FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 1 de agosto de 2013

“No juzguéis y no seréis juzgados” (Mt, 7, 1) José M. Castillo, teólogo

Si algo está dejando patente el papa Francisco, cada día más patente, es que se trata de un papa que cree más en el Evangelio que en el Papado, que toma más en serio lo que dijo Jesús que lo que imponen las normas vaticanas. No pretendo ahora discutir, ni siquiera insinuar, que haya, o pueda haber, contradicciones entre el Evangelio y el Vaticano. Me refiero a lo que es la “convicción determinante” en la vida.
Esa convicción puede ser la bondad o puede ser el poder. Ha habido papas cuya convicción determinante ha sido la bondad. Como ha habido papas cuya convicción determinante ha sido el poder. Ahora bien, el mecanismo que hace funcionar la bondad es el respeto a todos. Mientras que el mecanismo que hace funcionar el poder es el juicio. Esto quedó claro en el principio satánico que pronunció la serpiente, en el mito del paraíso, cuando le dijo a Eva: “Seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal” (Gen 3, 5). Lo que define a Dios, según el demonio, es el poder que delimita lo que está bien y lo que está mal. Y a eso se han dedicado, demasiadas veces, los llamados “representantes de Dios” en la tierra. Por eso, sin duda, el papa Francisco se ha dedicado, en su todavía corto pontificado, a atizarles fuerte a los clérigos, empezando por él mismo, por los papas, los cardenales, los obispos, los curas, los frailes…. Los clérigos, ha dicho Francisco, han sido los que han alejado a los jóvenes de la Iglesia. Una Iglesia que se ha dedicado a juzgar a buenos y malos. Una Iglesia que se ha dedicado a “hacer de Dios”, a producir la impresión de que tiene la última palabra, como si fuera Dios.
Por eso, en pocos minutos, le ha dado la vuelta al mundo la respuesta que Francisco le dio a un periodista en el avión de vuelta que le llevaba de Río a Roma: “Si una persona gay busca al Señor, ¿quién soy yo para juzgarla?”. Francisco tiene conciencia de su responsabilidad. Pero también sabe que esta responsabilidad está limitada por su condición humana. Una condición, y su consiguiente limitación, que el papa lleva siempre consigo, por muy papa que sea. Jesús les prohibió a sus operarios arrancar la cizaña en el mundo porque – tengan el cargo que tengan – se pueden equivocar. Y bien puede suceder que, en lugar de arrancar la mala hierba, lo que hagan en la vida sea pasar por este mundo arrancando el trigo de Dios (Mt 13, 24-30. 36-43). Sólo los ángeles de Dios, en definitiva, solamente Dios puede saber y puede decidir lo que está bien y lo que está mal.
Y para terminar, un criterio que dejó muy claro el papa Francisco: “Los pecados se perdonan, los delitos no”. El problema está en que abundan los clérigos (con sus monaguillos) que, si es preciso, se tiran a la calle para pedir que, en cuanto eso es posible, algunas cosas que dice el Catecismo se copien en el Código Penal. Ya es malo pecar y tener que confesarse. Pero, si encima de eso, tienes que pasar por el juzgado para acabar en la cárcel…. ¿No es eso pretender que vuelva el Nacional-Catolicismo? ¡Por Dios Santo!, no nos cansemos de ser buenas personas. Porque sólo la bondad – y siempre la bondad – tiene fuerza para cambiar el mundo. Y hasta para darle un giro nuevo a la historia.

Cardenal Hummes: “Francisco ya ha comenzado la reforma por el papado” José Manuel Vidal

