FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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miércoles, 27 de diciembre de 2023

Gaza no puede esperar -- Editorial de El País

El País

Estados Unidos permite tímidos avances pero impide a la ONU imponer un alto el fuego que es cada día más urgente

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se ha quedado corto esta semana en su segunda resolución después de los ataques del 7 de octubre contra Israel. La catástrofe de Gaza está adquiriendo proporciones apocalípticas, cuestión que exige por sí sola un alto el fuego definitivo en lugar de breves pausas humanitarias como propugnaba su primera resolución, tal como señaló una vez más el secretario general de la ONU, António Guterres.  Ver noticia  

Pastor luterano que se atreve en Belén dando aclarador mensaje navideño

 Redes Cristianas

Fuente: Opción por los pobres
EL SILENCIO es COMPLICIDAD
# el «mundo libre» hacen fila para dar luz verde al genocidio de una población cautiva… le cubren las espaldas…pagan las cuentas por adelantado… encubren la verdad y el contexto y protección teológica.
# Aquí confontamos la «Teología del Imperio
# La Teología del Imperio llama a vaciar Gaza.
# La hipocresía y el racismo de occidente es transparente y demoledor.
# En Palestina la Biblia se usa como un arma.
# Estamos indignados con la complicidad de la Iglesia.
# Nos mandan bombas mientras celebran Navidad en su país.
# EL MUNDO MIRA. LAS IGLESIA MIRAN
TODOS JUNTOS
¡¡¡ PAREN ESTE GENOCIDIO AHORA !!!
Para escuchar la homilía (Vídeo de 17´36´´): https://youtu.be/CjIG2YZBXpo?si=FZ02kxugD9Piu9_k

MuntherIsaac- Cristo bajo los escombros.

El Papa: Siria, Gaza, Ucrania, un desierto de muertos. Recemos y luchemos por la paz

 


Francesca Sabatinelli – Ciudad del Vaticano

Reflexión y Liberación

En los saludos posteriores al Ángelus, Francisco recuerda a San Esteban, el primer mártir cristiano, encomendando a su intercesión a «los pueblos desgarrados por la guerra» a la vez que expresa su cercanía a las comunidades cristianas que sufren discriminación e invita a todos los fieles a dejarse impresionar por «el estupor que se convierte en adoración» ante el nacimiento de Jesús  Ver noticia

PALOMAS DE PAZ


 

Era una paloma blanca. Tenía su nido en lo alto de un olivo centenario del campo de Yassin, cerca de Betlem, en tierra de Palestina. Yassin tenía allí un amplio campo con olivos, almendros, algún manzano y un cerezo. Su mujer trabajaba en una escuela de la ONU, y tenían tres hijos. El mayor, Alí había muerto en una intifada por tiros del ejército, la niña Donia estudiaba en Ramala y el pequeño Hamad acababa de cumplir 10 años y ya ayudaba a su padre en el campo cuando había que recoger almendras en verano y olivas en invierno. El día que cumplió 10 años su tío Amed le había regalado un tirachinas que él mismo había hecho con una rama de cerezo y gomas de un viejo neumático de coche. Con él, Hamad jugaba con sus amigos a afinar la puntería con unas latas vacías puestas a distancia en el campo. Hamad era muy bueno en eso y siempre llevaba el tirachinas consigo.

Cuando Hamad descubrió el nido de una paloma blanca en lo alto del olivo más grande, se fijaba todos los días en el ir y venir de la paloma, y un día, cuando la paloma se fue, se atrevió a escalar el árbol hasta lo más alto y ver el nido, que en ese momento estaba vacío. Tiempo después observó que la paloma estaba mucho tiempo en el nido y, con cuidado, observó que tenía dos pequeños y bonitos huevos. Se alejó en seguida para que la paloma no le viera cuando acudiera a incubarlos.

Otro día observó que un halcón sobrevolaba el huerto y el árbol donde estaba el nido. Cuando vio que se acercaba le tiró una pequeña piedra con el tirachinas, no a darle sino a las ramas de al lado y así lo espantó y se fue. Eso sucedió varios días y Hamad espantaba al halcón. Pero un día por la mañana temprano encontró al pie del árbol las cáscaras de los dos huevos rotos. Se enfadó mucho y vigilaba si venía el halcón para espantarlo con su tirachinas.

Tiempo después observó de nuevo que la paloma pasaba mucho tiempo en el nido, sin apenas salir, y algunas semanas después observó que del nido asomaban dos cabecitas de los polluelos que habían nacido y a los que la madre les traía comida en su pico y se la daba cuidadosamente en su boquita abierta ansiosamente.

Pero volvía el halcón y un día observó espantado que voló sobre el nido y salió llevando en sus garras una de las crías y fue a posarse sobre el muro que separaba su huerto de las casas de los colonos judíos que había cerca. Hamad cogió su tirachinas y apuntando bien le dio una pedrada al halcón que cayó herido revoloteando esforzadamente hasta llegar al suelo. Un chico judío casi de la misma edad que Hamad, vino corriendo y lo recogió con cuidado y se lo llevó. Amad se quedó muy enfadado.

Ese niño se llamaba Saúl. Era hijo de unos colonos judíos que habían construido su casa en un campo que había sido de la familia de Hamad, pero los colonos se había apropiado sin más y construido una bonita casa con piscina y todo. Cuando Saúl cumplió 15 años le regalaron una escopeta de perdigones y con ella jugaba en el campo disparando a pajarillos y a todo lo que le parecía. Saúl había visto lo que pasaba con el halcón y la paloma, y cuando Hamad disparó su tirachinas al halcón. Saúl lo vio, y al día siguiente, una vez guardado el halcón en su casa para curarlo, salió con su escopeta de perdigones, fue al campo de Hamad y mató a la paloma blanca que anidaba en su olivo más grande. En el nido quedó un polluelo con un escaso plumón, que moriría de hambre y frío.

Hamad, enfadado, tiraba piedras con su tirachinas contra el muro que separaba su campo y la colonia judía. En eso, acudieron unos soldados y detuvieron a Hamad y se lo llevaron preso acusándole de estar atacando con piedras al muro de separación.

Cuando Saúl cumplió los 18 años se fue a hacer el servicio militar y luego ya se quedó en el ejército como soldado. Era excepcional con su puntería y lo destinaron a un avión caza equipado con ametralladora y equipo de alta precisión.

Cuando Hamad salió de la cárcel varios meses después huyó al norte, al Líbano y vivió en el campo de refugiados de Sabra, en un barrio de Beirut. Allí conoció a otro chico que tenía un palomar y amaestraba palomas para hacerlas palomas mensajeras y enviar mensajes a otros sitios que su organización tenía por el territorio. Hamad se entusiasmó con la idea y colaboró con su amigo en el palomar. Llegaron a tener una buena bandada de palomas y lograban amaestrar algunas para su objetivo. Todavía seguía la guerra entre los dos países vecinos y un día Hamad vio cómo un caza volaba más bajo de lo habitual y al acercarse a su palomar disparaba una ráfaga de ametralladora contra la bandada de palomas que en ese momento volaban distendidas en el cielo azul de Sabra. Murieron casi todas y sólo unas pocas regresaron al palomar asustadas y nerviosas. Hamad quedó destrozado y en ese momento se acordó de su paloma blanca del olivar de su padre, de aquel halcón que la molestaba y de aquel chico judío que disparó su escopeta y la mató.

Al poco rato, se oyó un tremendo disparo de un obús que los milicianos islamistas que estaban cerca de Sabra dispararon contra el avión que sobrevolaba bajo una y otra vez. El avión fue alcanzado y derribado y se prendió fuego al caer a tierra. El piloto había tenido tiempo de hacer saltar su asiento y el paracaídas y aunque estaba herido cayó a tierra y fue apresado por las milicias palestinas. Hamad se enteró que ese piloto era Saúl, el chico judío que había matado su paloma. Hamad no sentía odio ni venganza, pero sí un tremendo dolor por el recuerdo de su paloma y el nuevo desastre de la bandada de palomas abatidas. Con los debidos permisos quiso ir a saludar al piloto preso y recordarle aquel episodio de años atrás.

