FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA ENERO 2025

miércoles, 7 de mayo de 2025

Bukele y la cárcel mas grande del Planeta -- Fernando Bermúdez, teólogo misionero

 


Redes Cristianas

Acabo de regresar de El Salvador de una asamblea cristiana ecuménica, celebrada con motivo del 45 aniversario del martirio del arzobispo San Óscar Romero. Analizamos la crítica situación social, cultural, religiosa y climática de los distintos países del Continente americano en el contexto mundial. Yo fue invitado para dar una conferencia
sobre el momento histórico que vivimos a nivel global.

Nos preocupa la situación de este mundo desde la toma de posesión de Trump como presidente de Estados Unidos. De una manera muy particular me voy a detener en la situación de El Salvador. Su presidente Nayib Bukele lleva casi 8 años en el poder, pero desde las últimas elecciones ha tomado una postura autoritaria para controlar los tres
poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Ha decretado un estado de excepción. Él es musulmán, hijo de migrantes palestinos.

Nayib Bukele, ha entrado en un estado de confrontación con las organizaciones de derechos humanos y con la Iglesia católica. Sin embargo, mantiene una relación muy estrecha con las sectas fundamentalistas pro-norteamericanas.

En verdad ha logrado acabar, en gran medida, con la delincuencia de las “maras” (pandillas integradas por de delincuentes callejeros, ladrones, narcos y asesinos), que tenían al país totalmente atemorizado. Sin embargo, no ha dudado de cometer graves violaciones de los derechos humanos. Hizo un pacto con los dirigentes de las “maras”
y, a muchos de ellos los tiene hoy de policías que van deteniendo sin escrúpulo a gente inocente, defensores de los derechos humanos, abogados, dirigentes comunitarios, trabajadores honrados…

Ha construido la cárcel más grande del planeta en este país de tan solo 6 millones de habitantes. En la actualidad encierra a más de 86.000 presos, de los cuales alrededor de 20.000 son personas inocentes. En la cárcel muchos son sometidos a crueles torturas. Han muerto alrededor de 320 reos a consecuencia de los malos tratos.

Un abogado, Fidel Zavala, que denunció esta realidad también ha sido detenido y encarcelado.
Ha eliminado los presupuestos sociales. Ha reducido el apoyo al sistema educativo público. En diversas ocasiones visité varios pueblos y aldeas en Morazán y Cabañas y escuchado a la gente. Ha cerrado las escuelas de los caseríos y las ha concentrado en las aldeas más grandes, pero con un solo maestro que atiende a todos los grados.

Con esta medida los niños y niñas tienen que caminar varias horas por senderos de la montaña para llegar a la escuela. En algunos caseríos los padres de familia pagan el salario del maestro para que los niños no tengan que desplazarse por caminos solitarios hasta la escuela.

La sanidad pública está abandonada. Los médicos y enfermeras se quejan de la falta de medios. Lo dicen en voz baja por temor a ser detenidos. Contrasta esta realidad con el auge de clínicas y hospitales privados, con lo cual, quien tiene medios económicos garantiza su salud, mientras que los pobres están condenados a morir sin atención médica.

Bukele ha dado luz verde a la entrada de compañías mineras multinacionales para la explotación de oro en el departamento de Cabañas. La población se opone porque la minería va a suponer la destrucción de amplias zonas de bosque y de terrenos de cultivo. Para la lixiviación del oro de la roca se utiliza el cianuro, sustancia altamente
tóxica, con lo cual los arroyos quedarán contaminados y la tierra totalmente estéril por muchos años. Yo he sido testigo de ello en Guatemala. La Conferencia Episcopal salvadoreña ha emitido un comunicado apoyando la resistencia del pueblo frente a la minería, con el lema “No a la minería, Sí a la vida”. El pueblo clama: “Bukele quiere oro, nosotros queremos vida”.

