FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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miércoles, 8 de febrero de 2017

Vive el Momento Presente - Historias Positivas

NICOLÁS CASTELLANOS: "LLEGUÉ A BOLIVIA CON 32.000 DÓLARES Y SALVÉ 5.000 VIDAS"

col jmvidal

En un gesto inédito, renunció a la mitra el mismo año que el también obispo de Málaga, Ramón Buxarrais. Éste se fue a Melilla y Nicolás Castellanos, hasta entonces, titular de Palencia, se fue a Bolivia. Con los pobres de los pobres. A ellos entregó su vida entera, apostando por la educación de niños y jóvenes. Hoy puede presumir del complejo 'Hombres Nuevos' en Santa Cruz de la Sierra, que acoge a más de 14.000 chavales.
Y, a sus 82 años, el obispo sin obispado sigue al pié del cañón, con su gente de Bolivia y repasa, para la agencia Efe, su recorrido con los desheredados. A los que ha rescatado del descarte y a los que sigue defendiendo con uñas y dientes. Es su abogado defensor.
El obispo emérito español Nicolás Castellanos llegó a Bolivia hace 25 años con una suma igual a 32.000 dólares que le dieron en su homenaje de despedida y comenzó la fundación Hombres Nuevos con la que asegura haber salvado al menos 5.000 vidas.
"Trajimos 5 millones de pesetas (32.000 dólares) y al mes de estar aquí ya montamos el centro de niños desnutridos con el que hemos salvado más de 5.000 vidas", dijo Castellanos en una entrevista con Efe, al recordar que llegó a Bolivia el 16 de enero de 1992.
Desde entonces, el religioso (Mansilla del Páramo, León, España, 1935) vive en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (este) en uno de los barrios más humildes y pobres, Plan 3.000, pero no ha perdido su acento leonés ni se olvida de sus orígenes.
En Bolivia ha conseguido, junto a Hombres Nuevos, la integración social de niños y adolescentes, la construcción de escuelas, internados, centros médicos y también de templos.
"Yo no venía con la idea de hacer iglesias", asegura, pero no había ninguna en el Plan 3.000 y la gente "quería un templo". En total, el obispo Castellanos ha construido ya quince.
Castellanos renunció al obispado de Palencia (Castilla y León) en 1991 porque quería poner en práctica sus prédicas, yendo a "vivir a un barrio pobre".
"¿Por qué un obispo no va a recibir la llamada para ser misionero?", se preguntó.
Y mientras preparaba su renuncia, se "enamoró" de Bolivia en unas conferencias que le invitaron a dar en el país andino.
"Por otra parte, después de Haití, Bolivia es el país más pobre de América Latina", explica al citar una cifra dramática: "al año mueren 14.000 niños y niñas" por causas evitables, como la diarrea.
Su intención, dice, era "escuchar y conocer las necesidades reales y sentidas de la gente" y después de este cuarto siglo "todo este esfuerzo y trabajo han levantado esperanza en la gente".
En este tiempo ha visto como Santa Cruz pasó de ser una ciudad pequeña a la más grande, poblada y pujante de Bolivia.
El religioso cree que su contribución al crecimiento de la población cruceña ha llegado con la educación: "hemos hecho más de cien escuelas y eso implica también un cambio generacional. Un país para que salga de la pobreza necesita escuela para todos, de cierta calidad y que eduque en valores".
Su posicionamiento en el lado de los desfavorecidos le valió en 1998 para ser galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, y aún no pierde las relaciones con España.
De hecho, hace unos meses el gobierno de su comunidad autónoma, Castilla y León, autorizó un gasto de 118.000 euros para la construcción de internados en el altiplano boliviano, lo que cual supondrá una expansión de su trabajo hacia la zona andina.
Asegura que hoy, sin ese internado, los jóvenes del campo tienen que andar hasta seis horas al día a 4.000 metros de altitud para llegar a una escuela, así que quiere darle "bienestar a esos hijos".
Para celebrar los 25 años de Hombre Nuevos Bolivia, los jóvenes cruceños de la orquesta de la fundación fueron invitados hace unos días dar un concierto en el Vaticano.
"Fue algo excepcional, maravilloso. Imagínate jóvenes que jamás habían salido de Bolivia, encontrarse en un espectáculo tan maravilloso como un concierto delante del Papa ante 8.000 personas", exclama el misionero.
Estos jóvenes comenzaron hace muchos años en la orquesta impulsada por el religioso y han conseguido interpretar obras musicales bolivianas en frente de un público internacional.
"La portavoz del Vaticano, Paloma García, que participó en un concierto vino emocionada y me dijo que pensaba que harían algo folclórico, exótico, bonito, pero nada más, pero que se había dado cuenta de que es una orquesta que está a la altura de cualquier orquesta de Europa", afirma orgulloso el obispo.
Y a pesar de toda su obra humanitaria, Castellanos cree que aún "queda mucho por hacer" y se compromete a seguir trabajando "ilusionados para reducir las fronteras de la pobreza que es la ignominia de la humanidad