El soldado Saúl entró en una profunda crisis personal cuestionándose los desastres de la guerra, lo absurdo del apartheid de Israel sobre Palestina y tanto dolor producido. Cuando fue liberado, en un intercambio de presos, pidió la baja del ejército y pidió perdón a su antiguo vecino Hamad. Se hicieron amigos y proyectaron un nuevo futuro en común.

Afortunadamente la guerra había terminado, se había firmado la paz y el reconocimiento de dos Estados, Israel y Palestina, bajo un paraguas internacional, y nacía un tiempo de esperanza y nuevos retos de colaboración y convivencia.

Saúl se había especializado en la fabricación y uso de drones con objetivos militares. Y Hamad seguía con su afición por las palomas mensajeras. Con otros amigos con sentimientos y aficiones comunes se instalaron en un antiguo kibutz reconvertido en granja ecológica y centro de fabricación de drones con objetivos civiles. Fabricaban drones de diversos tamaños y modelos, destinados a la mensajería civil como reparto de paquetes especialmente de material médico urgente a hospitales, libros y material escolar y pedagógico a colegios, cámaras para grabar reportajes de paisajes, así como el despliegue solidario y publicitario de pancartas desde los drones por las playas, ciudades y campos. Eran las nuevas palomas mensajeras de paz.

NAVIDAD DE SIEMPRE Y DE AHORA


col martell

 

En las culturas anteriores al cristianismo, existía la costumbre de celebrar una fiesta coincidiendo con el solsticio de invierno. De aquél momento en que la inclinación del sol se mantiene durante varios días casi sin moverse viene el nombre de solsticio, que significa "sol quieto” en latín. Cuando la fuente solar de vida se aleja, la tribu apechuga y comparte lo que tiene en torno a las fogatas que dan calor y permiten cocinar algunos alimentos. Poco a poco, el comienzo del nuevo periodo se va transformando en celebración y ceremonia en la que el fuego representa al añorado sol momentáneamente alejado, siguiendo las leyes de la astronomía.

Para los celtas y los galos, el “fin de las tinieblas” giraba en torno a la creencia del árbol como representante de un poder al que rendían culto. Esta tradición heredada a través de los siglos, sirvió de inspiración para el actual árbol de Navidad. En estas mismas fechas, la antigua Roma celebraba las fiestas en honor al dios Saturno. Todos se intercambiaban regalos e incluso desaparecían por unas horas las barreras que separaban al esclavo de las personas libres.

Cuando el cristianismo comienza a propagarse en Europa, asimila estos festejos solsticiales de honda raigambre social a sus propios ritos y símbolos de la Navidad que ahora, en Occidente, pierde peso en beneficio de una fiesta que se justifica en sí misma, caracterizada por el gasto desmedido y los regalos, que ha sido vaciada de contenido para prevalecer el consumismo escapista. Afortunadamente, los días navideños aun conservan un clima familiar y social de reuniones y reencuentros con esfuerzos sinceros para reforzar los lazos humanos y el acercamiento de personas alejadas por la distancia del corazón o los kilómetros. Esto ocurre por encima de que nos identificamos con el solsticio o con la fiesta consumista y superficial en la que hemos ido cayendo, cristianos incluidos, hasta convertir muchos signos del Adviento en reclamos mercantiles. 

Con todo, el sentimiento del Adviento y de la verdadera Navidad sigue vivo en muchísimas personas que buscan y se afanan en la alegría de la fe en los valores evangélicos en torno al nacimiento del Dios Amor como uno de los nuestros, cercano y amigo. Una celebración que nos señala el compromiso fraterno frente al consumismo indiferente con quienes más sufren, especialmente en estas fechas.

Entre medio del oropel, siempre estarán los que no tienen fiesta alguna, agobiados por el peso de la vida. Para ellos, estas celebraciones son una punzada de dolor en sus tribulaciones. Estas personas debieran ser el objetivo predilecto, al menos de quienes nos decimos cristianos. Es emocionante recordar a quienes se han esforzado a lo largo de la vida para que nos sintamos queridos y aceptados, especialmente en estas fechas. Igualmente causa alegría conocer que para Jesús de Nazaret era más determinante eliminar el sufrimiento que denunciar los pecados de la gente. No es que no le preocupase el daño moral, sino que para Él, el peor mal consistía -y consiste- en causar sufrimiento o tolerarlo desde la hipocresía o la indiferencia.

Cuando tantos se preguntan hoy por el lugar de la religión en la sociedad, está de plena actualidad la llamada de la Pascua de Navidad “¡Estad alegres!” llena de esperanza para todos. Esta Buena Noticia vivida desde el ejemplo provocó que Jesús se sentara a la mesa de gentes que seguían siendo pecadoras, a la que ofrecía su amor en forma de perdón y amistad. Su acogida resultaba intolerable al hacerse Navidad regalada y misericordiosa, sin exclusiones de ninguna clase.

Lo contrario, es decir, comportarse de otra manera en nombre de la Navidad (que significa “nacimiento de la Vida”) es una farsa que debiera tener su correspondiente denuncia profética. Y aquí estamos pero que bien pillados…

 

NAVIDAD 2023


col acebo

 

Este año la Navidad amanece oscurecida por las guerras. La tierra donde nació, vivió y murió Jesús y en donde sus discípulos y discípulas experimentaron su presencia viva y resucitada, está llena de sangre.

No podemos proclamar “Feliz navidad” sin identificarnos con el dolor, la impotencia, la angustia y desesperación de tanta gente inocente, sobre todo de los casi 10.000 niños y niñas muertos bajo los bombardeos de Netanyahu. Otros muchos quedaron heridos, huérfanos, sumidos en el llanto, el hambre, el frío y la soledad.

Israel ha lanzado misiles sobre la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza, donde hay más de 700 personas refugiadas, la mayoría mujeres con niños y niñas, sin comida, sin agua, sin medicinas y sin energía eléctrica. Hay ya varias personas muertas. “Han fusilado a sangre fría a creyentes dentro de la parroquia”, expresa el Patriarca latino de Jerusalén, cardenal Pizzaballa.

Los Herodes de nuestro tiempo han sembrado destrucción y muerte. Hacemos memoria de los muertos y rehenes israelíes hechos por Hamás y de los palestinos masacrados en Cisjordania por el ejército y colonos judíos.

Lamentamos que el gobierno de Israel dificulte que en esta Navidad los cristianos palestinos se reúnan en Belén a celebrar el nacimiento de Jesús.

Hoy Dios nace en Gaza, no en una cueva sino entre los escombros y desde ahí grita al mundo que la guerra nunca es el camino, que la paz solo nace del diálogo, la justicia y el respeto al diferente.

El Dios de los judíos es el mismo Dios de cristianos y musulmanes, Dios de Amor y de Vida, Dios de misericordia que nos reta a rechazar la opresión y la violencia, para vivir como hermanos.

Dios nace en la solidaridad de tantos hombres y mujeres que en el mundo sueñan y luchan por una nueva humanidad de paz y fraternidad.

Es nuestro deseo para el año 2024.

“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.

Sobre los que habitan en la tierra de sombras de muerte

resplandeció una luz brillante” (Is 9,2).

Jesús es la Luz. Todavía hay razón para la esperanza.

LAS VÍCTIMAS ESTÁN HASTA EL GORRO DE COMPROBAR CÓMO SE RÍEN DE ELLAS UNA Y OTRA VEZ


col zapatero

 

Hace pocos días me contaban dos víctimas de pederastia, ella del ámbito intrafamiliar, el del eclesiástico, cuántas pastillas toman diariamente. Muchísimas, dejémoslo ahí. Más de las que mente humana pueda imaginar. O como tituló su libro mi compañero de fatigas, José Abella, Cien Pastillas En Un Día. Ella sufrió el delito por parte de su padre, él de manos de un religioso. Ambos cuando eran menores.

