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ATALAYA

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martes, 8 de noviembre de 2016

Idas y vueltas sobre Dios, religión y espiritualidad

Equipo Atrio

Carlos BarberáParece claro que no se ha cumplido la profecía de Marx y que la cuestión religiosa, no está ni mucho menos liquidada. Sí se encuentra en cambio en un momento de profunda transformación. Se trata sin duda de uno de esos signos de los tiempos que el Vaticano II nos invitó a leer. Sin duda no es una tarea fácil. Siempre es más asequible detectar que la historia se está moviendo que prever hacia donde se dirige. Teniendo en cuenta además que se producen vaivenes, movimientos de ida y venida y no avances rectilíneos.

En un libro de Metz de no hace tantos años el teólogo alemán afirmaba que la divisa de este tiempo es “religión sí, Dios no”. Esto no ha sido óbice para que en medios teológicos se haya vuelto a hablar de Dios de una manera renovada. Pero no ha pasado mucho tiempo y ya el nuevo slogan es “espiritualidad sí, religión no”. Parece que en esas estamos.
Estos cambios de tendencia precisaban antes de siglos, son tres los que van de Tomás de Aquino a Lutero. Ahora por el contrario se producen en años cuando no en meses. Los vemos ocurrir ante nuestros ojos pero nuestro pensamiento apenas si tiene tiempo de adaptarse a ellos.
La verdad es que, sin ser sociólogo, me está resultando curioso asistir al nacimiento de una tendencia. Un día lees un artículo al azar, te encuentras una persona que empieza a vivir en esa línea, más tarde ya no es una sino varias, después aparece un libro de alguien que teoriza lo que está pasando. En ocasiones aquella chispa inicial se convierte rápidamente en un lugar común. ¿Quién es el anónimo creador de esa tendencia? Parece que nadie y a la vez todos. En cualquier caso no los pensadores porque, como advirtió Hegel en su conocida frase, “la lechuza de Minerva sólo emprende el vuelo a la caída de la noche”. Lo que sí puede hacer el pensamiento es diseccionar, analizar y hasta aventurar con cuidado alguna profecía.
Releo un artículo en El País de Vicente Verdú del 8 de diciembre de 2002. Según él, de lo que se trata en una larga serie de nuevos movimientos es de la búsqueda de la felicidad. Pero yo añado que esa felicidad buscada no pretende hallarse en la apertura a los demás sino en el interior de uno mismo. Silencio, meditación, interioridad, unión con el Todo, éstos son algunos mantras que resuenan en muy diversas ofertas, liberadas ahora –aunque no siempre–  de dogmas o formulaciones doctrinales.
Reconozco que soy hijo de una tradición cristiana y que, puesto a elegir entre la acción y la meditación, opto siempre por la primera. O, por mejor decir, por una meditación que desemboque en la acción. Por poner un ejemplo que valga sólo como tal: entre Juan Pablo II, discutible por tantas cosas, pero que contribuyó decisivamente a la caída del comunismo, y el Dalai Lama, elogiable por tantas cosas, pero que no ha dado lugar a acción alguna, yo voto por el primero.
A mi modo de ver y por decirlo con una formulación muy escueta, se está pasando de una tradición cristiana que animaba a la acción a una nueva actitud que busca la paz con uno mismo. En la amplia literatura en folletos y revistas de la nueva tendencia los autores suelen arrepentirse de su tiempo de acción para elogiar su nuevo estado de serenidad y paz personal. Claro está que aquella, como todo lo humano, era siempre ambivalente y a veces equivocada pero ponía el punto de mira en los demás, convertidos en prójimos. La segunda no cesa de mirar hacia dentro.
Así pues, La nueva espiritualidad promete la felicidad y acaso la consiga. Jesús nunca habló de felicidad. Como le reprocha el cardenal de Sevilla en la parábola de los Hermanos Karamazov, no entendió que los hombres lo que desean es que las piedras se conviertan en pan. El propuso, por el contrario,  que cada uno fuera pan para los otros, grano de trigo que muere para dar fruto. Aseguró y lo realizó con su existencia que hay que dar la vida por los hermanos. Siempre he estado más de acuerdo con la vieja traducción del sermón de la montaña que con las que pretenden adaptarse a sentimientos modernos. Los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los perseguidos por causa d ella no son felices, son bienaventurados. Quien decida dar todo lo suyo a los pobres  se verá inmerso en muchas preocupaciones; no será feliz pero habrá emprendido una buena-aventura. “Yo doy todos mis versos por un hombre en paz”, formuló Blas de Otero cuando aún era cristiano. Cumplirlo no le hubiese hecho feliz sino ben-decido.
Se podrá reprocharme que simplifico o que utilizo un esquema maniqueo. No quiero que así sea. Sin duda toda tendencia aporta algo, descubre lagunas en la antigua y abre caminos o encuentra matices nuevos y la de la actual espiritualidad así lo ha hecho. Pero el avisado padre de familia del Evangelio toma las cosas nuevas sin dejar las antiguas. Silencio, contemplación, sí, pero con la mirada puesta en este mundo. Como bien lo dijo Santiago: “¿Dices que tienes fe? Muéstrame tus obras”.

