FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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viernes, 12 de octubre de 2012

La nueva evangelización en la escuela católica

libro(ANS - Madrid) - "La nueva evangelización debe ocupar un papel destacado en las actividades educativas de la escuela católica", dijo el salesiano don Francesc Riu en la presentación de su libro "Nueva Evangelización en la Escuela Católica" realizada por primera vez en Barcelona, ​​el lunes 1 de octubre, en la Facultad de Teología de Cataluña, y luego el miércoles, 03 de octubre, en Madrid, en el auditorio del "Colegio Mayor San Pablo."
El evento en Madrid estuvo encabezada por Monseñor Fidel Herráez Vegas, obispo auxiliar de Madrid, y ha servido para poner de relieve el papel que las escuelas católicas deben desempeñar en el desafío de la nueva evangelización.
A punto de comenzar el sínodo sobre la Nueva Evangelización, Francesc Riu publica su contribución para reflexionar sobre un tema crucial. El Papa, recordó el autor, habla de “emergencia educativa” para señalar la importancia del papel de la escuela católica en esta nueva evangelización. El contexto actual presenta grandes retos a la Iglesia y a la escuela católica. El autor del libro presenta cómo, a su juicio, debe ser el nuevo horizonte de la escuela católica y cuál debe ser su singularidad y aportación en este momento.
El libro, editado conjuntamente por las editoriales salesianas Edebé y CCS, repasa la evolución de las escuelas católicas en España, analiza qué se entiende por nueva evangelización y los desafíos y oportunidades que plantea, y cómo debe ser la escuela católica y qué recursos tiene para la nueva evangelización. También se aborda, en el texto de Riu, la enseñanza de la religión católica como marco adecuado para la nueva evangelización.
En la presentación intervinieron, entre otros,  Carlos Esteban, director de la revista Religión y Escuela, Inmaculada Tuset, presidenta de Escuelas Católicas y Koldo Gutiérrez, delegado nacional salesiano de pastoral juvenil. Carlos Esteban  señaló que “se trata de un libro de trabajo, de estudio”, que ofrece “una hoja de ruta para este tiempo y que ayuda a responder a los retos hoy planteados”, y destacó el interés pedagógico para comunidades educativas.
El salesiano Koldo Gutiérrez habló de la necesidad de “conversión pastoral en sentido misionero” de la escuela católica, algo que subraya fuertemente el libro de Francesc Riu y leyó un mensaje del Rector Mayor de los salesianos en el que agradecía la reflexión ofrecida en este libro y expresaba su deseo de que “las escuelas católicas retomaran como misión educativa una acción evangelizadora más eficaz y fidedigna”.
Mons. Fidel Herráez, que abrió y despidió el acto, agradeció todo el recorrido del autor trabajando por la escuela católica, en especial desde su puesto durante 30 años como Secretario General de la Fundación Escuela Cristiana de Cataluña, y recordó la larga amistad que le unía al autor. El obispo auxiliar de Madrid destacó del autor “el equilibrio entre fidelidad y creatividad”, y el valor del libro para “actualizar el horizonte evangelizador de la escuela católica”.

La triste euforia de los inquisidores

Como a principios del siglo XX se ha desatado la caza de brujas contra todo lo que huele a modernista. ElSodalitium pianum de entonces emplean blogs de internet y correos electrónicos para perseguir en cualquier parte del mundo a cualquier teólogo que quiera pensar la fe con inteligencia y no se dedique a repetir fórmilas del Catecismo de la Iglesia y de las encíclicas pontificias. Y los obispos de todo el orbe se ponen a temblar si alguien les acusa de mostrar debilidad y tolerancia con teólogos tachados de progresistas.
Eso es lo que ha vuelto a pasar con la supresión de una conferencia de Andrés Torres Queiruga en Rosario (Argentina).
Bastó que un señor, admirador de Blas Piñar, colgara el jueves pasado en su nido un titular diciendo  “También los maristas en Argentina andan despistados y ofrecen sus locales a Torres Queiruga.  Seguramente el arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan o está feliz con el conferenciante o no sabe quien es. Mal ambas cosas”.
Y que reprodujera la onvocatoria:
“La Subsede Rosario de la Fundación Diálogo te invita a la conferencia “Cómo repensar la creación de Dios”
A cargo del teólogo Andrés Torres Queiruga. Fecha: 17 de octubre de 2012 – Hora: 19.00
Lugar: Salón de Actos del Colegio Ntra Sra del Rosario – Hnos Maristas. Dirección: Bv. Oroño 770 – Rosario (Santa Fe)
El día siguiente, 28 de septiembre, en el nido de la Cigüeña todo era regocijo y orgullo por el nuevo trofeo conseguido. Publicaban una tajante nota del arzobispo de Rosario, prohibiendo la conferencia.
No sé que es más vomitivo. Si el celo hipócrita y calumniador de los delatores o el rendimiento total de obispos que deciden por temor a ser acusados en Roma, sin siquiera hacerse cargo personalmente de la cuestión.
Y si alguien quiere conocer cómo se produjo la desautorización por parte de una comisión episcopal española, puede leer aquí el sincero descargo escrito por el mismo Andrés, a quien no creo que impidan las dos conferencias que pronunciará el 9 y 10 de octubre en Brasil, en un Congreso Continental de Teología.
Gracias, Andrés, buen acompañante de quien busca pasar de una fe farisaica a una fe personal y verdadera. Que no te desanimen estos graznidos más propios de cuervos que se cigüeñas.

