FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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ATALAYA OCTUBRE DE 2024

SESIÓN DEL REPARTO DE PREMIOS

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miércoles, 16 de octubre de 2024

¿Cuál de los dos gobiernos es más genocida? -- Hedelberto López Blanch


 Rebelión

Hay un adagio en español que dice: “tan culpable el quien hace el mal como el cómplice”, el que se adapta perfectamente al genocidio que comete desde hace un año Israel contra poblaciones civiles de Palestina y del Líbano con el abrumador apoyo económico, militar y político de Estados Unidos. Ver noticia

Estados Unidos pone las armas e Israel aprieta el gatillo

 


Nuevatribuna


Las acciones violentas e ilegales que Israel ha venido realizando contra el pueblo palestino durante décadas alcanzaron un nivel nunca visto al dar respuesta al ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre del año pasado. Desde entonces, se viene comportando, en palabras del Alto Comisionado de la Unión Europea, José Borrell, «como un grupo terrorista» y comete un genocidio continuado al que ninguna potencia occidental parece desear ponerle freno. Basta ver la timidez de sus respuestas y la doble moral que aplican en relación con la invasión rusa de Ucrania.  VER NOTICIA

La primera lectura de las misas es un fraude -- PagèsFerret,escriptors

 


Redes Cristianas

La primera lectura de cada misa, en la forma organizativa actualmente existente, es un fraude, de cara al público, y, al mismo tiempo, una grave deformación de cara a Dios y sus anhelos de justicia.
Lo explicamos:
Estas primeras lecturas se presentan (según el libro “La paraula celebrada”, de Núria Calduch), en una serie de tres años, una cada domingo o fiesta importante.

Son 63 el primer año, 67 el segundo y 66 el tercero, en un triduo modelo, y probablemente en un triduo siguiente puede haber una pequeña variación. Total: 196 fiestas, otras tantas misas e igual número de primeras lecturas. Hablamos, pues, de 196 primeras lecturas, en el conjunto de cada tres años.

¿De qué libros bíblicos salen, estas 196 lecturas? En el modelo presentado por Núria Calduch, 96 son textos sacados de libros de “profetas”, 61 lo son de libros que nosotros denominamos “míticos”, porque son dichos y hechos que nunca se produjeron, sino que se imaginaron, sobre todo en el caso de los libros elaborados por los consejeros o escritores invitados por el rey Josías (641-609 aC). Denominados “Pentateuc” (cinco libros).

Advertimos, sin embargo, que, por simplicidad, hemos asimilado a profetas algunos autores de muy pocas lecturas que se pueden comparar, tales como Jesús hijo de Sira, Samuel y algún otro. Así mismo también hemos asimilado al grupo de textos míticos las referencias del libro denominado Sabiduría. El motivo es que, a pesar de la fama que se ha dado a este autor, creemos que es de poca categoría, porque describe un tipo de sociedad donde no se tienen en cuenta los pobres, por lo tanto una sociedad inexistente, mítica.

El tercer grupo de lecturas en número es el del libro llamado “Hechos de los apóstoles”, que aporta 24, 8 textos cada año, y que se leen durante las fiestas de Navidad y siguientes.

¿Por qué nos tienen que distraer con 61 textos míticos e invitar a sacar
razonamientos, propósitos, etc., de un conjunto de mentiras, que, además, nos las presentan como si todavía fueran verdades? Pero esto todavía sería el problema pequeño. El problema gordo es que, en 96 semanas, nos ofrecen «textos de profetas» que, en general, están lejos de lo que tendría que ser un texto profético: una advertencia clara y dura de Yahvé sobre aspectos clave de la vida humana.

Y aquí podríamos acabar si hiciéramos una descripción “muy general” de las primeras lecturas, pero tenemos que tener en cuenta las “minorías”:
5 textos son de los libros Levítico o Deuteronomio, es decir, los dos libros legislativos, 3 lecturas son del libro de los Proverbios, 1 del libro de los Macabeos, 1 del libro Cohélet (que antiguamente se titulaba Eclesiastés), y….

Para el final guardamos lo más penetrante: de textos proféticos de verdad, que condenen las injusticias sociales, que expresen la pasión divina “por el derecho y la justicia”, como decían nuestros profetas, solo se leen 5:
3 del profeta Amós, 1 del profeta Jeremías (que sí tiene más, pero no de este estilo), y 1 del profeta Miqueas. (Estas 5 lecturas no se han contado en la serie general de profetas.) A Miqueas, un muy buen profeta, que tiene un libro muy corto diciendo cosas fuertes, los burócratas que compusieron esta desgraciada lista de textos, solo le dejan decir UN texto cada tres años, y siempre el mismo.

Ante este panorama, tan contrario a los deseos divinos (según nuestros profetas), nosotros creemos que, a partir de ahora, no debemos dar ninguna importancia a la primera lectura de las misas, hasta que la lista sea bien reformada. Creemos que esta tiene una finalidad principal: esconder las ansias divinas de justicia social.

Los que se fueron y no echaron -- José Carlos Enríquez Díaz


 articulosincensura

Podríamos sin ningún dogmatismo definir la secta como aquel grupo humano en el que se dan todas y cada una (no sólo algunas) de las siguientes características: organización piramidal, sumisión incondicional al dirigente, sea éste personal o colectivo, anulación de la crítica interna, persecución de objetivos políticos y/o económicos enmascarados bajo una ideología de tipo espiritual, sea religiosa o filosófica; instrumentación de los adeptos para fines propios de la secta; ausencia de control o fiscalización de la secta por cuenta de otro poder religioso o filosófico Ver noticia 

Santa Teresa de Jesús: inquieta, andariega, desobediente -- Olga Consuelo Vélez Caro

 


Atrio

Muy distinto sería el sínodo con ella
El 15 de octubre se celebra la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Su vida y su obra mantienen actualidad porque ella fue una mujer que supo vivir en “su tiempo” y “adelantada a este”. Vivió en su tiempo y afrontó las circunstancias que su momento le deparaban, con naturalidad, confianza, intrepidez. Pero también vivió adelantada a su tiempo porque rompió moldes y estereotipos de su época, ganándose así enemigos y contradictores. Ver noticia 

Las injusticias de Rafael Zornoza no preocupan al Papa Francisco ni a los jerarcas -- José Carlos Enríquez Díaz

 


articulosincensura

La percepción de una «dictadura» dentro de la Iglesia refleja las tensiones entre la autoridad eclesiástica y las demandas de mayor libertad, participación y justicia. Mientras que la estructura jerárquica de la Iglesia se ha mantenido en gran medida inalterada a lo largo de los siglos, los cambios en la sociedad moderna han hecho que muchos católicos y observadores externos cuestionen si esta estructura es compatible con los valores de igualdad y libertad que predica el Evangelio. Ver noticia

Días de intensa lluvia y los sin techo durmiendo en la calle. ¿No puede hacer más la Iglesia de Cádiz para aliviar este gran problema? -- Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares


 El Blog de Juan Cejudo

Siempre lo he dicho y lo reitero: la obligación de atender a las personas que duermen en la calle es de los responsables públicos, más concretamente del Ayuntamiento.
Hace tan sólo 3 días nos concentrábamos en las Puertas de Tierra, convocados por la APDHA, para rendir homenaje a David G.M, fallecido en los fosos de Puertas de Tierra el pasado 7 de octubre.Ver noticia

APRENDED DE MÍ A ACOMPAÑAR


col martell

 

A través de estas notas quiero proponer el episodio conocido como «Los discípulos de Emaús» imaginándolo como una sesión de acompañamiento en la que Jesús es el acompañante y los discípulos los acompañados.