“El pueblo católico estaba triste; ahora está feliz y levanta la cabeza”
“Me habría gustado que Francisco pudiera haber visitado a Casaldáliga, pero sé que era imposible”
Sentado al lado de Bergoglio, el cardenal Claudio Hummes, tuvo la inspiración de susurrarle, cuando fue elegido Papa, el ya famoso “no te olvides de los pobres”. Cuatro meses después del cónclave, el prefecto emérito del Clero estuvo en la JMJ de Rio feliz y radiante. Por la Iglesia, que “antes estaba triste y, ahora, feliz y con la cabeza levantada”. Y por su amigo Francisco, “la sorpresa del Espíritu” y el Papa que va a reformar la Curia. Saluda al Padre Ángel, al que conoce de oídas, y le dice que es “un admirador de su obra”.
Está aquí “su” Papa, al que usted le propuso el nombre, y al que usted le dijo “no te olvides de los pobres”
Sí, estoy muy feliz con la estancia del Papa, y por todo lo que él es y representa. Porque realmente el Papa Francisco es un gran don, un don extraordinario que el Espíritu Santo concede a la Iglesia. Su nombre ya es todo un programa pastoral, porque él va a ser exactamente el Papa que conduzca a la Iglesia a este nuevo milenio. Y lo va a hacer de una forma nueva.
¿Va a llevar adelante Francisco una “revolución tranquila”?
Creo que sí, una forma nueva de hacer las cosas, con la que sobre todo está indicando lo esencial, lo importante, aquello a lo que debemos estar abiertos. Él sobre todo es un hombre que piensa mucho en las periferias, en los pobres. Lleva en su corazón a los olvidados.
¿Los que tienen que volver a ser los preferidos?
Claro. Eso es lo que él está mostrando, no solamente con palabras, sino mucho más todavía con gestos, con su forma de ser y de hacer, de relacionarse con las personas. Para todos nosotros está siendo una luz que nos indica nuevos caminos.
¡Supieron elegir bien!
Creo que el Espíritu Santo condujo el corazón de los cardenales para elegir muy bien, y yo estoy feliz: Creo que fue una cosa extraordinaria. E inesperada.

¿Se puede decir que ha empezado una primavera en la Iglesia?
Sí, se ve que el pueblo católico está de nuevo feliz, está de nuevo con la cabeza levantada. Antes estaba medio triste, preocupado debido a todas las crisis que se estaban descubriendo en el seno de la Iglesia. Y hoy el pueblo está de nuevo con esperanza. Claro que los problemas siguen ahí y tienen todavía que ser solucionados, pero el Papa ya ha comenzado con las soluciones, y el pueblo tiene la esperanza de que los problemas realmente serán subsanados.
¿Cree que va a hacer la reforma de la Curia?
La hará, sí. Ya ha comenzado por la reforma de la figura del Papa. Ahora reformará la curia y luego tendrá que enfrentar también asuntos que tienen que ver con toda la Iglesia.
¿Será capaz de contagiar esa esperanza a la sociedad civil desilusionada, especialmente en Europa?
Claro que sí, con toda seguridad. Tanto así, que ya se han escuchado en Europa gobernantes que se preguntan: “¿Pero cómo puede ser que la Iglesia en un día y medio de cónclave produzca una nueva Iglesia, y nosotros no consigamos hacer eso en nuestros países y con nuestros gobiernos?”. También se ve, de facto, una apreciación mundial muy positiva hacia el Papa, incluso por parte de los gobiernos.
¿Tuvo miedo de que le pudiera pasar algo en Brasil?
No, no. Siempre estuvo bien protegido, especialmente por el cariño del pueblo

