FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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jueves, 3 de enero de 2019

Dios se está manifestando siempre en todo lo que es

col fraymarcos
Mt 2, 1-12
Es una de las fiestas más antiguas, anterior a la Navidad. “Epifanía” significa en griego manifestación. Parece ser que en su primer significado hacía referencia a la primera luz que aparecía en Oriente y anunciaba el nuevo día. Hasta hace bien poco se conmemoraban este día tres ‘manifestaciones’ de Jesús: la adoración de los magos, la boda de Caná y el bautismo. Hoy celebramos en occidente la adoración de los magos, más conectada con la Navidad y como símbolo de la llamada de todos los pueblos a la salvación ofrecida por Dios en Jesús. En oriente se sigue celebrando hoy la Navidad.
No hay la más mínima posibilidad de que el relato, que hoy leemos del evangelio de Mt, sea histórico. Esto no nos debe preocupar en absoluto, porque lo que se intenta con esa “historia” es dar un mensaje teológico. Dios se está manifestando siempre. El que lo descubre tiene que convertirlo en imágenes para poder comunicarlo a los que no lo han descubierto. Si nos quedamos en los signos, no descubriremos la realidad. Dios se manifiesta siempre, pero nosotros lo descubrimos solo en circunstancias muy concretas.
El concebir la acción de Dios como venida de fuera, y haciendo o deshaciendo algo en el mundo material, sigue jugándonos muy malas pasadas. Muchas veces he intentado explicar cómo es la actuación de Dios, pero acepto que es muy difícil de comprender, mientras sigamos creyendo en un Dios todopoderoso, apto para deshacer cualquier entuerto. Pensemos, por ejemplo, en el comienzo de la mayoría de las oraciones de la liturgia: “Dios todopoderoso y eterno… para terminar poniendo el cazo.”
Debemos superar la idea de Dios creador como hacedor de algo que deja ahí fuera. Dios no puede desentenderse de la criatura, como hacemos nosotros al ‘crear’ algo. Lo que llamamos creación es manifestación de Dios, que está ahí sosteniendo en el ser a su criatura. Imaginad que la creación es la figura que se refleja en el espejo. Si quitamos del medio la realidad reflejada, el espejo no podría reflejar ninguna imagen. Dios crea porque es amor y en la creación manifiesta su capacidad de darse. Al crear, Dios solo puede buscar el bien de las criaturas, no puede esperar nada para Él.
La creación no falla nunca. Siempre está manifestando a su creador. En el Génesis se repite una y otra vez, que lo que iba haciendo Dios era “bueno”. Cuando llega a la creación del hombre, dice: era todo “muy bueno”. La idea de un Dios que tiene que estar haciendo chapuzas con la creación, es mezquina. La idea de una salvación como reparación de una creación que le salió mal, es consecuencia de un maniqueísmo mal disimulado. Cada ser humano puede no ser consciente de lo que es y vivir como lo que no es, pero en el fondo seguirá siendo manifestación de Dios, y como tal, único y perfecto.
Podemos seguir diciendo que Dios actúa puntualmente en la historia, que se sigue manifestando en los acontecimientos, pero conscientes de que es una manera impropia de hablar. Con ello queremos indicar que el hombre, en un momento determinado, se da cuenta de la presencia de Dios, y para él es como si en ese momento Dios se hiciera presente. Como Dios está en toda criatura y en todos los acontecimientos, está ahí en todo momento. La manifestación de Dios es siempre la misma para todos, pero sólo algunos, en circunstancias concretas, llegan a descubrir su teofanía.