Hoy en día, ambos sobrepasan los cuarenta años, y han recibido a lo largo del tiempo sendas terapias que han tenido que pagar de sus propios bolsillos. Sus idas y venidas en el tiempo debido a las terribles secuelas, les han producido social y laboralmente graves consecuencias, traducidas en exclusiones y hasta en algún caso, negacionismo, ninguneo y aislamiento. Sus vidas siguen quebradas por crisis de ansiedad regulares y más síntomas que sería muy largo relatar y que se presentan en forma de secuelas por las agresiones que un día, cuando eran infantes, un adulto perverso, pederasta y depredador les causó.

La abominación de quienes causan el daño, robando la inocencia de una niña o un niño, es fruto un fenómeno psiquiátrico reconocible.

En el mayor número de supuestos son personas psico sexualmente atrofiados con un nivel emocional anclado en una falta absoluta de madurez. Pederastas, algunos confesos, otros que lejos de admitirlo, incluso cuando una sentencia penal les ha condenado en firme, se retuercen en la mentira, en la cobardía, en la inútil negación, viviendo para siempre en la burbuja que construyen junto a sus órdenes, sus parroquias y sus núcleos familiares. Lo que se llama complicidad o encubrimiento, cobra aquí un segundo capítulo de la terrible historia. La revictimización, que causa un daño adicional, adquiriendo secuelas eternas, como si la tortura principal no fuera suficiente.

El Catedrático Emérito de Derecho Penal y Director Honorario del Instituto Vasco de Criminología y Fundador del mismo, Antonio Beristain, definió la victimización secundaria como la mala o inadecuada atención que recibe la víctima una vez entra en contacto con el sistema de justicia. Pues bien, es evidente que en lo que a pederastia se refiere, incluso la brillante definición se queda corta. Porque demostrado está que en muchos casos no es necesario para padecerla, entrar en contacto con el sistema de justicia. Previo a ello, el pederasta y su entorno, ya la provocan.

Una vez hecha la denuncia, sea en el orden de la justicia ordinaria, o en la vía canónica, actitudes de trilerismo, descafeinamiento, negación, incrementan el daño. No es solo una cuestión de prueba preconstituida. De tener que repetir el relato, el testimonio, una y otra y otra vez. Es también una cuestión de tener que sufrir continuos aldabonazos como los que estos últimos días están resonando en los medios, gracias a conductas como la de la jerarquía eclesiástica española, dividida, ya lo sabemos hace tiempo, entre rigoristas sin escrúpulos y aperturistas taciturnos que juegan al una de cal y otra de arena.

Ofensas impertinentes hacia las víctimas del ámbito eclesiástico, que ya en grupo y sin divisiones, empiezan a estar hartas de tolerar, aguantar y soportar tanta muestra de desvergüenza. Broncas internas para presentar un informe de honorarios exagerados, clanes petimetres encabezados por presuntos ilustres apellidos leguleyos, insolencia visual mediática, desconsideración permanente con víctimas y supervivientes, palmaria ignorancia en las formas de expresión y comunicación, sensación clara de falta de claridad y transparencia, repetición de donde dije digo, digo Diego, movimientos descarados y repetitivos orquestados en la oscuridad de Añastro, oclusivos, y efectuados pensando que las víctimas se chupan el dedo. Falta de vergüenza y lo que es peor, de dignidad, de valentía y de valores cristianos.

García Magán y Josetxo Vera

Las víctimas que yo conozco están ya superadas por la constante revictimización a la que están siendo sometidas. Hartas de ver cómo, desde la iglesia, se les pide perdón para después llevar su dolor a ninguna parte. Hasta el gorro de comprobar cómo se ríen de ellas una y otra vez. Hastiados de dejar vías abiertas de comunicación, ventanas que desde la jerarquía se cierran una y otra vez, puertas que la iglesia les cierra en los morros, bofetones sin la misericordia y la piedad que cabría esperar de una institución que presume de valores y principios.

Una víctima me decía el otro día, tras la presentación del informe Cremades y el nombramiento de un equipo compliance, formado por un sobrino del recóndito Silverio Nieto y por un tal Dagnino, que no precisa presentación, que él no sabía si con los frutos que generen las acciones de esa alineación, iba siquiera a sentarse en una mesa de negociación para ser reparado, indemnizado. Que una cosa es tener derecho a ser reparado y otra quebrar la propia autoestima y unos mínimos en cuanto a dignidad personal. Que no esperaba nada en absoluto de quienes sabe de antemano que mienten, tapizan la verdad o juegan a pensar más en el interés de los verdugos que en el de sus víctimas y supervivientes.

La iglesia tiene un grave problema a corto plazo. Y no es preciso que sea yo quien lo identifique en este artículo. Ellos saben que yo lo sé. Y como yo, la inmensa mayoría de las víctimas de este país.

Mientras jueguen en la oscuridad de los despachos de Añastro y no en la luminaria del encuentro, del diálogo y del sincero resarcimiento, el problema se les hará más y más grande. Es lo que tiene encubrir durante décadas y hasta el infinito. Lo que tiene no cumplir, lo que tiene, en fin, predicar y no dar ejemplo.

Las víctimas y supervivientes seguiremos con nuestras pastillas, alimentando nuestra luz interior. Continuaremos esforzándonos en darnos calor unos a otros, unas a otras, pero tal vez haya llegado el instante de decirle alto y claro a la jerarquía eclesiástica que o se toman el tema en serio o que vayan pensando en Ego amissus pugna sed autere bellum. Porque como dijo Virgilio Fortuna iuvat audaces. Porque la audacia crece con el miedo ajeno, y es el miedo a reconocer la verdad, la dura verdad, lo que les atenaza a ustedes. Nuestra audacia, unidos, unidas, por esa necesidad de reconocimiento y reparación, seguirá creciendo, mal que les pese, por mucha falta de vergüenza que sigan demostrando.

 

Juan Cuatrecasas Asua

Miembro fundador de ANIR- Asociación Nacional Infancia Robada

Religión Digital

¿SOY CRISTIANO? ¿ES NECESARIO SER CRISTIANO?


col koldo

 

El cristianismo ha heredado del judaísmo la necesidad de un Salvador, aunque la idea de salvación ha evolucionado mucho en treinta siglos.

La nación judía se constituyó mediante un pacto, ratificado con la circuncisión, en el que Yahvé les hacía la Promesa de un Mesías que traería la Salvación de su pueblo (salvación esencialmente política y social, salida de Egipto y posesión de la tierra prometida) y ellos se comprometían a cumplir La Ley.

Jesús, como Mesías, proclamó la llegada del Reino de Dios en este mundo (en fraternidad social, no en poder político) y más allá del fin de este mundo.

El cristianismo se fue formando con las comunidades de judíos y paganos creyentes en Jesús como Señor y Mesías y como participantes en el Reino de Dios, entendido como ampliación de la Promesa. Esta ampliación se realizaba sin necesidad de la circuncisión ni el cumplimiento de La Ley, según aprobó el concilio de Jerusalén a instancias de Pablo(El retraso del Reino facilitó la evolución desde una salvación política y social en este mundo hacia una salvación eterna).

Todavía Benedicto XVI, en el siglo XX, consideraba que “fuera de la Iglesia no hay salvación” (salvación considerada ya fundamentalmente personal y eterna). Para muchos cristianos y teólogos esta exclusión de los creyentes de todas las demás religiones sería un fracaso del proyecto y del amor de Dios; y el teólogo Karl Rahner incluyó a toda persona de buena fe como cristianos anónimos, herederos de la Promesa de salvación.

Actualmente el Pluralismo religioso reconoce que Dios se ha manifestado muchas veces y de diversas maneras a los distintos pueblos según la cultura de su época y región, y en consecuencia tienen la misma esperanza de salvación.