La revolución bolivariana en sintonía con el evangelio

Ante las elecciones prsidenciales deldomingo, 7 de octubre
En apoyo y admiración a los venezolanos y a su presidente Chávez que, creyentes o no, hacen suya la revolución bolivariana y le hacen tomar savia y fuerza invencible en el Evangelio de Jesús.
Me imagino la extrañeza, cuando no desconcierto, de muchos que puedan leer este título. Tan arraigada está la cultura tradicionalista de un idealismo teológico que separa lo espiritual de lo social, que resulta vano el intento de mostrar cuán alejado del Evangelio está ese planteamiento.
Recuerdo muy bien el encuentro que el presidente Chávez tuvo hace unos años en Madrid con unas cien personas. Había una gran expectación por oirle y, obviamente, aunque el auditorio le era favorable, no faltaban cabezas críticas que esperaban ponerlo en aprieto. Habló el presidente llano, directo, con gran agudeza y vi en el diálogo cómo las prevenciones casi ni asomaron. Al iniciar el acto me acerqué, pude saludarle y me dijo: “Padre, necesitamos de la Iglesia”.
¿Qué Iglesia?, pensé yo. Y la respuesta era única: la de Jesús, la que se pretende seguidora suya. Pero, en la historia, -siempre en la historia- se han hecho interpretaciones poco fieles a la enseñanza del Nazareno. Y se han hecho desde lo alto, desde la jerarquía, que se ha autoconsiderado sujeto exclusivo de la enseñanza y ha tenido al pueblo como objeto de la misma. Interpretaciones innegablemente políticas, inmersas en la lógica del poder y no del Evangelio. Dichas políticas han pretendido hacer una doble historia, la de la salvación y la profana, como si fueran distintas y aún contrapuestas, haciendo posible que la primera fuera abstracta, alienante, dominada o subordinada a los intereses de la profana. Siempre la Iglesia hizo política, pero muchas veces no desde la justicia y en defensa de los pisoteados de la historia sino desde el poder y en alianza con los que lo ejercían.
Hoy, el retorno al Evangelio, una mirada limpia a lo que Jesús enseño y practicó, nos devolvió otra visión de la historia: no hay más que una historia, y en ella sola se busca la verdad y la justicia o se cae en la mentira y la explotación. Jesús vivió en un momento de la historia, actuó en ella tomando partido por los sin voz, los insignificantes, los más pobres y marginados, denunció la falsedad y contradicciones de la religión establecida en Jerusalén, censuró la prepotencia y arbitrariedades del imperio romano, y ambos poderes, unidos, lo eliminaron. Jesús no fue un político, pero no fue neutral ante la política, se definió y la atacó en sus cimientos y por eso fue crucificado.
La historia es lo que es y ella es el escenario de nuestro vivir y convivir. Y en la historia del Occidente cristiano hay una larga trayectoria de opresión , despojo y dominación, hecha en nombre del cristianismo y contradiciendo las tesis básicas del Nazareno. Esa trayectoria nunca ha estado exenta de la voz auténtica de la Iglesia, de la comunidad de Jesús, que se profesa seguidora suya y le ha dado profetas, reformadores, mártires y una nube innumerable y anónima de santos.
La teología de la liberación hizo posible otra visión y otro quehacer dentro de la historia, acabó con el tabú o miedo de “politizar la fe degradándola” y ver en el clamor histórico de los pobres la voz del Dios sufriente en la historia y darles, como Jesús, a ellos los últimos, la primacía para rehacer la verdad, la justicia y la política.
Venezuela, con su revolución y su presidente Chávez, ha entendido que el seguimiento de Jesús se hace en cada momento de la historia, en la conyuntura concreta de cada pueblo, y es ahí donde hay que dar testimonio de verdad y justicia, declarando sujetos de la historia, de la vida y de la política a los que nunca lo fueron porque nos les dejaron que lo fueran.
Son apenas catorce años, pero la lucha, el cambio, el avance, la utopía –proyecto (el de la dignidad humana, de la justicia y de libertad con sus derechos inviolables) se ha visto libre y ha comenzado a caminar, correr y volar. Es el proyecto liberador, fundamentalmente de los pobres, de los que nunca durante tanto tiempo otras políticas –y hoy la cínica política neoliberal– quisieron oír ni hablar.
El escenario de la historia, de esa Venezuela hegemónica en la liberación del Tercer Mundo y de América Latina infunde temor a muchos, a los ricos, a los acomodados y bien satisfechos, a los que nunca han revisado su egoísmo acaparador, –quién sabe si legitimado con plegarias y ceremonias en los templos–, pero a los pobres los conforta y da energía para mantener su lucha y esperanza liberadoras.
“Me llamarán subversivo. Y yo les diré: lo soy. Por mi pueblo en lucha, vivo. Con mi pueblo en marcha, voy”. ¿Qué bueno, cuán edificante y digno de alabanza, si todos los cristianos y, en especial nuestros pastores, sintiéramos en el alma como el obispo Pedro Casaldáliga en estas palabras el clamor de los pobres –ellos son los vicarios de Cristo– y estuviéramos activos, honestos, militantes en una política de justicia y liberación que rechaza volver al pasado, a las cadenas del clasismo, de la esclavitud imperial y colonizadora.
En España, los grandes medios han reflejado no poco la admiración de una oposición, que busca ese retorno al pasado, donde el privilegio, el monopolio y la impunidad camparon a sus anchas y que, ahora, le lleva a prometer hacer otra política. Otra política, ciertamente, pero no liberadora ni a favor de los más pobres. Eso, su modo de ser y de hacer, imprime carácter. Y eso no se cambia sin ser de verdad seguidor de Jesús.

