jueves, 29 de octubre de 2020
La ONU expresa su ‘preocupación’ por la construcción de nuevas viviendas en asentamientos de Cisjordania ocupada
La defensa de Rafael Vez presenta escrito de recusación “por irregularidades” contra la demanda del obispado de Cádiz de “suspensión temporal del ministerio sacerdotal”
José Manuel Vidal
Una historia casi increíble
BENJAMÍN FORCANO
Creo que semejante hecho se da cuando se enfrentan personas y sectores bajo doctrinas de un mismo patrimonio histórico, pero en el que una de ellas se ha impuesto casi con predominio absoluto.
Y a los que nos consideramos hijos del concilio Vaticano II, nos tocó poner a prueba nuestra fidelidad entre la tendencia oficial, la más visible y aplaudida, y la que con dificultad y en medio de incesantes controles y censuras seguía proponiendo el espíritu y pautas del concilio Vaticano II. El caso es el siguiente.
Una prestigiosa editorial me pidió colaborar en una colección particular con la preparación de un libro. El contenido del mismo aparecía bajo el título “10 palabras clave sobre temas de nuestro tiempo”.
Tal como se ve en la portada del libro, las palabras eran:
“¿Qué hacer? Sufrir con Cristo y por su Iglesia y también reclamar justicia y fórmulas más respetuosas para con el teólogo acusado… Repito, querido amigo: quien quiere servir a la Iglesia como teólogo, debe estar dispuesto a sufrir y también a progresar en el discernimiento con el Magisterio, con todo el pueblo de Dios y con la gran comunidad de los teólogos de todo el mundo”.
Domingo 1 de Noviembre, Fiesta de Todos los Santos – A (Mateo 5,1-12)
José A. Pagola
LA FELICIDAD DE JESÚS
No es difícil dibujar el perfil de una persona feliz en la sociedad que conoció Jesús. Se trataría de un varón adulto y de buena salud, casado con una mujer honesta y fecunda, con hijos varones y unas tierras ricas, observante de la religión y respetado en su pueblo ¿Qué más se podía pedir?
Ciertamente no era este el ideal que animaba a Jesús. Sin esposa ni hijos, sin tierras ni bienes, recorriendo Galilea como un vagabundo, su vida no respondía a ningún tipo de felicidad convencional. Su manera de vivir era provocativa. Si era feliz, lo era de manera contracultural, a contrapelo de lo establecido.
En realidad, no pensaba mucho en su felicidad. Su vida giraba más bien en torno a un proyecto que le entusiasmaba y le hacía vivir intensamente. Lo llamaba «reino de Dios». Al parecer, era feliz cuando podía hacer felices a otros. Se sentía bien devolviendo a la gente la salud y la dignidad que se les había arrebatado injustamente.
No buscaba su propio interés. Vivía creando nuevas condiciones de felicidad para todos. No sabía ser feliz sin incluir a los otros. A todos proponía criterios nuevos, más libres y radicales, para hacer un mundo más digno y dichoso.
Creía en un «Dios feliz», el Dios creador que mira a todas sus criaturas con amor entrañable, el Dios amigo de la vida y no de la muerte, más atento al sufrimiento de las gentes que a sus pecados.
Desde la fe en ese Dios rompía los esquemas religiosos y sociales. No predicaba: «Felices los justos y piadosos, porque recibirán el premio de Dios». No decía: «Felices los ricos y poderosos, porque cuentan con su bendición». Su grito era desconcertante para todos: «Felices los pobres, porque Dios será su felicidad».
La invitación de Jesús viene a decir así: «No busquéis la felicidad en la satisfacción de vuestros intereses ni en la práctica interesada de vuestra religión. Sed felices trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz para todos».
Domingo 1 de Noviembre, 31ª del tiempo Ordinario: Todos los Santos
MAR ADENTRO
FE ADULTA
Presentación de A.V.N:
Presentación de Lenin V. Cárdenas
Cuando los días se nublan,
sé que me cuesta confiar.
Si la soledad me abruma,
no sé hacia donde caminar.
Muéstrame el modo de continuar.
Nómbrame, llévame rumbo al mar.
CONTIGO REMARÉ
Y MAR ADENTRO IRÉ,
Y AUNQUE MIS REDES
NO TENGAN PECES,
CONTIGO ESPERARÉ.
VENDRÁ EL AMANECER,
LA LUZ VENDRÁ CON ÉL,
SÉ QUE SI BUSCO
AÚN MÁS PROFUNDO,
EN MÍ TE ENCONTRARÉ
SIEMPRE ESPERÁNDOME
SIEMPRE ESPERÁNDOME (bis)
SIEMPRE ESPERÁNDOME
SIEMPRE QUERIÉNDOME
Salomé Arricibita
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¿POR QUÉ FRANCISCO NO HACE CAMBIOS RADICALES EN LA IGLESIA?
RELIGIÓN DIGITAL
El Papa Jorge Mario Bergoglio venido del Nuevo Mundo, y el primer jesuita de la historia que ha llegado a Papa, recoge y merece elogios de muchos y recibe piropos de todas partes.