En varios aspectos no lo es, ya que el evangelista Lucas no lo ha escrito con ese propósito. En cambio, Jesús lleva a cabo una relación de acompañamiento que, a través de las tres etapas, permitirá a los dos discípulos alcanzar su meta; por eso, también podemos llamarlo «perfecto». Aquí trataré de destacar tanto los momentos en los que Jesús no actuó como acompañante como aquellos en los que sí lo hizo. 

«Y he aquí que aquel mismo día dos de ellos se dirigían a una aldea situada a unos once kilómetros de Jerusalén, llamada Emaús, y conversaban sobre todo lo que había sucedido. Mientras hablaban y discutían juntos, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero sus ojos eran incapaces de reconocerle».

Estos dos discípulos de Jesús, de los que sólo conocemos el nombre de uno de ellos, Cleofás, se alejan de Jerusalén, donde su maestro fue crucificado. Según los exegetas, esta partida se hace con el cuerpo y con el corazón: es demasiado doloroso lo que han presenciado. Viven un momento de gran tristeza: «se detuvieron con el rostro triste», de cólera: «hablaban y discutían», probablemente acusándose mutuamente de la responsabilidad de no haber estado cerca del maestro, de no haber podido defenderlo, y del miedo a ser también detenidos y asesinados por los romanos.

 «Jesús mismo se acercó y caminó con ellos».

 Jesús, como buen acompañante, opta por caminar al paso de los dos discípulos, por dejar el espacio necesario para que la relación se abra, se oriente y madure con el tiempo. De inmediato surgen dos actitudes de las más importantes actitudes que tiene el acompañamiento: acogida y alianza.  

Jesús no tiene prisa por sacar conclusiones, por llegar a una solución, ni por convencer a los discípulos de que vuelvan a Jerusalén para anunciarles que ha resucitado. Camina con ellos sin juzgar su decisión de ir a Emaús. El «caminar con» contempla un clima de confianza y alianza en el que la aceptación del otro es incondicional «sin peros». Por tanto, tenemos una posición relacional simétrica en la que yo estoy bien y tú estás bien.

Fase exploratoria

Y les dijo: «¿Qué es esta conversación que hacéis entre vosotros por el camino?». Se detuvieron, con el rostro triste; y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo: «¿Eres tú solo tan forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí en estos días?». Él preguntó: «¿Qué?». Ellos le respondieron: «Todo lo referente a Jesús de Nazaret, que fue un poderoso profeta de obra y de palabra, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte y luego lo crucificaron».

Aquí entramos en la primera fase del acompañamiento: la fase exploratoria.

Jesús escucha (otra actitud fundamental del acompañamiento) la situación vivida por los dos acompañados. Cleofás es invitado a decir el desaliento y la irritación relacionados con la muerte del maestro, es decir, a explicitar el bagaje de experiencias que da un cierto tono emocional al diálogo con el misterioso caminante, que parece tener la única culpa de no haber participado en la misma experiencia nostálgica de los interlocutores: «Sólo tú eres tan extraño...».

Jesús escucha activamente, interesado en la historia. No interrumpe. Podría haber cortado el discurso diciendo: «¡Sí, sé lo que estáis pensando, sé lo que queréis contarme!», o: «¿¡De verdad queréis contarme lo que le pasó a Jesús de Nazaret?». En cambio, les escucha e incluso les interroga para que hablen, para que digan hasta el fondo de su corazón lo que les preocupa. Jesús se pone en la posición socrática del «sé que no sé» y hace una pregunta justa, es decir, que no pretende indagar en el mundo del otro, sólo quiere decirle y darle su disposición a escuchar si quiere ir más allá, abrirse más.

A través de la pregunta: «¿Qué?» Jesús activa así un proceso de toma de conciencia y de reflexión por parte de los discípulos.

 A diferencia de una narración realizada en una sesión de acompañamiento -en la que el protagonista de la historia debe ser el acompañante y el acompañado-, aquí el foco se centra en «Todo lo que hace referencia a Jesús Nazareno». Este es un elemento importante. De hecho, se trata de una narración fenoménica (en la que se relatan acontecimientos y personas: quién era Jesús, qué le hicieron los sumos sacerdotes, qué dijeron las mujeres), estructurada y emotiva (está la «emoción» y el «shock» de los discípulos). El aspecto personal está oculto aunque quizá presente implícitamente.

«Esperábamos que fuera él quien liberara a Israel; con todo, han pasado tres días desde que sucedieron estas cosas».

 Hasta ahora, en la narración de los discípulos se escucha lo que se podrías llamar el presente percibido (que no termina aquí).En este versículo, sin embargo, emerge el futuro deseado: «Esperábamos que fuera él quien librara a Israel».  En el fondo, es el tema del acompañamiento. Si se quisiera forzar un poco esta narración, se podría imaginar que el objetivo de la sesión (explícitamente no enunciado) puede entenderse en el verso siguiente, en el que Cleofás y su compañero concluyen su narración:

«Pero unas mujeres nuestras nos han escandalizado; fueron al sepulcro por la mañana y no encontraron su cuerpo, y vinieron y nos dijeron que también ellas habían tenido una visión de ángeles, que afirmaban que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron».

Si Jesús hubiera preguntado en este punto: «De todo lo que me habéis dicho, ¿qué es lo que más os interesa en la práctica?», los discípulos habrían respondido con toda probabilidad: «Saber si lo que han dicho las mujeres es verdad. Saber si Jesús está vivo, y si no lo está -como sería razonable pensar- dónde han puesto el cadáver, puesto que ya no se puede encontrar». Y Jesús podría haber continuado: «Pero durante este tramo de camino que hemos recorrido juntos (tiempo de acompañamiento) ¿cómo puedo ayudaros a verificar si Jesús está vivo?» Este objetivo del tiempo de acompañamiento también sería fácilmente explicitable en cuanto es:

· Específico: Tener elementos que poner en marcha para saber qué pasó con el cuerpo de Jesús;

· Mensurable: Jesús podría preguntar cuántos criterios creen que son suficientes para alcanzar su objetivo;

· Actuable: Pensar qué pruebas buscar para responder a su pregunta;

· Relevante: Si se cumple el objetivo de la sesión, puede que tengan las herramientas para encontrar a Jesús. Si resulta que las mujeres tenían razón, que ha resucitado de verdad, la vida de los discípulos cambiaría radicalmente. Sería mucho más que el que «esperaban que fuera el que liberara a Israel» (pero también mucho menos... ¡ya que no lo hizo!).

· Temporal: el tiempo que se tarda en llegar a Emaús.

Fase de elaboración

«Y les dijo: ‘¡Necios y tardos de corazón para creer en la palabra de los profetas! ¿No era necesario que el Cristo soportara estos sufrimientos para entrar en su gloria?». Y empezando por Moisés y todos los profetas, les explicó en todas las Escrituras lo que se refería a él’».

Hasta ahora, Jesús ha permanecido en silencio (otra cualidad importante para un acompañante), pero ahora es el momento de pasar a la fase de procesamiento, en la que el acompañante ayuda al acompañado a dar pasos, a activar una movilidad hacia el objetivo del itinerario. 