El Presidente controla todos los medios de comunicación (prensa, radio, TV, redes sociales), de manera que con ellos tiene controlado y engañado a un sector de la población. La clase rica y media alta le apoya incondicionalmente. Es verdad que ahora se puede circular por cualquier lugar sin temor a los asaltos de las “maras”, pero el temor está en que la policía te detenga por cualquier cosa sin importancia. Se siente
un clima de miedo, sobre todo en aquellas personas defensoras de los derechos humanos y líderes comunitarios.

Ha crecido considerablemente la pobreza en el país. Mucha gente, sobre todo jóvenes, ante la falta d oportunidad de una vida digna, emigran, tratando de ir hacia Estados Unidos sin esperanza de poder cruzar las fronteras. Según datos de organizaciones de derechos humanos 500 personas, sobre todo jóvenes, salen diariamente de El Salvador.

Si no se invierte en el sistema educativo y se crean puestos de trabajo, se mantiene el caldo de cultivo de la delincuencia. Por lo tanto, la cárcel no es la solución. Sobran cárceles y faltan escuelas públicas y universidades.

Israel prepara el golpe final a Gaza y la ocupación permanente de la Franja -- Juan Antonio Sanz


Público

Netanyahu acelera su ofensiva en Gaza y moviliza miles de soldados para arrinconar a los palestinos en el sur y ocupar el resto de la Franja de cara a su anexión final.
Bendecido por el presidente estadounidense, Donald Trump, quien cumplió la semana pasada cien días de mandato con la apuesta concreta de erradicar a los palestinos de Gaza, el Gobierno israelí ha aprobado la expansión de sus acciones bélicas en la Franja, que incluyen la erradicación de los palestinos de la mayor parte del territorio y su ocupación militar permanente para una futura anexión.Ver noticia

Israel amenaza con avanzar sobre Gaza, mientras bombardea Yemen -- Francesca Cicardi


eldiario

El gabinete de seguridad de Israel ha decidido que el Ejército expanda su ofensiva contra la Franja, después de dos meses de bloqueo absoluto que ha llevado a la población palestina a la hambruna
El gabinete de seguridad del Gobierno de Benjamín Netanyahu ha aprobado en la madrugada del lunes la intensificación de las operaciones militares contra la Franja de Gaza. Netanyahu ha informado este lunes de que el Gabinete “ha decidido una operación con fuerza en Gaza” y ha asegurado que los soldados no se retirarán del territorio que tomen en la nueva operación. Ver noticia 

Más de 3.500 niñas y niños palestinos corren riesgo inminente de morir de hambre en Gaza -- Diario Al-Quds Libération


kaosenlared

La Oficina de Medios del Gobierno renovó su advertencia de un desastre humanitario inminente en la Franja de Gaza, debido al continuo cierre de los cruces y al endurecimiento del bloqueo paralizante durante más de 64 días consecutivos. Ver noticia 

Hasta las semillas se roban -- Sergio Ferrari


Redes Cristianas

Mientras una cuarta parte de la humanidad padece inseguridad alimentaria, un pequeño grupo de multinacionales juegan un rol casi hegemónico en la industria de la alimentación. Las transnacionales suizas Syngenta Group, las alemanas Bayer, BASF y KWS, la estadounidense Corteva y la francesa Limagrain controlan dos tercios de las semillas comerciales en el mundo y sostienen una tendencia concentradora acelerada.

En menos de tres décadas, este monopolio en la industrialización de la semilla ha ido de la mano con el de las principales productoras de pesticidas, las cuales compraron o expulsaron del mercado a miles de pequeñas y medianas empresas de simientes. En paralelo, en lo que va del siglo desapareció el 75% de la diversidad genética de los cultivos.

