FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 10 de mayo de 2017

Pregón de las Glorias de María Santísima de Araceli (año 2017)

LOS HIJOS

CARTA A JOSÉ ANTONIO PAGOLA


Ya te he felicitado por toda tu vida. Ahora estás en los dimes y diretes a raíz del sí o no del título “honoris causa” por la facultad de Vitoria. Te lo decía. Yo creo que tienes el doctorado “vital amoris causa” a Jesús.
Pero es que no concibo un título de honor para ti. Lo que yo he descubierto y aprendido de ti y de tus libros es el mensaje de Jesus. Y ahí está “no os dejéis llamar padre, no os dejéis llamar señor”. “El más grande entre vosotros, sea vuestro servidor”. No me gusta que se concedan títulos u honores. Es más, me gustaría que en la iglesia estuviesen eliminadas todas esas condecoraciones.
Los grandes personajes pasan desapercibidos, generalmente más bien perseguidos.
Ya sé que esto no va a sonar bien, pero no me anima mucho cada vez que se declara a alguien santo, porque es el pueblo en su práctica, quien ve la realidad y admira a ciertas personas que nos estimulan a seguir a Jesús.
Ha habido distintas posturas a la hora de concederte el título o no. Es un detalle más del evangelio. Perdona si te comparo con Jesús: también andaban los jefes divididos a la hora de coronarle o de premiarle. Es algo muy humano: cada uno tenemos nuestros baremos…
Dar títulos es una forma de administrar el poder. Y de eso, cuanto menos, mejor. En medio de la poca claridad que existe (de autoridades a favor o en contra), prefiero tener un amigo que me ayudó a conocer a Jesús… y es que esa ayuda ha servido a miles de personas. La gran lección es pasar desapercibido.
Es mucho, ochenta años desayunando, comiendo y cenando con Jesús: sus hechos y dichos... Pues que sigas con Él y quede claro, que tus escritos y sobre todo tu vida, a mí me sirven.
Un gran abrazo. Y si quieres, meditamos estas cosas en torno a una meriendilla en la bodega.
Yo te concedo el título de amigo. ¿Lo aceptas?

EL EGO SE APROPIA TAMBIÉN DEL COMPROMISO (III)


Quise hacer el relato que compartía la semana anterior para alertar del riesgo que supone dejarse engañar por hermosas palabras. Detrás de ellas suele haber verdades no dichas ni reconocidas, necesidades psicológicas inconscientes que boicotearán todo camino de crecimiento y de entrega. Con lo cual, vuelvo al punto de origen: ¿qué es –y a quién puede beneficiar– un compromiso que no nace de la consciencia clara de quienes somos? No se niega la “buena voluntad” ni la “entrega” de quien lo vive, pero ¿a qué conduce? Fuera de la consciencia, no es extraño que todos los esfuerzos por mejorar el mundo no consigan sino estropearlo más. “Hasta que no trasciendas el ego –escribe John R. Price–, no podrás sino contribuir a la locura del mundo”.
El compromiso no es el criterio definitivo, por cuanto esa palabra –como cualquier otra- puede encerrar contenidos muy dispares. Tampoco la espiritualidad se libra de ese mismo carácter ambiguo. Solo una comprensión profunda e integradora capacitará y favorecerá un modo de vivir marcado por la unidad y la compasión. No en vano, el que nos dejó la sublime parábola del “juicio final” no fue un moralista –que pusiera la “obligación” del “compromiso” por encima de cualquier otra cosa-, sino un hombre sabio –genuinamente espiritual– que sabía que “el Padre y yo somos uno” y que era igualmente uno con todos los seres, razón por la cual, “lo que hicisteis a cada uno de estos, me lo hicisteis a mí”.  En efecto, cuando sé, de manera experiencial, que el otro es no-separado de mí, he encontrado la clave para vivir el compromiso.
Cuando no es así, suele ocurrir que el compromiso se convierte en otro “objeto” más que el ego se apropia, con el que se alimenta y fortalece. ¡Un ego “comprometido” es un ego que se siente muy vivo! ¿Quién no ha conocido personas que, pregonando la necesidad de compromiso y haciendo de él una referencia permanente –objeto incluso de su enseñanza–, lo estaban usando, en la práctica, para autoafirmarse, descalificar a otros –y de ese modo auparse ellos– y mantener su resistencia ante una realidad frustrante que eran incapaces de aceptar? El narcisismo –como bien reconoce el autor del texto que estoy comentando– consiste en vivir girando en torno al ego (“yo, mí, me, conmigo”). Pero sucede que el ego puede apropiarse también de la “acción” más exigente. Y no es difícil percibir cuánto narcisismo oculta una fachada –y una proclamación– de compromiso.
Por eso, solo cuando se libera de aquellas necesidades antes ocultas que lo condicionaban, el compromiso se vive con gratuidad y desapropiación. Se deja de juzgar el modo como los otros lo viven –el juicio, como la comparación y la descalificación del otro, son muestras de narcisismo– y se comprende que, también aquí, se darán tantas formas como personas. Y tal vez haya que abandonar las etiquetas mentales acerca de lo que es una “persona comprometida” para abrirse a valorar los diferentes modos de vivirlo.

