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martes, 10 de diciembre de 2013

El Papa pide que la Iglesia le “dé la bienvenida” a los divorciados



En un encuentro con sacerdotes, Francisco volvió a romper un tabú, al pedir que los separados y las parejas de hecho “se sientan como en casa” en los establecimientos católicos
El papa Francisco volvió a romper los tabúes de la Iglesia y prometió ante un grupo de sacerdotes analizar la situación de los divorciados y las parejas no casadas para que puedan practicar libremente el catolicismo.

Durante un encuentro con los sacerdotes de la capital italiana en la basílica de San Gionvanni en Laterano, ayer, el papa argentino instó a la Iglesia a buscar “otra vía, dentro de la justicia” para las “segundas nupcias”, al referirse a los católicos divorciados que se vuelven a casar, quienes no pueden acceder al sacramento de la comunión.
Al responder a las preguntas de los sacerdotes, citadas por el diario de la diócesis de Roma, Romasette, el Papa también recomendó que las parroquias deben ser siempre “abiertas y acogedoras”, mientras que es importante buscar “formas nuevas y adecuadas para las personas a las que se dirige” el mensaje pastoral.
En ese sentido, el Papa llamó a dar una “cálida bienvenida” para que “los fieles deben sentirse como en casa”, subrayó. “Una bienvenida que debe aplicarse también a las parejas de hecho, ante quienes, sin embargo, será ejercida en la verdad”, propuso.
El Papa recordó que la cuestión de los matrimonios entre divorciados era un problema heredado por su antecesor Benedicto XVI y afirmó que “el problema no se puede reducir a si pueden tomar la comunión o no, ya que si se pone el debate en esos términos, no se entiende lo que es el problema real”.
Francisco ha reiterado que se trata de “un problema grave” y que existe “la responsabilidad de la Iglesia hacia las familias que viven esta situación”.
“La Iglesia en este momento tiene que hacer algo para resolver los problemas de la nulidad matrimonial”, continuó Jorge Bergoglio.
El Papa adelantó además que el Sínodo de Obispos, en el que el papa Francisco hablará con ocho cardenales entre el 1 y el 3 de octubre próximo, abordará la cuestión de la nulidad matrimonial y la situación de los divorciados que se han acercado a la Iglesia.
Durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro a Roma, a fines de julio, Francisco había reconocido ante los periodistas que lo acompañaban que quería lanzar una profunda reflexión sobre esas situaciones tan dolorosas para los católicos.

Carta abierta a Alfredo Pérez Rubalcaba y Susana Díaz Benjamín Forcano



Apreciados amigos: no tengo más título para presentarme ante vosotros que el de ser español, uno más entre los millones de este país, que ve llegar del PSOE en estos momentos, a pesar de todo, un posible rayo de luz y esperanza.
La insoportable desigualdad
Percibo en vosotros, y en otros muchos, un deseo sincero de afrontar los problemas de nuestra sociedad y, lo que es más alentador, un propósito radical de promover una convivencia que asegure la igualdad entre todos. Es éste el mal verdadero que genera los más importantes, si no todos.

