FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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domingo, 30 de septiembre de 2012

¿Qué tipo de Iglesia tiene salvación?

El centro de la predicación de Jesús no fue la Iglesia sino el Reino de Dios: una utopía de revolución/reconciliación total de toda la creación. Es tan cierto esto que los evangelios, a excepción del de san Mateo, nunca hablan de Iglesia sino siempre de Reino. Con el rechazo a la persona y al mensaje de Jesús, el Reino no vino y en su lugar surgió la Iglesia como comunidad de los que dan testimonio de la resurrección de Jesús y guardan su legado intentando vivirlo en la historia.
Desde su inicio se estableció una bifurcación: el grueso de los fieles asumió el cristianismo como camino espiritual, en diálogo con la cultura ambiente. Y otro grupo, mucho menor, aceptó asumir, bajo control del Emperador, la conducción moral del Imperio romano en franca decadencia. Copió las estructuras jurídico-políticas imperiales para la organización de la comunidad de fe. Ese grupo, la jerarquía, se estructuró alrededor de la categoría «poder sagrado» (sacra potestas). Fue un camino de altísimo riesgo, porque si hay una cosa que Cristo siempre rechazó fue el poder.
Para él, el poder en sus tres expresiones, como aparece en las tentaciones en el desierto –el profético, el religioso y el político–, cuando no es servicio sino dominación pertenece a la esfera de lo diabólico. Sin embargo este fue el camino recorrido por la Iglesia-institución jerárquica bajo la forma de una monarquía absolutista que rechaza hacer partícipes de ese poder a los laicos, la gran mayoría de los fieles. Ella nos llega hasta nuestros días en un contexto de gravísima crisis de confiabilidad.
Ocurre que cuando predomina el poder, se ahuyenta el amor. Efectivamente, el estilo de organización de la Iglesia jerárquica es burocrático, formal y a veces inflexible. En ella todo se cobra, nada se olvida y nunca se perdona. Prácticamente no hay espacio para la misericordia y para una verdadera comprensión de los divorciados y de los homoafectivos. La imposición del celibato a los sacerdotes, el enraizado antifeminismo, la desconfianza de todo lo que tiene que ver con sexualidad y placer, el culto a la personalidad del papa y su pretensión de ser la única Iglesia verdadera y la «única guardiana establecida por Dios de la eterna, universal e inmutable ley natural», que así, en palabras de Benedicto XVI, «asume una función directiva sobre toda la humanidad».
El entonces cardenal Ratzinger todavía en el año 2000 repitió en el documento Dominus Jesus la doctrina medieval de que «fuera de la Iglesia no hay salvación» y que los de afuera «corren grave riesgo de perderse». Este tipo de Iglesia seguramente no tiene salvación. Lentamente pierde sostenibilidad en todo el mundo.
¿Cuál sería la Iglesia digna de salvación? Aquella que humildemente vuelve a la figura del Jesús histórico, obrero simple y profético, Hijo encarnado, imbuido de una misión divina de anunciar que Dios está ahí con su gracia y misericordia para todos; una Iglesia que reconoce a las demás Iglesias como expresiones diferentes de la herencia sagrada de Jesús; que se abre al diálogo con todas las demás religiones y caminos espirituales viendo ahí la acción del Espíritu que llega siempre antes que el misionero; que está dispuesta a aprender de toda la sabiduría acumulada de la humanidad; que renuncia a todo poder y espectacularización de la fe para que no sea mera fachada de una vitalidad inexistente; que se presenta como «abogada y defensora» de los oprimidos de cualquier clase, dispuesta a sufrir persecuciones y martirios a semejanza de su fundador; que en ella el papa tuviese el valor de renunciar a la pretensión de poder jurídico sobre todos y fuese señal de referencia y de unidad de la Propuesta Cristiana con la misión pastoral de fortalecer a todos en la fe, en la esperanza y en el amor.
Esta Iglesia está en el ámbito de nuestras posibilidades. Basta imbuirnos del espíritu del Nazareno. Entonces sería verdaderamente la Iglesia de los humanos, de Jesús, de Dios, la comprobación de que la utopía de Jesús del Reino es verdadera. Sería un espacio de realización del Reino de los liberados al cual estamos convocados todos.

Una multitud llena Neptuno en otra protesta ante el Congreso

Miles de manifestantes acuden a la convocatoria contra los recortes en los aledaños de las Cortes
La policía intenta desalojar a los últimos concentrados en la plaza

“La violencia del otro día es intolerable”. “¿Qué espera el Gobierno, que no protestemos con las decisiones que están tomando? ¿Hay que quedarse en casa callado con todos los recortes que están haciendo y cinco millones de parados?” “Es increíble que el presidente diga que a él lo que le gusta son las mayorías silenciosas. Es una frase autoritaria”.
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sábado, 29 de septiembre de 2012

MI PAÍS ESTÁ “DESENCANTAO”

ecleSALia 28 de septiembre
de 2012
 
BENE LUIS GALÁN, benegalan@hotmail.com
TALAYUELA (CÁCERES).

ECLESALIA, 28/09/12.- Llevo un mes en España, estoy aterrizando de mi experiencia de VOLPA, el programa de voluntariado Internacional de la Fundación Entreculturas ONGD la que me ha regalado la oportunidad de estar como voluntaria en las Comunidades Eclesiales de Base en Nicaragua durante dos años, y ahora, en estos momentos me atrevo a compartir mis primeras impresiones.
Dejé España como ese país al que todos querían llegar y donde todos queríamos estar, porque aquí se cumplían nuestros verdaderos sueños... y a mi vuelta lo encuentro no solamente con que nos están robando la oportunidad de soñar, sino que además esta “desencantao”, y lo que es peor éste desencanto nos esta paralizando...
 Todo el mundo habla de la crisis aunque no la sufra... todo el mundo oye hablar de la crisis y siente pánico... todo el mundo vive la crisis atrincherado en si mismo pensando que puede ser la próxima víctima y está “acobardao”... 
A alguien le interesa mantenernos así... Y lo que es peor aun, se lo estamos poniendo en bandeja... se lo estamos consintiendo...
Yo pensaba desde Nicaragua, que a lo mejor toda esta crisis nos devolvía la ilusión por empezar a vivir de nuevo con otros valores que creíamos tener perdidos... valores como la solidaridad y que ahora tenemos oportunidad de poner en práctica, valores como la justicia social donde hay mucha cancha para poder apelar y apoyar, o ese otro valor como es la igualdad y que tendría que ser una asignatura constante en nuestras vidas... y obligarnos a lanzar también nuestra mirada un poco mas allá ... hacia el Sur ... y apoyar y denunciar para que juntos puedan salir de esa eterna crisis que padecen...
Y esto no es imposible, sino todo lo contrario muy factible... pero un país desencantado es un país muerto.... y nadie merece vivir muriendo... Yo no quiero entrar en esta dinámica de desencanto, tristeza y decepción... sobretodo después de experimentar durante dos años que con ilusión, alegría y sin perder la esperanza... todo se puede conseguir y en momentos y circunstancias mucho mas difíciles por las que ahora aquí podemos estar pasando...
¿Como contagiar la alegría ante este desencanto?, Necesitamos el arrojo y la valentía que da el estar enamorado... todos tenemos algo o alguien a nuestro alrededor por el que sentimos cariño, cercanía, afecto... El vivir “enamorado” te acciona, te revoluciona, y te rebela... solo necesitamos un motivo para seguir luchando y le tenemos al lado, el otro. Un sueño en común... queremos otro mundo... ¿No es buen motivo para ponernos en marcha? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

