FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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jueves, 25 de febrero de 2016

“Queremos ser parroquias abiertas, en salida, acogedoras…”

- Por: Alfonso Válcarcel




En el encuentro de Consejos Parroquiales de las parroquias del Carmen y Nueva Montaña de Santander, Los Capuchinos de Rentería, María Auxiliadora de Donostia, San Francisco Javier de Vitoria-Gasteiz.

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Queremos ser parroquias abiertas, en salida, acogedoras, acompañante de los jóvenes, comprometidas con los necesitados, colaboradoras con las familias en la educación de la fe de sus hijos, …”

Éste podía ser el resumen del Encuentro de los Consejos Pastorales de las parroquias salesianas de Santander, Donostia, Rentería y Vitoria-Gasteiz, que ha tenido lugar el sábado, día 20 de febrero.

Como anfitriona la parroquia de Nueva Montaña de Santander, Nª Sª del Carmen. Y el tema de trabajo: “los retos de la parroquia del siglo XXI iluminados por la Evangelii Guadium”.

La presentación la ha hecho el coordinador inspectorial de parroquias, Alfonso Valcárcel, destacando los aspectos más significativos de la Carta Apostólica del Papa Francisco como foco iluminador; asimismo, el párroco de Vitoria, Carlos García, en una segunda intervención, nos ha mostrado también la oportunidad pastoral que nos ofrece el Año Jubilar de la Misericordia, proclamado por el Papa.

En un clima fraterno de intercambio se trabajó por grupos interparroquiales algunos de esos aspectos, proponiendo líneas de acción ante los desafíos. En resumen de alguno de los participantes: “queremos ser parroquias abiertas, en salida, acogedoras, acompañantes de los jóvenes, comprometidas con los necesitados, colaboradoras con la familias en la educación integral de sus hijos, etc. O, en síntesis, -como ha expresado otro- “con la vivencia de la Espiritualidad Salesiana”.

Finalizaba la mañana con una comida fraterna en un bar cercano a la parroquia.  “Los cerca de sesenta participantes hemos pasado una jornada muy agradable con ganas de seguir en esta parcela de la Iglesia y de la Congregación Salesiana”, afirmaba uno de los participantes.

Nuestros obispos, ¿son hombres religiosos? Antonio Gil de Zúñiga

En días pasados charlando con un amigo sobre la brisa fresca del papa Francisco en la Iglesia católica me confesaba él que percibe que por parte de nuestros obispos, en general, no hay un apoyo al papa y la razón para él radica en la falta de fe, en la increencia de nuestros obispos. Recordé entonces lo que un conocido de Madison (Wisconsin) me refirió hace algunos años en la capital americana sobre una encuesta llevada a cabo en la diócesis de Chicago a sacerdotes, monjes/as, teólogos/as.