La igualdad, sentida personal y comunitariamente, nos hará dar un giro radical a nuestra política. El desvanecimiento de esta verdad, o su sutil degradación, es lo que explica la guerra entre individuos y pueblos, la ciega carrera a constituirse los unos sobre los otros, a base de menospreciar, dominar y excluir. Es la ética disyuntiva del yo o nosotros y no la conjuntiva del yo y nosotros.
En esta perspectiva antinatural de la desigualdad, se abren los más extraños y ridículos desniveles que han estructurado nuestra sociedad. Lo que debiera ser guía de un sentir y pensar igualitario en el quehacer de la convivencia, se ha convertido en ley de medro y competencia agresiva, de codicia más menos escondida que seca el movimiento de ternura, sencillez, humildad y solidaridad.
Primero de todo, pues, agarrar en su corazón al tema que nos divide y enfrenta. Y, segundo, mantener como principio animador y estructurante de nuestras relaciones individuales y sociales, el principio de que nada puede tolerarse que ignore, hiera o conculque este principio.
La noble tarea de los políticos
Se comprende entonces que la tarea de los políticos consista en promover y asegurar por encima del interés particular el interés de todos y que se cifra en la preservación de ese bien sagrado de la igualdad.
Si se mira bien, todo desequilibrio, malestar o daño social proviene de la conculcación de este principio, que se lo intenta legitimar desde una filosofía equivocada que pretende encuadrar nuestra convivencia bajo la ley del egoísmo, la única que darwinísticamente aseguraría el éxito de unos y el fracaso de otros.
Una cuestión, por tanto, no de pura economía sino de humanismo y ética, de luchar y planificar para que en la sociedad todos encuentren condiciones que garanticen su dignidad, el logro de sus derechos básicos y el correspondiente cumplimiento de sus obligaciones.
El hombre, hermano-amigo del hombre, no lobo-enemigo
La situación, con las injusticias y contradicciones que arrastramos, aflora en este tiempo de crisis con dura clarividencia. Todos oímos y vemos los dramas de esa desigualdad sin que los políticos pongan solución a esos dramas.
Millones de personas, movimientos sociales y colectivos de toda procedencia gritan los trazos más visibles y crueles de quienes siendo iguales como nosotros y surcando las aguas procelosas de una misma crisis, hacen oídos sordos a las necesidades que muchos están pasando, sin alterar ellos en nada su desmesurado y refinado nivel de vida.
Hay que acabar con ese afán devastador de hacer carrera y enriquecerse a base de aprovecharse del sudor y trabajo de los demás, estableciendo controles a la codicia de tanto desaprensivo. Tenemos lo suficiente para vivir todos en dignidad, pero atajando el egoísmo de quienes piensan que la sociedad está para campar a sus anchas. Se acabó esa especie de lobos esteparios que creen que el hombre es enemigo del hombre y no hermano-amigo-.
El descrédito de la política y de los políticos
La política es cosa de todos y para el bien y felicidad de todos. Pero hemos visto cómo cada día salen más ciudadanos de la gestión pública, presos de la corrupción, defraudando a quienes creíamos que nos representaban y cumplían para lo que los habíamos elegido. Ha fallado la ética.
Hoy ya pocos creen en los políticos. Prometen y luego no hacen; o prometen y hacen lo contrario; o sabiendo lo que tienen que hacer, luego tiemblan y se someten; o carecen de principios y mística política y van a la deriva, siguiendo los dictados de quienes imponen proyectos que nosotros ni analizamos ni votamos. Esto es grave y hace que los políticos de verdad sepan medir la urgencia de lo que nos estamos jugando para no delegar en otras instancias y poderes lo que es responsabilidad suya.
Camino para recuperar la credibilidad política
Después de todo lo dicho, llego al punto que considero decisivo: cómo nuestros políticos pueden recuperar lo que está perdido, su credibilidad. Escritos, protestas, manifestaciones, situaciones lacerantes apuntan a lo mismo, a la incoherencia: es fuerte la brecha entre lo que dicen y lo que hacen, entre lo prometido y realizado. Les hemos escuchado, se les ha hablado de mil maneras, se les ha descrito por activa y pasiva el escándalo de su tren de vida, en un momento en que la pobreza y el sufrimiento atenazan a muchos.
¿Y qué hacen? Toman nota, es cierto, de muchos de los problemas para reaparecer prometiendo cambios y reformas que ya antes debían haber hecho. Pero, nadie los cree. Porque la creencia en quien la pide se genera cuando a las palabras precede el ejemplo.
El testimonio personal es lo que vale: baja a la calle, comprueba la situación real, la ausencia de trabajo, los sueldos reales, las privaciones, las injusticias, el desespero y sufrimiento de la gente y, en el sentirse uno de ellos, decide compartir y hacer lo que está en sus manos: igualar sueldos, prescindir de tantas cosas que le sobran y que servirían para resolver situaciones de extrema necesidad.
No resuelven todo, pero sí lo principal: que la gente crea y confíe en ellos: “Ahora sí, estos están con nosotros, comparten nuestro destino, y ponen a disposición de otros lo que les sobra y que éticamente no les pertenece”. Es decir, cumplen, están a su lado, para representarles y defender sus derechos con coherencia y valentía. De ahí, y no de otra parte, vendrá la regeneración, la nueva cosecha de electores, que los seguirán por estar pegados a ellos y ser de verdad su representación democrática. El ejemplo lo primero. Las palabras pierden su dignidad si no van acompañadas con los hechos.
Y los hechos son estos y otros similares. Llevamos meses y años recitando esta cantinela y no hay manera de que dentro del Parlamento surja un movimiento de cambio y cumplimiento de la voluntad popular. Se les ve como una casta aristocrática más que democrática, sin que parezcan entender que la solidaridad hace estar con la gente y emprender otra clase de política.
Demos, pues, un giro a la política, que nos irá bien, aunque tengamos que reducir gastos innecesarios, que nos vienen de derechos que negamos a otros. Son más que conocidos, por públicamente cuestionados, los lugares y actividades donde se puede aplicar esta ética de solidaridad efectiva, y que haría resurgir una nueva política. No me corresponde señalarlos, pues son los mismos políticos quienes, guiados por su responsabilidad, deben designarlos y argumentarlos.
Espero tener el gozo de que pronto pueda ver algunos gestos significativos que restablezcan el rostro noble de la política luciendo en el quehacer éticamente coherente de los políticos. ¡La vida por delante!.
De esta manera, volverá a prender sitio entre nosotros la ilusión, la participación ciudadana, el compromiso y la fortaleza de nuestra política.

Con mi reconocimiento y saludos cordiales.
(*) Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo claretiano.

El significado de Mandela para el futuro amenazado de la humanidad Leonardo Boff, teólogo