Datos y reflexiones contundentes que una serie de organizaciones no gubernamentales (ONG) y redes especializadas en la temática alimenticia acaban de publicar en Semillas en Peligro. Las luchas mundiales por el control de la alimentación. Coeditado por la ONG helvética SWISSAID, la Alianza por la Soberanía Alimentaria de África, la Asociación para el Mejoramiento de Plantas en Beneficio de la Sociedad (APBREBES), las Iniciativas Regionales del Sudeste Asiático para el Empoderamiento Comunitario (SEARICE) y la Fundación Rosa Luxemburgo, este documento salió a la luz en francés como Semences en péril. Les luttes mondiales pour le contrôle de l’alimentation (https://swissaid.kinsta.cloud/wp-content/uploads/2025/04/SemencesEnPeril_FRZ_web2-final.pdf).

Las plantas representan más del 80% de la dieta y la nutrición humanas. De ahí la trascendencia del control monopólico de las semillas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) afirma que hasta hoy se han identificado y descrito 250.000 especies de plantas superiores, de las cuales 30.000 son comestibles. Y treinta de estas son los cultivos principales que nutren a la humanidad. Cinco cereales (arroz, trigo, maíz, mijo y sorgo) proporcionan el 60% del aporte calórico de la población mundial. Hacia 2050, cuando se prevé que la misma pase los 9.000 millones, debería lograrse un aumento del 60% en la producción de alimentos para cubrir las necesidades esenciales. Por lo tanto, en el control de las semillas se juega una de las principales batallas no solo actuales sino también para el futuro de la humanidad.

Nada anda bien

El control de esas seis multinacionales sobre las dos terceras partes de las semillas comerciales expresa claros signos de fracaso del sistema alimentario a escala internacional, afirma Semillas en peligro. Al mismo tiempo que la biodiversidad mundial disminuye rápidamente y las comunidades más vulnerables y marginadas –especialmente los trabajadores agrícolas y los agricultores– soportan el peso del creciente impacto de las crisis medioambientales y económicas.

Las semillas son el pilar central de todos los sistemas alimentarios porque contienen la información genética que determina las características y el rendimiento de los cultivos. Por otra parte, la diversidad de variedades disponibles es el resultado del esfuerzo colectivo de los agricultores, quienes durante miles de años la han transmitido de generación en generación. En otras palabras: desde hace más de 10.000 años, los campesinos han seleccionado, intercambiado y conservado este rico patrimonio que ahora corre el peligro de extinción.

Desde la industrialización acelerada de la agricultura posterior a la Segunda Guerra Mundial, la selección de semillas se fue convirtiendo en un negocio lucrativo para las empresas especializadas. En diversos países europeos y en América del Norte, esa actividad se regula a través de leyes de propiedad intelectual. Sin embargo, este enfoque resulta poco adaptado al contexto de muchas naciones del Sur donde hasta el 90% de las semillas son conservadas por los agricultores. Paradójicamente, a pesar de esta realidad, varios países del Sur han adoptado normativas sobre las semillas similares o incluso más estrictas que las vigentes en los países del Norte para complacer a las transnacionales.

Las grandes multinacionales buscan reforzar su poder sobre la producción y comercialización de semillas y alimentos aprovechándose de la compleja legislación sobre derechos de propiedad intelectual. Como lo reiteran SWISSAID y las demás coeditoras de Semillas en Peligro, dichas leyes también se incorporan en los acuerdos comerciales internacionales, lo que les permite a las multinacionales controlar el tipo de semillas que se va a comercializar y, en última instancia, qué tipo de cultivos se va a producir.

Esta marcada dependencia de los agricultores locales respecto de las multinacionales de semillas reduce su autonomía y su capacidad de elección en las prácticas agrícolas. Como resultado, sus derechos a la alimentación se dificultan y sus esfuerzos para la erradicación del hambre en sus propias comunidades y países se ven seriamente limitados. Por otra parte, esta dependencia refuerza el desarrollo de monocultivos, orientados esencialmente a la exportación y con consecuencias nefastas para la biodiversidad. La misma se ve amenazada por la aplicación masiva de fertilizantes químicos, el empleo de semillas híbridas y el uso de organismos genéticamente modificados.

