FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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sábado, 14 de enero de 2023

HA FALLECIDO Esteban Arrieta Zubiaurre, salesiano sacerdote (1931-2023)

 


La Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor comunica que en la tarde del jueves, 12 de enero de 2023, falleció en la Casa Salesiana de Azkoitia, el querido hermano salesiano sacerdote don Esteban Arrieta Zubiarre. Tenía 91 años de edad, y había cumplido los 75 de salesiano y los 65 de sacerdote.

Su funeral de cuerpo presente será en la parroquia de Azkoitia el sábado 14 a las 19:00 horasy a continuación tendrá lugar el entierro en el panteón salesiano del cementerio de la localidad.

El velatorio será en la iglesia de Salesianos Azkoitia-Floreaga durante el viernes día 13 y la mañana del sábado día 14.

Don Esteban había nacido en el seno de una familia numerosa en Azkoitia, localidad que lo vio. nacer y en la que ha fallecido.

El largo itinerario de Don Esteban por la vida salesiana comienza en la antigua Inspectoría Tarraconense. Realiza su primera profesión religiosa el 16 de agosto de 1948. En Barcelona recibe la ordenación sacerdotal en 1958.

Desde 1959 se incorpora a las casas de la actual Inspectoría de Santiago el Mayor en Pamplona, Cruces, Santander, Zuazo, Donosti y Deusto (donde fue director entre 1976 y 1979). Llega a la casa salesiana de Azokoitia, donde tenía sus raíces, hace 23 años. Su muerte ha sido serena rodeado de sus hermanos de comunidad y de su familia natural de Azkoitia.

Don Esteban era un salesiano recio, con gran capacidad de trabajo. Desarrolló su ministerio sacerdotal con fidelidad especialmente con los grupos de la Familia Salesiana.

Al dolor se une la alegría de la esperanza cristiana y de la gratitud a Dios por este hermano trabajador, alegre y disponible; apóstol y servicial. Que el Señor le conceda el descanso a sus fatigas en la novedad eterna del cielo, junto a nuestra Madre Auxiliadora y los miembros glorificados de la Familia Salesiana.

¡Descanse en paz! Goian bego, Esteban jauna!

El fracaso de la contrarreforma litúrgica

 Religión digital

"He conocido, por declaraciones de Georg Gaenswein, su secretario, que el Papa J. Ratzinger leyó 'con dolor en el corazón' el Motu Proprio de Francisco 'Traditionis custodes' (2021)"

"El Papa Bergoglio se ha limitado a reconducir al puerto conciliar la contrarreforma litúrgica impulsada por su antecesor"

"Pero tambien ha puesto en su sitio -en mi opinión, certeramente- algunos de los diagnósticos y posicionamientos personales de J. Ratzinger"

"El Papa J. Ratzinger era particularmente cuidadoso con una manera de entender el pasado y poco o nada atento y sensible al presente y al futuro al que, a pesar de sus diagnósticos y querencias personales, también seguía estando convocada toda la Iglesia"  IR A LA PÁGINA

Domingo 15 de enero de 2023 2ª Ordinario Pablo (342)

 Koinonía

Pablo (342)
Las lecturas de este domingo tienen como eje transversal la invitación de Dios a toda la humanidad a asumir como propio el proyecto del Reino, de retarle, en libertad y sinceridad, a una manera nueva ser hombre y mujer, de ser creación y sociedad.   IR A LA PÁGINA

BENEDICTO XVI, EL TEÓLOGO QUE PASÓ DE POSICIONES AVANZADAS A OTRAS MÁS CONSERVADORAS

religión digital

col faus

La partida de Benedicto XVI provocará seguramente alabanzas exageradas (por interesadas) y críticas duras. Creo que ninguna de las dos tendrá razón. Prefiero quedarme con el gran servicio a la Iglesia que fue su dimisión del papado: un acto insólito y audaz en estos días nuestros, pero muy oportuno, llevado a cabo por un hombre más bien miedoso, que en una homilía en el 2005 había dicho: “rogad por mí para que por miedo no huya ante los lobos”.

De lo que no cabe duda es de que sufrió una evolución desde posiciones claramente avanzadas hasta otras más conservadoras: identificación con Rahner y posterior rechazo a Metz cuando ya era arzobispo de München, para decirlo con un solo ejemplo. Ya conté otra vez la anécdota que viví hacia 1967 en Tübingen, en una clase de su curso de cristología. Explicando muy pedagógicamente las diferencias entre las dos grandes escuelas de los primeros siglos (Alejandría y Antioquía), mira al alumnado y pregunta: “¿y en Roma?”. Silencio expectante. Ratzinger se abrocha la chaqueta con doble fila de botones y exclama: “en Roma, ya lo saben ustedes, no se hace buena teología”. Las ovaciones del alumnado debieron llegar hasta la misma Roma, mientras el profesor esbozaba una sonrisa comprensiva.

Otra vez, tuve que defender su ortodoxia ante una española, lectora de español en aquella universidad y que asistía a uno de sus cursos vespertinos. Y es llamativo que el que publicó un magnífico libro sobre la Iglesia titulado “El nuevo pueblo de Dios”, se opusiera más tarde a la designación conciliar de “la Iglesia pueblo de Dios”, alegando que puede incurrir en un reduccionismo sociológico. Como si la designación de la Iglesia como cuerpo de Cristo no pudiera incurrir en otro reduccionismo organicista…

Yo le traté poco. A veces, un domingo por la tarde nos cruzábamos por alguna calleja de Tübingen (dos célibes que salían a pasear solos) y nos saludábamos con la cabeza sin que yo (imbécil de mí) me atreviera a abordarle y buscar una relación más cercana. Pero tuvo siempre fama de ser un hombre exquisito de trato: respetuoso, cordial y delicado a la vez: “inusualmente fino” le llamó un entrevistador.

Me pregunté varias veces cuáles podrían ser las causas de su evolución. Con los datos que tengo señalaría tres: el influjo de su hermano mayor Georg mucho más conservador que él. La difícil relación con Hans Küng (el otro teólogo sistemático de Tübingen en aquellos años). Los grandes méritos de Küng, su olfato histórico y su fidelidad a la Iglesia no es preciso comentarlos ahora. Pero todos somos de la misma pasta; y Küng era un hombre de una vanidad y un protagonismo inconscientes que pudieron dificultar la relación con el tímido Ratzinger.

Por Tübingen se decía entonces que si a un doctorando de Küng no le dabas un “summa cum laude”, te ganabas su enemistad perenne. El hecho es que, según parece, Ratzinger pidió el traslado a Rottenburg (bajando de nivel) para evitar esa convivencia difícil. Y en tercer lugar estuvo la decepción de Ratzinger ante lo que supuso el famoso mayo del 68 en Alemania (bastante distinto de Francia). Esa típica irresponsabilidad de algunas izquierdas que me enseñó la lección de que los miedos no cristianos de las derechas y las impaciencias insolidarias de las izquierdas son los que hacen que la historia funcione mal.

Sea de esto lo que sea, la evolución de Ratzinger fue innegable y continuada; y su incomprensión de la teología de la liberación llamativa. Curiosamente, el cardenal Müller, hoy tan opuesto a Francisco por otros motivos, la comprendió mucho mejor hasta poder publicar un libro conjunto con Gustavo Gutiérrez. No he podido comprobarlo, pero me aseguran que al reeditar sus “obras completas” ha corregido y retocado varias cosas de sus primeros textos. Si es así lo siento, porque eran muy buenos.