EL PAPA FRANCISCO ABRE LAS PUERTAS A LA ORDENACIÓN DE CURAS CASADOS

col cejudo

A principios de marzo, el Papa Francisco, en unas declaraciones al semanal alemán “Die Zeit” declaraba que habría que analizar si los “viri probati” (hombres casados con una probada virtud) sería solución para paliar la falta de sacerdotes, especialmente en pequeñas comunidades, muchas de ellas muy aisladas, que durante todo el año apenas pueden participar de la eucaristía. Habría que ver también que funciones tendrían estos hombres casados. Reconoció que la crisis vocacional es grave y extensa.
Los viri probati es una expresión tomada de una carta de San Clemente, en el siglo I, sucesor de los apóstoles que contaba cómo ordenaban ellos a sus sucesores:
"Y así, predicando por campos y ciudades, por todas partes, designaron a las primicias (de sus trabajos), una vez hubieron sido probados por el Espíritu, para que fueran obispos y diáconos de los que creyeran”
En el Concilio Vaticano II se estuvo hablando de esta posibilidad, pero no se llegó a ningún tipo de acuerdo. Desde entonces, la crisis de vocaciones no ha hecho más que agravarse a pasos agigantados. Además, el promedio de edad de los curas en muchísimos países es muy alto (En España tengo entendido que rondaba los 65 años).
Francisco sigue empujando como puede la vieja maquinaria de las estructuras de la Iglesia. Ya empezó no hace mucho creando una comisión para tratar de reinstaurar las diaconisas. Veremos si este tímido intento se convierte en realidad y se abre las puertas a una participación plena de la mujer en todas las tareas eclesiales.
Ahora le toca el turno a los curas casados. Para muchos de nosotros llega ya muy tarde, pero es una buena iniciativa, aunque sea muy tímida también a través de la figura de los viri probati.
Y es que en la Iglesia durante los primeros 12 siglos de su existencia, los curas estaban casados y existían las diaconisas y también mujeres sacerdotes. Esta tradición la han mantenido en la Iglesia católica oriental donde siguen existiendo los curas católicos casados. ¿Por qué no va a ser posible en Occidente?
Pero Francisco uno tiene la impresión de que se encuentra bastante sólo en estas y en otras cuestiones. Los obispos no lees respaldan y apoyan como debieran.
¿Por qué no se ha escuchado la voz de nuestros obispos apoyando al Papa en estas cuestiones y en otras? Demasiado silencio sospechoso.
Ya sabemos que ni las diaconisas ni los curas casados son una solución para los gravísimos problemas que tiene la Iglesia Católica que son mucho más profundo y que no vamos a analizar aquí ahora, pero sin duda que son resquicios de apertura muy necesarios que todos los creyentes deberíamos de compartir y defenderlos como muy necesarios para la renovación de la Iglesia,  apoyando así al Papa Francisco.
En España hay entre 6.500-10.000 curas casados de un total de 19.000 lo que supone entre un 35-40% que es un porcentaje bastante significativo. Sabemos que los seminarios (que hace décadas estaban llenos) hoy están casi vacíos. Por poner sólo un ejemplo, en el de Cádiz en la década de los sesenta del siglo pasado había unos 150 seminaristas, hoy apenas habrá una decena o poco más.
Todos debemos apoyar estas posiciones de Francisco y no permitir que la oxidada estructura eclesiástica impida que esta pueda adaptarse a la nueva situación de un mundo muy secularizado, propia de la sociedad avanzada del siglo XXI.

