FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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miércoles, 30 de noviembre de 2022

HA FALLECIDO Alfredo González Sánchez, salesiano sacerdote (1943-2022)

 NOTA BIOGRÁFICA

D. Alfredo González Sánchez, salesiano sacerdote, director de la Casa de Vigo-San Roque, ha fallecido en la noche del 28 de noviembre de 2022, a la edad de 79 años. El funeral tendrá lugar mañana, día 30 de noviembre, en la Casa Salesiana de Vigo San Roque, a las 16:30 h.

Racismo sanitario en España: así de complicado es para los migrantes el acceso a la atención médica

 Público

Jose Carmona

Cinco comunidades ponen trabas en el acceso a la sanidad pública a las mujeres embarazadas y a menores, pese a que la ley estatal les ampara.
Desde hace más de diez años, la sanidad gratuita y universal ya no es un derecho innegociable en España. La reforma del Partido Popular en el año 2012, una medida que bien podría firmarla Vox actualmente, eliminó este derecho de las leyes españolas. Una década después, con tímidas reformas por el camino, cabe preguntarse: ¿Tienen derecho a sanidad gratuita las personas migrantes en España? … Ver noticia …

Francisco a la Acción Católica: Escuchen los latidos de los signos de los tiempos

 Vatican News

El Santo Padre envió un mensaje en español al Foro Internacional de la Acción Católica, reunido en su VIII Asamblea del 26 al 27 de noviembre, que estuvo precedida de una conferencia.

Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

Después de la elección de las nuevas autoridades del Foro Internacional de la Acción Católica (FIAC), en el marco de la VIII Asamblea del 26 al 27 de noviembre, el Papa felicita “a quienes han asumido el compromiso de llevar adelante la conducción durante el próximo período, que sigue el camino iniciado hace más de 30 años”. Lo hace en un mensaje escrito por él mismo en español, en el que recuerda:

“En aquel momento, el venerable Cardenal Eduardo Pironio intuyó la necesidad de crear este foro para que la vida de la Acción Católica contribuyera al desafío de la nueva la evangelización, enriquecida con la peculiaridad de cada lugar y cultura. Muchos de ustedes acompañaron decididamente esa intuición y pusieron sus capacidades y el deseo de anunciar el Evangelio en ese servicio, aun con las dificultades propias de la época, ya que no se contaba con los medios de comunicación y de acercamiento entre países que existen en la actualidad”. 

“¡Qué importante en la vida es ser signo!”

Tras constatar que “ciertamente, el contexto mundial que acompaña a la nueva etapa no es el mismo que el de hace treinta años, ni siquiera al de la conducción anterior” y referirse a las secuelas sociales y personales de la pandemia, Bergoglio afirma:

“En ciertos ámbitos se ha reavivado el individualismo de una salvación a medida; sin olvidar el azote de la violencia entre países y hermanos que van socavando el deseo de una fraternidad universal. Sin embargo, las épocas difíciles pueden ser desafiantes y convertirse en tiempos de esperanza. Como decía el Cardenal Pironio, hombre de la esperanza: “¡Qué importante en la vida es ser signo! Pero no un signo vacío o de muerte, sino un signo de luz comunicador de esperanza. La esperanza es capaz de superar las dificultades, las desavenencias, las cruces que se presentan en la vida cotidiana”.

Necesitamos aprender a escucharnos

“Al mismo tiempo, como Iglesia, recuerda, estamos transitando un tiempo en el cual necesitamos que el espíritu sinodal se vaya arraigando en nuestro modo de ser Iglesia; esto significa el ejercicio de caminar juntos en la misma dirección”.

El Santo Padre “está convencido de que es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Es decir, “que retome la conciencia que es un pueblo en camino y que debe hacerlo junto”. Por este motivo, pide a la Acción Católica que animen con este espíritu los grupos de acción católica en las diversas Iglesias locales.

“Con espíritu sinodal necesitamos aprender a escucharnos, reaprender el arte del hablar con el otro sin barreras ni prejuicios, incluso y de un modo particular, con quienes están fuera, en el margen, para buscar la cercanía, que es el estilo de Dios” (cf. Video del Papa por una Iglesia abierta a todos, octubre 2022).

“Les pido que escuchen”

En este contexto, el Pontífice exhorta a las nuevas autoridades “a ser hombres y mujeres de la escucha”. Anhela “que no sean ‘dirigentes’ de escritorio, de papeles o de Zoom, y que no caigan en la tentación del estructuralismo institucional que planifica y organiza desde estatutos, reglamentos y propuestas heredadas, que fueron buenas y útiles en su momento pero que quizás hoy no sean significativas. Por favor, les pido que escuchen”.

Y la escucha que solicita Francisco es, primero, “a los hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños concretos, en sus realidades, en sus gritos silenciosos expresados en sus miradas y en sus clamores profundos”.

“Tengan el oído atento para no dar respuestas a preguntas que nadie se hace ni decir palabras que a nadie le interesa escuchar ni sirven. Escuchen con oídos abiertos a la novedad y con un corazón samaritano”.

Segundo, les recomienda “escuchar los latidos de los signos de los tiempos”. Y explica:

“La Iglesia no puede estar al margen de la historia, enredada en sus propios asuntos, manteniendo inflada su burbuja. La Iglesia está llamada a escuchar y ver los signos de los tiempos, para hacer de la historia con sus complejidades y contradicciones, historia de salvación. Necesitamos ser una Iglesia vitalmente profética, desde los signos y los gestos, que muestren que existe otra posibilidad de convivencia, de relaciones humanas, de trabajo, de amor, de poder y servicio”.

Por último, para que esto sea posible, “necesitamos escuchar la voz del Espíritu”.

“En cada época, dice el Papa, el Espíritu nos abre a su novedad; «siempre enseña a la Iglesia la necesidad vital de salir, la exigencia fisiológica de anunciar, de no quedarse encerrada en sí misma» (Homilía del Domingo de Pentecostés, 5 junio 2022)”.

“Mientras que el espíritu mundano nos presiona para que sólo nos concentremos en nuestros problemas e intereses, en la necesidad de ser relevantes, en la defensa tenaz de nuestras pertenencias y de grupo, el Espíritu nos libra de obsesionarnos con las urgencias, y nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos: los del testimonio, la pobreza y la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo”.

Francisco reconoce: “Quizás sientan que la propuesta de escuchar es poco, sin embrago, no es escucha pasiva; es la escucha activa que nos marca el ritmo de trabajo; es la inhalación necesaria para ser una Iglesia que respira misioneramente. Así lo hizo la Santísima Virgen, porque escuchó, se puso de pie y caminó para ir a servir”.