Lamentaría que esto que quieren ser recuerdos se quedara en meros chismes. Valen aquí las palabras de Jesús: que tire la primera piedra el que esté sin pecado. Eso viene a significar que los hombres no damos más de nosotros mismos, aunque luego el Amor de Dios pueda sacarnos ese más. Por eso podemos admirar, pero no idealizar. 

Y como balance dejaré una petición, unas sugerencias y unos textos.

1.- Es probable que en lo sucesivo haya nuevas dimisiones de papas. Sería muy de desear que el papa dimisionario no se quede en Roma: que vaya a “oír confesiones” (como dice Francisco) o a algún convento de contemplativos donde le recibirán muy bien. El papado no es un sacramento sino una función. Y pretender hablar de “dos papas” es un lenguaje interesado, tan falso como el de quien pretendiera que D. Mariano Rajoy continúa siendo hoy presidente del gobierno.

2.- Tres sugerencias.

2.1.- Benedicto XVI recomendó como de lectura obligada la carta san Bernardo al papa Eugenio III (De consideratione). Ojalá esto lo cumplieran radicalmente sus sucesores: pues la carta de Bernardo tiene mucha miga.

2.2.- Además, se opuso al acceso de la mujer al ministerio eclesiástico alegando que no es “voluntad de Dios”. Entiendo que puedan molestarse las feministas; pero aceptemos que ha puesto el tema en su sitio: no se trata de que sea más moderno o más feminista sino de cuál es la voluntad de Dios. Y ahí muchos creyentes sinceros disienten de Benedicto y piensan que la Iglesia podría caer en aquella denuncia de Jesús: “¡Hipócritas! Quebrantáis la voluntad de Dios por acogeros a tradiciones de vuestros mayores”…

2.3.- Y si hay que citar o buscar algo de Ratzinger, mejor que sea de las ediciones primeras que no de la edición corregida.

3.- Tres textos

3.1.- “El amor es la clave del cristianismo y éste debe leerse desde ahí” (Luz del mundo. Entrevista con P. Seewald).  Ahí podemos estar todos de acuerdo.

3.2.- “Lo que necesita la Iglesia de hoy y de todos los tiempos no son panegiristas de lo existente, sino hombres que amen a la Iglesia más que a la comodidad e intangibilidad de su propio destino… La verdadera obediencia no es la obediencia de los aduladores... que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas” (El nuevo pueblo de Dios, p. 292). Aquí, “el que sea cofrade que tome candela”. Este capítulo de ese libro (titulado algo así como “crítica y obediencia”: Freimut und Gehorsam en alemán) puede que valga la pena reproducirlo ahora en algún sitio para que sepamos y recordemos siempre que ante la Iglesia, ante el socialismo, ante la democracia, ante el feminismo, ante la ecología, o ante cualquier causa grande, no son mejores militantes los que aplauden lo ya existente sino los que intentan mejorarlo, aunque se vean tachados de poco amor a la Iglesia y demás.

3.3.- “La fe cristiana es escándalo para el hombre de todos los tiempos: que el Dios eterno se preocupe de nosotros los hombres y nos conozca…    Este escándalo ha quedado recubierto con frecuencia a lo largo de la historia, por el escándalo secundario de los predicadores de la fe, que no es esencial al cristianismo, pero que de buena gana se hace coincidir con el escándalo fundamental y se complace en una postura de martirio cuando en realidad solo es víctima de su propia cerrazón mental. 

Escándalo secundario, de propia fabricación y por tanto culpable es que, por defender los derechos de Dios solo se defienda una determinada situación social y las posiciones de poder conquistadas en ella. Escándalo secundario de propia fabricación y por tanto culpable es que, so pretexto de defender la invariabilidad de la fe, solo se defienda el propio trasnochamiento y no la fe misma. Escándalo secundario de propia fabricación y por tanto culpable es que, so pretexto de asegurar la eternidad de la verdad se eternicen sentencias de escuela… 

Y lo peligroso es que este escándalo secundario se identifica una y otra vez con el primario y lo hace así inaccesible, ocultando las exigencias propiamente cristianas y su gravedad, tras las pretensiones de sus mensajeros” (El nuevo pueblo de Dios, 351.52)

(Temo que si esto lo lee ese periodista que suele confundir las faltas de caridad y de educación con la agudeza, ya no dirá que Benedicto fue un papa santo y Francisco un papanatas…)

LA CRISIS RELIGIOSA EN EL SIGLO DE LAS CRISIS


col moreno fuente

 

Hemos iniciado un nuevo año de este siglo XXI y es fácil constatar que este siglo está siendo el siglo de las crisis: comenzó con la caída de las Torres gemelas, a la que siguió la burbuja especulativa de las empresas de Internet, posteriormente vino la crisis de las hipotecas, la financiera, la pandemia de la Covid 19 y ahora la guerra de Ucrania. Sin embargo, sobre todas estas crisis, nos amenaza la crisis ecológica por el cambio climático. También en nuestro país (España) hemos tenido una crisis particular el año pasado: la crisis institucional, por la que el Tribunal Constitucional impidió la votación en el Senado de las Leyes orgánicas ya votadas en el Congreso. Y a nosotros los cristianos nos atañe sobre manera la crisis religiosa a nivel de nuestra Iglesia.

Los medios de comunicación suelen referirse con frecuencia al fenómeno de las Iglesias vacías, sobre todo de jóvenes e incluso de personas menores de cuarenta años, a no ser mujeres. Y es cierto, según una reciente encuesta del CIS, ya sólo el 57% de los españoles se declaran católicos, diez puntos menos que cuando, hace apenas un par de décadas, la cifra estaba en torno al 90%. Pero el problema no es solo que los edificios de las Iglesias se están quedando vacías, sino que la misma Iglesia, en sentido propio, se está abandonando. En los tres años escasos que ha durado la pandemia, el número de agnósticos y ateos ha crecido en España, del 27,5 % en 2019 al 37,1 % en 2021(Agencias). Y es que la palabra "Iglesia" causa hoy un rechazo casi visceral, no solo por su antiguo apoyo a la dictadura franquista, sino sobre todo, por su conservadurismo actual, respecto a mil asuntos, como al aborto, al divorcio, a la homosexualidad; por su oposición al colectivo LGTBI, respecto al que se mantienen aún terapias de conversión en las diócesis de Alcalá de Henares, Granada y otras, creyendo que con estas dudosas terapias pueden cambiar su orientación sexual. Y la última noticia es que los obispos han arremetido contra la ley trans y la del aborto. Por si todo esto fuera poco, aún debemos añadir a la crisis que experimenta nuestra Iglesia los casos de pederastia, inmatriculaciones, etc. etc.

Todo esto es innegable, pero al hablar así, en principio nos estamos refiriendo a la Iglesia como institución eclesiástica, a la Iglesia identificada con la Jerarquía, lo que es legítimo porque, tanto hoy como en siglos anteriores, entendemos que cuando habla o actúa el Papa, la Conferencia Episcopal Española o cualquier obispo, es la Iglesia la que habla o actúa. Pero la Iglesia ¿es solo la jerarquía eclesiástica?