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS SEGÚN SAN PABLO

col haya

El primer documento escrito sobre la resurrección de Jesús se lo debemos a Pablo, solamente 20 ó 30 años después de su crucifixión. El obispo episcopaliano J. S. Spong hace hincapié en este dato, porque se trata de una escueta interpretación de la resurrección, sin la escenografía de apariciones que 40 ó 50 años después presentaron los evangelistas. Y esa escenografía nos ha llevado a imaginar la resurrección como vuelta a la vida del cuerpo, mientras que Pablo interpretó la resurrección como una transformación en otra dimensión. Exponemos a continuación los textos de Pablo y un resumen de los argumentos del trabajo de Song:
Rom 1,4; que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
Rom 4,25; el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Rom 8,34;  ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Rom 14,9; Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.
1Cor, 15,3-8; Lo que os transmití fue, ante todo, lo que yo había recibido: que el Mesías murió por nuestros pecados, como lo anunciaban las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, como lo anunciaban las Escrituras; que se apareció a Pedro y más tarde a los Doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez: la mayor parte viven todavía, aunque algunos han muerto. Después se le apareció a Santiago, luego a los apóstoles todos. Por último se me apareció también a mí, como al nacido a destiempo.
1Cor, 15,15-17; Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.  Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.
· Pablo nos da las primeras referencias sobre la resurrección de Jesús, principalmente en Rom 1,4 y 1Cor 15,3-8. No conoce nada sobre signos portentosos a la muerte de Jesús ni sobre el sepulcro vacío. Para comprender lo que dice Pablo tenemos que olvidar de momento todo lo que dicen los evangelios sobre la resurrección de Jesús: discípulos de Emaús, tumba de José de Arimatea, mujeres que llevaban ungüentos a la tumba, y otras apariciones.
· Pablo concibió la resurrección según los tres modelos que encontraba en la tradición judía: Henoc “caminó con Dios y después desapareció porque Dios se lo llevó” (Gén 5,24). Moisés murió “como lo había dispuesto el Señor, y lo enterró... y hasta la fecha nadie sabe dónde está enterrado” (Dt 34,5-6) de modo que el pueblo creyó que no había muerto y estaba con el Señor. Elías fue arrebatado por un carro de fuego y transportado vivo a la presencia de Dios (2Reyes 2,11). Estos eran los modelos que tenía Pablo para comprender su experiencia de Jesús vivo a pesar de había sido crucificado y sepultado.
· La resurrección es el momento en que Dios constituye a Jesús como su Hijo, Mesías y Señor (Rom 1,3-4). Esta afirmación podría ser considerada como “adopcionista” según el concilio de Nicea.
· Según Pablo, Jesús se aparece primero a Pedro (según Juan se apareció primero a María Magdalena, según Marcos Mateo y Lucas el primer anuncio fue a un grupo de mujeres que habían seguido a Jesús). Sigue la aparición a los Doce; ahora bien, o Doce es un número simbólico, o Pablo no sabe nada de la traición de Judas, o quizás el personaje simbólico, elaborado posteriormente, sea Judas. Después a quinientos hermanos; después a Santiago, ¿el hermano del Señor? “Por último”, e igualmente,a Pablo; ¡cuya conversión sucedió entre uno o seis años después de la muerte de Jesús!
· Lucas sitúa todos los acontecimientos de Pascua, entre la resurrección y la ascensión, en 40 días. Los casi seis años de Pablo y la falta de detalles de una apariencia física -mensajes orales y contacto físico- nos indican que Pablo no entendió la resurrección como la revivificación del cuerpo físico de Jesús; esas descripciones fueron elaboradas posteriormente por las comunidades y recogidas por los evangelistas.
· Pablo solamente había experimentado que Jesús vivía y entendió que había sido constituido Señor y Mesías. La resurrección fue, más bien, la transformación en un plano diferente, a un orden de conciencia más allá de los límites del tiempo y del espacio... lo que él llamó cuerpo espiritual” 1Cor 15,44). No hubo una revivificación del cuerpo que permaneciera en la tierra durante unos días y luego fuera “elevado” a los cielos. Al morir, fue transformado; ya no es un mortal, “la muerte ya no tiene dominio sobre él” (Rom 6,9). “Esta carne y hueso no pueden heredar el reino de Dios, ni lo ya corrompido heredar la incorrupción (1Cor 15:50)
Tenemos dificultad de imaginar esta transformación porque necesitamos explicarla con los conceptos e imágenes obtenidas de este mundo material, y porque nuestro imaginario se ha nutrido con los relatos de los evangelistas que trataron de plasmar y visualizar la resurrección de Jesús. El pueblo sólo concebía una vida real en un cuerpo; un ser sin cuerpo les parecería un fantasma.
Los estudios bíblicos se concilian mejor con los estudios de la antropología actual, y nos facilitan una comprensión más actual y adulta de nuestra fe. Lo trascendente sigue siendo un misterio, pero al menos no resulta contradictorio con nuestros conocimientos científicos de lo inmanente.

