FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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viernes, 21 de julio de 2017

A eso

PABLO D'ORS Y JUAN JOSÉ TAMAYO PRESENTAN 'SIN BUDA NO PODRÍA SER CRISTIANO'

col bastante

"Así que soy un cristiano budista, pero también un budista cristiano (...). Jesús me ofrece la encarnación más convincente y transformadora de cómo vivir en el panorama general nos llama a hacer la paz dentro de este mundo. Tener a uno sin el otro es no tener a ninguno de los dos". Así concluye "Sin Buda no podría ser cristiano" (Fragmenta), la confesión de Paul F. Knitter, que ayer fue presentado con Meta Librería.
Con dos presentadores de excepción: de un lado, el sacerdote y consejero del Pontificio Consejo de Cultura del Vaticano, Pablo D'Ors. Del otro, el teólogo Juan José Tamayo. Ambos, respondiendo a la pregunta que da título al libro, y que va más allá de ciertas acusaciones de sincretismo o de falsa religiosidad. ¿Se puede ser cristiano y practicar el budismo? ¿Se puede entender la religiosidad sin los férreos corsés de cada religión estructurada? Más allá de la "moda" budista en Occidente, ¿Buda y Jesús son compatibles?
Pablo D'Ors tiene clara la respuesta: "No sólo no veo ninguna contradicción esencial entre el cristianismo y el budismo, sino una profunda afinidad. Budistas y cristianos somos hermanos". Para el maestro de la meditación cristiana, "en realidad, budistas y cristianos somos hermanos de todo el mundo, si es que queremos ser buenos budistas y buenos cristianos".
El problema no es, por tanto, de las percepciones religiosas, sino de las estructuras. Pero, hoy, "el budismo se ajusta a nuestra sensibilidad y lenguaje contemporáneos incomparablemente mejor que el cristianismo", añade D'Ors. "No es sólo que la Iglesia institucional lo haya hecho muy mal, es que el budismo lo ha hecho bien, al menos en Occidente, empalmando su oferta de sentido con la imperiosa necesidad de quieens vivimos en los albores de este nuevo milenio (...). Que el cristianismo tenga cosas que aprender del budismo, como el budismo del cristianismo, me parece muy bonito y necesario".
Y es que, como afirma el autor del libro, y resalta D'Ors, "el cristianismo necesita ser reformulado, y que esa reformulación no es, ni mucho menos, una traición al depósito de la fe, sino precisamente el modo -probablemente el único- de ser fiel al mismo". "Perder al destinatario es tanto como perder el mensaje", recalcó el sacerdote, quien quiso dejar claro que "Buda no es un competidor, sino un amigo".
"Este libro que hoy presentamos es un hermoso puente, el que va del cristianismo al budismo, y viceversa -concluyó Pablo D'Ors-. Los puentes están para atravesarlos. Para hacer, siempre que uno quiera, el camino de ida y el de vuelta. A mí me gusta atravesar ese puente, os lo confieso. Enriquece mi fe y mis lazos de fraternidad con quienes son distintos a mí".
Por su parte, Juan José Tamayo, uno de los teólogos que mejor conoce a Paul Knitter, definió al estadounidense como "un pionero" de una de las corrientes teológicas más creativas del siglo XX, la teología de las religiones, y que "pronto llegó a la convicción de que tenía que ser religioso interreligiosamente, practicar la fe cristiana comprometido con las formas en que han vivido personas judías, musulmanas, hindúes, budistas, indios americanos, etc. y hacer teología dialógicamente".
Para Tamayo, Knitter "se toma muy en serio los tres hechos mayores de nuestro tiempo: la pluralidad religiosa, la pobreza creciente y el deterioro de la tierra, que se convierten en los principales desafíos para la nueva teología..Y es a las preguntas que emanan de tales hechos a las que pretende responder teológicamente Knitter".
"Su metodología es el diálogo. Sólo así pueden descubrirse los elementos liberadores comunes de las distintas tradiciones religiosas, pero también sus diferencias, sin caer en fáciles irenismos o forzadas unanimidades" recalcó el teólogo español.
"Una de las principales y más originales características de la teología de las religiones de Paul Knitter es el reconocimiento de la dipolaridad dinámica: existen muchos pobres y muchas religiones. Esto implica asumir los dos polos de la realidad: el diálogo interreligioso y la perspectiva de las víctimas; la pluralidad de religiones y creencias y la pluralidad de pobres y oprimidos; el respeto hacia el "Otro religioso" y la compasión con el "Otro sufriente"; la diversidad religiosa y la responsabilidad global; la vivencia mística de la fe y las demandas proféticas; la trascendencia y la finitud; lo cósmico y lo metacósmico; el cultivo de la sabiduría y la práctica del amor; la necesidad de la interculturalidad y la urgencia de la liberación; la armonía y la diferencia. Knitter mantiene ambos polos en tensión dialéctica y mutuamente fecundante. La respuesta a las interpelaciones que proceden de ellos debe darse unitariamente", proclamó Tamayo, quien abundó en la necesidad del encuentro entre la teología de la liberación y la de las religiones que, "sin duda, son dos de los movimientos más creativos y significativos de la teología cristiana del último siglo".
Y es que "el compromiso por la liberación no puede separarse del diálogo entre las religiones, como tampoco este puede ser significativo sin el trabajo por la liberación".