Según el Evangelio ¿fueron cristianos Marta, María y Lázaro? ¿Fue cristiana la mujer sirofenicia, que hizo ver a Jesús que el Reino de Dios se ofrecía también a los paganos? ¿Fue cristiano el geraseno al que Jesús envió a anunciar a sus paisanos las maravillas que Dios le había concedido?

¿Fue cristiano Santiago el hermano del señor y representante de la Iglesia de Jerusalén? ¿Fue cristiano Pedro que acudía al Templo a orar, rehusaba comidas prohibidas por la Ley, y entrar en casa de un pagano?

En la parábola del Juicio final la división no es entre creyentes o no creyentes sino entre los que escucharon la voz de la conciencia, la compasión, y los que no la escucharon.

No necesitamos un Salvador porque la salvación la llevamos dentro: Dios constituye nuestro verdadero Ser; sólo necesitamos dejar que se manifieste. Las religiones sólo pueden facilitar que se “encarne” en nuestra vida espaciotemporal, como el campesino colabora en el desarrollo espontáneo de la semilla.

Creo por tanto que no es imprescindible ser cristiano para colaborar en la salvación terrenal del género humano (y de todo el planeta) y para desarrollar más allá del tiempo nuestra dimensión espiritual. El cristianismo no es necesario, pero Jesús es un personaje cautivador que ha despertado los valores dormidos de mi conciencia.

¿Soy cristiano?

Si ser cristiano es estar bautizado, soy cristiano. Si ser cristiano es aceptar como infalibles las doctrinas y preceptos de la Iglesia jerárquica, no soy cristiano.

Si ser cristiano es tomar como orientación los escritos del Nuevo Testamento (recopilados y aceptados por las primeras comunidades cristianas), soy cristiano. Si ser cristiano es tomar estos escritos como revelados y “palabra de Dios”, no soy cristiano.

No sé si puedo llamarme cristiano. Si ser cristiano es aceptar el proyecto de Jesús y proponerme seguirlo y transmitirlo, como una manera socializada de vivir el mensaje inscrito en el corazón de todo ser humano, soy cristiano.

Si Jesús me preguntara ¿me amas más que los creyentes de otras religiones? le respondería, evitando las comparaciones, “Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo”.

 

FELICITACIÓN INCÓMODA


col kowalski

 

Este año me es muy difícil decir: Feliz Navidad. Lo siento. Ni deslumbrado por las lucecitas parpadeantes de las calles ni sobreestimulado por la propaganda y los medios de comunicación, me sale decir: Feliz Navidad. A través del espumillón multicolor de ventanas y escaparates contemplo con extrañeza cómo la gente camina apresuradamente, estresada para comprar compulsivamente, agobiada por preparar comidas y cenas donde algunos tienen que trabajar mucho (la mayor parte mujeres, es una realidad) para que todos comamos demasiado. Ya no es que hayamos olvidado que recordamos el nacimiento de un judío rebelde que echó un órdago a los poderes religiosos y políticos de su tiempo y lo perdió, es que parece que hemos olvidamos también la celebración del sol invictus, signo que nos recuerda una naturaleza en continua muerte y siempre en resurrección. Nos han convertido en seres unidimensionales con unas orejeras bien puestas: producir y consumir.

Me pregunto qué pensarían los que bracean en un cayuco tras naufragar en el intento de buscar el pan de cada día, una vida con un mínimo de dignidad, si viesen nuestras mesas repletas de manjares y en las que no cabe ni una copa más. Me pregunto qué pensarían todos los padres y madres que lloran a sus hijos muertos en guerras en las que no tenían ni arte ni parte y en las que alguien los alistó forzosamente, si viesen nuestras casas decoradas de pino o acebo, de pecas de confeti y con portal de reyes, mula y buey incluidos; y a nosotros con esa sonrisa profidén que no debe faltar porque alguien ha dicho “llegó Navidad” y decretado que tenemos que ser felices, comamos o no perdices. Me pregunto qué pensarían esas mujeres maltratadas y golpeadas por sus maridos y parejas y que no tienen recursos psicológicos ni económicos para independizarse, si nos viesen correr cargados de bolsas con perfumes caros, cremas exfoliantes y unos regalitos inútiles que, para no tener que quitarles el polvo, pronto acabarán en el contenedor de la basura. Me pregunto qué pensarían los que caminan horas para llenar un humilde botijo de agua o trabajan duramente la tierra para extraer unas míseras raíces si nos viesen viajar a exóticos lugares para celebrar el cotillón de fin de año porque, oye, qué vulgaridad eso de que el fin de año te sorprenda en tu casa con tu madre o tu suegra ancianas hablando de sus achaques o con el pelma de tu cuñado o cuñada amargándote el mazapán con sus politiquerías…

Parece que vivimos momentos de insensatez colectiva. Al contemplar a esta mala bestia que es el ser humano no me sale decir: Feliz Navidad. Lo siento. Lo único que se me ocurre decir es que todavía hay esperanza. Que hay gente que no se deja engatusar por la propaganda invasora, ni sigue pensando que celebramos la mítica llegada del hijo único de Dios para redimir los pecados del mundo, sino la de un valiente que desenmascaró una religión meramente ritual y desafió a los poderosos de este mundo. Que hay personas bien nacidas, de sanos sentimientos, aunque sean ajenas al mundo religioso, pero que trabajan desde el silencio y la discreción por construir un mundo un poquito mejor. Que hay gente que celebra estas fiestas con sencillez, con cierto sentido de la austeridad, con una alegría que brota desde dentro al sentirse en comunión con los demás y con la naturaleza. Hay esperanza al comprobar que este homínido tan poco humanizado, llamado sapiens, tiene la posibilidad de que brote del manantial de su interioridad el agua viva y fresca de la compasión y de que despliegue su ilimitada capacidad de amar. Esa es la única posibilidad de mi felicitación, de poder decir algo con sentido. Los únicos motivos para darnos palabras de ánimo y consuelo y no repetir esa cansina, manida, desgastada y huera frase de: Feliz Navidad.

 

Pedro Miguel Ansó Esarte

Exprofesor de Humanidades

Pamplona-Iruña a 22 de diciembre de 2023

NAVIDAD Y FUTURO DE LA ESPECIE HUMANA


col anso

 

El pasado 1 de diciembre, a punto de abrirse en el calendario litúrgico cristiano el tiempo llamado Adviento (Venida) que abarca las cuatro semanas preparatorias de la Navidad, la columna semanal de Leonardo Boff se titulaba “¿Nos acercamos al fin de la especie humana?”. Reproduce, resumiéndolo, un texto publicado en el año 2020, durante la pandemia de la COVID 19.

Esa misma pregunta me brota de manera recurrente desde hace años. No me sorprende, pues, la cuestión como tal, sino el hecho de que el hermano Leonardo la haya vuelto a formular en vísperas de Navidad. No sé si lo ha hecho con intención o sin ella, pero la fiesta del nacimiento de Jesús vuelve más honda y radical, también más interpelante, la pregunta sobre el fin de la especie humana.

Miro y celebro el nacimiento de Jesús como figura de todo nacimiento, más allá del mero hecho histórico – del que sabemos tan poco, y aunque no supiéramos nada – y más allá de todos los dogmas – que en su versión tradicional carecen de sentido para una inmensa mayoría de nuestra sociedad, también para mí –. La Navidad celebra el milagro universal de la vida, tan frágil y poderosa, tan diversa en sus infinitas formas conocidas y desconocidas, la vida en permanente transformación, en eterna interrelación, la vida en este maravilloso planeta o en incontables otros planetas del universo o multiverso. La Navidad es la fiesta de la vida y de todo lo que la hace posible y la sostiene y la nutre: la tierra, el agua, el aire, la luz, la luz del sol que nace cada día y cada solsticio de invierno, la luz de las estrellas que iluminan la noche, como la estrella que alegra la noche de los pastores en las afueras de Belén, como la estrella que guía el camino de los Magos de Persia, sabios buscadores, a Belén, a dondequiera que nace la vida. La Navidad es la fiesta de la materia, matriz originaria, energía y potencialidad inagotable de vida y de conciencia en todas las formas habidas y por haber, santa materia animada, pura forma y diafanía, transparencia, del espíritu o del aliento. Todo nacimiento es epifanía de la relación universal en eterna transformación creativa, asombroso misterio. Me inclino y adoro a Jesús y a todo ser viviente, el Aliento que late en todo, lo empuja y recrea de transformación en transformación.