PORTUGAL ENSEÑA EL CAMINO PERO HAY QUE IR MÁS LEJOS

Ganas de escribir


Las amplias movilizaciones sociales que han tenido lugar en Portugal han obligado a su gobierno a dar macha atrás, indicándonos así cuál es el camino para evitar la ruina y el desastre que viene imponiendo la Unión Europea para salvar la cara y el bolsillo de los banqueros y de las grandes corporaciones: salir a la calle y presionar en todos los frentes.

El tiempo se va acabando. Si se deja que el gobierno del Partido Popular siga aplicando las medidas suicidas que aplica (y además con gran incompetencia técnica), España y su economía serán un erial en poco tiempo. Y no solo va a destruir más nuestra economía sino que acabará con la ya de por sí escasa democracia que tenemos provocando, además, una fractura social de incalculables consecuencias.

En otros escritos he propuesto medidas alternativas concretas para salir de la situación y no voy a repetirlas aquí. Algunas son urgentes, como la nacionalización de los bancos para garantizar que fluya el crédito a las empresas y también la de las grandes empresas que fueron privatizadas y que están imponiendo un sobre coste terrible a la actividad económica (como las eléctricas); o como la puesta en marcha de un plan nacional de lucha contra la corrupción y el fraude y de recuperación de la demanda y del mercado interior. Pero, sobre todas ellas, hay que empezar a exigir ya que se comience a negociar una reestructuración de la deuda. España ni puede ni debe pagar una deuda impuesta y que la estratégicamente consentida actuación de los especuladores ha convertido en insoportable.

Claro que esto (es decir, el empezar a tomar medidas que de verdad permitan salir de la crisis generando más empleo y bienestar, en lugar de seguir hundiéndonos más en la recesión) es prácticamente imposible que se pueda hacer con el actual estado de cosas. Hay que lograr un gran acuerdo de los de abajo y dejar atrás el marco político actual sustentado desde hace años en la alianza estratégica tejida con acuerdos por arriba entre el PP, el PSOE y la burguesía catalana. Y para ello habría que materializar un gran encuentro social en las bases y pactos entre todas las organizaciones, partidos, sindicatos, movimientos o asociaciones de todo tipo que se oponen a las políticas suicidas que se vienen realizando para reclamar un referendum y nuevas elecciones en las que candidaturas de nuevo tipo, no sometidas a las burocracias partidarias, populares y participativas, y con un programa de actuación serio y riguroso asumido por todos, reflejaran el nacimiento de esa nueva mayoría social imprescindible para iniciar el cambio de rumbo que España necesita.



viernes, 28 de septiembre de 2012

JOSÉ ANTONIO PAGOLA El que no está contra nosotros,

Mc 9, 37-42. 44. 46-47

A FAVOR NUESTRO
Con frecuencia, los cristianos no terminamos de superar una mentalidad de casta privilegiada que nos impide apreciar todo el bien que se realiza en ámbitos alejados de la fe.
Casi inconscientemente, tendemos a pensar que somos nosotros los únicos portadores de la verdad, y que el Espíritu de Dios sólo actúa a través de nosotros.
Una falsa interpretación del mensaje de Jesús nos ha conducido a veces a identificar el reino de Dios con la Iglesia. Según esta concepción, el reino de Dios se realizaría dentro de la Iglesia, y crecería y se extendería en la medida en que crece y se extiende la Iglesia.
Y sin embargo, no es así. El reino de Dios se extiende más allá de la institución eclesial. No crece sólo entre los cristianos sino entre todos aquellos hombres de buena voluntad que hacen crecer en el mundo la fraternidad.
Según Jesús, todo aquél que «echa demonios en su nombre» está evangelizando. Todo hombre, grupo o partido capaz de «echar demonios» de nuestra sociedad y de colaborar en la construcción de un mundo mejor, está, de alguna manera, abriendo camino al reino de Dios.
Es fácil que también a nosotros como a los discípulos, nos parezca que no son de los nuestros, porque no entran en nuestras iglesias ni asisten a nuestros cultos. Sin embargo, según Jesús, «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro».
Todos los que, de alguna manera, luchan por la causa del hombre, están con nosotros. «Secretamente, quizás, pero realmente, no hay un sólo combate por la justicia -por equívoco que sea su trasfondo político- que no esté silenciosamente en relación con el reino de Dios, aunque los cristianos no lo quieran saber. Allí donde se lucha por los humillados, los aplastados, los débiles, los abandonados, allí se combate en realidad con Dios por su reino, se sepa o no, él lo sabe»
Los cristianos deberíamos valorar con gozo todos los logros humanos grandes o pequeños, y todos los triunfos de la justicia que se alcanzan en el campo político, económico o social, por efímeros que nos puedan parecer.
Los políticos que luchan por una sociedad más justa, los periodistas que se arriesgan por defender la verdad y la libertad, los obreros que logran una mayor solidaridad, los educadores que se desviven por educar para la responsabilidad; aunque no parezcan siempre ser de los nuestros, «están a favor nuestro» si se esfuerzan por un mundo más humano.
Lejos de creernos portadores únicos de salvación, los cristianos debemos acoger con gozo esa corriente de salvación que se abre camino en la historia de los hombres, no sólo en la Iglesia, sino también junto a ella y más allá de sus instituciones.