Nelson Mandela, con su muerte, se ha sumergido en el inconsciente colectivo de la humanidad para ya nunca irse de ahí, porque se ha transformado en un arquetipo universal, de una persona injustamente condenada que no guardó rencor, que supo perdonar, reconciliar polos antagónicos y transmitirnos una inquebrantable esperanza en que el ser humano todavía tiene solución. Después de pasar 27 años en reclusión y ser elegido presidente de Sudáfrica en 1994, se propuso y realizó el gran desafío de transformar una sociedad estructurada en la suprema injusticia del apartheid, que deshumanizaba a las grandes mayorías negras del país condenándolas a ser no-personas, en una sociedad única, unida sin discriminaciones, democrática y libre.
Y lo consiguió al escoger el camino de la virtud, del perdón y de la reconciliación. Perdonar no es olvidar. Las llagas están ahí, muchas de ellas todavía abiertas. Perdonar es no permitir que la amargura y el espíritu de venganza tengan la última palabra y determinen el rumbo de la vida. Perdonar es liberar a las personas de las amarras del pasado, pasar página y empezar a escribir otra a cuatro manos, de negros y de blancos. La reconciliación sólo es posible y real cuando hay plena admisión de los crímenes por parte de sus autores y pleno conocimiento de los actos por parte de las víctimas. La pena de los criminales es la condenación moral ante toda la sociedad.
Una solución de esas, seguramente originalísima, supone un concepto ajeno a nuestra cultura individualista: el Ubuntu que quiere decir: “yo sólo puedo ser yo a través de ti y contigo”. Por tanto, sin un lazo permanente que ligue a todos con todos, la sociedad estará, como la nuestra, en peligro de desgarrarse y de conflictos sin fin.
En los manuales escolares de todo el mundo deberá figurar esta afirmación humanísima de Mandela: “Yo luché contra la dominación de los blancos y luché contra la dominación de los negros. Cultivé el ideal de una sociedad democrática y libre, en la cual todas las personas puedan vivir juntas en armonía y tengan oportunidades iguales. Este es mi ideal y deseo vivir para alcanzarlo. Pero, si fuera necesario, estoy dispuesto a morir por este ideal”.
¿Por qué la vida y la saga de Mandela fundan una esperanza en el futuro de la humanidad y en nuestra civilización? Porque hemos llegado al núcleo central de una conjunción de crisis que puede amenazar nuestro futuro como especie humana. Estamos en plena sexta gran extinción en masa. Cosmólogos (Brian Swimme) y biólogos (Edward Wilson) nos advierten que, si las cosas siguen como están, hacia 2030 culminará este proceso devastador. Esto quiere decir que la creencia persistente en el mundo entero, también en Brasil, de que el crecimiento económico material nos debería traer desarrollo social, cultural y espiritual es una ilusión. Estamos viviendo tiempos de barbarie y sin esperanza.
Cito a una persona libre de toda sospecha, Samuel P. Huntington, antiguo asesor del Pentágono y un analista perspicaz del proceso de globalización, que al final de su libro El choque de civilizaciones dice: “La ley y el orden son el primer pre-requisito de la civilización; en gran parte del mundo parecen estarse evaporando; a escala mundial, la civilización parece, en muchos aspectos, estar cediendo ante la barbarie, generando la imagen de un fenómeno sin precedentes, una Edad de las Tinieblas mundial que se abate sobre la humanidad”(1997:409-410).
Añado la opinión del conocido filósofo y científico político Norberto Bobbio que como Mandela creía en los derechos humanos y en la democracia, como valores para equilibrar el problema de la violencia entre los Estados y para una convivencia pacífica. En su última entrevista declaró: “no sabría decir cómo será el Tercer Milenio. Mis certezas caen y solamente un enorme punto de interrogación agita mi cabeza: ¿será el milenio de la guerra de exterminio o el de la concordia entre los seres humanos? No tengo posibilidad de responder a esta pregunta”.
Ante estos escenarios sombríos Mandela respondería seguramente, fundándose en su experiencia política: sí, es posible que el ser humano se reconcilie consigo mismo, que sobreponga su dimensión de sapiens a la de demens e inaugure una nueva forma de estar juntos en la misma Casa. Tal vez valgan las palabras de su gran amigo, el arzobispo Desmond Tutu, que coordinó el proceso de Verdad y Reconciliación: “Habiendo encarado a la bestia del pasado frente a frente, habiendo pedido y recibido perdón, pasemos ahora la página. No para olvidar ese pasado sino para no dejar que nos aprisione para siempre. Avancemos en dirección a un futuro glorioso de una nueva sociedad en la que las personas valgan no en razón de irrelevancias biológicas u otros extraños atributos, sino porque son personas de valor infinito, creadas a imagen de Dios”.
Mandela nos deja esta lección de esperanza: nosotros podremos vivir si, sin discriminaciones, hacemos realidad el Ubuntu. 

González Faus: “Ya se están uniendo fariseos y herodianos para planear cómo acabar con el Papa” José Manuel Vidal


“Reivindicaciones que antes parecían heréticas ahora son palabras del Papa”
“La Teología de la Liberación tiene el mérito de haber soportado el maltrato como Jesús”
Hoy tenemos el placer de conversar otra vez con nuestro amigo José Ignacio González Faus. Teólogo jesuita con numerosas obras, ha sido también “una de las parteras” de la nueva primavera de la Iglesia, que ha hecho posible que Faus celebre que “determinadas reivindicaciones y valores que antes parecían heréticos ahora son palabras del Papa”.

Preocupado siempre por la situación social, el teólogo denuncia que “el hecho de que 30.000 personas mueran de hambre cada día no es una noticia, es una acusación”, y reclama la obligación de la Iglesia de llevar a cabo medidas concretas: “Una encíclica de Juan Pablo II dice que en tiempos de crisis todos los objetos de culto valiosos que tiene la Iglesia deben enajenarse para el servicio de las víctimas”, recuerda.
Cree que la Teología de la Liberación, “que tiene el gran mérito de haber soportado el maltrato como lo soportó Jesús” ya no puede ser desautorizada, pero en cambio teme que el Papa Francisco va a correr peligros serios: “En estos momentos ya se están uniendo fariseos y herodianos para planear cómo acabar con el Papa”, lamenta, haciendo una comparación evangélica.
Pero termina llamando a la esperanza: “Tenemos que tener fe, pero no la de recitar el credo, sino la de saber que las cosas pueden cambiar”.
Has estado entre la gente que ha sostenido durante años el espíritu del Vaticano II, promoviendo y provocando