El Pastor de toda la Iglesia “reza para que puedan hacer de este período un tiempo de gracia, con la audacia de saber escuchar, la serenidad para poder discernir y el coraje para anunciar con la vida y desde la vida”. Les agradece haber aceptado el desafío, pide a Dios por cada uno de ellos y les pide que no se olviden de rezar por él. “Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”, concluye fraternalmente el Obispo de Roma.

Cabe destacar que, en la alocución posterior al Ángelus en este primer domingo de Adviento, 27 de noviembre, el Pontífice envió un saludo a la Acción Católica, justamente en el marco de la Asamblea.

EL CELIBATO DE POR VIDA, DE SUYO, NO PUEDE SER NORMA DE VIDA

 Millones de personas piensan que pueden seguir la soltería consagrada como norma de vida. “Piensan que pueden seguir”, mas ¿lo pueden en realidad? El “que puede asumirlo” del Evangelio es un presente de indicativo, ahora. Pero hay circunstancias a lo largo de la vida en que muchos “no pueden”. La Iglesia con retraso de varios siglos ha reconocido esto, y concede la dispensa para el matrimonio a los clérigos, pero pregunto: ¿No estaba ya concedida la dispensa por el mismo Cristo? ¿Y por qué anular prácticamente el sacerdocio de tantos que legítimamente lo recibieron?

¿Cómo se ha llegado a la actual legislación celibataria? El hombre es idealista. Por afán de perfección puede marchar más lejos que la voluntad de Jesucristo. Da la impresión de que deseamos ser más cristianos que Cristo. De que el 

RELIGIÓN DIGITAL

Maestro quiera la virginidad en el mundo como un hecho, se ha creado el estado del actual derecho. No parece correcto. Hemos ido demasiado lejos. ¿Cabe comprometerse de por vida para algo heroico? ¿No será tentar a Dios?

“El que pone la mano en el arado y echa la vista atrás no es digno de mí”, dice el Señor. Parece que el significado de estas palabras no puede referirse a una determinación concreta, sino más bien de seguirle y vivir como cristiano.

Un consejo no se puede imponer, precisamente por su misma definición. Nadie se puede comprometer a practicarlo con obligatoriedad de conciencia. Así me parece a mí. Podrá cada uno esforzase, intentar cumplirlo, mas nunca se le podrá echar en cara el no haberlo conseguido.

Resulta incoherente con el dogma privar del uso de un sacramento por no seguir un consejo. Esto se hace con el sacramento del Orden: a quien se le “dispensa” de cumplir el consejo de celibato, se le obliga a no usar el sacramento del Orden. ¿Quién puede entender esto en lógica de la dogmática cristiana?

Es necesario fomentar la virginidad como signo del Reino de los Cielos, pero sin imponerla a nadie. Crearla como institución irreversible no parece muy acorde con el sentir de Jesús. El cristiano que se siente con la gracia de lo Alto procurará según sus fuerzas vivir este maravilloso don y ser pionero de la caridad en la dedicación total al amor.

No quiere decir que la Iglesia esté en el error. No es cuestión de verdad o no verdad, sino de praxis, de ortopraxis, de práctica coherente con la fe. Si hoy nadie admite los métodos inquisitoriales como legítimos, probablemente en un futuro próximo tampoco se admitirán los métodos actuales de imponer la virginidad al estamento sacerdotal. ¡Al tiempo!

 

Jesús no hizo sacerdotes

 Somos uno

 Martín Valmaseda 

Jesús López Sáez

Le enmendaron la plana
El filósofo francés Voltaire (1684-1778) dijo acertadamente que Dios creó al hombre a su imagen y los hombres han hecho lo mismo con Dios. Pero, claro, el resultado es muy diferente.
Pasa lo mismo con Yeshúa de Nazaret, el “Ungido de Dios”, el “Cristo”, el “Hijo de Dios”. También lo hemos hecho “a nuestra imagen” y, de hecho, no concuerda con el original.… Ver noticia …

María Magdalena

  José Manuel Carrascosa Freire

Enviado a la página web de Redes Cristianas

A propósito del próximo día contra la violencia machista trató de expresar mi solidaridad con ellas y mi repulsa contra el trato y el maltrato dado a la mujer, lo cual ha sido una constante en toda la historia incluso en la iglesia cristiana primitiva y reciente, aún condicionada por la ley judaica en los discípulos de Jesús de Nazaret.

Por tal fin recojo unos textos que despiertan mi admiración por ellas a partir de una mujer seguidora de Jesús de Nazaret, María Magdalena..
María de Magdala fue una joven de un pueblo de pescadores de Galilea. Ella tenia el oficio de partera por lo cual era doblemente marginada, por su profesión y por ser mujer. Cuando ella se entera que un tal Jesús predica por aquella zona va a escucharlo, convirtiéndose pronto en seguidora suya.

La Resurrección de Jesús resalta el papel de ésta, por ser una de las mujeres que contó que el maestro no estaba en el sepulcro. Pero ella antes ya realizaba labores de ayuda en la intendencia de Jesús y de sus discípulos en la predicación en Galilea.

Los Evangelios de Marcos, Mateo y Juan, la sitúan en el lugar de la crucifixión junto con María la madre de Jesús, el apóstol Juan y otras mujeres. La identidad de María Magdalena, como María de Betania y la “mujer quién fue una pecadora», fue establecida por el Papa Gregorio I en el año 591.

Tras la resurrección de Jesús, María Magdalena continuó difundiendo la palabra junto a otros apóstoles. Según la tradición oriental, Magdalena acompañó a Juan a Éfeso, donde murió y fue enterrada.

María Magdalena es un personaje bíblico fascinante que la iglesia católica de los primeros años del cristianismo estigmatizó como prostituta arrepentida sin serlo, a pesar de que no había prueba sobre ello, esto quizá debido a los celos de los apóstoles, no olvidemos el rol que a las mujeres se le había concedido, tanto en la tradición como en la religión.

Estaban marginada, sus vidas nada valía más que para casarse y dar hijos a su esposo, pero a Magdalena no se le conocía esposo, a pesar de qué tenía una buena posición económica que le permitió ayudar a Jesús y a los apóstoles en la misión por Israel. Pero esa sociedad patriarcal no iba a permitir la carismática espiritual como lideresa que la distinguirán los apóstoles masculinos.

Tras la muerte de Jesús de Nazaret los apóstoles se encontraban desorientados y tristes, pero María Magdalena los serena. En el evangelio apócrifo de María Magdalena datado entre el año 30-180 d. C. Pedro le dice a María Madalena: “hermana, nosotros sabemos que El Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres.

