FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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martes, 10 de octubre de 2017

Las indomables finanzas de Dios


Daniel Verdú


La reforma económica de Francisco sufre la baja de dos de sus máximos responsables, resucita viejas luchas de poder y algunos recelos ante el escrutinio de gestores laicos
Las finanzas del cielo se comportan cíclicamente en la Tierra como un volcán en eurupción. Tras años de oscuros manejos, banqueros muertos, blanqueo de capitales y cuervos sobrevolando el Vaticano, Benedicto XVI se propuso ordenar el laberinto que conforman las cuentas de sus más de 100 entes independientes. La derrota de aquella y otras empresas quedó resumida en el diario oficial del Vaticano cuando Joseph Ratzinger, con 86 años y un estado de salud razonable, dio un inesperado paso al lado sin aparente motivo: “Un pastor rodeado por lobos”, señaló L’Osservatore romano. ··· Ver noticia ···

El obispo de Almería se niega a acatar una sentencia que le obliga a readmitir a una profesora



El juzgado insta de nuevo al Obispado, al Ministerio y a la Junta reponer en su puesto de trabajo a una profesora de Religión que contrajo matrimonio civil
“Nadie me puede obligar a otorgar la venia religiosa para enseñar Religión”, afirma el prelado
El obispo de Almería, Adolfo González Montes, ha trasladado este lunes que “hay sentencias que son imposibles de acatar” y ha apelado al derecho a la libertad religiosa que garantiza la Constitución Española como “fundamental” para asegurar tajante que “nadie me puede obligar a otorgar la venia religiosa para enseñar Religión” a Resurrección Galera, docente despedida en el curso 2001-2002 tras contraer matrimonio civil con un hombre divorciado. ··· Ver noticia ···

CUESTIÓN DE JUSTICIA POR SALOMÉ ARRICIBITA

CUESTIÓN DE JUS

col salome 2








Trabajar para ganar, ganar para hipotecar,
hipotecar para vivir, porque dicen que eso es triunfar,
legislar para cobrar, cobrar para recaudar,
recaudar para prosperar y no mirar nada más

Desahuciar por no pagar, no pagar por no trabajar,
y perder por no cobrar, el derecho y la dignidad,
y tener que volver a pagar por la ley que defiende tu hogar
y perderlo por no tener padrinos para luchar

Y SOMOS TODOS IGUALES
Y SOMOS TODOS HERMANOS
Y NOS CONCEDEMOS EL NOBEL
POR LOS DERECHOS HUMANOS
Y SIGUEN CRECIENDO EL HAMBRE,
LA INJUSTICIA, LOS TIRANOS
Y NOS QUEDAMOS MIRANDO
POR SI ACASO, HACIA OTRO LADO

Trabajar para mejorar, nuestra vida y la de los demás
vivir sin hipotecar, compartir techo, casa y hogar
repartir para alimentar, y vivir sin acaparar
escuchar, mirar, ayudar, aliviar tanta soledad

Confiar y aprender a esperar, sonreír, caminar, despertar,
saber que no somos más, ni menos que los demás
vamos a andar... juntos para llegar...
que la justicia de Dios devuelve la dignidad

QUE SOMOS TODOS IGUALES
QUE SOMOS TODOS HERMANOS
QUE QUIEN CONSUELA LOS MIEDOS
NO ESTÁ LEJOS, EN LO ALTO
QUE SIGUE CRECIENDO EL REINO
MUY DENTRO DEL SER HUMANO
QUE DIOS NOS HABITA A TODOS
AUNQUE AÚN NO LO SEPAMOS


Salomé Arricibita


Para descargar la canción pinche el siguiente enlace: Cuestión de justicia.mp3 y dele al botón derecho del ratón y guardar como...