Ideas innovativas

Para transformar los sistemas alimentarios, sostienen las coeditoras de Semillas en peligro, es esencial una nueva manera de ver las semillas y de interactuar con ellas. Y retoman las reflexiones de Michael Fakhri, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, quien afirmó que “los sistemas de semillas [propios] de los agricultores les permiten cultivar alimentos que respondan y se adapten al cambio para que las comunidades sean más fuertes y los sistemas alimentarios más resilientes”.

Aunque las grandes multinacionales dominan la cadena agroalimentaria a través de la tecnología, la legislación y el control del mercado, existen herramientas para oponerse a ellas, sostienen los principales movimientos sociales del campo. Entre los posibles mecanismos de control, señalan el fortalecimiento y la aplicación de leyes antimonopólicas y la refutación de leyes de propiedad intelectual y de acuerdos comerciales.

Esos movimientos sociales del mundo rural recuerdan que este sistema de semillas cuenta con el beneplácito de la OMC (Organización Mundial del Comercio), el Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional), y se refleja en los acuerdos de libre comercio y en las leyes modelo de protección de derechos de los que controlan las variedades vegetales, como por ejemplo la UPOV (Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales). Dicho sistema solo permite la circulación de semillas “patentadas” (o propietarias) que otorga derechos exclusivos, al tiempo que criminaliza la conservación, el intercambio, la utilización, la donación y la venta de semillas locales entre agricultores.

La situación ha llegado a tal punto que las campesinas y los campesinos han perdido el control sobre las semillas autóctonas, están siendo penalizados por el uso y el intercambio de sus propias semillas, y a menudo se ven sometidos a registros e incluso a la incautación de sus propias semillas (https://nyeleni.org/es/category/los-boletines-nyeleni-en-espanol/boletin-num-38-semillas-campesinas-el-corazon-de-la-lucha-por-la-soberania-alimentaria-es/).

Los movimientos sociales rurales y las ONG que los sostienen consideran un avance importante la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP), ratificada en 2018 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La misma consagra el derecho a las semillas y la diversidad biológica y exige que los Estados permitan que los campesinos participen en los procesos de toma de decisiones que afectan sus vidas, sus tierras y sus medios de vida. (https://www.eurovia.org/wp-content/uploads/2019/10/DECLARACION-FINAL-ESPANOL-COMPLETA.pdf).

La publicación Semillas en peligro, presenta también vías creativas. Actualmente, cientos de variedades tradicionales y nuevas se publican bajo una licencia de código abierto (similar a la utilizada para el software) para protegerlas de la privatización y la restricción de su uso. Una coalición global de organizaciones y movimientos está identificando iniciativas de este tipo en los cinco continentes.

En muchas regiones se están creando bancos de semillas para salvaguardar la diversidad genética. Por ejemplo, el Banco Mundial de Semillas o Cámara Global de Semillas de Svalbard, un enorme almacén subterráneo en la isla noruega de Spitsbergen cuyo objetivo es preservar muestras de semillas de todos los cultivos alimentarios del planeta. Se lo conoce también como la Cámara del Fin del Mundo porque se construyó de tal forma que puede resistir terremotos, el impacto de bombas y otros cataclismos.

La lucha por las semillas forma parte de la identidad de los más importantes movimientos sociales rurales a nivel internacional. La Vía Campesina que representa a más de 200 millones de mujeres y hombres trabajadores agrícolas, pequeños y medianos agricultores y pueblos indígenas, defiende el concepto de “Semillas Campesinas, patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad”. Sostiene la necesidad de promover el intercambio de semillas y productos agroecológicos que dinamicen los mercados locales y regionales. Apuesta a una agricultura ecológica urbana y rural. Y propugna la recuperación de la memoria histórica y la cultura ancestral del manejo de semillas: la preminencia de lo autóctono que se opone a productos y cultivos transgénicos.