PERO YO OS DIGO

col inma eibe
(Mt 5,17-37)
"Pero yo os digo"... Seguramente algunos de los que escuchaban a Jesús en el monte se escandalizaron al oírle. La Ley, para el pueblo judío, era algo intocable. Es verdad que Jesús predica que no ha venido a abolirla ("¡menos mal!", pensarían muchos...), pero sí expresa con claridad que desea darle "cumplimiento", mayor plenitud, mayor significado.
Quienes seguían a Jesús se encontraban ante el dilema de cómo armonizar sus palabras y obras con la Ley. En Jesús hallaban un modo diferente de actuar. Sus acciones y su predicación eran muy distintas a las que, hasta ahora, habían visto y escuchado. En su modo de hablar y de proceder no encontraban la rigidez de la norma, sino la libertad del amor. Eso les atraía. Pero a ellos se les había enseñado una forma concreta de interpretar una Ley que había sido sellada en piedra y que tenía un peso en sus vidas nada fácil de aligerar.
No es algo tan lejano. Hoy podemos sentirnos igualmente identificados con quienes habían perdido el sentido, la capacidad de interpretar la Ley de Dios, es decir, su voluntad. La búsqueda de la voluntad de Dios debe llevarnos no al cumplimiento a rajatabla de unas normas o preceptos, sino a lo más hondo de nuestro ser, a la esencia de lo que somos, a vivir lo que estamos llamado a vivir, a nuestra vocación como seres humanos.
La voluntad de Dios no es nada que se añada a lo que somos, no nos viene de fuera. Está en lo más profundo de nuestro ser. Y ojalá se nos educara siempre para poder atender a ella, escucharla, conocerla... Lo que sucede es que es más fácil dictar unas normas y relajar nuestra conciencia pensando que así "cumplimos con Dios" porque, cuando vamos a lo más hondo, a nuestra llamada más íntima, nos damos cuenta que Dios nos quiere como a hijas e hijos y, por tanto, nos hace hermanos, nos lleva a salir de nosotros mismos, nos pone al servicio de la paz y de la justicia, del cuidado de la Creación, de la atención a quienes más lo necesitan... Nos conduce a buscar la igualdad, a denunciar la exclusión, a alimentar nuestra humanidad... Y todo esto, en lo grande y en lo pequeño, comenzando por el día a día, por las relaciones cotidianas, por aquello que está en nuestra mano y que a veces, por dejación, no realizamos.
Jesús nos dice: "si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos". Estos hombres eran cumplidores y responsables y, por eso, se creían modelos referenciales ante los demás. Cumplían la ley con escrúpulo pero superficialmente. Sin embargo, la relación con Dios nunca nos deja en la superficie de la realidad, tranquilos y cómodos. La relación con Dios nos lleva siempre más allá, más adentro, más abajo. Por eso dice Jesús: "si cuando vas a presentar tu ofrenda, te acuerdas de que tu hermano tiene queja contra ti, deja allí tu ofrenda y vete a reconciliarte con tu hermano". Para un Dios Padre-Madre, el mayor signo de amor hacia él, es que nosotros nos amemos como hermanos. Si ignoramos a quien está a nuestro lado (no importa los kilómetros de distancia que nos separen) nuestra relación con Dios no está funcionando... aunque queramos pensar que sí.
"Pero yo os digo"... Jesús explica y ayudar a comprender, nos ayuda a ir más a fondo. "No es cuestión de cambiar la Ley", nos dice, "es cuestión de poner adecuadamente el foco en su sitio. La ley no está por encima del ser humano. La ley se hace para que le sirva en la vida, para que ayude a crecer, para fomentar unas relaciones interpersonales enriquecedoras, para el bien común... Esta es la voluntad de Dios, de mi Padre: que el ser humano viva y viva en plenitud".
El evangelio de hoy es de una actualidad escandalosa. Estamos construyendo un mundo en el que imperan leyes deshumanizadoras, leyes que no buscan dar plenitud a la vida de las personas, leyes que fomentan la desigualdad, los muros y las fronteras.
Pero somos muchos las y los cristianos a los que hoy se nos da la oportunidad de profundizar en estas palabras de Jesús. Si de verdad nos tomamos el pulso sobre cómo buscamos y vivimos la voluntad de Dios, algo cambiará en nuestro mundo. Ante nosotros está la muerte y la vida, ¿qué escogeremos? (cf. Eclo 15,17) Que el Espíritu, la Ruah Santa, que todo lo penetra (1Cor 2,10), nos ilumine en la elección.