EL CARDENAL BURKE, UN PRÍNCIPE PRESUNTUOSO

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El cardenal Burke, "suspendido" como Patrono de la Orden de Malta
"Toda una ejemplar antítesis de Jesucristo"
Es un personaje que forma parte de esa iglesia oscura y elitista que queremos superar y que el Concilio Vaticano II hizo trizas
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¡Que poca falta le hacen al papa Francisco, cerca de él, personas como el cardenal Burke! Éste que ha cuestionado algunas propuestas del papa y ha sido "degradado" con toda justicia porque no es digno de participar en el proyecto de renovación de la iglesia que el papa quiere llevar a cabo. Ni quiere ni debe, porque no está a la altura. Es un personaje que forma parte de esa iglesia oscura y elitista que queremos superar y que el Concilio Vaticano II hizo trizas.
Os invito a entrar en Google, y buscar las imágenes que se ofrecen del cardenal Burke. ¡Son vomitivas! Un cardenal amante de largas capas rojas de terciopelo, sostenidas por pajes y hermosas cátedras principescas. Amante del lujo y de las formas barrocas, de los báculos de museo y los anillos de piedras preciosas.
Todo una ejemplar antítesis de Jesucristo. ¡Qué bien está este señor lejos del papa Francisco¡ ¡Qué garantía que se haya opuesto a las propuestas renovadoras porque es una señal de que van por buen camino!
Éste es, además, de los que quieren ver una vida consagrada domesticada y postrada a sus pies. No sé dónde han dejado la dignidad esas monjas que aparecen en las fotos arrodilladas ante él como si fuera su rey. ¿Arrodillarse? sólo ante el Santísimo y para atender a los pobres. ¡Nada más!
En fin, que nos queda mucho por ver todavía, cerca y lejos, de esa iglesia que apesta todavía a los Borgia y que el papa quiere ir reformando con toda justicia. ¡Con el papa Francisco siempre!
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Alejandro Fernández Barrajón
15 de julio de 2017

MAR EN CALMA, TRAGEDIA SEGURA

col gelabert

Durante estos meses de verano el mar Mediterráneo está tranquilo. La tranquilidad de las aguas favorece el descanso de los turistas. Desgraciadamente, la calma del mar favorece también el tráfico de seres humanos. Lo último que sabemos de estos procedimientos muestra hasta dónde es capaz de llegar la maldad y el egoísmo humanos a la hora de comerciar con la carne humana. Esta carne que, según dicen algunos, Dios la ama, la admira y eso hasta el punto de que quiso asumirla. El ser completamente espiritual (porque si fuera carnal o material sería por necesidad limitado), amaba tanto la carne humana que, en el colmo de lo que humanamente hay que calificar de locura, quiso hacerse hombre.
Dejemos el discurso religioso y vayamos a la tragedia humana, que es más religiosa que el discurso. Sí, la tragedia humana, o sea, la tragedia de la imagen de Dios. No olvidemos que cualquier atentado contra su imagen es un atentado contra Dios mismo. Eso dijo, en varios de sus escritos, Juan Pablo II. Cuando uno se pregunta cómo se puede atentar contra Dios, la respuesta es: cuando se atenta contra su imagen, en la que Dios, de forma misteriosa, pero real, de forma sacramental, se hace presente. Sí, sí, presente de forma sacramental. Para los buenos entendedores.
Vuelvo a dejar el discurso religioso para regresar a la tragedia de los veranos en el mar Mediterráneo. La última muestra de la maldad humana es el modo de proceder de los traficantes de carne humana: cuando llegan a aguas internacionales, retiran el motor de la barcaza y la dejan a la deriva. Así el motor lo aprovechan para otras embarcaciones, ahorrando un dinero importante, porque para los capitalistas malvados, crueles y sin conciencia, como son los traficantes, cada dólar es importante. Las personas no lo son. Los dólares sí.
Más aún, los botes a la deriva, en el mejor de los casos, suelen ser vistos por militares españoles o italianos, o por barcos de ONGs. Entonces, en este caso favorable, la pobre gente del bote, abandona su precaria embarcación y sube a los barcos seguros. Los botes quedan sin gente en alta mar. Momento que también aprovechan los traficantes de carne para hacerse con el bote, y volver a reutilizarlo. Es un negocio redondo. El negocio del infierno, pero negocio.
No hemos acabado con el negocio infernal. En algún caso, cuando los botes de la muerte son avistados por los barcos militares, resulta que llevan algún muerto a bordo. En un caso, al menos, uno de los muertos lo fue porque el traficante de la muerte, el maldito traficante, le quitó la gorra con la que se protegía del sol. El asunto es tan sucio, que uno ya no tiene palabras para calificarlo.

Martín Gelabert Ballester, OP

LA CONCIENCIA, TEMPLO LAICO DE DIOS

col haya

Para aclararnos: entiendo aquí la conciencia como la facultad que percibe los valores éticos. En cuanto al término “laico”, adquiere diversos significados según el contexto en el que se utiliza. En la religión cristiana, “laico” suele contraponerse a “clérigo”, y designa a la generalidad de los creyentes que no han sido consagrados para un ministerio o significado especial en la Iglesia. En un ámbito social más amplio, “laico” se contrapone a “religioso”, y designa a las personas que no profesan una religión, especialmente la cristiana, que se caracterizan por mantener unas creencias, preceptos y ritos, administrados por una organización jerárquica. En este sentido social más amplio uso aquí el término “laico”.
Si utilizo el término laico como no creyente, parece incongruente hablar de Dios y de su templo. Sin embargo, frecuentemente, la realidad no es lo que parece. El concepto “Dios” tiene tantos significados como personas que lo nombran; y los conceptos de “creyente” y de “religión” también resultan bastante ambiguos, sobre todo en una época de cambios culturales tan radicales como los que estamos viviendo; pero “con estos bueyes tenemos que arar”.
Entiendo a Dios como un ser personal (capaz de conocer y amar, ¡no va a ser menos que nosotros!), pero no como un ser individual (separable y separado de los demás seres). Un ser inmanente en el mundo y en nosotros, pero que nos trasciende. Un ser que es el fundamento de nuestro existir, el fundamento del Universo, el fundamento de los valores, del amor, de la justicia, de la belleza. En este sentido, Dios es fundamento de la existencia de creyentes y de laicos, fundamento de la experiencia ética (sea de los creyentes o de los laicos) sobre la dignidad humana o la justicia social.
Entonces ¿en qué se diferencian los creyentes de los laicos? En concreto, las personas nos diferenciamos por nuestro comportamiento y en esto, hablando en general, no creo que en nuestra vida social podamos distinguir entre un creyente y un laico. Hay creyentes con buen y con mal comportamiento, y hay no creyentes con buen y con mal comportamiento. Aquello de que se reconocía a los cristianos por “cómo se amaban” es un ideal más que una realidad. En colectivos muy amplios se cumple la campana de Gauss, en la que los extremos son reducidos y la mayoría se agolpa en los valores medios. La diferencia entre creyentes (en general) y no creyentes (en general) está en las explicaciones que damos sobre nuestros actos y sobre el fundamento de nuestros actos.
Una anécdota de Juan XXIII ilustra muy expresivamente esta idea. Cuando era nuncio en París tenía gran amistad con un ministro que se profesaba ateo. Un día le dijo el ministro que quizás esa amistad podía desprestigiar al nuncio. ¿Por qué?, le respondió, si solamente discrepamos en las ideas.
Quizás ahora se entienda mejor por qué creo -evidentemente en lenguaje simbólico- que la conciencia es el templo laico de Dios. Para un creyente, el templo es el lugar privilegiado del encuentro con Dios. Aunque no pensaba así el diácono Esteban, primer mártir cristiano por decir que “el Altísimo no habita en edificios construidos por manos de hombres...” (Hechos 7,48). Ni el Jesús que le dijo a la samaritana “Créeme, mujer: Se acerca la hora en que no daréis culto al Padre ni en este monte ni en Jerusalén... los que dan culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y de verdad” (Juan 4,20-24). Ni el Jesús de Marcos, que maldijo el templo en el símbolo de la higuera (Marcos 11,11-21). Pero ese ya es otro tema. Para un laico, no creyente, la conciencia es el lugar privilegiado en que experimenta un imperativo ético trascendente (mejor, una tendencia ética trascendente).
Comencé diciendo que la conciencia es el templo laico de Dios. Me corrijo. La conciencia es el verdadero templo de Dios, tanto para los creyentes como para los laicos.