“Adéu espanya?” Reflexiones y artículos para continuar el debate

Oscar Mateos
La manifestación soberanista del pasado 11 de septiembre en Barcelona, ha generado, como no podía ser de otra forma, un gran debate social, político, e incluso económico. Tres reflexiones rápidas al respecto:
1.- Parece como si la masiva manifestación hubiera pillado a contrapié a muchas personas del resto del Estado. En un anterior post, previo a la manifestación, ya lo sugería, pero tengo la sensación que el desconcierto ante la masividad de la marcha en Barcelona ha sido mayor de lo esperado. Desde fuera se ha podido constatar que más que estar ante una “pataleta”, nos encontramos ante un cúmulo de agravios que podrían haber generado un punto de no retorno para mucha gente.
2.- La explicación de esta situación no puede reducirse a una explicación simple ni monocausal. Dicho de otro modo, ni toda esta situación es fruto de “la crisis económica”, como a menudo se ha señalado, ni todo tiene ver que con “la pela”. El auge del movimiento soberanista, que hoy sintoniza con el sentir de muchas personas, tiene explicaciones de calado histórico; es fruto también del famoso “café para todos” y de una “cultura de la transición” que ha resultado ser no tan exitosa como se había interpretado; es consecuencia de una falta de empatía mutua, en el que, a mí entender, el “fet català” y la cuestión lingüística son a veces banalizados y entendidos más como una cuestión folklórica que como un elemento identitario crucial para la población catalana, y, entre otras cosas, tiene que ver con una serie de agravios económicos (déficit fiscal) y políticos (los cinco años en los que se mareó el “Estatut” han convertido a un gran sector federalista en soberanistas confesos), que desde el resto del Estado “no se entienden” y que se han visto aderezados por las declaraciones de periodistas, tertualianos o políticos que han visto en la confrontación visceral (muchas veces promovida también desde Catalunya) un buen rédito de votos o de incondicionales.
3.- Es difícil adivinar los posibles escenarios tras el próximo 25 de noviembre, en unas elecciones catalanas que tendrán un claro componente plebiscitario. ¿Existe ya una hoja de ruta para llegar a la celebración de un referéndum de autodeterminación? ¿Se lograrán pactar algunos términos con el Gobierno de Madrid? ¿Cuál será la reacción de la Unión Europea? ¿Qué índice de participación y bajo qué términos podría desarrollarse dicho referéndum? Son preguntas en voz alta, que no tienen respuesta única.
Siendo consciente de que es un tema especialmente sensible, es importante establecer puentes de diálogo y de escucha entre unos y otros.
A continuación, algunos artículos escritos en las últimas semanas y que me han parecido especialmente sugerentes:
1.- “Independentismo de corazón y de conveniencia”, por Milagros Pérez Oliva, El País, 16-09-12
2.- “Catalonia and Spain”, por Joan Subirats, Open Democracy, 21-09-12
3.- “No es la pela”, por Antoni Gutiérrez-Rubí, El País, 20-09-12
4.- “Catalunya cambia de escenario”, por Josep Ramoneda, El País, 12-09-12
5.- “España pierde Catalunya, como dijo Unamuno”, por Xavier Martínez Celorrio, ElDiario.es, 13-09-12
Finalmente, es interesante el análisis del estudio demoscópico de Juan José Toharia de El País, así como el tono genial del artículo de Isaac Rosa. Soy consciente de que existen otros muchos bueno artículos sobre el tema escritos en los últimos días. Cualquier sugerencia será más que bienvenida.