FRANCISCO PREPARA LA REHABILITACIÓN DE MARTÍN LUTERO

col bastante

El 31 de octubre de 1517, el agustino Martín Lutero clavaba en la puerta de la iglesia de Wittemberg sus famosas 95 tesis, en las que denunciaba la corrupción y la venta de indulgencias en la Iglesia de Roma. Este fue el germen del segundo gran cisma de la Historia de la Cristiandad, tras el que en 1054 separó a católicos y ortodoxos. Ahora, 499 años después, Francisco quiere sentar las bases para acabar con la división entre católicos y luteranos.
Francisco ha querido viajar a Suecia para abrir la conmemoración del "Año Lutero", que culminará justo dentro de un año, cuando se cumpla en V Centenario de la Reforma. Aunque oficialmente no se quiere hablar de "celebración", lo cierto es que el camino a seguir sugiere un momento histórico para el ecumenismo.
Y es que el Papa prevé "rehabilitar a Martín Lutero". No es posible, como recordó recientemente Kurt Koch, responsable de Ecumenismo de la Santa Sede, levantar la excomunión al fraile (esto solo puede hacerse en vida), pero sí reconocer -el Papa ya lo ha hecho- que "las intenciones de Martín Lutero no estaban erradas", tal y como afirmó a su vuelta del viaje a Armenia, y ha vuelto a repetir en una entrevista, intencionadamente concedida a La Civiltà Cattolica, días antes de su visita a Suecia.
"Era un reformador, tal vez algunos métodos no fueron correctos, más en aquel tiempo, si leemos la historia del pastor alemán luterano que se convirtió y se hizo católico, vemos que la Iglesia no era precisamente un modelo a imitar: había corrupción, mundanismo, el apego a la riqueza y el poder", subrayó Bergoglio.
Reconocer que Lutero tenía razón en muchas de las cosas que defendió, y que el futuro ecuménico no depende tanto de anatemas y condenas anteriores, sino de comprensión y fe compartida en el presente y el futuro, supone un paso adelante histórico, pues implica reconocer que no fue un hereje y, sobre todo, que su gesto fue necesario.
"La diversidad es lo que quizá nos hizo tanto daño a todos y hoy procuramos la manera de encontrarnos después de 500 años. Creo que lo primero que hay que hacer es orar juntos. Después debemos trabajar por los pobres, los refugiados, tantas personas sufriendo, y, por último, que los teólogos procuren estudiar juntos... Se trata de un largo camino", reconocía Francisco, quien esta misma semana se encontraba con teólogos protestantes en el Vaticano, y posaba sonriente ante una efigie de Martín Lutero.
"No todos los días un papa conmemora a Lutero", comentaba esta semana el portavoz del Vaticano, Greg Burke, al recalcar la importancia histórica de la visita que se inicia mañana. Bergoglio, desde hace décadas, mantiene relaciones de hermandad con líderes ortodoxos y evangélicos, en una suerte de "ecumenismo real" que puede llevar a toda la Iglesia a romper definitivamente con las diferencias doctrinales y centrarse no tanto en una unidad física de confesiones, sino en una unión en el camino de construir un mundo según los designios del Evangelio.
"El proselitismo es pecado", ha vuelto a decir el Papa. Y es que el futuro no parece estar en una unidad de iglesias, sino en un trabajo común, y en la confesión mutua al mismo Dios. Algo que, en la práctica, ya se hace. Especialmente en aquellos rincones del mundo donde, a día de hoy, ser cristiano supone estar cerca de la muerte y del martirio. "Es el ecumenismo de la sangre", ha dicho en más de una ocasión Bergoglio.
El lema del viaje a Suecia no ha sido escogido al azar. "Juntos en la esperanza", es toda una declaración de intenciones. Para ponerlo más claro, el Papa ha anunciado que hablará en español en todas sus intervenciones, lo que sugiere que tiene previsto improvisar en su lengua materna, y nadie descarta que pueda realizar algún "anuncio sorpresa".
¿Cuál podría ser? Fuentes vaticanas apuntan a la posibilidad de permitir la llamada "intercomunión", un término que suele utilizarse para designar la participación común en la eucaristía entre cristianos cuyas iglesias no están en comunión entre sí. La mera posibilidad de que esto pueda producirse ha llevado a los cardenales más ultraconservadores, como Raymond Burke, a amenazar con otro cisma si esto se produce.
Obispos luteranos y católicos han expresado su deseo de que el Papa permita la intercomunión, por lo menos, en un primer momento, para los luteranos casados con católicos. El Papa ha mostrado apertura a que los luteranos reciban la Comunión junto con los católicos y el año pasado dijo a una mujer luterana que «siguiera adelante» guiada por su conciencia. También el año pasado, un pastor luterano de Roma insistió en que el Papa había «abierto la puerta» a la intercomunión entre católicos y luteranos después de que el Papa visitara una comunidad luterana y afirmara que las dos religiones «debían caminar juntas».
El viaje del pontífice para conmemorar uno de los momentos más difíciles de la historia católica, suscita críticas entre los sectores más conservadores, que la consideran inadecuada. Para Koche, "Lutero no quería dividir la Iglesia. No quería crear dos iglesias. Quería reformar la Iglesia Católica, pero en aquel momento no era posible, y dio lugar a la división de los cristianos y ha terribles guerras de religión", resumió el purpurado.
Además del diálogo interreligioso, Francisco aprovechará para lanzar desde el estadio Malmö un nuevo llamamiento de solidaridad con los refugiados y por la paz, dos temas que unen a católicos y protestantes. Entre los invitados a narrar el propio testimonio en el estadio figura el religioso colombiano Hector Fabio Henao, quien hablará del proceso de paz en Colombia, así como el Obispo de Alepo, la ciudad siria que sufre constantes bombardeos.