IGLESIA NACIENTE, SUFRIENTE, CREYENTE

col sicre

Como indiqué el domingo pasado, las tres lecturas de los domingos de Pascua nos hablan de los orígenes de la Iglesia, de las persecuciones de la Iglesia, y de nuestra relación con Jesús.
Iglesia naciente
La primera lectura nos cuenta la institución de los diáconos y el aumento progresivo de la comunidad, subrayando el hecho de que se uniesen a ella incluso sacerdotes.
La comunidad de Jerusalén estaba formada por judíos de lengua hebrea y judíos de lengua griega (probablemente originarios de países extranjeros, la Diáspora). Los problemas lingüísticos, tan típicos de nuestra época, se daban ya entonces. Los de lengua hebrea se consideraban superiores, los auténticos. Y eso repercute en la atención a las viudas. Lucas, que en otros pasajes del libro de los Hechos subraya tanto el amor mutuo y la igualdad, no puede ocultar en este caso que, desde el principio, se dieron problemas en la comunidad cristiana por motivos económicos.
Los diáconos son siete, número simbólico, de plenitud. Aunque parecen elegidos para una misión puramente material, permitiendo a los apóstoles dedicarse al apostolado y la oración, en realidad, los dos primeros, Esteban y Felipe, desempeñaron también una intensa labor apostólica. Esteban será, además, el primer mártir cristiano.
Iglesia sufriente
La primera carta de Pedro recuerda las numerosas persecuciones y dificultades que atravesó la primitiva iglesia. Lo vimos el domingo pasado y lo veremos en los siguientes. Pero este domingo, aunque se menciona a quienes rechazan a Jesús y el evangelio, la fuerza recae en recordar a cristianos difamados e insultados la enorme dignidad que Dios les ha concedido: «Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa».
Iglesia creyente
El evangelio nos sitúa en la última cena, cuando Jesús se despide de sus discípulos. Sabe el miedo que puede embargarles a quedar solos. Y los anima a no temblar, insistiéndoles en que volverán a encontrarse y estarán definitivamente juntos.
Aparece en este texto una de las mejores definiciones de Jesús, de las más adecuadas para presentar su persona: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»
Camino para llegar al Padre (el evangelio parece sugerir que para llegar a Dios hay muchos caminos, pero para llegar a Dios como Padre el único camino es Jesús).
Verdad en medio de las dudas y frente al escepticismo que mostrará poco más tarde Pilato preguntando: «¿Qué es la verdad?»
Vida que todos anhelamos que no termine nunca, la vida eterna, que empieza ya en este mundo y que consiste «en que te conozcan a ti, único dios verdadero, y a quien enviaste, Jesucristo».
Como ocurre siempre en el cuarto evangelio, el texto supone también un reto para la fe. Nos invita a creer en Jesús como se cree en Dios; a creer que, quien lo ve a él, ve al Padre; quien lo conoce a él, conoce al Padre; que él está en el Padre y el Padre en él. Y al final, el mayor desafío: creer que nosotros, si creemos en Jesús, haremos obras más grandes que las que él hizo. Parece imposible. El padre del niño epiléptico habría dicho: «Creo, Señor, pero me falta mucho. Compensa tú a lo que en mí hay de incrédulo».

El que calla, otorga

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Ya traté el tema que voy a exponer hoy, o uno muy parecido, en la entrada “Los pastores no pueden abandonar, ni dejar pisotear, sin poner el grito en el cielo, a los más pobres y afligidos”, del 13/04/17, al que me remito como referencia. En él hacía una pequeña paráfrasis del tema de los pastores de Israel, de su estrecho compromiso con sus ovejas, los israelitas, y el respeto y obediencia que, en general, sobre todo cuando las cosas iban bien, los fieles judíos tenían y profesaban a sus profetas. También recordaba las tremendas andanadas, los terribles vituperios que el profeta Ezequiel profirió contra pastores que cuidaban de si mismos, que esquilmaban a sus ovejas, y que no sufrían ni la vergüenza, ni el dolor, de verlas atropelladas y exprimidas por gobernantes sin escrúpulos, pero, eso sí, con mucha codicia y desvergüenza.