ESCANDALIZARSE

El que escandalice a uno...
Mc 9, 37-42.44.46-47
Con cierta frecuencia se oye hablar entre nosotros de acontecimientos, nuevas costumbres, espectáculos o hechos que "provocan escándalo".
Por lo general, se habla públicamente de escándalos cuando se lesionan valores que se consideran esenciales para la convivencia dentro de una sociedad.
Pero es curioso observar que los escándalos que producen mayor irritación son casi siempre aquéllos que hieren las convicciones o la sensibilidad en lo que afecta al terreno sexual.
Jesús, por el contrario, habla más bien del "escándalo religioso", es decir, de todo aquello que puede desviar o alejar de la fe a los "pequeñuelos que creen".
El escándalo puede tener efectos destructivos para el que recibe su impacto, pero puede también convertirse en estímulo y acicate para la fe. No olvidemos que las persecuciones han fortalecido casi siempre la vida de las comunidades cristianas.
Naturalmente, ello depende en gran parte del modo de reaccionar de los creyentes ante el hecho escandaloso que perturba o hiere sus creencias.
Hay quienes lo hacen no desde una postura religiosa sino desde la irritación, el resentimiento o la indignación.
Su reacción exasperada, provocada no pocas veces por la falta de seguridad y solidez interior, les impide con frecuencia ahondar más en su propia fe y enriquecer o purificar su adhesión creyente.
Hay también quienes, curiosamente, se dedican a proclamar a los cuatro vientos el escándalo que han recibido, con lo cual se convierten en sus mejores propagandistas y promotores.
Se diría que, por alguna razón difícil de entender, les interesa que el escándalo adquiera una resonancia y un eco mayor que los que en un comienzo podía tener.
Hay incluso quienes reaccionan de manera más violenta recurriendo al insulto y los ataques personales, como si no existiera otra manera más digna y adecuada de defender las creencias y los valores agraviados.
Sin embargo, si como es normal, al escándalo religioso se responde desde una actitud religiosa, puede convertirse en invitación y estímulo para consolidar mejor nuestra fe y dar un testimonio firme de ella.
Tal vez la próxima presentación de una película "escandalosa" sobre Cristo nos ofrezca una buena ocasión para ello.

ESCANDALOS

Apenas se habla hoy del pecado de escándalo. Tradicionalmente se veía el "escándalo", sobre todo, en la corrupción de las costumbres, las modas provocativas, los espectáculos atrevidos o todo aquello que turbara los hábitos sociales en el campo del sexo.
Hoy nos hemos habituado de tal manera al deterioro social, que lo que "escandaliza" y ofende no es el estado de la sociedad, sino las palabras de quienes, como el Papa, denuncian el deterioro de los valores morales, el incremento del consumismo, el hedonismo, la permisividad sexual, el descenso de la natalidad o el aborto.
Antes que nada, es conveniente que recordemos que "escándalo", en su sentido más amplio y profundo, es todo aquello que conduce a otros a actuar al margen de la propia conciencia. Escandalizar no es tanto producir turbación o confusión cuanto incitar a una vida inmoral. En este sentido, nadie puede negar que vivimos en una sociedad "escandalosa" en la que se estimula hacia actuaciones poco humanas.
La desigualdad económica y social entre quienes viven instalados en la seguridad de su puesto de trabajo bien retribuido y los que se van quedando descolgados de toda fuente digna de subsistencia es hoy escandalosa porque está llevando al individualismo ciego, la insolidaridad y la marginación de los más débiles.
Por otra parte, amplios sectores del pueblo comienzan a "escandalizarse" porque constatan que el noble ejercicio de la política se va deteriorando de manera lamentable. Estrategias poco transparentes, enfrentamientos mezquinos y manejos turbios, al margen del bien común, están llevando a no pocos ciudadanos al desaliento, la inhibición y la desconfianza en las instituciones públicas.
Asimismo, la agresividad insana, las descalificaciones destructivas y la violencia verbal entre los políticos son un "escándalo" en un pueblo que necesita urgentemente modelos públicos de diálogo constructivo, solidaridad y colaboración en el bien común.
Los cristianos deberíamos recordar también la grave advertencia de Jesús que nos pone en guardia ante el escándalo que puede conducir a la pérdida de fe. Esas palabras tan duras de Jesús: "El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar", no se refieren a la "corrupción de menores", sino a las incoherencias, infidelidades y contradicciones con las que podemos hacer que se pierda la fe de las gentes sencillas.
Escándalo viene del griego "skandalon" que significa "la piedra" con la que se puede tropezar. Escandaliza todo aquel que, con su actuación, obstaculiza o hace más difícil la vida digna y humana de los demás.