Hoy hemos de afirmar que NO. Que la creencia tradicional de que la Iglesia es la jerarquía, se debía a influencia de los Concilios de Trento y del Vaticano I, pero esto ha cambiado después de la celebración del Concilio Vaticano II. Efectivamente, según la Constitución sobre la Iglesia, la Lumen Gentium (Luz de las gentes o de los pueblos=LG) de este Concilio, la Iglesia, en sentido propioes el Pueblo de Dios (cap 2º), antes de ser la institución eclesiástica o la jerarquía (cap.3º). Y a este pueblo de Dios o Iglesia nos incorporamos por el bautismo (LG 10). Por lo que cabe afirmar que todos los cristianos, por el bautismo, pertenecemos a la Iglesia, en la que, en principio, todos somos iguales. Las diferencias vendrán después por los carismas o funciones que desempeñemos dentro de ella. Por lo que, en primer lugar, siguiendo al Concilio Vaticano II, debemos constatar que todos los bautizados formamos la Iglesia, no solo la jerarquía. Y en segundo lugar, que dentro de la Iglesia tenemos diversas funciones o carismas, de lo que concluimos que existen dos secciones o dos Iglesias, valga la redundancia, dentro de la propia Iglesia: la Iglesia jerárquica y la Iglesia formada por los fieles o la Iglesia popular.

El obispo catalán, Pedro Casaldáliga, obispo emérito de Sao Felix de Araguaia, en Brasil, nos lo dice claramente:

"Si decimos 'Iglesia jerárquica', con más razón podemos decir 'Iglesia popular'. Por dos motivos: La Iglesia tiene jerarquía, pero es pueblo de Dios. La jerarquía es minoritaria en la Iglesia, es un servicio a la Iglesia y al mundo. Mientras que el pueblo, ese pueblo de Dios, es la inmensa mayoría.

 Por otra parte, hablar de Iglesia popular significa hablar de una 'Iglesia en la base', donde están los pobres, donde se puso Jesús". (Vigil, José Mª. La opción por los pobres. Santander, Sal Terrae, 1991, p. 53)

Según pues el obispo Casaldáliga, en un sentido externo hay dos Iglesiasla Iglesia jerárquica, que es la jerarquía y la Iglesia popular, que es la inmensa mayoría del pueblo o de los fieles. Sin embargo, en sentido propio este obispo afirma que solo existe una Iglesia, la popular: "hablar de Iglesia popular significa hablar de una 'Iglesia en la base', donde están los pobres, donde se puso Jesús". ¿Qué quiere decir esto?

Quiere decir que la verdadera Iglesia popular será toda la Iglesia, tanto la jerárquica como la del pueblo, cuando ésta se sitúe donde están los pobres, los oprimidos o los descartados, como dice el Papa Francisco. Es decir, pertenecer o ser miembro de la Iglesia, no solo es porque hayamos recibido el rito del bautismo o el resto de ritos que se realizan en los edificios de las Iglesias: Misas, comuniones, confirmaciones, etc., sino ante todo si tenemos un compromiso de ayudar a las personas marginadas, pobres o excluidas de la sociedad, como lo hizo Jesús en su tiempo. Este compromiso es lo fundamental e incumbe por igual a la jerarquía como a la inmensa mayoría de los fieles cristianos. La práctica de la Misa y recepción de los sacramentos, la oración, jaculatorias y el resto de ritos nos deben ayudar a tener este compromiso, pero el compromiso es lo fundamental, sin él los ritos no tienen sentido.

Siendo esto así, a esta Iglesia popular, no le preocupa tanto el fenómeno actual de las Iglesias vaciadas de fieles, ya que el número de cristianos no se contará por las personas que asisten a las ceremonias que se celebran dentro de los edificios de las Iglesias, por las personas que van a Misa, por la práctica de los Sacramentos, ni por lo que asisten a las procesiones o a las romerías etc. El número de cristianos hay que contabilizarlo por los que viven su fe cristiana en pequeños grupos o comunidades, que permiten el trato personal fraternal/sororal y, sobre todo, porque viven comprometidos por la liberación del pueblo, dentro de las organizaciones que el mismo pueblo se da: sindicatos, partidos políticos, asociaciones de vecinos etc.

No obstante, a estos cristianos de la Iglesia popular sí les preocupa y mucho el problema del abandono o apostasía de las personas que fueron cristianas, porque para ellos, este abandono es un signo o prueba de que los miembros que decimos pertenecer a esa Iglesia popular, tanto si es jerarquía como fieles en general, no somos buena noticia para nuestros hermanos de hoy. Es decir, no estamos cumpliendo totalmente con el propio sentido de ser Iglesia popular, es decir, no estamos suficientemente al lado y en defensa de las personas pobres, marginadas o descartadas, que se hallan en nuestro entorno, en los barrios de nuestras ciudades...Y esto no solo se refiere a los escándalos de la pederastia o inmatriculaciones de la jerarquía, sino a todos los cristianos, porque sabemos que el escándalo producido por no practicar lo que decimos creer, es la causa del abandono y apostasía de la fe cristiana de muchas personas.


Sevilla 8 de Enero del nuevo año 2023

Para ampliar información sobre la Iglesia Popular en España, se ha publicado un extenso libro contando 30 años de la historia de estos grupos. Se titula OTRA IGLESIA ES POSIBLE y se puede comprar aquí en este enlace.

REFLEXIONES EN TORNO A UN FUNERAL


col gerardo

 

Miles de personas acompañan al papa Benedicto XVI en su entierro. Me crea varios interrogantes… Jesús murió solo, acompañado por unas pocas mujeres. ¿Qué hemos cambiado del evangelio para que ahora lo hagamos con multitud de personas, incluidos algunos políticos?

Es más, si a cada persona que muere en el mar o en las fronteras, le hiciésemos esa misma despedida, ¿estaríamos toda la humanidad acompañando a los cadáveres muertos?

Tantas eucaristías en toda la tierra, ¿es que necesita tanta oración o sobra porque el Padre Dios le acoge como Padre bueno?

No acabo de entender y me parece que queda mucho por cambiar en nuestra Iglesia. No podemos olvidar que Jesús muere solo, olvidado. ¿Es que hoy día el Papa es una gran personalidad? Lo es como persona servidora de la comunidad cristiana, pero ¿no sería preciso cambiar y celebrar el sepelio con sencillez? ¿Cuántas personas mueren y son enterradas en pobreza absoluta o arrojadas en medio del mar?

Entiendo que las eucaristías de cada diócesis, parroquia, país… expresan que estamos todos unidos en torno al papa, como signo de unidad de la Iglesia. Pero ¿no hay una manera de hacerlo más sencillo? ¿Cuántos miles de misas se han celebrado en todo el mundo?

Un aspecto positivo a recalcar es ver que toda la cristiandad damos gracias al Padre por el servicio del papa Benedicto XVI. Pero ¿somos así de generosos con otras personas difuntas?

Por supuesto que no soy ni quiero ser juez para valorar su vida que me parece con muchísimos valores, pero el montaje externo que hemos preparado no lo veo en la línea evangélica de la sencillez. Los cuatro evangelios sobre Jesús es un pequeño apéndice comparado con todo lo que hemos dicho, celebrado, valorado, aplaudido en el papa Benedicto.

¿No sería suficiente y expresivo el que en todas las eucaristías normales del mundo nos recordase Jesús, entre los hermanos difuntos, a nuestro papa Benedicto? No se lo recordamos nosotros al Padre, sino que en la cena el Señor, Jesús nos recuerda a los hermanos fallecidos y nos anima con la esperanza de la Resurrección.

"NOVEDAD" NO RECONOCIDA

fe adulta

col amor

 

Me llamo María José Amor y cada semana recibo vuestros comentarios y artículos. El otro día se publicó en un diario catalán un artículo que considero muy interesante aunque, no es novedoso ya que el hecho data de los años 70, cuando se descubrieron los papiros de Qumram. Está escrito en catalán y os hago un pequeño resumen:

Entre otros entendidos, se le dieron a un jesuita papirólogo: el P. O'Callagan, que, aunque tenga ese apellido irlandés era catalán, una serie de papiros para traducir e interpretar.