La sociedad que queremos



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- Por: Marian Serrano


El 25 de octubre tuvo lugar en Madrid la Convención del Tercer Sector en la que participaron representantes de los Salesianos de España.







Entre los participantes descubrimos a Santi Dominguez, coordinador nacional e inspectoría de SalesianosSSM de los Centros Juveniles, Chema Blanco, coordinador de Plataformas Sociales de SalesianosSSM y Óscar Castro de la Fundación Juan Soñador en Valladolid.

La Convención tuvo una importante representación política. Inaugurada por Soraya Sáenz de Satamaría, vicepresidente del Gobierno contó también en la mesa redonda de la tarde con Carolina Bescansa de Podemos. Micaela Navarro del PSOE, Javier Maroto del PP, José Manuel Villegas de Ciudadanos.
Bajo el lema “La Sociedad que queremos” los participantes tuvieron la ocasión de conocer de mano de Imanol Zubero García, profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco: el diagnósitico actual y principales retos del Tercer Sector en España y pudieron participar del debate, moderado por la periodista Ana Pastor sobre cómo hacer un proceso de articulación, representación y participación.

Al finalizar la convención, Francisca Sauquillo, vocal de la Plataforma del Tercer Sector afirmaba: “Pedimos un compromiso público para la aplicación de la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, así como “que se desarrollen y se hagan efectivas las políticas sociales que reduzcan las desigualdades y mejoren las condiciones de bienestar de todas las personas”.