El tema de este artículo es mi extrañeza, y del de mis fieles, un pequeño grupo de ellos, que con frecuencia, y con libertad, pero con respeto y estilo nada ofensivo, tratamos de temas actuales, de contenido socio-político, y tanto ellos como yo estamos ingratamente sorprendidos del ruidoso silencia con el que nuestros pastores, los obispos, como colectivo, es decir, la Conferencia Episcopal Española, (CEE), están contemplando, impertérritos, quietos como estatuas, la tremebunda, ¡esta sí!, alarma social que el comportamiento de muchos miembros del partido en el Gobierno, el PP, en puestos de gran responsabilidad en la estructura del Gobierno central, o de las comunidades autonómicas, de fiscales en puestos señalados, como de la Audiencia nacional o de la fiscalía Anticorrupción, se están saltando todas las líneas que demarcan la esencial división de poderes, es decir, están poniendo en serio peligro nuestra Democracia, todavía incipiente y vacilante.
Si a eso sumamos el quebranto patrimonial sufrido en las arcas públicas, por los escándalos de corrupción de los que nos estamos enterando, con el último e inimaginable que ha supuesto un proceso de impureza y contaminación de las otrora puras y cristalinas aguas del Lozoya, servidas con diligencia y seriedad por el Canal de Isabel II, y todo ello , en un tiempo en que muchos de nuestros conciudadanos han sufrido las agruras de una crisis que, por lo visto, a los señores listos y avispados, les ha servido para enriquecerse mientras el pueblo se empobrecía, la alarma social, el estupor, la vergüenza y la indignación, están servidos. Está muy bien hablar de pastoral, pero no es sano ni provechoso hacerlo tanto en el más puro sentido simbólico. Y es de agradecer que haya llegado Francisco para afirmar que es bueno, por lógico y elemental, que los pastores de la Iglesia olamos a oveja. Y que, en caso de apuro y emergencia, luchemos contra el lobo, o los lobos. Pienso que ésta es una de las tareas y encomiendas más claras y meridianas que un pastor de la Iglesia debe de cumplir con sus fieles-ovejas; y nunca, de ninguna manea, dejarlas a la intemperie, o al alcance de lobos feroces y sanguinarios.
Dicen que las comparaciones son odiosas. Siempre he entendido que lo son para el que pierde en ellas de manera clara e indiscutible. En este caso, sospecho que los que pierden son los miembros de la CEE, nuestros obispos. Hagamos la comparativa, que se puede comprobar en cualquier somera lectura de periódicos y medios nada sospechosos de radicalidad:
En la época caótica de las últimas semanas previas a la elecciones norteamericanas, y en las primeras después de la victoria de Donald Trump la Conferencia Episcopal norteamericana recordó, en pronunciamiento oficial y público al electo presidente, que algunas de sus promesas electorales ponían en riesgo las propias esencias democráticas americanas, y que no era preciso apelar al sentimiento mayoritariamente cristiano de la sociedad norteamericana, y del propio presidente electo. Afirmó su preocupación por la suerte de tantos hermanos mejicanos con fuertes raíces en los EE. UU., como en la prohibición indiferenciada de permitir la inmigración de los naturales de diversos países, además de que esta medida podría ir en contra de derechos internacionales proclamados por la ONU. Es decir, los prelados norteamericanos católicos se preocuparon, como pastores diligentes y responsables, por sus actuales y sus posibles ovejas futuras.
Los obispos argentinos, y los brasileños, han expresado en documentos claros y precisos, valientes y preocupados, la injusticia en que viven muchos de sus conciudadanos de ambos lados del río Paraná. Y el episcopado brasileño, la CNBB, (Conferencia Nacional de los obispos de Brasil) han expresado con fuerza, y han denunciado que además de que la corrupción económica de anteriores gobiernos ha continuado, el actual está llevando a cabo un proceso de desmantelamiento de los derechos y libertades que el pueblo brasileño había ido adquiriendo, a duras penas, y despacio. Esta situación, del pueblo de Brasil y de su Gobierno, es sorprendentemente parecida con la que los últimos desmanes en nuestra España dolorida están sucediendo.
Y observando nuestros países europeos, vecinos y veteranos en democracia, como Francia, Holanda, o Alemania, sus correspondientes Conferencia Episcopales se han pronunciado. alertando a los Gobiernos de esos países de la importancia de mantener la justicia distributiva, -en Alemania, aconsejando a Angela Merkel que no mirara a otro lado ante las desigualdades sociales en el país, verdaderamente insignificantes (si comparadas con las nuestras. Y, en Francia, los obispos de la país tan laico, en documento oficial y oportuno, alertaron a sus fieles católicos que votaran en defensa de los valores democráticos y republicanos de la sociedad francesa.)
La pregunta es: ¿Existen, o no, en nuestro país, en España, motivos sólidos, yo diría que hasta urgentes, para que la Conferencia Episcopal Española se preocupase de defender y proteger a sus fieles más desvalidos, a sus ovejas más abandonadas, y denunciar los asaltos no solo a las arcas públicas, sino a la dignidad, credibilidad, y mantenimiento de una Democracia justa y sana? Porque al que calla, ante las tremendas irregularidades, injusticias y ataques al funcionamiento normal, ajustado a la ley, y concorde con la constitución, al que así se comporta, cuando tiene una responsabilidad objetiva de denunciar la injusticia y los desmanes que se vuelven siempre contra los más desfavorecidos y frágiles de los ciudadanos, que debería ser la primera preocupación de los pastores. al que así se comporta bien se le puede aplicar el refrán: EL QUE CALLA, OTORGA.