Juan XXIII, el papa desconcertante

José M. Castillo, teólogo

A los 50 años de la inauguración del concilio Vaticano II, el papa al que se le ocurrió convocar aquel concilio, el papa Rocalli, nos sigue desconcertando. Entre otras razones, porque son pocos los que se imaginan hasta dónde llegó la bondad de aquel hombre. Nadie sabe, a ciencia cierta, cómo ni por qué este anciano cardenal de Venecia llegó a ser papa. Lo que se dijo en Roma, para explicar su designación, es que el conclave se había atascado y los cardenales, como solución de transición, decidieron poner en el papado a un hombre de transición, para salir del paso y buscar así una salida digna, utilizando un papa que pudiera vivir poco tiempo. Lo que no sospechaban los hombres del conclave es lo que supo formular K. Rahner: “el papa de transición Juan XXIII ha puesto en marcha la transición de la Iglesia hacia el futuro”.
Lo más probable es que habrá gente que se sonría con desdén al leer lo que acabo de decir. Porque no son pocos los que piensan que aquel papa bonachón, viejo y rechoncho, fue el hombre que puso en marcha el doloroso proceso de descomposición de la Iglesia. Y es cierto que fue Juan XXIII el papa que, con su desconcertante libertad al servicio de la bondad, desatascó la situación que el genial eclesiólogo, que fue Y. Congar, apuntó en su Diario personal: “Me impresiona constantemente el irrealismo de un sistema que tiene sus tesis y sus ritos, también sus servidores, y que canta su canción sin mirar a las cosas y a los problemas tal como son.
El sistema está satisfecho con sus propias afirmaciones y sus propias celebraciones. Todo se desarrolla en un plano diferente al de los problemas reales, en un universo completamente distinto del de los hombres”. Esto anotaba Congar el 24 de noviembre de 1954. Y ésta fue la situación que desatascó Juan XXIII. No como tendría que haberse hecho, reorganizando el papado y modificando la curia vaticana. Pero no pudo ser así, entre otras razones y por más extraño que parezca, por la incomprensible bondad de aquel papa. Pero fue precisamente aquella bondad la que abrió nuevos caminos a la Iglesia. ¿Qué quiero decir con todo esto?
Rocalli fue un hombre de una humildad tan profunda, que, dándose cuenta de que era urgente una reforma de la Iglesia, jamás quiso delimitar los detalles. Se sabe con certeza que, entre sus más allegados, le gustaba decir que él no tenía competencia universal alguna. Por eso él no quiso presidir las asambleas conciliares. Se fiaba del cuerpo episcopal. Y su desapego personal llegó hasta límites impensables. Por ejemplo, nombró como cardenales a algunos de sus más conocidos adversarios. Y puso como presidentes de las comisiones del concilio a los más destacados dirigentes de la curia. Su bondad (¿bien entendida? ¿mal entendida?) llegó a rebasar la línea roja que marca el límite de lo “razonable” y se metió de lleno en las aguas pantanosas de lo que no es fácil entender desde la lógica del “orden que marcan los poderes de este mundo”.
Esto tuvo sus consecuencias. La principal de ellas, es bien conocida: los documentos del concilio fueron el resultado de fórmulas de compromiso. Fórmulas en las que las dos partes, progresistas (centroeuropeos) y conservadores (curiales), no tuvieron más remedio que llegar a acuerdos en los que cada parte tuvo que ceder. Y a eso, se vinieron a sumar las intervenciones posteriores de Pablo VI, a veces, atormentado por sus dudas. El ejemplo más claro, fue la famosa “Nota explicativa previa”, que, en gran medida, dejó el “poder pleno, supremo y universal” en manos del papa. Con lo que se quedó sin resolver el problema principal que tenía que resolver el concilio: dónde y cómo reside el sujeto de suprema potestad en la Iglesia. Pero de esto hablaremos otro día.
Entonces, ¿qué aportó Juan XXIII con su pontificado y su concilio? Lo más decisivo para los discípulos de Jesús: que la bondad es la fuerza que cambia el mundo, que renueva la Iglesia, que nos lleva por los mismos caminos que trazó Jesús. ¿Esto no dice nada? Más aún, ¿esto fue y sigue siendo un fracaso? ¿No terminó la vida de Jesús en el más estrepitoso de los fracasos? Y, sin embargo, ¿no decimos los creyentes que ahí, en eso, está el misterio de lo que más nos humaniza y más felices nos hace? Amigos, aquí estamos tocando el fondo. Como el papa Rocallí lo tocó.