Si la vida es relación universal en eterna metamorfosis, ¿qué tiene de extraño que nuestra especie Sapiens, forma surgida hace 300.000 años – hace un instante –, en algún momento vaya a extinguirse como tal forma? La muerte de las formas es la condición del nacimiento de nuevas formas y de la permanencia de la vida, y todas las formas disueltas permanecen tal vez en la eterna memoria cósmica de la vida. ¿Qué hay, pues, de extraño o de inquietante en la pregunta de Leonardo Boff sobre el posible fin de nuestra especie? No somos el destino final ni el término de la evolución. No somos ninguna excepción en la historia sin fin de la vida.

La inquietud y la alarma vienen del hecho de que el fin de nuestra especie humana se deba a su conducta exterminadora. Desde el principio, el Homo Sapiens se ha comportado también como Homo Demens. El Homo Faber ha sido a la vez Homo Depredator, Exterminator de otras formas vivientes y de su propio entorno vital. El propio Leonardo Boff lo ha señalado insistentemente, inspirado especialmente en Théodore Monod (1902-2000), extraordinario naturalista, explorador, humanista, militante ecologista y pacifista, y creyente profundo. Desde el principio, el hermano ha matado al hermano, Caín a Abel. Y quien mata al otro se mata a sí mismo. La exterminación de los otros animales y especies vivientes, quiérase o no, más pronto o más tarde, se torna autoexterminadora. El asesino es suicida. Una guerra nuclear generalizada, sobre cuyo peligro tanto alertó Théodore Monod, sería su peor demostración.

Pero no creo que el fin de nuestra especie humana vaya a producirse a consecuencia de una guerra nuclear. Sería terrible – aunque no mucho más terrible que lo que vemos en Gaza, en Ucrania, en Sudán…, solo que generalizado –, pero no lo considero probable. Sí considero muy probable, como advierte Yuval Noah Harari una y otra desde hace 10 años, que nuestra especie acabe, más pronto que tarde, siendo víctima de su poder o de su impotente ambición de poder, y que llegue a ello desarrollando tecnologías (biotecnología, infotecnología, inteligencia artificial) de las que acabe perdiendo el control o de las que solo unos (los más poderosos) posean el control; tanto lo uno como lo otro llevarían a lo mismo: la posesión de tales tecnologías por parte de algunos provocaría la división de la humanidad entre una élite de humanos “mejorados” (¡!) y todos los demás reducidos a parias infrahumanos. Los unos y los otros serían encarnación del Homo Deshumanizado. ¿No está sucediendo ya ante nuestros ojos atónitos, angustiados?

¿Pero por qué esta maravillosa especie, capaz de lo más sublime, puede llegar, o está llegando, a este nivel de riesgo, a este grado de horror? No es porque hubiera nacido con ningún “pecado original” ni por “maldad natural” ni por “decisión consciente y culpable”. ¿Por qué, pues? Simplemente, porque, como todos los vivientes, nacimos inacabados, pero con una particularidad extremadamente peligrosa para sí y para la comunidad de todos los vivientes: nuestra especie nació dotada de asombrosas capacidades y a la vez incapaz de gestionarlas sabiamente, armónicamente, fraternalmente. ¿Cómo podrá seguir siendo viviente y humano?

Vuelvo los ojos a Belén, al pesebre, a la figura de la vida naciente, de la bondad viviente, de la vida buena: a Jesús, al niño Jesús en brazos de María y José. No porque fuera hijo de madre virgen, ni hijo consustancial de una divinidad suprema, ni porque sea el único icono de la humanidad. Es el icono que más me revela, y en él miro lo que, con ojos bien abiertos, podría ver en cualquier viviente recién nacido. Y creo que, si nuestra especie quiere llegar a ser Sapiens, a armonizar sus inmensas capacidades y su poder quasi-infinito, si quiere sobrevivir como viviente y humano, debe urgentemente – mirando el icono de Jesús u otros, innumerables, de ayer y de hoy – recapacitar y reaprender a vivir, debe invertir en ello su saber científico y redirigir a ello todas las instituciones políticas, educativas, sanitarias y económicas, debe asimilar profundamente eso que Jesús soñaba en brazos de José y de María, eso mismo que sueñan todos los niños y el universo entero, y lo que anunció y vivió como profeta itinerante y sanador, al precio de su vida y para eterna resurrección de su vida: que solo podemos saciarnos en la mesa común, solo podemos ser libres poniéndonos en el lugar del prójimo, solo podemos ser sabios siendo sencillos, solo podemos curarnos cuidando a todos, solo podemos ser felices siendo misericordiosos, solo podemos vivir en paz liberándonos del odio. Que solo podemos ser divinos siendo humanos.

 

José Arregi

Aizarna, 22 de diciembre de 2023

www.josearregi.com

LA NOCHEBUENA MÁS TRISTE DE PIZZABALLA: "NO HAY LUGAR EN SU PROPIA TIERRA PARA EL PUEBLO PALESTINO"


col arregi

 

Una Navidad vivida con dolor en Belén, sin peregrinos, sin luces, sin adornos, sin el tradicional árbol de Navidad de la plaza del Pesebre, sustituido por un belén hecho de escombros que recuerda la guerra que se está cobrando miles de víctimas.

El patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, celebró la tradicional misa de Nochebuena en la iglesia de Santa Catalina de la Basílica de la Natividad. La pequeña capilla de la Gruta, donde se conmemora el nacimiento de Jesús, es demasiado pequeña y no hay sitio para tantos fieles.

Cardenal Pizzaballa: "Así que preguntémonos: ¿dónde está la Navidad este año? ¿Dónde buscar al Salvador? ¿Dónde puede nacer el Niño, cuando en este mundo nuestro parece que no hay lugar para Él?". (REUTERS by Vatican Media)

En su homilía, el Patriarca partió de este mismo pensamiento: al igual que no había lugar en Belén para María y José, hoy parece que no hay lugar para la Navidad, para la alegría y para la paz, porque el dolor aquí ha afectado a todos, tanto palestinos como israelíes. No hay lugar -continuó- para los habitantes de Gaza que han perdido sus hogares, y no hay lugar en su propia tierra para el pueblo palestino, que lleva décadas esperando que la comunidad internacional encuentre soluciones para poner fin a la ocupación, mientras todos parecen encerrados en su dolor, su odio y su rencor". El Patriarca reza para que Jesús renazca en esta tierra y para que desde aquí se reinicie el camino del Evangelio de la paz para todo el mundo.

Pizzaballa: "Dios siempre encuentra un lugar para su Navidad, también para nosotros, aquí, hoy, a pesar de todo, incluso en estas circunstancias dramáticas, lo creemos: Dios puede hacer espacio incluso en los corazones más duros". (AFP by Vatican Media)

Acompañaba al Patriarca el cardenal Konrad Krajewski, Prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, enviado por el Papa para mostrar su cercanía al pueblo de Tierra Santa en estos momentos difíciles. El Presidente palestino Mahmud Abbas no estuvo presente. Asistieron unos 1500 fieles.

