FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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domingo, 11 de diciembre de 2016

ALEJANDRO, MISIONERO EN SIRIA: "LA GUERRA HA DESTRUIDO LA HUMANIDAD DE MUCHOS"

col bastante

Dolor -muchísimo dolor- pero también bendiciones e incluso milagros. Alejandro, un misionero salesiano venezolano, hace este balance paradójico del tiempo que lleva en Siria, en el ojo del huracán de la guerra.
Los salesianos siempre se han dedicado a la educación, afirmó a RD, pero en tan cruel y tan triste situación como la de Siria su misión adquiere una importancia especial: la de ayudar a los jóvenes a descubrir qué significa apoyarse en el Evangelio de él que nos aconsejó que volviéramos la otra mejilla.
Hoy estamos con Alejandro, misionero salesiano venezolano, pero que trabaja en la otra parte del mundo.
Sí, en Siria.
Un pueblo que lleva demasiado tiempo sufriendo.
Cinco años y medio. Un poco más.
¿Cuál es la situación actual en Siria?
Para decirlo de forma resumida, desde el inicio hasta mayo del 2016, era una guerra muy cruel y muy difícil, con muchos aspectos que hacían pesar el día a día. Las tragedias de las muertes y los heridos. Pero desde mayo de 2016 se ha encrudecido, llegando a unos niveles de falta de humanidad muy elevados.
¿Por qué sucede esto a partir de mayo?
No sabría decirlo. Me imagino que desde el noviembre del año pasado, cuando Rusia decide entrar con un poco más de fuerza en el conflicto, se hace evidente algo que ya estaba antes: que en verdad no es una guerra civil, como se ha bautizado, porque desde el inicio había un ejército compuesto de sirios, y otro ejército compuesto por ochenta nacionalidades, donde también había muchísimos sirios.
Pero era claro que muchas fuerzas e intereses externos estaban jugando en su propio favor. Y cuando entra Rusia y decide atacar con un poco más de fuerza, las otras partes ayudan a sus protegidos con más fuerza, también. Y creo que eso es lo que ha provocado que haya empeorado la situación.
Los misioneros salesianos lleváis mucho tiempo allí.
En Alepo, más de 55 años. En Damasco, más o menos veinticinco. Y en las montañas, en Kafrún, algo más de veinte años.
¿Cómo estáis viviendo esa situación? ¿Cómo se ha ido minando la moral, las fuerzas, la vida física de muchos habitantes de Siria?
Es una paradoja. Por una parte es muy, muy difícil acompañar tanto dolor. Imagínate cuando te llegan los jóvenes llorando desesperados porque acaban de asesinar a su papá y te preguntan por qué. ¿Qué puedes responder, qué puedes hacer?
O ver, disculpa los casos pero es la verdad, a una niña que había estudiado ballet y bailar era su gran sueño, que por las cosas de la mala suerte, lo que perdió fueron las piernas. Cosas de este tipo. Es muy difícil.
En Alepo, con nuestros hermanos, había un niño, Jack, de diez años, esperando nuestro bus y llegó un misil y lo mató. También, en el verano del año pasado, dos de nuestros animadores se despiden de nosotros hasta el día siguiente: "nos vemos mañana para la actividad". Y esa noche, una lluvia de misiles cae sobre el edificio, que se desploma y mueren los dos muchachos con su madre. Es muy, muy difícil.
Pero dije al inicio que era una paradoja porque extrañamente hay muchas bendiciones, y extrañamente, si me permites el término, yo creo que también hay muchos milagros.
Comienzo con el más superficial, con los números. En Damasco, antes de la guerra, trabajamos con 150 niños en el catecismo. Y en las actividades del verano podíamos llegar tal vez al doble, unos 300. Hoy día en Damasco, en catecismo son 1.200. Casi diez veces más. Y en verano se eleva también el número. En Alepo, en catecismo, creo que había entre 300 y 350. Hoy hay 900. En Kafrún, en las montañas, se estaba trabajando solo en verano. Hoy trabajamos todo el año y con un número de unos 600 o 700 muchachos jóvenes.