Bueno, todos estos años he intentado, como tú dices, promover el espíritu del Vaticano II, que es el del Evangelio. Actualizarlo lo máximo posible, ponerlo al día, hacerlo visible en el mundo y en la Iglesia… Pero también he de decir que terminaba mis días con una sensación de fracaso. Hasta que de pronto se ha encendido una luz, que ojalá cuaje.
Algo que he dicho bastante en alusión a estos momentos es que ojalá no nos pase como a los apóstoles cuando la ascensión. Porque todos tenemos cierta tendencia al mesianismo, a esperar un Mesías que nos resuelva la vida. Esto es muy comprensible, porque hay muchas cosas que arreglar, pero ya cuando hice mi cristología dije que el hecho de que Jesús sea el Mesías significa que nos ha hecho mesiánicos a nosotros. Por tanto, el nombramiento del Papa Francisco, aunque supone una alegría, no quiere decir que ahora todo vaya a ser fácil. Y también requiere de una responsabilidad por nuestra parte: la de hacer las cosas con rigor y con sentido del diálogo. El cristianismo debe volver a ocuparse del mundo y, como dice el último documento escrito por el Papa, que nuestra estructura económica y política mundial no sea una estructura asesina.

¿La apertura de horizontes en la Iglesia ha sido un milagro inesperado?
Sí. Una de las cosas que me ha enseñado la historia es que sus grandes momentos vienen inesperadamente. El miedo que yo tenía es que de pronto viniera el milagro y nos cogiera sin estar preparados. Y otra cosa que enseña a historia es la paciencia: La confianza de que lo que se hace por el Reino con amor, los talentos que se invierten, no se pierden. En la economía se pierden muchas inversiones, pero esto es distinto.
¿Y no crees que hay que reivindicar a la gente que precisamente ha sido paciente todo este tiempo (tanto en la jerarquía como en las bases), sufriendo mucho, porque lo que se imponía era un modelo único?
Sí, pero bueno, eso ya está pasado. Yo no quiero reivindicarme ahora porque me hayan condenado antes, ni mucho menos decir “ahora os fastidiáis, porque teníamos razón”. Lo que quiero es que dialoguemos, que entre todos, sin espíritu de victoria ni de venganza, hagamos lo que Dios quiere, que es trabajar por un mundo mejor. Ya Pío XII en el año 52 dijo que había que rehacer el mundo “desde sus cimientos”. Pero en lugar de rehacerlo, creo que lo hemos estropeado todavía más.
¿Se ve un cambio de tendencia claro en la nueva dinámica eclesial?

Sí, claramente. Y además se han conseguido unos puntos que no tienen vuelta atrás: Y es que determinadas reivindicaciones y determinados valores que antes parecían heréticos o “de poco amor a la Iglesia”, ahora los dice el Papa. Son palabras del Papa. Y como tales, son totalmente legítimas y ortodoxas. Es decir, que ya no se podrán desautorizar determinadas reivindicaciones de la Teología de la Liberación o de los que pedían otra Iglesia como si fueran heterodoxas. Ahora tienen perfecto derecho.
Pero el problema de la Iglesia no está sólo en las autoridades. Está en que hay una buena parte de la base (que es quizá mayoría) que es de un catolicismo fundamentalista que cree en un Dios del miedo y en una institución brillante, y que aunque no tiene poder, a la hora de votar, vota. Por consiguiente, es muy importante que nos dejen expresarnos y explicarnos y que intenten entendernos igual que nosotros queremos hacer con ellos.

¿Es decir, que no hay venganza ninguna, pero sí una reivindicación de la pluralidad?
Eso es. Un cambio de tendencia, como decíamos antes.
¿Y ese cambio está calando en las iglesias locales? ¿Ha llegado a España?

Creo que está llegando más fuera de la Iglesia. Hay infinidad de gente no creyente que en esta situación de mundo desesperanzado, de repente ha oído por ahí a un señor que es una autoridad y que además tiene esa cercanía y esa simpatía, y que aun siendo un hombre religioso no se va por las nubes sino que dice verdades elementales… y aunque esto no les vaya a convertir, a esa gente no creyente se le ha despertado una esperanza. Y lo más bonito que puede hacer la Iglesia es despertar esperanza.
Que todos encuentren en la Iglesia una razón para seguir esperando, es fundamental desde el punto de vista litúrgico, pastoral y de la evangelización. Porque, aunque luego las esperanzas no se cumplan, ponen en marcha muchas cosas.
Lo que veo es que ha calado más en los no creyentes que en los creyentes. Entre los de dentro creo que va calando… El sector eclesial que estaba pisoteado o adormecido está ahora contentísimo, y luego me parece que la opinión se divide: Hay gente que se deja impactar por la bondad que tienen las palabras de este hombre, y hay otra gente que no ve más que populismo y demagogia. Después hay un grupo que oscila.
Pero, a pesar de todo, es un momento bonito de ver.

¿La Iglesia ha sido la única institución social que ha conseguido resucitar? ¿Puede ser ejemplo para otras instituciones (financieras, políticas, democráticas…)?
Sí. ¡Las instituciones de nuestras democracias necesitan tanta regeneración!
¿Es la exhortación apostólica Evangelii Gaudium una especie de programa concreto del pontificado de Francisco? ¿Deja claro lo que quiere en esta hoja de ruta?