EL BANQUETE DEL REY

col aleixandre art

Hace ya muchos años que no sé lo que es dormir bajo techo. Una racha de malas cosechas arruinó a mi familia, y yo me vine solo a Jerusalén, siendo aún joven, atraído por el lujo de la ciudad y esperando encontrar algún trabajo para sobrevivir. Las cosas me fueron mal también aquí, y ahora vivo pidiendo limosna y haciendo, de vez en cuando, algún trabajo duro y mal pagado. A pesar de ello no he perdido la fe en Dios, y hasta solía acudir el sábado a la sinagoga, asistiendo al culto desde un rincón, hasta que un día escuché estas palabras de un salmo: "El Señor alza de la basura al pobre, levanta del polvo al humilde para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo..."(Sal 113,7-8)
Ese día sonreí con amargo escepticismo, porque no es ése el Dios que yo conozco: a mí me deja seguir hundido en el estiércol de la pobreza, y creo que es así como voy a morir; por eso no he vuelto a pisar la sinagoga ni el templo, ni creo que haya nadie capaz de hacerme retornar a ellos. Una tarde, oí revuelo en la Puerta Hermosa: había llegado a Jerusalén el rabí de Galilea que estaba dando tanto que hablar. Lleno de curiosidad, me mezclé con la multitud para ver cómo era y qué decía, y me senté entre los que escuchaban la historia que estaba contando: -"Se parece el reino de los cielos a un rey que quiso celebrar un banquete de bodas para su hijo, y envió a sus servidores a convidar a los invitados..."  (Como siempre, pensé yo. Otro que nos va a repetir la misma cantinela de que Dios premia ya en esta vida a los buenos colmándolos de agasajos y riquezas y deja en la cuneta a los pobres diablos como yo, llenos de pecados y miserias). Pero el cuento que él contaba empezó a interesarme cuando oí que la gente importante que había sido invitada (fariseos, escribas, sacerdotes y gente de dinero sin duda), se negaban a participar en el banquete y ponían pretextos para acudir. Y el anfitrión se encontró con la cena preparada y el comedor vacío. (¿Qué hará ahora el rey?, me pregunté. Seguramente aplazará el convite mientras convence a los invitados para que asistan. Suspiré con envidia y de nuevo me asaltó la rebeldía: ¿por qué mientras a unos les sobraba, otros pasábamos hambre? ¿Por qué más fiestas y banquetes para los que ya estaban saciados…?)
Volví a prestar atención a la historia, y me quedé sorprendido ante el desenlace: el rey decidió sustituir a los convidados ausentes por los desconocidos de la calle, y envió a sus servidores a las plazas y calles de la ciudad para que trajeran al banquete a pobres, lisiados, ciegos y cojos. Salieron los siervos a las encrucijadas de los caminos y veredas, reunieron a cuantos encontraron y la sala quedó llena de convidados. Y comenzó la mejor fiesta que el dueño hubiera podido soñar. En un sector de la multitud hubo un rumor de protesta, y muchos se levantaron del corro y se fueron indignados: eran fariseos que siempre proclamaban convencidos que eran ellos los primeros invitados al banquete del Reino, y que los demás no tendríamos derecho ni a las migas que cayeran de la mesa. Estaban indignados de que los invitados definitivos fueran gente de las encrucijadas de los caminos, y no les faltaba razón porque, de todos es sabido, el tipo de gente que deambulamos por esos lugares... Oí a uno decir: - “A este hombre habría que denunciarle y pararle los pies: su doctrina es peligrosa y contradice claramente lo que sabemos por la Ley…”
Solo nos quedamos con él un pequeño grupo, entre los que reconocí a los que pedían limosna conmigo, a algún ladronzuelo del mercado, y a los que cada noche se arrimaban como yo a la muralla, buscando protección del relente de la noche. Quizá se habían sentido también aludidos por la parábola, y estaban tan sorprendidos como yo al saberse destinatarios, al menos imaginarios, del banquete de un rey. Jesús siguió hablando, ahora más relajado porque sólo le rodeábamos hombres y mujeres sin importancia, gente de los caminos, sin más posesiones que la túnica vieja y el par de sandalias que llevábamos puestas, y quizá con sólo un mendrugo de pan en la alforja.
A medida que le escuchaba, algo iba cambiando dentro de mí, como si aquellas palabras me enderezaran y tuvieran el poder de devolverme mi dignidad. Todo lo que yo creía que era valioso y que daba categoría e importancia a un hombre: el dinero, la fama, el poder, la ciencia..., aparecía de pronto hueco y sin brillo, y Jesús nos lo hacía ver con la misma facilidad con que hasta el más ignorante sabe descubrir si una calabaza está vacía o un árbol sin savia.
-“Dios no le da importancia a nada de eso”, decía, - “es el corazón lo que cuenta para él, y la verdadera dicha está en que vuestros nombres están escritos en el Reino de los cielos. Porque el Padre se revela a los que son humildes, los sienta a su mesa y les confía sus secretos...” Y yo me iba sintiendo libre, humano, digno, como el hombre abatido del salmo, alzado de la basura e invitado a sentarse entre príncipes.
Había anochecido y los hombres y mujeres que acompañaban a Jesús trajeron panes y aceitunas, y los repartieron entre todos. También nosotros sacamos las provisiones que llevábamos en nuestros zurrones y lo compartimos todo. Era un extraño festín con unos extraños invitados. Pero aquel anochecer al raso, mientras salían las primeras estrellas, los que rodeábamos a Jesús nos sabíamos huéspedes de un rey.
Un rey sentado entre nosotros, que llevaba unas sandalias tan polvorientas como las nuestras, dormía también a la intemperie y, cuando hablaba, tenía el acento inconfundible de los campesinos de Galilea.

