FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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sábado, 27 de julio de 2013

Francisco de la sangre de Cristo


El papa de los pobres en el epicentro de la pobreza. Francisco en Rocinha, oliendo la miseria, pisando pobreza. Con el corazón de padre y pastor roto. En las periferias. Aquí donde se palpa la indignidad fruto de la injusticia. En Rocinha para comulgar con la carne de Cristo, como llama a los pobres.
Para dejar claro a los poderes del mundo que su Iglesia, la Iglesia de Francisco no los va a dejar tirados, va a dar la cara por ellos. Y no sólo con buenas palabras. Porque obras son amores y las palabras alivian pero sólo los hechos salvan.
Se expone mucho Francisco. Los grandes poderes ya se la tienen jurada. No aguantan que una autoridad moral planetaria los deje en evidencia. Ya empiezan a llamarlo agitador. Ya comienzan a decir que vende humo populista y demagogia.
Átate los machos papa de los pobres, porque éstos no se andan con chiquitas. Pobre papa crucificado dos veces: dentro por los cómplices y fuera por los zabulone planetarios que nadan en oro y abundancia a costa de la miseria de sus hermanos.
Ya sabes cual fue el fin de los profetas y del profeta de Nazaret. Es el precio que suelen pagar los defensores de las víctimas. Ten cuidado, Papa bueno y risueño, porque los victimarios no perdonan.
Pero bien sabes que los pobres solo tienen a Dios y a ti. Los pobres que son, como decían los santos padres, vicarios de Dios. Y tú, vicario de los pobres.
Es tu sino. La providencia te eligió. Dios te llamó a dar voz a los tirados en las cunetas de la vida. Tu serás su ángel. No dejes nunca de escuchar los gritos desgarrados del pueblo que sufre y llora en silencio. Sin salir en los medios. Visibilízalos tú, como te pidió la pareja que te dio la bienvenida en Rocinha.
Sacude con sus gritos nuestras conciencias adormecidas. No nos dejes en paz. Pon todas tus divisiones del amor en marcha y en posición de combate. Porque sólo así seremos dignos seguidores del Nazareno. Sólo así seremos buenos samaritanos. No dejes, Francisco, que los pobres se ahoguen en medio del silencio de los buenos. Porque ese silencio los condena