Sergio Ferrari
Journaliste RP/periodista RP
Tel: (00 41) 078 859 02 44
sergioechanger@yahoo.fr

Una iglesia jerárquica sin pueblo: a sesenta años del Concilio Vaticano II


Sesenta años después del Concilio Vaticano II, resulta imprescindible revisar con espíritu crítico las estructuras internas de la Iglesia Católica, no sólo desde una mirada eclesiológica o teológica, sino también desde una pregunta fundamental que ha sido silenciada con demasiada frecuencia: ¿por qué el poder y la autoridad en la Iglesia siguen concentrados en una élite clerical, sin participación efectiva del pueblo cristiano, que es, en teoría, su sujeto constituyente?

A pesar de los importantes cambios propuestos por el Concilio, la estructura jerárquica de la Iglesia permanece prácticamente inalterada. Para comprender las razones de esta resistencia al cambio, se debe profundizar en la diferencia entre “estructura” y “organización”. La estructura designa los elementos esenciales que aseguran la cohesión y continuidad de la Iglesia a lo largo de la historia. En el discurso eclesial predominante, esta estructura se identifica con la jerarquía: es decir, el cuerpo episcopal entendido como sucesor del colegio apostólico. Esta jerarquía es la que garantiza —según sus propios defensores— la autoridad doctrinal, pastoral e institucional. Sin embargo, ¿es esa “continuidad” sinónimo de fidelidad al Evangelio, o más bien de conservación de privilegios?

Por su parte, la “organización” alude a cómo se implementa esa estructura en contextos históricos diversos. La Iglesia ha mostrado una gran plasticidad organizativa a lo largo de los siglos, pero ha mantenido invariable su núcleo jerárquico. Lo que nunca ha sido puesto a debate por quienes detentan el poder eclesial es precisamente esa estructura que permite ejercer el control sin rendir cuentas al pueblo creyente. ¿Puede hablarse realmente de una comunidad guiada por el Espíritu cuando las decisiones se toman desde arriba, sin la participación de quienes son destinatarios y portadores de la fe?

Durante el primer milenio, los obispos eran elegidos por sus comunidades y ejercían su ministerio en iglesias locales, de manera más cercana a las dinámicas comunitarias. No obstante, a partir del siglo XI, el poder del Papa comenzó a concentrarse, transformando profundamente la organización de la Iglesia. Si bien se mantuvo la misma estructura jerárquica formal, el eje del poder se desplazó hacia una verticalidad extrema, con Roma como centro hegemónico. ¿Por qué se aceptó sin cuestionamiento que esa centralización respondiera al designio divino y no a estrategias humanas de poder?

La cuestión central no radica sólo en cómo funciona esta organización, sino en cómo se concibe la estructura eclesial. Cuando esta se acomoda a los intereses del centro —el Papa y la Curia Romana—, revela que ese centro tiene el poder no sólo de definir la organización, sino de legitimarla a través de narrativas teológicas. Se impone entonces la necesidad de una pregunta incómoda: ¿tiene la estructura eclesial una base sacramental o jurídica?

Según los documentos del Vaticano II, el episcopado tiene una base sacramental. Sin embargo, en la práctica, muchas de las funciones del obispo parecen regirse más por criterios jurídicos que espirituales. ¿Qué significa que la Iglesia proclame una teología sacramental del episcopado si luego exige que todo ejercicio del ministerio dependa de la aprobación del Papa? El pueblo cristiano, supuestamente partícipe de la comunión sacramental, es sistemáticamente excluido de este debate. Así, el sacramento se reduce a una justificación simbólica de una estructura de poder que no permite alternativas ni voces disidentes.