Y entre ellos, muy deteriorado, encontró uno que relataba un fragmento del evangelio de Marcos. Concretamente, el milagro de los panes y los peces. Este descubrimiento lo presentó, como es lógico, en un Congreso, Simposium o algo similar de Teología.

Y daba la casualidad de que, si se admitía como válido, la teoría de que los evangelios fueron escritos muy posteriormente a la muerte de Jesús, los sinópticos basados en documento Q, se vendría abajo. Por tanto, estarían escritos como mucho 20 y pocos años después de la crucifixión, ergo, por contemporáneos suyos.

Pero claro, ¡cualquiera discute a los Doctores de la Santa Madre Iglesia! así que todo el trabajo de esta persona quedó en el olvido.

Como la familia O'Callagan es de mi barrio, conozco de viva voz cómo sucedió. Es más, él el trabajo lo realizó en Roma y cuando volvió a Barcelona, Sant Cugat concretamente, no quiso volver en avión por si todo el material informático que traía se perdía. Y esta cuñada y su marido fueron en coche a buscarlo.

Y ahora, al cumplirse el centenario de su nacimiento, el diario "ARA" lo acaba de publicar.

Esperemos que al menos no quede en el olvido su trabajo.

Y aquí os dejo la traducción al castellano del artículo escrito por Sílvia Marimon Molas:

Entre 1947 y 1956 se descubrieron 25,000 fragmentos de manuscritos bíblicos, los más antiguos encontrados hasta ahora en once cuevas deKhibert Qumram, en la costa NO del Mar Muerto a unos 40Km de Jerusalén.

Se trata de manuscritos de hace más de 2.0000 años, escritos principalmente en hebreo aunque también en griego y arameo.

Josep O’Callagan Martínez, (Tortosa 1922-Sant Cugat del Vallés, 2001), experto en Sagradas Escrituras, paleógrafo y papirólogo estudió principalmente la Cueva 7, donde los textos están todos en griego centrándose en descifrar el fragmento 7Q5, que, como comentó el Profesor de papirología Alberto Nodar en las Jornadas en la Universidad Pompeu Fabra en homenaje a este jesuita: “intentó identificar pasajes del Antiguo Testamento encontrándose un fragmento del Nuevo Testamento. Esto tuvo un gran impacto ya que significa que el NT fue escrito en la primera mitad del SI y no, a lo largo del SII”.

Y es que el papiro más antiguo del Evangelio reconocido oficialmente es el P52, que corresponde a San Juan, escrito a mediados del SII, o sea un siglo posterior a este hallado, el 7Q5.

En este papiro, concretamente en la línea 3 se lee: και que es la conjunción copulativa “y”. En la línea 4 se lee: ν̣νησ̣ (los puntos bajo las letras significa que no se leen bien), parte de la palabra Γεννεσαρἐτ (Genesaret), nombre del lago que aparece tras la multiplicación de los panes y los peces: Marcos 4:52-53. “Esto fue clave para la hipótesis de O’ Callagan” continúa diciendo Nodar.

Pruebas paleográficas

La dinastía ptolemáica se encargó de traducir al griego la Biblia judía y según Nodar: “Como a la Biblia se le dio la misma categoría de los grandes textos griegos, constituyéndose un Consejo de 70 sabios para hacer traducciones del hebreo al griego y por tanto se encuentran fragmentos del AT desde el SII aC.

La prueba de que el 7Q5 se escribió en el SI dC se encuentra en la escritura que está realizada en un estilo llamado Zierstil, en alemán o estile apicato en italiano, escritura utilizada entre el SII aC y el SI dC.

¿Qué significaría por tanto avanzar un siglo en la redacción de los primeros textos del NT?

Pues, sigue diciendo Nodar  “Significaría que fueron escritos pocos años después de la muerte de Jesucristo por personas que habrían conocido y tenido alguna relación con el Cristo histórico”.

Cuando O’Callagan hizo públicas sus conclusiones el 1972, se desató una gran polémica.

Por un lado, recibió mucho soporte pero también muchas críticas entre papirólogos tanto religiosos como políticos.

Y es que si se aceptara que los Evangelios fueron escritos poco más que 20 años tras la muerte de Cristo, estaríamos apoyando que en los textos del NT habría una fuente histórica y no una creación literaria y folclórica como opinan muchos teólogos.

Cuando O’Callagan hizo el descubrimiento lo comunicó al Vaticano y la respuesta fue que tendría que identificar más fragmentos.

Entonces él identificó el 7Q4 como un fragmento de los capítulos 3 y 4 de la primera carta de San Pablo a Timoteo y Nodar asegura el 7Q5 tiene más consistencia a ser el relato evangélico desde el punto de vista papirológco ya que el citado 7Q4 presenta dificultades en el contexto histórico ya que parece ser extraído de un formato de lujo y lo lógico es que entonces las primeras versiones del NT circulasen en forma de panfletos como parece ser que está el 7Q5. Y Nodar sigue insistiendo de que la hipótesis de O’Callagan  ya que todo conocimiento del mundo antiguo se realiza paso a paso.

Críticas

El Vaticano consideró esta hipótesis (o tesis) tenía consistencia suficiente para ser publicada en la revista del Instituto Bíblico Pontificio Bíblica bajo el título ¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumran?

Una vez salió a la luz trajo como consecuencia las críticas más furibundas provenientes de las corrientes defensoras de que los Evangelios habían sido prácticamente inventados y escritos con gran posterioridad a los hechos.

En una entrevista de Germán Mckenzie González a O’Callagan en 1995 éste argumentaba que

“¿Cómo hacer cambiar de posición a eminencias del mundo que tienen ya establecidas sus bases ante las propuestas un joven desconocido en el campo bíblico internacional? Porque aunque en el ámbito papirológico yo era conocido no era así en el campo bíblico. Y si no se es papirólogo, hay cosas que pasarán desapercibidas”.

Al final de la entrevista opina sobre lo que llama “su aventura científica”:

“Ha habido de todo. Ha sido a la vez una bendición, un calvario y una gloria con momentos muy intensos. Pero por encima de todo, un esfuerzo para servir a Dios y a la Iglesia.

Según su sobrina, Mercedes Palau Ribes, debatió horas y más horas con expertos y el mayor apoyo lo recibió de los papirólogos. Que iba siempre con pies de plomo y que incluso en 1971, aun comunicando por carta a sus padres que había hecho un descubrimiento muy importante, no especificó nada hasta hacer todas las comprobaciones pertinentes.

En las primeras épocas, respondió y argumentó todas las críticas hasta que al final se cansó, quedando en el olvido hasta que en el 1984 hasta que el biblista anglicano Carsten Peter Thiede resucitó la teoría del jesuita en el libro “¿El manuscrito más antiguo de los Evangelios? El fragmento de Marcos en Qumram y los inicios de la traducción del Nuevo Testamento”.

Esta obra cuya primera versión fue en alemán fue traducida al castellano, neerlandés y el italiano.

En el Simpósium realizado en 1991 en la Universidad de Eichstätt (Alemania), donde según explica su sobrina, O’Callagan no quiso ir argumentando que “mejor que lo discutiesen los expertos”, hubo quien se pronunció a favor pero también quien lo hizo en contra, habiendo trabajos en este sentido de autores norteamericanos, alemanes, franceses, belgas, holandeses etc., pero ninguno italiano ni español.