La presencia de Dios nunca puede ser apodíctica, nunca se puede demostrar, porque no tiene consecuencias que se puedan percibir por los sentidos y por lo tanto no se puede obligar a nadie a admitir esa presencia. Es indemostrable. Tener esto claro equivaldría a desmontar todo el andamiaje de las acciones espectaculares como demostración de la presencia del poder de Dios. No digamos nada cuando ese poder se quiere poner al servicio de los “buenos”, e incluso, en contra de los “malos”. Pascal decía: “Toda religión que no confiese un Dios escondido es falsa”.
Dios es a la vez, el Dios que se revela siempre y el Dios que siempre está escondido. La experiencia de los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el ausente. S. Juan de la Cruz lo dejó claro: "A dónde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido." Y el místico sufí persa Rumi dice: "Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma das vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver Tu faz escondida.
El relato de los Magos. No hace referencia a personas sino a personajes. Ni eran reyes ni eran magos ni eran tres. Eran sabios que escudriñaban el cielo para entender la tierra. Porque estaban buscando, encontraron. Fijaos que lo descubren los que estaban lejos, pero no se enteraron de nada lo que estaban más cerca del niño. Para descubrir la presencia de Dios, lo único definitivo es la actitud. Al descubrir algo sorprendente, se pusieron en camino. No sabían hacia donde encaminarse, pero arriesgaron.
Otro mensaje importantísimo para los primeros cristianos, casi todos judíos, es que todos los seres humanos están llamados a la salvación. Para nosotros hoy esto es una verdad obvia, pero a ellos les costó Dios y ayuda salir de la conciencia de pueblo elegido. Pablo lo propone como un misterio que no había sido revelado en otro tiempo: “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la de la promesa”. Lo definitivo no es pertenecer al pueblo elegido, sino estar en sincera búsqueda.
Preguntan por un Rey, contrapuesto al rey Herodes. La ciudad se sobresaltó con él, es decir identificada con el rey en su tiranía. Es Herodes el que lo identifica con el Mesías. Los sacerdotes y escribas “sabían” donde tenía que nacer, pero no experimentan ninguna reacción ante acontecimiento tan significativo. Una vez más se demuestra que el conocimiento puramente teórico no sirve de nada.
En aquellas culturas, el signo de la presencia extraordinaria de Dios en una vida humana era la estrella. Se creía que el nacimiento de todo personaje importante estaba precedido por la aparición de su estrella. El relato nos dice que la estrella de Jesús solo la pudo ver el que está mirando al cielo. Solo los que esperan algo nuevo están en condiciones de aceptar esa novedad. Los magos, insatisfechos, siguen escudriñando el cielo y por eso pueden detectar la gran novedad de Jesús. En Jerusalén nadie la descubre.
Los dones que le ofrecen son símbolo de lo que significa aquel niño para los primeros cristianos después de haber interpretado su vida y su mensaje. El oro, el incienso y la mirra son símbolos místicos de lo que el niño va a ser: el oro era el símbolo de la realeza;
El incienso se utilizaba en todos los cultos que solo se tributan a Dios; la mirra se utilizaba para desparasitar el cuerpo y para embalsamar, como hombre.