El resultado de esta encuesta fue que más del 50% de esta “población religiosa” no era religiosa. También recordé la increencia interna del sacerdote protagonista de la novela unamuniana San Manuel Bueno, mártir. A estos recuerdos hay que añadir la recomendación del papa Francisco en la acostumbrada homilía en santa Marta de la última semana de enero pasado: el primer deber del obispo es rezar. Y a los obispos mejicanos instándoles a que no busquen el camino de los privilegios y del poder y a que denuncien las tropelías del narcatráfico.
Por eso no parece inoportuna la pregunta que me hago más arriba. Que nuestros obispos, en general, sean hombres de religión es evidente con sus liturgias de boato y de barroca escenografía, de su relación con el pueblo de Dios desde la ley y la norma… A este respecto no andaba descaminado Tomás de Aquino cuando establecía que el episcopado no es un sacramento, sino un sacramental, ya que el obispo está orientado a la autoridad, al mando y no a la eucaristía. Por eso me pregunto: ¿son hombres religiosos, hombres de fe? Ya sé que “de internis, neque Ecclesia” (aunque esto sea papel mojado en la praxis), sin embargo la fe tiene unos parámetros de evaluación objetivables: la fe sin las obras de nada sirve (Sant. 2,14); si uno dice que ama a Dios y no ama a su hermano, miente (I Jn., 4,20). Se pueden multiplicar los textos bíblicos.
Con razón escribe Miguel de Unamuno que “Dios no es un porqué, sino un para qué”. La fe es, pues, un don y una tarea, e. d., es una relación íntima y personal de confianza con Dios, pero además de esta relación vertical, tiene otra horizontal inseparable, una tarea, un para qué. La fe, por lo tanto, implica no sólo una transformación de la persona, sino también un cambio de actitud ante el otro; una conversión ética que establece una hoja de ruta basada en la comprensión, en la acogida, en la misericordia, en la denuncia profética. La lista puede ampliarse. Estos parámetros de la verdadera creencia se alejan considerablemente de la praxis episcopal hasta el punto de que el interrogante propuesto lo podemos redactar de este modo: ¿son creíbles nuestros obispos?
Analicemos algunos interrogantes. ¿Dónde la denuncia profética desde la fe? Y cuando decimos denuncia profética es la que el obispo ha de llevar a cabo contra el poderoso, contra el rico que oprime, contra los privilegios de uno y otro; no, por el contrario, contra el débil o contra el que se ve impelido por la sociedad a marginarse, entre otros casos. La praxis episcopal es llamativa, y en algunos casos escandalosa. Ahí está la desigualdad galopante en la sociedad española por unas medidas antisociales de un gobierno, cuyos miembros casi en su totalidad se dicen cristianos: léase desahucios, trabajo precario, escasez de ayudas al desempleo y a la dependencia, copago sanitario para jubilados…
Ante esta realidad que clama al cielo, nuestros obispos han permanecido semimudos, apenas han alzado la voz para denunciar estas medidas políticas injustas que favorecen la desigualdad y el empobrecimiento, que favorecen a unos pocos, a los ricos y poderosos en detrimento de la mayoría. Y todo ello por no molestar al gobierno del PP favorecedor de la clase de religión en la escuela, de los colegios concertados que discriminan sexualmente, de los recursos económicos de clérigos y de inmuebles, etc. Una jerarquía que está preocupada por las posibles alianzas del socialista Pedro Sánchez y por su tardanza en formar gobierno, cuando este discurso no lo ha tenido con Rajoy en sus más de 40 días sin asumir las responsabilidades políticas emanadas de las elecciones del pasado 20D. Este discurso no es creíble ante la ciudadanía; en él se percibe claramente que la ausencia de denuncia profética viene motivada por espurias razones ajenas a un hombre religioso, a un hombre de fe.
¿Dónde está la compasión y la acogida? Aquí el protagonista es el obispo inquisidor que anatematiza con el dedo índice a homosexuales, lesbianas, abortistas, mujeres que tienen hijos mediante inseminación artificial -aquelarre de laboratorio, lo llamó un obispo-, a las que padecen violencia de género (“frecuentemente la reacción machista tiene su origen en que ella ha pedido la separación”, son palabras de un insigne arzobispo), a los que padecen la pederastia (“hay niños que provocan”, dijo un purpurado…), a los refugiados… Este territorio del sufrimiento humano es desconocido por muchos de nuestros obispos, que aplican sin compasión la normativa vigente -¿qué normativa?-. Jesús de Nazaret se compadecía y hasta lloraba por el sufrimiento de otros, de marginados de la sociedad.

Desde la fe no se puede atropellar al débil, al sufriente. Por el contrario, tienen que prevalecer la compasión y la acogida. Para no ir más lejos, ¿en qué ha quedado la iniciativa del papa Francisco de que se abran las iglesias a los refugiados? Aquí en España ¿no será porque la jerarquía no dispone de inmuebles suficientes para la acogida?
El evangelista Juan es contundente: “si uno dice que ama a Dios y no ama a su hermano, miente” (I Jn., 4,20. Alguien es creíble cuando es coherente. Si para Protágoras el hombre es la medida de todas las cosas, el amor y la misericordia es la medida de la fe.
Ser obispo no es anatematizar y condenar todo lo que se mueve, sino “compartir los sueños de los más vulnerables y excluidos”, nos recuerda, el obispo guatemalteco, Álvaro Ramazzini.

Solo el pueblo salva al pueblo Juan Carlos Mohr

 

Emigrantes
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 360 migrantes perdieron la vida y más de 62.000 migrantes entraron en Grecia en enero de 2016; en el mismo periodo del año anterior entraron 1.472 personas.
La situación empeora para los refugiados según pasa el tiempo, y la Unión Europea y los diferentes Gobiernos, en lugar de aplicar las medidas a las que se comprometieron, aprueban nuevas medidas de criminalización hacia ellos y hacia los voluntarios que los ayudan. Un claro ejemplo es lo que sucede en Dinamarca, donde el Parlamento ha aprobado la confiscación de bienes que superen los 1.340 euros, al igual que se está haciendo en Suiza y en algunos Estados alemanes. También en Suecia, donde quieren deportar a 60.000 personas; o en Finlandia y Austria, donde quieren expulsar al 60%; y a la vez se están poniendo vallas y creando centros de detención por todo el territorio europeo. ··· Ver noticia ···

•Domingo 28 de febrero, 3 Cuaresma – C (Lucas 13,1-9): ¿Dónde estamos nosotros? José Antonio Pagola

¿DÓNDE ESTAMOS NOSOTROS?

