FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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domingo, 20 de noviembre de 2016

EN ESTE MOMENTO, ANHELANTE Y PENSATIVO

col carmona

El problema no es Trump: irracionales potencialmente destructivos los hubo y los habrá siempre. El problema son los miles de personas que creen en los valores que él representa. Los que privilegian el capitalismo, la xenofobia, la desconfianza y sus propios intereses en detrimento del bien común. Los que apelan al brexit, el blindaje de fronteras y el separatismo. Los que se entregan a cualquier tipo de radicalismo. Los que piensan que el drama de los refugiados no va con ellos. Los que violan (en Colombia o en Pamplona) porque saben que su crimen quedará impune. Los que agreden a otros en cualquiera de las mil formas posibles (pensamos en asesinatos, pero la violencia empieza por gritar lleno de furia al que va en el coche de al lado).
El problema no es "la cabeza visible" de esa que queremos llamar "la primera potencia del mundo" (y seguimos en este juego donde sólo prima lo económico). El problema son todas las otras cabezas: las que carecen de educación y criterio propio, las que no ven/no quieren ver cómo se repite la Historia, las que lanzan la piedra en cualquier foro de internet para luego esconder la cabeza...
No sé cómo hemos llegado a esta situación. Habrá quien acalle su conciencia diciendo que vivimos/sufrimos el legado que nos dejaron nuestros padres y las generaciones anteriores. No interesa. Los que estamos ahora, tenemos la ineludible misión de vivir y educar en conciencia. Vivir y educar en conciencia. A nuestros hijos. A los hijos de nuestros amigos. Al vecino. Al animal incívico que nos cruzamos por la calle.
Porque no es una cuestión de credo político: de rechazar a un candidato en virtud de otro que encarna, o no, un dechado de virtudes. El problema es avalar una serie de comportamientos que no caben en el marco de la civilización (sea en Irak, EEUU o Corea), y dejar que corran y acarreen consecuencias. Es la mediocridad de todos los días, el miedo paleolítico al otro, la precariedad material, pero también de valores y de amor, la imperdonable indiferencia ante la desdicha de los demás (que, no cabe la menor duda, acaba por ser la nuestra). Tenemos lo que tenemos: lo que ha ocurrido en las urnas es apenas el reflejo de este "pan nuestro de cada día". Es un espejo y una bofetada a nosotros mismos. Porque ya basta de "quejarse y tragar", o acabaremos dando este mismo alimento a quienes vengan después de nosotros. Sencillamente porque no se puede dar a otros lo que no se tiene. ¿Nos acusaran las próximas generaciones de no haber hecho nada por mejorar lo recibido?
No, no hablamos de Trump ni de los Estados Unidos de Norteamérica: hablamos de la Humanidad. Y, repito, hoy más que nunca tenemos la ineludible misión de vivir y educar en conciencia. Resuenen con más fuerza que nunca los versos que escribiera el poeta Walt Whitman en su obra Hojas de hierba:
En este momento anhelante y pensativo, sentado a solas.
Me parece que en otras tierras hay otros hombres también anhelantes y pensativos, me parece que puedo mirar a lo lejos y divisarlos en Alemania, Italia, Francia, España– y más lejos aún, en China, o en Rusia, o en India – hablando otros dialectos;
y me parece que si me fuera posible conocer a estos hombres,
con ellos me uniría, como hago con los hombres de mi propia tierra,
¡oh! yo sé que seríamos hermanos y amantes,
yo sé que llegaría a ser feliz con ellos.