Cómo se formó el poder monárquico-absolutista de los papas

Escribíamos anteriormente en estas páginas que la crisis de la Iglesia-institución-jerarquía radica en la absoluta concentración de poder en la persona del papa, poder ejercido de forma absolutista, distanciado de cualquier participación de los cristianos y creando obstáculos prácticamente insuperables para el diálogo ecuménico con las otras Iglesias.
No fue así al principio. La Iglesia era una comunidad fraternal. No existía todavía la figura del papa. Quien dirigía la Iglesia era el emperador pues él era el Sumo Pontífice (Pontifex Maximus) y no el obispo de Roma ni el de Constantinopla, las dos capitales del Imperio. Así el emperador Constantino convocó el primer concilio ecuménico de Nicea (325) para decidir la cuestión de la divinidad de Cristo. Todavía en el siglo VI el emperador Justiniano, que rehízo la unión de las dos partes del Imperio, la de Occidente y la de Oriente, reclamó para sí el primado de derecho y no el de obispo de Roma. Sin embargo, por el hecho de estar en Roma las sepulturas de Pedro y de Pablo, la Iglesia romana gozaba de especial prestigio, así como su obispo, que ante los otros tenía la “presidencia en el amor” y “ejercía el servicio de Pedro”, el de “confirmar en la fe”, no la supremacía de Pedro en el mando.
Todo cambió con el papa León I (440-461), gran jurista y hombre de Estado. Él copió la forma romana de poder que es el absolutismo y el autoritarismo del emperador. Comenzó a interpretar en términos estrictamente jurídicos los tres textos del Nuevo Testamento referentes a Pedro: Pedro como piedra sobre la cual se construiría la Iglesia (Mt 16,18), Pedro, el confirmador en la fe (Lc 22,32) y Pedro como Pastor que debe cuidar de sus ovejas (Jn 21,15). El sentido bíblico y jesuánico va en una línea totalmente contraria: la del amor, el servicio y la renuncia a cualquier honor. Pero predominó la lectura del derecho romano absolutista. Consecuentemente León I asumió el título de Sumo Pontífice y de Papa en sentido propio. Después, los demás papas empezaron a usar las insignias y la indumentaria imperial, la púrpura, la mitra, el trono dorado, el báculo, las estolas, el palio, la muceta, se establecieron los palacios con su corte y se introdujeron hábitos palaciegos que perduran hasta los días actuales en los cardenales y en los obispos, cosa que escandaliza a no pocos cristianos que leen en los evangelios que Jesús era un obrero pobre y sin galas. Entonces empezó a quedar claro que los jerarcas están más próximos al palacio de Herodes que a la gruta de Belén.
Pero hay un fenómeno de difícil comprensión para nosotros: en el afán por legitimar esta transformación y garantizar el poder absoluto del papa, se forjaron una serie de documentos falsos. Primero, una pretendida carta del papa Clemente (+96), sucesor de Pedro en Roma, dirigida a Santiago, hermano del Señor, el gran pastor de Jerusalén, en la cual decía que Pedro antes de morir había determinado que él, Clemente, sería el único y legítimo sucesor. Y evidentemente los demás que vendrían después. Falsificación todavía mayor fue la famosa Donación de Constantino, un documento forjado en la época de León I según el cual Constantino habría hecho al papa de Roma la donación de  todo el Imperio Romano. Más tarde, en las disputas con los reyes francos, se creó otra gran falsificación, las Pseudodecretales de Isidoro que reunían falsos documentos y cartas como si proviniesen de los primeros siglos, que reforzaban el primado jurídico del papa de Roma. Y todo culminó con el Código de Graciano en el siglo XIII, tenido como base del derecho canónico, pero que se basaba en falsificaciones y normas que reforzaban el poder central de Roma además de en otros cánones verdaderos que circulaban por las iglesias. Lógicamente, todo esto fue desenmascarado más tarde pero sin producir modificación alguna en el absolutismo de los papas. Pero es lamentable y un cristiano adulto debe conocer los ardides usados y concebidos para gestar un poder que está a contracorriente de los ideales de Jesús y que oscurece el fascinante mensaje cristiano, portador de un nuevo tipo de ejercicio del poder, servicial y participativo.
Posteriormente se produjo un crescendo del poder de los papas: Gregorio VII (+1085) en su Dictatus Papae (la dictadura del papa) se autoproclamó señor absoluto de la Iglesia y del mundo; Inocencio III (+1216) se anunció como vicario-representante de Cristo y por fin, Inocencio IV (+1254) se alzó como representante de Dios. Como tal, bajo Pío IX en 1870, el papa fue proclamado infalible en el campo de doctrina y moral. Curiosamente, todos estos excesos nunca han sido denunciados ni corregidos por la Iglesia jerárquica porque la benefician. Siguen sirviendo de escándalo para los que todavía creen en el Nazareno pobre, humilde artesano y campesino mediterráneo, perseguido, ejecutado en la cruz y resucitado para levantarse contra toda búsqueda de poder y más poder aun dentro de la Iglesia. Ese modo de entender comete un olvido imperdonable: los verdaderos vicarios-representantes de Cristo, según el evangelio de Jesús (Mt 25,45) son los pobres, los sedientos y los hambrientos. Y la jerarquía existe para servirlos, no para sustituirlos.
[Traducción de MJG]

Jesús en nuestra crisis

Miro a Jesús de Nazaret en medio de esta crisis que no cesa de agravarse. No porque piense que él –y mucho menos la fe cristiana– sea la única alternativa, ni siquiera necesariamente la mejor. Simplemente, cada uno tiene sus raíces, y las mías están en Jesús, a él le quiero y le sigo. Pero las raíces nos conducen a lo más profundo, al agua y el humus que a todos nos nutren, al Fondo sin nombre, a la Misericordia sin fondo, donde somos Uno.
Miro, pues, a Jesús, en esta crisis global que padecemos, y en todas las crisis profundas que padece nuestro pobre corazón. En él busco más que en ningún otro aquel “gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos”. En él exploro chispitas de luz que permiten vislumbrar otro mundo posible y dar pasitos hacia él.
Miro a Jesús encarnado en cada uno de los rostros que lloran, en cada una de las víctimas que padecen el paro y la pobreza creciente, pues él dijo una vez: “Lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis”. Todo gobernante de este país o de cualquiera que se llame cristiano debiera preguntarse: “¿Le negaría yo atención sanitaria a un inmigrante porque no tiene papeles, si fuera Jesús? ¿Le mandaría al paro con toda su familia porque el mercado financiero lo exige, si fuera Jesús?”. Y los grandes señores de la especulación financiera –que son, por mucho que digan, los mayores responsables de los peores males y que no sé cómo pueden llamarse cristianos–, ¿se atreverían a hundir en la miseria, con sus políticas de precios y sus transacciones de capitales, a casi todos los habitantes de los países más pobres y a las especies de seres vivientes en peligro de extinción, si fueran Jesús? Pues lo son. Cada uno son Jesús. “A mí me lo hicisteis. A Dios se lo hicisteis”. Y no sé cómo el papa y los obispos no se lo recuerdan a voz en grito todos los días a todas horas.
Miro a Jesús y le oigo. Oigo de sus labios aquellas palabras de luz y de consuelo, de gracia y liberación, que proclamó en Galilea hace dos mil años y que siguen teniendo toda su actualidad. Son palabras certeras que desenmascaran la raíz primera de esta crisis planetaria, que es la codicia, y trazan el horizonte de otro mundo posible, realmente fraterno, con otra economía.
¿Qué dijo Jesús? Empezó diciendo lo primero de todo: “Alegraos: el Reino de Dios está cerca”. Eran tiempos de dura crisis política, económica, cultural, religiosa en Galilea y Judea. Y Jesús les dijo: “¡Alegraos!”. ¿Cómo que “alegraos”? Sí, alegraos, porque está cerca el “Reino de Dios”, que es como decir: un mundo justo, bueno y feliz.
¿Qué dijo Jesús a los pobres campesinos, pescadores y artesanos, hundidos en el paro y la miseria? Les dijo:“Dichosos vosotros, los pobres, porque es vuestro el Reino de Dios”, es decir: porque todo va a cambiar, porque dejaréis de sufrir la miseria, y porque está en vuestras manos transformar la situación.
¿Qué dijo Jesús a los que por miedo sufrían –sufrimos–y a los que por miedo hacían –hacemos sufrir–tanto? Les dijo insistiendo una y otra vez: “No temáis”. Mirad las flores del campo y las aves del cielo, cómo son felices con poco. Mirad la semilla poderosa que crece. Es posible. El poder del bien es siempre más grande, a pesar de todo. Vosotros podéis. Dios puede en vosotros.
¿Qué dijo Jesús a los ricos terratenientes, a los ricos del campo y de las ciudades, a los ricos del palacio y del templo?  Les dijo severamente: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Y ahí estaba la clave, ahí sigue estando. El Dinero: esa divinidad en cuyo altar se sacrifica la vida, todo lo que haga falta. Pues bien: o la Vida o el Dinero. Decidid si queréis servir a la Vida o a las finanzas, a los Bancos, al Mercado con sus ajustes y crecimientos. Servid a la Vida.
¿Qué dijo Jesús a los unos y a los otros, a los tentados por el desaliento o por la violencia en un mundo inhumano? Les dijo, y ahí se resumió:“Sed compasivos, como vuestro padre del cielo es compasivo”. Sed compasivos como el Misterio del que todo proviene, donde todo se funda. Solo la bondad crea. Solo la compasión cura. Solo la compasión libera. Solo la compasión es verdaderamente subversiva y poderosa.
Son palabras que concuerdan con la enseñanza inspirada de los profetas y profetisas de todas las religiones o de fuera de toda religión. Son palabras que indican el camino para crear un mundo nuevo de las cenizas de este mundo violento.