Unos desconocidos le comunican a Jesús la noticia de la horrible matanza de unos galileos en el recinto sagrado del templo. El autor ha sido, una vez más, Pilato. Lo que más les horroriza es que la sangre de aquellos hombres se haya mezclado con la sangre de los animales que estaban ofreciendo a Dios.
No sabemos por qué acuden a Jesús. ¿Desean que se solidarice con las víctimas? ¿Quieren que les explique qué horrendo pecado han podido cometer para merecer una muerte tan ignominiosa? Y si no han pecado, ¿por qué Dios ha permitido aquella muerte sacrílega en su propio templo?
Jesús responde recordando otro acontecimiento dramático ocurrido en Jerusalén: la muerte de dieciocho personas aplastadas por la caída de un torreón de la muralla cercana a la piscina de Siloé. Pues bien, de ambos sucesos hace Jesús la misma afirmación: las víctimas no eran más pecadores que los demás. Y termina su intervención con la misma advertencia: «si no os convertís, todos pereceréis».
La respuesta de Jesús hace pensar. Antes que nada, rechaza la creencia tradicional de que las desgracias son un castigo de Dios. Jesús no piensa en un Dios «justiciero» que va castigando a sus hijos e hijas repartiendo aquí o allá enfermedades, accidentes o desgracias, como respuesta a sus pecados.
Después, cambia la perspectiva del planteamiento. No se detiene en elucubraciones teóricas sobre el origen último de las desgracias, hablando de la culpa de las víctimas o de la voluntad de Dios. Vuelve su mirada hacia los presentes y los enfrenta consigo mismos: han de escuchar en estos acontecimientos la llamada de Dios a la conversión y al cambio de vida.
Todavía vivimos estremecidos por el trágico terremoto de Haití. ¿Cómo leer esta tragedia desde la actitud de Jesús? Ciertamente, lo primero no es preguntarnos dónde está Dios, sino dónde estamos nosotros. La pregunta que puede encaminarnos hacia una conversión no es «¿por qué permite Dios esta horrible desgracia?», sino «¿cómo consentimos nosotros que tantos seres humanos vivan en la miseria, tan indefensos ante la fuerza de la naturaleza?».
Al Dios crucificado no lo encontraremos pidiéndole cuentas a una divinidad lejana, sino identificándonos con las víctimas. No lo descubriremos protestando de su indiferencia o negando su existencia, sino colaborando de mil formas por mitigar el dolor en Haití y en el mundo entero. Entonces, tal vez, intuiremos entre luces y sombras que Dios está en las víctimas, defendiendo su dignidad eterna, y en los que luchan contra el mal, alentando su combate.

Fe y Revolución NO son contradicción. En Gratitud y Recuerdo de Fernando Cardenal. Fallecido el 20/02/2016

 


Fernando Cardenal compartió nuestra mesa común. Estas fotos están hechas en nuestro local de CCP-Granada celebrando la eucaristía allá por los noventa.
Fernando Cardenal (Granada, 26 de enero de 1934 – Managua, 20 de febrero de 2016) fue un jesuita, en la línea de la teología de la liberación, y ministro de Educación durante el gobierno de la Revolución Popular Sandinista entre los años 1984 y 1990. Actualmente trabajaba como Director Nacional de Fe y Alegría Nicaragua y era hermano del poeta Ernesto Cardenal (1925-).
En 1980 estuvo al frente de la denominada Cruzada Nacional de Alfabetización, una campaña por la alfabetización en Nicaragua que logró enseñar las primeras letras a más de medio millón de personas y que permitió reducir el índice de analfabetismo, superior al 50 % en la época de la dictadura de Somoza, hasta un escaso 13 %. Esta tarea obtuvo el premio de la medalla Nadezhda Krúpskayae de la Unesco en 1981. ··· Ver noticia 

Monseñor Agrelo: “En los alrededores de Ceuta hay emigrantes. Sé que no tiene papeles, pero tienen hambre”

 


“El lunes les llevamos alimentos. El martes, se los quitaron”
“La policía entra en el bosque de Beliones y se lleva lo poco que tienen para subsistir”
En los alrededores de Ceuta hay emigrantes. No sé cuántos son. Sé que son seres humanos. Sé que no tienen papeles, pero tienen hambre. Sé que no están autorizados a estar donde están, pero tienen derecho a buscarse un futuro para sí mismos y para sus familias. Sé que las autoridades de las naciones los consideran una amenaza, aunque la realidad es que las autoridades son una amenaza para ellos. ··· Ver noticia 

Domingo 28 de febrero de 2016, 3º de Cuaresma

 

3 de CuaresmaC
Leandro, obispo (600)
Análisis
El texto del libro del Éxodo nos presenta una versión -la más conocida, seguramente- de la así llamada vocación de Moisés, que es también la “autopresentación” de Yavé.
Las antiguas opiniones sobre diferentes fuentes hablan de dos antiguas tradiciones que se integran en este texto. Según Gen 4,26 Enosh fue el primero en invocar el nombre de Yavé, sin embargo, acá Moisés no lo conoce por lo que Diosa se lo debe revelar. Por otra parte el nombre del monte es Horeb y no Sinaí, y el suegro de Moisés es Jetró mientras que en 2,18 es Reuel. Así se ha hablado de las diferentes tradiciones a las que históricamente se las llamó Elohista y Yahvista, aunque el tema hoy está en discusión (en especial la antigüedad de éstas, y la existencia del primero). ··· Ver noticia