FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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lunes, 12 de noviembre de 2018

La luz en la caverna

Atrio 

La luz en la caverna

        Un viejo amigo –profesor y filósofo en la reserva activa– me manda un largo escrito, discurriendo sobre el significado de la palabra Dios.
            Como respuesta a su escrito, le digo que lo que me inspira su lectura sobre quién es Dios lo resumiría en esta frase: Dios es el sentido oculto de todo lo que existe, que nadie conoce ni se ha descubierto todavía, cuya cara visible es Jesús de Nazaret, “padre del hijo pródigo”, “buen samaritano”, “maestro de bienaventuranzas”: en cuanto que las bienaventuranzas –reflejadas y reificadas en su vida y en su obra– testimonian y enseñan los valores que le dan sentido a la existencia concreta de los seres humanos, que son los únicos seres que pueden preguntarse por Dios. Es decir: sólo los humanos-pensantes podemos preguntarnos por el sentido de lo que tal vez pueda existir en la totalidad misteriosa del universo.

Directores y coordinadores de Centros Juveniles redefinen su liderazgo


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- Por: Fotos: José L. Luena Texto: Mateo González Alonso


Una veintena de directores y coordinadores seglares de los Centros Juveniles de la Inspectoría Santiago el Mayor se han encontrado por primera vez en una reunión conjunta en León.

 
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Convocados por el coordinador inspectorial, Santiago Domínguez, y con la presencia del Delegado de Pastoral Juvenil, Txetxu Villota, a lo largo de una jornada de trabajo han podido repasar el Cuadro Fundamental de Referencia de la Pastoral Juvenil, las funciones y tareas desarrolladas, el perfil laboral, la situación económica… de este ambiente fundamental en la propuesta salesiana.

Villota presentó a todos y favoreció un diálogo en torno a la relación del centro con el restos de ambientes de la obra y de la comunidad salesiana y sobre qué aspectos deben merecer más cuidado dentro de estos centros que son los continuadores directos de la intuición primera de Don Bosco en el Oratorio de Valdocco. Por su parte, Domínguez propuso una dinámica para revisar las funciones y tareas del coordinador local. Los participantes debatieron asuntos de gestión, acompañamiento, visibilización, atención a las familias, seguimiento de los proyectos…

La sesión de la tarde estuvo dedicada a la información de cuestiones concretas de la gestión de los centros juveniles, como la relación con el Servicio Civil Italiano, la formación de animadores y la jornada del Movimiento Juvenil Salesiano propuesta para mayo. El coordinador inspectorial agradeció el trabajo hecho en este ambiente y animó a todos a continuar esta labor evangelizadora.

El odio y la guerra en Estados Unidos


Alejandro Nadal

Donald Trump y Barack Obama advirtieron en repetidas ocasiones que las elecciones legislativas de este pasado martes en Estados Unidos serían las de mayor consecuencia en la historia de ese país. Tenían razón. Pero cuando se apuntó que los comicios serían una especie de referéndum nunca se dijo que el tema más profundo, el de la guerra y la paz, estaría ausente de esta jornada electoral.··· Ver noticia ·

Curas pederastas: ¿una solución radical?