¿Las protestas no son contra el Papa?
No. Y después de todo, terminarán siendo controladas. Las fuerzas de seguridad a veces tienen un poco de falta de práctica para lidiar con este tipo de nuevas manifestaciones, pero poco a poco se ve que todo va siendo controlado normalmente. Claro que está habiendo actos de vandalismo y de violencia, pero están siendo aislados y controlados.
¿Qué piensa que va a quedar del paso del Papa por Río? ¿Cuál cree que fue el mensaje principal que les deja?
El Papa sobre todo piensa en dar fuerza a la Iglesia desde aquí, especialmente en la dirección que el encuentro de Aparecida, donde él participó, ya había señalado. Él tiene las orientaciones de Aparecida gravadas muy fuertemente en su interior. Y lo que nos está indicando a nosotros, al mismo tiempo con su mensaje y con su ejemplo, es de qué forma debemos vivir Aparecida. Y allí entran, en primer lugar, los pobres, la nueva evangelización, y la propuesta de una Iglesia más abierta, más misericordiosa, más cercana al pueblo y a todas las personas. Y sobre todo a los que sufren, a los pobres.
Desde Religión Digital, propusimos que el Papa visitara a Casaldáliga. ¿Le habría gustado un gesto así?
Con certeza, me encantaría. Me habría gustado que lo pudiera haber visitado, pero sé que era imposible.
¿No pudo ser?
No, no hubo manera de poder hacerlo.
¿Por motivos de seguridad?
Claro. Era irrealizable.
¿Y Casaldáliga tampoco pudo venir a Rio?
No lo sé, pero quizás ya no pueda desplazarse en un viaje tan largo.
Algunos titulares
-Francisco sobre todo es un hombre que piensa mucho en las periferias, y que lleva en su corazón a los olvidados
-Creo que el Espíritu Santo condujo el corazón de los cardenales para elegir al Papa, y yo estoy feliz, creo que fue una cosa extraordinaria e inesperada
-El pueblo católico antes estaba medio triste, preocupado, pero desde la elección de Francisco está de nuevo feliz, con la cabeza levantada
-Francisco ya ha comenzado la reforma, reformando precisamente la figura del Papa. Ahora reformará la curia y luego la Iglesia
-¿Cómo puede ser que la Iglesia en un día y medio de cónclave produzca una nueva Iglesia, y los gobiernos de Europa no consigamos hacer eso sus países?
-Francisco tiene Aparecida gravada muy fuertemente en su interior
-Me habría gustado que Francisco pudiera haber visitado a Casaldáliga, pero sé que era imposible

Papa Francisco: “Si pierde a las mujeres, la Iglesia se expone a la esterilidad”

Francisco insta a promover “su participación activa en la comunidad eclesial”
Denuncia la “globalización implacable” y no estar “en marcha con la gente”
Francisco ha pedido que “no se reduzca”, sino que se promueva “la participación activa” de las mujeres en la Iglesia, durante el almuerzo con los cardenales de Brasil, la presidencia de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), los obispos de la región y el séquito papal en Sumaré, en Río de Janeiro, donde se encuentra para celebrar la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud.
“Las mujeres, que tienen un papel fundamental en la transmisión de la fe. No reduzcamos el compromiso de las mujeres en la Iglesia, sino que promovamos su participación activa en la comunidad eclesial. Si pierde a las mujeres, la Iglesia se expone a la esterilidad”, ha asegurado el Pontífice.
A su juicio, se requiere una Iglesia “capaz de redescubrir las entrañas maternas de la misericordia” para poder insertarse en “un mundo de heridos, que necesitan comprensión, perdón y amor”. También ha destacado la importancia de “reforzar la familia”, que “sigue siendo la célula esencial para la sociedad y para la Iglesia” y de cuidar a los jóvenes que son “el rostro futuro de la Iglesia”.
Además, ha señalado que una lección que la Iglesia “ha de recordar siempre” es “que no puede alejarse de la sencillez”. “A veces perdemos a quienes no nos entienden porque hemos olvidado la sencillez, importando de fuera también una racionalidad ajena a nuestra gente”.
Tal vez esta “fuga de Jerusalén”, este abandono de la Iglesia se deba, según ha concretado el Pontífice, a que la Iglesia “se ha mostrado demasiado débil, demasiado lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a sus inquietudes, demasiado fría para con ellos, demasiado autorreferencial, prisionera de su propio lenguaje rígido”. Quizá, según ha añadido, la Iglesia tenía “respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta”.
El hecho, según ha admitido, es que “actualmente hay muchos como los dos discípulos de Emaús; no sólo los que buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos, sino también aquellos que parecen vivir ya sin Dios”.
A esta situación se une la “globalización implacable, la urbanización a menudo salvaje” de cuyas posibilidades “muchos se han enamorado”. Y aunque ha remarcado que en la globalización hay algo “realmente positivo” también hay un “lado oscuro”, en el se encuentran: “los intentos fallidos de encontrar respuestas en la droga, el alcohol, el sexo, convertidos en otras tantas prisiones”; “la confusión del sentido de la vida; la violencia sutil pero implacable, la ruptura interior y las fracturas en las familias; y el veneno interior que hace de la vida un infierno”.
Por ello, el Papa Francisco ha apuntado que hoy hace falta una Iglesia que se ponga “en marcha con la gente” y que se dé cuenta de que “las razones por las que hay quien se aleja, contienen ya en sí mismas también los motivos para un posible retorno”. “Quisiera que hoy nos preguntáramos todos: ¿Somos aún una Iglesia capaz de inflamar el corazón? ¿Una Iglesia que pueda hacer volver a Jerusalén?”, ha exclamado.
Asimismo, considera necesaria una Iglesia que ofrezca “calma” en un mundo atraído por “lo que cada vez es más veloz: Internet veloz, coches y aviones rápidos, relaciones inmediatas”. ¿O acaso también la Iglesia se ve arrastrada por el frenesí de la eficiencia?”, ha preguntado el Pontífice.
(RD/Agencias)