LA LETRA MATA, EL ESPÍRITU DA VIDA

col sicre

Las bienaventuranzas y las parábolas de la sal y la luz, leídas en los domingos anteriores, forman la Introducción al Sermón del Monte. Hablan de quiénes pueden entender el mensaje del Reino de Dios y de dos peligros que les acechan. A partir de este momento es cuando Mateo entra propiamente en materia. Va a presentar la oferta religiosa de Jesús, contraponiéndola a la de los escribas, los fariseos y los paganos. Y esto puede suscitar en el público o el lector la sospecha de una doctrina revolucionaria, en desa­cuerdo con la tradición de Israel. Mateo lo tranquiliza. No ocurre nada de eso. Jesús no ha venido a abolir la Ley y los Profetas.
La Ley y los Profetas representan para un judío el mensaje de Dios, sus promesas, la alianza con él, la salvación. Jesús no viene a suprimir nada de esto, sino a darle plenitud. No hay que tener miedo a su doctrina. Más aún. Su enseñanza es tan importante que quien se salte uno de sus preceptos mínimos será mínimo en el Reino de Dios; quien los cumpla será grande en ese Reino. Estas palabras desconciertan a muchos lectores y comentaristas porque Jesús parece defender hasta las normas más pequeñas del AT, en contra de lo que ocurre a lo largo del Evangelio. Creo que esto se debe a un error de interpretación. Cuando Jesús condena «al que se salte uno de estos preceptos mínimos» no se refiere a los preceptos del AT sino a los que él va a indicar a continuación. Jesús no está defendiendo la letra del AT, sino su espíritu.
Ese espíritu del AT también intentaban vivirlo otros grupos de la época, como los escribas y fariseos. Pero Jesús está en desacuerdo con ellos y lo advierte claramente desde el principio:Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” Es un desafío durísimo, que exige aclaración. A eso dedica el evangelista las secciones siguientes, donde habla de la actitud cristiana ante la ley (contra los escribas) y de la actitud cristiana ante las obras de piedad (contra los fariseos). En la liturgia de este domingo y del siguiente sólo se recoge el tema de la ley.
1. Los escribas
Sociológicamente, los escribas constituyen un grupo muy heterogé­neo, al que pertenecen sacerdotes de elevado rango, simples sacerdotes, miembros del clero bajo, de familias importantes y de todos los estratos del pueblo (comerciantes, carpinteros, constructores de tiendas, jornaleros). Incluso encontramos gente que no eran de ascendencia israelita pura, sino hijos de madre o padre convertidos al judaísmo. El poder de los escribas radica exclusivamente en su ciencia. Quien deseaba ser admitido en la corporación debía hacer un ciclo de estudios de varios años. Generalmente, desde los 14 años de edad dominaba la exégesis de la Ley (Pentateuco). Pero la edad canónica para la ordenación eran los 40 años. A partir de entonces estaba capacitado para zanjar por sí mismo las cuestiones de legislación religiosa y ritual, para ser juez en procesos criminales y tomar decisiones en los civiles, bien como miembro de una corte de justicia, bien indivi­dualmente. Tenía derecho a ser llamado rabí. Y se les abrían los puestos claves del derecho, de la administración y de la enseñan­za.
2. El peligro del legalismo
A pesar de la gran estima de que gozan entre la gente, a Jesús no le resultan simpáticos. No quiere que sus seguidores se parezcan a los escribas, ni que los puedan confundir con ellos. Porque en su postura existe un peligro gravísimo de legalismo, es decir, de exaltación de la ley y de la norma por encima de todas las cosas. Al legalismo, se puede llegar por dos caminos muy parecidos:
a) Buscando seguridad humana. Una persona inmadura, con miedo a correr riesgos, prefiere que le indiquen en cada momento lo que debe hacer. Cuantas más normas, mejor, porque así no se siente insegura.
b) Buscando seguridad religiosa. Estas personas conciben la salvación como algo que se gana a pulso, a base de esfuerzo, cumpliendo en todo momento la voluntad de Dios. Esta voluntad de Dios no la conciben como una actitud global en la vida, sino concretada en una serie de actos. Cuantas más normas me dicten, mejor conoceré lo que Dios quiere y me resultará más fácil salvarme.