José M. Castillo, teólogo
Castillo1Fuente: Teología sin censura
Este problema, que tanto daño hace a las víctimas para toda su vida y tanto está destrozando la credibilidad de la Iglesia, no se resuelve suprimiendo la ley del celibato. Los hombres casados abusan sexualmente de menores probablemente lo mismo que los solteros.
Una medida positiva podría ser suprimir la prescripción, en el derecho penal, para este delito. Me consta que los menores, que se sienten humillados por este tipo de abusos, tardan muchos años en decirlo. Y, en la mayoría de los casos, cuando un adulto dice que, de niño, abusaron de él en esta materia, el delito ya ha prescrito. Si llega el día en que penalmente esto nunca prescribe, posiblemente habrá quienes se contengan ante la probabilidad de terminar, alguna vez, en la cárcel.
Pero lo más importante, que quiero decir en esta reflexión, es que la Iglesia tendría que recuperar y poner al día lo que fue la ley eclesiástica que duró en torno a mil doscientos años. La ley que consistía en expulsar del clero (incluso si eran obispos) a los eclesiásticos que cometían abusos que escandalizaban gravemente a los ciudadanos. Los papas, los concilios, los sínodos, tanto en la Iglesia occidental como en la oriental, no sólo insistieron en esta ley, sino que la aplicaron a tres clases de delitos: faltas contra el ordenamiento eclesiástico establecido, contra la sexualidad y abusos que ofendían al prójimo.
Tantas veces y en tantos casos, se repitió esta práctica, que la ley cuajó en una fórmula bien conocida: “sea degradado o expulsado” (y otras expresiones equivalentes) y que viva, de ahora en adelante, “laica communione contentus”. Dicho más claramente: “que salga del clero, que comulgue como laico, y que se busque la vida como como todo hijo de vecino.
En 1983, publiqué un extenso artículo sobre este asunto, en la “Revista Catalana de Teología” (VIII/1, pgs. 81-111). Y allí cito, en 277 notas, la abundante y documentada bibliografía que existe sobre este penoso asunto. Son notorios los excelentes trabajos que han escrito sobre este tema: C. Vogel, P. M. Suriski, E. Herman, P. Hinschius, F. Kober, K. Hofmann.
El punto capital, que quiero destacar, es que no debe ser dificultad “para quitarle el sacerdocio”, a un clérigo ordenado, el argumento según el cual, si está “ordenado de sacerdote”, tiene el “carácter” sacramental, que es imborrable, eterno y nadie lo puede suprimir o prescindir de él. El argumento teológico del “carácter sacramental” fue un invento de los teólogos escolásticos del s. XI-XII, que destaca Pedro Lombardo, y en el s. XIII desarrolla Tomás de Aquino (Sum. Theol. III, q. 34, a. 2). Pero ni entre los teólogos escolásticos hubo unanimidad, como demostró ampliamente el excelente estudio de J. Galot. Y termino recordando que la enseñanza de la Ses. 7ª del concilio de Trento no se puede aducir como “dogma de fe” de la Iglesia, ya que lo que afirma el concilio es que hay tres sacramentos (bautismo, confirmación, orden sacerdotal) que no se pueden repetir (“Unde ea iterari non possunt”) (CT, vol. 5, 857, 9-10; 859, 16). O sea, lo que afirma Trento es que los tres sacramentos mencionados solo se pueden administrar una sola vez en la vida. Sacarle a Trento que los curas pederastas tienen que seguir siendo curas toda su vida, eso no está definido por la Iglesia en ninguna parte.
Y termino: decir, como ha dicho el Sr. Giménez Barriocanal (El País, 10. XI. 18), que es “irrelevante el porcentaje de pederastia, insignificante”, eso o es una falsedad o una ignorancia impropia de un alto cargo en la Conferencia Episcopal.
Puedo asegurar que sólo el amor y la fidelidad a la Iglesia me mueven a decir estas cosas. El ocultamiento y la hipocresía sólo sirven para hacer más daño a la institución y a seres humanos inocentes.

El Sínodo "de los jóvenes "