Papa pide a obispos ser sencillos y austeros

Nuevo diario
“Ustedes no son príncipes”, les dice
El máximo jefe de la iglesia Católica explica que los obispos deben conducir el rebaño, “que no es lo mismo que mandonear”
El papa Francisco dijo el domingo que los obispos deben conducir el rebaño, “que no es lo mismo que mandonear”, y tienen que ser pastores cercanos a la gente, sencillos y austeros, “hombres que no tengan ‘psicología de príncipes’, que no sean ambiciosos”.
El pontífice hizo estas manifestaciones en el discurso que dirigió al comité de coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericano, Celam, formado por 45 obispos de América Latina, con los que se reunió en Río de Janeiro antes de regresar a Roma, una vez clausurada la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud.
El papa Bergoglio se refirió a la Misión Continental, el documento surgido de la V reunión del Celam, celebrada en Aparecida (Brasil), en 2007, donde se trazaron las líneas a seguir por la Iglesia latinoamericana para encarar el siglo XXI y la nueva evangelización.
Refiriéndose a los obispos, el Papa dijo que los prelados son quienes conducen la pastoral. “El Obispo debe conducir, que no es lo mismo que mandonear”, expresó el pontífice.
Los prelados, subrayó, deben ser pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos, “hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida”.
“Que no sean ambiciosos”
“Tienen que ser hombres que no tengan “psicología de príncipes”, que no sean ambiciosos, que sean capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza”, dijo.
Francisco agregó que el sitio del Obispo para estar con su pueblo es triple: “o delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos”.
“Estamos un poquito retrasados en lo que a Conversión Pastoral se refiere. Conviene que nos ayudemos un poco más a dar los pasos que el Señor quiere para nosotros en este hoy de América Latina y el Caribe”, añadió.
En un largo discurso, Francisco analizó el documento de Aparecida y señaló que la Iglesia es institución, pero cuando se erige en “centro” acaba transformándose en una ONG, se vuelve cada vez más autorreferencial y se debilita su necesidad de ser misionera.
Renovación interna
El papa Bergoglio destacó que Aparecida ha propuesto la renovación interna de la Iglesia, y dijo que es necesario con frecuencia que los obispos analicen si el trabajo que hacen es más pastoral que administrativo, si promueven la misericordia de Dios, si hacen partícipes de la misión a los fieles, si les apoyan “superando cualquier tentación de manipulación o sometimiento indebido”.
El Papa rehúsa condenar a los gay
En una inédita rueda de prensa a bordo del vuelo papal, en la que el pontífice argentino respondió con franqueza a los numerosos temas sometidos, desde el escándalo de Vatileaks hasta la reforma de la Curia y el eventual cierre del controvertido banco del Vaticano, Francisco habló también de un tema tabú: la homosexualidad dentro y fuera de las murallas del Vaticano
Por elnuevodiario.com.ni | Nacionales
El papa Francisco habla con periodistas en el avión que lo traslada al Vaticano. AFP / END
“Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”, declaró el papa Francisco, ayer lunes, en el vuelo de regreso de Brasil, al manifestar por primera vez la tolerancia de la jerarquía eclesiástica hacia los homosexuales.
En una inédita rueda de prensa a bordo del vuelo papal, en la que el pontífice argentino respondió con franqueza a los numerosos temas sometidos, desde el escándalo de Vatileaks hasta la reforma de la Curia y el eventual cierre del controvertido banco del Vaticano, Francisco habló también de un tema tabú: la homosexualidad dentro y fuera de las murallas del Vaticano.