La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo


Delicadeza, sencillez, cercanía, respeto y cordialidad son las actitudes que ha mostrado el papa Francisco en su visita a Río de Janeiro en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud. Su primer discurso oficial dentro del país de acogida es emblemático en ese sentido. Con espíritu afable expresó “He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes”.
Y en su primer mensaje sobre la juventud, hizo a un lado tanto la retórica de los discursos alarmistas (que absolutizan la quiebra de valores entre los jóvenes), como la tendencia de los que adulan esta etapa de la vida, llegando al menosprecio de otros momentos también importantes del desarrollo de la existencia humana. Ya antes, en declaraciones a periodistas, había expresado que se debe ir a una cultura de la inclusión, del encuentro. Y en seguida argumentaba que “un pueblo no tiene futuro si no va adelante con los dos extremos: con los jóvenes porque tienen la fuerza y con los ancianos porque tienen la sabiduría de la vida”.
El papa Francisco ha señalado enfáticamente que la realidad de la juventud impone grandes retos. Antes de su llegada, en las históricas protestas de junio, que reunieron a más de un millón de jóvenes en varias ciudades de Brasil, se puso de manifiesto la indignación juvenil, cuando plantearon que, en lugar de financiar estadios para el Mundial de Fútbol 2014, se invirtiera en reformar el sistema de transporte, salud y educación. Más recientemente, por otra parte, en una Encuesta Iberoamericana de Juventudes, se revela que la delincuencia y la violencia son el principal problema que afecta a los jóvenes iberoamericanos. Esa respuesta predomina en todas las subregiones y países consultados, por encima de otros problemas como el empleo, la economía o el acceso a la educación, la salud y la justicia.
En su primer discurso, el papa “Chico” –como se le ha llamado por los jóvenes durante esta jornada mundial- recoge estas problemáticas y sus respectivas reivindicaciones. Al afirmar que la juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo, no está proponiendo una frase más de la retórica aduladora de los jóvenes. No se trata de un simple elogio, sino el reconocimiento de un gran potencial para el presente y el futuro de nuestras sociedades. Potencial, cuya puesta en práctica implica grandes compromisos. El Obispo de Roma ha enunciado los siguientes: favorecer las condiciones materiales y espirituales para el pleno desarrollo de las juventudes; darles una base sólida sobre la que puedan construir su vida; garantizarles seguridad y educación para que lleguen a ser lo que pueden ser; transmitirles valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarles un horizonte trascendente para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien; dejarles en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; y despertar en esas juventudes las mejores potencialidades para que sean protagonistas de un mundo más justo, solidario y fraterno.
Cierto es, que para muchos jóvenes el presente y el futuro han dejado de ser lugares de promesa y se han convertido en espacios de amenaza que suscitan incertidumbre, preocupación y miedo. El papa Francisco ha planteado como antídotos para transformar esas realidades negativas, tres actitudes fundamentales: mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría. Expliquemos brevemente desde la homilía del papa pronunciada en el Santuario de Aparecida.
Frente al desaliento y la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios (éxito, dinero, poder), se plantea la necesidad de mantener la esperanza, sembrando los valores inmateriales que son la generosidad, solidaridad, perseverancia, fraternidad, y alegría. Valores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana, pero también en el corazón espiritual y en la memoria de los pueblos.
Frente a las dificultades, incertidumbres y tropiezos, hay que dejarse sorprender por el amor de Dios. Confiarse en que “Dios guarda lo mejor para nosotros”. Dios es fuerza de ánimo, sentido de vida y esperanza en un mundo que no deseche a nadie, sino que valora e incluya. Finalmente, frente al cansancio, el vacío y la tristeza, el papa exhortó a recuperar la alegría. “El cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo”. La alegría y el gozo se recuperan cuando las personas se dejan habitar y acompañar por el misterio de Dios, cuando se dejan sorprender por el amor de Dios, cuando desarrollan vida interior (diálogo, empatía, cordialidad).
Esperanza, sorpresa y alegría han causado las expectativas del papa con respecto a la Jornada Mundial de la Juventud. Lo dijo con claridad y sencillez: “De la Jornada de la Juventud espero lío. Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos (…) Pienso que esta civilización mundial se pasó de ‘rosca’, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida (jóvenes y ancianos) que son las promesas de los pueblos”.
Sus palabras sonaron como aquellas pronunciadas por Jesús, en unas circunstancias también difíciles: “Vine a traer fuego a la tierra, y, ¡cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12,49

Francisco es un revolucionario como lo fue Jesús de Nazaret

El papa Francisco saluda a cientos de peregrinos desde el papamóvil por una vía de Río de Janeiro (Brasil). Renunció a las medidas de seguridad para acercarse más a la gente. “No traigo oro ni plata, sino algo más valioso, a Cristo”, dijo. EFE
Francisco saluda a cientos de peregrinos desde el papamóvil por una vía de Río de Janeiro (Brasil). Renunció a las medidas de seguridad para acercarse más a la gente. “No traigo oro ni plata, sino algo más valioso, a Cristo”, dijo. EFE
La derechona empieza enseñarle la patita al Papa Francisco. “Su Santidad -según puede leerse hoy en Intereconomía- debería tener más cuidado”. “No puede olvidar, ni obviar, la importancia de una persona que está regentando el Vaticano, que es la figura más importante de una religión en la que creen millones de personas en todo el mundo (…)”.
Riesgos injustificados
Continúa el rapapolvo de los inquisidores: “Una cosa es romper moldes o normas establecidas, y otra muy distinta es correr riesgos injustificados. Las imágenes que veíamos ayer de una multitud acercándose al Papa podría haber acabado en una gran tragedia. Una tragedia que los católicos no se merecen”.
Aviso a navegantes
Y hay un aviso, o una amenaza, a navegantes: “Francisco debe (…) no olvidar su función en el mundo, que debe ser proteger y mantener la Iglesia católica, apostólica, romana en el altísimo nivel que debe estar. Con su novedosa actitud está consiguiendo fidelizar a más gente, pero lo puede perder todo si no pone precaución suficiente ante los males que le pueden acechar”