Al principio, Jesús no actúa como un buen acompañante: reprender al acompañado («¡Necios y tardos de corazón para creer en la palabra de los profetas!») no es la mejor práctica en un acompañamiento. Si Jesús hubiera dicho de manera más impersonal: 'He oído que en las Sagradas Escrituras parece mencionarse a un personaje muy parecido a este Jesús del que me habéis hablado', habría insertado un importante elemento de reflexión para los discípulos, indirectamente y sin humillarlos. 

«Cuando estaban cerca de la aldea a la que se dirigían, hizo como si tuviera que alejarse. Pero ellos insistieron: ‘Quédate con nosotros porque está atardeciendo y el día ya declina’. Entró para quedarse con ellos».

Aquí Jesús se muestra como un buen acompañante: al fingir que quiere continuar el viaje, deja que los acompañados sean los protagonistas de la escena. No se impone. Es importante garantizar la autonomía y la libertad del acompañado.

«Cuando estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron».

Aquí se produce un cambio de perspectiva: ya no estamos fuera (en el camino), sino dentro (alrededor de una mesa). Se puede ver este momento como una dinámica propuesta por el acompañante. Jesús representa una escena que los discípulos ya habían vivido durante la Última Cena. En este momento, después de la enésima movilidad («se les abrieron los ojos»), fueron más allá del supuesto objetivo del encuentro: no sólo tenían los criterios para comprender si Jesús había resucitado de verdad, sino que tenían la prueba cierta porque «lo reconocieron».

A mí me gusta subrayar que esta nueva toma de conciencia no se produjo por el hecho de que Jesús mismo se hubiera declarado. El movimiento de «abrir los ojos» lo hicieron los discípulos. Estimuló sus potencialidades que derivaban de su conocimiento de la Palabra de Dios y de haber estado con el Señor, hasta el punto de reconocer sus gestos en la mesa.

«Pero desapareció de su vista. Y se decían unos a otros: «¿No ardía nuestro corazón en nuestros pechos mientras nos hablaba por el camino, cuando nos explicaba las Escrituras?».

Aunque habrá un momento en que el acompañante dejará al acompañado, esto debe ser al final del itinerario del acompañamiento, mientras que aquí Jesús desaparece antes de la última etapa, la de la ejecución.

Etapa de ejecución

«Partieron sin demora y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, que decían: 'Verdaderamente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón'. Entonces contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo le habían reconocido al partir el pan».

Así se llega a la última fase de la sesión del acompañamiento. En la parte ejecutiva ya no está presente Jesús como acompañante sino que son los dos discípulos acompañados los que deciden por sí mismos qué hacer y adónde ir.

Al principio de la historia, se alejaban (quizá incluso «huían») de Jerusalén con el dolor de la muerte del Maestro, con el corazón «destrozado» por lo que habían dicho las mujeres. Quizá hasta el objetivo de su interés y preguntas podría haber sido tener el criterio de averiguar qué había sucedido con el cuerpo de Jesús. Al final de este encuentro de acompañamiento, los discípulos regresaron «sin demora» a Jerusalén y ya no necesitaban saber si el Señor estaba vivo. Ellos mismos tuvieron la prueba de ello y se convirtieron en testigos directos de Su resurrección.

En una Iglesia que quiere recuperar “itinerarios”, es decir, “pensar en los procesos a través de los cuales la Iglesia cambia los caminos que debemos seguir”, creo que se puede profundizar en la clave bíblica en general y evangélica en particular del “acompañamiento” o, si se prefiere, de la “compañía”.

Pensando en una Iglesia no tanto ni principalmente docente cuya tarea sería afirmar la verdad (a menudo en detrimento de la caridad) y que está ligada a un ejercicio no sinodal del poder y de la autoridad (y que quisiéramos superar), preferiría una Iglesia que mostrara más y mejor la cercanía, el compartir, la jovialidad, el hacer camino, el estar juntos.

Estar uno al lado del otro, caminar uno al lado del otro, es precisamente lo que hace Jesús en Lucas 24 con respecto a los discípulos de Emaús. El término “compañía” me evoca el apoyo, o más bien el ponerse al lado, o más bien la ayuda en pie de igualdad -recordemos a Eva desde el «flanco» de Adán- no asimétrico y, en cualquier caso, siempre y sólo temporalmente: hasta que el acompañado, digno del adulto que está ya preparado para ser, puede emprender su propio itinerario.

 

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Religión Digital

CUÍDENSE DE LOS FALSOS PROFETAS: CRÓNICA DE UNA CEREMONIA DE 'SANACIÓN' (Y NEGOCIO) EN UNA PARROQUIA DE MADRID


col martell

 

Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán.  (Mateo 7, 15-20)

Un sábado muy caluroso hace no tanto tiempo una amiga me informó de que en la iglesia más fea de mi ciudad, brutal, demoníacamente fea, se celebraba una ceremonia de sanación que tenía lugar un sábado cada mes. Duraría seis horas porque además de misa y rosario había imposición de manos, bendiciones, sanación y no recuerdo qué más nombres de las diferentes partes. Decidí asistir. Se podía llevar agua, medallas, sobre todo de San Benito, aceite... Habría una bendición específica para cada uno de estos objetos, que con ella adquirirían un valor como de amuletos, de protectores. Mi amiga llevaba mucha agua cada mes y la rociaba por su casa cuando había mal rollo entre sus hermanos.

Mientras buscaba la dirección se me acercó una mujer que me preguntó dónde estaba la Iglesia. Ella también iba a la ceremonia. Era latinoamericana, parlanchina, de ideas fijas y muy firmes, se quejaba de que no tenía dinero ni para comprar un carro de la compra para cargar el agua. Insistía muy vehementemente, de manera obsesiva, en la importancia de llevar aceite y agua porque servían para cosas distintas, no recuerdo cuáles. El aceite para dolores corporales externos y el agua para beber o algo así. Parecía la profesora de magia de Harry Potter explicando los distintos hechizos. Cuán vulnerable es gente con este tipo de mentalidad ante determinado tipo de sujetos sin escrúpulos que saben cómo activar teclas mentales.

Se nos cruzó por la calle el sacerdote que iba a celebrar. Yo no lo conocía pero ella sí. Prorrumpió en exclamaciones de gozo: ¡padre E.....! ¡Padre E.....! " Exclamaba como un niño que se encontrara por la calle ante Messi. Si el padre E. le hubiera dicho que el aceite era para beber y el agua para poner en la piel habría dicho: amén. Si le hubiera dicho cualquier otra cosa también. Es lo que tienen los ídolos. Pero él no le dijo nada. Pasó de largo con sonrisa de suficiencia satisfecha, de ídolo que se relame ante las dosis de admiración que le dispensan.

Una vez dentro comprobé que había bastante público semejante a la mujer que me encontré, la mayoría. Aunque también había españolas y algunas de extracto social muy distinto al de la mujer que entró conmigo. Y la inmensa mayoría, latinoamericanas o españolas, eran mujeres.

Las distintas fases de las distintas ceremonias se fueron sucediendo de una manera muy pesada. Los cánticos tenían algo de mantras de ritual de "un mundo feliz" de Aldous Huxley. Faltaba la administración de soma. Podían estar minutos y minutos y minutos cantando la misma frase. Nada que ver con Taizé, carecía de la belleza elevadora de la música de Taizé. Era más bien como la cadencia de percusión que se tocaría a los remeros de una galera. Con un efecto hipnótico, mareante, atontador. Unido al insoportable calor que hacía en esa cripta bajo tierra.