En las comunidades cristianas primitivas existían responsables que podrían considerarse una forma incipiente de episcopado. Sin embargo, en los escritos del Nuevo Testamento no hay una clara diferenciación entre obispos y presbíteros. No fue hasta finales del siglo II que los obispos empezaron a ser reconocidos como sucesores de los apóstoles. Durante varios siglos, esta función episcopal coexistió con una teología todavía indefinida. De hecho, hasta hoy, la teología del episcopado sigue siendo un terreno ambiguo, sin desarrollos sistemáticos que justifiquen el modelo actual de supremacía papal y sumisión episcopal.

A partir del siglo XII se comenzó a reflexionar teológicamente sobre el sacramento del orden, aunque centrado en el sacerdocio y no en el episcopado. Esto alimentó una visión del obispo como un sacerdote con jurisdicción sobre otros, subordinado a un sistema jurídico más que inscrito en una comunión sacramental. Así se consolidó un modelo piramidal: el Papa como obispo supremo, con autoridad jurídica sobre el resto del episcopado, el clero y, por supuesto, los fieles. Esta interpretación fue teológicamente respaldada por figuras como Tomás de Aquino y Alberto Magno, pero su raíz ideológica se encuentra en las reformas del Papa Gregorio VII y sus colaboradores, quienes utilizaron documentos falsificados atribuidos al Edicto de Milán para legitimar la supremacía papal.

La estructura centralista de la Iglesia actual se sostiene, en parte, sobre estos cimientos manipulados. A pesar de haber sido desenmascaradas como falsificaciones, dichas fuentes siguieron siendo usadas para afirmar que “todo poder en la Iglesia proviene del Papa”. ¿Cómo puede sostenerse la autoridad espiritual sobre una base históricamente fraudulenta y políticamente interesada? ¿Y por qué el pueblo cristiano no tiene derecho a cuestionar estas contradicciones?

El Concilio Vaticano II no resolvió esta ambigüedad, sino que la dejó en evidencia. En Lumen Gentium 21.3 se afirma que el episcopado confiere la plenitud del orden sacerdotal, pero se añade que sólo puede ejercerse en comunión con el Papa. El artículo 22.3 insiste aún más en que la actuación de los obispos requiere el consentimiento papal. Si el episcopado tiene una base sacramental autónoma, ¿por qué su ejercicio está subordinado a la autoridad papal? En la práctica, la estructura eclesial no refleja comunión, sino obediencia jerárquica y control jurídico.

La contradicción entre el discurso sacramental y la realidad jurídica explica muchas de las tensiones internas que vive la Iglesia. Aunque el Concilio definió a la Iglesia como sacramento de comunión, lo cierto es que funciona como una estructura jurídica sostenida por decretos, normas y códigos. Esta lógica vertical se reproduce en cada diócesis, donde el obispo actúa como una especie de virrey del Papa, y donde el laicado queda relegado a una obediencia sin posibilidad de participación real.

No es casualidad que el capítulo tercero de la Constitución Dogmática Lumen Gentium hable de la Iglesia no como Pueblo de Dios, sino como una “sociedad jerárquicamente organizada”. ¿Por qué esta dualidad? ¿Acaso fueron redactadas por sectores opuestos dentro del mismo Concilio? La realidad es que muchos documentos conciliares fueron el resultado de tensiones y compromisos entre posturas enfrentadas dentro del episcopado, lo que explica por qué en ellos coexisten afirmaciones contradictorias. De ahí que su lectura no deba idealizarse como una síntesis armoniosa, sino como una fotografía de una lucha no resuelta por el poder en la Iglesia.

Las preguntas fundamentales permanecen sin respuesta: ¿quién detenta el poder supremo en la Iglesia?, ¿de dónde proviene?, ¿cuál es el papel real del episcopado?, ¿por qué el pueblo cristiano es sistemáticamente excluido de estos debates? La historia de los concilios muestra que lejos de aclarar estas cuestiones, muchas veces las complicaron más.