Nos sale carísimo mantener a los ricos

Luis I. Prádanos


(elsalmoncontracorriente, attacmadrid,4-5-2017)
El sistema legal, económico, político y cultural dominante que sufrimos promueve los comportamientos egoístas y predatorios. Se admira a quienes con más eficacia y de manera no recíproca vampirizan y acaparan la riqueza generada por ecosistemas o el trabajo de comunidades humanas. En un planeta finito y ecológicamente degradado, la acumulación de riqueza de unas personas es siempre a costa de la desposesión de otras.


Una sociedad sostenible y saludable debería, en cambio, dotarse de mecanismos que penalicen el abuso de lo común e incentiven aquellos comportamientos que mejoren la vida de toda la comunidad y regeneren el medio ambiente del que depende todo ser vivo (humano y no humano). Hasta que no comprendamos que la prosperidad, la seguridad y la felicidad solo se consiguen mediante colaboración, confianza y reciprocidad seguiremos atribuyendo la causa de la enfermedad a sus síntomas. Pensaremos, erróneamente, que las víctimas de un sistema perverso—y no el sistema en sí que funciona aplastando a cada vez más personas en beneficio de unos pocos privilegiados—son nuestro problema.
No conviene confundirse de enemigo: lo que resulta socialmente corrosivo y peligroso es la desigualdad y la asimetría de poder, no sus víctimas (las personas más vulnerables). Los que se apropian del bien común son los ricos y poderosos, no los pobres e inmigrantes. Solo hay que recordar que un puñado de personas que caben en un bar pequeño de barrio acaparan más riqueza que el 50% de la población mundial o que el 1% de los humanos dispone de tanta riqueza como el 99% restante. Con estas cifras en mente, nadie puede argumentar que a la sociedad le sale caro mantener a las personas en riesgo de exclusión social sin que suene a distorsión malintencionada de la realidad.
El dinero público y la riqueza generada por las personas trabajadoras no está subvencionando a los pobres, sino a los ricos. Los ricos se subvencionan devorando lo público y lo común (lo generado por la sociedad y por los ecosistemas) y reproducen su capital sin necesidad de trabajar (intereses, rentas, herencias, especulación). El trabajo y la riqueza, en cambio, lo crea la sociedad, no las macro-corporaciones o la adicción estructural al crecimiento económico (mucho menos la especulación financiera); dichos actores, de hecho, generan dinámicas que precarizan o destruyen tanto el empleo de calidad como el medioambiente del que depende todo ser vivo que habite nuestro planeta (incluidos los seres humanos millonarios).
Las personas vulnerables no quitan el trabajo a nadie. Realmente, además de la creciente automatización que sustituye al trabajo humano, es la dinámica del capitalismo neoliberal la que condiciona que no florezcan empleos de calidad necesarios para la reproducción y el mantenimiento de una vida humana próspera (en agroecología, diseño sostenible y biomímesis, economía ecológica, construcción de casas pasivas, energías renovables, ecología urbana y un largo etcétera).
En lugar de dar más poder a las corporaciones y a los dueños del capital (la falacia de que desregulando y privatizando lo público y facilitando la vida a las macro-corporaciones se crea empleo) deberíamos, por el contrario, tasar intensamente los bienes inmuebles y el capital a partir de cierto umbral (pues se trata de la riqueza que se reproduce rápidamente no solo sin necesidad de contribuir al bien común, sino acaparándolo y destruyéndolo), no el trabajo (la contribución, monetarizada o no, al bien común y la sostenibilidad socioeconómica) para, de este modo, reducir la desigualdad y subvencionar con lo recaudado una disminución general de las horas semanales de trabajo con salarios mínimos más altos para acabar con el desempleo, el estrés y la explotación laboral y medioambiental.
Ahora bien, la deliberación sobre qué trabajos son necesarios para la reproducción social y cuáles son social y ecológicamente indeseables debería ser decidido por la sociedad en su conjunto, no por la dinámica, facilitada por el poder estatal, de crecimiento económico a toda costa o por las corporaciones transnacionales cuyo objetivo no coincide, en la mayoría de los casos, con el bien común.
Obviamente, si se generasen debates abiertos entre el conjunto de los habitantes de una ciudad para decidir qué empleos hay que fomentar y cómo diseñar el espacio urbano, muy poca gente defendería la necesidad de endeudar masivamente a la ciudad y buscar inversiones extranjeras millonarias para construir autopistas o aeropuertos innecesarios y obras faraónicas disfuncionales que dejan infraestructuras monstruosas carísimas de mantener, deudas eternas, corrupción urbanística y degradación ambiental (estadios olímpicos, macro-casinos, expos, rascacielos). Estos proyectos siempre subvencionan, con dinero público, una dinámica de acumulación que beneficia a los que ya son ricos y generan un espacio urbano deplorable para los demás.
La mayoría de vecinas y vecinos preferirían, sin duda, espacios públicos a escala humana para el disfrute común y cotidiano, mucho más asequibles y fáciles de mantener, y que mejoren la calidad del aire y el agua, reduzcan el ruido y el estrés, favorezcan las relaciones sociales, y no dejen una mella en las arcas públicas: parques, huertos urbanos, zonas verdes y peatonales, bibliotecas y centros sociales, etc. Espacios donde la comunidad pueda encontrarse, sin necesidad de gastar y consumir, para jugar, enamorarse, charlar, hacer ejercicio o aprender y enseñar taichí, yoga, permacultura, carpintería, reparación de electrodomésticos, etc. ¿Cuántos niños y ancianos necesitan o van a usar un estadio olímpico que cuesta millones? ¿De qué manera va a mejorar dicha construcción el día a día de la ciudad para las personas de a pie? Un parque agradable es mucho mejor para la vida cotidiana, la salud y el bienestar, cuesta muy poco si se planea bien, es positivo para el medio ambiente y cohesiona la comunidad.
No nos podemos permitir a los ricos alimentando sus excentricidades, megalomanías y porfolios financieros a costa del bienestar social y ecológico. Que no nos engañen, los que sufren las consecuencias más dolorosas de este sistema perverso no son la causa del problema, sino sus víctimas. Equivocarnos al identificar las causas de nuestro malestar tiene el contraproducente efecto de enfrentar a los oprimidos y, en consecuencia, fortalecer al opresor. Centrarnos en las causas de los problemas, y no solo en sus síntomas, es el primer paso para intentar crear un sistema socialmente deseable, económicamente estable y ecológicamente viable