Después del rosario y antes de la misa el padre E. dirigió una de sus amonestaciones en tono colérico a sus sumisos feligreses: "Las preces se las decís a mi ayudante para que las anote, pero las preces cuestan 10 euros cada una y con eso no se cubren ni los gastos de venir hasta aquí". Y esto último lo decía en un tono muy enfadado como si estuviera en una conversación con alguien que le hubiera hecho alguna objeción, pero estaba hablando solo él. En general parecía bastante despectivo hacia sus seguidores, exasperado por esa gente.

Tenía varias ayudantes que vendían merchandising de Medjugorje en una mesa. Rosarios, abanicos, medallas... Resultaba insoslayable comprarles algo, aunque solo fuera un abanico, porque el calor era insoportable. Te miraban con cara robótica y desmayada mientras te daban el cambio. Una de ellas estuvo apuntando las peticiones de la gente: por mi abuelo, por las intenciones de la familia Rodríguez etc. así muchas más. Una larga lista. A diez euros cada una. Cling cling. El sonido de la caja. Rico no se hará con eso, pero qué mal estilo. Esas preces no se leyeron en misa sino antes. En misa se leyeron las preces habituales generales y tras ellas solo añadió: y por todo lo leído antes.

Si el obispo hubiera ido de visita, como él trataba de conseguir, habría ido solo a la misa, no a las 6 horas, imagino, y no se habría enterado en absoluto de cómo se manejaba allí el asunto de las preces. Informó a sus feligreses, muy satisfecho, de que se estaba camelando al obispo y ya estaba más receptivo a visitar una de sus ceremonias.

Y por fin llegó la parte de la sanación en la cual él camina entre los bancos y va imponiendo las manos a los asistentes mientras murmura unas palabras que no se entienden y con una expresión siniestra y hostil escupe sobre tu cabeza. En internet ya había leído advertencias para la gente que pueda mirar esto con ojos mínimamente analíticos o cuestionadores. Trataban de disuadir de esto infundiendo temor a hacerlo. In situ él repite ese paso disuasorio para los nuevos. Ese: "no vayas a mirar con ojos analíticos, racionales, cuestionadores... No se te ocurra." Explica que unas personas se caen y otras no porque unas personas son más sensibles al Espíritu que otras.

Típica maniobra de manipulación mental: si cuestionas es porque eres malo, es porque careces de determinadas virtudes. Si piensas por ti mismo, si ejerces el pensamiento crítico, serás demonizado, estigmatizado, tendrás menos valor... Si haces lo que quiero serás de mis favoritos porque tendrás unas dotes especiales y serás visto como algo especial y mejor. La sumisión da puntos, la reflexión, pensamiento crítico, los quita.

Podemos caer en la tentación de pensar que estos trucos solo valen con gente muy sencilla o muy simple como la mujer que describí al inicio. Pero lo cierto es que todos tenemos sesgos cognitivos muy fuertes y que quienes buscan manipular mentes los conocen perfectamente, por instinto o por estudio. El sesgo de creer aquello que queremos y necesitamos creer es muy fuerte y muy peligroso. El sesgo de no diferenciarnos de los demás, de no ser el único que se sale de la fila, es fortísimo. Y alguien quizá piense: yo no soy tan simple como esa señora y no creería en este tipo. No, en este quizá no, pero en otro más sutil, refinado, elaborado, sí. Todo el mundo se ha construido o dejado construir ídolos falsos con gente que apenas conoce, solo por los medios, o apenas personalmente y esos ídolos sirven para manipular nuestras mentes. Todo el mundo los tiene. Yo los tenía y costó desmontarlos uno a uno. Cuesta quitar las vendas de los ojos. No somos conscientes de ello y nos urge reflexionar sobre cómo nos instalan ídolos en el cerebro y de qué manera los convertimos en intocables y somos incapaces de aceptar quiénes son realmente. Y esos ídolos nos empujan hacia determinadas conductas que convienen a quienes fabrican los ídolos. Y tampoco nos damos cuenta.

Cuando el padre E. empieza a imponer las manos es fácil darse cuenta de que sus ayudantes se colocan tras los que reciben la imposición en posición de recogerles para depositarles en el suelo donde quedarán un rato. Y es fácil darse cuenta de que lo hacen con los que van a caer. Con los que no van a caer no se colocan en posición de recogida. Porque saben de antemano quién va a caer y quién no. Es decir, quién se va a tirar y quién no. Nadie cae bruscamente como para hacerse daño, todos se dejan caer lentamente y se colocan en el suelo en una postura cómoda. Sólo se dejan caer los que tienen un espacio en el suelo donde permanecer cómodamente tumbados. Los ayudantes que van acompañándole en su periplo de imposición son parte del teatrillo y saben muy bien a quién tienen que sujetar por detrás y a quién no porque no se va a dejar caer. Los conocidos de todos los meses se colocan de entrada en posición estratégica para poder dejarse caer. Los nuevos no.

Cuando ya ha impuesto las manos a todos vuelve al altar recorriendo el pasillo central desde atrás con el Santísimo alzado sobre su cabeza estirando bien los brazos como Sergio Ramos alzaría la Copa de Europa para ser aclamado por sus fans. Su sonrisa maligna no transmite exaltación del Espíritu, ni celebración del poder del Altísimo sino arrogancia que se congratula sobre el poder mental que tiene sobre esas personas. Se siente una rock star. Eso es lo que transmite. En todo momento. En 6 horas no sorprendí en él ni un gesto, frase, tono que transmitiera sinceridad, fe, amor al prójimo, afán de ayudar. Solo arrogancia, astucia, malicia, avaricia, ira, burla, desdén, control escudriñante de cada persona presente en esa sala... Amortiguados por la declamación neutra, rutinaria, de palabras rituales.

Te escudriña con la mirada. Es notorio que desde el principio quiere saber exactamente quiénes están presentes, quiénes conoce, quiénes son nuevos... Y no es un afán de acogida. Si eres nueva te tiene fichada desde el principio. Y si comulgas en la mano te fulmina con la mirada. Su mirada no es paternal, amable, sino acechante e inquietante como un águila.

Cuando bendice agua, aceite, medallas... en varias etapas, cada cosa con su bendición, pregunta a sus fans: ¿habéis comprado muchas medallas para bendecir? Cuando el coro responde: siiiiii, sonríe de nuevo con malicia satisfecha, astuta, avariciosa. Se relame. Cling, cling. Hay que hacer caja, con las preces no basta.

Me voy espeluznada. He conocido muchos sacerdotes en mi vida. Ninguno así. Y me voy con el temor de pensar qué hará en un despacho a solas con una persona mentalmente subyugada, quien en público es tan descarado.

Cuidar a la Iglesia es cuidar a sus ovejas, sobre todo a las más desguarnecidas. Protegerlas de los lobos. Eso haría Cristo. Sean buenos pastores.

 

Blanca Albaida

Religión Digital

UNA IGLESIA SINODAL QUE NOS LLEVE A DIALOGAR JUNTOS POR LA PAZ


col koldo

 

Los modos en una Iglesia sinodal son importantes, y en esas dinámicas eclesiales, alimentar las relaciones en un mundo herido, promoviendo el diálogo por la paz, ponerse al servicio de la sociedad para crear nuevos modos de ver a los otros y relacionarse con ellos, dejando de lado la auto referencialidad es algo de gran importancia.