Pero no solamente es cuestión de números. Es la calidad de vida espiritual y de humanidad que se ha logrado en estos jóvenes, que han hecho un proceso. La guerra ha destruido mucho los corazones, y no sé si es justo el término, la humanidad de muchos. Pero quienes han hecho un proceso de descubrir de nuevo lo que significa realmente la fe y qué significa apoyarse en el evangelio, han dado unos saltos maravillosos, que aquí en el Occidente, ni logramos soñar.
Imagínate cómo hacen, en Alepo o en Damasco, tres sacerdotes para poder atender 1.200, con un continuo vaivén. Humanamente es imposible. Pero ahora es posible, gracias a que este proceso nos ha permitido que cada obra disponga más o menos de cien jóvenes universitarios preparados, y que tienen una fantasía y unas facultades de donación increíbles. Ahora sí, los tres sacerdotes se pueden dedicar a estos cien y estos cien se dedican a hacer bien por los demás.
Y estos son los milagros que se ven cada día.
¿No resulta más complicado para los cristianos? En una situación como en la que se encuentra Siria, que no solo es una guerra entre dos bandos, sino que uno de estos bandos además tiene una cruzada contra los cristianos. ¿Ese trabajo, no se puede ver más complicado, más amenazado?
Sí. La amenaza se encuentra en el hecho de que si ese bando llega a tener el poder, va a ser muy difícil para todos. Por ahora, la gran dificultad es que los cristianos estamos en medio de una guerra que en verdad no es nuestra. Y estamos llevando golpes de todas las partes. Y con el gran miedo (estoy hablando de la población) de que llegue el día en que el bando más radical del Islam pueda ganar, porque será difícil. De hecho, lo es ya desde el inicio.
A veces, aquí en Europa se ha presentado el conflicto como si todo el mundo estuviera contra el presidente. Y no es claramente así. Eso es muy discutible. Me atrevo a decir, que una buena parte, sobre todo los cristianos, está a favor del presidente. Algunos estarán convencidos. Otros...
Verán la amenaza del Daesh. Pensarán: "Virgencita que me quede como estoy".
Exactamente. Desde el inicio, el programa de gobierno que ha presentado la oposición era decir: que los alauitas (que son la tribu que está ahora en el poder), a la tumba. Y los cristianos, que se vayan al Líbano o que se se vayan con los alauitas, es decir, a la tumba. Ante ese programa de gobierno, el otro puede ser que me guste. O que no me guste, pero siempre será un mal menor.
Vitalmente es comprensible.
¿Cómo ayuda la familia salesiana a los misioneros que estáis allí, y cómo podemos ayudar el resto a esa labor que estáis haciendo en Siria?
Nuestros dos grandes objetivos en este momento son: primero, la educación de los jóvenes, que es nuestro objetivo normalmente, como salesianos.
Y en este momento, este objetivo se vuelve algo fundamental porque algún día, no sabemos cuándo pero esperemos que lo antes posible, la guerra se va a acabar. Y estamos seguros de que los mismos países que han invertido en armas para destruir, van a invertir para reconstruir todos los muros. Y lógicamente, algún día, va a llegar la factura con una deuda de cuarenta o cincuenta años. Eso va a pasar así.
El problema es, ¿quién reconstruye los corazones, el alma, la humanidad?
Dentro de la cultura árabe, la venganza está muy ligada al amor, más que al odio. Para nosotros es incomprensible, pero para ellos significa que si yo amo a mi primo, a mi mejor amigo, a este que ha muerto, la mejor expresión que yo puedo hacer de ese amor, es vengándolo.