En lo anterior hay cosas buenas y malas. Pero lo más grave es que la persona amante de las normas corre el peligro de quedarse en la letra de la ley, sin profundizar en su espíritu, que es más exigente. Por ejemplo, la ley manda no comer carne los viernes de cuaresma. Y se queda tranquila con cumplir la letra de la ley, pero no le preocupa comer langosta o gambas. La ley manda ir a misa los domingos y días de fiesta, y la cumple a rajatabla; pero quizá no dedica ni un minuto a Dios durante el resto de la semana.
Otro grave riesgo de la mentalidad legalista es que, con la ley en la mano, se puede machacar al prójimo y amargarle la existen­cia. Se critica al que no vive como uno considera conveniente, se lo condena, incluso se lo persigue.
3. La crítica de Jesús al legalismo
Para combatir esta postura legalista y enseñar a sus discípulos a actuar cristianamente, Mateo pone en labios de Jesús seis casos concretos, referentes al asesinato, adulterio, divorcio, juramen­to, venganza y amor al prójimo (Mateo 5,21‑48). Este domingo se leen los cuatro primeros; los dos últimos, el domingo próximo.
En el primer caso, asesinato, Jesús lleva la ley a sus consecuencias más radicales. El quinto mandamiento prohíbe matar. La mentalidad legalista, ateniéndose a la letra, se contenta con no hincarle un puñal al prójimo. Jesús dice que el espíritu del mandamiento va mucho más lejos. Lo importante no es sólo respetar la vida física del prójimo, sino también toda su persona. El mandamiento hay que interpretarlo en un sentido muy amplio, que prohíbe también el trato airado, el insulto y la calumnia. Este tema es para Jesús tan importante, que añade una consecuencia práctica: «Si yendo a presentar tu ofrenda al altar…»
En el segundo caso, adulterio, Jesús también interpreta el mandamiento de forma radical. La letra de la ley sólo se fija en el hecho físico. Pero Jesús va a su espíritu profundo, teniendo en cuenta incluso el peligro remoto de caer. Por eso añade una de las frases más duras del evangelio: «Si tu ojo derecho te pone en peligro…» Estas palabras no hay que entenderlas literalmente, pero reflejan la importancia que tiene el tema para Jesús.
En el tercer caso, divorcio, Jesús anula la ley en vigor. El texto exigiría un comentario muy detenido y técnico. Conviene recordar que, en tiempos de Jesús, el divorcio era algo reservado casi exclusivamente al hombre. Por otra parte, la cuestión se había convertido en tema de disputa entre distintas escuelas rabínicas, unas de mentalidad muy amplia; otras, muy estricta. Para Jesús, el matrimonio es demasiado sagrado, y la situación de la mujer repudiada demasiado trágica, para que se convierta en tema de discusión. Y suprime de un plumazo la ley del divorcio, excep­tuando el caso de porneia (término que se presta a diversas traducciones: «impureza», «unión ilegal», «adulterio»).
En el cuarto caso, juramento, también anula la ley. Jesús se mueve en una sociedad que usa y abusa del juramento. Continuamente, en la plaza, en la calle, en la casa, se jura invocando el nombre de Dios, el cielo, la tierra, Jerusalén... Jesús considera esto una falta de respeto y una estupidez. Porque el hombre, al jurar, está invocando algo que no le pertenece, de lo que no puede disponer. Y, al mismo tiempo, puede encubrir con el juramento una mentira. El discípulo de Jesús tiene que moverse en una honradez y sinceridad tan absolutas que le baste decir sí y no. (Es curioso que, actualmente, los que se presentan como cristianos juran; y los que se presentan como laicos, prometen).
En resumen, Jesús combate la postura legalista llevando el mandamiento a sus últimas conse­cuencias o anulando la ley en vigor. El próximo domingo veremos otro recurso: cambiar la ley por una norma más exigente.
* * *
La primera lectura, del Eclesiástico, corrobora lo que dice el comienzo del evangelio sobre la alternativa de cumplir o no cumplir la voluntad de Dios. Todos tenemos la posibilidad de elegir entre el fuego y el agua, la muerte y la vida, ser pequeño o grande en el Reino de Dios. La última frase, Dios «no deja impunes a los mentirosos» puede aplicarse muy bien a lo que dice Jesús de los legalistas.