Meditación
¿Por qué no descubrimos a Dios? Muy sencillo:
O busco un dios que no existe.
O le busco donde no está.
O le busco con la razón y no con el corazón.
No hay que buscar a Dios
si no la luz que nos permita verlo en todas partes.

Los Reyes Magos somos nosotros

col sicre

Fiesta de la Epifanía
El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente reside en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.
Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.
La estrella
Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:
“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).
Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.
El bueno: los magos
De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.
La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.
El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas
La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.
Un cortocircuito providencial
Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.
La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.
Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.
El contraste
Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.
Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.
Los Reyes magos no son los padres, somos nosotros
A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.
Nosotros somos los herederos de esos paganos convertidos. Y debemos preguntarnos hasta qué punto nos parecemos a ellos. No se trata de hacer un largo viaje de miles de kilómetros, ni de llevar regalos costosos. A Jesús lo tenemos muy cerca: en la iglesia, en el prójimo, en nosotros mismos. ¿Tenemos el mismo interés de los Magos en presentarnos ante él y adorarlo? Si buscamos en nuestro interior, encontraremos algo que ofrecerle.
La mitificación de la estrella
La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.
En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.
El número y nombre de los magos
En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz... Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.
Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.
El contraste entre la primera lectura y el evangelio
La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6). Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

Una estrella en Oriente

comentario editorial

“Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor” (Kahlil Gibran)
6 domingo. Festividad de los Reyes Magos
Mt 2, 1-12
Vimos su estrella en oriente y venimos a adorarle (v 2)
El llamado evangelio del Pseudo Tomás -o Evangelio de la infancia- del siglo II, es un evangelio apócrifo, no incluido en la actual Biblia, y dice que estos magos tenían vínculos familiares entre sí, y que llegaron a Belén con tres legiones de soldados: una de Persia, otra de Babilonia y otra de Asia. De ahí, puede ser, que se les considerara reyes o líderes.
¿Os imagináis el espanto, de San José, la Virgen, el niño, el buey, la vaca, los pastores, las ovejas, y hasta los ángeles, que estuvieron quizás a punto de reclamar el rápido descenso de las doce legiones celestiales al son de divinas trompetas celestiales, ante semejante terrenal comitiva?  
“¿Quién nos dio ojos para ver los astros, sin darnos los brazos para alcanzarlos?, dijo la escritora portuguesa Florbela Spanca. Mis brazos se alargaron más allá del oriente y se perdieron abrazando y besando estrellas buscando al niño en la cuna. Porque, como también dijo el francés Christian Bobin Hay una estrella en el cielo para cada uno de nosotros, lo suficientemente lejos para que nuestros errores no la opaquen jamás”.
El pasaje evangélico de La adoración de los magos, es una de las escenas religiosas más representadas en la pintura, sobre todo en le época que va desde el románico hasta el barroco, en todas sus etapas, aunque se sigue practicando en todos los estilos posteriores hasta la actualidad.
reyesmag
El Greco pintó una escena que muestra la Adoración de los Reyes Magos. En la composición, María y el Niño Jesús son la figura central. El niño extiende un brazo para recibir los presentes que le ofrecen los magos, quienes se muestran tanto con atuendos como con colores de piel diferentes; alegoría pictórica de los continentes conocidos en el contexto del autor. El que le ofrece directamente el regalo deja su corona en el suelo como símbolo de la jerarquía divina de Jesús. La escena transcurre en un ambiente palaciego, de la que se observa detrás de las columnas plasmadas con trazos clasicistas, una cúpula.
Lionello Puppi comenta, en El Greco en Italia y el arte italiano, haciendo referencia a la Adoración que se conserva en el Museo Benaki: “...manifiesta una evidencia híbrida en la que se mezclan y conviven, si bien con algunos desequilibrios estridentes, signos iconográficos y estilemas de procedencia italiana y griega”.
Kahlil Gibran, decía“Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor”.
Yo por las noches miro más allá de las nubes y clavo estrellas en el cielo sin sentir temblores en el cuerpo. No me pongo el abrigo de colores, ni busco calentar mis sentidos, porque desde que veo una Estrella en oriente, el frío se convierte en amores.
Rubén Darío nos introduce el la escena con el siguiente Poema modernista:

LOS REYES MAGOS
Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.Vengo a decir: la vida es pura y bella.Existe Dios. El amor es inmenso.¡Todo le sé por la divina Estrella! 
Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todoExiste Dios. Él es la luz del día.La blanca flor tiene sus pies en todo.¡Y en el placer hay la melancolía!
Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguroque existe Dios. Él es el grande y fuerte.Todo lo sé por el lucero puroque brilla en la diadema de la Muerte.
Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.Triunfa el amor y a su fiesta os convida,¡Cristo resurge, hace luz del caosy tiene la corona de la Vida!

¿Creo en la Iglesia?