Peineta y besamanos

No soporta esta derechona -ungida de peineta y besamanos- a Francisco. Creían los reaccionarios y los meapilas que el nuevo Pontífice era un bobo bien intencionado al que le había tocado el gordo eclesiástico vía paloma del Espíritu Santo.Y ha salido por fin un Papa que, en efecto, ha rescatado -lo está haciendo a toda velocidad- los orígenes del cristianismo.

Epulón y Lázaro

Es un Papa que ha releído el Evangelio. Es un Papa que sabe que Jesús de Nazaret fue asesinado en la cruz por difundir -pongamos por caso- la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Y es un Papa revolucionario, como lo fuera Jesús de Nazaret, quien plantó cara a los fariseos hipócritas y a los jefes del establishment de la época, incluídos los romanos y los mercaderes del templo.

En una favela

Sí y eso les repatea a los católicos neoliberales y conservadores. Francisco, incansable, apoya a los indignados y estimula a los jóvenes a protestar contra la corrupción, En una favela de Río de Janeiro, habló el Papa y su mensaje se extendió en todo el mundo.
El papa Francisco saluda a fieles a su llegada a la favela Varginha en Río de Janeiro. EFE
El Papa, a su llegada a la favela Varginha en Río de Janeiro. EFE
Quien no tiene más que la miseria
Este fue su sermón de la montaña: “Ningún esfuerzo de pacificación será duradero para una sociedad que ignora, margina y abandona en la periferia a una parte de sí misma. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que la pobreza”.

La derechona está que trina

La derechona está que trina, y es comprensible. Alejo Vidal-Quadras, militante y dirigente del PP -políticamente sector halcón- ha publicado un artículo titulado Confusión papal de conceptos. Cita a su admirado y fallecido Hayek, gurú del neoliberalismo, contraponiéndolo a las teorías de Francisco.
Vidal-Quadras y los teólogos subversivos
Y advierte Vidal-Quadras al Papa que “se corre el peligro de que teólogos subversivos como Leonardo Boff anuncien que con Francisco ha vuelto la Teología de la Liberación.” Ignora tal vez el político popular que la Teología de la Liberación es la precursora de los cambios profundos que ha puesto en marcha Francisco. Para bien de la Iglesia católica y, sobre todo, para bien de los más débiles y de los más pobres.
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM

El papa de la libertad de espíritu y de la razón cordial


Una de las mayores conquistas de la persona humana en su proceso de individuación es la libertad de espíritu. La libertad de espíritu es la capacidad de ser doblemente libre: libre de los mandamientos, normas, estándares y protocolos que fueron inventados por la sociedad y las instituciones para uniformar comportamientos y moldear personalidades según tales determinaciones. Y fundamentalmente significa ser libre para ser auténtico, pensar con su propia cabeza y actuar de acuerdo a su norma interior, madurada a lo largo de toda la vida, en resistencia y tensión con esos mandatos.
Y esta es una lucha titánica, pues todos nacemos dentro de ciertas determinaciones que son independientes de nuestra voluntad, sea en la familia, en la escuela, en el círculo de amigos, en la religión y en la cultura que dan forma a nuestros hábitos. Todos estos elementos actúan como superyós que pueden ser limitantes y en algunos casos hasta castradores. Lógicamente, estos límites tienen una función reguladora importante. El río llega al mar porque tiene márgenes y límites, pero estos también pueden represar las aguas que deberían fluir; entonces se salen por los lados y se convierten en charcos.
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Las actitudes y los comportamientos sorprendentes del actual obispo de Roma, como a él le gusta presentarse, comúnmente llamado Papa Francisco, nos evocan esta categoría tan determinante de la libertad de espíritu.
Normalmente, el cardenal nombrado papa pronto encarna el estilo clásico, hierático y sacral de los papas, ya sea en la vestimenta, en los gestos, en los símbolos del poder sagrado y supremo, y en el lenguaje. Francisco, dotado de una gran libertad de espíritu, ha hecho lo contrario: ha adaptado la figura del Papa a su estilo personal, a sus hábitos y a sus convicciones. Todo el mundo conoce las rupturas que ha introducido sin mayor ceremonia.
Se aligeró de todos los símbolos de poder, especialmente de la cruz de oro y piedras preciosas y de esa pequeña capa (mozzetta) que llevaban los otros, llena de brocados y joyas, otrora símbolo de los emperadores romanos paganos. Sonriente dijo al secretario que quería ponerla sobre sus hombros: “guárdela porque el carnaval ha terminado”. Se viste con mayor sobriedad, de blanco, con sus zapatos negros habituales y, por debajo, con sus pantalones, negros también. Prescinde de todos los servicios asignados al Pastor supremo de la Iglesia, empezando por el palacio papal que ha reemplazado por una hospedería eclesiástica, y come con los demás huéspedes. Piensa antes en Pedro, que era un rudo pescador, o en Jesús, que según el poeta Fernando Pessoa, «no sabía nada de contabilidad ni consta que tuviera biblioteca» pues era un «factótum» y un simple campesino mediterráneo. Se siente sucesor del primero y representante del segundo. No quiere que le llamen Su Santidad, porque se siente «hermano entre hermanos», ni quiere presidir la Iglesia en el rigor de la ley canónica, sino en la caridad, que es cálida.
En su viaje a Brasil no ha hecho espectáculo, aquí está su libertad de espíritu: desea como transporte un vehículo popular, un jeep cubierto para poder moverse a través la multitud, se detiene para abrazar a los niños, para beber un poco de mate, para intercambiar su solideo papal blanco por otro medio chafado que le ofrece un fiel. Durante la ceremonia oficial de bienvenida del gobierno, que sigue un estricto protocolo, después del discurso se dirige a la presidenta Dilma Rousseff y la besa para consternación del maestro de ceremonias. Y hay muchos otros ejemplos.
Esta libertad de espíritu trae un brillo innegable hecho de ternura y vigor, las características personales de san Francisco de Asís. Se trata de una persona de gran entereza. Estas actitudes personales serenas y fuertes muestran un hombre de gran ternura que ha realizado una síntesis personal significativa entre su ser interior y su yo consciente. Es lo que se espera de un líder, sobre todo religioso. Evoca al mismo tiempo ligereza y seguridad.
Esta libertad de espíritu se ve reforzada por el espléndido rescate que hace de la razón cordial. La mayoría de los cristianos están cansados de doctrinas y se muestran escépticos ante las campañas contra los enemigos reales o imaginarios de la fe. Todos estamos impregnados hasta la médula de la razón intelectual, funcional, analítica y eficiente. Ahora viene alguien que en todo momento habla desde el corazón, como lo hizo en su discurso a la comunidad de la favela de la Varginha o en la isla de Lampedusa. En el corazón es donde mora el sentimiento profundo por los demás y por Dios. Sin el corazón las doctrinas son frías y no plantean ninguna pasión. Ante los supervivientes venidos de África, confiesa: «Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de ‘sufrir con’: la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar». Sentencia con sabiduría: «La medida de la grandeza de una sociedad viene dada por la forma como trata a los más necesitados».
Según esta medida, la sociedad global es un pigmeo, anémica y cruel.
La razón cordial es más eficaz en la presentación del sueño de Jesús que cualquier doctrina erudita y convierte a su principal mensajero, Francisco de Roma, en una figura fascinante que llega al corazón de los cristianos y de otras personas.
Leonardo Boff acaba de publicar Francisco de Asís y Francisco de Roma, Mar de Ideas, Río 2013, que pronto será también publicado en español.