Un mundo polarizado y fragmentado

El mundo actual está cada vez más polarizado y fragmentado, las guerras atroces y conflictos violentos se han instalado como algo permanente en la vida de muchos países y personas. Francisco ha advertido repetidamente que se está librando una tercera guerra mundial en pedazos. Ante esa situación, la Iglesia tiene que sentir el llamado a caminar juntos, a vivir la sinodalidad, a buscar la unidad en la diversidad. Solo así seremos testigos de Cristo, que como nos dice Efesios, “ha hecho de los dos pueblos uno solo y destruyó el muro que los separaba”.

Uno de los desafíos que enfrenta la Iglesia sinodal es ser un testimonio auténtico y creíble en el contexto mundial, que se convierta en un lugar donde se viva “la visión de del profeta Isaías: ‘ser fortaleza para el débil, fortaleza para el pobre en su aflicción, refugio en la tempestad, sombra contra el calor’”, como afirma el Instrumentum Laboris para la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que está siendo llevada a cabo en el Aula Pablo VI del Vaticano, de 2 a 27 de octubre de 2024.

Nuevos horizontes del Espíritu

Una Iglesia que “abre su corazón al Reino”, dice también el mismo texto, y asume su misión de fomentar “la amistad social”, propuesta por Francisco en Fratelli tutti, que se caracteriza por no excluir a nadie, y la “fraternidad abierta” a todas las personas. En esa perspectiva, cuando todos los miembros del Pueblo de Dios nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, el protagonista del proceso sinodal, experimentamos con gran alegría y profunda gratitud, que Dios a través de su Espíritu, nos abre nuevos horizontes.

Es así como acogemos con la convicción, humildad y sencillez que ello requiere la disposición de todos los miembros del Pueblo de Dios a una conversión permanente relacional en la Iglesia, para ser testigos de esos nuevos modos relacionales para el mundo. Sólo así, con la gracia de Dios, podemos ser cada vez más una Iglesia verdaderamente sinodal y de esperanza.

Eso exige una conversión permanente, que pide un cambio profundo de mente y de corazón para caminar juntos con distintos carismas y ministerios, en una corresponsabilidad diferenciada en la misión de la Iglesia para fomentar una auténtica práctica sinodal. No olvidemos que la sinodalidad necesita ser encarnada e inculturada en los diversos contextos de las Iglesias locales y regionales, como está expresado en el Instrumentum Laboris.

Asumir la práctica de escuchar

En vista de lograr la credibilidad y coherencia de nuestro testimonio, esta práctica sinodal tendría que ser realizada por todos, obispos, presbíteros, religiosas y religiosos, laicos y laicas, en definitiva, todos los miembros del Pueblo de Dios. Algo que se puede y se debe concretar en “la celebración de asambleas eclesiales a todos los niveles”, como propone el Instrumentum Laboris de la Segunda Sesión, ya que esa es una modalidad concreta de practicar la escucha y prestar la debida atención al sensus fidei fidelium.

Finalmente, nadie se olvide de que la Iglesia igualmente está llamada a caminar sinodalmente con los otros seres vivos de la naturaleza. En este momento crítico de nuestro Planeta es imperioso escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres y comprometernos más en el cuidado de la casa común ya que “el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”, como nos dice Francisco en Laudate Deum.

 

Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo de la Sinodalidad

Religión Digital

LOS POBRES


col kowalski

 

Yo pensé que se arreglaría. Que el progreso sería como el hada de la cenicienta y en un golpe de varita la pobreza iría despareciendo y todos viviríamos mejor, alegres y despreocupados atando a nuestros perros con longanizas.

712 millones de personas viven, o mejor dicho malviven, en la pobreza extrema en todo el mundo. El 85 % de la población mundial puede considerarse pobre. Mucha gente que llega a fin de mes con el agua al cuello, y la vida se vuelve una gymkana de subsistencia. En mi viaje a África he visto muchos poblados sin agua ni luz en sus casa, yendo a por agua al pozo y alumbrados con un simple candil, sin apenas medicinas. Alguien, en el barrio de Salamanca donde habito, me decía " Y sin embargo allí son más felices con tan poco...". Pues no, señora. Viven con mucho trabajo, con la cabeza alta y con dignidad, pero estarían mejor con medicinas, con zapatos y con una buena peli con palomitas en el cine los domingos.

A la Iglesia se nos llena la boca con la palabra "Pobres". Eran los preferidos de Jesús, los Lázaros que tendrán billete al cielo simplemente porque ya han vivido aquí el infierno mientras los epulones se chamuscarán carcomidos por el egoísmo y la ceguera que los alejó de su propios hermanos sufrientes. Pero los pobres muchas veces molestan. Creen que son incómodos a la vista, molestan, afean el paisaje de la puerta parroquial. Congregaciones religiosas destinadas a los "Pobres y abandonados" acaban siendo el colegio de élite de la ciudad para los hijos de los ministros. Y eso pasa en muchos países pobres... 

Es cierto que el espejo de la Eucaristía de los cristianos es la ayuda los más necesitados. En todas las iglesias del país Caritas u otras instituciones buscan ayudar a los demás de una manera razonable, inteligente, de manera digna, que cada vez se aleja más de esa simple limosnita desde la superioridad que adormece la conciencia de los ricos. Hay personas que tienen dinero y comparten mucho de lo que tienen y de lo que son. Y tantos misioneros y cristianos que son verdaderamente increíbles en su trabajo por la dignidad de los más pobres...

Jesús nos invita a no estar apegados a nuestras cosas, a compartir. Lo valioso son tus hijos, tus amigos, lo valioso son las personas; lo valioso es ser generoso con los demás y compartirte como un regalo único y especialito que tú eres. Despierta, fíjate en los olvidados de la tierra, siente su dolor y como un buen samaritano haz lo que puedas desde tu generosidad y tus posibilidades. Ayudar a los demás no es simple limosneo sino justicia. Porque el mundo debe ser de todos, no sólo del 10% de los epulones. Que la gente tenga trabajo, paz y verbenas en las fiestas. Menos ayudas, más trabajo. Pero en lo que llega el trabajo ayudemos en las emergencias a los que se hunden, para que puedan salir adelante.

Comparte, compártete y así tendrás un tesoro en el cielo. Porque tú eres el verdadero tesoro.

 

Toño Casado

Religión digital

TRES DETALLES SOBRE JUAN XXIII


col kowalski

 

Cada 11 de octubre la Iglesia celebra la memoria del santo Juan XXIII. Una fecha importante para recordar su figura extraordinaria. Bien mirado, enlaza con el liderazgo ecuménico de Francisco en torno al sínodo de la sinodalidad; y ambos coinciden en que lo importante es poner en marcha sus dos grandes apuestas -Concilio y sinodalidad- sin importarles si lo pueden finalizar ellos o sus sucesores. Se saben sembradores más que recolectores…

Recordemos pues tres detalles de la importancia de la figura del Papa bueno, verdadero profeta de Dios. El primero es la noche del llamado Discurso a la luna por parte del Papa  Juan XXIII que también coincide la fecha del 11 de octubre. Al atardecer de aquél jueves, hace ahora 62 años, cien mil personas con antorchas se reunieron en la plaza de San Pedro del Vaticano. Los gritos de la gente convocada por Acción Católica llegaron hasta la habitación del Papa, ya enfermo, que impresionado se acercó a la ventana y desde allí les dirigió unas sentidas palabras a pesar de que le gustaba hablar poco.