Los Concilios de Constanza y Basilea, por ejemplo, afirmaron que un concilio general tenía autoridad sobre el Papa. Sin embargo, esta postura fue anulada por el Concilio de Florencia, que volvió a proclamar la supremacía papal. Desde entonces, los concilios posteriores —Letrán V, Trento, Vaticano I— no buscaron responder a los desafíos del mundo moderno, sino proteger un modelo de poder que ya mostraba signos de desgaste. Paradójicamente, esta postura defensiva era una reacción contra una sociedad cristiana que la propia Iglesia había ayudado a formar, pero que ahora evolucionaba más allá de su control.

El Concilio Vaticano II intentó un giro, buscando el diálogo con la modernidad. Pero su espíritu renovador no se reflejó en la estructura institucional. La autoridad papal y curial se mantuvo intacta, mientras el pueblo cristiano continuó siendo excluido. En una época en que el mundo exige participación, transparencia y horizontalidad, la Iglesia permanece anclada en un modelo jerárquico rígido, vertical y excluyente.

Este desfase entre discurso y praxis, entre proclamaciones sacramentales y prácticas autoritarias, es insostenible. Urge una revisión profunda del modelo eclesial, no para destruirlo, sino para hacerlo coherente con el Evangelio que proclama y con la comunidad que dice servir.

Faustino Castaño pertenece al Foro Gaspar García Laviana y al grupo Cristianos de Base de Gijón

RELIGIOSIDAD POPULAR: UN POLIEDRO PARA DISCERNIR

col martell

 

La religiosidad popular actual, tan mezclada de la cultura consumista, es un espejo fracturado del Evangelio: refleja tanto la fe auténtica del pueblo como las distorsiones del poder y la alienación. Es un poliedro de luces y sombras que la Teología en la era de Francisco nos llama a discernir críticamente

Religiosidad Popular: ¿Opio o Semilla Redentora?

La religiosidad popular puede ser tanto un opio alienante y domesticador o una semilla de cambio personal y social, dependiendo de si despierta conciencia crítica o entretiene con un ritualismo que adormece a un Pueblo en el seguimiento de Cristo hacia el Reino de Dios.

La religiosidad popular sirve en tanto y en cuanto busca una identidad de Pueblo que recoge a los heridos del camino, que deja de ser sumisa y vivir de temores reverenciales para patear las mesas de los mercaderes del templo, que busca activamente la paz y el diálogo en vez de la callada aceptación del armamentismo y los tambores de guerra, que construye un mundo nuevo de justicia con las víctimas y descartados de la historia, en este momento especialmente con los migrantes del mundo, profetas de una nueva era de la historia.

Los riesgos actuales de una religiosidad popular que no evoluciona evangélicamente, incluyen el misticismo pasivo, el culto al sufrimiento y la manipulación política y clericalista. En cambio, su potencial liberador debe reencontrarse en la memoria que cambia las cosas, en la espiritualidad encarnada y en la teología desde los pobres, a quienes Jesús pone como centro de atención. A partir de Él, el centro está en las periferias y la actitud es la de hospital de campaña

Religiosidad Popular Actual: Luces y Contradicciones

  • La religiosidad popular actual refleja tanto la fe auténtica del pueblo como las distorsiones del poder y la alienación, necesitando un discernimiento crítico, una purificación y conversión, como todas las cosas que hacemos los seres humanos, aún las que iniciamos con la mayor nobleza.
  • Hay luces donde el Pueblo Encarna el Evangelio de Cristo pobre con los pobres. Expresiones en las que el Pueblo siente como suyas, no como propiedad clerical o del mercado turístico o de ideologías nacionalcatólicas nostálgicas. Es una memoria rebelde, como lo fue en los inicios y no un aburguesado espectáculo for export.
  • Es una celebración que genera comunidad, espacios festivos donde el pueblo recupera su identidad fraterna abierta, frente a la globalización deshumanizante e individualista. Es "el pueblo que lee la Biblia con los pies en la tierra y las manos en la masa". (Carlos Mesters)
  • Las contradicciones son la fe mercantilizada, el opio espiritual que adormece con magia barata y el moralismo burgués del cual dice Jesús ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! (Mt 23). De este modo hay una religiosidad que puede convertirse fácilmente en un Sistema que secuestra la Fe y que incluso bendice teologías de la prosperidad para legitimar un orden social injusto o mesianismos políticos con presidentes y líderes que usan lo que les conviene de la Biblia para justificar al 1% que acapara la riqueza del mundo y sus atropellos a la dignidad de los pobres y de los pueblos.