Y resultó que la mayoría de papirólogos estuvieron a favor y los biblistas en contra, aunque por unanimidad reconocieron el gran rigor de su trabajo.

Su sobrina prosigue:

“Aunque sufrió mucho por los ataques personales y sabiendo además que moriría sin que su trabajo fuera enteramente aceptado no se hundió sino que continuó trabajando en otras cosas estando muy seguro de su hallazgo que, al principio, ni él mismo se lo podía creer.”

Y, prosigue la sobrina:

“En julio del pasado año el sacerdote Albeiro Rodas Torres publicó el siguiente libro: Papiro 7Q5: A medio siglo de la identificación de O'Callaghan. Es decir, este descubrimiento prosigue en la actualidad.

Argumentos y contraargumentos a la tesis de O'Callaghan

El tamaño

Una de las críticas era que el fragmento identificado era insignificante: 3,9 por 2,7 centímetros. A lo que jesuita catalán respondió que en la papirologia este detalle es frecuente e incluso a veces hay papiros válidos de menor tamaño. 

La letra "n"

· Algunos detractores aseguraban que la letra "n" era muy borrosa. En abril del 1992, la División de Identificación y Ciencia Forense de la Policía Nacional de Israel analizó la letra en cuestión, hecho que fue retransmitido por la televisión de Baviera. Pues bien, los científicos reconocieron y afirmaron que esa letra era realmente la "n".

Podría ser otro texto

· Se llegó incluso a decir que este pasaje podría corresponder al “Libro de Enoc”, un apócrifo del AT. A esto, O’Callagan respondió con opiniones de prestigiosos papirólogos tales como Carsten Peter Thiede, Herber Hunger o Marta Sordi. 

El legado documental del jesuita tortosino

O'Callaghan dejó como legado una colección de más de 3.000 textos, la mayoría en griego, pero también en árabe o copto. La mayoría son textos cristianos, pero también los hay de literatura clásica. Tienen un gran interés porque son de los primeros siglos del cristianismo y actualmente se conservan a l'Arxivo Histórico de la Compañía de Jesús. 

Les cuevas de Qumran

Roland de Vaux, entonces director de la Escuela Bíblica i Arqueológica Francesa de Jerusalén, defendió la teoría de que las cuevas sirvieron de refugio en la revuelta contra los romanos y que los papiros habían sigo guardados allí para evitar su destrucción. Actualmente se cree que los tenían allí depositado los esenios aunque no queda claro el para qué fueron utilizadas las cuevas.

Los documentos hablan de la comunidad, aunque lo más probable es que no solo se refiriesen a los que vivían en Khirbet Qumran, sino también a otros grupos que vivían en la costa occidental del mar Muerto.

En Khirbet Qumran se calcula que podían vivir entre 40 y 150 personas y, una vez al año, se reunían para jurar fidelidad y celebrar Pentecostés.

Sílvia Marimon Molas (ara.cat)

LEYENDA DE UN CUARTO REY MAGO

fe adulta

col acebo

 

Me manda un amigo esta leyenda que ha salido en Aletheia, una publicación argentina. Basado en la leyenda, en 1896 Henry van Dyke, escribió un cuento de Navidad, titulado ‘El otro rey Mago’, en el que contó la historia de Artabán, ese rey que nunca llegó a su destino.

Lo describe como un hombre de largas barbas, ojos nobles y profundos que residía —en el año 4 A. C.— en el monte Ushita. Por medio del oráculo, que dominaba, supo que vendría al mundo un ser que traería el perdón de los pecados. Melchor, Gaspar y Baltasar, también enterados, le enviaron un mensaje invitándolo a unírseles en el recorrido para llegar hasta el Salvador de la especie humana, nacido en un humilde establo de Belén. Sabían que una luz resplandeciente los guiaría hasta el Niño. Los cuatro Reyes Magos habían fijado el zigurat de Borsippa, en la antigua Mesopotamia, como punto de encuentro para llegar a Belén, un pueblo pequeño e insignificante pero destinado a dar al mundo al Rey de Reyes.

Artabán preparó su caballo, escogió delicadamente las ofrendas destinadas al Mesías: un diamante, un jaspe y un rubí y emprendió la marcha. Pero, en el trayecto pasaron muchas cosas que lo retrasaron, perdiendo el contacto con los otros magos. Otras versiones aseguran que se perdió por un eclipse que le impidió seguir viendo la gran estrella de Navidad que lo ayudaría a llegar al pesebre en el que se encontraba el recién nacido.

Tenía un cofre lleno de piedras preciosas para ofrecer al bebé. Pero en su camino se fue encontrando con personas necesitadas que requerían ayuda. Caritativo y generoso, a todos fue asistiendo echando mano de su valiosa carga: una gema, un brillante, una perla así iba repartiendo. Encontró pobres, enfermos, encarcelados y miserables, gente que había sido asaltada, golpeada y despojada de sus pertenencias. Artabán, ese bello samaritano, fue vaciando su cofre en el empeño de atenderlos a todos.

Cuando por fin llegó a Belén, ya el Niño y sus padres habían huido a Egipto, escapando de las garras del rey Herodes; los otros magos habían desaparecido después de adorar al Niño en la cueva. Artabán estaba triste y decepcionado, pero no se daba por vencido. Así que decidió seguir buscando al Niño sin la ayuda de la estrella. Dicen que pasó 30 años intentando encontrarlo. En ese lapso de tiempo, siguió ayudando a los necesitados del camino. Recorrió la tierra entera y un día llegó a Jerusalén, justo en el momento que una multitud enfurecida pedía la muerte de un pobre hombre. Mirándolo, reconoció en sus ojos algo especial. Entre el dolor, la sangre y el sufrimiento, podía ver en sus ojos el brillo de la estrella. Y entonces lo supo, aquel condenado era el Niño que por tanto tiempo había buscado.

Cuentan que, al descubrir que Jesucristo iba a ser crucificado en el Gólgota, se dispuso a ir allí para entregar el jaspe como tardía ofrenda. No obstante, en el camino vio cómo un padre vendía a su hija para saldar sus deudas. Artabán utilizó la última piedra preciosa que le quedaba para liberarla. En ese preciso momento Jesús expiraba en la Cruz, iniciando un temblor de tierra, lo que provocó que una piedra le golpeara en la cabeza y quedara gravemente herido en el suelo.

Y la leyenda termina así: «La tristeza llenó su corazón, ya viejo y cansado aún guardaba una perla en su bolsa, pero ya era demasiado tarde para ofrecerla al Niño que ahora, convertido en hombre, colgaba de una Cruz. Sentía que había fallado en su misión…Y sin tener a dónde más ir, se quedó en Jerusalén para esperar que llegara su muerte. Apenas habían pasado tres días cuando una luz aún más brillante que la de la estrella, llenó su habitación. ¡Era el Resucitado que venía a su encuentro!

El Rey Mago, cayendo de rodillas tomó la perla que le quedaba y extendió su mano. Jesús le tomó tiernamente en sus brazos y le dijo: Tú no fracasaste. Al contrario, me encontraste durante toda tu vida. “Yo estaba desnudo, y me vestiste. Yo tuve hambre y me diste de comer. Tuve sed y me diste de beber. Estuve preso, y me visitaste. Pues yo estaba en todos los pobres que atendiste en tu camino. ¡Muchas gracias por tantos regalos de amor, ahora estarás conmigo para siempre, pues el Cielo es tu recompensa…» Había aliviado las penas de tanto desvalido que la satisfacción que no esperaba fue más hermosa que todas sus piedras preciosas y el reconocimiento de Jesús su privilegio impensado.