Danos cuenta de las palabras del Salvador que recuerdes, que tú conoces y nosotros no hemos escuchado. María responde: lo que está escondido para vosotros os lo anunciare…” Pedro y Andrés que no creyeron que tuviese una visión de Jesús se enfadaron con ella y Mateo salió en defensa de ella, diciéndole a Pedro:
“Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo discutiendo contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si El Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien es cierto que El Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros.

Más bien, pues, avergoncémonos y revistémonos del hombre perfecto portémonos tal como nos lo ordenó y prediquemos el Evangelio, sin establecer otro precepto ni otra ley fuera de lo que nos dijo el Salvador.”

“El relato de Juan contiene elementos históricos…que va mostrando cómo la comunidad de los discípulos fue tomando conciencia de la Resurrección del maestro. En este proceso de toma de conciencia parece que la primacía estuvo en las mujeres, en especial en María Magdalena, que fue llamada apóstol de los apóstoles en la antigüedad.

Los textos apuntan que es la Magdalena quien comenzó a tomar conciencia de la existencia de un misterio en la muerte de Jesús y guio a los pos apóstoles para que también tomaran conciencia de ese misterio. Las figuras de Pedro y de Juan, tienen un carácter altamente simbólico. Juan representa a la iglesia carismática, Pedro a la iglesia institucional.

En el orden experimental es la de Juan la que tiene primacía (es la que más corre, es quien llega antes al sepulcro y de quien se afirma, ve y cree, en el orden social es Pedro quien tiene la primacía, por ello, deja Juan que entre primero al sepulcro, parece que es una muestra de reconocimiento y respeto social de su primacía institucional.

Ambas dimensiones son necesarias en la iglesia, los carismáticos que mantienen viva la experiencia y los que ejercen la labor institucional necesaria para poder percibir y transmitir el mensaje de generación en generación en medio de una sociedad hostil. Cuando la institución persigue a los carismáticos pierden la visión y enferma, cuando los carismáticos no respeta la labor de la institución, pierden la humildad y enferman de individualismo”.

Esta posición de la iglesia sobre María Magdalena ha cambiado en la actualidad, sin embargo aún no se acepta su evangelio apócrifo por el liderazgo que tenía entre los apóstoles, muchos años de infundio sobre quien fue tan amada por Cristo, y llegó el momento en que se reconoce en ella el papel tan importante que tuvo la mujer en el seguimiento de Jesús de Nazaret en aquellos primeros año del cristianismo y que, a pesar del patriarcado en la iglesia, cómo fruta ya madura fue aceptada María Magdalena en la iglesia como Santa, la apóstol de los apóstoles. Y por deseo del papa Francisco, en junio del año 2016 es beatificada.

Esta figura de la mujer en la iglesia cómo es la de Magdalena tiene que seguir dándose, no sólo por su ser mujer, cuidadora de Jesús y de los discípulos, también porque es la mujer la que tiene una especial capacidad y visión sobre la realidad humana que aportaría a la iglesia un plus, un modelo de ser más parecido a Jesús de Nazaret. Más humano, más sensible, más humilde, más entregado, en definitiva: más constructor del Reino de Dios.

La ocupación israelí vulnera el Derecho Internacional

 Reflexión y Liberación

Pasa el tiempo y no es que todo siga igual, sino que va a peor. Israel actúa con más impunidad, frente a la indiferencia de Occidente. Mientras, el pueblo palestino sufre el auténtico genocidio al que le somete los gobiernos israelíes.
Desde 1948, las vidas de la población de Palestina han pasado por situaciones críticas y convulsas. En estos días se recrudece la represión y muertes. … Ver noticia …

¿HABRÁ UNA “SEGUNDA VENIDA” DE JESÚS?

religión digital

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Comenzando el año litúrgico abundan los textos escriturísticos con tintes escatológicos. Paradójicamente, cuando comenzamos a prepararnos para con-memorar y celebrar la “primera venida” -Navidad- se nos invita a reflexionar sobre la “segunda venida” -Parusía. Pero ¿de dónde viene y a dónde va Dios? ¿cuándo vino y cuándo volverá (en la carne de su Hijo)? Esta forma de hablar es tan inevitable como ambigua. Hablamos de lo que no sabemos a partir de lo que sabemos. Hablamos del Misterio de Dios a partir de experiencias humanas, antropomorfizando lo divino.

Y nuestra imaginación y lenguaje conceptual se mueve siempre dentro de las coordenadas espacio-temporales… todo un problema para referirnos a un Dios que es puro Espíritu y no “tiene tiempo” ni “ocupa lugar”. Ir y venir, aparecer y desaparecer, ascender y descender… suena bastante impropio para referirnos a estas cuestiones. Sin duda, con este tema se abren muchas cuestiones filosóficas, científicas y teológicas que no pretendo afrontar aquí. Sólo me gustaría intentar aclarar cómo puede entenderse lo que en el lenguaje de muchos creyentes se denomina “segunda venida”.

Hablar de Escatología es hablar de esperanza

Hay toda una disciplina teológica llamada Escatología que reflexiona sobre estos temas; en concreto, de lo que ahora nos interesa: la llamada “segunda venida”. Probablemente, muchos asocien dicha Escatología con la apocalíptica, sobre todo, a nivel imaginativo más que conceptual. Es decir: se identifican las cuestiones del fin de los tiempos con desastres, calamidades y horrores varios, todo atravesado por sentimientos de miedo, desconfianza y hasta terror. Lo que es un género literario -el apocalíptico- termina definiendo el sentido del fin de la historia -la escatología; la forma -de expresión- determina el contenido -de fe- sin distinguir lo uno de lo otro.

Afortunadamente, en el espacio de la reflexión teológica -no estoy tan seguro que así sea en el de todas las catequesis- se ha dado un profundo giro desde la concepción misma de lo que es la Escatología: “es la respuesta, cristianamente articulada, a la pregunta: ¿qué puedo (podemos) esperar? (cf 1 Pe 3,15)” (J. Giménez). Pero no se refiere sólo al futuro lejano sino también al presente: a la esperanza que nos mueve hoy hacia esa meta del mañana. Y puesto que el fundamento de la espera es el Dios mismo de la esperanza, no debería ser el temor sino la confianza el sentimiento que alimente el corazón.

Un Dios que ya desde el Antiguo Testamento promete “cosas” (tierra y descendencia) para luego ir presentándose Él mismo como objeto y contenido de la esperanza. Esperamos a Dios, en Dios. Así, lo que llamamos “vida eterna-cielo” no sería otra realidad que Dios mismo en cuanto ganado, y lo que llamamos “muerte eterna-infierno”, se podría entender como lo perdido: Dios y su plenitud compartida.