 

RD/Vatican News

Religión Digital

LA FAMILIA, ESCUELA DONDE SE APRENDE A SER HUMANO COMENTARIO AL DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA. 31/12/2023


col labrador

 FE ADULTA


Lc 2, 22-40

Este año 2023, la Fiesta de la Sagrada Familia, instituida por el papa León XIII, cumple 150 años. En estos días familiares de Navidad está bien reflexionar sobre la familia. Escogemos como modelo de familia a la familia de Nazaret. Aunque sabemos muy poco de ella, hemos diseñado sobre ella el ejemplar de familia cristiana, como comunidad de amor y vida. Jesús nació en esa familia y en ella, creció en estatura, sabiduría y gracia. Jesús, en eso y en todo, fue igual a nosotros. Por eso podemos ser como él, hacer lo que él hizo y como él lo hizo. Y todo empezó en Nazaret. La familia de Jesús fue una familia normal judía en la Palestina del siglo I, en una cultura mediterránea, bajo el Imperio romano, en un modelo romano de familia patriarcal. También nosotros iniciamos nuestra vida en un contexto espacio-temporal que troquela nuestra evolución posterior. La familia es el clima apropiado para el desarrollo de la persona humana. Es un marco de humanización. Los cuidados familiares son condición necesaria para un desarrollo normal, sano y son fundamento para las etapas evolutivas posteriores. Los humanos quedamos troquelados, marcados, por las experiencias primarias en la familia o contexto en que nos iniciamos como vivientes. Estas experiencias son indelebles.

Además, para los creyentes cristianos, la familia no es solo eso. Es un sacramento. Un signo de lo que es Dios en ella y en nosotros. Un lugar privilegiado para experimentar una imagen viva y activa de Dios: Una Presencia amorosa y cuidadora. La familia nos troquela en humanidad, cuidados, bondad, belleza y estilo de vida bienaventurada. Si no hay familia no hay ser humano pleno. Toda familia es divina si es verdaderamente humana (Fr. Marcos dixit). Tener un padre y una madre es como un tesoro, decía la sabiduría antigua, porque sin padre y sin madre no se puede ser persona. No tenemos otra manera de venir al mundo, de crecer, de madurar y ello forma parte del misterio de la creación de Dios. Por eso el misterio de ser padres cristianos no puede quedar reducido solamente a lo biológico. Supone hacer de la familia cristiana una relación de amor, respeto, comprensión, cuidado y ayuda. Todo modelo de familia que favorezca el desarrollo humano es cristiano. La Palabra de Dios hoy nos da pistas para lograrlo.

Los textos de la liturgia del día hablan de las virtudes a ejercer en familia y de las relaciones entre sus miembros. La primera lectura, del Eclesiástico, nos manda honrar y respetar al padre y a la madre. La segunda lectura, de la carta a los Colosenses, nos presenta la compasión, la bondad, humildad, mansedumbre, la paciencia, el perdón y sobre todo el amor, que es el vínculo de la unidad familiar y social como las virtudes propias de las relaciones familiares. Nos recomienda ser pacíficos, agradecidos; enseñarnos unos a otros con toda sabiduría; que la Palabra de Cristo habite entre vosotros. Y en un modelo patriarcal de familia, pide a las mujeres y a los hijos obediencia y sumisión al padre. Hoy no debería la Iglesia seguir proponiendo leer este texto por desfasado y contracultural de la cultura postmoderna donde la mujer está en pie de igualdad con el varón.

El Evangelio, de Lucas, nos presenta la realización del rito de la Purificación de María y la presentación de Jesús, que como todo judío primogénito debía ser consagrado al Señor. Una escena típicamente judía. Tampoco este texto es adecuado a nuestro hoy. Este rito de purificación hay que entenderlo desde el Código judío de la pureza e impureza. La visión negativa de la sexualidad hoy chirria en nuestra cultura. La narración evangélica lucana es el relato de una familia judía normal cumpliendo lo que la Ley manda. Lucas quiere destacar la normalidad de la infancia de Jesús. Es la vida de un judío de su época. Jesús es un judío observante de la Ley. Es un niño normal de una familia judía normal. Junto a este dato en la narración aparecen dos figuras del Templo: Simeón y la profetisa Ana. Simeón dando gracias a Dios porque ha cumplido su sueño: conocer al Mesías esperado. Simeón como prototipo del hombre de esperanza que consigue lo que espera. Su canto nos recuerda el himno del Magníficat. La profetisa Ana habla a todos sobre el niño repitiendo el canto de Zacarias. Ana es la primera predicadora. Para que ahora digan que las mujeres no podemos predicar. ¿Qué sería de nosotros si Ana en su momento, y Magdalena en el suyo, no hubieran cumplido con su carisma de hablar del niño-Mesías de la promesa y del Resucitado, profecía cumplida? Al final del fragmento del evangelio de Lucas que hemos leído, se afirma que “el niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él”. El niño iba creciendo como todos, porque somos un proyecto o diseño a desarrollarse evolucionando por etapas. Tenemos que aprender a ser mientras existimos.

La familia sigue siendo el espacio ideal para el desarrollo y crecimiento de la persona durante toda la vida si se constituye como red de apoyo y ayuda incondicional. Así, puede ser un laboratorio donde ensayar las experiencias fundamentales del crecimiento biológico, psicológico y espiritual. Así, las relaciones interpersonales crean humanidad. La calidad de esas relaciones familiares nos irá acercando a nuestro desarrollo máximo como ser para el otro. La maduración es costosa, no se regala nada en la vida. Pero merece la pena.

Conclusión. Quiero  cerrar este comentario usando algo de lo mucho que aprendí de J.L. Ruiz de Galarreta sobre la relación entre las Bienaventuranzas y el modelo de familia cristiana en el siglo XXI: Cuánto más felices seríais si eligierais ser… Una comunidad de vida y de amor animada por la ayuda mutua, la misericordia, la bondad, la dulzura y la comprensión. Así seríamos felices y bienaventurados. ¡El amor, el perdón, la paz y el cuidado son los secretos de una familia en comunión!

Hoy es Fin de Año. Día de acción de gracias y buenos propósitos. ¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!

 

EDUCAR EN LA FE EN NUESTROS DÍAS

 


José AntonioPagola

El pasaje de Lucas termina diciendo: «El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él».

Cuando hablamos hoy de «educar en la fe», ¿qué queremos decir? En concreto, el objetivo es que los hijos entiendan y vivan de manera responsable y coherente su adhesión a Jesucristo, aprendiendo a vivir de manera sana y positiva desde el Evangelio.

Pero hoy día la fe no se puede vivir de cualquier manera. Los hijos necesitan aprender a ser creyentes en medio de una sociedad descristianizada. Esto exige vivir una fe personalizada, no por tradición, sino fruto de una decisión personal; una fe vivida y experimentada, es decir, una fe que se alimenta no de ideas y doctrinas, sino de una experiencia gratificante; una fe no individualista, sino compartida de alguna manera en una comunidad creyente; una fe centrada en lo esencial, que puede coexistir con dudas e interrogantes; una fe no vergonzante, sino comprometida y testimoniada en medio de una sociedad indiferente.

Esto exige todo un estilo de educar hoy en la fe donde lo importante es transmitir una experiencia más que ideas y doctrinas; enseñar a vivir valores cristianos más que el sometimiento a unas normas; desarrollar la responsabilidad personal más que imponer costumbres; introducir en la comunidad cristiana más que desarrollar el individualismo religioso; cultivar la adhesión confiada a Jesús más que resolver de manera abstracta problemas de fe.

En la educación de la fe, lo decisivo es el ejemplo. Que los hijos puedan encontrar en su propio hogar «modelos de identificación», que no les sea difícil saber como quién deberían comportarse para vivir su fe de manera sana, gozosa y responsable.

NO TE CONFORMES CON VEGETAR, VIVE LA PLENITUD QUE TE INVADE AÑO NUEVO (B) Lc 2,16-21

col fraymarcos

 

fe adulta

El texto de Lucas que acabamos de leer, aunque es solo un relato, está en línea con lo que venimos diciendo estos días: total inserción de Jesús en este mundo y en las tradiciones judías. Al decirnos que María rumiaba todo esto, está haciéndonos ver la importancia de lo que estaba pasando dentro de ella y de los demás protagonistas. Importante el nombre: Jesús=Dios salva, lo dice todo. Queda desvelado el misterio.

