los últimos y a ser la voz profética que denuncie las injusticias del sistema. Solo así será fiel al Jesús de Nazaret, que se identificó con los que sufren y luchó por una humanidad más justa y fraterna. Sólo así el pueblo santo de Dios seguirá sintiendo a la Iglesia como su hospital de campaña y su casa común de la esperanza.
11. Lucha por la paz y el diálogo
En un mundo marcado por la guerra y la polarización, el Papa debe ser el apóstol de la paz y el diálogo, usando la palabra y el encuentro como únicas armas para resolver los conflictos. León XIV debe ser mediador, profeta y sembrador de reconciliación, mostrando que otra política y otra humanidad son posibles.
12. Defensa de la casa común
La crisis ecológica es una emergencia espiritual y moral. León XIV debe continuar y profundizar la defensa de la casa común y la ecología integral, como pidió Francisco en Laudato si’. El futuro del planeta y de las próximas generaciones está en juego, y la Iglesia debe estar en primera línea de la conversión ecológica global.
León XIV no parte de cero. Hereda la barca de Francisco (y de Pedro), zarandeada, pero también llena de potencial y de Espíritu. El reto es inmenso: ser el Papa del poliedro, de la inclusión, de la reforma y de la esperanza. El Papa que, sin miedo, se atreva a soñar y a concretar la Iglesia del mañana. El Papa de la primavera.
José Manuel Vidal enviado especial a Roma
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fe adulta

El evangelio de este domingo, del Tiempo de Pascua, empieza con una frase que determina todo el contenido de este evangelio y también el contenido de nuestras vidas:
“Si alguien me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”
Para que podamos vivirlo nos envía dos ayudas que hacen posible que podamos realizar y experimentar esa vivencia:
-nos garantiza el amor del Padre, del Abba querido de quien procede ese amor y que actúa a través del Espíritu, Ruah.
-y nos regala su paz, el Shalom, que es mucho más que ausencia de guerra o violencia, es plenitud; es experiencia de vida en relación con la Vida en todo y en todxs.
Volvamos a la frase central que inicia el texto. Hay una única condición que lo envuelve y determina todo: el amor
¿De qué calidad de amor estamos hablando?
De un amor eterno, que no se materializa en un futuro, sino en el presente en el que el creyente, la discípula, ya está habitada por la divinidad y lo sabe y lo vive.
La Ruah ha encontrado en nosotros su hogar, su morada. La vida de la discípula y el discípulo está llena de la vida, del aliento y de la fuerza del Espíritu.
La discípula y el discípulo nos convertimos así en morada de Jesús, en su espacio vital desde donde actúa, hoy. Nuestra vida está completamente permeada por la vida de Dios.
Entiendo que tal vez no es fácil asimilar, incluso creer esta buena noticia. Se me ocurre el sencillo y maravilloso ejemplo de un embarazo: la vida de la madre queda completamente unida e interconectada a la de la criatura. Por ambas corre la misma sangre, la misma vida. Y la fuerza de esa vida se nota, se siente, se materializa en una criatura nueva. No hay vuelta atrás. Sólo accidentalmente.
Así la vida de Dios en nosotras. Somos uno con la divinidad y con el cosmos, con todo lo que es vida. De alguna manera el cosmos es el “cuerpo” del Espíritu, y no menos cada una de las personas que nos dejamos inhabitar, que dejamos que el Amor nos habite.
Si se separa la criatura de la madre, la vida se detiene. El proceso se interrumpe. Por eso se nos insiste tanto en esa relación de amor, que se nutre a través de ese cordón umbilical: es la oración-relación de apertura a la Palabra, al Espíritu, para dejarnos guiar en la misión encomendada.
Dice Teilhard de Chardin “el Espíritu y nosotros no somos dos, somos seres espirituales viviendo una aventura humana”.
Sobran las palabras. Contemplemos esas verdades que necesitamos vivenciar para dar vida al mundo.
Y, además, para que no dudemos ni flaqueemos, nos regala su Paz, su Shalom, que significa plenitud de vida y de gozo. Lo cual nos permite estar unidas a todo, dando vida, siendo vida y aliento en un mundo des-alentado. No minimicemos nuestro legado.
Es imprescindible, para vivir todo ese legado sin miedo y sin sentir una exigencia o peso, que lo acojamos como lo que es: un legado; somos morada, somos depositarias de la vida de Dios, y con ella extendemos su presencia, proyectamos su bondad y su justicia.