La conferencia episcopal ante la convocatoria de una asamblea constituyente


Óscar Fortín

El 1ero de mayo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, firmo el decreto por el cual llama a la convocaría de una Asamblea nacional constituyente como salida a una situación nacional en que la oposición oficial se niega en participar a una mesa de dialogo con el gobierno. El actuar de esta oposición va mas hacia un cambio de régimen político por la vía violenta de un golpe de estado que por la vía política y constitucional. La Asamblea nacional constituyente se presenta como el poder supremo del pueblo capaz de resolver los problemas y asegurar la paz.··· Ver noticia ···

Santiago Agrelo: “ Si no hay futuro para los pobres en la Iglesia, tampoco lo habrá para una Iglesia sin pobres”


Gonzalo Díez


AgreloMIRADA CON LUPA
Aunque no significa que deje su misión, lo cierto es que el próximo mes de junio, usted presentará su renuncia al Papa por cumplir los 75 años. ¿Cómo afronta este episodio en su vida?
Dios se ha ocupado siempre de mí, y Él no cumple años, no presenta renuncias, ni deja de ser madre, y yo me voy haciendo cada vez más pequeño, más necesitado y más confiado.
Si vine a Tánger sin temor y con paz en el corazón, sin temor y en paz vuelvo con mis hermanos a la Provincia Franciscana de Santiago, y me ilusiona pensar que, con ellos, todavía podré continuar trabajando por el reino de Dios. ··· Ver noticia ···

Francia. Ganó el centro derecha, perdió la extrema derecha xenofóbica… Seria advertencia del descontento

Sergio Ferrari


Altísima abstención
Récord histórico de votos nulos y en blanco
Las legislativas de junio en la mira
Sin sorpresas con respecto a las encuestas previas, el candidato la derecha liberal pro-europea Emmanuel Macron ganó la segunda vuelta y se coronó presidente de Francia. Por algo más más del 65%* derrotó este domingo 7 de mayo a la extrema derecha antieuropea y xenófoba de Marine Le Pen, que sin embargo con cerca de un 34% del electorado obtiene un resultado histórico para esta fuerza en una segunda vuelta.