Cuentan que había luna llena; de ahí el nombre que ha pasado a la historia el contenido de sus palabras improvisadas, ahora resumidas: Queridos hijitos, queridos hijitos, escucho vuestras voces. La mía es una sola voz, pero resume la voz del mundo entero. Aquí está representado todo el mundo. Se diría que incluso la luna se ha apresurado esta noche, observadla en lo alto, para mirar este espectáculo. Es que hoy clausuramos una gran jornada de paz; sí, de paz: Gloria a Dios y paz a los hombres de buena voluntad”.

“Es necesario repetir con frecuencia este deseo. Sobre todo cuando podemos notar que verdaderamente el rayo y la dulzura del Señor nos unen y nos toman, decimos: He aquí un saborear previo de lo que debiera ser la vida de siempre, la de todos los siglos, y la vida que nos espera para la eternidad. En estas palabras está la respuesta a vuestro homenaje”.

Él no necesitaba homenajes para ese aire fresco que imprimió a la Iglesia desde el primer minuto de su pontificado. Lo cierto es que aquél gentío bajo su ventana significaba que había acertado. Y cada 11 de octubre lo recordamos.

El segundo detalle es su implicación salvando judíos de la persecución nazi. Cuando estuvo destinado en Sofía (Bulgaria) representando a la Santa Sede, y en su destino posterior en Estambul (Turquía), miles de judíos salvaron la vida gracias a su mediación en lo que se llamó Operación Bautismo. Este plan de bautizos masivos a judíos evitó que fueran enviados a los campos de concentración. Además, el que llegaría a ser Juan XXIII, emitía certificados de inmigración a través del correo diplomático del Vaticano. Según las investigaciones, alrededor de 24.000 judíos pudieron refugiarse en territorios neutrales como Turquía salvándose del Holocausto; algo similar logró con decenas de judíos en Grecia utilizando entonces visados de tránsito de la Delegación Apostólica vaticana.

El tercer detalle y más conocido, fue la convocatoria inesperada del Concilio Ecuménico del Vaticano II. El objetivo era reflexionar, a fondo, sobre la doctrina y adaptar la evangelización a la las exigencias de ese tiempo. Proporcionó una apertura dialogante con la modernidad ya postrera, con un nuevo lenguaje que se echaba en falta. El Concilio dejó muy claro que la autoridad es un servicio y el obispo, un pastor más que un jerarca. Se abrió al ecumenismo, a la libertad religiosa, a vivir la Iglesia en común unión (comunión), sin olvidar el espinoso tema del papel del laicado que hasta entonces había sido secundario sin valorar su misión específica dentro y fiera de la Iglesia. Y así en otras muchas cuestiones capitales.

Espero y deseo que el tiempo nos muestre la hilazón profunda que entreveo entre Juan XXIII y Francisco, líderes de servicio y verdaderos revolucionarios en el sentido de agentes transformadores de tantas inconsecuencias institucionales que apartan la Buena Noticia de millones de personas.

Posdata: mi recuerdo para la Iglesia de Bizkaia en el día de nuestra querida patrona, la amatxu de Begoña, que es también el 11 de octubre.

 

DESDE EL DESPACHO PARROQUIAL YA NO SE EVANGELIZA, SINO DESDE FUERA

col kowalski

 

El pasado 1 de octubre, los informativos de la televisión pública de Cataluña se hacían eco del drástico descenso de las comuniones en Cataluña durante los últimos seis años. "La Iglesia sale a la calle para encontrar creyentes", decía el titular de la noticia, que explicaba cómo, ante este contexto, las parroquias habían empezado a promocionar la catequesis en las redes sociales, repartiendo información o, incluso, con curas luciendo carteles en la salida de la escuela.

En la fotografía que ilustraba la publicación se podía ver al rector de Canet de Mar, Felip Hereu, apostado en la puerta de la escuela Turó del Drac con un cartel que decía: Catequesis parroquial. Inscripciones. “Cuando vi a una chica haciéndome una foto, pensé: 'Ya la hemos liado”, confiesa, divertido, el sacerdote desde su despacho del Santuario de la Virgen de la Misericordia.

Nacido en Banyoles en 1952, Felip Hereu ha estado siempre vinculado con la diócesis de Girona. Desde que fue ordenado en Sant Cugat de Salt, donde fue vicario, fue cura de las parroquias de Riudarenes, Sils, Pineda de Mar y Palafrugell, hasta que, en 2017, llegó a Canet de Mar, donde, con vistas al mar, hace de párroco, pero también de conserje e incluso de barrendero. “Los curas –asegura– también debemos coger la escoba”.

¿Cuándo empezó a ir a la puerta de los colegios a hacer publicidad de la catequesis y por qué?

Empecé a ir el año pasado, coincidiendo con el inicio del curso escolar. Éste ha sido el segundo año que lo he hecho. En un momento dado, me di cuenta de que no tenía otra forma de acceder a los niños. Siempre puedes llevar la propaganda de las inscripciones a los directores de las escuelas, pero una vez que lo haces, no te pueden garantizar que acabe llegando a los chavales, porque deben someter la decisión al voto del consejo escolar. Como consideraba que no era necesaria tanta complicación, decidí hacer el cartel e ir yo por mi cuenta a las escuelas por las tardes. Este año, antes de hacerlo, le comenté al señor obispo mi intención.

Y él, ¿qué le respondió?

Se echó a reír.

¿Por qué cree que se ha dado este progresivo descenso en el número de comuniones hasta alcanzar el nivel actual?

Hay varias razones. Una de ellas es que los sacerdotes hemos esperado demasiado tiempo en las rectorías, y allí ya no hacemos mucho más al margen de cuando nos vienen a pedir una misa o atendemos cuestiones ordinarias del día a día. Desde el despacho parroquial no se evangeliza, sino desde fuera, intentando hacer el bien, denodadamente y con la cruz. No con la cruz alzada, sino encomendándose al Señor antes de hacer las cosas. Porque el bien, sin este factor, ya pueden hacerlo muy bien las ONG con un buen programa.

El descenso en los bautizos y comuniones, así como el vaciamiento de las iglesias, ha venido propiciado en parte por la pérdida de confianza de la sociedad hacia la Iglesia. ¿Cree que esto podrá revertirse?

No lo dudo. La Iglesia está llevada por nuestro Señor, que la fundó y estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Él se espabila para hacer venir a personas singulares capaces de cambiar el rumbo de la historia, como ocurrió, por ejemplo, con la llegada del actual Santo Padre. Todos aquellos que llamamos santos, algunos más importantes que otros, nos han hecho ir inesperadamente por los caminos que debíamos ir.

En este sentido, ¿qué destacaría del papa Francisco?

Él dice lo que le sale de dentro y es capaz de darle la vuelta a todo sin pedir permiso. Lo que dice lo entiende todo el mundo. No hace lecciones teológicas, sino que da un testimonio del cristianismo vivido en el día a día, que ilumina los problemas cotidianos de la gente. Quien defiende la vida y la desea, hace esto. Nunca el mal ha sido atrayente, siempre queremos librarnos.

Antes ha mencionado al obispo fray Octavi Vilà. El clero de Girona, ¿está satisfecho?