Paliar el hambre y la indignidad no es “una ocurrencia”

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Ha sido una afirmación del partido Ciudadanos con motivo de la propuesta de una renta mínima de 426 euros para personas sin recursos, de los restantes partido de la oposición. Se alineó con el PP con el peregrino argumento de “no hacer políticas públicas basadas en ocurrencias”. Si lo que quieren asegurar es que no hay que improvisar soluciones urgentes, sino que es preferible ir hasta el fondo de la cuestión, y atacar los problemas en profundidad, podían haber escogido otro tema y otra ocasión. En casos de máxima urgencia, cuando la vida depende de la inmediatez de una intervención quirúrgica, no pueden los médicos esperar unos meses a estudiar el caso y conseguir soluciones duraderas y estables para el problema. El hambre, la falta de recursos, la situación de postración psicológica, y el sentimiento de indignidad y de falta de la más mínima autoestima, derivado de la total falta de recursos económicos, exige una cirugía inmediata, urgente y resolutiva. Después, intentaremos entre toda la sociedad, políticos, economistas y ciudadanos honrados, resolver definitivamente el problema, o enfocarlo de manera positiva y sostenible.

Entre los políticos de Ciudadanos, que apoyan el argumento de falta de dinero del PP, y entre los miembros de este partido y su familiares más cercanos, no debe de haber nadie que se encuentre en la situación de carencia de todo tipo de recurso económico. Si no, sería muy improbable que usaran ambos argumentos: la falta de dinero, o la descalificación de que esa solución de urgencia es una “ocurrencia”. Dejar sin recursos, así, ¡a ver qué pasa!, a más de dos millones y cuatrocientos mil ciudadanos, (2.400.000) debería ser declarado un acto de exterminio. Y si no lo llega a ser es porque la gente se espabila, y recurre a la propia inventiva, y a la ayuda solidaria de amigos y parientes. Y aquí entraría la economía sumergida, que sería incentivada y obligada por la propia injusticia del trato del Estado. Es decir, éste dejaría en manos de la ciudadanía una sagrada y primera obligación que le corresponde por su propia esencia y constitución: el defender la integridad física, anímica y psicológica de sus conciudadanos.
No se puede mentir tan descaradamente. Claro que hay dinero, otra cosa es que, despiadada y cínicamente, no se quiera repartir, no ya en igualdad, sino de manera proporcionada, aunque esta ordenación sea leve, de tal manera que no destruya la pirámide social sino en términos asumibles para los privilegiados. ¿No hay dinero, cuando alguien, como un consejero de las compañías eléctricas, recién elevado a ese cargo, sin muchos trienios ni antigüedad que exhibir, gana 170.000 euros anuales? Dejando ese macro sueldo, escandaloso e injusto, en ¡solo 100.000!, ya daría para pagar 164 meses, es decir, más de 11 años a 14 pagas mensuales. Hagan el mismo cálculo entre aquellos que ganan más de 70.000 euros al años, que significa una paga de 5.000 euros mensuales, ¡que ya está bien!, dejando lo que sobre para incrementar las retribuciones más bajas, como el sueldo mínimo del que hablamos, y así con tantos y tantos que ganan más que eso, y el resultado será un buen ejercicio de justicia distributiva.