José Comblin, creador de la Teología de la Liberación: “La Iglesia Católica optó por los ricos”

Francisco Martorell

Nació en Bruselas en 1923. Hoy, con 87 años, llegó a Chile a visitarnos, ver nuestra realidad y mostrar su pensamiento. Lo hizo como en 1972, cuando expulsado de Brasil, lugar donde residía, este cura belga, uno de los creadores de la Teología de la Liberación, se vio obligado a salir y buscar refugio en el país de la Unidad Popular.
Hace 60 años que es sacerdote, fue unos de los creadores de la Teología de la Liberación y se vino a América porque estaba frustrado de la iglesia europea, “con una fachada todavía poderosa pero donde el evangelio estaba ausente”, y encontró su oportunidad cuando Pío XII pidió sacerdotes “para luchar contra el comunismo de América Latina”.
Tras su paso por Chile, volvió a Brasil. Escribió un libro denunciando la doctrina estadounidense de la seguridad nacional lo que le valió una nueva expulsión. Regresó a Brasil, donde vive desde 1980.LEER ENTREVISTA EN tercerainformacion

jueves, 27 de septiembre de 2012

Jueces para la Democracia recuerda a los antidisturbios que la ley les obliga a identificarse


lainformacion.com

Esta asociación judicial ha publicado en su cuenta de Twitter un mensaje en el que dice que esto es una “garantía para la ciudadanía”.

La asociación Jueces para la Democracia (JpD), tras los altercados que tuvieron lugar este martes en los alrededores del Congreso de los Diputados con motivo de las concentraciones del 25S, ha recordado este miércoles a los responsables policiales que la legislación vigente obliga a los agentes, incluidos los efectivos antidisturbios, a llevar “placa identificativa con número sobre el bolsillo derecho del uniforme”.

JpD ha hecho esta precisión a través de su cuenta en la red social Twitter. “Insistimos: Artículo 18 RD1484/1987 obliga a llevar placa identificativa con número sobre bolsillo derecho uniforme. Y es una garantía para la ciudadanía”, ha señalado la asociación sobre las 8.30 de la mañana de este miércoles.

El artículo en cuestión, perteneciente al Real Decreto sobre normas generales relativas a escalas, categorías, personal facultativo y técnico, uniformes, distintivos y armamento del Cuerpo Nacional de Policía, establece que “todos los uniformes llevarán obligatoriamente la placa-emblema del Cuerpo, con indicación del número de identificación personal, en el pecho, por encima del bolsillo superior derecho de la prenda de uniformidad”.

La asociación de jueces también ha utilizado su cuenta en Twitter para responder al secretario general del Sindicato Unificado de la Policía (SUP), José Manuel Sánchez Fornet, quien el martes defendió que los agentes antidisturbios no se identifiquen y actúen con “leña y punto” contra los violentos. “Inadmisible un representante policial que usa estos términos e incita a la violencia”, ha señalado JpD esta mañana.

Una vela a Dios y otra al diablo



Enviado a la página web de Redes Cristianas

Juan José Tamayo, teólogo

Nunca ha habido unanimidad en torno al aborto en el cristianismo. El tema ha sido objeto de un amplio e intenso debate a lo largo de su historia bimilenaria, que se ha caracterizado por una pluralidad de planteamientos, actitudes y prácticas conforme a las concepciones antropológicas de cada época y de las escuelas de pensamiento.
Ha habido tendencias tanto contrarias como favorables al mismo, sin que se identificaran las primeras como propias del cristianismo y las segundas como anticristianas. Unas y otras coexistían y podían defenderse sin exclusiones.
Durante varios siglos, la teoría predominante en la Iglesia, bajo la influencia griega, fue la de la hominización tardía o la animación del feto, seguida por los más prestigiosos teólogos medievales e incluso modernos. Según esta teoría, el feto era informado por el alma a los tres meses del embarazo. Hasta entonces no había propiamente vida humana, sino solo vegetativa primero y animal después. Por eso, el aborto de un feto durante las doce primeras semanas no sería homicidio, infanticidio o asesinato, al no estar “animado” Algunas teorías, siguiendo cálculos machistas distinguían entre la animación del feto masculino y el femenino, adelantando la primera a los cuarenta días y la segunda a los noventa.
El teólogo alemán Karl Rahner (1904-1984) afirmaba que ningún teólogo podía probar que la interrupción del embarazo es, en cada caso, un asesinato. Me parece una opinión más sensata y razonable que la defendida por el magisterio eclesiástico actual que califica el aborto de asesinato en todos los casos, sin tener en cuenta las circunstancias del mismo y los plazos en que se realiza.
Hoy sigue existiendo un amplio pluralismo en torno al aborto entre los cristianos y cristianas, como existe en la sociedad. Pero hay una diferencia en relación con el pasado: la jerarquía eclesiástica ha impuesto el pensamiento único dentro de la Iglesia católica y no solo no respeta a quienes disienten de ella en esta materia, sino que los acusa de enemigos de la vida, e incluso de asesinos.
Los obispos se consideran defensores de la vida y crean o apoyan organizaciones “pro-vida” para defender el feto. No voy a condenarlos por sus ideas, como hacen ellos con quienes tienen planteamientos diferentes a los suyos. Pero sí quiero decir algo que debería llevarlos a enrojecer o, al menos, a reconocer su incoherencia. Ponen todo el celo del mundo en defender la vida de los no-nacidos, la vida del feto, desde el momento de la concepción, hasta minusvalorar la vida de la madre. Por lo mismo predican la fe en la vida en el más allá después de la muerte. Pero no veo tanto celo, por no decir ninguno, en defender la vida de los nacidos, sobre todo de quienes la ven amenazada a diario: mujeres maltratadas, violadas, asesinadas, millones de seres humanos que viven con menos de un dólar diario y cuyo destino es una muerte prematura, niños y las niñas que mueren de hambre, gente que fallece en las pateras, etc.
Defienden la vida antes del nacimiento y después de la muerte, pero no defienden la vida de los empobrecidos ni denuncian la muerte de los pobres y las causas que las provocan. Actuando así, ¿no están dando la razón a Marx que calificaba a la religión como “opio del pueblo”?
He visto a los obispos españoles participar en manifestaciones y pronunciarse en sus pastorales y sermones contra el aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual, a favor de la enseñanza de la religión en la escuela y contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía. No he visto, empero, a obispos participando en las manifestaciones contra la violencia de género, como hacen muchos ciudadanos y ciudadanas cada vez que se produce un feminicidio. Organizan concentraciones en defensa de la familia cristiana –patriarcal-, pero se olvidan de que en más de un millón y medio de familias españolas todos los miembros en edad de trabajar están en paro.
La condena del aborto por los obispos cuenta ahora con el respaldo del Gobierno del Partido Popular que, bajo la dirección política de Ruiz Gallardón, está llevando a cabo los más graves atentados contra la dignidad de las mujeres, cuales son interferirse en su conciencia, imponerles su voluntad y negarles el derecho a decidir, inherente a toda persona. Además se muestra inmisericorde ante el sufrimiento humano hasta impedir la interrupción del embarazo en los casos de malformación del feto. Y todo esto por ley. ¡Mayor inhumanidad, imposible!”.
Si el ministro quiere ser fiel a la moral católica, debería ser consecuente y prohibir el aborto por ley en todos los supuestos. Pero es muy propio de Gallardón poner una vela a Dios y otra al diablo. Aunque en este caso no se sabe quién es Dios y quién el diablo. Quizá el carácter manipulador del ministro de Justicia haya invertido los papeles. Lo cual no demuestra astucia, sino cinismo en grado sumo.

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis (Trotta, 2012).

EL PERIODICO DE CATALUNYA (26 de septiembre de 2012)

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Jesús casado? Por qué asusta esa idea

Juan G. Bedoya

El papiro de King vuelve sobre la hipótesis que desmontaría el celibato y la visión represora del sexo
Descubierto un fragmento de papiro que menciona a “la esposa de Jesús”
Por supuesto, un manuscrito. Hasta hace un siglo, en el mercado de antigüedades de El Cairo se podían encontrar libros en papiro con los que revolucionar la historia de las religiones. Le ocurrió en 1896 a Carl Reinhardt, cuando compró uno escrito
en copto a principios del siglo II.
Lo depositó en el Museo Egipcio de Berlín y no fue desvelado hasta 1955 por el egiptólogo Carl Schmidt. Resultó ser El Evangelio de María y agitó las investigaciones sobre el protagonismo de las mujeres en las primeras comunidades cristianas. En una religión cuyas jerarquías desprecian, e incluso detestan, a la mujer, reabría el viejo debate sobre el estado civil de Jesús, el fundador cristiano. Así lo subrayó entonces Karen King, reputada catedrática en la Universidad de Harvard, que ofreció en 2006 otra traducción y un estudio riguroso (en español lo editó Poliedro, traducido por Marco Aurelio Galmarini).
Ahora vuelve otro papiro. Al comprado por Reinhardt le faltaban las seis primeras páginas y cuatro más del centro. Karen King cree que eran la clave de un hecho que se ha querido ocultar como si fuese peligroso. La semana pasada ha dado a conocer el texto en el que se dice que Jesús se casó. La tradición cristiana imperante siempre ha dicho que no lo estaba, a pesar de no existir evidencias que respalden tal afirmación o la contraria.
“Si en los primeros textos no hay referencias al matrimonio de Jesús, es porque en el contexto judío lo normal era que estuviera casado. ¿Por qué, entonces, las reacciones, más viscerales que argumentadas, en contra? Las razones tienen que ver con el sexo. Porque cae por tierra todo fundamento cristológico del celibato impuesto a los sacerdotes; porque pierde justificación la superioridad de la vida consagrada a Dios sobre la vida de los cristianos seglares, y porque se desmonta la visión negativa que la Iglesia tiene de la sexualidad y la consiguiente represión sexual que impone”, sostiene el teólogo Juan José Tamayo, autor de tres libros sobre la vida y la obra de Jesús de Nazaret.SEGUIR LEYENDO EN El País

Los obispos catalanes presionarán a la Permanente para que emita una nota sobre la crisis

¿Habrá una nota sobre la crisis durante la Comisión Permanente?
¿Habrá documento sobre la crisis esta semana? Este martes, los obispos de la Comisión Permanente se reúnen en Madrid. Será el primer encuentro del nuevo curso, que se presenta caliente, pues se espera que a lo largo de este año se anuncien los relevos episcopales en Madrid y Barcelona. Sin embargo, el principal tema que preocupa a fieles y a no pocos obispos es el de la crisis.
Especialmente a los obispos catalanes, que ya en agosto publicaron la que hasta ahora es la única nota conjunta del episcopado sobre la crisis. Según ha podido saber RD, los prelados de Cataluña presentes en la Permanente presentarán una propuesta para que este organismo publique una breve nota sobre la actual situación y el papel de la Iglesia española en la misma.
Junto al presidente Rouco, el vicepresidente Blázquez y el secretario Camino, la Comisión Permanente está compuesta por los siguientes miembros:

Lluis Martínez Sistach. Cardenal Arzobispo de Barcelona

Juan José Asenjo Pelegrina. Arzobispo de Sevilla

Juan del Río Martín. Arzobispo Castrense

Manuel Ureña Pastor. Arzobispo de Zaragoza

Francisco Javier Pérez González. Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

Francisco Javier Martínez Fernández. Arzobispo de Granada

Braulio Rodríguez Plaza. Arzobispo de Toledo

Francisco Gil Hellín. Arzobispo de Burgos

Carlos Osoro Sierra. Arzobispo de Valencia

Julián Barrio Barrio. Arzobispo de Santiago de Compostela

Santiago García Aracil. Arzobispo de Mérida-Badajoz

Ciriaco Benavente Mateos. Obispo de Albacete

Jesús E. Catalá Ibáñez. Obispo de Málaga

Adolfo González Montes. Obispo de Almería

Jesús García Burillo. Obispo de Ávila

Casimiro López Llorente. Obispo de Segorbe-Castellón

Joan Píris Frígola. Obispo de Lleida

Josep Àngel Sáiz Meneses. Obispo de Terrassa

Vicente Jiménez Zamora. Obispo de Santander

Sebastià Taltavull Anglada. Obispo Auxiliar de Barcelona
Esto es: cuatro de los 23 prelados de la Permanente -entre ellos el cardenal Sistach y el auxiliar Taltavull, auténtico artífice del texto publicado por las diócesis catalanas-. La iniciativa contaría con el apoyo de Blázquez, Osoro, Barrio, Del Río o García Aracil.
Sin embargo, la tesis capitaneada por el cardenal Rouco es que la Iglesia ya está hablando sobre el particular, en forma del trabajo de Cáritas y de otras instituciones, y que la “reflexión”, de la que habla el Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal recientemente aprobado, no tiene por qué traducirse en un texto o documento. Al menos, no por el momento. Una decisión que, en todo caso, está motivando fuertes críticas tanto en ámbitos eclesiásticos como en sectores sociales, molestos por el hecho de que la Conferencia Episcopal toque prácticamente cualquier tema en cuestión (desde el aborto a la reforma educativa), pero no el de la crisis.
Otros temas que se van a abordar serán los de Eurovegas -parece prácticamente descartada una nota conjunta- o la reforma educativa, para la que el Episcopado probablemente dará una opinión, pero esperará, como es costumbre, a que exista un texto de proyecto aprobado o presentado en Cortes.
La solución, el próximo jueves.
baronrampante@hotmail.es

EL DÉCIMO MANDAMIENTO

ecleSALia
EL DÉCIMO MANDAMIENTO
GABRIEL Mª OTALORA, gabriel.otalora@euskalnet.net
BILBAO (VIZCAYA).

ECLESALIA, 21/09/12.- Manu Zabala, persona recta donde las haya y apasionada de la defensa de los derechos de los Pueblos, me enseña un libro de moralina publicado en 1938 en el que se hacía un repaso a los diez mandamientos pero en el que solo se comentan los nueve primeros, y me da su explicación: sería porque en aquella ebullición de la dictadura del expolio generalizado, cualquiera se ponía a pontificar sobre la codicia de los bienes ajenos. Afortunadamente, ha pasado el tiempo de las coacciones generalizadas habiendo recuperado la libertad que aquél nacional-catolicismo contribuyó a hurtarnos durante demasiados años.
Ahora estamos en un modelo social más poliédrico y abierto y los que añoran aquellos tiempos tienen que ser, por fuerza, más sibilinos. Solo así se explica el silencio de algunos cristianos que se abate sobre el dichoso décimo mandamiento, incluida la Conferencia Episcopal, a pesar de su rabiosa actualidad. A lo peor solo es miedo a que algunos se enfaden y la institución eclesiástica pierda parcelas de poder que nunca deberían haberle correspondido según el mensaje evangélico. Todo lo contrario a los que lideran la codicia: “El capitalismo de nuestro tiempo parece haber perdido el sentido del miedo”, en palabras de Eric Hobsbawm.
No se trata de pedir a los obispos que se meta en política, sino de que se conviertan en altavoz de los sin voz en nombre del que nos trajo la Buena Nueva, y por ello fue atropellado por las élites de sus tiempo; ser voz de las muchas gentes que la crisis financiera les ha roto el eje de sus vidas atropellados por una injusticia cada vez más proporcional al tamaño de la globalización financiera, muchos millones de personas cada vez más cerca nuestro. Lo acaba de decir el congreso de de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII: “La voz de los sin voz no se está oyendo” al tiempo que acusan al plenario de los obispos de “escándalo y complicidad con quienes han provocado la crisis”. El décimo mandamiento está en barbecho como lo está la bienaventuranza que asegura la dicha para los perseguidos por causa de la justicia.
Codiciar los bienes ajenos es afirmar como Ronald Reagan -o estar de acuerdo con él- que "los pobres tienen demasiado y los ricos demasiado poco" mientras que el 1% más rico de la población norteamericana sigue aumentando su porción de riqueza del PIB. En el mercado financiero actual se intercambian, solo en dólares, cuatro billones diarios que es una cifra varias veces superior a los requerimientos del comercio internacional y las inversiones extranjeras. Y alrededor del 90% de estas operaciones especulativas se dan en el plazo de una semana. Las grandes empresas frecuentemente obtienen mayores ganancias en estas operaciones que en las inversiones productivas.
Los bancos europeos reciben préstamos del BCE a tasas de interés inferiores al 1% y los han colocado al 6% y al 7% en los países en crisis. Pero cuando los países deudores tienen dificultades, no asumen los riesgos que corrieron. Tienen poder e influyen para que la Unión Europea y el FMI obliguen a los países deudores a fuertes ajustes económicos para garantizar el cobro de sus colocaciones aunque los resultados sean desastrosos para la economía real, en recesión “obligatoria” en casi toda la UE. A los que imponen su codicia les parece demasiado el despido que puede cobrar un trabajador, la pensión que puede cobrar un jubilado o el crédito que necesita una pequeña empresa para seguir subsistiendo. Pero callan ante los miles de millones que se reparten los que recomiendan austeridad y moderación.
¿No hay materia suficiente para alzar la voz en nombre del evangelio y la dignidad humana? No es normal escuchar todos los días el evangelio sin reaccionar ante sus llamadas, señores obispos. No podemos vivir en paralelo a los predilectos del evangelio, los más indefensos ante la crisis. Pero a la vista está que sí podemos, ellos y los demás, aunque sea esgrimiendo una hipócrita postura apolítica. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia). 

INVITACIÓN A LA UTOPÍA

Nuevo libro de Juan José Tamayo
INVITACIÓN A LA UTOPÍA
Estudio histórico para tiempos de crisis
EDITORIAL TROTTA, editorial@trotta.es
MADRID.

ECLESALIA, 24/09/12.- No corren tiempos propicios para la utopía. Pero quizá sea esa su característica principal: la de tener que avanzar contra viento y marea. Calificar a una persona o a un proyecto de utópicos no es precisamente un piropo. Más bien, todo lo contrario: puede ser un insulto o, al menos, una crítica. La situación de destierro en que viven hoy las personas y los proyectos utópicos es muy similar a la de los poetas en la República de Platón: son expulsados de la ciudad ideal porque no alcanzan la verdad.
Acaba de aparecer el nuevo libro de Juan José Tamayo que se propone intervenir en el actual debate en torno a dos concepciones de la razón, la utópica y la científico-técnica, con un doble objetivo: por una parte, rehabilitar y activar la utopía con sentido crítico y dialéctico en medio de la oscuridad del presente; por otra, ponerla al servicio de la emancipación humana y de la liberación de los pueblos.
Para ello estudia pormenorizadamente algunos de los hitos más importantes de la historia de la utopía, de las contrautopías y de las distopías. Empieza con los principales cultivadores del género utópico en Grecia: los escritores Homero y Hesíodo, los urbanistas Hipódamo de Mileto y Faleas de Calcedonia y el filósofo Platón, considerado el padre de la utopía. No se olvida de sus críticos más madrugadores y agudos: Aristófanes y Aristóteles. Continúa en la Edad Media con el análisis de la utopía del milenarismo, de la Ciudad de Dios de Agustín de Hipona y de las Tres Edades de Joaquín de Fiore, que ejerció una extraordinaria influencia en la posterior filosofía de la historia y en los movimientos revolucionarios modernos.
Presta especial atención a las creaciones utópicas de Tomás Moro, Tomasso Campanella y Francis Bacon, las más emblemáticas en el género literario y analiza en profundidad los problemas que plantean, sobre todo a la hora de compaginar la comunidad de vida con el respeto a la individualidad. Profundiza en algunas de las utopías revolucionarias de la Modernidad: el socialismo utópico, el marxismo y el anarquismo. En esta historia se incorpora, quizá por primera vez, a la utopía feminista, que reconstruye en sus momentos estelares desde la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), de Olympia de Gouges hasta El segundo sexo (1948), de Simone de Beauvoir, pasando por Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792), de Mary Wollstonecraft, la Declaración de Sentimientos (1848), de Seneca Falls, y la utopía feminista socialista.
El recurrido histórico se completa con las distopías del siglo XX y con la más reciente utopía alterglobalizadora de los Foros Sociales Mundiales concretada en la crítica a la dictadura de los mercados y en la propuesta de “otro mundo posible”, donde convergen tendencias políticas, corrientes intelectuales y movimientos emancipatorios de distinto signo. Es, junto con la utopía feminista, sin duda, una de las aportaciones más significativas de la obra.
La historia constituye la base para la posterior reflexión filosófica y teológica sobre la utopía. Uno de los capítulos centrales del libro está dedicado a recuperar el verdadero sentido y significado del término utopía, a partir de las reflexiones de los pensadores del siglo XX que han reflexionado sobre el tema desde diferentes enfoques, tanto los que han elaborado una filosofía de la esperanza, como Bloch, Marcel, Ricoeur, Kolakowski, Laín Entralgo, entre otros, y una sociología de la utopía como el clásico y madrugador Karl Mannheim, cuanto los que han desarrollado una filosofía de la utopía negativa, como algunos autores de la Escuela de Frankfurt.
Como teólogo de la liberación y especialista en los estudios bíblicos, Tamayo dedica un extenso capítulo, sin duda muy logrado dada su especialidad en el tema, al estudio de la Biblia como enciclopedia de utopías y contra-utopías, esperanzas y desesperanzas, promesas e incumplimientos en la Biblia, que tiene la mirada puesta en la tierra prometida, bajo la inspiración de los teólogos de la esperanza. Le sirven de guía el teólogo Jürgen Moltmann, el sociólogo Max Weber y el filósofo Hermann Cohen, quienes destacan la originalidad del pensamiento hebreo al colocar el desarrollo de la humanidad en el futuro, mientras que los demás pueblos lo remiten a un pasado dorado. Es este un capítulo que tiene la impronta de la antropología bíblica de la esperanza, de la idea de mesianismo y de la concepción de la existencia como historia.
Tamayo no desconoce algunas de las principales críticas la utopía, como las de Popper, Hayek, Günther, Ciran, Himkelammert, etc., sino que las tiene muy en cuenta y las expone con objetividad y respeto intelectual. Pero el libro no se queda en la crítica. Ni el tema ni la orientación del mismo justificarían dicho final, que sería muy amargo. Tras las críticas, viene un capítulo, el último, dedicado a la rehabilitación de la utopía, pero no apologética e ingenuamente, sino con sentido crítico: una utopía no mitificada, descolonizadora, con intencionalidad ética, en un horizonte laico y desde la pluralidad de tradiciones emancipatorias.
Con este libro Tamayo completa con brillantez y rigor histórico, filosófico y teológico, su trilogía sobre la utopía, cuyas dos entregas anteriores son: Religión, razón y esperanza. El pensamiento de Ernst Bloch (1992), su tesis doctoral en filosofía bajo la dirección del profesor Carlos Parías, y Para comprender la escatología cristiana (32008), uno de los mejores estudios de la esperanza cristiana en diálogo con las utopías históricas.
¿Utopía en tiempos de crisis? Es la pregunta que guía toda la obra. Las utopías tienen su temporalidad, afirma Ernst Bloch. Es precisamente en tiempos de crisis cuando los oprimidos expresan su descontento e indignación, radicalizan su sentido crítico y formulan utopías movilizadoras de las energías emancipatorias de la humanidad, que son desarrolladas en sus diferentes géneros literarios: filosófico, narrativo, poético, ético, ficción, etc. Por eso este libro es una invitación a cultivar la utopía, a seguir escribiendo nuevos relatos utópicos y a pensar la realidad más allá los límites de lo posible, como sugiere Walt Whitman: “Antes del alba, subí a las colinas, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas para seguir adelante”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Para más información: www.trotta.es

NADIE TIENE LA EXCLUSIVA DE JESÚS

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA26/09/12.- La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.
Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en el grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: "no es de los nuestros".
Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?
Sus primeras palabras son rotundas: "No se lo impidáis". El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal.
Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.
No quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: "El que no está contra nosotros está a favor nuestro".
En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de descalificar.
Es un error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría. Nos invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera evangélica y se preocupan de los más pobres y necesitados.