Joseba Arregi 
José Arregui1Se llamaba más bien “Sínodo sobre los jóvenes”, cosa muy distinta. Y así ha sido en realidad. Los jóvenes no han sido sujeto, sino más bien objeto. ¿Para qué entonces un Sínodo?
El término proviene del griego syn (con) y hodos (camino o viaje), de modo que significa “camino o viaje conjunto”. Pero el Derecho Canónico lo define como “asamblea de obispos escogidos… que se reúnen… para fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos”. No es un viaje, sino una reunión. Y el sujeto son los obispos con el papa al frente. ¿Merecía la pena?
Viajaron a Roma y allí se quedaron, del 3 al 28 de octubre (25 días con todo pagado), 267 obispos, más 20 sacerdotes y religiosos y 23 expertos; y luego el resto: 49 oyentes, entre los cuales 34 jóvenes (bien elegidos entre los más afines y sumisos, lejos del perfil medio de la juventud actual), todos ellos con voz restringida y sin voto.
Una foto lo dice todo: en la tribuna presidencial el papa Francisco, y el amplio hemiciclo cubierto de sotanas negras, obispos con fajines y solideos fucsia, y cardenales con fajines y solideos rojos en las primeras filas del centro. Majestuoso. Allá al fondo, donde mis ojos ya no distinguen, debieron de estar los oyentes sin voto, unos pocos jóvenes entre ellos. Seguro que en algún lugar estuvieron también los colores del mundo de hoy y las bienaventuranzas de Jesús, pero en la foto no alcanzo ni a divisarlo.
Es la imagen real de la Iglesia institucional: masculina, célibe, clerical y jerárquica. Una Iglesia que Jesús nunca imaginó: ni eligió a los 12 apóstoles como dirigentes de su grupo de seguidores con Pedro al frente, ni se le pasó por la cabeza que fueran a tener sucesores en una Iglesia futura en la que ni siquiera pensó. Y aun cuando la hubiera organizado y proyectado exactamente así hace 2000 años, aun en ese caso irreal podría la Iglesia seguir manteniendo ese modelo. Sería tan anacrónico como que tuviéramos que seguir hablando arameo como Jesús, o vistiendo como él túnica y sandalias o lo que fuera. Jesús fue un profeta reformador, que dijo: “El espíritu sopla donde quiere”, “Está escrito, pero yo os digo”, y “A vino nuevo odres nuevos”.
La institución eclesiástica lo olvidó muy pronto y sigue repitiendo lenguajes, dogmas y formas del pasado. No es, pues, extraño que nada nuevo se contenga en el Documento final del Sínodo episcopal sobre los jóvenes, un texto largo, frío y plano. Se menciona a menudo el “viaje”, pero no se avanza en nada. Afirma que los jóvenes son “lugar teológico” (n. 64), pero ignora la voz y el voto de la inmensa mayoría de la juventud, a la que se recuerda que deben “reconocer el papel de los pastores y no avanzar por sí mismos” (n. 66). Nada nuevo en cuestiones relativas a la sexualidad, a la orientación sexual y al género. Invita a los jóvenes a redescubrir la castidad. Y solo menciona a los homosexuales para decir que han de ser “acompañados” (n. 150), como quien tiene algún problema. A transexuales, bisexuales o intersexuales, ni siquiera los menciona. No existen. “Hombre y mujer los creó”, y punto. ¿Y sobre la mujer? Reclama, sí, su presencia “en los cuerpos eclesiales en todos los niveles”, pero “respetando el papel del ministerio ordenado” (n. 148), es decir, sin tocar la supremacía clerical masculina. Todo queda como estaba: ¿dónde está el “viaje”? O ¿para qué tanto viaje?
Lo más audaz es seguramente el párrafo sobre la formación de los seminaristas, donde se dice: “demasiados jóvenes que se presentan en seminarios o casas de formación son bienvenidos sin un conocimiento adecuado de su historia” (n. 163). Asunto crucial. En efecto, los seminarios se nutren en general de jóvenes de otro mundo que ansían ponerse el alzacuellos y la casulla, y aspiran a la mitra y al báculo. Y puesto que de los seminaristas de hoy saldrán los curas, obispos y cardenales de mañana, ¿cómo podremos esperar de ellos el fin del clericalismo (Sínodo, episcopado y papado incluidos)?
Todo indica que el viejo aparato de la Iglesia Católica tendrá que derrumbarse por entero para que algo nuevo surja en su lugar. Y esto no es pesimismo, sino esperanza en el movimiento que Jesús el itinerante inauguró. El Espíritu es joven y vibra en el corazón de todos los seres, transformando la vida y sus formas.
(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 11 de noviembre de 2018)