Porque esto debe de quedar bien claro: la riqueza de un país no se puede repartir con desigualdades astronómicas, como las que, cada vez más, se dan en España. Solo repartiendo equitativamente, pero no con tan injusta, escandalosa y desproporcionada desigualdad, es como llegará el dinero para que nadie, nadie, ni mil, ni cien mil, ni un millón, ni varios millones, -si ahora son 2.4000.000, y seguimos con parecida desproporción, en poco tiempo habrá una masa incontable de miserables-, se quede sin recibir, por lo menos, lo necesario para una vida digna y respetable. Lo contrario será un caldo de cultivo para grandes males, que no demorarán mucho en llegar.
Y, a todo esto, ¿Dónde están nuestros obispos, dónde la Conferencia Episcopal Española (CEE), dónde la Comisión Permanente, que puede reunirse y pronunciarse con más celeridad? Si la Iglesia española de hoy no hace como Jesús, que se preocupaba de las necesidades humanas, todas, del cuerpo y del espíritu, que defendía a los más pobres y excluidos, que daba la cara por publicanos, samaritanos, prostitutas, gente impura, etc.,y no denuncia, con la autoridad que todavía le concede la sociedad, la terrible injusticia contra los más pobres, desvalidos y excluidos, como hacen Francisco, o monseñor Santiago Agrelo, o Pedro Casaldáliga, y tantos obispos, curas, misioneros y catequistas de todo el mundo, nuestra Iglesia irá perdiendo credibilidad, y la brecha que hay hoy día entre los jóvenes, los universitarios, la gente de la cultura y del arte, y las clases populares, y la Iglesia, se agravará, hasta hacer muy difícil su restauración.

Los sueños marchitos de Brenda

Miguel Ángel Mesa Bouzas


Brenda dejó a su hijo con los ojos arrasados, esperando volver algún día, y ojalá que fuera pronto, para llevarle a otra tierra más amable que la suya. Las puertas cerradas al futuro la empujaron a embarcarse en una frágil balsa, dejando que las ansias surcaran la noche y sus corrientes.
Atrás quedaba la guerra interminable, sus millones de muertos reducidos al olvido, las miles de violaciones a mujeres como arma de guerra, el patrimonio expoliado a su gente para mantener el nivel de vida de los países “civilizados”. Pues cuantas mayores riquezas naturales posee un país empobrecido, menos oportunidades tiene su pueblo de vivir con dignidad.
En la ciudad de la República Democrática de Congo donde vivía Brenda, todo el mundo la quería. Pero no había trabajo y la vida era cada día más dura para quien se despierta cada día al alba con un destello de esperanza en el corazón.