José Enrique Ruiz de Galarreta

Yo creo en Jesús, me convence, me gusta, me fascina, creo que “Dios estaba con Él” y creo en Dios como Él cree, en Abbá que es Padre, Palabra y Viento. Cada día descubro más verdad en el Evangelio y cada vez mi fe en Él es más decidida.
Porque todo lo anterior se resume en unas preguntas: ¿creo en la Iglesia?, ¿quiero a la Iglesia?, ¿me gusta la iglesia? ¿sigo en la Iglesia?. Y, el resumen de todas ellas: ¿qué significan para mí todas esas preguntas, qué quieren decir y qué importancia tienen?.··· Ver noticia

¡Qué vergüenza de NO homilía, en la misa televisada por TVE!

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Redes Cristianas
Reig Pla
¡Qué vergüenza de NO homilía, en la misa televisada por TVE!data:image/gif;base64,R0lGODlhAQABAIAAAAAAAP///yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7¡Qué vergüenza!, No de homilía, que no ha sido, sino de proclama ideológica, con argumentos falaces y aparente seriedad antropológica.re
Acabo de escuchar, en el programa de TVE “El día del Señor”, transmitido desde la Parroquia de la Purificación de María, de San Fernando de Henares, en Madrid, la homilía de monseñor Juan Antonio Reig Plá, obispo de la diócesis complutense, que, suponemos, pretendía exhortar, y meditar, con su asamblea, sobre la festividad que hoy celebramos, es decir, “Festividad de la Sagrada Familia de Nazaret, o de Jesús, María y José. Ni a sus feligreses, ni a los televidentes y escuchantes, nos ha dado ninguna oportunidad de escuchar algo sobre un tema tan interesante, que yo diría que, si bien planteado, ¡apasionante!.
Y en esto de aprovechar las homilías en TVE, con una audiencia significativa, para largar un verdadero alegato de ideología homófoba, y con otras connotaciones extra, y hasta anti, constitucionales, que nada tiene que ver con la Palabra de Dios, el obispo de Alcalá de Henares es recalcitrante, y, por ende, especialista. No sé si muchos obispos, y cardenales, y prelados, en general, tuvieron, en sus años de formación, clases de homilética, pero está claro que, si las tuvieron, las han olvidado.
En el diccionario de la RAE, homilía es definida así: homilía, f. En la misa católica, comentario que hace el sacerdote tras la lectura de los textos sagrados. Se ve por esta definición, y por otras, que los académicos entienden de palabras, su procedencia y uso, pero que los conceptos que expresan a veces les resbala un poco. En nuestro caso, lo que importa queda claro, y es que el “comentario se hace tras la lectura de los textos sagrados”, y, por lo tanto, provocado por esa lectura. Aunque quedaría mejor la definición así: “Comentario de los textos sagrados que hace el sacerdote tras su lectura en la misa (católica)”, porque así queda explicitado que el comentario es por los textos, y sobre ellos y su contenido.
Todos estamos de acuerdo en que monseñor Reig Plá, como ciudadano español, puede tener la ideología que más le satisfaga, o le guste, excepto una que sea antievangélica, cosa que tienen que ver, pero en serio, y si dilaciones ni componendas, sus superiores eclesiásticos. Leí el otro día un artículo duro, en Religión Digital, con el que estoy de acuerdo, en el que se pedía, ante las informaciones que aparecen, intermitente, pero frecuentemente, de actuaciones episcopales, con el clero, o con grupos concretos de fieles, como Caritas, u otros, y que en algunos casos derivan en situaciones bochornosas para la paz y serenidad de la comunidad cristiana, que los que proponen a un presbítero para obispo, sean otros obispos, o el nuncio, o la congregación vaticana de los Obispos, o quien sea, se responsabilice, y no mire para otro sitio, ante los problemas, que pueden llegar a ser escandalosos, que los señores obispos puedan provocar. Y volviendo al obispo de Alcalá, y a su famosa y, para mí, y para muchos, escandalosa homilía, es preciso señalar, 1º) que una homilía no es el momento de mostrar, por parte de un eclesiástico, su ideología socio política, especialmente si choca, expresamente, con situaciones legales establecidas democráticamente; 2º), que la excepción en un Estado aconfesional, que no privilegio, de que la Iglesia Católica use los micrófonos de la Televisión pública de una Estado aconfesional, como consecuencia de un convenio con la Santa Sede, no puede servir de coartada para deslizar, en un espacio televisado pagado también por el ente público, temas no concernientes a la Palabra, que decimos de Dios, que la libertad religiosa en España nos permite difundir y proclamar. Pero, ¿tenían algo que ver las maravillosas lecturas de libro del Eclesiástico, o de la carta de San Pablo a los Colosenses, o el evangelio de Lucas, con las despenalización del aborto, con las malas consecuencias de la filosofía de Género, o con las facilidades para el divorcio, o con el matrimonio entre personas homosexuales?
Me pregunto, ¿Qué credibilidad y fiabilidad nos pueden merecer nuestros pastores, si en sus homilías, eso sí, bien argumentadas y leídas, dan más cabida y peso a sus elucubraciones ideológicas, y a sus técnicas expositivas y de argumentación académica, que a la fuerza convincente de la propia Palabra de Dios? Credibilidad y fiabilidad, poca. Aburrimiento, y sensación de hablar de sus ideas preferidas de memoria, y con excesiva y sospechosa convicción, mucha. Y no quiero terminar sin recordar de que en la Comunidad eclesial denunciar los desvíos, o, incluso, abusos intolerables, como el miedo, descuido, y sensación de desprecio de la Palabra de Dios por parte de los dirigentes y pastores de la Iglesia, no solo es legítimo y honesto, sino necesario, y, en situaciones críticas, como la presente, incluso esencial. No hay sino comprobar este tipo de comportamiento, sincero y claro, en la Iglesia primitiva, como dejaron patente en el Nuevo Testamento.
Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Monseñor Corrales: “Miguel Ángel NO fue ordenado sacerdote”


José Manuel Vidal

El arzobispo colombiano que incardinó al falso cura de Medina Sidonia
“El decreto de inmediata destitución debe ser enviado a Roma y esperar la decisión”
Orlando Antonio Corrales García es el arzobispo de Santa Fe de Antioquia del que depende canónicamente Miguel Ángel Ibarra, el cura que ejerció como tal desde el 2011 sin estar ordenado. El prelado colombiano reconoce que el impostor “no fue ordenado sacerdote”, que, tras una investigación, decretó su “inmediata destitución” y que su proceso será enviado a Roma, que será la que decida al respecto. Eso sí, lamenta lo sucedido, pero dice tener “la conciencia muy tranquila”··· Ver noticia ···

LA VIDA OCULTA DE JESÚS

José María Castillo 
Castillo1En los días de Navidad, como es lógico, la liturgia de la Iglesia nos recuerda los relatos de la infancia de Jesús, que nos han conservado los evangelios de Mateo y Lucas. En estos relatos, como es bien sabido, se habla de hechos prodigiosos, que las gentes de Judea y Galilea pudieron advertir cuando vinieron a este mundo Juan Bautista y Jesús de Nazaret.
Es enorme la cantidad de estudios, investigaciones y análisis bien documentados que han hecho y publicado los especialistas en la investigación de estos relatos. Que en Nazaret, Belén y Jerusalén ocurrieran las cosas que se cuentan – y tal como se cuentan – en los relatos del nacimiento y la infancia de Jesús, es un asunto muy discutido y sobre el que existen numerosas y muy diversas opiniones de los entendidos.
Sea lo que sea, de estas opiniones, hay un hecho que, “para los cristianos”, es de suma importancia. El nacimiento de Jesús representó, a fin de cuentas, al menos un acontecimiento fundamental: mediante este nacimiento, Dios entró en la historia de la humanidad y se hizo presente en ella. Por eso (y ante un hecho de tal importancia), parece razonable pensar que tal acontecimiento se viera acompañado de fenómenos que tuvieron que llamar la atención de la gente. Y eso, de una forma o de otra, es lo que se recuerda en los relatos de la infancia de Jesús.
Pues bien, esto supuesto, el problema más serio se plantea cuando pensamos en cómo se pudo (o se debió) desarrollar la infancia, la juventud y la adultez de aquel niño y aquel joven, que fue Jesús de Nazaret. O sea, lo que solemos denominar “la vida oculta” de Jesús el Nazareno. ¿Por qué representa esto un problema y, por cierto, un problema que da mucho que pensar?
La dificultad, que esto entraña, se comprende enseguida. El evangelio de Marcos nos dice que cuando los parientes de Jesús vieron la vida que éste llevaba, tan entregado a la gente, hasta el extremo de no tener tiempo ni para comer, fueron a llevárselo por la fuerza, porque “decían que se le había ido la cabeza” (Mc 3, 21). No cabe duda: para la gente muy “religiosa” y sumisa a las “leyes clericales” (o equivalentes), el Evangelio y quien se entrega a él de veras, se hace insoportable.
Pero lo más fuerte no es lo que acabo de contar. El mismo Marcos nos informa – y lo confirman los otros sinópticos (Mc 6, 1-6; Mt 13, 53-58; cf. Lc 4, 16-30) – de algo que resulta sobrecogedor. Cuando Jesús fue por primera vez a su pueblo (Nazaret), después de haber dedicado su vida al anuncio del Evangelio, el día que se puso a enseñar en la sinagoga, los vecinos del pueblo se quedaron “impresionados” (Mc 6, 1) y se preguntaban: “¿De dónde le viene a éste todo eso que dice y qué sabiduría es la que le han enseñado”? A los paisanos de Jesús no les cabía en la cabeza que a un hijo de aquella familia, tan vulgar, le hubieran enseñado cosas tan sublimes y que hiciera prodigios tan admirables. Es más, todo aquello “les escandalizaba” a los parientes y vecinos de Jesús en Nazaret. Y lo que es más grave: Jesús se sintió allí “despreciado” hasta por su propia familia (Mc 6, 4).
La “vida oculta” de Jesús no la conoció nadie. Ni sus vecinos. NI su familia más cercana. Y es que la expresión “vida oculta” puede referirse a algo que es exactamente lo contrario de lo que nos suele ocurrir a casi todo el mundo. Casi todos ocultamos lo que hacemos y nos avergüenza. Jesús, por el contrario, ocultó lo que enaltece y encumbra. Concretamente, en los temas del “saber” y el “poder”, Jesús pasó casi toda su vida en un anonimato casi total. Esta actitud ante la vida y la sociedad fue central en la conducta de Jesús.
En el polo opuesto, ahí tenemos a tantos y tantos de nuestros intelectuales, de nuestros políticos, de nuestros clérigos y monseñores… Y hasta nuestro vecino, el de la esquina, que sabe de todo, pontifica de todo y tiene soluciones para todo. ¡Qué pobres hombres somos! ¿Y así queremos, a fuerza de ridículos y mentiras, arreglar este mundo? Efectivamente, “El gran Teatro del mundo”.

2019: Elijamos nuestro campo de batalla

Pedro Pierre

Redes Cristianas
El mundo es un campo de batalla para lo mejor y lo peor: lo mejor es la fraternidad, lo peor es la ambición, “fuente de todos los males” según san Pablo. Todos estamos implicados en un campo o en el otro. A veces estamos en el uno; otras veces en el otro. ¿Somos conscientes de eso o indiferentes a todo? Si somos indiferentes, nos dejamos llevar como la gran masa en el carro de la ambición ajena, como tontos útiles manipulados y manipuladores.
Esta batalla tiene dimensión mundial: ¿Quién va a llevar la hegemonía del mundo? Al final del siglo pasado era Estados Unidos con su dicha civilización occidental. Pero reaparecieron, de un lado, Rusia y, del otro, China que terminaron aliándose. A China y Rusia se unieron India, Brasil y África del Sur: los ‘BRICS’ por sus respectivas iniciales. Ahora Rusia ha llegado a ser la primera potencia militar mundial y China la primera potencia comercial, a pesar de los 700 bases militares norteamericanas repartidas en todos el planeta y su gasto militar astronómico. La batalla es por el control energético: la ‘tierras raras’ para los celulares, el petróleo que no encuentra sustituto, el oro como símbolo económico mayor… América Latina es el continente con mayores reservas energéticas: la pelea mundial es por el control de América Latina. Venezuela tiene las mayoras reservas planetarias de petróleo y Estados Unidos no logra doblegarla porque tiene el apoyo militar de Rusia y el apoyo comercial de China.
Al comienzo del segundo milenio, con presidentes progresistas, América Latina eligió la integración, la independencia y nuevas alianzas: resurgió el sueño de Simón Bolívar de una Patria grande, libre y soberana. Cuba había entrado en esa dinámica. Chile la quiso tomar. Lo logró Venezuela. También lo emprendieron Honduras, Paraguay, Argentina, Brasil, Bolivia, Nicaragua, Ecuador… En una década, en esos países millones de pobres salieron de la pobreza, la salud y la educación mejoraron, las riquezas nacionales se repartieron más equitativamente, los ricos pagaron impuestos, volvió la autoestima. Se había salido del capitalismo salvaje de los años ’90 para un capitalismo social. Una puerta de libertad, dignidad y soberanía se había abierto… Eso fue el intento en Ecuador durante 10 años y las elecciones del año pasado confirmaron este camino. Pero éramos un peligro para la rancia oligarquía nacional y para la voracidad mortífera del imperio norteamericano.
Los estrategas de la CIA (Central de Inteligencia -norte- Americana) diseñaron la puesta en marcha de la ‘guerra de baja intensidad’ en América Latina, ya que los norteamericanos no quieren más guerras donde se enfermen y mueran sus hijos. Comenzaron los golpes jurídicos y parlamentarios: los presidentes progresistas comenzaron a caer, Honduras el primero, Brasil el último y Ecuador el año pasado, utilizando el fantasma de la corrupción, la compra de conciencia y la gorda billetera. Actualmente además de Cuba resisten Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Mientras tanto los corruptos, traidores y vende-patrias de siempre, banqueros, empresarios, traficantes, exportadores, importadores y mafiosos de toda calaña siguen campantes en sus paraísos fiscales y vuelven a gobernarnos. En Ecuador eso es cada vez más evidente con el presidente actual y su Consejo Transitorio de Participación Ciudadana: “¡Sí, siete veces sí!”, gracias la complicidad de los izquierdistas cobardes, los indígenas perdidos y los sindicatos vendidos.
En este comienzo de año 2019, ¿dónde estás ubicado, compañerito? porque ya todos estamos ubicados: o con Moreno y el imperio del norte a quien se le abre en grande su ‘patio trasero’ o por un Ecuador independiente y solidario y una América libre, grande, digna y soberana. O estamos con aquellos o luchamos por lo otro: no hay más alternativa, no hay neutralidad.
Los medios de comunicación comerciales nos seguirán haciendo creer que estamos bien y que “lo mejor está por venir”. Las Iglesias nos dirán que nos encontramos “en un proceso de transición”… Luchan a contracorriente unos pocos medios virtuales, algunos grupos que ‘no se rinden ni se venden’ y los que podemos encontrar resistencia en la ‘fanesca’ de las redes sociales.
¿Qué país estamos heredando a nuestros hijos? Actualmente: un país de desesperanza y vida indigna. Despertemos, optemos y luchemos por un presente latinoamericano para asegurar un futuro de libertad y fraternidad, o pasaremos a la historia por una generación de cobardes inconscientes y cómodos, “cuyos nombres se perderán para siempre como si no hubiéramos existido jamás”, como dice el libro bíblico del Sirácides.