Dicen de él, por ejemplo, que “en estos momentos en que faltaba un líder mundial, él aparece como su líder” (Arzobispo, R. Blásquez); “con “Fratelli Tutti” mis sueños están cumplidos” (obispo, N. Castellanos); “déjense estimular por las propuestas del Papa” (obispo, Víctor Fernández a los empresarios); “el Papa reivindica un mayor protagonismo a las mujeres” (J. Bastante); “la Casa del Papa para los refugiados ya está en Roma” (Villa Serena); “Francisco ha inaugurado una primavera eclesial” (José Manuel Vidal).
Y así toda una retahíla de alabanzas, apologías y aplausos caen diariamente, y desde muchos ángulos del mundo, sobre este hombre modesto, sin blanca, escaso de salud, moderado en su hablar, siempre sobrecargado de tarea, siempre abocado a los demás, de paso apocado.
Pero, en todas las acciones, procesos y maniobras que llevamos a cabo los humanos, siempre hay, por desgracia o por suerte, quien añada a los hechos su visión y su punto de vista. Claro que también en esa operación pueden salir sandeces, intrigas y torpezas, que nosotros rechazamos por vocación.
Por tanto, intentamos escribir nítidamente, amigablemente, aunque con ese sol como reluce por todas partes, parezca que queremos prender fuego por doquier. Nada de eso. Y vamos al grano. No falta quien pida al Papa que, por favor, acelérela marcha y apresure el paso que el tiempo vuela y el mundo es grande y hay mucho para otear, indagar, descubrir, predicar, deshacer y rehacer, formar y conformar. Que a paso de buey muy poco se adelanta y eso resulta ser “un quiero y no puedo”. Así los mansos, si así podemos llamarlos, alaban que “al peligro se vaya con tiento y no menos con tiempo” y que cada dos por tres se tenga que chillar y gritonear “Agárrense, que viene curva”
¿Es que siete años de mando no son suficientes para haber consultado con la almohada tantos reveses, tanta corrupción, tantos desmanes, tanto daño y tantísimo para cambiar. ¿Será porque “a la olla que hierve, ninguna mosca se atreve”? ¿Quién es el valiente que da el primer paso, que acalla al cercano enemigo que saca metralla y defiende el castillo a batir? “Las cosas de palacio van despacio” –arguye el que manda en la operación, pero le contestan los inquietos compañeros: cierto que “oír, ver y callar es cosa de obrar y alabar”, pero ¿“ver las orejas al lobo es cosa también de obrar y alabar”?
¿Es que el Papa no oye el quejido que desde todas partes claman las mujeres pidiendo más poder y responsabilidades dentro de la Iglesia? ¿No hay numerosos obispos en la vieja Europa, en la cristiana América Latina, en las nuevas cristiandades de África y Asia que piden a gritos que no disponen de ministros que guarden el redil y lo alimenten con el pan de vida eterna a través de los sacramentos del Bautismo, Penitencia, Eucaristía, Confirmación, Extremaunción, Orden Sacerdotal y Matrimonio?
¿Es que Francisco no ha visitado medio mundo y ha visto con sus propios ojos que los grandes seminarios que muchas diócesis de la cristiandad edificaron a base de sacrificios inmensos de los fieles, al cabo de 50 años de edificados están totalmente vacíos y los que funcionan se dedican ahora a otros menesteres que no son propiamente aquellos a los que querían quienes, con tanto celo y esperanza, contribuyeron a su edificación? Y ¿que a la vez en estos últimos 50 años han dejado el sacerdocio promesas grandes un tiempo para el porvenir de la Iglesia y sus Misiones? Muchos o no pocos de estos exsacerdotes volverían al ministerio dejado si se les admitiera en las condiciones en que se encuentran con esposa e hijos, pero también con su semilla de una fe firme y no muerta y su vocación apostólica, no mermada. A ellos se unirían un alud de hombres casados –ahora ya tal vez diáconos- que en este momento sostienen la Iglesia con una donación digna de encomio, pero faltos de medios y de una filiación más notoria, legal y clara, recibida del Papa o sus obispos.
Sabemos que todos esos cambios, tan radicales en la Iglesia, son rabiosamente rechazados por un sector no pequeño de obispos y sacerdotes (“¿quién es tu enemigo, el de tu oficio!), que prefieren ver el estado tan deprimente que vive la Iglesia en esta tercera década del siglo XXI, esperando sin duda que volverán aquellos tiempos en que cada diócesis, cada año, un grupo de diez o más jóvenes recibían el sacramento de la Ordenación Sacerdotal y se destinaban a que cada ciudad o pueblo, por pequeño que fuera, tuviera su Párroco y sus Vicarios que necesitaba.
Pero, hay otro sector que abandera la promoción del sacerdocio para la mujer dentro de la Iglesia, ejerciendo el poder y responsabilidades y oficio que hasta ahora ha mantenido sólo el varón.