TODOS INVITADOS, SOLO QUEDARÁ FUERA QUIEN SE NIEGUE A ENTRAR

col fraymarcos

Mt 22, 1-14
El domingo pasado el simbolismo se tomaba de la viña, hoy la imagen es el banquete. También es un relato polémico que acusa a los dirigentes judíos de haber rechazado la oferta de salvación que Dios les hace por medio de Jesús. Mt se dirige a una comunidad que tenía que superar el trauma de la separación de la religión judía, y el peligro de repetir los mismos errores. Insiste en el tema de la universalidad, que tantos quebraderos de cabeza produjo a las primeras comunidades. No es fácil renunciar a los privilegios.
El texto de Is es una joya. El profeta tiene que hablar a un pueblo que atraviesa la peor crisis de su historia. Lo hace con una visión de futuro muy lúcida. Creo que hoy el texto del AT supera al evangelio, en belleza formal y en mensaje teológico. Naturalmente que es un lenguaje simbólico. Habla de manjares enjundiosos y vinos generosos, de quitar el luto de todos los pueblos, de alejar el oprobio y enjugar las lágrimas de todos los rostros, de aniquilar la muerte para siempre. Bella oferta para el pueblo hundido en la miseria.
Se trata de una salvación total por parte de un Dios, en quien confía el profeta a pesar de las circunstancias adversas. El intento de Is es que todo el pueblo soporte la dura prueba, confiando en su Dios, en cuyas manos está su futuro. Lo verdaderamente importante del relato de Is; el chispazo apuntado que tenemos que descubrir, es éste: Dios salva a todos. Y digo apuntado, porque también allí se ponen condiciones: los que no son judíos, se ven obligados a venir a “este” monte (Jerusalén) para encontrar salvación.
En el AT, el banquete designa los tiempos mesiánicos. Para Jesús significa el Reino de Dios. Para los que pasan hambre diariamente, el banquete puede ser una ocasión única para quitar las penas. En concreto, el banquete de boda era la única ocasión que tenía el pueblo sencillo de celebrar una fiesta y olvidarse de la dura realidad de una vida cuyo primer objetivo era llenar el estómago. Naturalmente no se trata más que de una metáfora para indicar que Dios está dispuesto a saciar los anhelos del ser humano.
También hoy, Mt alegoriza el relato y lo completa con la segunda parte (ausencia del vestido de boda) que no está en Lc. Es el Padre el que invita a la boda de su Hijo. Los primeros invitados son los jefes religiosos judíos que se negaron a aceptar el mensaje de Jesús. El prender fuego a la ciudad hace una alusión clara a la destrucción de Jerusalén. Los nuevos invitados son todos los seres humanos, sin importar ni raza ni condición social y, lo que es más escandaloso, sin importar si son buenos o malos.
Podemos pensar que en el relato, leído literalmente, existe una distorsión del mensaje de Jesús. El Dios de Jesús no es un señor que monta en cólera y manda acabar con aquellos asesinos. Esto no tiene nada que ver con la idea que Jesús tiene de Dios, pero responde muy bien al Dios del AT que a su vez refleja la manera de ser del hombre, proyectada sobre Dios. Es una pena que sigamos insistiendo hoy en esa idea de Dios.
Tampoco el añadido del individuo que no llevaba traje de fiesta, tiene mucho que ver con el evangelio. Si salen a los cruces de los caminos para llamar a toda la gente que encuentren, ¿Qué sentido tiene que se le exija un vestido de boda? ¿Es que la gente va por los caminos vestidos de boda? Puede hacer referencia a la túnica blanca que se entregaba a los recién bautizados. Claro que la intención del evangelista es buena, pero se ha entendido literalmente y nos ha metido por callejones sin salida.
El texto quiere evitar malas interpretaciones de la pertenencia a la comunidad. Era muy fácil entrar a formar parte de la comunidad y aprovechar todas las ventajas sin vivir de acuerdo con el evangelio. Es fácil confesarse creyente, pero nada más difícil que entrar en la dinámica del evangelio. No basta pertenecer a una comunidad. Solo el que de verdad se revista de Cristo (Pablo) puede estar seguro de entrar en el Reino. Dios no toma represalias contra nadie. Solo se queda fuera el que se niega a entrar.
El mensaje de las lecturas de hoy tiene una acuciante actualidad. Dios llama a todos, hoy como ayer. La respuesta de cada uno puede ser un sí o un no. Esa respuesta es la que marca la diferencia entre unos y otros. Si preferimos las tierras o los negocios, quiere decir que es eso lo que de verdead nos interesa. El banquete es el mismo para todos, pero unos valoran más sus fincas y sus negocios y no les interesa. Todo el evangelio es una invitación; si no respondemos que sí con nuestra vida, estamos diciendo que no.
Cuando el texto dice que los primeros invitados no se lo merecían, tiene razón, pero existe el peligro de creer que los llamados en segunda convocatoria son los que lo merecían. El centro del mensaje del evangelio está en que invitan a todos: malos y buenos. Esto es lo que no terminamos de aceptar. Seguimos creyéndonos los elegidos, los privilegiados, los buenos con derecho a excluir: “fuera de la Iglesia no hay salvación”.
Como parábola, el punto de inflexión está en rechazar la oferta. Nadie rechaza un banquete. Ojo a los motivos de los primeros invitados para rechazar la oferta. La llamada a una vida en profundidad queda ofuscada, entonces y ahora, por el hedonismo superficial. El peligro está en tener oídos para los cantos de sirenas, y no para la invitación que viene de lo hondo de nuestro ser que nos invita a una plenitud humana. La clave está en descubrir lo que es bueno y separarlo de lo que es aparentemente bueno.
No puede haber banquete, no puede haber alegría, si alguno de los invitados tiene motivos para llorar. Solamente cuando hayan desaparecido las lágrimas de todos los rostros, podremos sentarnos a celebrar la gran fiesta. La realidad de nuestro mundo nos muestra muchas lágrimas y sufrimiento causados por nuestro egoísmo. Seguimos empeñados en el pequeño negocio de nuestra salvación individual, sin darnos cuenta de que una salvación que no incorpora la salvación del otro, no es cristiana ni humana.
Dios no nos puede dar ni prometer nada, porque ya nos lo ha dado todo. Nuestra propia existencia es ya el primer don. Ese regalo está demasiado envuelto, podemos pasar toda la vida sin descubrirlo. Esta es la cuestión que tenemos que dilucidar como cristianos. El problema de los creyentes es que presentamos un regalo excelente en una envoltura que da asco. No presentamos a la juventud un cristianismo que lleve a la felicidad humana, más allá de las trampas en las que hoy caen precisamente la mayoría de los jóvenes.
Efectivamente, es la mejor noticia: Dios me invita a su mesa. Pero el no invitar a mi propia mesa a los que pasan hambre, es la prueba de que no he aceptado su invitación. La invitación no aceptada se volverá contra mí. Sigue siendo una trampa el proyectar la fiesta, la alegría, la felicidad para el más allá. Nuestra obligación es hacer de la vida, aquí y ahora, una fiesta para todos. Si no es para todos, ¿quién puede alegrarse de verdad?