Como la mujer embarazada proyecta su propio ser en un ser nuevo, que no dependerá de ella, pero estará lleno de ella, y aún sin darse cuenta, usará ese legado, esa vida, en todo lo que es, dice, hace. No lo puede separar de su ADN. Así las discípulas y discípulos. Somos presencia viva de la vida de Dios, seamos conscientes o no. Somos ministros y ministras de su presencia. ¡Interesante!
¡Feliz Tiempo Pascual! No nos lo perdamos. Y más con todo este movimiento eclesial de estas últimas semanas, nuestra vida de fe, de discipulado activo, no puede depender de un papa u otro, de una eclesiología u otra. Somos adultos y la experiencia de ser habitados por Dios, de ser su rostro hoy, es lo que da consistencia y sentido hondo y absoluto a nuestra existencia.

El cristiano se nutre de la Palabra de Dios. A nada que la leamos con detención siempre podremos sacar alimento valioso para nuestra espiritualidad.
Hemos escuchado algo que sabemos de memoria: el mandamiento único de Jesús, el del amor, nos insta a amar COMO YO OS HE AMADO, con el peculiar modo con que él nos ha amado. ¿Cómo es ese modo?
El ideal máximo de amor entre los humanos es el que podríamos llamar “amor simétrico”: yo te amo y, en justa correspondencia, pido que tú me ames. Por eso, el amor no puede funcionar si una de las partes ama y la otra no. Pero resulta que Jesús nos ha amado con un “amor asimétrico”. Lo dice muy bien san Pablo (Rom 5,6) “Cuando estábamos si fuerzas, él murió por nosotros”. Jesús ama cuando no podemos devolverle amor, cuando no respondemos a su amor.
Por eso, hay que preguntarse no solamente si amamos a quienes nos aman, sino también si amamos a quien no nos devuelve amor. Hay que ver cómo funcionamos en esas situaciones de asimetría porque ese es el tipo de amor que pide el evangelio.
¿En qué situaciones de vida habría que amar asimétricamente?
· Amar a quien está en debilidad: al enfermo, al frágil, al necesitado de amparo, al desorientado. Si tienes paciencia con él, si le escuchas amantemente, si le acompañas un poco ése es el amor asimétrico. Y todo ello sin esperar nada a cambio.
· Integrar a quien viene de otras culturas: si no le miras por encima del hombro, si no lo menosprecias, si lo consideras en toda su dignidad, si promueves el reconocimiento de su derecho a vivir como persona. Eso es amar asimétricamente.
· Animarte a participar en algún voluntariado social: porque esa es también una forma óptima de amor asimétrico: dar parte del tiempo como ofrenda de amor para construir una nueva sociedad sin pedir nada a cambio.
Puede parecer que, a veces, los trabajos de quien ama asimétricamente no sirven para nada. Pero son amores cargados de futuro. Así lo vemos en el manifiesto contra el rearme en Europa que se titula “No nos resignamos al rearme y a la guerra en Europa”. No olvidemos que el amor asimétrico es siempre algo contra corriente. Leamos ese manifiesto. Meditémoslo y tomemos partido. Eso es amor asimétrico.
No nos resistimos a repetir una frase del difunto papa Francisco que es cierta: “el verdadero amor a Dios se manifiesta en la humildad y la alegría de ayudar sin esperar recompensas”. Ese es el amor asimétrico que Jesús ha vivido y que nos propone. Hemos de pensarlo. Si entramos por estos caminos estamos en la senda del evangelio.
Jesús comparte con sus discípulos los últimos momentos antes de volver al misterio del Padre. El relato de Juan recoge cuidadosamente su testamento: lo que Jesús quiere dejar grabado para siempre en sus corazones: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado».
El evangelista Juan tiene su atención puesta en la comunidad cristiana. No está pensando en los de fuera. Cuando falte Jesús, en su comunidad se tendrán que querer como «amigos», porque así los ha querido Jesús: «Vosotros sois mis amigos»; «ya no os llamo siervos, a vosotros os he llamado amigos». La comunidad de Jesús será una comunidad de amistad.
Esta imagen de la comunidad cristiana como «comunidad de amigos» quedó pronto olvidada. Durante muchos siglos, los cristianos se han visto a sí mismos como una «familia» donde algunos son «padres» (el papa, los obispos, los sacerdotes, los abades...); otros son «hijos» fieles, y todos han de vivir como «hermanos».
Entender así la comunidad cristiana estimula la fraternidad, pero tiene sus riesgos. En la «familia cristiana» se tiende a subrayar el lugar que le corresponde a cada uno. Se destaca lo que nos diferencia, no lo que nos une; se da mucha importancia a la autoridad, el orden, la unidad, la subordinación. Y se corre el riesgo de promover la dependencia, el infantilismo y la irresponsabilidad de muchos.
Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y transformaría hoy a la Iglesia de Jesús. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Entre amigos se cultiva la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es superior a otro. Se respetan las diferencias, pero se cuida la cercanía y la relación.
Entre amigos es más fácil sentirse responsable y colaborar. Y no es tan difícil estar abiertos a los extraños y diferentes, los que necesitan acogida y amistad. De una comunidad de amigos es difícil marcharse. De una comunidad fría, rutinaria e indiferente, la gente se va, y los que se quedan apenas lo sienten.
fe adulta

Hoy podemos ver las dificultades que encontraron para expresar la experiencia interior. La Realidad que soy, es mi verdadero ser. El verdadero Dios no es un ser separado, sino el fundamento de mi ser. Cada frase que hemos leído tiene en el evangelio su contraria.
El que cumple mis palabras ese me ama. Y: el que me ama cumplirá mi palabra. Si alguno me ama le amará mi Padre y le amaré yo. ¿Está su amor condicionado a nuestro amor? Voy a prepararles sitio. Aquí dice que el Padre y él vendrán al interior de cada uno. Os conviene que me vaya, si no, el Espíritu no vendrá a vosotros, pero si me voy os lo enviaré.
Les había advertido: no he venido a traer paz. Ahora nos dice: “la paz os dejo, mi paz os doy”. Yo y el Padre somos uno. Ahora nos dice: El Padre es más que yo. Unos versículos antes les había dicho: No os dejaré huérfanos, volveré para estar con vosotros. Ahora Jesús dice que el Padre mandará el Espíritu en su lugar. Las diferencias son siempre aparentes.
Insisto, una cosa es el lenguaje y otra la realidad que queremos manifestar con él. Dios no tiene que venir de ninguna parte para estar en lo hondo de nuestro ser. Está ahí desde antes de existir nosotros. No existe "alguna parte" donde Dios pueda estar, fuera de mí y del resto de la creación. Dios es lo que hace posible mi existencia en cada instante.
El hecho de que no llegue a mí desde fuera ni a través de los sentidos, hace imposible toda reflexión racional. Todo intermediario, sea persona o institución, me alejan de Él más que acercarme. Desde Jesús, el lugar de la presencia de Dios es el hombre. Dentro de ti lo tienes que experimentar. Habrá que superar la idea de Dios como una entidad separada.
Os irá enseñando todo. Por cinco veces, en este discurso de despedida, hace Jesús referencia al Espíritu. No se trata de la tercera persona de la Trinidad, sino de la divinidad como fuerza (Ruaj), como Vida, como sabiduría que todo lo explica. Por eso dijo: "os conviene que yo me vaya, porque si no, el Espíritu no vendrá a vosotros."
El Espíritu no añadirá nada nuevo. Solo aclarará lo que Jesús ya enseñó. Las enseñanzas de Jesús y las del Espíritu son las mismas, solo hay una diferencia. Con Jesús, la Verdad viene a ellos de fuera. El Espíritu las suscita dentro de cada uno como vivencia irrefutable. Esto explica tantas conclusiones equivocadas de los discípulos durante la vida de Jesús.
La paz de la que habla Jesús tiene su origen en el interior de cada uno. Es la armonía total, no solo dentro de cada persona, sino con los demás y con la creación entera. Sería el fruto primero de unas relaciones auténticas. Sería la consecuencia del amor que es Dios en nosotros, descubierto y vivido. La paz no se descubre directamente. Es fruto de la unidad.
El Padre es mayor que él porque es el origen. Todo lo que posee Jesús procede de Él. No habla de una entidad separada, sería una herejía. Para el evangelista, Jesús es un ser humano a pesar de su preexistencia: “Tomó la condición de esclavo, pasó por uno de tantos.” Dios se manifiesta en lo humano, pero Dios no es lo que se ve en Jesús.
Dios se revela y se vela en la humanidad de Jesús. La presencia de Dios en él, no es demostrable. Está en el hombre sin añadir nada, Dios es siempre un Dios escondido. "Toda religión que no afirme que Dios está oculto, no es verdadera" (Pascal).