El tema de María Madre merecería más aclaración de la que permite este pequeño comentario. ¡Claro que la maternidad de María es un dogma! Pero no se discutió en el concilio como un tema mariológico, sino cristológico. Fue definido en Éfeso en el 431. Pronto fue mal entendido (hay que tener en cuenta que, en aquella ciudad, se veneraba a la "Magna Mater", diosa virgen Artemisa o Diana) y tuvo que ser aclarado veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) matizando lo formulado en Éfeso, concretando que María era madre de Dios "en cuanto a su humanidad".

Debemos tener en cuenta el contexto en que fue formulado este dogma. Se definió como un intento de confirmar, contra la herejía nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús, que el fruto del parto de María fue una única persona. No olvidemos que el concilio de Éfeso lo promovió Nestóreo para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo; y por lo tanto que María era con pleno sentido, madre de Dios. A Nestóreo le salió el tiro por la culata, pero faltó el canto de un duro para que se condenara como herejía lo que se definió como dogma.

En efecto, en una primera sesión, sin la asistencia de Nestóreo, que no quería que se celebrara antes de que llegara su amigo el patriarca de Antioquia, se definió el dogma condenando a Nestóreo. Cuando a los pocos días llegó su amigo Juan de Antioquia, se celebró una sesión paralela y definieron lo contrario, condenando a Cirilo. Visto lo cual, el Emperador Teodosio depone a los dos y los encarcela. Unos días más tarde, cuando llegan los delegados del Papa, convencen al emperador para que acepte lo definido en la primera sesión y libere a Cirilo. A Nestóreo le obligó a retirarse a un monasterio. Teodosio decidió qué era dogma y qué, herejía.

Este dogma es el mejor ejemplo de cómo conservando las palabras, tergiversamos el sentido. Cuando se definió el dogma, se tenía una idea completamente distinta de la maternidad. Se creía que la madre era el recipiente donde el varón depositaba la semilla del nuevo ser, en el que la madre no tenía mas misión que la de acogerle y alimentarle. De hecho, la traducción correcta del termino griego "theotokos", sería "la que pare a Dios". Solo desde esa concepción de la maternidad, se pudieron desarrollar las mitologías sobre seres humanos que se consideraron hijos de Dios.

Hoy celebramos que María hace presente a Dios alumbrando a Jesús. S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. El evangelio deja claro lo que es importante en María. Cuando le dicen a Jesús, que su Madre y sus hermanos están fuera, contesta: ¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Seguimos tergiversando el evangelio.

Año Nuevo. Estoy en el tiempo para darme cuenta de lo que soy y descubrir que estoy ya en la eternidad. Mi ser no está en el chronos sino en el kairos. Mi ser lo constituye lo que de divino hay en mí. Soy plenitud y eterno. Mi individualidad es apariencia. No debo empeñarme en meter a Dios en el tiempo, sino en salir yo de él. Soy la ola que aún no ha descubierto que es océano. El océano aun no se ha reflejado en mí. Si descubro que soy océano, el océano me dirá que es ola. Cuando Jesús dice: “Yo y el padre somos uno", no lo dice desde el falso yo, sino desde su verdadero ser. Es lo que hay en mí de Dios quien dice: Yo y Dios somos uno.

El tiempo en el que se desarrolla nuestra existencia tiene mucha importancia, pero solo como medio para conseguir esa toma de conciencia que me hará trascender. Nuestra reflexión tiene que estar encaminada a descubrir qué estoy haciendo yo con mi tiempo. Puedo estar malgastando lo que se me ha dado para que lo aproveche. Van pasando mis años y con ellos las oportunidades de dar verdadero sentido a mi vida. Esta tiene que ser mi preocupación cuando estamos pasando de un año a otro.

Día de la paz. Creo que merece la pena hacer una denuncia de las circunstancias en las que nos encontramos y poner un poco de luz en la maraña de informaciones e intereses que nos envuelven. En nombre de la libertad, no se puede defender todo.  En nombre de la libertad religiosa no se puede propugnar ideas que vayan contra los más elementales derechos de las personas ni siquiera de una sola persona. En nombre de la libertad política no se pueden defender ideas que no respeten los derechos fundamentales de los demás. Tengo obligación de defender mis derechos; pero mis derechos terminan donde empiezan los derechos del otro.

Debemos desenmascarar el fariseísmo de nuestro mundo que se atreve a celebrar un día de la paz, mientras está sosteniendo, por acción o por omisión, situaciones de injusticia sangrantes. Nos hemos arrogado el derecho de decidir quién es el bueno y quién es el malo. Nos hemos colocado en estadios éticos anteriores a la ley del talión. En ella se decía que, si te rompen un diente, tienes derecho a romperle un diente al agresor, no toda la dentadura. Hoy estamos oyendo todos los días, que hay que romperle todos los dientes al otro, porque si no, el día de mañana me puede morder.

No es deseable la paz a cualquier precio. A nadie le interesa la paz de los cementerios. Tampoco debía interesarnos la paz sobre la que se fundaron todos los imperios, desde el egipcio hasta el que padecemos hoy. La paz que se basa en la fuerza no es verdadera paz. No se trata solo de la fuerza física; también la fuerza de una legalidad que hemos construido los poderosos basados en la ley del embudo. La norma debe ser la verdadera justicia. Hemos pasado milenios predicando la guerra justa. No he encontrado esa idea en ninguna parte del evangelio. Toda violencia es inhumana.

La paz no se puede conseguir directamente. Es un fruto y, como tal, si quiero recogerlo, tengo que plantar primero el árbol y cuidarlo. El mínimo indispensable para que surja la paz es la justicia. La paz, para el que tiene el poder, es que nadie se mueva. Para el que está sometido a la injusticia será algo muy distinto. Si nos interesa la paz, debemos luchar cada día por abandonar toda opresión (el pecado del mundo) y entrar en la dinámica del amor. Si de verdad queremos la paz, tendríamos que dar voz a los que sufren la violencia y nos indicarían como alcanzar la verdadera justicia.

 

La Sagrada Familia EN NAVIDAD LO HUMANO Y LO DIVINO SE HAN IDENTIFICADO (Domingo después de Navidad) FAMILIA DE NAZARET (B) Lc 2,22-40

col fraymarcos

 fe adulta


Debemos aclarar que el modelo de familia de aquella época tenía muy poco que ver con el nuestro. Los estudios sociológicos, que se han hecho sobre la familia en tiempo de Jesús, no dejan lugar a duda. Si no tenemos en cuenta los resultados de esos estudios será imposible entender nada del ambiente en que se desarrolla la infancia de Jesús. El tipo de familia de Nazaret que se nos ha propuesto durante siglos, no ha existido. El modelo de familia del tiempo de Jesús, era el patriarcal. La familia molecular era inviable, tanto por motivos religiosos o sociológicos como económicos. ¿Qué podían hacer dos jóvenes de 13 y 14 años con un recién nacido entre los brazos?

Cuando el evangelio nos dice que José recibió en su casa a María, no quiere decir que fueran a vivir a una nueva casa. María dejó de vivir en la casa de su padre y pasó a integrarse en la familia de José. Esto no quiere decir que no tuvieran su intimidad y sus relaciones más estrechas los tres. El relato de la pérdida del Niño en Jerusalén es impensable en una familia de tres. Pero cobra su verosimilitud si tenemos en cuenta que es todo el clan el que hace la peregrinación y vuelven a casa todos juntos.

El relato evangélico que acabamos de leer no es histórico, pero es rico en enseñanzas teológicas. Está escrito sesenta o setenta años después de morir Jesús. Lucas quiere dejar claro, desde el principio de su evangelio, que la vida de Jesús estuvo insertada plenamente en las tradiciones judías. Su persona y su mensaje no son realidades caídas del cielo, sino surgidas desde el fondo más genuino del judaísmo tradicional.