“El problema no es tener esa tendencia, sino constituir un ‘lobby’ (un grupo de presión). Ese es el asunto más grave para mí”, agregó el papa argentino a los periodistas, al responder a una pregunta sobre las denuncias de un ‘lobby’ gay en el Vaticano, que conspira para acceder a cargos de poder.
Lo que dice el catecismo
El papa argentino, que durante su permanencia en Brasil evitó hablar de temas espinosos como el aborto y el matrimonio gay, recalcó en el vuelo papal que “el catecismo de la Iglesia católica explica de forma muy bella” el tema de la homosexualidad.
“Dice que no se debe marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad”, comentó Francisco.
Un cambio de estilo
“Nada nuevo desde el Vaticano, solo un cambio de estilo, la sustancia sigue siendo la misma”, recalcó Aurelio Mancuso, presidente del movimiento Equality Italia.
La referencia hecha por el papa al catecismo universal, que no condena la orientación homosexual, sino los actos homosexuales como pecaminosos, obliga a los gays a la castidad, “sin vida afectiva ni sexual”, lamenta Mancuso.
La postura hacia la homosexualidad es uno de los debates pendientes dentro de la Iglesia católica, y algunos sectores internos piden un cambio de actitud.
El papa Benedicto XVI, quien reconoció en el libro “Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y el signo de los tiempos”, la existencia de sacerdotes homosexuales, también consideraba que no debían ser discriminados, “aunque no por ello la homosexualidad pasa a ser moralmente justa, sino que queda como algo que está contra la naturaleza de aquello que Dios ha querido originariamente”, escribió.
¿Una vida casta?
Según la Congregación de la Doctrina de la Fe, “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y no pueden recibir aprobación en ningún caso”, por lo que invita a los homosexuales católicos a una vida casta.
El mismo principio que el papa latinoamericano explicó a los periodistas en el avión, sin entrar en el debate sobre el matrimonio gay, al que la Iglesia se opone rotundamente porque afecta a la familia tradicional.
“Todos ustedes conocen perfectamente la posición de la Iglesia sobre ese tema”, remató, con la voluntad de evitar condenas públicas y anatemas.
Francisco habló también sin tapujos durante una hora y 15 minutos de otros asuntos candentes dentro del Vaticano.
El pontífice se refirió a la delicada reforma del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano, acusado de lavado de dinero y objeto de una investigación interna.
“Yo no sé cómo acabará el IOR. Algunos dicen que tal vez sea mejor (convertirlo) en un banco, otros en un fondo de ayudas, y otros que hay que cerrarlo. Yo no lo sé, confío en el trabajo de las personas que están estudiando esto”, confesó.
El bosque y el árbol
Sobre la reforma de la criticada Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, sacudida por escándalos de corrupción, aseguró que no ha notado “resistencias” dentro del Vaticano.
“Ya saben que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece”, comentó, al mencionar el caso de un importante religioso italiano acusado de reciclar dinero proveniente de evasión fiscal a través del banco del papa.
Insuficiente
El tono tolerante del pontífice argentino ha sido considerado “importante” por representantes del movimiento italiano de defensa de los derechos homosexuales, aunque lo tildan de insuficiente en la sustancia.