María Teresa Sánchez Carmona
Eclesalia

FRANCISCO: "LAS BIENAVENTURANZAS SON EL CARNET DE IDENTIDAD DEL CRISTIANO"

col bastante

"Las bienaventuranzas son el carnet de identidad del cristiano, que lo identifica como el seguidor de Jesús. Estamos llamados a ser bienaventurados seguidores de Jesús, afrontando los dolores y angustias de nuestra época con el espíritu y el amor de Jesús". El Papa Francisco se despide de Suecia haciendo un llamado a la unidad, apelando a los santos "bienaventurados" y recordándonos que sólo se puede ser santo si se es feliz, y feliz siguiendo las bienaventuranzas. "Que alcancemos la santidad en la unidad".
Hoy, como en tiempos de Jesús, las Bienaventuranzas siguen estando de actualidad. Bergoglio las reformuló esta mañana en el Swedbank Stadion de Malmoe, en mitad de un intenso frío, y con poca gente, pero muy efusiva, en las gradas:
"Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen; los que miran a los ojos a los descartados y marginados, mostrándoles cercanía; los que reconocen a Dios en cada persona, y luchan porque otros también lo hagan; los que protegen y cuidan la casa común; los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros; los que trabajan por la plena unidad de los cristianos. Todos ellos son los portadores de la misericordia y ternura de Dios, y recibirán de él la recompensa merecida".
Suecia no es un país católico. Y eso se notó en la única misa que el Papa pronunció en el Swedbank Stadion de Malmoe. Mucho frío, poca gente pero, eso sí, muy entusiasta. Francisco no pudo arrancar la misa hasta media hora después de lo previsto, pues su carrito se detuvo en cada grada, para besar a cada niño, bendecir a cada anciano, a cada enfermo. Todos ellos, santos felices de Dios, bienaventurados, en el día en que la Iglesia celebra la memoria de Todos los Santos.
Nadie sabía si el Papa iba a hablar en italiano, inglés, castellano o sueco. Finalmente, se decidió a utilizar su lengua madre. En su homilía, el Papa recordó que hoy se celebra la fiesta de todos los santos. "Recordamos a tantos hermanos nuestros que han vivido en plenitud su existencia".
 Entre ellos, "seguramente hay muchos de nuestros familiares, amigos y conocidos". Y es que hoy "celebramos la fiesta de la santidad. Esa santidad que tal vez no se manifiesta en grandes obras o en sucesos extraordinarios, sino la que sabe vivir fielmente y día a día las exigencias del Bautismo".
Una santidad, recalcó el Papa, marcada por "el amor fiel a la entrega total a los demás, como la vida de esas madres y padres que se sacrifican por sus familias, sabiendo renunciar, aunque no sea siempre fácil, a tantos proyectos o planes personales".
"Pero si hay algo que caracteriza a los santos es que son realmente felices. Han encontrado el secreto de esa felicidad auténtica, que anida en el fondo del alma y que tiene su fuente en el amor de Dios. Por eso a los santos se les llama bienaventurados. Las Bienaventuranzas son su camino, su meta hacia la patria. Las Bienaventuranzas son el camino de vida que el Señor nos enseña para que sigamos sus huellas", subrayó Bergoglio.
Porque "las Bienaventuranzas son el perfil de Cristo, y por tanto, lo son del cristiano". Entre ellas, el Papa destacó la mansedumbre. "Este es el retrato espiritual de Jesús. La mansedumbre es un modo de ser y de vivir que nos acerca a Jesús y nos hace estar unidos entre nosotros. Logra que dejemos de lado todo aquello que nos divide y nos enfrenta, y se busquen modos siempre nuevos para avanzar por el camino de la unidad".
Recordando a Santa Brígida, el Papa subrayó cómo los santos "trabajaron para estrechar lazos de unidad y comunión entre los cristianos", y pidió "mansedumbre de corazón" para seguir trabajando por la unidad.
"La llamada a la santidad es para todos, y hay que recibirla con espíritu de fe", culminó el Papa. "Nosotros nos necesitamos unos a otros para hacernos santos. Ayudarnos a hacernos santos. Juntos pidamos la gracia de acoger con alegría esa llamada y trabajar unidos para llevarla a la plenitud".

Jesús Bastante
Religión Digital