Presencia salesiana en la Plataforma del Tercer Sector
La Familia Salesiana de España está presente en estos foros a través de las entidades formadas para trabajar en favor de los jóvenes, niños y población en riesgo de exclusión. La Confederación de Centros Juveniles participa desde la Plataforma de Voluntarios de España y la Plataforma de la Infancia; Plataformas Sociales Salesianas desde la Plataforma de ONG’s de Acción Social y, también, la Plataforma de la Infancia; La ONGD Jóvenes y Desarrollo con la Coordinadora Estatal de ONG’s.

En el debate sobre representación y participación, Ana Pastor, periodista y moderadora de ese debate dijo a los presentes: “vosotros representáis al país que yo quiero para mis hijos” y planteaba la pregunta: “¿Cómo hacer visible el trabajo del Tercer Sector?”: debemos mostrar la realidad, lo que a la gente le pasa, el sujeto y objeto de la información es la gente para la que nosotros trabajamos, poniendo los ojos en los demás, según Sebastián Mora, vicepresidente de la Plataforma del Tercer Sector.

La convención se recogía en diferentes videos que pueden verse desde el siguiente enlace.

CIE: las inútiles cárceles de sin papeles


Ter García


Diagonal
Desde las organizaciones civiles señalan que las deportaciones realizadas desde los centros de internamiento no superan el 1% de las personas que emigran.
Varios agentes de policía te reciben y te hacen entrega de una fina colchoneta –parecida a las que hay en los calabozos de las comisarías–, un juego de sábanas y un pequeño kit de aseo. Te llevan a una habitación con literas que compartes con entre cinco y siete personas más. Con un poco de suerte no tendrás que conocer la sala de aislamiento durante los hasta 60 días que podrás estar ingresado aquí. Acabas de llegar al Centro de Internamiento (CIE) de Aluche, una de las nueve instalaciones que existen en el Estado español destinadas a encerrar a las personas en situación irregular hasta que son deportadas. ··· Ver noticia ···

Religión, política y ecumenismo

Gabriel Mª Otalora


La dicotomía entre religión y política es uno de los temas más espinosos entre los seguidores de Cristo, católicos o no, que lo entienden de manera diferente. Quizá lo que deberíamos matizar de entrada es el concepto “política”, ya que una cosa es la política partidista como ejercicio necesario para la gobernabilidad de un país, y otra muy diferente la llamada denuncia profética de las injusticias ante las que un seguidor de Cristo no puede quedarse indiferente, o lo que sería peor, directamente cómplice.

Jesús de Nazaret entró de lleno en esta segunda categoría de política hasta el punto de que lo mataron porque llegó demasiado lejos con su ejemplo. Y sus seguidores más directos hicieron exactamente lo mismo. Ninguno entendía nada de la política convencional de alianzas estratégicas ni de espacios de poder o estaban capacitados para administrar el funcionamiento del día a día en lo que los romanos llamaban res publica. Pero no dejaron de incomodar a las autoridades judías por sus graves inconsecuencias hasta convertirse en una molestia peligrosa para los dirigentes romanos. Su fruto enorme se basó en que su coherencia estuvo a la altura de sus convicciones llegando a convertirse en el referente para todas las generaciones posteriores.
La iglesia de Cristo se ha metido en política en ambas direcciones. Muchos profetas y comunidades enteras han mantenido su coherencia en la fe, la esperanza y el amor a pesar de los peores pesares. Las mayores matanzas y persecuciones de la historia a los seguidores de Cristo se están dando ahora mismo, sin que muchos creyentes en la fe de Jesús apenas levantemos la voz en el Primer Mundo. Pero la Iglesia Pueblo de Dios se ha organizado en la Iglesia institución a medida que ha ido creciendo y a partir de ahí hemos llegado a cohabitar espacios de poder en los que nunca debimos estar, propiciando guerras de religiones hasta romper violentamente la unidad de los cristianos amenazando con la cruz a los contrarios: católicos y protestantes son la realidad más significativa de lo que comento, donde la religión y la política han cohabitado en ambos casos con el poder mundano de manera muy poco evangélica.
De repente, el Papa Francisco nos sorprende una vez más con la mejor política posible: el impulso para la reconciliación entre católicos y luteranos. No se habla de unidad de las iglesias sino de reconciliación, que es mucho más importante, estando cerca, al parecer, la rehabilitación de Martín Lutero al que Francisco tilda de “reformador en un tiempo en el que la Iglesia no era un modelo a imitar: había corrupción, mundanismo, el apego a la riqueza y el poder”. Y apostilla que “las intenciones de Martín Lutero no estaban erradas, no fue un hereje y su gesto de la Dieta de Worms fue necesario”. Le faltó decir que hizo política profética dentro de la Iglesia. Pero a aquella pluralidad de carismas y de miserias humanas le faltó humildad y escucha para gestionarlas propiciando una espiral que luego fue imposible de controlar hasta convertir a Dios en un patrimonio excluyente de cada uno de los bandos.
La realidad es que Lutero no quería dividir la Iglesia sino reformarla, aunque él tampoco fuera un ejemplo de diplomacia ante la simonía generalizada y corrupciones varias que nadie trataba siquiera de ocultar. Pero al final, se impuso la peor de las políticas con la peor de las religiones: violencia doctrinal que derivó en la física hasta el punto de que los principales gobiernos europeos se pusieron a guerrear entre ellos por asuntos de religión. Eso sí que fue una pésima política religiosa.

Volviendo al presente, algunos se afanan en que sus oraciones les den fuerzas para trabajar juntos en la gran tarea del Reino para ser profetas de la coherencia amorosa de Cristo con los que necesitan urgentemente de ayuda, en común unión con todos los que participan de esta sensibilidad ante el dolor humano. Otros, en cambio, ante la mera posibilidad de que exista una confesión mutua al mismo Dios sin descartar que la intercomunión pueda hacerse realidad (es decir, la participación común en la eucaristía entre cristianos cuyas iglesias no están en comunión entre sí) amenazan con otro cisma si esto se produce.
De la misma manera que la denuncia profética es la política evangélica a seguir, no es menos cierto que la reconciliación en clave de sanación con la humildad y el reconocimiento mutuo de aciertos y errores es esencial porque son gestos proféticos. Como afirma el cardenal Kasper refiriéndose a Lutero, el Evangelio es la fuente de la doctrina y la caridad es la fuente de la vida moral.

En definitiva, la mejor política evangélica pasa, en el caso del ecumenismo, por un verdadero trabajo en común en lo esencial. Unidad no es necesariamente uniformidad. De lo contrario, todos seríamos de la misma altura, con igual color de piel, el mismo idioma y parejos gustos y sensaciones. La unidad en lo esencial está en el Amor Dios, con todo lo que supone amar de verdad para un cristiano, sea católico, ortodoxo o reformador. Y es aquí donde no podemos despistarnos como Iglesia por más tiempo.

La Iglesia francesa pide perdón por su “silencio culpable” ante la pederastia


Gabriela Cañas

Pederastia1
La Conferencia Episcopal se reúne en una jornada de ayuno y oración en el santuario de Lourdes
Los obispos de Francia han pedido este lunes perdón en Lourdes por los casos de pederastia vividos en el seno de la Iglesia católica. Siguen así las directrices del Vaticano, que propuso a todas las conferencias episcopales escenificar un mea culpa anual. El caso del cura Bernard Preynat, imputado por la justicia por abusar presuntamente de hasta 70 víctimas, ha avivado el debate en este país. “Tenemos que salir de este silencio culpable”, ha dicho el obispo de Puy-en-Velay Luc Crepy en la misa de la mañana. ··· Ver noticia ···

Las elecciones en Estados Unidos y el voto católico

Voces. Fr. Thomas J. Reese.
 Después de ignorar a los votantes católicos durante casi todo el ciclo electoral, los medios de comunicación han despertado por fin y han reconocido que son importantes, a pocas semanas de las elecciones norteamericanas del 8 de noviembre de 2016.
Hasta ahora, el único grupo religioso sobre el que se daban noticias era el de los evangelistas: cuánto apoyo daban o no a Donald Trump era analizado minuciosamente. Pero a nadie le importaba lo que los católicos votaban en las primarias.
Los medios de comunicación olvidaron que el fuerte apoyo de los católicos republicanos resultó esencial para las nominaciones de Mitt Romney y John McCain. Pero este año no sabemos cómo han votado los católicos republicanos en las primarias: nadie les ha preguntado. En las encuestas a la salida de los colegios electorales solo se mencionaba a los evangelistas.
Es como si los periodistas hubieran oído la primera parte del comentario de E.J. Dionne, «No hay un voto católico», pero no la segunda: «Y es importante». Lo que quiso decir es que los católicos no votan en bloque, pero en cambio sí pueden decidir el resultado de unas elecciones. A fin de cuentas, son una cuarta parte del electorado. Los católicos han votado por el candidato ganador en casi todas las elecciones presidenciales desde 1932. Si el Partido Demócrata pierde a los católicos no puede ganar unas elecciones.
Una serie de encuestas recientes en que se preguntaba opinión e intención de voto a los católicos han llamado la atención de los medios.
Una nueva encuesta del Instituto Público de Investigación Religiosa (PRRI, sus siglas en inglés) mostró que Clinton aventajaba a Trump por 23 puntos entre los católicos (el 55% frente al 32%). Asimismo, una encuesta de Washington Post-ABC News daba a Clinton una ventaja de 27 puntos entre los católicos (el 61% frente al 34%).
Como diría Trump, esta es una «enooorme» ventaja, especialmente teniendo en cuenta cómo le fue a Obama con los católicos hace cuatro años.
Clinton cuenta con cuatro puntos más de apoyo del que tuvo Obama entre todos los votantes en general, pero entre los votantes católicos la ventaja es de 25 puntos, según la encuesta Post-ABC. Supone el cambio más notable de entre todos los grupos demográficos de la encuesta. El único otro grupo con una variación similar es el de mujeres blancas con estudios universitarios, cuya poca sintonía con Trump ha sido muy comentada en los medios. Sospecho que si los encuestadores  observasen las cifras de las mujeres blancas católicas con estudios universitarios esa variación sería aún mayor.
El voto católico no es monolítico
Los católicos hispanos se han visto empujados a los brazos del Partido Demócrata por la retórica antiinmigración de los políticos republicanos, especialmente Trump. No es ninguna sorpresa que Clinton obtenga el 76% de apoyo entre los católicos no blancos (en su mayoría hispanos) en la encuesta del PRRI, y Trump alcance apenas el 13%.
Pero esto no explica del todo por qué a Trump le va mucho peor de lo que le fue a Romney entre los católicos. Hace cuatro años, los católicos hispanos estaban sólidamente instalados en el voto republicano.
Según la encuesta del Post-ABC, la gran diferencia se da entre los católicos blancos, que habían concedido a Romney una ventaja de 19 puntos frente a Obama pero ahora ponen a Clinton 6 puntos por delante. El apoyo a Clinton ha crecido entre los católicos blancos, que en marzo se decantaban por Trump sobre Clinton con un porcentaje del 56 a 29, pero que ahora la prefieren a ella por un porcentaje de 51 a 45 en la encuesta del Post-ABC.
¿Qué es responsable de este cambio?
La mayoría de comentaristas dicen que no se trata tanto de que les guste Hillary como de su preocupación por «the Donald». Cuanto más le oían los católicos, más le rechazaban. Su retórica antiinmigrantes no solo ha creado rechazo a los católicos hispanos, sino que también ha hecho mella entre los católicos blancos que se han dado cuenta de que la mayoría de esos inmigrantes son sus hermanos y hermanas católicos.
También recuerdan las historias que han oído sobre la discriminación a la que se enfrentaron sus padres, abuelos o bisabuelos cuando llegaron a este país. Por último, y al igual que el resto de la nación, cuanto más cerca están las elecciones, más deciden los católicos que, aunque Trump sea divertido de verdad, no resulta presidencial.
Si Clinton gana por una mayoría aplastante, será porque habrá conseguido recuperar a los católicos blancos para los demócratas. Estos votantes serán importantes también en los distritos electorales y estados no decididos, y serán los que determinen la composición de la Casa de Representantes y el Senado.
Tras ignorar el voto católico durante más de un año, es agradable ver que los medios vuelven a tomárselo en serio.