Según los astrónomos, la explicación científica de la leyenda, es que el rey llamado Artabán, que iba por su cuenta, pudo perder la referencia después de que la Luna y la nova estuvieran en conjunción, lo que tapó su luz, dejándole sin guía. Eso sí, según estos expertos, todo aquello no sucedió un 6 de enero, sino «cerca del 21 de marzo del año 5 antes de Cristo». Una explicación real a una leyenda convertida en cuento navideño.

Recordamos estos relatos estos días cuando se supone que los tres reyes magos Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron el desierto, sobre sus camellos, camino de Belén. Pero… ¿y si hubieran sido cuatro en lugar de tres?

¿A QUIÉN DAMOS TESTIMONIO? ¿DE QUÉ? Juan 1, 29-34

FE ADULTA

col marife

 


En aquel tiempo, bastantes años después de la muerte de Jesús, el grupo de seguidores de Juan Bautista seguía creciendo. Con espíritu misionero habían extendido la doctrina de su maestro por muchos lugares. En Éfeso habían bautizado a una parte de la población “con el bautismo de Juan”. En esa ciudad no se conocía el bautismo de Jesús.

Para muchas comunidades cristianas la situación era preocupante. La figura del Bautista, tras ser decapitado por Herodes, se había ido agrandado, hasta el punto de que en algunas zonas eclipsaba a Jesucristo, muerto y resucitado. ¿Qué podían hacer?

El autor del cuarto evangelio puso su granito de arena. En su relato, dejó a un lado la infancia de Jesús y comenzó su evangelio con un himno muy significativo para las primeras comunidades. En ese himno se afirmaba que el Verbo no solo estaba junto a Dios, sino que era Dios; ese Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Sin embargo, Juan Bautista solo era testigo. Por eso, a continuación del prólogo, el evangelio comienza con la frase: “He aquí el testimonio de Juan”

El Bautista no era la luz, sino que daba testimonio de la luz. No era el Cristo, ni Elías, ni un profeta. Con eso se aclaraban bastantes confusiones. Como Isaías, era voz que clamaba en el desierto, pero no era la Palabra hecha carne.

El cuarto evangelio pasa de puntillas sobre el bautismo de Jesús y no quiere resaltar la figura del Bautista en ningún lugar de su evangelio; al contrario, Jesús debía crecer, y Juan debía menguar (Juan 3, 28-30).

Tras el prólogo, el evangelista va presentando lo que pudo ocurrir en el interior de Juan Bautista, su proceso vital y espiritual. Es como si el evangelio nos metiera “en las entrañas del Bautista”, para ayudarnos a comprender su proceso interior.

En primer lugar, el sentido de su vida: ha venido para dar a conocer a un hombre -a Jesús- al que ha bautizado con agua. Es decir, no tiene sentido que el Bautista fuera el centro de atención y consiguiera más y más discípulos, sino que viene a realizar una misión que conduce a Jesús. Y el Bautista le deja paso, consciente de que Jesús ha venido después, pero, en realidad, es el primero.

El evangelio nos presenta también la vocación y misión del Bautista: ha recibido la inspiración de que mientras él estuviera bautizando con agua, conocería a quien era capaz de bautizar en el Espíritu. Y dar testimonio de que ese es el Hijo de Dios.  

¿No se saludaron Jesús y el Bautista? ¿No se produjo un encuentro familiar entre los dos, puesto que eran primos y los lazos familiares se cuidaban en Israel?

Lo que importa no es lo que pudo ocurrir, o no, desde el punto de vista histórico, sino el testimonio de Juan sobre Jesús“Este es el Cordero de Dios”.

Pero ¿cómo pudo decir esa frase, que se formuló muchos años después? Es como si nos dijeran que alguien habló del COVID, hace 50 años. Imposible. Llamar a Jesús “Cordero de Dios” es una confesión de fe que las comunidades cristianas acuñaron tras la experiencia de Pascua, en un proceso lento y muy elaborado.

El evangelista no nos ha querido engañar. Simplemente ha dejado a un lado la perspectiva histórica para ofrecer una catequesis, que desemboca en los versículos siguientes en un relato de vocación. Dos discípulos de Juan le abandonan para seguir a Jesús. Dan testimonio de que merece la pena seguirle y animan a otras personas a hacerlo.

Con esta perspectiva se comprende mejor el texto del evangelio de hoy. Juan Bautista es un hombre de Dios que está a la escucha. Ve y oye. Capta los signos y da testimonio. Y, gracias a su testimonio, quienes seguían a Juan pasan a ser discípulos del Maestro.

Hoy vemos y oímos. Captamos signos y los interpretamos. ¿Damos testimonio? ¿De qué o de quién? ¿A dónde conduce nuestro testimonio?

2 Tiempo ordinario – A (Juan 1,29-34)


José Antonio Pagola

 Los evangelistas se esfuerzan por diferenciar bien el bautismo de Jesús del bautismo de Juan. No hay que confundirlos. El bautismo de Jesús no consiste en sumergir a sus seguidores en las aguas de un río. Jesús sumerge a los suyos en el Espíritu Santo. El evangelio de Juan lo dice de manera clara. Jesús posee la plenitud del Espíritu de Dios, y por eso puede comunicar a los suyos esa plenitud. La gran novedad de Jesús consiste en que Jesús es «el Hijo de Dios» que puede «bautizar con Espíritu Santo».

Este bautismo de Jesús no es un baño externo, parecido al que algunos han podido conocer tal vez en las aguas del Jordán. Es un «baño interior». La metáfora sugiere que Jesús comunica su Espíritu para penetrar, empapar y transformar el corazón de la persona.

Este Espíritu Santo es considerado por los evangelistas como «Espíritu de vida». Por eso, dejarnos bautizar por Jesús significa acoger su Espíritu como fuente de vida nueva. Su Espíritu puede potenciar en nosotros una relación más vital con él. Nos puede llevar a un nuevo nivel de existencia cristiana, a una nueva etapa de cristianismo más fiel a Jesús.

El Espíritu de Jesús es «Espíritu de verdad». Dejarnos bautizar por él es poner verdad en nuestro cristianismo. No dejarnos engañar por falsas seguridades. Recuperar una y otra vez nuestra identidad irrenunciable de seguidores de Jesús. Abandonar caminos que nos desvían del evangelio.

El Espíritu de Jesús es «Espíritu de amor», capaz de liberarnos de la cobardía y del egoísmo de vivir pensando solo en nuestros intereses y nuestro bienestar. Dejarnos bautizar por él es abrirnos al amor solidario, gratuito y compasivo.

El Espíritu de Jesús es «Espíritu de conversión» a Dios. Dejarnos bautizar por él significa dejarnos transformar lentamente por él. Aprender a vivir con sus criterios, sus actitudes, su corazón y su sensibilidad hacia quienes viven sufriendo.

El Espíritu de Jesús es «Espíritu de renovación». Dejarnos bautizar por él es dejarnos atraer por su novedad creadora. Él puede despertar lo mejor que hay en la Iglesia y darle un «corazón nuevo», con mayor capacidad de ser fiel al evangelio.