Dato significativo de este primer domingo de mayo, más de un 25 % de abstención. Y 12 % votos en blanco y nulos, porcentaje nunca antes visto en la historia del país. Votos de descontento, que se pueden asociar mayoritariamente a sectores de la izquierda que en la primera vuelta apoyaron al candidato progresista Jean-Luc Mélenchon de Francia Insumisa, quien entonces con casi el 20% marcó un récord histórico.
A los 39 años, Emmanuel Macron – ex cuadro del Banco Rothschild y ex militante socialista-, era prácticamente desconocido hasta hace apenas tres años y consigue un éxito particular en toda la historia francesa. Nunca antes había ocupado un cargo electivo -su principal responsabilidad hasta ahora fue la de Ministro de Economía de Hollande por dos años a partir de agosto del 2014. Macron es el más joven entre los 25 presidentes de la República francesa y es elegido en su primera tentativa como François Hollande, Nicolas Sarkozy e incluso el centrista Valéry Giscard d’Estaing.
La recomposición electoral del hexágono, sin embargo, no ha dicho su última palabra. En apenas un mes, los domingos 11 y 18 de junio, el electorado deberá concurrir nuevamente a las urnas para las legislativas, momento que será clave para definir la verdadera cara política que tendrá Francia en sus próximos cinco años.
Con la implosión de los partidos tradicionales, sea el socialista como el republicano, eliminados en la contienda en la primera vuelta del 23 de abril, las grandes interrogantes se dirigen a junio.
¿Podrá Macron constituir una fuerza parlamentaria propia acorde con la contundente victoria de este domingo y convertirse en mayoría? ¿Resucitarán a nivel parlamentario los socialistas y republicanos o se acentuará su caída y fragmentación? ¿Logrará el Frente Nacional de Marine Le Pen constituir un grupo parlamentario correspondiente al porcentaje de este 35 % obtenido en esta segunda vuelta de las votaciones presidenciales? Y, en particular, ¿en qué medida los sectores progresistas ligados en torno a la Francia Insumisa que obtuvieron casi el 20 % del electorado en el primer turno lograrán expresar ese potencial a nivel legislativo?
Con un programa electoral ambiguo– ni de izquierda ni de derecha, según las circunstancias-, con un discurso volátil de refundación de la vida pública, en un país fracturado y polarizado, los desafíos de Macron son enormes. Y van desde el combate contra el terrorismo que identifica a Francia como uno de sus principales enemigos europeos, hasta insuflarle energías a una unión continental cuestionada en su propia esencia, especialmente a partir de la decisión inglesa al Brexit.
La crisis social de Francia, sin duda, aparece, sin embargo, como el desafío mayor de En Marcha al Gobierno. Con un desempleo mayor al 10% de su población económicamente activa – mucho mayor que el 3.9% de Alemania y al 8% como media europea- esta cifra se vuelve un mal endémico.
Y será en este terreno y en sus promesas de reducción del déficit fiscal (al 3% del PIB en 2017 y a 0.5% del PB para 2022) donde la gestión Macron será juzgada ya a partir de que finalicen los 100 días de gracia que la opinión pública suele acordarle a las nuevas administraciones.
Desafíos mayores en un país done las elecciones de este domingo 7 de mayo, aunque con resultados aparentemente contundentes, dejan abiertas preguntas de fondo sobre una decisión política estratégica que podría revelarse como frágil. Al decir del periódico independiente suizo Le Courier, el electorado francés tuvo que elegir este domingo por el mal menor. Entre “la peste neoliberal de Macron y la cólera de la derecha extrema”.
A partir de las próximas horas -una vez pasada le euforia de la auto-definida como *gran victoria republicana*- se irán perfilando las verdaderas facetas del futuro político galo. Un telón electoral que caerá muy pronto con las legislativas de junio y, entonces, la vida cotidiana del realismo francés que comenzará a decir su última palabra de frustraciones acumuladas y desencantos sociales profundos.
Nota: 4 horas luego de cerradas las urnas, a las 22 horas de Europa, los resultados indicaban 65.8% a 34.2%