Sí. Lo primero que me ha llamado la atención del texto es su estilo tan sencillo, tan poco “encíclica” y tan poco “pontificio”. Es el estilo de un hermano que se dirige a otros hermanos, y eso es lo primero que llama la atención. Y pienso que sólo por esto será más leída que cualquier otra encíclica, porque está al alcance de cualquier persona.
Luego, claro que hay un programa, y lo que nos toca a todos ante él es aparcar nuestra propia reivindicación (no pedir cada uno lo suyo), y colaborar en lo que podamos. Cada uno verá en su campo lo que puede hacer. Ojalá, por ejemplo, que unos cuantos economistas (unos porque sean católicos y otros porque sean de izquierdas) repiensen la economía. Porque hay economistas que no comulgan con el sistema pero que dicen que lo único que se puede hacer es “gestionar este sistema”, aunque sea injusto. Así que a ver si ahora, en vez de conformarnos con gestionar un sistema injusto, pensamos en cómo cambiarlo. Porque si estamos convencidos de que el sistema es injusto, no podemos quedarnos con él y mantenerlo.
Por otro lado, la reforma de la curia y de la Iglesia es una hoja de ruta también muy importante. Haría mucha falta también una revisión del Derecho Canónico (porque si Dios manda muy pocas cosas… la Iglesia no tendría por qué mandar muchas). Pero personalmente creo que esto no se hará.

En el libro Un Concilio entre primaveras, que acabamos de editar con Herder, tu capítulo “Apología de un Concilio modesto” hace de conclusión final…
Sí. Realmente fue un Concilio modesto, que no dio excomuniones, que no impuso sino que propuso… Fue un Concilio humilde, a pesar de que hizo denuncias muy serias.
Sin embargo, luego añades un título provocador (“La Iglesia católico-romana no es la verdadera Iglesia de Cristo”) para decir que la Iglesia debe ser servidora de los pobres, sacramento de Salvación, etc. ¿Es eso tu propia hoja de ruta?
Sí, pero es que eso es el Vaticano II, la Iglesia de la Fe (frente a la Iglesia de la seguridad que quieren los conservadores).
¿Se puede decir que el Vaticano II se congeló durante un largo periodo de tiempo?

Sí, sí, totalmente… El Vaticano II estuvo mucho tiempo metido en el congelador. Yo me preguntaba cuándo lo sacaríamos de ahí y lo pondríamos al baño maría. Todos los concilios, sobre todo los grandes, han necesitado unos 50 años para empezar a calar en la Iglesia. Trento, que aunque en la dogmática fue muy conservador en la práctica fue muy avanzado, tardó mucho en imponerse. Es como una lluvia mansa que poco a poco nos va calando, así que todavía tenemos que darle tiempo.
Yo admiro mucho a Rahner, pero creo que se equivocó cuando dijo que no perdiéramos el tiempo haciendo exégesis del Concilio. Fue demasiado optimista al pensar que el camino ya estaba abierto. Y sí hay que hacer exégesis. Hay que volver al Vaticano II y rescatar la intención fundamental que tiene todo texto. También la Biblia.
En época de Pablo VI se añadían frasecitas a los textos para que todo el mundo estuviera contento, así que hay que volver a ellos para ver qué cosas son accidentales y cuáles son esenciales. Hay que discernir cuál es la flecha que dispara el texto del Vaticano II, y hacerlo en análisis de la sociedad actual. Porque han pasado 50 años ya, y muchas cosas pueden ser distintas.

Una de las reformas que parece señalar el programa del Papa es la descentralización de la Iglesia: la reforma del Papado y de las conferencias episcopales. Tú mismo lo has pedido muchas veces pero, ¿es posible esa colegialidad?

Posible es, desde luego. Y creo que el Papa lo tiene claro. Otra cosa es lo que le dejarán hacer y lo que podrá cambiar. Juan Pablo II dijo que el Papa es “el siervo de los siervos de Dios”. Pero estamos muy lejos de aquello. Sin embargo, el hecho de que Francisco, cuando fue elegido y salió al balcón, no se llamara Papa sino obispo de Roma, es enormemente importante. Porque si el Papa es el obispo de Roma, es un obispo que tiene la misión de crear unidad entre todas las iglesias. En cambio, la expresión “Papa”, que significa “padre de los padres” es una expresión totalmente vertical que quita a las iglesias locales la autonomía que tenían en el Nuevo Testamento.
El Papa no es el obispo de todas partes, sino el que debe fomentar la comunión entre todas las iglesias. No hay iglesias independientes, pero como dijo un dominico, “la Iglesia universal es una Iglesia de iglesias”. Esto tiene unas implicaciones y unas consecuencias inmediatas, que vienen de la mejor tradición cristiana, y que yo reivindico mucho. Lo primero es que el nombramiento de los obispos debe recaer en parte en las iglesias locales.