Quiero decir que hoy día, en Siria todo el mundo tiene alguien a quien llorar, alguien a quien vengar. Esa es su mentalidad, y aunque a nosotros no nos parezca bien, tiene su valor. Y que es la de ellos y punto. ¿Cómo se hace para construir una nueva sociedad con esa base? Creo que es esencial preparar a una generación para ese gran reto. Y esta es la misión fundamental para los salesianos.
Viendo todo lo que se está haciendo ya, no solo por parte de nosotros, de los siete salesianos que estamos ahí, sino gracias a los jóvenes que ya hemos preparado, parece que las cosas están dando resultado.
Para el segundo objetivo, en este momento en el que se está produciendo una verdadera crisis humanitaria, y en el que los niños tienen hambre, tenemos una serie de ayudas que ofrecemos a nuestros destinatarios y a sus familias. Y quiero justificar por qué.
Primero, porque nosotros no somos una ONG, ni la Cruz Roja ni UNICEF. Nuestras fuerzas son limitadas y no es nuestra misión principal. Sería muy triste que nos dedicáramos a repartir comida y nos olvidáramos de la educación de los jóvenes. Esta parte, ya hay instituciones que la pueden hacer. Pero la nuestra, en este caso, es insustituible. Entonces no nos podemos distraer mucho.
Y además, porque queremos garantizar que la ayuda que ofrecemos es para personas que realmente lo necesitan, nos hemos dado a la gran tarea de ir a visitar familia por familia de los jóvenes que atendemos.
Por eso, nuestras ayudas son para nuestros jóvenes y para sus familias. Que son números muy pequeños, 1.200, 900 y 600. Son ayudas destinadas al vivir diario: pagar las facturas de la electricidad, sobretodo en Alepo. Pagar el combustible para la calefacción ahora en invierno. Los útiles escolares, vestidos y esas cosas.
Me preguntabas cómo ayudarnos. Quiero aprovechar para decir que ya desde el inicio en 2012, toda la labor que los salesianos hacemos en Siria, y toda esta serie de milagros que te he dicho que pasan día a día entre nosotros, necesitan una estructura material en la que poder sostenerse, y esta estructura nos la han dado los salesianos, y todos los colaboradores de España. Estas ayudas llegan íntegras hasta mí a través de Misiones Salesianas y yo las distribuyo en Alepo, en Kafrún, y en Damasco. Y todo es entregado a la gente más pobre y necesitada.
Misiones Salesianas con las que, como saben ustedes, intentamos colaborar desde hace muchos años. Llevan ya bastantes campañas relativas a Siria y a otras muchas partes del mundo. Los pueden encontrar en su web. Dentro, hay una serie de pestañas con las emergencias en Siria, en Alepo, y en todos los rincones donde están presentes.
¿Cuándo tienes pensado regresar?
Mañana.
¿Y qué esperas encontrarte?
A mis muchachos. A los jóvenes. De hecho, estuve hablando ayer con algunos de ellos y el sentimiento de extrañarlos es mutuo.
Son tu familia.
Sí, lo son. Absolutamente.
Hay muchas cosas por hacer. Pero no son solo las actividades, es el hecho de tener experiencias vivas de fe y de esperanza. De razón de vivir. Porque hay mucha hambre de pan pero en una guerra como esta, realmente necesitamos llenarnos de cuál es el sentido de la vida.
Además de parar la muerte, que probablemente no esté en vuestras manos, sí que hay que generar opciones de vida, y eso es lo que lleváis haciendo desde hace mucho tiempo.
Muchas gracias, en nuestro nombre, a tu persona y a los misioneros que estáis trabajando allí, por la labor que hacéis y por la vida que dais. Y por venir aquí a contarlo. En muchas ocasiones parece que no nos competen las cosas, porque, o no nos lo cuentan, o nos lo cuentan mal. Buena suerte en tu viaje.
Y a nuestros lectores, con el corazón encogido, les dejamos la web donde encontrarán formas de colaborar económicamente, que también es importante para la labor de estos santos de hoy en día.

Jesús Bastante
Religión digital