Pienso que ha sido un acierto traerlo aquí. Me sabe mal que hayan tenido que desnudar a Poblet de su abad, pero un monje tiene cosas que no tiene un párroco al que hacen obispo. Nosotros acostumbramos a decir que nunca ningún párroco se acuerda de cuando era vicario y le hacían cargar con el trabajo más pesado. Esto, cuando es obispo, se acentúa aún más.

Cuando me encontré por primera vez con el señor obispo me preguntó: “¿Estás contento? ¿Qué quieres?”. Como abad, debía procurar que todos los monjes estuvieran contentos y que cada uno estuviera donde quería, velar por la comunión entre ellos y mantener el espíritu familiar; una persona con sensibilidad por hacer esto, es un don. Y aquí necesitábamos a alguien así. Cuando estuve con él por segunda vez, le dije que tenía que disfrutar haciendo de obispo, porque si él se lo pasa bien, los curas también se lo pasarán bien y sintonizarán con él. Los curas vivimos solos y nos va muy bien que venga un obispo que sea capaz de mostrarnos cariño y valorar nuestro trabajo.

Precisamente, fray Octavi Vilà habló en una reciente entrevista con Flama de la soledad como uno de los principales problemas entre los curas. ¿Usted se siente solo?

Actualmente, no. Pero en los primeros tiempos me costó. Sobre todo, cuando veía que a la hora del desayuno tenía que ir a un bar y allí sentarme solo en una mesa. Aquello era inasumible para mí y pensé que o me espabilaba para cocinar en casa o aquello no se aguantaba. Entonces me tragué muchos programas de Arguiñano, muchos. Porque los hacía al mediodía y yo, mientras comía, los veía. Todo lo que sé de cocina lo he aprendido de él y ahora me puedo cocinar cualquier cosa que me apetezca, porque llega un momento en que las recetas te las tienes que hacer tuyas.

¿Cómo el evangelio?

Claro, el evangelio también tienes que hacértelo tuyo. Y debes predicar lo que te ha dicho. Las homilías deben rogarse. Yo hago toda la homilía por escrito, suelo hacerla a inicios de semana y la dejo reposar, como el vino. Entonces, en las cinco misas que hago el fin de semana, dos de víspera y tres de día, salgo nervioso y voy al ambón a leer el evangelio todavía con la homilía en los dedos, pero a la hora de predicar, la guardo dentro del libro, me voy al escalón delante del altar, me encomiendo al Señor y me dejo llevar. La homilía no se lee, sino que debe decirse desde el corazón. ¡La homilía es vida!

  

ANTE EL HORROR DE GAZA, UN AÑO DESPUÉS


col anso

 

No hay palabras para decirlo, solo estupor y preguntas. ¿Cómo hemos llegado todos, cada uno por su propio camino de extravío, a esta locura que hunde a dos pueblos hermanos en esta escalada de odio y venganza, de desesperación y muerte? ¿Cómo han llegado Israel y Palestina a convertirse en parábola trágica de la desgracia que desgarra a la humanidad entera? Seguiré preguntando, por si las preguntas abrieran horizontes.

¿No advertís, Israel y Palestina, que, más bien que dos pueblos hermanos, sois el mismo pueblo, en la misma tierra siempre ocupada, en el mismo exilio una y otra vez infligido y padecido durante siglos y milenios? ¿Fuisteis los hebreos antes que los filisteos o los palestinos antes que los judíos? ¿Fuisteis acaso los unos o los otros los primeros habitantes de esa tierra que también es vuestra? ¿Acaso hay un solo estado actual que haya sido el primer poblador de la tierra que habita? ¿Y quién puede distinguiros a unos y a otros de los antiguos cananeos, y de los asirios y babilonios, persas (iraníes), griegos y romanos que han pasado por vuestra tierra común? ¿No corre por vuestras venas la misma sangre mixta y común, la misma vida nacida de la misma tierra sin muros ni fronteras? ¿No saludan vuestros labios una y otra vez cada día con las mismas palabras, las más nobles y bellas de vuestras lenguas hermanas: “Salam aleikum” en árabe, “Shalom aleichem” en hebreo (“La paz contigo”)?

Y vosotros, poderes ciegos de Israel y Palestina, Netanyahu y Hamás por este orden, empecinados fundamentalistas de Israel primero y de Palestina después, ¿cómo seguís reivindicando los primeros toda la tierra “desde Dan hasta Beerseba”, y reclamando los segundos toda la tierra “desde el río hasta el mar”, sin daros cuenta que los unos y los otros, con distintas palabras, reclamáis el mismo territorio negándoselo al otro? ¿Cómo seguís creyendo que una divinidad suprema veleidosa os concedió a cada uno en exclusiva la misma tierra de todos? ¿Cómo no comprendéis que, más allá de mitos y supuestas promesas divinas, no habrá salida posible si vuestra tierra común no la compartís conjuntamente o por separado? ¿Cómo os habéis vuelto tan insensatos para no reconocer que el destino de un pueblo se juega en el destino del otro, tan ciegos para no ver que no habrá esperanza y respiro para el uno sin esperanza y respiro para el otro?

Estas preguntas me llevan a otra: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? No olvido la historia y sus crueldades. La historia marcada por fronteras, las fronteras – todas ellas – impuestas por la violencia y la sangre. No olvido 1948, cuando las Naciones Unidas, justo después de la II Guerra Mundial, para aliviar la mala conciencia occidental por no haber impedido la Shoah, el exterminio nazi de seis millones de judíos, fundaron el Estado de Israel entre el Jordán y el Mediterráneo, de lo que se siguió la primera guerra árabe-israelí. Fue vuestra Nakba, hermanos palestinos, vuestra “catástrofe” o “desastre”, vuestro exilio colectivo. Una terrible injusticia, tanto más cruel cuanto que las Naciones Unidas, en 1949, reconocieron un nuevo mapa de Israel que incluía vuestros territorios conquistados en dicha guerra. Y el exilio de cientos de miles de vuestros hermanos. No olvido la atroz ocupación de nuevas tierras por las armas de Israel en la guerra de 1967, una ocupación que sigue en pie contra todo derecho y que dio y sigue dando paso a la insoportable parcelación de lo poco que os quedó por innumerables asentamientos israelíes amurallados. Nada de lo que ha venido luego se explica sin todo ello.

Sin embargo, por terrible que sea, buena parte de esa historia es ya irreparable. Es igualmente tener que reconocerlo. Quiero pensar que, visto lo visto, hoy la ONU no habría creado el Estado de Israel en aquellas condiciones. No obstante, creo también que hoy, después de 77 años, es imposible volver a los años 1947-1948. Comprendo el odio y la sed de venganza de Hamás, mucho más que la obcecación y el furor destructor de Netanyahu y su gobierno. Pero el odio y la venganza os han traído a esta nueva Nakba de hoy, a este nuevo exterminio de vuestro pueblo, y no serán el odio y la venganza los que os salvarán, tenedlo por seguro. La masacre del 7 de octubre del 2023 no os salvó, os hundió más todavía. Me resulta duro decirlo, pero pienso que Hamás es el mejor aliado de Netanyahu en el camino al desastre final de sus respectivos pueblos.