¿”Ningún obispo impuesto”, como decía tu libro?
Eso es. Y hay un principio que también es aplicable a la Iglesia, que es aquel que dice “si no vivo como pienso, acabaré pensando como vivo”. Eso es lo que le ha pasado a la Iglesia: que no podía pensar como el Evangelio porque no vivía evangélicamente.
¿Vamos hacia un Papa “primus inter pares”, o es demasiado decir?
Creo que nos acercaremos bastante, pero no es extraño: durante el primer milenio el Papado fue así. San Gregorio Magno envió una carta a un patriarca de Alejandría diciéndole “no me llaméis Papa, que el título de pastor universal es blasfemo”. Es decir, que esto ya se reivindicaba.
¿La colegialidad nos acercaría al diálogo ecuménico?
Claro. Hay un teólogo ortodoxo que tiene un libro que se llama “Roma de otra manera”. Esto nos recuerda la importancia de escuchar a los observadores que ven Roma desde fuera.
¿Y también conllevaría la recuperación de la sinodalidad?
Sí, pero bien recuperada, porque el Sínodo de Obispos hasta ahora ha ido languideciendo. Ojalá se le dé un papel no meramente consultivo, sino deliberativo (con poder de decisión). Eso sería poner la colegialidad en acto.
¿Qué te parece la encuesta para preparar el Sínodo, que está llegando con más o menos dificultades a las bases? ¿Es un paso más en este sentido?
Sí, es un paso muy importante. El hecho de que Roma consulte a las bases es súper cristiano. Los obispos americanos sacaron un documento bastante bueno llamado “Justicia económica para todos”. Tardaron dos años en hacerlo, porque fueron lanzando preguntas a las bases y recogiendo lo que pensaban. Sin embargo, la autoridad de entonces dijo que ése no era un procedimiento correcto. Que era competencia episcopal… Y en cambio hoy, esta iniciativa ha surgido del Papa.
¿Todos los organismos que existían de nombre en las iglesias locales pero que no han funcionado (como los consejos pastorales) tienen que reactivarse ahora?
Sí, y es responsabilidad nuestra. Es muy bonito hablar de la colegialidad, pero si luego te invitan a una reunión y no vas porque vas a perder dos horas… los organismos languidecen, y no siempre por culpa de arriba, sino también por culpa nuestra. Es bueno que todos los cristianos que ahora quieran colaborar e implicarse vean que hay ciertas instancias de sinodalidad que ya existen, pero que deben volverse vivas, y no solamente teóricas.
¿Puede que sea ése el reto más difícil de este Papa?

Uno de los más difíciles, claro, porque conlleva cambiarnos a todos nosotros. No basta que un señor lo arregle, tenemos que convertirnos todos.
En el libro de Susan Georg “Otro mundo es posible si…” se van enumerando varias condiciones (por ejemplo, si cuidamos la tierra), pero la última de ellas es “si cada uno de nosotros lo quiere”. Porque si no, por más que señalemos caminos, se quedarán en nada. Por eso no me cansaré de decir a los cristianos que quieren el Evangelio y que quieren una Iglesia cambiada que no se desanimen. Porque aunque nuestra posibilidad de cambiar las cosas sea mínima, por pequeña que sea puede ir creando comunidades creyentes y redes cristianas, para que la responsabilidad de cada uno aumente por la de todos.

¿Cómo resucitar el espíritu de ilusión del post-Concilio, cuando la Iglesia estaba en la actitud misionera que ahora pide Francisco?

En la historia todo fracasa, lo que pasa es que luego los fracasos fructifican de otra manera. Hemos de ser muy conscientes de que lo que hagamos no lo hacemos por triunfar, sino por estar convencidos de que la voluntad de Dios es ésa. Porque Jesús se merece una Iglesia mejor. Y luego, debemos ser también lo suficientemente contemplativos como para encontrar a Dios en ese trabajo.
Luego, si en este caminar no conseguimos lo que queríamos, sepamos que tampoco lo consiguió Jesús, y sin embargo Dios le dio la vuelta al asunto, y empezó todo el jaleo.

Dice el Papa que la Iglesia tiene que ser casa y no aduana. ¿Juega mucho con ese tipo de imágenes?
Sí, y hasta les ha dicho a los curas que en las homilías tiene que usar también ellos imágenes. Vivimos en una cultura de la imagen, ya sea visible o lingüística, porque las imágenes llegan muchísimo más.
¿Qué te han parecido sus denuncias del sistema capitalista como sistema que mata y que produce esclavos?

Son denuncias muy fuertes para estar en boca de un Papa. Eso de decir “matar es un pecado y este sistema mata” es algo directo y fortísimo. Y el Papa lo ha dicho. Ha dicho que nuestra forma de capitalismo neoliberal es un sistema asesino. Y aunque sea enormemente eficaz, el fin no justifica los medios en la economía.
Jean Zietgler, un economista suizo que fue secretario de las Naciones Unidas dijo exactamente que si hoy un niño muere de hambre no es una desgracia, sino un crimen. El gran pecado del mundo de hoy no son la injusticia ni el odio, sino la indiferencia.

¿El silencio de los buenos?
O de los indiferentes, o de los que se interesan más por si ha ganado el Barça o el Atlético de Madrid. No puede ser que la noticia de que alguien ha muerto de hambre o de frío (y esto lo dice también el Papa) tenga el mismo nivel que una noticia deportiva, de Fernando Alonso o de quien sea. Los medios de comunicación deberían pensar seriamente en esto. Hay noticias que no son información, sino llamadas a un diagnóstico. Ante un diagnóstico médico uno no se queda impasible, sino que busca el tratamiento que tiene que tomar. Sin embargo, hay algunos medios que dan diagnósticos como meras informaciones neutrales. Que 30.000 personas mueran de hambre cada día no es una noticia, es una acusación.
¿Es plausible la regeneración del sistema corrupto que pide el Papa?