EL ÚNICO PECADO ES LA OPRESIÓN DOMINGO 2º (A) Jn 1,29-34


col fraymarcos

 FE ADULTA


Es muy significativo que el segundo domingo del tiempo ordinario nos siga hablando de Juan Bautista. Todo lo que nos dice Jn del Bautista es sorprendente e indica una relación especial de esa comunidad con él. Seguramente había en aquella comunidad seguidores del Bautista. Este evangelio tiene muy en cuenta a Juan Bautista, aunque se ven obligados a rebajarle. Juan pone en labios del Bautista la cristología de su comunidad como base y fundamento de la comprensión de Jesús que va a desplegar en su evangelio. Esto no quiere decir que el Bautista tuviera una idea clara sobre quién era Jesús. Ni siquiera sus discípulos más íntimos supieron quién era, después de vivir con él tres años; menos podía saberlo el Bautista, antes de comenzar Jesús su predicación.

Juan quiere aclarar que no hay rivalidad entre Jesús y el Bautista. Para ello nos presenta un Bautista totalmente integrado al plan de salvación de Dios. Su tarea es la de precursor, preparar el camino al Mesías. Juan no narra el bautismo en sí, va directamente al grano y nos habla del Espíritu, que es lo importante en todos los relatos del bautismo. Por supuesto es un montaje de la segunda o tercera generación de las comunidades cristianas y quiere resaltar la figura de Jesús que había adquirido categoría divina, frente al Bautista.

"El cordero de Dios". Jn propone a Jesús preexistente, portador del Espíritu e Hijo de Dios. No se puede decir más. Está claro que se están reflejando aquí setenta años de evolución cristológica en la comunidad. Es una pena que después, hayamos interpretado tan mal el intento de comunicarnos esa experiencia. Lo que eran títulos simbólicos, que trataban de ponderar la personalidad de Jesús, se convirtieron en atributos divinos. Lo que tenía de proceso dinámico y humano, se convirtió en sobrenaturalismo preexistente.

Es difícil precisar lo que “cordero” significaba para aquella comunidad. Podían entenderlo en sentido apocalíptico: un cordero victorioso que aniquilará definitivamente el mal (la bestia). Este concepto encajaría con las ideas del Bautista; pero no con las de Jesús. Podían entenderlo como el Siervo doliente. No hay pruebas de que se hubiera identificado al Mesías con el siervo doliente de Isaías antes del cristianis­mo. Juan sí interpretó la figura del Siervo aplicada a Jesús, pero nunca con el sentido expiatorio. Probablemente haría referencia al cordero pascual, que era para el judaísmo el signo de la liberación de Egipto, pero sin la connotación sacrificial. Quiere decir que Cristo nos libera de la esclavitud.

Que quita el pecado del mundo”. Esta frase no tiene nada que ver con la idea de rescate. El concepto de pecado en el AT debe ser el punto de partida para entender su significado en el NT, pero ha sufrido un cambio sustancial. En el evangelio de Juan, pecado no es la ofensa a Dios o a su Ley sino la opresión de un hombre sobre otro. Solo así se entiende la actitud de Jesús con los pecadores. Las prostitutas y pecadores os llevan la delantera porque no oprimen a nadie. Lo mismo cuando Jesús dice: tus pecados están perdonados, está diciendo que no hay nada que perdonar. Jesús quita el pecado del mundo no muriendo sino viviendo el servicio a todos y en el amor incondicionado.

En el AT y en el Nuevo, la palabra más usada para indicar “pecado”, tanto en griego como en latín, significa errar el blanco. No se trata de mala voluntad como lo entendemos hoy. En el evangelio de Juan, “pecado del mundo” tiene un significado muy preciso. Se trata de la opresión que un ser humano ejerce sobre otro y que le impide desarrollarse como persona. El pecado es siempre colectivo. Siempre que hay pecado hay opresor y víctima.

El modo de “quitar” este pecado, no es una muerte vicaria expiatoria. Esta idea nos ha despistado durante siglos y nos ha impedido entrar en la verdadera dinámica de la salvación que Jesús ofrece. Esta manera de entender la salvación de Jesús es consecuencia de una idea arcaica de Dios. En ella hemos recuperado el mito ancestral del dios ofendido que exige la muerte del Hijo para satisfacer su justicia. Estamos ante la idea de un dios externo, soberano, justiciero y tirano. Nada que ver con la experiencia del Abba de Jesús. El “pecado del mundo” no tiene que ser expiado, sino eliminado.

Jesús quitó el pecado del mundo escogiendo el camino del servicio, de la humildad, de la pobreza, de la entrega total a los demás hasta la muerte. Esa actitud anula toda forma de dominio, por eso consigue la salvación total. Es el único camino para llegar a ser hombre auténtico. Jesús salvó al ser humano, suprimiendo de su propia vida toda opresión que impida el proyecto de creación definitiva del hombre. Jesús nos abrió el camino de la salvación, ayudando a todos los oprimidos a salir de su opresión.

Jesús vivió esta libertad durante toda su vida. Fue siempre libre. No se dejó avasallar, ni por su familia, ni por las autoridades religiosas, ni por las autoridades civiles, ni por los guardianes de las Escrituras (letrados), ni por los guardianes de la Ley (fariseos). Tampoco se dejó manipular por sus amigos y seguidores, que tenían objetivos muy distintos a los suyos (los Zebedeo, Pedro). Esta perspectiva no nos interesa porque nos obliga a estar en el mundo con la misma actitud que él estuvo; a vivir con la misma tensión que él vivió, a eliminar toda opresión como él hizo, a liberarnos y liberar a otros de toda opresión.

No tenemos que oprimir a nadie de ningún modo. No tengo que dejarme oprimir. Tengo que ayudar a todos a salir de cualquier clase de opresión. Jesús quitó el pecado del mundo. Si  de verdad quiero seguir a Jesús, tengo que seguir suprimiendo el pecado del mundo. Hoy Jesús no puede quitar la injusticia, somos nosotros los que tenemos que eliminarla. La religiosidad intimista, la perfección individualista, que se nos han propuesto como meta, son una tergiversación del evangelio. Si no estoy dispuesto, no solo a no oprimir sino a liberar al oprimido, es que no me he enterado el mensaje.

El presentarse como liberador no vende en nuestros días. En el mundo en que vivimos, si no explotas te explotan; si no estás por encima de los demás, los demás te pisotearán. Este sentimiento es instintivo y mueve a la mayoría de las personas a defenderse con violencia, incluso antes de que el atraco se cometa. Pero hay que tener en cuenta que esta postura obedece al puro instinto de conservación y no te lleva a la plenitud humana. Debo descubrir que sufrir la injusticia es más humano que cometerla.

La actitud egoísta es un sentimiento que está al servicio del ego. Tenemos que superar ese egoísmo si queremos entrar en la dinámica del amor, es decir, de la verdadera realización humana. Es el oprimir al otro, no que intenten oprimirme, lo que me destroza como ser humano. Jesús prefirió que le mataran antes de imponerse a los demás. Esta es la clave que no queremos descubrir, porque nos obligaría a cambiar nuestras actitudes para con los demás. En contra de lo que nos dice el instinto, cuando me impongo a los demás no soy más, sino menos humano.

EL TESTIMONIO DE JUAN BAUTISTA Segundo domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A

 col sicre art

FE ADULTA

El domingo pasado recordamos el Bautismo de Jesús. En la versión de Marcos y de Lucas, Juan Bautista no dice nada. En la de Mateo, entabla un breve diálogo con Jesús, porque no comprende que venga a bautizarse. El cuarto evangelio sigue un camino muy distinto: Jesús va al Jordán, pero no cuenta el bautismo; en cambio, introduce un breve discurso de Juan Bautista. Es el texto que se lee este domingo (Jn 1,29-34).

Triple esfuerzo de imaginación

Para entender este texto conviene realizar un triple esfuerzo de imaginación: 1) imaginar que somos jóvenes; 2) imaginar que vivimos hace veinte siglos en Palestina; 3) imaginar que somos discípulos de Juan Bautista, y no hemos oído hablar nunca de Jesús. Hemos hecho quizá un largo y molesto viaje para escuchar a Juan y hacernos bautizar por él, hemos renunciado a todo para convertirnos en discípulos suyos. Juan es el personaje más grande en nuestra vida. De repente, aparece Jesús, un desconocido, y lo que Juan dice nos desconcierta por completo.

Al desconocido lo presenta, en primer lugar, como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Fórmula extraña, que ninguno entiende muy bien, pero que sugiere una estrecha relación con Dios y con el perdón de los pecados. Hemos ido buscando un bautismo para el perdón de los pecados, y ahora encontramos a un personaje que los quita.

Sigue Juan diciendo que ese desconocido está por delante de mí, porque existía antes que yo. Y lo miramos extrañados, intentando convencernos de que Jesús es más viejo, aunque Juan lo parece mucho más, quizá por culpa de tantas penitencias y por alimentarse solo de saltamontes y miel silvestre. Pero tenemos la sensación de que Juan no se refiere sólo a la edad: está sugiriendo que ese desconocido es mucho más importante que él.

Y esto queda claro cuando añade: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Entre nosotros hay algunos conocedores de la teología judía, y se asombran de esto porque muchos rabinos afirman que el Espíritu de Dios lleva siglos sin manifestarse. Muy grande tiene que ser ese desconocido, sobre todo teniendo en cuenta que no solo recibe el Espíritu, sino que también lo transmite en un nuevo bautismo, distinto del de Juan.

Finalmente, termina dando testimonio de que éste es el Hijo de Dios, una forma de referirse al rey de Israel, al que Dios adopta como hijo. (Lo dejan claro las palabras que pronunciará poco más tarde Natanael, dirigiéndose a Jesús: «Tú eres el hijo de Dios, tú eres el rey de Israel»: Jn 1,49).

Los oyentes de Juan se preguntarían asombrados: ¿quién es este que quita el pecado del mundo, que es más importante que Juan, sobre el que se ha posado el espíritu, que da el espíritu en un nuevo bautismo, que es el rey de Israel? Sin duda, debe tratarse del Mesías, aunque no lo parezca.

Leyendo el evangelio (Juan 1,29-34).

Contemplar la escena es un recurso magnífico para profundizar en el evangelio y entenderlo, pero la lectura «científica» ayuda también a descubrir nuevos aspectos.

El más importante es que Juan Bautista no pronunció este discurso: sus palabras son un recurso del evangelista para suscitar en nosotros, desde el primer momento, la curiosidad y el interés por el protagonista de su historia. Y no sólo esto, sino también una respuesta personal, idéntica a la que refleja el episodio inmediatamente posterior (Jn 1,35-37, que no se lee este domingo). Al día siguiente estaba Juan con dos de sus discípulos. Viendo pasar a Jesús, dijo: Ahí está el Cordero de Dios. Los discípulos, al oírlo hablar así siguieron a Jesús. Esta vez no pronuncia Juan un largo y complicado discurso. Basta una simple referencia, enigmática, al cordero de Dios. Lo importante es que la curiosidad y el interés dan paso al seguimiento.

Cuando se relee el texto diez o quince veces (algo imprescindible para entender el cuarto evangelio) se advierten dos bloques de afirmaciones:

El primero se refiere a Jesús, del que Juan dice: 1) Es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo; 2) está por delante de  mí porque existía antes que yo; 3) el Espíritu su posó sobre él y bautizará con Espíritu Santo; 5) es el Hijo de Dios.

Son afirmaciones que se complementan, componiendo un mosaico de la figura de Jesús: empieza hablando de su relación con el mundo, del que borra sus pecados; luego de su relación con Juan; finalmente de su relación con Dios y con su Espíritu. Un personaje del que solo se puede esperar lo mejor y que provoca asombro y deseo de conocerlo.

El segundo bloque de afirmaciones se refiere a Juan: 1) he anunciado la venida de uno más importante; 2) dos veces repite «yo no lo conocía»; 3) pero «he salido a bautizar para que sea manifestado a Israel»; 4) he contemplado al Espíritu bajar sobre él; 4) lo he visto y doy testimonio.

También estas afirmaciones se complementan, esbozando la misión del Bautista y su descubrimiento de Jesús, desde que Dios lo envía a bautizar hasta que se encuentra con el personaje anunciado. En la visión que ofrece el cuarto evangelio, la vida de Juan Bautista solo tiene sentido al servicio de Jesús, dándolo a conocer a los demás. Algo que podría desilusionar o desconcertar a sus discípulos, pero que debe moverlos a aceptar a Jesús, igual que hizo su maestro.

Dos notas:

‒ La imagen del «cordero de Dios», que no coincide exactamente ni con la del cordero pascual, ni con la del chivo expiatorio del Yom Kippur, recuerda bastante al personaje misterioso de Isaías 53 que se ofrece a morir por el pueblo y marcha a la muerte «como un cordero llevado al matadero», sin protestar ni abrir la boca. Teniendo en cuenta que en ámbito cananeo el símbolo de la divinidad era el toro, por su fuerza y bravura, elegir al cordero significa un cambio radical, una opción por lo débil y suave.

‒ «El pecado del mundo» es una fórmula que solo se encuentra aquí, y resulta difícil saber en qué consiste el pecado del mundo. Una pista la ofrece la primera carta de Juan: «Cuanto hay en el mundo, la codicia sensual, la codicia de lo que se ve, el jactarse de la buena vida, no procede del Padre, sino del mundo» (1 Jn 2,16). Todo eso sería lo que elimina Jesús. Pero la cuestión es discutida.

La doble misión del Siervo de Dios y de Jesús (Is 49,3.5-6)

El protagonista de esta lectura es un personaje misterioso que aparece al final del libro de Isaías. Uniendo diversos poemas de los capítulos 42, 49, 50 y 53 se esboza la figura de un “Siervo de Yahvé”, al que Dios encomienda la misión de convertir a los judíos desterrados en Babilonia (de la salvación política se encargará el rey persa Ciro). El Siervo, después de una etapa inicial de entusiasmo, atraviesa una profunda crisis, pensando que todo su esfuerzo ha sido inútil. Entonces, el Señor le renueva la misión con respecto a Israel e incluso se la amplía, extendiéndola a todo el mundo.

Este poema de Isaías ayuda a entender la misión de Jesús de “quitar los pecados del mundo”. Una misión que implica dos aspectos. El primero, relativo al pueblo de Israel, consiste en convertirlo al Señor; de hecho, su mensaje inicial será “convertíos y creed en la buena noticia”. El segundo se refiere al mundo entero: iluminar a todas las naciones para que la salvación de Dios alcance hasta el fin del mundo; sus rápidas visitas a Fenicia y la Decápolis, su buena relación con los despreciados samaritanos, simbolizan y anticipan la misión universal de la Iglesia, sin fronteras ni muros.

Nota sobre la segunda lectura (1 Corintios 1,1-3)

Desde este domingo hasta el séptimo del Tiempo Ordinario (este año 2023 la Cuaresma comienza el 26 de febrero), la segunda lectura se dedica a diversos fragmentos de la Primera Carta a los Corintios, de enorme interés para conocer diversos problemas de la iglesia primitiva. En la liturgia dominical solo se leen los capítulos 1-3). Pueden animarnos a leer en privado esta carta.