Brenda Kwata se decidió al fin a abandonar su tierra natal para emprender la aventura de su vida, para llegar a ser feliz lejos del sufrimiento y la infamia, abrazando a su hijo y enseñándole a ser una persona justa, alegre, agradecida y digna.
No pudo contener su gozo cuando Ornela, su amiga íntima, su confidente desde la más tierna infancia, decidió acompañarla en su travesía, sin poder intuir que sería el último viaje que realizarían juntas, el último capítulo de su historia compartida.
Brenda, en la embarcación, se abrazaba a Ornela deseando atrapar su calor, en aquella noche gélida, de hielo en los huesos, tan adentro. Deseaba sujetar la cálida brisa de su amistad parta mantenerse ardiente, viva. Pero el frío infernal, terrible, despiadado, heló sus anhelos, el brillo de su mirada, el último recuerdo hacia su hijo. Nada consiguió paralizarla, salvo la hipotermia final. Sobre ella se cernió la oscuridad.


Y el frío de las masacres.
El frío de la violencia contra la mujer.
El frío del hambre y la desesperanza.
El frío de la indiferencia y del abandono.
El frío del egoísmo inmisericorde…
Una vez más Ornela y los familiares de Brenda comprendieron que las fronteras son inhumanas, que asesinan, dividen y excluyen. Las fronteras con vallas electrificadas y sus altos muros, con sus cuchillas criminales. Las desalmadas fronteras en el Sur, para defender los privilegios del Norte.


Al fin el cuerpo de Brenda descansa en el nicho 120 de la galería de san Jorge, en el cementerio de Santa Cecilia en Ceuta. Hasta allí se desplazaron sus familiares desde Francia, para llorar sobre sus restos, para orar con el grito de la angustia y el desgarro. Incontenibles brotan a raudales, como olas muriendo en la playa, las amargas lágrimas de la impotencia.
“Es un camino que tenemos que hacer todos, pero ha sido demasiado pronto…”, gemía su hermana, mientras Ornela sentía cómo se le abrían las entrañas, sufriendo ella también, el frío, el inmenso y despiadado frío de la ausencia, de lo injustificable. 

Papa: “El problema ético del capitalismo es que crea pobres a los que luego quiere esconder”


José M. Vidal

Papa Francisco7
Francisco interviene en el Congreso Internacional sobre ‘Economía de Comunión’
“La mayoría de las multinacionales tienen como objetivo ganar cuanto más mejor”
Cuando la industria del armamento pague hospitales para cuidar niños mutilados por sus bombas el sistema habrá alcanzado la cima
Francisco charla con unos asistentes Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares
Es uno de sus caballos de batalla. El Papa Francisco clama continuamente contra el actual sistema economico porque arroja a las aceras de la vida a millones de personas, a las que primero descarta y, después, torna invisibles. Por eso, una vez más, ha pedido, ante los Focolares, un “cambio de las reglas de juego del sistema socioeconómico” vigente. ··· Ver noticia ···

El destino de Eike Batista nos hace pensar

Leonardo Boff


Leonardo Boff2No podemos juzgar a las personas, pues el juicio le corresponde solo a Dios, pero podemos juzgar sus comportamientos porque son realidades objetivas que pueden encontrarse en otras personas y en otras culturas.
Parece evidente que el comportamiento de Eike Batista se revestía de no poca arrogancia hasta el punto de pretender convertirse en la persona más rica del mundo. Llegó a estar entre los diez más opulentos del planeta. Para eso abrió innumerables frentes de enriquecimiento, colocando en ellos la sigla de su nombre con una X, que significaba la multiplicación: EBX. Pero el comportamiento arrogante hizo fracasar gran parte de sus empresas y lo arruinó como empresario. Finalmente, acabó preso acusado de corrupción, fraudes y lavado de dinero.