Meditación
He aceptado la invitación de Dios cuando invito a los demás.
Mientras haya una sola persona que no come,
el banquete del Reino estará incompleto.
Yo tengo que trabajar para que todos puedan disfrutar de la fiesta.
Soy yo el que tengo que eliminar todas las lágrimas
Yo tengo que desvelar la verdad para que llegue a todos.


UN BANQUETE QUE TERMINA MAL

col sicre

El domingo anterior, la parábola de los viñadores homicidas terminaba diciendo que la viña sería consignada «a un pueblo que produzca sus frutos» (v.43). Algo parecido afirma la parábola de hoy, la de los invitados al banquete, que nos ha llegado a través de Mateo y Lucas. Para comprender el enfoque de Mateo es esencial tener en cuenta no sólo el texto de Isaías sino también el de Lucas.
El punto de partida: un festín de manjares suculentos (1ª lectura)
La parábola de los invitados a la boda se inspira en un poema del libro de Isaías a propósito del gran banquete que Dios organizará “en este monte”, Jerusalén, que supondrá la alegría, la salvación y la victoria sobre la muerte para todos los pueblos. Un banquete al que todos están invitados.
La reinterpretación irónica de Lucas (Lc 14,15-24)
El texto de Isaías podía provocar en cualquiera el sentimiento que pone Lucas en boca de un oyente de Jesús: «¡Dichoso el que coma en el Reino de Dios!». Entonces Jesús, con gran dosis de ironía y realismo, cuenta una parábola que podemos dividir en dos actos:
Acto I:
  • un hombre organiza un gran banquete;
  • envía a un criado a llamar a los invitados;
  • los invitados se excusan de buena manera.

Acto II:
  • El hombre, irritado, manda al criado a invitar al banquete a pobres, lisiados, ciegos y cojos;
  • el criado obedece, pero todavía sobra sitio;
  • el hombre vuelve a enviarlo «hasta que se llene la casa».