¿Deberían entonces quedar las cosas y persistir las fronteras como están? En absoluto. No habrá solución, mientras no se devuelva a Palestina la esperanza robada por la prepotencia humillante, opresiva, exterminadora de los gobernantes de Israel con el consentimiento de buena parte de su pueblo y con el silencio, la inacción o la colaboración directa o indirecta de los Estados Unidos y del llamado Occidente. Escuchad y abrid los ojos, Benjamín Netanyahu y todos los que apoyáis su proyecto de devastación y conquista. Vuestra es la primera responsabilidad, porque vuestro es el poder mayor, salvo tal vez el poder destructor de la desesperación. No tendréis ni tierra ni seguridad ni paz mientras no respetéis la dignidad, la justicia y la paz de Palestina para hoy y para el futuro. No lo dudéis. Escoged, pues. En vuestras manos está más que en la de ningún otro actor de esta trágica historia, incluido Hamás con todos sus aliados. Cada persona que asesináis, cada misil que lanzáis, cada bomba que hacéis explotar, cada casa, hospital o escuela que destruís, se volverá contra vosotros; por cada militante o batallón de Hamás que matáis, más pronto que tarde, habrá más militantes y grupos dispuestos a morir matando.

¿Queda alguna salida? Sí, pero será dolorosa para unos y para otros, nada comparado con el dolor actual y el que, de seguir así, os espera al uno y al otro. Es una salida difícil, pero la única, y nos implica a todos sin excepción. No habrá solución ni para el uno ni para el otro, si el gobierno israelí, sostenido por la mayoría de la población, no desmantela todos los asentamientos y muros de Cisjordania, si Israel no se retira a las fronteras de 1966 (más o menos), si no accede a alguna fórmula para compartir Jerusalén con los palestinos, si no garantiza un estado palestino política y económicamente viable, con recursos, relaciones y condiciones de igualdad con Israel.

Tampoco habrá salida si una amplia mayoría de palestinos no apuesta por unas relaciones de mutuo reconocimiento y colaboración, si Hamás no retira de su programa la aspiración de eliminar el estado de Israel, si no se aviene a un acuerdo digno y factible, justo y pacífico, un acuerdo de dos estados independientes o quizás - ¡ojalá, Inshallah! – de dos estados confederados. Sueño, en efecto, con una gran confederación de países hermanos en el Oriente Próximo y Medio, en una gran confederación planetaria de países o de pueblos hermanos, presidida por una autoridad democrática.

Si no somos capaces de ello, de guerra en guerra, de venganza en venganza, de exterminio en exterminio, de poder en poder y de razón en razón, de impotencia en impotencia y de locura en locura, seguiremos avanzando a la gran extinción planetaria del Homo Sapiens. Será para bien de la gran comunidad de los vivientes, y para nuestro propio bien, pues, de seguir viviendo así, no merece la pena vivir ni lo merecemos.

Pero aun cuando todos volviéramos al polvo, el Espíritu de la Vida, desde el corazón de las partículas y de las galaxias y de los mismísimos agujeros negros en su misterioso silencio, seguiría gritando: “La sangre de tu hermano me grita desde la tierra” (Gn 4,10). Y algún oído tal vez se abrirá, escuchará la voz y resucitará del país del olvido, amanecerá de nuevo, y el arcoíris de una nueva alianza de la vida aparecerá en las nubes. ¡Oh, sí, ven!

 

José Arregi

Aizarna, 9 de octubre de 2024

EL GRAN PELIGRO DEL SÍNODO

fe adulta

col arregi

 

Leo el comunicado de Redes Cristianas en relación a su aportación al Sínodo de la Sinodalidad en la primera fase, plasmada en el documento “Por una Iglesia posible y necesaria en España”, y su queja de que apenas han sido tenidas en cuenta sus propuestas. Y no puedo dejar de sorprenderme. Sin embargo, mi sorpresa no deriva de su lamento, sino de que se les hubiera pasado por la cabeza en algún momento que sus aportaciones fuesen a ser tomadas en serio. ¿Cómo puede ser que a estas alturas, después de más de cincuenta años de experiencia, se pueda seguir funcionando con tales dosis de ingenuidad? ¿No basta el camino recorrido para cerciorarse de que no son posibles ni admisibles sus propuestas?  No, no serán posibles mientras haya una dirección clerical que a priori descarta determinados planteamientos, mientras no se desmantelen las viejas estructuras medievales de la Iglesia.

Al reflexionar sobre este asunto no he podido menos que relacionarlo con la situación que vivió el presidente Suárez y su estrategia para que fuese posible la llamada “transición” desde una dictadura a un estado democrático. ¿Hubiese sido posible que, sin abolir las instituciones franquistas, se transitase hacia una democracia? ¿Hubiese sido posible aprobar una Constitución democrática con la vieja guardia del dictador? La respuesta evidente a las dos preguntas es: no.

Mutatis mutandis, creo que algo similar puede estar pasando ahora en el seno de la Iglesia. No pongo en duda las buenas intenciones del papa Francisco, pero hay que reconocer -es mi opinión- que se ha equivocado en la estrategia. Sin desmontar previamente el viejo esquema clerical es prácticamente imposible construir una dinámica de auténtico diálogo que pueda fructificar en hechos relevantes. La Iglesia es verdad que no fue democrática en su constitución (Jesús, aunque no fundó ninguna Iglesia en el sentido que tradicionalmente se le atribuye, eligió a dedo a los doce apóstoles en representación de las tribus de Israel para llevar a cabo su proyecto regiomesiánico teocrático), pero sí puede serlo en su funcionamiento. No creo que haya ni una sola razón teológica o filosófica que impida que así sea.

La queja de las comunidades de Redes cristianas revela el riesgo de que todo el trabajo, reuniones, reflexiones, diálogos, tiempo invertido, redacción de documentos, etc. vayan a convertirse, tras la segunda fase, en unos lamentables y exiguos resultados. Los efectos que todo esto seguramente provocará van a volverse, como un boomerang, contra los promotores y animadores del Sínodo. ¿Habrán pensado los padres sinodales en la gran desolación que todo esto va a provocar entre los participantes? Va a ser como el parto de los montes. Y para ese viaje no se necesitaban tamañas alforjas. Mucha gente de buena voluntad que ha empleado horas, días y dedicación esforzada para que las cosas den un giro copernicano van a ver burladas sus propuestas por los censores de siempre. A mí esta situación me parece muy grave, dado que estamos en una situación de clara descristianización de la sociedad y donde asistimos, a la par, a una creciente deshumanización. Este era un buen momento que lamentablemente parece que se va desaprovechar.

No caeré en la tentación de decir lo que los demás tienen que hacer. Somo adultos y cada uno debe analizar y sacar sus conclusiones. Solamente diré que, por mi parte, tomé en su momento la decisión de no participar en el Sínodo porque fui consciente de lo que al final pasaría. La perícopa evangélica de los odres de vino sigue siendo vigente y aleccionadora: “Y nadie echa vino nuevo en pellejos viejos; de lo contrario, el vino nuevo rasgará los pellejos y se derramará, y los pellejos se perderán. Sino que el vino nuevo debe echarse en pellejos nuevos. (Lc 5, 37-38)”. Me temo que mi intuición, por desgracia, no fue equivocada. Negarse a participar en determinadas estructuras (llamadme radical, si queréis) pueda ser acaso la única forma de romper con la constante y repetida dinámica de generar grandes expectativas que luego acarrean, lógicamente, grandes decepciones. Habrá que esperar mejor ocasión para que podamos ver cambios de calado. Quizá el tiempo nos proporcione el Suárez que la Iglesia Católica necesita con tanta urgencia.

 

Pedro Miguel Ansó Esarte

(Autor de Por un cristianismo creíble. Reflexiones de un cristiano de a pie, Tirant, Valencia, 2024)