Debemos buscar la ejemplaridad de la familia de Nazaret donde realmente está, huyendo de toda idealización que lo único que consigue es meternos en un ambiente irreal que no conduce a ninguna parte. Sus relaciones, aunque se hayan desarrollado en un marco familiar distinto, pueden servirnos como ejemplo de valores humanos que debemos desarrollar, cualquiera que sea el modelo donde tenemos que vivirlos. Jesús predicó lo que vivió. Si predicó el amor, es decir, la entrega, el servicio, la solicitud por el otro, quiere decir que primero lo vivió él. Todo ser humano nace como proyecto que tiene que ir desarrollándose a lo largo de toda la vida con la ayuda de los demás.   

Debemos tener mucho cuidado de no sacralizar ninguna institución. Las instituciones son instrumentos que tienen que estar siempre al servicio de la persona, que es el valor supremo. Las instituciones no son santas, menos aún sagradas. Nunca debemos poner a las personas al servicio de la institución, sino al contrario. Con demasiada frecuencia se abusa de las instituciones para conseguir fines ajenos al bien del hombre. Entonces tenemos la obligación de defendernos de ellas con uñas y dientes. Claro que no son las instituciones las que tienen la culpa. Son algunos seres humanos que se aprovechan de ellas para conseguir sus propios intereses egoístas a costa de los demás.

No debemos echar por la borda una institución porque me exija esfuerzo. Todo lo que me ayude a crecer en mi verdadero ser, me exigirá esfuerzo. Pero nunca puedo permitir que la institución me exija nada que me deteriore como ser humano; ni siquiera cuando me reporte ventajas o seguridades egoístas. La familia, cualquier modelo de familia, puede ser el marco privilegiado para el desarrollo de la persona humana, no solo durante los años de la niñez o juventud, sino que debe ser el campo de entrenamiento durante todas las etapas de nuestra vida. El hombre solo puede crecer en humanidad a través de sus relaciones con los demás. Y toda familia es el marco privilegiado.

La familia es el marco más apropiado para las relaciones profundamente humanas. Sea como hijo, como hermano, como pareja, como padre o madre, como abuelo. En cada una de esas situaciones la calidad de la relación nos irá acercando a la plenitud humana. Los lazos de sangre o de amor natural debían ser puntos de apoyo para aprender a salir de nosotros mismos e ir a los demás con nuestra capacidad de entrega y servicio. Si en la familia superamos la tentación del egoísmo amplificado, aprenderemos a tratar a todos con la misma humanidad: exigir cada día menos y darse cada día más.

No tenemos que asustarnos de que la familia esté en crisis. El ser humano está siempre en constante evolución, si no fuera así, hubiera desaparecido hace mucho tiempo. En el evangelio no encontramos un modelo específico de familia. Se dio siempre por bueno el existente. Más tarde se adoptó el modelo romano, que tenía muchas ventajas, pues desde el punto de vista legal era muy avanzado. Los cristianos de los primeros siglos hicieron muy bien en adoptar ese modelo. Lo malo es que se sacralizó y se vendió después como único modelo cristiano, sin hacer la más mínima crítica.

Con el evangelio en la mano, debemos intentar dar respuesta a los problemas que plantean los distintos modelos de familia hoy. La Iglesia no debe esconder la cabeza debajo del ala e ignorarlos o seguir creyendo que se deben a la mala voluntad de las personas. No conseguiremos nada si nos limitamos a decir: el matrimonio es indisoluble. Más del 50 % se disuelven. No se trata de que las personas sean peores que hace cincuenta años. Hoy, para mantener un matrimonio, se necesita una madurez mayor.

Al no darse esa madurez, los matrimonios fracasan. Dos razones de esta mayor exigencia son: a) La estructura nuclear de la familia. Antes las relaciones familiares eran entre un número de personas mucho más amplio. Hoy al estar constituidas por tres o cuatro miembros, la posibilidad de armonía es mucho menor, porque los egoísmos se diluyen menos. b) La mayor duración de la relación. Hoy es normal que una pareja se pase sesenta años juntos. Es más fácil que surjan dificultades insuperables.

Como cristianos tenemos la obligación de hacer una seria autocrítica sobre el uniforme modelo de familia que proponemos. Jesús no sancionó ningún modelo, como no determinó ningún modelo de religión u organización política. Lo que Jesús predicó no hace referencia a las instituciones, sino a la actitud que debían tener cada ser humano en sus relaciones con los demás. Jesús enseñó que todo ser humano debía relacionarse con los demás como exige su verdadero ser, a esta exigencia le llamaba voluntad de Dios. Cualquier tipo de institución que permita o promueva esta relación puede ser cristiana.

No solo no es malo que se separe una pareja que no se ama. Es completamente necesario que se separen, porque no hay cosa más inhumana que obligar a vivir juntas a dos personas que no se aman. Esto no contradice en nada la indisolubilidad del matrimonio, porque lo único que demostraría es  la falta de amor que ha hecho nulo, de todo derecho, lo que hemos llamado matrimonio. Si hay sacramento ciertamente es indestructible. Pero, para que haya sacramento es imprescindible el amor auténtico.

FIESTA DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

col sicre art 

fe adulta

 Hacía el año 500 comenzó a celebrarse en las iglesias orientales una fiesta de Santa María, Madre de Dios. La iglesia católica romana la aceptó, y fijo su celebración el 11 de octubre; pero en 1970 la trasladó al 1 de enero, para relacionarla más estrictamente con la Navidad y comenzar el año poniéndolo bajo la protección de María. Pero el 1 de enero se cumplen los ocho días desde el nacimiento; por eso el evangelio termina haciendo referencia a la circuncisión de Jesús.

¡Feliz Año Nuevo! (Números 6,22-27)

A pesar de lo dicho sobre la Virgen, el saludo que más se repetirá el 1 de enero será: ¡Feliz Año Nuevo! ¿Qué nos deseamos? ¿Salud, dinero y amor, como dice la canción? ¿Quién nos va a garantizar algo de eso? ¿Y si ocurre algo muy distinto, incluso lo contrario? La primera lectura de hoy, tomada del libro de los Números (en hebreo tiene un título más bonito: “En el desierto”), ofrece unas pistas muy buenas:

Ante todo, hay alguien que garantiza lo bueno que deseamos: el Señor. Dos veces se lo nombra, y los seis verbos de la bendición lo tienen como sujeto. Podemos agrupar las peticiones en dos bloques: 1) El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti. 2) Te proteja, te conceda su favor, te conceda la paz.

El primer bloque se refiere a la actitud de Dios con cada uno de nosotros. Cabrían tres posibilidades: que nos bendijera, que nos mostrase un rostro airado, que se desinteresase de nosotros. Se pide su bendición, su actitud benévola, su interés.

El segundo bloque indica los tres grandes regalos: no son salud, dinero y amor, sino protección, favor y paz. A alguno le resultará demasiado etéreo. Preferirá cosas más concretas. Pero, en la práctica, cuando el año nos enfrente a situaciones difíciles, no habrá nada mejor que la protección, el favor y la paz de Dios.

De esclavos a hijos (Gálatas 4,4-7)

El texto se ha elegido porque es el único de las cartas de Pablo que hace referencia a María («nacido de una mujer»). Pero se relaciona perfectamente con el anterior del libro de los Números. Pedía la bendición de Dios, su benevolencia, y el Señor responde enviando a su Hijo para liberarnos de la esclavitud y convertirnos en hijos suyos y herederos.

Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)

El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es lo mismo que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes:

· Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Los pastores simbolizan la “política incorrecta” de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos. Se comunica a unos pastores que, en la escala social de aquel tiempo, ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Sin embargo, esta gente tan poco digna socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: “Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.”

· Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

· Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Pero, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite “proclama mi alma la grandeza del Señor”. Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.

La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía

El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. La liturgia abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.