Francisco denuncia ante los cardenales los fallos de la Iglesia latinoamericana

Enviado a la página web de Redes Cristianas
El Pontífice arremete con dureza contra el clericalismo y el elitismo en una cita con cardenales
Cuidado con Francisco. El papa argentino tiene una predilección natural por los espacios abiertos y la sonrisa, por las frases con gancho —o como ganchos directos al corazón— y por el sorbo de mate que le ofrece cualquiera en su recorrido a cuerpo gentil por Río de Janeiro. Pero, cuando tiene que echar una bronca, muerde sin soltar bocado. Después de la misa final en Copacabana, a la que asistieron en primera fila las presidentas de Brasil y Argentina y también el de Bolivia, Jorge Mario Bergoglio quiso reunirse con las conferencias episcopales de América Latina y el Caribe. Y ahí ya no hubo paños calientes.
En forma de preguntas retóricas o de acusaciones directas, el Papa les puso la cara colorada a los cardenales y obispos bajo cuya responsabilidad está la Iglesia de la otra orilla. Aunque su densa disertación requerirá un análisis más detallado, aquí van algunas perlas.
Hablando del cumplimiento del llamado Documento de Aparecida, surgido de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en 2007 en el santuario de la patrona de Brasil y en el que participó activamente el entonces cardenal de Buenos Aires, el ahora Papa se pregunta y les pregunta:
“¿Procuramos que nuestro trabajo y el de nuestros sacerdotes sea más pastoral que administrativo? ¿Quién es el principal beneficiario de la labor eclesial, la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad?”. Luego, pasa a criticar uno por uno los vicios de la Iglesia latinoamericana. El primero es la ideologización del mensaje evangélico que practican sobre todo “grupos de élite” que “reduce el encuentro con Jesucristo” a una “dinámica descarnada de autoconocimiento”. Después de no dejar títere con cabeza, critica el funcionalismo: “Su acción en la Iglesia es paralizante. Más que con la ruta se entusiasma con la ‘hoja de ruta’. La concepción funcionalista no tolera el misterio, va a la eficacia. Reduce la realidad de la Iglesia a la estructura de una ONG. Lo que vale es el resultado constatable y las estadísticas. De aquí se va a todas las modalidades empresariales de Iglesia.
Constituye una suerte de ‘teología de la prosperidad’ en lo organizativo de la pastoral”. Como si no fuera suficiente, arremete contra el clericalismo. Aquí va a la yugular: “Es también una tentación muy actual en Latinoamérica. Curiosamente, en la mayoría de los casos, se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo. El fenómeno del clericalismo explica, en gran parte, la falta de adultez y de cristiana libertad en buena parte del laicado latinoamericano. O no crece (la mayoría), o se acurruca en cobertizos de ideologizaciones o en pertenencias parciales y limitadas”.
Pero cuando más contundente se mostró Francisco fue a la hora de tratar el perfil que debe de tener un obispo: “El obispo debe conducir, que no es lo mismo que mangonear. Los obispos han de ser pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre; pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida.
Fuente: Red Mundial de Comuniades Eclesiales