Lo que quiero subrayar, enérgicamente, es que todo discurso e imaginario escatológico debería estar enmarcado y atravesado por la virtud-sentimiento de la esperanza (aunque luego se la viva “contra-toda-esperanza”, como dice Pablo, el teólogo, o “a contramano”, como dice Pedro, el poeta).

YO ME ATENGO A LO DICHO

La justicia,

a pesar de la ley y la costumbre,

a pesar del dinero y la limosna.

La humildad,

Para ser yo, verdadero.

La libertad, para ser hombre.

Y la pobreza,

Para ser libre.

La fé, cristiana,

Para andar de noche.

Y, sobre todo, para andar de día.

Y, en todo caso, hermanos,

Yo me atengo a lo dicho:

¡La esperanza!

Pedro Casaldáliga

Recordemos que estos temas escatológicos se fraguaron en una concepción mitológica, pre-científica del mundo que, entre otras cosas, imaginaba que existía un espacio superior sagrado (lugar de dioses, ángeles, cielo), un espacio inferior des-graciado (lugar de demonios, infierno) y, entre ambos, el lugar de los humanos, constantemente influido por fuerzas buenas que venían de lo alto y malas que venían de lo bajo. El mismo Jesús y varios textos neotestamentarios (que requieren una buena exégesis histórico-crítica) hacen alusión a este esquema de pensamiento hoy superado (¿superado?).

De aquí, entonces, muchos creyentes asumen  -pre reflexivamente quizá- que Jesús vino, descendió (lo celebramos en Navidad); vivió, murió, resucitó, se apareció (lo celebramos en Semana santa); ascendió y envió su Espíritu (lo celebramos en Pentecostés). Está sentado a la derecha del Padre y algún día volverá… pero ¡no lo celebramos, sino que lo tememos o aguardamos angustiados!

Esta última creencia se plasmó en el credo, donde proclamamos: “...desde allí vendrá con gloria a juzgar...” Enunciado que nos remite a dos cuestiones centrales de nuestra fe: parusía (venir con gloria) y juicio (juzgar), pero que, en realidad, no son dos “cosas” distintas, sino que refieren a la convicción de que la historia culminará con un acontecimiento salvador que afectará a la totalidad de lo real. Por tanto, e intentando sintetizar y enunciar del modo más claro posible lo que los cristianos creemos es que todo tuvo un comienzo (creación) y también tendrá un final (consumación).

Parusia

Y así como afirmamos que la creación fue un acto libre y amoroso de Dios (creador) también debemos creer que la consumación escatológica será un acto de amor de ese mismo Dios (consumador) con lo que pondrá fin a lo que siempre ha sido esta historia: una historia de salvación. Esta es una afirmación “dogmática” olvidada, en la reflexión, en la prédica y en la vivencia de la fe. No existen dos fines posibles de la historia. El cristianismo no es una suerte de doctrina de los dos caminos. “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,3s).

Y del hecho de que Dios quiere la salvación de todos se sigue que no quiere la perdición de nadie; no quiere la muerte eterna. Lo que esto pueda significar, es otro tema, pero “en la medida que sea posible algún significado, su determinación tiene que provenir de la creatura: de su limitación y de su resistencia a dejarse salvar por Dios. En una palabra, tiene que tener la raíz en una decisión negativa de la libertad humana que, resistiéndose a la acción divina, hace imposible o disminuye la salvación. Una salvación «a la fuerza» carecería de sentido para un ser libre, sería contradictoria” (A. Torres Queiruga)

No vuelve quien no se va

Pensar/imaginar que Dios vino en Jesús, se fue y volverá es un sin-sentido, que pretende explicar el Misterio de lo trascendente en nuestras categorías espacio-temporales. Sabemos que Jesús, plenitud de la revelación de Dios, vivió entre nosotros (explique como se explique el dogma-misterio de la encarnación). Pero muerto y resucitado, ya vive la vida eterna de Dios. Y ese es el futuro que espera a toda la creación. Cristo no se ha marchado, sino que está presente de un modo nuevo al que lo estuvo en carne; la resurrección no ha inaugurado un vacío cristológico en la historia, ni la parusía es una suerte de retorno del expatriado (de hecho, el Nuevo Testamento no habla nunca de “retorno” ni de “vuelta” de Cristo).

Sólo puede “venir” el que nunca estuvo o estuvo y se fue; pero Dios es aquella realidad amorosa en la cual “nos movemos, existimos y somos” (Hch 17,28); es el siempre presente, aunque en el modo de “discreción” (Ch. Duquoc); no va y viene, no se acerca y se aleja (en todo caso, seríamos nosotros los que podemos “tomar distancia” de Él). Tanto la creación como la parusía son acontecimientos más allá del espacio y del tiempo. El mundo fue creado por Dios junto con el espacio y el tiempo, y será consumado junto con el espacio y el tiempo.

La parusía (mal llamada “segunda venida”), pues, en cuanto último acto de la historia de salvación es lisa y llanamente la pascua de la creación, su paso a la configuración ontológica definitiva, cuando “Dios sea todo en todos” (1 Co 15,28).

Quiero concluir con una cita de un teólogo español cuya autoridad es sobrada en estos temas: “La recuperación de la parusía como meta de la esperanza cristia­na pasa por el esclarecimiento del equívoco generado en torno a la categoría de juicio. La confusión entre los dos significados del tér­mino ha contribuido muy directamente al declinar de la esperanza gozosa en la venida de Cristo, que queda relegada a simple función de un acto forense que constituiría su única o primordial razón de ser («...vendrá a juzgar»).

En esta línea se produce además otra indesea­ble consecuencia: la concepción extrinsecista del juicio-crisis, que le vendría impuesta al ser humano desde fuera, en vez de brotar, como resultante última, de su propio proceso de autoelaboración personal (…) lo que nunca debería ser olvida­do: que cuando Dios irrumpe en la historia, lo hace siempre y sólo por un único motivo: para salvar. Y que la intervención decisiva y definitiva de Dios en el proceso histórico (la parusía) no tendrá más finalidad que ésta: consumar salvíficamente la obra iniciada por su acto creador.  Eso es lo que confesamos en el credo: la venida de Cristo en gloria al final de los tiempos significa la culminación de su gesta creadora y salvadora; es la pascua que anhela desde siem­pre toda la realidad” (J.L. Ruiz de la Peña)

 

MÁS COMPROMISO, MENOS IDEOLOGÍA

fe adulta

col koldo

Ingeríamos muchas vitaminas y minerales, sobre todo mucho amor en aquella paella que siempre estaba pasada. Estábamos acostumbrados a su arroz de los domingos inevitablemente convertido en puré. Metía todos los ingredientes, bichos incluidos, en la olla a presión y se quedaba plantado ante el fuego con el reloj en mano. Creo que medía el tiempo que correspondía a una olla sin presión, pues el arroz siempre aparecía deshecho. Nadie osó jamás quejarse. Lo comíamos encantados, no le faltaba gusto. De alguna forma sentíamos que estábamos tomando una ofrenda cuyo principal destinatario era mi madre. Ese arroz pasado estaba hervido en el vapor de la inocencia, disuelto en el caldo intenso, pero nada picante del incondicional cariño. Representaba un sencillo detalle de amor colocado en la mitad de la gran mesa festiva al que ya estábamos acostumbrados. 

