FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 24 de marzo de 2021

¿TEÍSMO O NO-TEÍSMO?

Comentario al Esquema de J M Vigil en Koinonía

col haya

El No-teísmo es una tendencia actual entre algunos teólogos protestantes y católicos (Spong, Lenaers) que rechazan la idea de dios que “nos viene acompañando ya por 7.000 años” a partir de la Biblia y la doctrina de la Iglesia. J M Vigil dice expresamente: “Nos referimos a Theos, no a lo que objetivamente pueda ser eso que hemos venido llamando tradicionalmente Dios, ni Misterio, ni Transcendencia... sino a un constructo cognitivo, construido por el ser humano”. Así pues, el No-teísmo no es ateísmo.

Este rechazo a nuestra imagen de Dios no es algo nuevo en la Iglesia. Dionisio Areopagita (s. V) escribió un tratado sobre Los nombres divinos (los atributos), y posteriormente escribió la Teología mística, en la que desarrolla la via negationis en la que niega la validez de esos atributos. Y el Concilio IV de Letrán reconoce que todo lo que ha dicho sobre Dios tiene más de error que de acierto. Necesitamos conocer a Dios, pero todas nuestras palabras serán siempre inadecuadas.

Es importante reflexionar por qué se produce ahora este rechazo. Se produce principalmente por las consecuencias que hemos deducido de unos atributos que deberíamos tomar como incompletos y provisionales. Destacaré dos aspectos muy significativos.

En primer lugar, el teísmo considera a Dios como un ser personal, y con una imagen muy antropomórfica. Jesús nos lo presentó como Padre, y esta imagen tan entrañable ha arraigado fuertemente entre nosotros.

En el mundo oriental ha prevalecido por el contrario una concepción de Dios como impersonal, y tiene un arraigo semejante en su espiritualidad como la de un dios personal en la nuestra.

Otros autores del No-teísmo tienden a considerarlo como transpersonal; término con un contenido poco claro, pero que pretende salvar lo mejor de lo personal y de lo impersonal.

Por una parte nos parece que considerar a Dios como impersonal lo rebajaría respecto a las cualidades personales, pensamiento y voluntad, que tenemos los humanos. Por otra parte, lo personal acentúa la separación entre tú y yo, entre él y nosotros. Difícilmente podemos identificarnos con nuestro Padre, o verlo en nuestros hermanos y en la vitalidad y belleza de la naturaleza.

La Biblia nos ofrece el término Espíritu, que puede valer tanto para lo personal como para lo impersonal. El espíritu sobrevuela el caos poniendo orden (cosmos, mundo), inspira a los profetas, y unge a Jesús en el Jordán para su misión; pero está al mismo tiempo y sin división alguna en ti, en mí, y en todo el universo.

En segundo lugar, el teísmo considera a Dios como todopoderoso (quizás el adjetivo que le acompaña con más frecuencia) y de ahí que intervenga, o pueda intervenir, a su voluntad en la naturaleza, contraviniendo sus leyes, o en nuestra historia, revelando su enseñanza y dictando sus leyes, suplantando de ese modo nuestra libertad y autonomía. Y esta intromisión de Dios ofende nuestro orgullo.

En cuanto a la intervención de Dios en la Historia, creo que el No-teísmo corre el peligro de caer en un deísmo, con un dios ajeno e insensible a nuestra vida, o diluido en las leyes de la naturaleza. Dios no impone nada desde fuera de nosotros pero ejerce su influencia en la Historia a través de nosotros, de nuestro espíritu. Como popularmente se dice, somos las manos de Dios.

La caricatura de los dos pisos, el de arriba y el de abajo, que hace el No-teísmo, ha tenido mucho éxito por su referencia al brusco cambio sobre la imagen del universo que nos ha proporcionado la cosmología. Esta caricatura es válida para rechazar la separación radical que hemos hecho entre lo natural y lo sobrenatural, pero llevarla al extremo nos conduce a una unidad que contradice la múltiple variedad de cada día. Es el antiguo problema filosófico de lo uno y lo múltiple.

¿Es válido el No-teísmo? Es válido para contrarrestar las exageraciones; pero tanto el teísmo como el No-teísmo son interpretaciones de una realidad que se nos escapa; son lenguajes deficientes para expresar esa realidad, y deben complementarse (a pesar de que se nos presentan como sistemas contradictorios) y encontrarán mayor o menor acogida según la situación de cada pueblo o persona.

Nuestra inteligencia racional no tiene capacidad para comprender la realidad en toda su profunda simplicidad; al menos no tiene capacidad en el estado actual de nuestra evolución. Sin embargo nuestra inteligencia sentiente percibe valores como el amor, la justicia, la dignidad, los derechos humanos, que no se pueden demostrar racionalmente, aunque sean razonables.

La razón solamente nos acerca a Dios en términos razonables; en cambio la experiencia del amor gratuito es la que llega a conocerlo por identificación con él (unión del sujeto con el objeto conocido).

La mística especulativa, ha tenido que traspasar la razón y ha llegado a Dios por “el vacío”, “el no conocimiento”, “La docta ignorancia”, “La nube del no saber”. San Juan de la cruz lo expresó en sus poesías.

Cuanto más alto se sube,

tanto menos entendía

que es la tenebrosa nube

que a la noche esclarecía;

por eso quien la sabía

queda siempre no sabiendo

toda ciencia trascendiendo.

El pueblo sencillo, como el buen samaritano o la viuda del templo, ha llegado a Dios por la vía del amor gratuito, por la identificación con Dios en el amor.

Así lo expresó Jesús con su exagerado lenguaje emocional:

“Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los pequeños” (Mt 9,25).

 

Gonzalo Haya


NUEVA PRIMAVERA

ECLESALIA

col carmen rodas

Cuando paseo por algún parque, en estos días de primavera, siento y me emociono con el despertar de la vida: las lilas, los celindos, los castaños en flor; el canto del mirlo, del herrerillo, del petirrojo; los largos atardeceres, la luz nítida e intensa de la mañana. Todo es nuevo, exuberante, vivo. Aunque se repita cada año siempre sorprende, conmueve e inspira. No me pasa lo mismo con el mundo al que siento gastado y decadente. El mundo necesita una nueva primavera. Una primavera de nuevos y fecundos brotes, de cantos y amaneceres que nos despierten; de intensa y clara luz que nos cure la ceguera.

Necesitamos recuperar las estaciones o fases de la vida:

Que nuestros niños vivan, plenamente, la infancia, sin ser empujados a la precocidad que se percibe en muchos ambientes.

Que los jóvenes se rebelen ante tantos modos y modas perniciosos. Que sean la savia viva que renueve e impulse una nueva convivencia, un nuevo orden, un nuevo pensar, un nuevo sentir.

Que las personas maduras, sobre las que recae la responsabilidad de la familia, del trabajo, de la organización social, sean conscientes del importante papel que se les otorga en esta etapa estelar de la vida.

Que la vejez adquiera la dignidad y el prestigio que merece haber recorrido tan largo camino. Los niños y los jóvenes necesitan tener referentes de hombres y mujeres maduros y de personas mayores en la culminación de sus vidas.

Necesitamos mirar, con  intención de ver, los problemas de nuestro tiempo, asumiendo, cada uno, nuestra tarea. Nadie puede excluirse ni considerarse inocente de los males que padecemos.

Necesitamos respetar, reverenciar y cuidar, con esmero, el entorno natural que nos acoge. Ser ecologistas no es un esnobismo sino un requisito imprescindible para sostener la vida en nuestro Planeta Tierra.

Necesitamos fraternizar la economía. ¿Cómo podemos acumular tantos bienes -muchos de ellos superfluos- cuando millones de seres se ven privados del alimento, la educación, la vivienda y la sanidad?

Necesitamos darnos cuenta de que nuestra vida en la Tierra es una estancia corta, sometida al constante devenir del cambio. Asumida esta certeza, viviríamos intensa y fructíferamente.

Necesitamos mejorar nuestras relaciones familiares, laborales, vecinales, etc… Urge una política ejercida con integridad, coherencia y auténtico servicio a los ciudadanos. Por su parte, los ciudadanos, debemos ser más responsables, más comprometidos y más exigentes. Se necesita la unión para defender derechos y libertades y un cierto grado de altruismo para anteponer el bien común al propio.

Necesitamos mejorar la calidad de la comida, del lenguaje, de los medios de comunicación, del ocio. Tenemos cantidad de casi todo, pero calidad de muy poco.

Necesitamos transmitir a los niños, con el ejemplo de nuestras vidas, el respeto a uno mismo, el respeto a los demás y la responsabilidad de todos nuestros actos. La regla de oro “no hacer a otro lo que no quieras que te hagan a ti”, debería ser una guía para la convivencia.

Necesitamos una sociedad de mejores modales; más estética y más sosegada. Creo que en todos nosotros subyace el anhelo por lo bueno, lo bello y lo verdadero. ¿A quién interesa fomentar la violencia, la vulgaridad, la distorsión de la verdad?

Necesitamos valorar y potenciar la vida. Vida que es una oportunidad, un desafío, un don, un camino, una tarea, un misterio. Vida que es única e inédita para cada uno de nosotros. ¿Hay mayor necedad que infravalorarla o malgastarla?

Necesitamos…, necesitamos una nueva primavera de valores esenciales, salud mental y física, de armonía, de equilibrio, de agua y aire limpio; de conocimiento profundo de nuestro Ser.

Si después de esta breve reflexión nos hemos reconocido necesitados y en peligro, ésta puede ser nuestra oportunidad. La necesidad y el peligro han sido siempre, para el espíritu inquieto e innovador del ser humano, acicate que agudiza los sentidos y hace aflorar la genialidad.

Francisco, ocho años de un pontificado desde las periferias

 


Gerardo Cruz González

Cristianismo y Justicia

Papa Francisco7

El cónclave que lo eligió papa inició el 11 de marzo de 2013, tras la inédita renuncia de su predecesor; dicha reunión de cardenales electores duró poco más de un día. Parece que el Espíritu tenía prisa. Pero si éste tenía prisa, el nuevo papa también.
Sucesor de Benedicto XVI, el nuevo papa tiene en su nombre su programa. Bergoglio recién electo parece tener prisa porque no tiene que esperar a publicar su primera encíclica para mostrar su programa, como sus antecesores. En su nombre, Francisco, ya muestra su idea de Iglesia y sus preocupaciones.
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Las farmacéuticas y las vacunas según Le Monde Diplomatique “El hombre: un lobo para el hombre” (Y las empresas farmacéuticas una jauría para la humanidad)

 


José I. González Faus

Miradas cristianas

González Faus

“No se puede servir al hombre y al dinero”
“Estas informaciones es difícil encontrarlas en los medios de comunicación habituales (que pese a su buena voluntad -cuando la tengan- están más al servicio del Capital que de la verdad)”
Las multinacionales hacen competir entre sí a los países para lograr el precio deseado
Esta crisis ha demostrado otra vez que la Unión Europea no existe en el plano geopolítico e industrial…
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Francisco ‘contesta’ a Doctrina de la Fe: “El anuncio del Evangelio requiere la valentía de escuchar la realidad”

 


Religión Digital

Papa Francisco7

“Es necesario atestiguar que el derecho siempre significa solidaridad”
“Invito a los teólogos morales, a los misioneros y a los confesores a entrar en una relación viva con los miembros del pueblo de Dios, y a mirar la vida desde su perspectiva, para comprender las dificultades reales que encuentran y ayudar a curar sus heridas, porque sólo la verdadera fraternidad sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano”
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Domingo 28 de Marzo Domingo de Ramos Enrique Susso (1365)

KOINONIA

 Un año más, pedimos disculpas a quienes buscarán un comentario bíblico-teológico «normal» para un domingo de Ramos; esperamos que podrán encontrarlo fácilmente en la red. Nosotros esta vez queremos volver a tratar de hacer un comentario pensando en aquellas personas que –como también nosotros ante el comentario que teníamos ya redactado– se sienten mal ante ese conjunto de conceptos bíblicos que se repiten y enlazan indefinidamente sin salir de un bucle teológico-litúrgico dentro el cual muchos de nosotros –que pensamos como personas seculares, de la calle, con las preocupaciones diarias de la vida– sentimos que casi nos asfixiamos.IR A LA PÁGINA

Domingo de Ramos – B (Marcos 14,1 – 15,47) JESÚS ANTE SU MUERTE

 JOSÉ ANTONIO PAGOLA


Jesús ha previsto seriamente la posibilidad de una muerte violenta. Quizá no contaba con la intervención de la autoridad romana ni con la crucifixión como último destino más probable. Pero no se le ocultaba la reacción que su actuación estaba provocando en los sectores más poderosos. El rostro de Dios que presenta deshace demasiados esquemas teológicos, y el anuncio de su reinado rompe demasiadas seguridades políticas y religiosas.

Sin embargo, nada modifica su actuación. No elude la muerte. No se defiende. No emprende la huida. Tampoco busca su perdición. No es Jesús el hombre que busca su muerte en actitud suicida. Durante su corta estancia en Jerusalén se esfuerza por ocultarse y no aparecer en público.

Si queremos saber cómo vivió Jesús su muerte, hemos de detenernos en dos actitudes fundamentales que dan sentido a todo su comportamiento final. Toda su vida ha sido «desvivirse» por la causa de Dios y el servicio liberador a los hombres. Su muerte sellará ahora su vida. Jesús morirá por fidelidad al Padre y por solidaridad con los hombres.

En primer lugar, Jesús se enfrenta a su propia muerte desde una actitud de confianza total en el Padre. Avanza hacia la muerte, convencido de que su ejecución no podrá impedir la llegada del reino de Dios, que sigue anunciando hasta el final.

En la cena de despedida, Jesús manifiesta su fe total en que volverá a comer con los suyos la Pascua verdadera, cuando se establezca el reino definitivo de Dios, por encima de todas las injusticias que podamos cometer los humanos.

Cuando todo fracasa y hasta Dios parece abandonarlo como a un falso profeta, condenado justamente en nombre de la ley, Jesús grita: «Padre, en tus manos pongo mi vida».

Por otra parte, Jesús muere en una actitud de solidaridad y de servicio a todos. Toda su vida ha consistido en defender a los pobres frente a la inhumanidad de los ricos, en solidarizarse con los débiles frente a los intereses egoístas de los poderosos, en anunciar el perdón a los pecadores frente a la dureza inconmovible de los «justos».

Ahora sufre la muerte de un pobre, de un abandonado que nada puede ante el poder de los que dominan la tierra. Y vive su muerte como un servicio. El último y supremo servicio que puede hacer a la causa de Dios y a la salvación definitiva de sus hijos e hijas.

LA MUERTE DE JESÚS IMPORTA POR SER MANIFESTACIÓN Y CONSECUENCIA DE SU VIDA

FE ADULTA

col fraymarcos

 

Mc 14-15

Como en el caso de la purificación del templo, no podemos pensar que la entrada en Jerusalén fue una manifestación multitudinaria. Hubiera sido la ocasión ideal, que los dirigentes judíos estaban esperando, para prender a Jesús. Probablemente se trató de un pequeño grupo de seguidores que se unieron a los discípulos en aclamaciones espontáneas. Jesús había desarrollado toda su actividad en Galilea, y la mayor parte de los peregrinos que venían a la fiesta eran galileos. Muchos de ellos reconocerían a Jesús, que también subía a Jerusalén, y se unieron a su grupo.

Lo verdaderamente importante en el relato de la pasión está más allá de lo que se puede narrar. Lo esencial de lo que ocurrió no se puede meter en palabras. Lo que los textos nos quieren trasmitir, hay que buscarlo en la actitud de Jesús que refleja plenitud de humanidad. Lo importante no es la muerte física de Jesús sino descubrir por qué le mataron, por qué murió y cuales fueron las consecuencias de su muerte para los discípulos. Semana Santa es la ocasión privilegiada para plantearnos la revisión de nuestros esquemas teológicos sobre el valor de la muerte en la cruz.

Estamos en el mejor momento del año para tomar conciencia de la coherencia de toda la vida de Jesús. Dándose cuenta de las consecuencias de sus actos, no da un paso atrás, y las acepta plenamente. Es una advertencia para nosotros, que estamos siempre acomodándonos para evitar consecuencias desagradables. Sabemos que nuestra plenitud está en darnos a los demás, pero seguimos calculando nuestras acciones para no ir demasiado lejos, poniendo límites “razonables” a nuestra entrega; sin darnos cuenta de que un amor calculado es egoísmo camuflado.

¿Por qué le mataron? La muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos de su pueblo. Rechazo a sus enseñanzas y a su persona, por intentar purificar su religión. No pensemos en un rechazo gratuito y malévolo. Fariseos, escribas y sacerdotes no eran gente depravada, que se opusieron a Jesús porque era bueno. Eran gente religiosa que pretendía ser fiel a la voluntad de Dios, que ellos encontraban en la Ley. También para Jesús era prioritaria la voluntad del Padre, pero no la buscaba en la Ley sino en el hombre.

Era Jesús el profeta, como creían los que le seguían, ¿o era el antiprofeta que seducía al pueblo? La respuesta no era tan sencilla. Por una parte, Jesús iba claramente contra la interpretación de la Ley y el culto del templo, signos inequívocos del antiprofe­ta. Pero por otra, los signos de amor eran una muestra de que Dios estaba con él, como apuntó Nicodemo. Lo mataron porque denunció a las autoridades que, con su manera de entender la religión, oprimían al pueblo. Le mataron por afirmar, con hechos y palabras, que el valor del hombre concreto está por encima de la Ley y del templo.

¿Por qué murió? No podemos saber lo que Jesús experimentó ante su muerte. Ni era un inconsciente ni era un loco ni era masoquista. Tuvo que darse cuenta de que los jefes querían eliminarlo. Lo que nos importa a nosotros es descubrir las poderosas razones que Jesús tenía para seguir diciendo lo que tenía que decir y haciendo lo que tenía que hacer, a pesar de que estaba seguro de que eso le costaría la vida. Tomó conscientemente la decisión de ir a Jerusalén donde estaba el peligro. Que le importara más ser fiel a sí mismo que salvar la vida, es el dato que nosotros debemos valorar. Demostró que la única manera de ser fiel a Dios es ponerse del lado del oprimido.

No se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. Su muerte fue consecuencia de su vida. No fue una programación por parte de Dios para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librara de nuestros pecados. Jesús fue plenamente un ser humano que tomó sus propias decisiones. Gracias a que esas decisiones fueron las adecuadas, de acuerdo con las exigencias de su verdadero ser, nos ha marcado a nosotros el camino de la verdadera salvación. Si nos quedamos con el Hijo, que murió por obediencia al Padre, hemos malogrado su muerte y su vida.

¿Qué consecuencias tuvo su muerte? Hay explicaciones teológicas de la muerte de Jesús que se siguen presentando a los fieles, aunque la inmensa mayoría de los exégetas y de los teólogos las han abandonado hace tiempo. No debemos seguir interpretando la muerte de Jesús como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús desplegó en su vida. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo.

Para los discípulos, la muerte fue el revulsivo que los llevó al descubrimiento de lo que era verdaderamente Jesús. Durante su vida lo siguieron como el amigo, el maestro, incluso el profeta, pero no pudieron conocer el verdadero significado de su persona. A ese descubrimiento llegaron por un proceso de maduración interior, al que solo se puede llegar por experiencia. La muerte de Jesús les obligó a esa profundización en su persona y a descubrir en aquel Jesús de Nazaret, al Señor, al Mesías al Cristo y al Hijo. En esto consistió la experiencia pascual. Ese mismo recorrido debemos hacerlo nosotros.

A nosotros hoy, la muerte de Jesús, nos obliga a plantear la verdadera hondura de toda vida humana. Jesús supo encontrar, como ningún otro ser humano, el camino que debemos recorrer todos para alcanzar plenitud humana. Amando hasta el extremo, nos dio la verdadera medida de lo humano. Desde entonces, nadie tiene que romperse la cabeza para buscar el camino de mayor humanidad. El que quiera dar sentido a su vida, no tiene otro camino que el amor total, hasta desaparecer.

La interpretación de la muerte de Jesús determina la manera de ser cristiano. Ser cristiano no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a tanto crucificado que hoy podemos encontrar en nuestro camino. Jesús, muriendo de esa manera, hace presente a un Dios sin pizca de poder, pero repleto de amor, que es la fuerza suprema. En ese amor reside la verdadera salvación. El “poder” de Dios se manifiesta en la vida de quien es capaz de amar entregando todo lo que es.

 

Meditación

Ningún sufrimiento salva por sí mismo, tampoco el de Jesús.
Lo que salva es la fidelidad a su verdadero ser,
Vivir una verdadera humanidad, es perder todo miedo.
El miedo a la muerte es la esclavitud más difícil de superar.
Toda opresión nace de esta esclavitud.

EL SILENCIO DE JESÚS

col lozano art

 

Domingo de Ramos

28 marzo 2021

Mc 15, 1-39

En el relato del proceso que culminaría en muerte, llama la atención el silencio de Jesús, apenas roto por una primera respuesta simple y las llamadas “siete palabras”, ya en la cruz; palabras que, seguramente, fueron creadas con posterioridad por los propios evangelistas.

Sabemos que el silencio puede nacer de distintos “lugares” y encerrar actitudes muy diferentes: del miedo al desprecio, de la cerrazón a la ira contenida. Sin embargo, en una persona sabia como Jesús, el silencio parece estar dotado de una doble intencionalidad: por una parte, significa acallar la mente al haber comprendido la imposibilidad de entender lo que está sucediendo desde el plano mental; por otra, implica una actitud aceptación profunda y de rendición consciente a lo que es.

Es, con seguridad, el silencio más elocuente: no hay discusión, justificación ni reproche; no hay gemidos de necesidades ni gritos de condena. El yo está acallado. La persona está anclada y viviéndose desde “otro lugar”. Un lugar que se rige por parámetros completamente distintos a aquellos con los que se maneja el ego.

Tal silencio es elocuente porque no es un mero gesto o comportamiento, sino que manifiesta un estado de ser, en el que la persona, transcendida la identificación con el yo, se comprende y se vive desde su (nuestra) verdadera identidad, ahí donde somos y nos reconocemos en unidad con todo lo que es.

Decir que el silencio es un estado de ser equivale a afirmar que, en lo profundo, más allá de la locuacidad del mundo mental y su jungla de palabras, pensamientos, emociones y deseos, somos silencio consciente.

En el estado mental nos debatimos constantemente porque no hacemos sino girar en torno al yo, con sus miedos y sus necesidades, sus frustraciones y sus anhelos… Y el yo siempre va a necesitar explicar, justificar, gritar, condenar, suplicar. Es su modo de funcionar.

Sin embargo, cuando acallamos la mente y se silencian los pensamientos –cesa nuestra identificación con ellos–, se abre ante nosotros –cada cual puede experimentarlo– una espaciosidad silenciosa que permite la entrada al estado de presencia, en el que se modifican por completo nuestras referencias anteriores. Desde ahí, todo se ve y se vive de manera radicalmente distinta.

Es un estado de quietud y de luz, de ecuanimidad, de paz y de plenitud. Seguimos notando en nuestra persona todo aquello que la afecta, sigue habiendo sensaciones de todo tipo y movimientos mentales y emocionales. Pero estamos en ese “otro lugar” que, en realidad, es nuestra “casa”, Aquello que somos en profundidad.

El silencio del sabio queda reflejado –hasta donde el lenguaje puede hacerlo– en estas palabras de Nisargadatta: “Compare usted la conciencia y su contenido con una nube. Usted está dentro de la nube, mientras que yo la miro. Está usted perdido en ella, casi incapaz de ver la punta de sus dedos, mientras que yo veo la nube y otras muchas nubes y también el cielo azul, el sol, la luna y las estrellas. La realidad es una para nosotros dos, pero para usted es una prisión y para mí un hogar”.

¿Cuál es mi experiencia de silencio?

DOS PUNTOS DE ATENCIÓN

 col sicre artFE ADULTA

Domingo de Ramos. Ciclo B

Este domingo se lee el relato de la Pasión de Jesús en el evangelio de Marcos. Dada su extensión me limito a sugerir dos puntos de atención (Jesús y sus discípulos) y a ofrecer cuatro posibles lecturas de la pasión.

¿Quién es Jesús?

El relato del capítulo 15 supone un gran contraste con el de los dos capítulos anteriores, 13-14. En estos, Jesús se enfrenta a toda clase de adversarios en diversas disputas y los vence con facilidad. Ahora, los adversarios, derrotados a nivel intelectual, deciden vencerlo a nivel físico, matándolo (14,1). Lo que más se destaca en Jesús es su conocimiento y conciencia plena de lo que va a ocurrir: sabe que está cercana su sepultura (14,8), que será traicionado por uno de los suyos (14,18), que morirá sin remedio (14,21), que los discípulos se dispersarán (14,27), que está cerca quien lo entrega (14,42). Las palabras que pronuncia en esta sección están marcadas por esta conciencia del final y tienen una carga de tristeza.

Como cualquiera que se acerca a la muerte, Jesús sabe que hay cosas que se pierden definitivamente: la cercanía de los amigos (“a mí no siempre me tendréis con vosotros”: 14,7), la copa de vino compartida (14,25). No falta un tono de esperanza: del vino volverá a gozar en el Reino de Dios (14,25), con los discípulos se reencontrará en Galilea (14,28). Pero predomina en sus palabras un tono de tristeza, incluso de amargura (14,37.48-49), con el que Marcos subraya ―una vez más― la humanidad profunda de Jesús.

Cuatro veces se debate en estos capítulos la identidad de Jesús: el sumo sacerdote le pregunta si es el Mesías (14,61), Pilato le pregunta si es el Rey de los judíos (15,2), los sumos sacerdotes y escribas ponen como condición para creer que es el Mesías que baje de la cruz (15,31-32), el centurión confiesa que es hijo de Dios (15,39). A la pregunta del sumo sacerdote responde Jesús en sentido afirmativo, pero centrando su respuesta no en el Mesías, sino en el Hijo del Hombre triunfante (14,62). A la pregunta de Pilato responde con una evasiva: “tú lo dices” (15,2). A la condición de los sumos sacerdotes y escribas no responde. Cuando el centurión lo confiesa hijo de Dios, Jesús ya ha muerto.

Los discípulos

Los datos son conocidos. Se entristecen al enterarse de que uno de ellos lo traicionará; pero, llegado el momento, todos huyen. Una vez más, Pedro desempeña un papel preponderante. Se considera superior a los otros, más fiel y firme (14,29), pero comenzará por quedarse dormido en el huerto (14,37) y terminará negando a Jesús (14,66-72). En este contexto de abandono total por parte de los discípulos adquiere gran fuerza la escena final del Calvario, cuando se habla de las mujeres que no sólo están al pie de la cruz, sino que acompañaron a Jesús durante su vida (15,40-41).

Cuatro lecturas posibles de los relatos de la pasión de Jesús.

1. La lectura de identificación personal y afectiva

El testimonio escrito más antiguo que poseemos en este sentido es el de san Pablo. A veces, cuando habla de la muerte de Jesús, lo hace con frialdad dogmática, recordando que murió por nuestros pecados. Pero en otra ocasión lo enfoca de manera muy personal y afectiva: “He quedado crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Y mientras vivo en la carne vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gal 2,19-20). En línea parecida, san Ignacio de Loyola, en la tercera semana de los Ejercicios espirituales, cuando se contempla la pasión, el ejercitante debe pedir “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, llanto, pena interna de tanta pena como el Señor pasó por mí”.

2. La lectura indignada

Es la que practicamos todas las mañanas al leer el periódico, cuando acompañamos la lectura de los titulares y de las noticias con toda suerte de imprecaciones, insultos y maldiciones. Los relatos de la pasión cuentan tal cantidad de atropellos, injusticias, traiciones, que se prestan a una lectura indignada. Sin embargo, los evangelios nunca invitan al lector a indignarse con la traición de Judas, a maldecir a las autoridades judías o romanas que condenan a Jesús, a insultar a quienes se burlan de él, a sentir como en el propio cuerpo los azotes, la corona de espina o los clavos, a llorar la muerte de Jesús. En ningún momento pretenden los evangelios excitar los sentimientos y, mucho menos, fomentar el sentimentalismo.

3. La lectura detallada

https://www.dropbox.com/s/1fm0ubby7kr5mue/La%20Pasi%C3%B3n%20de%20Jes%C3%BAs%20en%20el%20evangelio%20de%20Mc.docx?dl=0

Ofrezco un extenso comentario, que puede bajarse de la dirección indicada (en el ángulo superior derecho aparecerán dos ventanitas: COMPARTIR y ABRIR. Se pulsa en ABRIR y se elige la opción que prefiera).

Presto gran atención a cuatro aspectos:

1) La división minuciosa de cada episodio, que a veces quizá parezca exagerada, como cuando distingo siete momentos en el relato de la oración del huerto; pero es la única forma de no pasar por alto detalles importantes.

2) Los protagonistas, advirtiendo qué hacen o no hacen, qué dicen o no dicen, cómo reaccionan, por qué motivos se mueven, qué sienten.

3) La acción que se cuenta y sus presupuestos; a veces predominará lo informativo, ya que ciertos detalles a veces no se conocen bien, como la celebración de la Pascua en el mundo judío y en Qumrán o el proceso ante el Sanedrín.

4) El arte narrativo de Mc, que a menudo no se tiene en cuenta, pero que sirve también para captar su teología.

Este tipo de lectura, aunque aplique el mismo método a todas las escenas, pone de relieve lo típico de cada una de ellas y deja claro que el relato de la pasión está formado por episodios aparentemente cotidianos y por otros terriblemente dramáticos, como la oración del huerto. Lo importante es captar el espíritu y mensaje de cada episodio y el mensaje global de cada evangelio.

4. La lectura interactiva y orante

Sería la respuesta personal al comentario anterior, reflexionando cada cual sobre lo que el texto le sugiere y lo que le invita a pedir.

PLENAMENTE HUMANO

FE ADULTA

comentario editorial

 

No se puede ser cristiano sin ser desesperadamente humano (Teilhard de Chardin)

Domingo de Ramos

Cuando entró en Jerusalén, toda la población conmovida preguntaba: ¿Quién es éste? Y la multitud contestaba: Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.

En su película Últimos días en el desierto (2015), el director colombiano Rodrigo García explora un Jesús que desde su humanidad transforma a quienes se cruzan en su camino. García no quería mostrar al Jesús divino, elevado, como nos lo han mostrado algunos directores, sino uno más cercano con el que pudiéramos conectarnos de otra manera. Ewan McGregor, actor escocés, desempeña el papel de Jesucristo y de un demonio, que le acecha, le cuestiona y le reta. Jesús le responde, no con la divinidad que yace bajo su piel sino desde su humanidad, contestando con la certeza del que se sabe amado y siguiendo el instinto de su corazón.

Una fuerza interior que le lleva a la plenitud de su ser. Plenitud que, como nos cuenta Alma, Mahler repetía en su versión de artista una y otra vez: “Todas las creaturas de la naturaleza se engalanan sin cesar para Dios. Así que todo hombre tiene tan sólo una obligación: mostrarse ante Dios y ante los hombres tan hermoso como sea posible.

Y plenitud, como la que nos propone alcanzar “La danza de la flor”. La he danzado un jueves en Másquesilencio. Me encanta su forma y su significado, y también la música que mentalmente pongo en ella. De pie, el cuerpo erguido, pienso en la esencia de mi ser que, como el de todo rosal, hunde sus raíces en la tierra. Intento darle vida y, para ello, abro en cruz los brazos, doblo levemente las rodillas y, bajando el cuerpo, hago ademán de recoger en el cuenco de las manos la semilla que nace en el campo. Con ellas, juntas en gesto de oración, las elevo hasta mi corazón, las abro sobre él para entregársela y que le dé calor. Torno a cerrarlas, y las vuelvo a subir por el centro de mi rostro como haciéndola crecer hasta ser árbol. Voy abriendo mis brazos y los elevo con las manos abiertas hacia arriba hasta acariciar el cielo. Ofrezco esa simiente a la tierra que la crio y ha dado vida, y a cuantos crecen y viven en virtud de su fuerza. Finalmente bajo de nuevo las manos hacia el suelo, le doy gracias, y repito el gesto de devolverle la semilla para que continúe naciendo y dando frutos en eterna sementera. Te invito a bailar mi “Danza de la flor” y a ser feliz haciéndolo, como quizás lo fueron los que aclamaron a Jesús en su entrada en Jerusalén este domingo de mantas, de palmas y de ramos.

El jesuita granadino Leandro Sequeiros (1942), licenciado en Teología, doctor en Ciencias Geológicas y catedrático de Paleontología, nos propone un triunfante entrar en nuestro particular Jerusalén para reconciliarnos con nosotros mismos y trascendernos. No hace mucho le escuché decir en una conferencia: “Prestigiar, difundir y extender una dimensión espiritual para la armonía y reconciliación del ser humano con la realidad natural y social, puede ser un primer paso para reencontrarse con uno mismo y reivindicar la posibilidad de trascender nuestra propia limitación intelectual, social y emocional. Y todavía no hemos llegado a lo religioso y menos aún a lo cristiano”.

Teilhard de Chardin, otro sabio y también científico como Sequeiros, también reiteró la necesidad de crecer y de dar vida a nuestra vocación de discípulos de Jesús: “No se puede ser cristiano sin ser desesperadamente humano”¿No será ésta la respuesta mejor a la pregunta que hacía aquella mañana el pueblo? “Cuando entró en Jerusalén, toda la población conmovida preguntaba: ¿Quién es éste? Y la multitud contestaba: Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea” (Mt. 21, 10-11).

Un profeta visionario, peregrino del Espíritu, que nos enseñó, en boca de San Juan de la Cruz, a darle a la caza alcance.

 

LA GAVIOTA

Soñé que era gaviota y que volaba
el cercano Ecuador de Tierra y Cielo.
Yo confiado navegaba
al socaire del aire de tus alas.

¿Cómo haces, gaviota,
peregrina del Viento,
para amar nuestra Tierra
y liberarte
de las frías cadenas de los cielos?

-”Solamente… ¡¡Porque también yo sueño
realidades!!”

(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)