Es posible, como decía antes, si la mayoría comos conscientes de que necesita ser regenerado. Me gustaría saber cuántos de nuestros políticos de izquierdas están contentos con nuestra democracia. Porque nuestra democracia de democracia a penas tiene las dos primeras letras. La ley de disciplina de partido y la ley electoral no tienen nada de poder del pueblo. El 15M tenía toda la razón cuando pedía una democracia verdadera. Pero cuando uno está en el sistema se ve que no se da cuenta de qué cosas no funcionan del sistema.
No sé hasta dónde llegaremos, pero está claro que si caminamos en la buena dirección, al menos algo avanzaremos. Si caminamos en dirección contraria o nos quedamos quietos, entonces todo se estropeará más.

¿Hay que dejar claro que la corrupción es inadmisible?
Por supuesto. Ante esto recobra gran relevancia la frase de Jesús de que no se puede servir a Dios y al dinero. Y aunque nuestro mundo ha ideado un sistema en el que parece que se puede adorar a los dos a la vez, no es así. O uno o el otro. Si no, el Dios al que se invoca siempre será un Dios falso. Un ídolo. Y eso nos ha hecho llegar hasta el absurdo de que un presidente que es un asesino material, que hizo una guerra en Irak por asuntos de armas y de petróleo, rezaba antes de los Consejos de Ministros. ¡Estaban rezando a un ídolo! Y esto es muy gordo.
¿Qué salidas abiertas ves?

Veo portillos abiertos, y creo que habría que pensar en los gestos que pueden tener más fuerza. Porque no es lo mismo abrir una puerta en la dirección que corre el aire que abrir sólo una rendija. En este sentido, tengo una reivindicación personal por la que me gustaría que todos empezáramos a levantar la voz: Hay una encíclica de Juan Pablo II que dice que, en tiempos de crisis, todos los objetos de culto valiosos que tiene la Iglesia deben enajenarse para el servicio de las víctimas. Y lo dice como una obligación.
En cuestiones de culto, la Iglesia española tiene la Custodia de Toledo, la Sagrada Familia y muchas otras riquezas. Imagínate (puestos a soñar como Luther King) que la Conferencia Episcopal Española reconoce que esto a Dios no le da ningún culto, por bonito que sea o por muchas perlas que tenga. En cambio, que esto se pudiera poner al servicio de los pobres y que repercutiera en los que pasan el día sin comer, sí sería un gran acto de culto a Dios. Además de un gran gesto. Un portillo por donde entraría un aire que podría hacer reventar muchas cosas.

¿Otra reivindicación necesaria es la de la Teología de la Liberación?

Sí. La Teología de la Liberación tiene el gran mérito de haber soportado el maltrato como lo soportó Jesús. Sin negar que al principio pudiera tener sus límites o sus incoherencias, como todo lo que nace. Pero lo que está claro es que la Teología de la Liberación tuvo una voz tan evangélica que no se ha vuelto a oír.
Y hay muchos teólogos que sin saberlo han coincidido con la Teología de la Liberación, porque la Teología de la Liberación es Evangelio mismo. Dios es el Dios de los pobres.
La Teología de la Liberación sí que merecería un reconocimiento ahora. Una rehabilitación.

Una vez que en la Iglesia se inicia una nueva tendencia, como está pasando ahora con Francisco, ¿cabe la posibilidad de que se trunque por completo cuando termine su pontificado, o quedará el recorrido?

No lo sé, porque en la historia se truncan muchas cosas. Pero tengo una fe última de que allá donde se ha sembrado amor, eso acaba fecundando. Aunque parezca que fracasa.
Cuando doy ejercicios siempre digo esto: que la muerte de Jesús nos plantea la pregunta de si una vida entregada frente a tantos obstáculos, al servicio del hombre y contra su opresión, tiene sentido en nombre de Dios. Jesús dijo que sí, y yo le creo y le sigo. Cómo luego funcionara la historia ya es otra cosa, porque la historia es el resultado de movimientos de libertades, y a las libertades no las podemos manejar como peones.
También quiero decir que cuento con que este Papa va a correr peligros serios.
En el Evangelio de Marcos, en el capítulo 3, tras narrar el éxito inicial de Jesús, se cuenta que cuando Jesús salió de una curación se unieron fariseos y herodianos para ver cómo acabar con él. Fariseos y herodianos eran los máximos enemigos entre sí entonces, pero Jesús les molestó tanto que se unieron para ver cómo acababan con él. Y yo creo que en estos momentos ya se están uniendo fariseos y herodianos. No sé quiénes son. No sé si es la CÍA, Al-Qaeda, la KGB, la mafia, la curia romana… Pero en estos momentos ya estarán pensando cómo acabar con él (aunque no sea matándole, porque hay otras maneras). De hecho, no creo que le maten, porque se ha ganado tanto al pueblo que en estos momentos no pueden matarle.

¿Crees que tiene enemigos tanto fuera como dentro?
Claro, y todos pueden estar pensando malamente de este Papa. No sólo hay que preguntarse qué estarán pensando los obispos de este Papa, sino qué estarán pensando en Wall Street de este Papa. Porque está atacando directamente al sistema financiero mundial.
¿Como jesuita te sientes especialmente orgulloso del Papa?
Me sentiría igual de orgulloso si fuera franciscano o si hubiera salido de los claretianos. Me alegro de que es un Papa bueno. Que sea jesuita es curioso, porque San Ignacio decía que los jesuitas no debían ser obispos (yo tengo un voto hecho de no aceptar obispados), pero el Papa tiene la última palabra. Y puede ser que a raíz de este Papa los obispados cambien de tal manera que los jesuitas puedan aceptar ser obispos porque de verdad sea un servicio y no un poder. Pero de momento creo que San Ignacio tuvo una gran intuición al decir que no fuéramos por ahí porque nos estropearíamos.
¿Crees que se irán dando pasos hacia eso, como por ejemplo suprimiendo a los nuncios?
Lo primero debería ser que desaparezcan los cardenales, y que no se llamen príncipes de la Iglesia, porque eso es casi blasfemo. Además son un ejemplo de cómo las cosas degeneran, porque los cardenales aparecieron por nombramiento del Papa para evitar que las familias de poder intervinieran en la elección del obispo de Roma. Pero si la Iglesia es efectivamente colegial, los cardenales sobran. Al Papa le debería elegir un cónclave en el que estuvieran los presidentes de las diferentes conferencias episcopales, algún general de órdenes religiosas, algunos laicos…
¿”I have a dream”?

Sí, que nos dejen soñar. Y que nos conserven al menos lo que hayamos conseguido.
Tenemos que tener fe, pero no la de recitar el credo, sino la de saber que las cosas pueden cambiar.

Algunos titulares:
-Todos tenemos cierta tendencia al mesianismo, a esperar un Mesías que nos resuelva la vida
-El cristianismo debe volver a ocuparse del mundo
-Una de las cosas que me ha enseñado la historia es que sus grandes momentos vienen inesperadamente
-En la economía se pierden muchas inversiones, pero lo que se hace por el Reino con amor no se pierde
-Reivindicaciones y valores que antes parecían heréticos ahora son palabras del Papa
-Ya no se podrán desautorizar como si fueran heterodoxas determinadas reivindicaciones de la Teología de la Liberación o de los que pedían otra Iglesia
-Buena parte de la base de la Iglesia es de un catolicismo fundamentalista y cree en un Dios del miedo y en una institución brillante
-Ojalá se le dé un papel no meramente consultivo, sino deliberativo al Sínodo de Obispos, que hasta ahora ha ido languideciendo. Eso sería poner la colegialidad en acto
-Que 30.000 personas mueran de hambre cada día no es una noticia, es una acusación
-Nuestro sistema apenas tiene de democracia las dos primeras letras. La ley de disciplina de partido y la ley electoral no tienen nada de poder del pueblo
-Una encíclica de Juan Pablo II dice que en tiempos de crisis todos los objetos de culto valiosos que tiene la Iglesia deben enajenarse para el servicio de las víctimas
-Los templos bonitos o las perlas no le dan ningún culto a Dios. Lo que sería un gran acto de culto a Dios sería poner esto al servicio de los pobres y de los que pasan el día sin comer
-La Teología de la Liberación tiene el gran mérito de haber soportado el maltrato como lo soportó Jesús
-En estos momentos ya se están uniendo fariseos y herodianos para planear cómo acabar con el Papa. Francisco va a correr peligros serios
-No sé si será la CÍA, la mafia o la curia romana… Pero en estos momentos ya estarán pensando cómo acabar con él, aunque no sea matándole

-Tenemos que tener fe, pero no la de recitar el credo, sino la de saber que las cosas pueden cambiar

Los integrantes de la iglesia de base se manifiestan hoy contra las injusticias que vive el país



Las asociaciones de la iglesia de base se reúnen en Santiago.
Las asociaciones de la iglesia de base, que celebran en Compostela la IV Asamblea Estatal de Redes Cristianas, convocaron para esta mañana una manifestación bajo el lema «provocando rebeldías» que recorrerá las calles de la ciudad histórica para alertar de la dura situación que padecen millones de personas en el país. La marcha partirá de la facultad de Ciencias da Educación y finalizará en el Toural con la lectura de un manifiesto. El manifiesto recoge las inquietudes de los integrantes de las redes cristianas y quiere hacer visible en la calle «outra igrexa, presente na rúa de forma moi activa e alonxada da xerarquía conservadora» y transmitir, en la línea del Papa Francisco, el mensaje liberador de Jesús.

«Temos que pedir á xerarquía da nosa igrexa que faga profundas mudanzas nos seus comportamentos e actitudes» en seguimiento del papa Francisco, «na seguridade que así se aproximarán a seguir os pasos de Xesús de Nazaré», resaltan los cristianos de base, que aprobarán en Santiago un programa de acción.

Familia Salesiana: Promulgación del Proyecto de Vida Apostólica de los Cooperadores

8 diciembre, 2013 Por


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 En el día de hoy, 8 de diciembre de 2013, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María,que marcó el inicio de nuestra vocación y misión en el mundo, Yo, en calidad de Rector Mayor, Sucesor de San Juan Bosco, promulgo oficialmente este renovado Proyecto de Vida Apostólico.

Con estas palabras Don Pascual Chavez ha promulgado el PVA de los Salesianos Cooperadores (tanto su Estatuto y Reglamento) tras haber sido aprobado por la Santa Sede el Estatuto de los Salesianos Cooperadores el pasado 29 de Abril de 2013.
Un día significativo para el mundo salesiano ya que el 8 de diciembre de 1841 Don Bosco comienza el oratorio con el joven Bartolomé Garelli, los Salesianos Cooperadores recibimos con alegría salesiana esta promulgación. Como nos indica en unos de sus párrafos Don Pascual Chavez, “Os invito a aceptar con la gratitud y la esperanza de los que reciben un precioso tesoro”, hagamos de este nuestro Proyecto de Vida “objeto de estudio, interiorización, oración y vida”.