El papa Francisco critica la conducta del capitalismo Víctor Flores Olea

Carezco de títulos de todo tipo, curriculares o de experiencia directa en la vida, para hablar y menos para juzgar a un hombre argentino como Jorge Luis Bergoglio, que ha llegado a la cumbre de la jerarquía católica y que hoy porta los emblemas, y la elección necesaria, para ser nominado Papa o santo padre de la Iglesia católica.
Mi curiosidad al seguir las peripecias de su elección y su estilo en estos primeros meses de pontificado, y más en su visita a Brasil, se deben sobre todo a una curiosidad humana, la mía, es decir, del miembro de una familia católica mexicana que recibió educación en los valores de esa tradición, y que por azares de la vida se convirtió más tarde, intelectualmente, en marxista y estudioso del marxismo, y que con el paso de los años, al menos en algunos aspectos, a mi entender, encuentra que se dan la mano en muchos aspectos ambas tradiciones, considerando el valor del hombre (y la calidad del ser humano), como uno de los más altos valores a que se puede aspirar (y que se pueden contemplar).
Sé bien que fue discutida fuertemente esta designación del Papa, porque parecía haber testimonios en el sentido de que el obispo de Buenos Aires Jorge Luis Bergoglio había en algunos casos facilitado la entrega de disidentes y enemigos de la brutal dictadura argentina implantada en 1976. Pero ante estas versiones se presentó una avalancha de testimonios en contrario, dentro y fuera de Argentina, diciendo que el arzobispo de Buenos Aires, es verdad, con un estilo discreto y circunspecto, habría por el contrario protegido a buen número de argentinos y latinoamericanos evitando su arresto por los implacables personeros de la dictadura. Muchos argentinos y latinoamericanos habían así salvado la vida gracias a las “discretas intervenciones” del obispo de Buenos Aires.
Diría que la designación misma del papa Bergoglio, que se supone altamente controlada en su calidad y solvencia, resulta una enorme garantía acerca de cualquier error o equivocación en tal sentido, más ahora que los disimulos y encubrimientos parecen más expuestos que nunca ha ser revelados implacablemente. Todo parece indicar entonces que de manera clara han tenido razón quienes han colocado al obispo de Buenos Aires en la columna de los antigolpistas, aun cuando su actuación haya sido en general discreta y sin grandilocuencia.
Todavía habría que decir que su actuación misma ya como Papa, en Roma, y a lo que parece en Brasil mismo, confirmarían definitivamente que su acción y convicciones están muy lejos de la mentalidad de las dictaduras. Al contrario, su mensaje ha sido invariable y decidido en favor de los pobres.
Y sobre todo, lo que ha brillado más y en mi opinión ha tenido más importancia en sus palabras como sumo pontífice, es su insistencia, cada vez que hay oportunidad, en criticar de frente y abiertamente tal vez el núcleo más profundo del capitalismo: su afán de lucro, el estilo de vida que lleva a unos cuantos (relativamente) a poner en primer lugar y sobre todas las cosas la ganancia y la acumulación de riqueza, como suprema forma de vida y como efectiva conducta, y tal sería, a sus ojos, y a los de muchos otros, la catástrofe más honda del mundo moderno, el “pecado capital” por definición de la clase hoy más enriquecida. Y creo que este énfasis descubre el verdadero núcleo del capitalismo, resultando extraordinario que sea un papa católico el que haga la denuncia, pero así es y esto no se puede ocultar. Por supuesto que el Papa no llama a modificar tal estado de cosas por vía revolucionaria o radical-material, sino más bien por una revolución o un cambio radical de las conciencias que puedan llegar a desechar y apartarse tajantemente de tal visión de la vida dominada por la ambición y el lucro. ¿Será posible?
Me parece que tal es el problema fundamental no sólo de la Iglesia católica, sino del mundo moderno, y seguramente no lo resolverá el papa Francisco. Pero también es verdad que sus palabras y su mensaje serán escuchados con atención por mucha gente, católicos o no, y eso tiene ya en sí mismo un valor excepcional.
Sé que la Iglesia actual tiene enormes problemas que se han acumulado extraordinariamente, y que para resolverlo tal vez haga falta una serie de reformas que tienen que ver con las curias o jerarquías eclesiásticas, y directamente con las instituciones y tradiciones jurídicas de esa iglesia, y desconozco si el papa Francisco tendrá las agallas para enfrentarlas o reformarlas. No me extrañaría demasiado si esto ocurre, por lo que se le ha visto ya en el terreno de la decisión y la voluntad. Ojalá sea capaz de hacerlo, precisamente donde hace falta. Pero precisamente hace falta en esas nociones lapidarias de rechazo y negación en ciertos perfiles “morales” y de “conducta” lamentable de la dominante sociedad hoy como la señalada antes del lucro desenfrenado o la ambición sin límites que ha penetrado en tantos aspectos de la vida contemporánea.
Todo esto, naturalmente, subrayado sobre todo en Brasil, entre llamados a las clases dirigentes capitalistas para que aflojen en su obsesivo afán de lucro y a los políticos para que sean capaces de dialogar ampliamente con quienes tienen divergencias y aun puntos de vista encontrados. El diálogo es uno de los capítulos centrales del tema pastoral de Francisco.
Desconozco si Francisco será capaz de elevarse e a los niveles reformadores de la Iglesia digamos de Juan XXIII, pero ya tiene un lugar, me parece, como Papa que se dirige consistentemente a los pobres y más necesitados, y también a los más ricos, diciéndoles en el fondo que la paz del mundo (y la de ellos, la de los ricos), depende en buena medida de que depongan su mezquindad y ambición desmedida. ¿Será posible?