Para ilustrar este tipo de comportamiento y las consecuencias sombrías que puede traer me viene a la memoria una fábula de la cultura alemana (Eike tenía también nacionalidad alemana), transmitida por Philipp Otto Runge, un modesto pintor del siglo XIX.
Trata de lo que le sucedió a un matrimonio pobre de pescadores que perdió el sentido de la medida y de los límites. Traduzco del alemán gótico:
Cierto matrimonio vivía en una choza miserable junto a un lago. Todos los días la mujer iba a pescar para comer con su marido. Un día sacó con su anzuelo un pez muy raro que no supo identificar. El pez le dijo: «no me mates, que no soy un pez cualquiera; soy un príncipe encantado, condenado a vivir en este lago; déjame vivir». Y ella lo dejó vivir.

Al llegar a casa, le contó lo ocurrido a su marido. Éste, muy astuto, le sugirió: si realmente es un príncipe encantado puede ayudarnos y mucho. Corre, vuelve allí y prueba a pedirle que transforme nuestra choza en un castillo. La mujer, rezongando, fue. Llamó a voces al pez. El pez vino y le dijo: «¿qué quieres de mí?» Ella le respondió: «tú debes ser poderoso, ¿podrías transformar mi choza en un castillo?». «Tu deseo será cumplido», respondió el pez.
Cuando volvió a casa, se encontró con un imponente castillo, con torres y jardines, y al marido vestido de príncipe. Al cabo de unos días, señalando hacia los campos verdes y las montañas, el marido dijo a la mujer: «Todo esto puede ser nuestro reino; vete al príncipe encantado y pídele que nos dé un reino». La mujer se enojó por el deseo exagerado del marido, pero acabó yendo. Llamó al pez encantado y éste vino. «¿Qué quieres de mí ahora?», le preguntó el pez. A lo que la pescadora respondió: «me gustaría tener un reino con tierras y montañas hasta donde se pierde la vista. «Tu deseo será cumplido», respondió el pez.
Y, al volver a su casa, encontró un castillo todavía mayor. Y dentro de él a su marido vestido de rey, con una corona en la cabeza, y rodeado de príncipes y princesas… Y los dos disfrutaron durante un buen tiempo de todos los bienes que los reyes suelen disfrutar.
Pero un día el marido soñó con algo más alto, y dijo: «Mujer mía, podrías pedir al príncipe encantado que me haga papa con todo su esplendor». La mujer se indignó. «Eso es absolutamente imposible. Papa solamente existe uno en el mundo». Pero él la presionó tanto que finalmente la mujer fue a pedir al príncipe: «quiero que hagas papa a mi marido». «Pues que se cumpla tu deseo», respondió el pez.
Cuando regresó vio a su marido vestido de papa, rodeado de cardenales con sus trajes rojos, obispos con sus cruces de oro, y multitudes arrodilladas delante de ellos. Ambos quedaron deslumbrados. Pero pasados unos días, el marido dijo: «sólo me falta una cosa y quiero que el príncipe me la conceda, quiero hacer nacer el sol y la luna, quiero ser Dios».
«Eso, el príncipe encantado seguramente no lo podrá hacer», dijo la mujer pescadora. Pero, aturdida después de una grandísima insistencia, fue al lago. Llamó al pez. Y éste le preguntó: «¿qué más quieres de mí?». Ella, temblando, le pidió: «quiero que mi marido sea Dios».
El pez se estremeció, y le dijo: «vuelve a casa y tendrás una sorpresa». Al regresar, encontró a su marido sentado delante de la choza, pobre y todo desfigurado. Creo que ambos todavía deben seguir allí…
Mutatis mutandis ¿no tiene un parecido con el caso de Eike Batista?
Los griegos llamaban a este comportamiento hybris, es decir, excesiva pretensión y arrogancia. Y decían que los dioses inexorablemente castigaban tal actitud. Más humilde fue San Francisco que decía: “deseo poco y eso poco lo deseo poco”.
*Leonardo Boff es columnista del JB online y escribió Comensalidad: comer y beber juntos y vivir en paz, Sal Terrae 2006.

Traducción de Mª José Gavito Milano