Mi padre entraba también en la cocina todas las noches, él era el artífice de sus huevos fritos con chistorra y bien de aceite para su cena. Con el tiempo fue sumando responsabilidades. Cuando el ruidoso y gran fregaplatos se detenía, él era también el encargado de devolver los enseres a los armarios.

Somos los herederos de una gloriosa generación cuya exclusiva prédica se limitó al tan discreto como inolvidable ejemplo. Necesitamos más de un amor reservado y silente, menos aireado y televisado. Mi padre no tenía una educación de género, simplemente estaba enamorado. Era un hombre de leyes, pero la primera de todas era la devoción que profesaba a su consorte y compañera del alma. Entendía perfectamente que en una familia prolífica tenía que descargar a mi madre de peso, hacerle la vida más sostenible y llevadera. 

Necesitamos más amor y menos ideología. “Cargar” con la principal responsabilidad de un hogar, no es necesariamente sinónimo de infierno, puede también representar lo contrario. Necesitamos más colocarnos en el lugar del otro/a, más mutua comprensión, más detalle cotidiano, sencillo, que manual; más lógica responsable que doctrina. Empezar a hablar de cuotas puede ser empezar la complicación. Si racionamos la entrega puede ser que las cosas no terminen de armonizar. Medir al milímetro la contribución de cada quien en el hogar puede ser el arranque de su descalabro. 

En cada tiempo hemos de apurar el progreso hasta su límite. El que no conciba a mi padre con delantal y fregona, no quiere decir que hoy evidentemente no debamos ir mucho más lejos. Los hombres hemos de arremangarnos, calzar el delantal y los guantes de goma que llevaban tiempo aguardándonos. Tenemos que esmerarnos, no sólo con la olla a presión, sino también con las otras tareas más ingratas y cotidianas. Tenemos que cumplir con los elementales deberes de los que nos hemos, desde una era inmemorial, escaqueado. Nadie ha de limpiar lo que nosotros ensuciamos. Es hora ya de aplicarnos más a fondo en el compromiso hogareño, de que afrontemos las tareas menos sugerentes, privadas de connotación de género como puede ser la limpieza. Sin embargo, deberemos dejar también a un lado el cronómetro. En la repartición no deberá salir perjudicada la mujer, pero en realidad cada quien gana cuando lleva adelante tareas que se ajustan más con sus dones, conocimiento e inclinaciones.

Los varones estudiaremos sin demora los recetarios de las últimas ollas, los revolucionarios programas de las lavadoras, las posibilidades impensables de las nuevas aspiradoras..., pero sobre todo el arte sin tiempo, ni breviario de la armonía y la felicidad compartidas, la habilidad sin tutoría conocida de mantener siempre encendida la llama del hogar. Las directrices que emanan de fuera no siempre son las más apropiadas. Cada hogar es un mundo siempre invitado, según sus circunstancias, a autorregularse con inteligencia y amor, es decir con lógica y mutua entrega. Si calculamos la entrega estaremos mermando las probabilidades de éxito. El hogar, la familia que sale adelante es aquélla en la que cada quien trata de superarse en altruismo, algo así como el país, algo así como toda comunidad, en realidad el entero Universo.

EN LENGUAJE POPULAR

fe adulta

col gerardo

Me fijo en las palabras centrales del Mensaje de Jesús. Es su Persona. Y de Él se nos dice “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Primogénito”. “Jesús vino, no para condenar al mundo sino para salvarlo”. “Dios nos ha hecho hijos suyos”.

Es un Mensaje alegre, salvador. Me resulta difícil buscar la oportunidad y la ocasión en que decir estas palabras a las personas y que les cale.

Sí que me resulta más fácil actuar conforme a ese mensaje y tratarme así a mí y a las demás personas. Organizar la vida según esta Noticia.

¿Cómo puedo anunciar y transmitir a las gentes esa PALABRA DE DIOS? Por supuesto puedo aprovechar la predicación para anunciarlo clara y contundentemente. En la administración de los sacramentos y de los funerales. Muchas veces lo que predico da vueltas a ese Mensaje, pero sin anunciarlo claramente.

Una forma muy fácil es releer el evangelio e irlo saboreando y comentando. Hay textos claves que Jesús nos transmite y es preciso hacernos eco de ellos. Creo que ese debe ser el eje de la predicación y de la acción pastoral.

Resulta que hemos pasado y calcado esas palabras del evangelio, reduciéndolo a credos y afirmaciones difíciles y abstractas. Hablarlas en castellano claro y afirmativo. Me gustaría, en lugar de recitar el credo, repetir en voz alta esas frases de mismo texto del evangelio y recalcarlas. Incluso dejar tiempo para pensarlas y saborearlas. Podrían ser treinta expresiones del evangelio capitales.

Los evangelios están llenos de frases impregnadas de sentido y de mensaje. Podemos repetirlas, pensarlas, comentarlas. Propongo que sustituyan en la celebración al credo oficial, que me resulta muy dogmático y doctrinal. Menos popular.

Me encanta leer el evangelio sin más. Se entiende todo. Y como hay muchos géneros literarios (que llaman) tratar de explicarlos, comprenderlos, ponerlos en lenguaje popular. Ahí está la Teología Popular.

 

ADVIENTO 2022

fe adulta

col carminna navia

 

Iniciamos de nuevo un tiempo anterior a la navidad. Algo, alguien va a venir, va a llegar; en estas semanas: Va a llegarnos la luz. Nuestro corazón se dispone a esperar. ¿Sabemos esperar en este siglo XXI, donde todo se realiza a la velocidad de los whatsapp? Y por tanto con la ligereza y poco profundidad de lo inmediato.

La tradición del adviento y la navidad, surge -como el cristianismo- en Europa… Los meses de Noviembre y Diciembre son de frío, de largas horas de oscuridad. En el solsticio de invierno se vive el día con más horas de oscuridad, de todo el año; los antiguos habitantes del Mediterráneo, celebraban en las inmediaciones de este solsticio, la fiesta del sol, la fiesta de la luz. Los cristianos celebramos en esa fecha nuestra Navidad, el nacimiento del Dios encarnado en el hombre concreto: Jesús de Nazaret, que nace del vientre de una mujer: María de Nazaret.

Para esta celebración nos preparamos en nuestro interior en el tiempo de Adviento, tiempo de espera, expectación… ¿Qué esperamos nosotros? ¿Qué puede traer a nuestras vidas, ese personaje, Jesús de Nazaret, si lo acogemos en ellas y en nuestro corazón? El místico Angelus Silesius nos dice:

Si Cristo naciera mil veces en Belén y no en ti, quedaría perdido para siempre.

Es importante aprender a esperar. La espera puede ser impaciente como la de las colas burocráticas de estos tiempos; puede cargarse de ira ante funcionarios y empleados ineficientes o puede cargarse de sentido, preñarse de vida… si la sabemos vivir de manera distinta.

¿Qué esperamos los y las creyentes en estos días? La teóloga Megan McKenna nos dice: “Dios bajó. Este es el núcleo de los tiempos de Adviento, Navidad y Epifanía. Dios prefiere vivir con nosotros a pesar de nuestra ira, nuestra violencia y nuestra falta de amor mutuo. Encontramos a Dios aquí en la tierra”. El evangelio de Juan lo expresa con estas bellas palabras: El verbo puso su tienda (acampó) entre nosotros. Vivir en la espera de esta realidad es hacer presente nuestra necesidad permanente de luz.

Invito a vivir este ambiente en la conciencia de las luces que necesitamos como personas, como grupos o círculos, como comunidades amplias, como sociedad. Una actitud de espera activa, es una actitud transformadora que trabaja y lucha por aquello que espera…

Esperamos desde una oscuridad grande. Un mundo lleno de injusticias que no respeta la vida humana, que no respeta la naturaleza, que ha expulsado el amor de sus corredores de vida. Una sociedad que cada día que pasa pierde más su calidad humana. Esperamos desde situaciones personales, comunitarias y colectivas difíciles… Acompañamos en esta espera a María, obligada a migrar primero en embarazo y después con su hijo pequeño en huida del poder asesino; acompañamos su ilusionada espera: María se ve a sí misma no tanto como madre de Jesús, sino como miembro de su pueblo. Se alinea junto al pueblo fiel, junto al “resto” formado por los que esperan, los que obedecen y aguardan que la gloria de Dios se manifieste. (Cita de: Megan McKenna, María sombra de gracia).

Estamos necesitados y necesitadas de luz… Soñemos y forjemos un mundo en el que:
La vida humana recobre su valor y su sentido
El amor, el respeto y la solidaridad encuentren su camino
Cesen las violencias y el odio
Cesen las guerras y las agresiones
Las mujeres, los niños y los más vulnerables tengan plenitud de derechos y reciban protección permanente
No haya violaciones ni atropellos de género
Hallemos el sendero para reconciliarnos
Haya justicia y paz
Haya amor, acogida y respeto a toda diferencia
Haya salud humana para todos y todas
Un mundo en que la tierra y el hombre cohabiten en armonía, sin destrucciones ni atropellos mutuos.

La Navidad nos puede traer esto y mucho más, porque nos trae la luz y la fuerza de vida. Jesús nacido en nuestros corazones, nos hace portadores de amor, de vida, de justicia, de paz. Vivamos este tiempo, preñados y preñadas de esperanza. Un adviento vivido de cara hacia esa LUZ que nos llega, se convertirá siempre en una Navidad cargada de sentido espiritual.

 

CAMILA Y LA PUERTA ABIERTA

RELIGIÓN DIGITAL

col franco uribe

 

Hace unos días, Camila, una mujer trans, víctima de la guerra que no acaba en nuestra Colombia, vino al seminario de misiones a compartirnos su historia. Ella fue arrestada arbitrariamente, la acusaron de guerrillera y fue llevada a la cárcel, como falso positivo judicial, allí estuvo casi dos años, hasta que un abogado demostró su inocencia; pudo salir, pero arrastraba consigo el horror y vejámenes de la prisión y, para colmo, no tenía a dónde ir. Empezó pues a vagar por las calles de esta ciudad, a dormir en las bancas de los parques, a esculcar las basuras para encontrar comida, a perderse en las adicciones; al paso de esas tragedias fue hundiéndose en el sin sentido y la depresión no tardó en llegar.

Un día decidió terminar con todo y quitarse la vida; dice ella que lo primero que se le ocurrió fue tirarse al río Medellín, a ver si se la llevaba la corriente y se ahogaba, pero el río no la arrastró, ni siquiera la tapaba, y desde el puente la gente la miraba indiferente “como si se estuviera bronceando”, primer intento fallido. Después fue hasta el metro y se atravesó en los rieles y los guardias hicieron detener el sistema de transporte y la expulsaron de las instalaciones, segundo intento fallido. Se vino entonces hasta la Avenida Oriental y allá se le tiró a un bus y, tercer intento fallido, lo único que consiguió fue un madrazo del chofer y un aporreón.

Siguió vagando por las calles, perdida, deprimida, aplastada; y sin saber adónde iba, por allá por Boston, se encontró con una puerta abierta, era una fundación, y para su sorpresa, le dieron bienvenida y le sirvieron almuerzo; Camila se preguntaba con qué iba a pagar y esperaba el cobro; no tuvo que pagar nada, era gracia, y en ese momento la mujer nació otra vez y una nueva vida empezó en ella. Una vida que ha recobrado sentido y propiciado salvación a la de muchos otros. Ahora Camila defiende los derechos humanos, tiene una agenda apretada de servicio a muchas personas también víctimas del conflicto y trabaja por los excluidos.

Al escuchar el relato de Camila, me quedo pensando en esa puerta abierta, esa puerta que significó su paso de la muerte a la vida, de la oscuridad al sentido, del desaliento al propósito. Esa puerta, no sé si los que la abrieron decían o no “Señor, Señor”, si hacían parte o no de una institución religiosa, si eran cristianos o no, esa puerta es sacramento de Cristo, quien un día se definió a sí mismo como la puerta. La Iglesia existe en el mundo, para abrir esa puerta, para que nadie se quede en la intemperie, para que todos entren y encuentren lo gratis, la gracia, la que tenemos no por que hayamos merecido sino porque somos hijos e hijas, familia. Esa puerta abierta es nuestra profesión de fe, de que Dios es padre, de que somos familia, de que vimos la bondad de Dios en Jesús. Si la Iglesia es lo que tiene que ser, todos, sin excepción, tendrían casa a donde ir, techo, mesa servida, pan, salud, educación, oportunidad, salvación. Gracias a los que abrieron la puerta para Camila, no sé quiénes son, sé que en ellos acontece el misterio de la Iglesia, sé que son la Iglesia del Señor. Y gracias a Camila que ahora abre la puerta a tantos otros.