El legado que nos ha dejado el Papa Francisco Leonardo Boff, teólogo

No es fácil resumir en pocas palabras los puntos relevantes de las intervenciones del Papa Francisco en Brasil. Destaco algunos con el riesgo de omitir otros importantes.
El legado mayor fue la figura misma del Papa Francisco: un humilde servidor de la fe, despojado de todo aparato, tocando y dejándose tocar, hablando el lenguaje de los jóvenes y diciendo las verdades con sinceridad. Representó al más noble de los líderes, el líder servidor que no hace referencia a sí mismo sino a los demás, con cariño y cuidado, evocando esperanza y confianza en el futuro.
En el campo político encontró un país perturbado por las multitudinarias manifestaciones de los jóvenes. Defendió su utopía y el derecho a ser escuchados. Presentó una visión humanística en la política, en la economía y en la erradicación de la pobreza. Criticó duramente un sistema financiero que descarta los dos polos: a las personas mayores, porque ya no producen, y a los jóvenes, no creándoles puestos de trabajo. Las personas mayores no pueden trasmitir su experiencia y a los jóvenes se les priva de construir su futuro. Una sociedad así puede colapsar.
El tema de la ética, fundada en la dignidad transcendente de la persona, ha sido recurrente. Con referencia a la democracia ha acuñado la expresión “humildad social”, que es hablar cara a cara, entre iguales y no desde arriba hacia abajo. Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta ha apuntado una opción siempre posible: el diálogo constructivo. Tres categorías volvían una y otra vez: el diálogo como mediación para los conflictos, la proximidad a las personas más allá de todas las burocracias y la cultura del encuentro. Todo el mundo tiene algo que dar y algo que recibir. “Hoy, o se apuesta por la cultura del encuentro, o perdemos todos”.
En el campo religioso ha sido más fecundo y directo. Reconoció que ha habido “jóvenes que perdieron la fe en la Iglesia e incluso en Dios por la incoherencia de muchos cristianos y ministros del evangelio”. El discurso más severo lo reservó para los obispos y cardenales latinoamericanos (CELAM). Reconoció que la Iglesia –y él se incluía–, está atrasada en lo que se refiere a la reforma de sus estructuras . Y les instó no sólo abrir las puertas a todos, sino a salir al mundo y a las “periferias existenciales”. Criticó la “psicología principesca” de algunos miembros da jerarquía. Tienen que ser pobres interior y exteriormente. Dos ejes deben estructurar la pastoral: la cercanía al pueblo, más allá de las preocupaciones organizativas, y el encuentro, marcado de cariño y ternura. Habla incluso de la necesaria “revolución de la ternura”, cosa que él demostró vivir personalmente. Entiende la Iglesia como madre que abraza, acaricia y besa. Los pastores deben cultivar esta actitud materna para con sus fieles.
La Iglesia no puede ser controladora y administradora, sino servidora y facilitadora. Enfáticamente afirma que la posición del pastor no es la del centro sino la de la periferia. Esta afirmación es de destacar: el puesto de los obispos debe ser o “al frente para indicar el camino, o en el medio para mantenerlo unido y neutralizar las desbandadas, o atrás para evitar que alguien se extravíe”, y debe darse cuenta de que “el rebaño tiene su propio olfato para encontrar nuevos caminos”. Además, da centralidad a los laicos para decidir junto con los pastores los caminos de la comunidad.
El diálogo con el mundo moderno y la diversidad religiosa: el Papa Francisco no mostró ningún miedo ante el mundo moderno; desea intercambiar y ser parte de un profundo movimiento de solidaridad con los privados de alimento y de educación. Todas las confesiones deben trabajar juntas en favor de las víctimas. Poco importa que la atención la preste un cristiano, un judío, un musulmán u otro. Lo decisivo es que el pobre tenga acceso al alimento y a la educación. Ninguna confesión puede dormir tranquila mientras los desheredados de este mundo estén gritando. Aquí se impone un ecumenismo de misión, todos juntos al servicio de los demás.
A los jóvenes les dedicó palabras de entusiasmo y de esperanza. Contra una cultura de consumismo y de deshumanización les pidió ser “revolucionarios” y “rebeldes”. Por la ventana de los jóvenes entra el futuro. Criticó el restauracionismo de algunos grupos y el utopismo de otros. Puso el acento en la actualidad: “en el hoy se juega la vida eterna”. Los invitó siempre al entusiasmo, a la creatividad, a ir por el mundo difundiendo el mensaje generoso y humanitario de Jesús, el Dios que se hizo cercano y se encontró con los seres humanos.
En la celebración final había más de tres millones de personas, alegres, festivas, en el más absoluto orden. Un aura de benevolencia, de paz y de felicidad descendió sobre Río de Janeiro y sobre Brasil que sólo podía ser la irradiación del tierno y fraterno Papa Francisco y del Sentimiento Divino que supo transmitir.