Moraleja:
«Ninguno de aquellos invitados probará mi banquete».
En la versión de Lucas, la parábola contada por Jesús explica por qué en la comunidad cristiana (el banquete) no están los que cabría esperar (los judíos), sino otros (los paganos). Del optimismo de Isaías pasamos al terrible realismo con que Jesús enfoca siempre las cuestiones.
La reinterpretación más dura y crítica de Mateo
La versión de Lucas podía suscitar en las comunidades cristianas un sentimiento de satisfacción y de falsa seguridad. Para evitarlo, Mateo añade una última escena e introduce también interesantes cambios; los dos actos se convierten cuatro:
Acto I:
  • Un rey invita a la boda de su hijo;
  • envía criados (en plural);
  • los invitados no quieren ir.

Acto II:
  • El rey vuelve a enviar criados;
  • los invitados no hacen caso a los criados e incluso matan a algunos de ellos;
  • el rey mata a los asesinos y prende fuego a su ciudad.

Acto III:
  • El rey manda a recoger a por las calles a todo, malos y buenos;
  • La sala se llena de comensales.

Acto IV:
  • El rey descubre a un comensal sin traje de fiesta;
  • manda expulsarlo del banquete.

Moraleja:
«Hay más llamados que escogidos».
Mateo ha reinterpretado la parábola a la luz de los acontecimientos posteriores y en clara polémica con las autoridades religiosas judías.
En el Acto I, el protagonista no es un hombre cualquiera, sino un rey (Dios), que celebra la boda de su hijo (Jesús). Y no envía a un solo criado, sino a muchos (referencia a los antiguos profetas y a los misioneros cristianos). Los invitados, en vez de excusarse de buena manera, como en Lucas, simplemente no quieren ir.
Entonces introduce Mateo un acto nuevo (II), donde la invitación del rey encuentra una oposición mucho mayor (incluso llegan a matar a algunos criados) y la reacción del monarca es terrible, porque manda su ejército a acabar con los asesinos y a prender fuego a la ciudad (destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70).
El Acto III también representa una novedad con respecto a Lucas: no se invita a pobres, lisiados, ciegos y cojos, sino a todos, buenos y malos. El enfoque socioeconómico de Lucas (en el banquete entran los marginados sociales) lo sustituye Mateo por el moral (todo tipo de personas).
Pero Mateo añade un nuevo Acto, el IV, que es el que más le interesa: un invitado se presenta sin vestido de boda y es echado fuera.
Con estos cambios, la parábola explica por qué la comunidad cristiana está compuesta de personas tan imprevisibles y, al mismo tiempo, contiene un toque de atención para todas ellas. En el Reino de Dios puede entrar cualquiera, bueno o malo. Pero, si se acepta la invitación, hay que presen­tarse dignamente vestido.
Ni frac ni minifalda
Para entrar en una mezquita hay que descalzarse. Para entrar en una sinagoga hay que cubrirse la cabeza. Para entrar en cualquier iglesia se aconseja o exige un vestido digno. Pero el vestido del que habla la parábola no se mide en centímetros ni se debe caracterizar por su elegancia. Es una forma de comportarse con Dios y con el prójimo. O, utilizando una metáfora de san Pablo, hay que vestirse de nuestro Señor Jesucristo. No es un disfraz. Es un modo de vivir y de actuar que recuerde a los demás, dentro de lo posible, como él vivió y actuó.

Nación Mapuche. Moira Millán denuncia amenazas: “es una situación alarmante"


Hoy 5 de octubre, mes signado por efemérides que nos recuerdan las luchas y dolores de nuestra amada indoamérica me encuentro en la ciudad de Esquel con algunos miembros de mi Lof Mapuche Pillan Mahuiza, cumpliendo con una formalidad que es la de denunciar ante el estado las amenazas que estoy sufriendo por parte de las fuerzas de seguridad del estado. Denuncio a la policía y los estamentos de la justicia me manda a la policía para protegerme. ··· Ver noticia ···

Murcia se ha levantado


Beatriz Gimeno

La gente de Murcia ha tenido mala suerte porque su levantamiento histórico contra la manera en que el Partido Popular entiende la democracia, es decir, sin contar con los vecinos y vecinas; contra su manera de gobernar, a favor de la especulación y de los intereses de las empresas…ha coincido con la semana catalana. Son cuestiones muy diferentes pero en ambos casos tienen que ver con la democracia, con la manera en que la gente quiere poder tomar decisiones que afectan a sus vidas y con anhelos sociales perfectamente legítimos.··· Ver noticia ···