 

ORACIÓN Y ADVIENTO

ECLESALIA

col otalora

 

Estamos en unos tiempos de grandes cambios a todos los niveles. Incluso al nivel de las fiestas tradicionales a las que están afectando los cambios sociológicos de calado. Y la Navidad es una de ellas. La primacía religiosa ha dejado paso a las luces y el consumismo; incluso las luces disminuyen por la crisis quedando el regusto consumista cuyo pistoletazo de salida lo tenemos en el americanísimo Black Friday (Viernes Negro) que ya es algo nuestro, donde nos ofrecen grandes descuentos comerciales para estimular la fiebre de compras que empalma con el periodo navideño desde el Adviento.

Los que todavía queremos mantener el sentido religioso y litúrgico de estas fechas, no lo tenemos fácil. Sin embargo, un ambiente a la contra nos viene bien, en parte, para concienciarnos en ser más auténticos al sentirnos necesitados de vivir la Navidad y el Adviento que comenzamos de otra manera más cristiana.

Hablamos en liturgia de celebraciones, de celebrar esta o aquella fecha. Pero las fiestas importantes se preparan para que salgan bien. De ahí la importancia del Adviento para que la Navidad pueda serlo de verdad, en el sentido de crecer nuestro conocimiento de Jesús, nuestro amor a Jesús, nuestro compromiso con Él buscando la conversión hacia una vida nueva. Hemos de prepararla bien y por eso dedicamos cuatro semanas para que esta gran fiesta deje huella en nosotros.

Escucharemos en Adviento un mensaje fundamental: "Estad preparados, el Señor viene, abridle las puertas, preparad el camino".

La venida histórica de Jesús marcó un hito desde el cual se nos propone fiarnos de la Palabra de Jesús y aspirar a más, a más vida, a otros valores que no sean perecederos. Por tanto, el Adviento es un tiempo profético que reclama un acto de fe y una decisión de caminar con mejor paso aprovechando la dimensión interior donde Dios sale a nuestro encuentro para que nada nos detenga, nos esclavice o nos estanque convirtiéndonos en personas mediocres crónicas.

La espiritualidad del cristiano está marcada por la actitud de "Salir al encuentro del Señor que viene". “Estad en vela, orad...”

Llevo tiempo observando que, lo que es hacer se hace, pero no vemos demasiado fruto: los templos se vacían, las posturas se radicalizan, estamos divididos en modelos de Iglesia cada vez más marcados donde el Papa Francisco tiene menos predicamento dentro que fuera. A veces nuestra casa recuerda la torre de Babel más que una comunidad de hermanos. La realidad global es compleja y cambiante, ciertamente, pero la falta de oración nos debilita en un mundo orientado a la acción, a la novedad y a la superficialidad sin espacio para la contemplación.

Yo añadiría la necesidad de ponernos a la escucha para enmarcar bien el Adviento: “Sin mí no podéis hacer nada”. Orad, porque sin mí no podéis hacer nada.

El salmo 121, por ejemplo, es propicio para el primer domingo de Adviento. Es muy conocido porque lo cantamos en las Eucaristías expresando la alegría del peregrino que sabe que está de camino hacia la Casa del Padre. Los umbrales de Jerusalén son los de la Iglesia comunidad en la fe. La Iglesia pueblo de Dios, nosotros, como las manos de Dios que vivan y acerquen la Buena Noticia. Adviento como tiempo de oración por la Iglesia, para que seamos, como Jesús, fuerza de salvación y tiempo de esperanza.

Es verdad que junto a los buenos deseos, el sufrimiento es difícil de aceptar y de entender. Pero nuestros sufrimientos -escribe la santa Madre Teresa de Calcuta- son como caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él.

Son muchos los males que afligen al mundo y a nuestra propia vida, pero eso no debe llevarnos al pesimismo, sino al esfuerzo por la victoria del bien en cada momento, con el prójimo como referencia fundamental… puestos los ojos en Jesús. Y en esta lucha por el bien, el Adviento nos reclama con fuerza la necesidad de orar.

 

Gabriel Mª Otalora

PAPA: JUNTOS EN LA MISMA DIRECCIÓN. ESTOY CONVENCIDO DE QUE ES LO QUE DIOS ESPERA DE LA IGLESIA DEL TERCER MILENIO"

 

religion digital

 

Después de la elección de las nuevas autoridades del Foro Internacional de la Acción Católica (FIAC), en el marco de la VIII Asamblea del 26 al 27 de noviembre, el Papa felicita “a quienes han asumido el compromiso de llevar adelante la conducción durante el próximo período, que sigue el camino iniciado hace más de 30 años”. Lo hace en un mensaje escrito por él mismo en español, en el que recuerda:

“En aquel momento, el venerable Cardenal Eduardo Pironio intuyó la necesidad de crear este foro para que la vida de la Acción Católica contribuyera al desafío de la nueva la evangelización, enriquecida con la peculiaridad de cada lugar y cultura. Muchos de ustedes acompañaron decididamente esa intuición y pusieron sus capacidades y el deseo de anunciar el Evangelio en ese servicio, aun con las dificultades propias de la época, ya que no se contaba con los medios de comunicación y de acercamiento entre países que existen en la actualidad”.

“¡Qué importante en la vida es ser signo!”

Tras constatar que “ciertamente, el contexto mundial que acompaña a la nueva etapa no es el mismo que el de hace treinta años, ni siquiera al de la conducción anterior” y referirse a las secuelas sociales y personales de la pandemia, Bergoglio afirma:

“En ciertos ámbitos se ha reavivado el individualismo de una salvación a medida; sin olvidar el azote de la violencia entre países y hermanos que van socavando el deseo de una fraternidad universal. Sin embargo, las épocas difíciles pueden ser desafiantes y convertirse en tiempos de esperanza. Como decía el Cardenal Pironio, hombre de la esperanza: “¡Qué importante en la vida es ser signo! Pero no un signo vacío o de muerte, sino un signo de luz comunicador de esperanza. La esperanza es capaz de superar las dificultades, las desavenencias, las cruces que se presentan en la vida cotidiana”.