Con elemento femenino en la Iglesia, entraría en ella un nuevo estilo de ser y de actuar: un ser y una actuación más maternal, más cercana, más fina. La mujer es más intuitiva, más diestra, más hábil y observadora en las cosas, más afín a su estado como mujer. De cosas del pueblo, de la Parroquia, “sabe más que Lepe”. El hombre es, por ser varón, ¿más inteligente que la mujer? Falta probarlo. Ella, eso sí, es más certera cuando escudriña y sopesa y ha de describir la familia, la niñez, la juventud, la política, la religión, el matrimonio, la sociedad….
El gran problema que mantiene hoy la Iglesia con la mujer es que la Iglesia con la mujer sería otra Iglesia y hacer la intentona de abrir esa puerta, sería creer uno que con eso se agarra a un clavo ardiendo y que después tal vez podría pasar las de Caín.
Para otros, constituiría poner una pica en Flandes, una victoria total, un pensar en que, si Dios da la llaga, da también la medicina; lo que está de Dios, a la mano se viene; sólo Dios acierta a reglar con regla tuerta; que venga Dios y lo vea; Casa de Dios, casa de “todos”.
Para otros, lo mejor es aplazar, dejar el problema para el siguiente. Y este siguiente se romperá la cabeza con las mismas dudas e interrogantes. Y así van a pasar años, tal vez siglos. Y todo sucederá porque se seguirá pensando que ellos mismos se bastan y que con la compañía de la mujer la Iglesia está más cerca de provocar escándalos que de recibir con ello una compensación, una ayuda, una renovación.
He aquí el ensayo, el programa, la teoría que siempre ha defendido un sector de la Iglesia, capitaneado por grandes santos y doctores de la Iglesia.
Mientras no se vea clarísimo que los beneficios de la admisión de la mujer en la Iglesia pesan más que los inconvenientes que pueda traer ella, se mantendrá vivo el interrogante y la puerta estará cerrada a esa abertura de la Iglesia a un hecho de tal naturaleza.
Mientras tanto, la Iglesia irá languideciendo, desapareciendo y quedando sólo en el centro de cada ciudad, cada pueblo, como monumento histórico, memoria de piedra del pasado.
“No hay atajo sin trabajo” –le decimos al Papa Francisco. Y también “asiento en alto, temor y sobresalto”. Es lo que sin duda acapara el Papa Francisco ante esa obra ingente y gigante que le espera a él y no poco al que le pueda suceder en el cargo.
Las leyes las imponemos nosotros, pero nuestra naturaleza, nuestro destino –como estamos viendo con la COVID-19– destruye las normas, planes y deseos de los hombres y nos invita a ver caminos nunca imaginados y que tal vez habíamos tenido en menos y despreciables y despreciados.
Padre Bergoglio: “Al mejor cazador se le escapa la liebre”. No vaya a ser Vd. ese cazador que, siendo Vd. tan ducho, experto y asendereado en la materia, la liebre se le pueda escabullir…
POST DATA- Sepa el Papa Francisco que ha escrito estas líneas un jesuita, que, como teólogo, entró en la provincia jesuítica de Argentina, mientras él entraba de novicio en la misma Provincia al cabo de dos semanas, allá en febrero y Marzo de 1958. No nos conocimos personalmente porque él se incorporó al noviciado de la ciudad argentina de Córdoba y yo entré en el Colegio Máximo de San Miguel de Buenos Aires, donde permanecí tres años. Valga esta coincidencia, como signo de la empatía que yo me aplico con el Papa Bergoglio y que espero él tenga también conmigo. Gracias.
PAPA FRANCISCO E INTEGRACIÓN DE MIGRANTES
FE ADULTA
Es verdad que lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, de manera que se puedan encontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral. Pero mientras no haya serios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona.
Esto implica algunas respuestas indispensables, sobre todo frente a los que escapan de graves crisis humanitarias. Por ejemplo:
Incrementar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables, ofrecer un alojamiento adecuado y decoroso, garantizar la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos, asegurar una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital, darles libertad de movimiento y la posibilidad de trabajar, proteger a los menores de edad y asegurarles el acceso regular a la educación, prever programas de custodia temporal o de acogida, garantizar la libertad religiosa, promover su inserción social, favorecer la reagrupación familiar y preparar a las comunidades locales para los procesos integrativos. (Texto que el papa extrae de una declaración de los obispos norteamericanos y los mexicanos.)
Para quienes ya hace tiempo que han llegado y participan del tejido social, es importante aplicar el concepto de “ciudadanía”, que «se basa en la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos disfrutan de la justicia. Por esta razón, es necesario comprometernos para establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior, y prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos».
Retomo ejemplos que mencioné tiempo atrás: «La cultura de los latinos es un fermento de valores y posibilidades que puede hacer mucho bien a los Estados Unidos. […] Una fuerte inmigración siempre termina marcando y transformando la cultura de un lugar. En la Argentina, la fuerte inmigración italiana ha marcado la cultura de la sociedad, y en el estilo cultural de Buenos Aires se nota mucho la presencia de alrededor de 200.000 judíos. Los inmigrantes, si se los ayuda a integrarse, son una bendición, una riqueza y un nuevo don que invita a una sociedad a crecer».
Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que, cerrándose al resto, estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador, que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Solo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro.