FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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sábado, 27 de junio de 2020

NOSOTROS,LOS ESCRITORES

JAIME  RICHART 
Redes Cristianas
La música, la poética y la matemática son lenguajes superiores. El lenguaje hablado es el instrumento natural, pero no el único, de comunicarnos. Sin embargo, a algunos, que no podemos expresarnos en ninguno de los tres primeros, éste nos resulta insuficiente para todo cuanto no sea materia ordinaria y coloquial. Insuficiente y particularmente incómodo. Sobre todo en materia política y jurídico: las preponderantes en un país que ha estado 40 años sin política y por eso a lo largo de ellos ni se hacía ni se hablaba de política.
Falta costumbre y entrenamiento, por un lado, y por otro, el comportamiento de los políticos a lo largo de las cuatro décadas posteriores ha dejado mucho que desear. Ninguno de los dos partidos principales, ni la justicia en lo concerniente a la política, han roto con los tics y autoritarismo propios del franquismo. El lastre, pues, es considerable. Esas carencias y los vicios de la dictadura se han notado desde el principio. Y se notan demasiado.
Pues bien, aunque partimos mal, muy mal después del régimen dictatorial, y aunque ni la Política ni el Derecho son ciencia ni matemática, yo he esperando paciente pero inútilmente otros 40 años que la política y el Derecho empezasen a jugarse alguna vez a algo parecido a una interesante partida de ajedrez. Pero me rindo. Tal como se hace, se escribe y se habla de política en España, hace mucho que he desistido de tomarla en serio. No me interesa. No hay hombres ni mujeres de Estado, ni de altura. Por eso suelo dar a mis escritos un sesgo sociológico.
Sólo veo hombres y mujeres del montón, arribistas vulgares que no me inspiran ninguna confianza. Entre otros motivos porque, después de promulgada una Constitución diseñada por reaccionarios en cuya redacción no estuvo presente ningún hombre o mujer del pueblo, no se ha hecho amago alguno para corregir lo que falta: un referéndum monarquía/república, igualar en lo posible a las clases sociales suprimiendo privilegios y aforamientos, y atender la demanda ancestral de al menos dos territorios para saberse cuánta población está a favor de seguir unida a España y cuánta desea independizarse. Estos tres asuntos siguen pendientes. Por ello, en lugar de apaciguarse la población, cada vez se enconan más…
Por eso trato la política española como fenómeno de sociología aparte de los demás países. Sólo así siento superar la pésima estética parlamentaria, la maledicencia de comadres, la politiquería subterránea y bajuna, el disparate continuado, el resentimiento justificado de los que no han sido resarcidos en aspecto alguno de su condición de perdedores de una guerra, y la nauseabunda y permanente ofensiva de los que, bien situados desde el comienzo del nuevo orden hasta hoy, son el caldo de cultivo de una política infame que se hace imposible camino de la involución.
Y como fenómeno sociológico constato que por todo eso, todo también carece del mínimo rigor. Desde luego cualquier análisis ha de ser necesariamente asimétrico, pues la confrontación política áspera y agresiva por parte de la oposición invita a tomar las armas. No hay correspondencia alguno entre lo que proponen unos y lo que replican los otros.
Pero es que si a los políticos les falta rigor, los jueces hacen lo que quieren con el Derecho aplicado a la política. Todo cuanto se habla en las tribunas y lo que se escribe de política y de juridicidad política, salvo excepciones, adolece de una elección caprichosa de las normas de la Constitución y de una más caprichosa todavía interpretación de las mismas. Los jueces y los juristas del establishment eligen la norma más acorde al espíritu conservador o la interpretan conforme a él. El caso reciente de la investigación del abuso de poder en su provecho, del Emérito, propuesta por la Fiscalía General del Estado, es a este respecto muy relevante. ¿Cómo es posible que la promueva el Fiscal General, tan versado en leyes como los que integran el Cuerpo de Letrados del Congreso, y estos sostengan que la inviolabilidad del rey sigue protegiéndole aunque no sea rey? Otro caso es “el catalán”.
¡Qué decir de tan aparatoso, prolijo y extensísimo proceso! Un proceso que antes de iniciarse se sabía que ya se tenían preparadas más o menos las sentencias: lo mismo que en tiempos de guerra los juicios sumarísimos, aunque en este caso extendiendo el tiempo de sustanciación hasta la náusea para encubrir mejor la felonía. Siete políticos catalanes, que venían hacía mucho tiempo solicitando de los gobiernos un referéndum previsto en el artículo 149 de la Constitución, cuya celebración, aunque sólo hubiese sido consultivo, sólo dependía de la voluntad política, fueron a prisión condenados a graves penas! Y otros ejemplos relacionados con la lectura dolosamente reaccionaria de la Constitución vigente todavía, y con la aplicación implacable de su articulado conforme al espíritu del dictador…
Por eso, sólo quienes escribimos en claves sociológicas, podemos esmeramos en la equidistancia, en la objetividad y en la neutralidad. Equidistancia, objetividad y neutralidad difíciles pues pensando que todo viene urdido desde 1978, malamente podemos justificarlo. Sólo se justificaba entonces aquel texto como puente legislativo, como articulado de carácter transitorio en espera de la redacción definitiva. Pero dar por liquidada la Transición con el mismo texto sin propósitos ni de abolición ni de enmiendas irrenunciables, fue una auténtica traición a la ciudadanía. De aquellos polvos vienen estos lodos…
Por eso a veces puede parecer que los escritores heterodoxos profesamos una ideología porque hay ideas que tienen que ver con alguna de ellas, y otras con la opuesta. Pero nuestro esfuerzo por la objetividad y la equidistancia reside en la convicción de que nadie acapara absolutamente la razón, que nadie tiene derecho a monopolizarla (hace mucho que dejaron de regir el dogma católico y el absolutismo; desde hace mucho reina la teoría de la relatividad, y hace mucho, 1921, que el matemático Gödel demuestra en 1921, por la aritmetización de la sintaxis, que si un sistema es consistente es incompleto y si es completo es inconsistente).
Pero lo cierto es que no profesamos ideología alguna. Hablar en términos de sociológicos implica no tomar partido. Mejor dicho, implica tomar partido sólo por la “ideología” de la ética kantiana y de los “Derechos Humanos”. Por eso, ni el Derecho ni la Política me sirven. Están llenos de fisuras y de costurones. Fabricadas ambas superestructuras por las clases dominantes, ellas los manufacturan y los aplican, los manejan e interpretan a su antojo y conveniencia. Se avanza muy poco respecto a lo que se hacía en tiempos de la dictadura. Lo único tranquilizante es que ahora no hay tortura y la “libertad” de sexo está consolidada. Pero todo ello es, mucho más fruto del cambio inexorable de los tiempos, de la necesidad de evitar el aislamiento de Europa y de no ser excluidos de los Fondos Comunitarios, que de la voluntad de transformar la sociedad española para ponerla política y sociológicamente a la altura de los demás países europeos y del siglo que vivimos…

SI EL AMAR A DIOS SE OPONE A OTRO AMOR, UNO DE LOS DOS ES FALSO

col fraymarcos
Mt 10,37-42
La manera de hablar semita, por contrastes mientras más excluyentes mejor, nos puede jugar una mala pasada si entendemos las frases literalmente. Lo que es bueno para el cuerpo, es bueno también para el espíritu. La lucha maniquea que nos han inculcado no tiene nada que ver con la experiencia de Jesús. El evangelio de hoy propone, en fórmulas concisas, varios temas esenciales para el seguimiento de Jesús. Todos tienen mucho más alcance del que podemos sospechar a primera vista. No podemos tratarlos todos. Vamos a detenernos en el primero y diremos algo sobre otros.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. Sería interminable recordar la cantidad de tonterías que se han dicho sobre al amor a la familia y el amor a Dios. El amor a Dios no puede entrar nunca en conflicto con el amor a las criaturas, mucho menos con el amor a una madre, a un padre o a un hijo. Jesús nunca pudo decir esas palabras con el significado que tienen para nosotros hoy. Como siempre, el error parte de la idea de un Dios separado, Señor y Dueño, que plantea sus propias exigencias frente a otras instancias que requieren las suyas.
Ese Dios es un ídolo, y todos los ídolos llevan al hombre a la esclavitud, no a la libertad de ser él mismo. Hay que tener mucho cuidado al hablar del amor a Dios o a Cristo. En el evangelio de Juan está muy claro: “Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado”. Creer que puedo amar directamente a Dios es una quimera. Solo puedo amar a Dios, amando a los demás, amándome a mí mismo como Dios manda. Jesús no pudo decir: tienes que amarme a mí más que a tu Hijo. Recordad: porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve ser y me disteis de beber...
El evangelio nos habla siempre del amor al “próximo”. Lo cual quiere decir que el amor en abstracto es otra quimera. No existe más amor que el que llega a un ser concreto. Ahora bien, lo más próximo a cada ser humano son los miembros de su propia familia. La advertencia del evangelio está encaminada a hacernos ver que, desplegar a tope esos impulsos instintivos no garantiza el más mínimo grado de calidad humana. Pero sería un error aún mayor el creer que pueden estar en contra de mi humanidad. Aquí está la clave para descubrir por qué se ha tergiversado el evangelio, haciéndole decir lo que no dice.
El evangelio no quiere decir que el amor a los hijos o a los padres sea malo y que debemos olvidarlo para amar a Jesús o a Dios. Pero nos advierte de que ese amor puede ser un egoísmo camuflado que busca la seguridad material del ego, sin tener en cuenta a los demás. El “amor” familiar se convierte entonces en un obstáculo para un crecimiento verdaderamente humano. Ese “amor” no es verdadero amor, sino egoísmo amplificado. No es bueno para el que ama con ese amor, pero tampoco es bueno para el que es amado de esa manera. El amor surge cuando el instinto es elevado a categoría humana.
Lo instintivo no va contra la persona, más que cuando el hombre utiliza su mente para potenciar su ser biológico a costa de lo humano. El hombre puede poner como objetivo de su existencia el despliegue exclusivo de su animalidad, cercenando así sus posibilidades humanas. Esto es degradarse en su ser especifico humano. Cuando estamos en esa dinámica y, además, queremos meter a los demás en ella, estamos “amando” mal, y ese “amor” se convierte en veneno. Esto es lo que quiere evitar el evangelio. Nada que no sea humano puede ser evangélico. No amar a los hijos o a los padres no sería humano.
Un verdadero amor nunca puede oponerse a otro amor auténtico. Cuando un marido se encuentra atrapado entre el amor a su madre y el amor a su esposa, algo no está funcionando bien. Habrá que analizar bien la situación, porque uno de esos amores (o los dos) está viciado. Si el “amor a Dios” está en contradicción con el amor al padre o a la madre, o no tiene idea de los que es amar a Dios o no tiene idea de lo que es amar al hombre. Sería la hora de ir a psiquiatra. ¡A cuántos hemos metido por el camino de la esquizofrenia, haciéndoles creer que, lo que Dios les pedía era que odiara a sus padres!
El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por mí, la encontrará. Hemos dicho muchas veces que en griego hay tres palabras que nosotros traducimos por vida, “Zoe”, “bios” y “psiques”. El texto no dice zoe ni bios, sino psiques. No se trata, pues, de la vida biológica, sino de la vida psicológica, es decir, del hombre capaz de relaciones interpersonales. En ningún caso se trataría de dejarse matar, sino de poner tu humanidad al servicio de los demás. Esto no sería “perder”, sino “ganar” humanidad. Quien pretenda reservar para sí mismo su persona (ego) está malogrando su propia existencia, porque pasará por ella sin desplegar su verdadera humanidad.
El que dé a beber un vaso de agua fresca… El ofrecer “Un vaso de agua fresca” a un desconocido que tiene sed, puede ser la manifestación de una profunda humanidad. El dar, sin esperar nada a cambio, es el fundamento de una relación verdaderamente humana. En nuestra sociedad de consumo nos estamos alejando cada vez más de esta postura. No hay absolutamente nada que no tenga un precio, todo se compra y se vende. Nuestra sociedad está montada de tal manera sobre el “toma y da acá”, que dejaría de funcionar si de repente la sacáramos de esa dinámica y nos decidiésemos a vivir el evangelio.
La misma institución religiosa está montada como un gran negocio económico, en contra de lo que decía uno de estos domingos el evangelio: “Gratis habéis recibido, dad gratis”. Hoy todos estamos de acuerdo con Lutero, en su protesta contra toda compraventa de bienes espirituales (bulas, indulgencias, etc.). Pero seguimos cobrando un precio por decir una misa de difuntos. Es verdad que debemos insistir en la colaboración de todos para la buena marcha de la comunidad, pero no podemos convertir las celebraciones litúrgicas en instrumentos de recaudación de impuestos.
El objetivo primero de todo ser vivo es mantenerse en el ser. Tres mil ochocientos millones de años de evolución han sido posibles gracias a esta norma absoluta. Pero la misma evolución ha permitido al ser humano ir más allá de los instintos biológicos y alcanzar conscientemente una meta más alta que no está en contradicción con la biología. Todo lo que le acerca a ese objetivo último le puede causar más satisfacción y felicidad que satisfacer sus instintos. La raíz última de todo acto bueno está en la misma biología, no es contrario a ella. Nada más falso que una lucha entre lo biológico y lo espiritual.
Resumiendo mucho. La trampa en la que caemos y que quiere evitarnos el evangelio, es quedarnos en el placer inmediato que nos proporciona satisfacer las necesidades de nuestra biología y perder de vista el bien total del ser humano más allá de lo biológico y lo instintivo. Ahí está la causa de tanto desajuste en la conducta humana. Debemos tomar conciencia de que lo que es malo para nuestro verdadero ser, no puede ser bueno bajo ningún aspecto del ser humano. Todo egoísmo personal o amplificado, que solo busca el bien material del individuo o la familia, nos lleva a la deshumanización.

Meditación
El amor puramente teórico no tiene consistencia.
Un vaso de agua puede ser la manifestación más auténtica de amor.
No tiene importancia ninguna lo que hagas.
Lo que vale de veras es la actitud de entrega en lo que hagas.
El amor es anterior a cualquier manifestación del mismo.
Pero si no se manifiesta no es amor

EXIGENCIAS Y RECOMPENSA

col sicre

Domingo 13 TO. Ciclo A
El largo discurso dirigido a los apóstoles (resumido en los domingos 11-13) termina con una serie de frases de Jesús que son, al mismo tiempo, severas y consoladoras. Las severas se dirigen a los apóstoles; las consoladoras, a quienes los acogen.
¿Quién no es digno de Jesús?
La sección comienza con tres frases que terminan de la misma manera: “no es digno de mí”. Las dos primeras están muy relacionadas: no es digno de Jesús el que ama a su padre o a su madre más que a él, o el que ama a sus hijos o a su hija más que a él. Estas frases recuerdan lo que se dice en Deuteronomio 33,9 a propósito de los levitas. En un caso de grave conflicto entre los vínculos familiares y la fidelidad a Dios, optaron por lo segundo. Leví, representación de todos los levitas, «dijo a sus padres: ‘No os hago caso’; a sus hermanos: ‘No os reconozco’; a sus hijos: ‘No os conozco’. Cumplieron tus mandatos y guardaron tu alianza.»
Una opción en tiempos de conflicto
Para comprender estas palabras tan exigentes de Jesús hay que tener en cuenta lo que dice inmediatamente antes (suprimido por la liturgia). El aviso de que pueden perder la vida (tema del domingo pasado) puede provocar en los discípulos el desconcierto. ¿A qué ha venido Jesús? A esto responde que no ha venido a traer paz sino espada. Que su persona y su mensaje crearán problemas incluso entre los miembros de la familia. Llegarán momentos en que los apóstoles, y todos los cristianos, tendrán que optar.
La opción por Dios de los levitas
En el libro del Éxodo se cuenta que, mientras Moisés estaba en el monte Sinaí recibiendo del Señor las tablas de la Ley, los diez mandamientos, el pueblo, cansado de esperar, decidió fabricar un becerro de oro y adorarlo. Cuando Moisés baja del monte y contempla el espectáculo, rompe las tablas, se planta a la puerta del campamento y grita: «¡A mí los del Señor! Y se le juntaron todos los levitas.» Moisés les ordena: «Ciña cada uno la espada; pasad y repasad el campamento de puerta en puerta, matando, aunque sea al hermano, al compañero, al pariente». Los levitas cumplieron las órdenes de Moisés y este, al final, les dice: «¡Hoy os habéis consagrado al Señor a costa del hijo o del hermano, ganándoos hoy su bendición» (Éxodo 32,25-29).
El historiador moderno duda que los levitas tuvieran espadas en el desierto y que llevaran a cabo esta matanza. Pero los antiguos no eran tan críticos. Aceptaban las cosas que se contaban, e incluso alaban a los levitas, ya que en un caso de grave conflicto entre los vínculos familiares y la fidelidad a Dios, optaron por lo segundo: «Dijeron a sus padres: ‘No os hago caso’; a sus hermanos: ‘No os reconozco’; a sus hijos: ‘No os conozco’. Cumplieron tus mandatos y guardaron tu alianza» (Deuteronomio 33,9).
La opción por Jesús de los discípulos
Se podría decir que Jesús exige a sus discípulos la misma actitud de los levitas. Pero hay dos diferencias importantísimas: 1) Jesús no ordena matar a los padres o a los hermanos en caso de conflicto. 2) Los levitas se comportaron así por fidelidad a los mandatos de Dios y a su alianza; los discípulos deben hacerlo por amor a Jesús. Al exigir este amor superior al de los seres más queridos, Jesús se está poniendo al nivel de Dios, al que hay que amar sobre todas las cosas.
Los primeros cristianos, en momentos de persecución, se vieron a veces en la necesidad de optar entre el amor y la fidelidad a Jesús y el amor a la familia. La elección era dura, pero muchos la hicieron, convencidos de que recuperarían a sus padres e hijos en la vida futura.
La frase siguiente («el que no coge su cruz…») también se entiende mejor a la luz del texto del Deuteronomio. En él se dice que los levitas, por haber mostrado esa fidelidad a Dios, recibieron un gran premio y dignidad: «Enseñarán tus preceptos a Jacob y tu ley a Israel; ofrecerán incienso en tu presencia y holocaustos en tu altar.» Jesús no promete nada de esto a sus discípulos, solo exige.
Amar a Jesús más que a la familia ya lo hicieron Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Lo que ahora exige Jesús es infinitamente más duro: cargar con la cruz. ¿Hay que interpretarlo al pie de la letra o simbólicamente? Simbólicamente, pero con posibles repercusiones prácticas: hay que estar dispuestos a cargar con ella y marchar camino de la muerte. No una muerte cualquiera, sino la más infamante, típica de rebeldes contra Roma y esclavos. Cuando Jesús exige cargar con la cruz está pidiendo algo terrible desde el punto de vista físico, moral y social. Además, la exigencia no carece de macabra ironía cuando la comparamos con los vv.9-10: los que deben predicar el reino sin llevar nada, ahora tienen que seguir a Jesús cargando con la cruz.
Conviene advertir que el amor a la familia y el amor a Jesús no se excluyen ni se oponen. Son compatibles, con tal de mantener el orden adecuado. Los hijos de Zebedeo abandonan a su padre, pero la madre los acompaña e incluso le pide a Jesús un favor especial para ellos. María, al menos según la versión del cuarto evangelio, está al pie de la cruz. Pablo recuerda que «los demás apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas» se hacen acompañar de su esposa cristiana (avdelfh.n gunai/ka 1 Cor 9,5).
Acogida y recompensa
La última parte se dirige a las personas que acojan a los discípulos. Dos cosas les dice:
1) Recibirlos a ellos equivale a recibir a Jesús y recibir al Padre. Lo que hacen es mucho más de lo que pueden imaginar. No es solo un acto de caridad, sino un inmenso honor, mucho mayor que el de la persona que pudiese acoger en su casa a un artista, un deportista o un personaje mundialmente famoso.
2) Esa acogida tendrá su recompensa, igual que ocurrió en el Antiguo Testamento con quienes acogieron a profetas y justos. La primera lectura cuenta como un matrimonio de Sunám decidió acoger en su casa al profeta Eliseo cuando pasaba por el pueblo; le construyeron una habitación en el piso de arriba y le proporcionaron una cama, una silla, una mesa y un candil. Una gran inversión para aquel tiempo. Pero recibieron su recompensa con el nacimiento de un hijo.
En comparación con Eliseo, los discípulos pueden parecer unos pobrecillos sin importancia. A nadie se le ocurrirá darles alojamiento permanente. Pero basta un vaso de agua fresca (algo muy de agradecer cuando no existen bares ni agua corriente en las casas) para que esas personas reciban su recompensa.
Resumen
Si en la primera parte entreveíamos los grandes conflictos familiares provocados por las persecuciones, en este final intuimos lo que experimentaron muchas veces los misioneros cristianos: la acogida amable y sencilla de personas que no los conocían. De estos últimos versículos, solo uno tiene paralelo en el evangelio de Marcos. El resto es original de Mateo, que ha querido dejarnos al final de este duro discurso un buen sabor de boca.

Todo parece indicar que el obispo de Cádiz “castiga” al párroco “crítico” con su gestión


Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

Zornoza-RafaelVEZEl día 23 de Junio el Obispo Zornoza comunicó una serie de nombramientos en la Diócesis. Cesa por fin el ecónomo Diufaín, tan criticado por todos, pero lo sustituye la abogada Carmen Lobato, bien conocida en los juzgados por los muchos despedidos de estos últimos años en el obispado, Seminario, parroquias, Caritas etc…··· Ver noticia 

Mujeres a la sombra de la casulla: las esposas de los curas secularizados hacen oír su voz


Dumar Espinosa

curas casados“Los sacerdotes casados son una realidad invisibilizada, pero sus compañeras y esposas lo son aún más” Mujeres a la sombra de la casulla: las esposas de los curas secularizados hacen oír su voz
Muchas han tenido que sufrir el aislamiento en su embarazo, ocultamiento para evitar el escándalo
Las críticas iniciales de sus allegados con el pasar de los años se fueron cambiando por respeto, ayuda y admiración
Educamos a nuestros hijos en valores cristianos; queremos que conozcan a Dios y que lo amen sobre todas las cosas··· Ver noticia ·

Domingo 28 de Junio, 13 Tiempo ordinario – A (Mateo 10,37-42)


José A. Pagola


DISPUESTOS A SUFRIR

Jesús no quería ver sufrir a nadie. El sufrimiento es malo. Jesús nunca lo buscó ni para sí mismo ni para los demás. Al contrario, toda su vida consistió en luchar contra el sufrimiento y el mal, que tanto daño hacen a las personas.
Las fuentes lo presentan siempre combatiendo el sufrimiento que se esconde en la enfermedad, las injusticias, la soledad, la desesperanza o la culpabilidad. Así fue Jesús: un hombre dedicado a eliminar el sufrimiento, suprimiendo injusticias y contagiando fuerza para vivir.
Pero buscar el bien y la felicidad para todos trae muchos problemas. Jesús lo sabía por experiencia. No se puede estar con los que sufren y buscar el bien de los últimos sin provocar el rechazo y la hostilidad de aquellos a los que no interesa cambio alguno. Es imposible estar con los crucificados y no verse un día «crucificado».
Jesús no lo ocultó nunca a sus seguidores. Empleó en varias ocasiones una metáfora inquietante que Mateo ha resumido así: «El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí». No podía haber elegido un lenguaje más gráfico. Todos conocían la imagen terrible del condenado que, desnudo e indefenso, era obligado a llevar sobre sus espaldas el madero horizontal de la cruz hasta el lugar de la ejecución, donde esperaba el madero vertical fijado en tierra.
«Llevar la cruz» era parte del ritual de la crucifixión. Su objetivo era que el condenado apareciera ante la sociedad como culpable, un hombre indigno de seguir viviendo entre los suyos. Todos descansarían viéndolo muerto.
Los discípulos trataban de entenderle. Jesús les venía a decir más o menos lo siguiente: «Si me seguís, tenéis que estar dispuestos a ser rechazados. Os pasará lo mismo que a mí. A los ojos de muchos pareceréis culpables. Os condenarán. Buscarán que no molestéis. Tendréis que llevar vuestra cruz. Entonces os pareceréis más a mí. Seréis dignos seguidores míos. Compartiréis la suerte de los crucificados. Con ellos entraréis un día en el reino de Dios».
Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la «crucifixión» que nos llegará si seguimos los pasos de Jesús. Así de claro.

Domingo 28 de Junio, 13ª del tiempo Ordina


  • 13 del tiempo ordinarioBIreneo (203)
    Las exigencias de la cruz cambian para cada generación de creyentes. En la época de Jesús existía la amenaza inminente de la muerte ignominiosa, bien fuera por la cruz, la espada o la lapidación. Los cristianos eran vistos como una amenaza para el imperio y, con frecuencia, se les acusaba falsamente de sedición. Con el tiempo, la pena capital fue cambiando de modalidad y sus cuerpos fueron quemados en locales públicos, o arrojados a leones, osos, tigres, toros y toda clase de fieras. Todas estos intentos de bloquear, anular o eliminar la novedad del evangelio fueron vanos porque la fuerza del cristianismo radica en la cruz de Cristo.··· Ver noticia ···
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