Necesitamos aprender a escucharnos

“Al mismo tiempo, como Iglesia, recuerda, estamos transitando un tiempo en el cual necesitamos que el espíritu sinodal se vaya arraigando en nuestro modo de ser Iglesia; esto significa el ejercicio de caminar juntos en la misma dirección”.

El Santo Padre “está convencido de que es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Es decir, “que retome la conciencia que es un pueblo en camino y que debe hacerlo junto”. Por este motivo, pide a la Acción Católica que animen con este espíritu los grupos de acción católica en las diversas Iglesias locales.

 “Con espíritu sinodal necesitamos aprender a escucharnos, reaprender el arte del hablar con el otro sin barreras ni prejuicios, incluso y de un modo particular, con quienes están fuera, en el margen, para buscar la cercanía, que es el estilo de Dios” (cf. Video del Papa por una Iglesia abierta a todos, octubre 2022).

“Les pido que escuchen”

En este contexto, el Pontífice exhorta a las nuevas autoridades “a ser hombres y mujeres de la escucha”. Anhela “que no sean ‘dirigentes’ de escritorio, de papeles o de Zoom, y que no caigan en la tentación del estructuralismo institucional que planifica y organiza desde estatutos, reglamentos y propuestas heredadas, que fueron buenas y útiles en su momento pero que quizás hoy no sean significativas. Por favor, les pido que escuchen”.

Y la escucha que solicita Francisco es, primero, “a los hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños concretos, en sus realidades, en sus gritos silenciosos expresados en sus miradas y en sus clamores profundos”

Texto íntegro de la alocución del Papa

Queridos hermanos del FIAC:

Después de la elección de las nuevas autoridades del Forum Internazionale di Azione Cattolica, felicito a quienes han asumido el compromiso de llevar adelante la conducción durante el próximo período, que sigue el camino iniciado hace más de 30 años. En aquel momento, el venerable Cardenal Eduardo Pironio intuyó la necesidad de crear este foro para que la vida de la Acción Católica contribuyera al desafío de la nueva la evangelización, enriquecida con la peculiaridad de cada lugar y cultura.

Muchos de ustedes acompañaron decididamente esa intuición y pusieron sus capacidades y el deseo de anunciar el Evangelio en ese servicio, aun con las dificultades propias de la época, ya que no se contaba con los medios de comunicación y de acercamiento entre países que existen en la actualidad.

Ciertamente, el contexto mundial que acompaña a la nueva etapa no es el mismo que el de hace treinta años, ni siquiera al de la conducción anterior. Las secuelas sociales de la pandemia, así como las personales, siguen marcando el ánimo y la mirada frente a la vida y el futuro de muchos. En ciertos ámbitos se ha reavivado el individualismo de una salvación a medida; sin olvidar el azote de la violencia entre países y hermanos que van socavando el deseo de una fraternidad universal.

Sin embargo, las épocas difíciles pueden ser desafiantes y convertirse en tiempos de esperanza. Como decía el Cardenal Pironio, hombre de la esperanza: “¡Qué importante en la vida es ser signo! Pero no un signo vacío o de muerte, sino un signo de luz comunicador de esperanza. La esperanza es capaz de superar las dificultades, las desavenencias, las cruces que se presentan en la vida cotidiana”.

Al mismo tiempo, como Iglesia estamos transitando un tiempo en el cual necesitamos que el espíritu sinodal se vaya arraigando en nuestro modo de ser Iglesia; esto significa el ejercicio de caminar juntos en la misma dirección. Estoy convencido de que es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Que retome la conciencia que es un pueblo en camino y que debe hacerlo junto. Por eso, quisiera pedirles que animen con este espíritu a los grupos de acción católica en las diversas iglesias locales. Con espíritu sinodal necesitamos aprender a escucharnos, reaprender el arte del hablar con el otro sin barreras ni prejuicios, incluso y de un modo particular, con quienes están fuera, en el margen, para buscar la cercanía, que es el estilo de Dios (cf. Video del Papa por una Iglesia abierta a todos, octubre 2022).

En este contexto, exhorto a la nueva conducción a ser hombres y mujeres de la escucha. Anhelo que no sean “dirigentes” de escritorio, de papeles o de Zoom, y que no caigan en la tentación del estructuralismo institucional que planifica y organiza desde estatutos, reglamentos y propuestas heredadas, que fueron buenas y útiles en su momento pero que quizás hoy no sean significativas. Por favor, les pido que escuchen.

Primero: escuchen a los hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños concretos, en sus realidades, en sus gritos silenciosos expresados en sus miradas y en sus clamores profundos. Tengan el oído atento para no dar respuestas a preguntas que nadie se hace ni decir palabras que a nadie le interesa escuchar ni sirven. Escuchen con oídos abiertos a la novedad y con un corazón samaritano.

Segundo: escuchen los latidos de los signos de los tiempos, la Iglesia no puede estar al margen de la historia, enredada en sus propios asuntos, manteniendo inflada su burbuja. La Iglesia está llamada a escuchar y ver los signos de los tiempos, para hacer de la historia con sus complejidades y contradicciones, historia de salvación. Necesitamos ser una Iglesia vitalmente profética, desde los signos y los gestos, que muestren que existe otra posibilidad de convivencia, de relaciones humanas, de trabajo, de amor, de poder y servicio.

Y, por último, para que esto sea posible necesitamos escuchar la voz del Espíritu. En cada época, el Espíritu nos abre a su novedad; «siempre enseña a la Iglesia la necesidad vital de salir, la exigencia fisiológica de anunciar, de no quedarse encerrada en sí misma» (Homilía del Domingo de Pentecostés, 5 junio 2022). Mientras que el espíritu mundano nos presiona para que sólo nos concentremos en nuestros problemas e intereses, en la necesidad de ser relevantes, en la defensa tenaz de nuestras pertenencias y de grupo, el Espíritu nos libra de obsesionarnos con las urgencias, y nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos: los del testimonio, la pobreza y la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo.

Quizás sientan que la propuesta de escuchar es poco, sin embrago, no es escucha pasiva; es la escucha activa que nos marca el ritmo de trabajo; es la inhalación necesaria para ser una Iglesia que respira misioneramente. Así lo hizo la Santísima Virgen, porque escuchó, se puso de pie y caminó para ir a servir.

Rezo para que puedan hacer de este período un tiempo de gracia, con la audacia de saber escuchar, la serenidad para poder discernir y el coraje para anunciar con la vida y desde la vida.

Muchas gracias por haber aceptado este desafío. Pido a Dios por cada uno de ustedes. Por favor, no dejen de rezar por mí.

Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Fraternalmente, Francisco

 

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