Discernimiento Teológico: Preguntas Clave

Para discernir la autenticidad de la religiosidad popular, es crucial preguntar si acerca al pueblo a la opción por los pobres, si despierta conciencia crítica o adormece, y si es profética o funcional al sistema. La Religiosidad adormece cuando se encierra en un Misticismo pasivo: Peregrinaciones o fiestas patronales que se reducen a folclore sin compromiso (ej.: gastar millones en cohetes para la Virgen mientras hay tantas necesidades sociales).

También distrae con el Culto al sufrimiento, donde la imagen de un Cristo ensangrentado es usada para enseñar "resignación" pasiva en vez de lucha contra las causas de la cruz (pobreza, violencia). Finalmente, esteriliza cuando es un instrumento de manipulación política en la que Gobiernos o iglesias usan la fe popular para controlar al pueblo (ej.: el PRI en México con la Virgen de Guadalupe, o el fascismo católico en España). "La religiosidad puede ser usada para domesticar, si no se liga a la praxis liberadora" (P. Freire)

Religiosidad Popular y Migración: Una Crítica a la Xenofobia

La religiosidad popular puede ser manipulada para excluir a los migrantes. Se convierte así en parte de una idolatría nacionalista, traicionando el Evangelio y contradiciendo el ejemplo de Jesús como migrante. Las raíces idolátricas incluyen los actuales nacionalismos patrioteristas de moda que convierten la patria en un becerro de oro moderno y el uso de la Biblia para justificar la xenofobia, culpabilizando al pobre y al inmigrante, haciéndolos chivos expiatorios de sus proyectos egoístas e ignorantes.

Como gritaba Monseñor Romero: "Ningún gobierno tiene derecho a llamarse cristiano si hace de la frontera un muro de muerte". Una fe que no llora con los deportados, no celebra con los sobrevivientes y no lucha por la justicia con los migrantes, que renovarán nuestros países cansados y asqueados de consumismo, no es fe: es fascismo disfrazado de piadoso. Como escribió Casaldáliga: "El cielo tendrá fronteras abiertas o no será cielo".

Sanando la Religiosidad Enferma: Inclusión y Memoria

Hacen falta procesiones de Semana Santa que recuerden a los mártires actuales (ej.: en El Salvador, llevan fotos de Romero junto al Cristo yacente). Decía Gustavo Gutiérrez: "El pueblo no espera pasivamente su liberación: la celebra, la canta y la lucha en sus fiestas". Como ejemplos tenemos cómo en México, el Día de Muertos que honra a los caídos por la violencia del Estado, en Brasil, las romerías de la Tierra Sin Males mezclan fe y lucha por la reforma agraria.

Procesiones que no se vinculan a ninguna situación social de injusticia actual, son solo una anécdota pintoresca que entretiene, una vanidad identitaria que engaña. Para sanar las heridas del caminar y las enfermedades de la religiosidad popular, es necesario practicar la memoria subversiva, recordando que la Sagrada Familia fue pobre e inmigrante, y reformular ritos que los incluyan con sus bagajes de sabiduría. Hay que discernir si nuestras parroquias son albegues que incluyen o aduanas clericalistas y autorreferenciales.

¡El Pueblo de Dios es Teólogo, pero hay que Despertarlo! Porque La religiosidad popular no es inocente: puede ser instrumento del sistema o motor del Reino. La diferencia está en si lo mantiene de rodillas (adorando imágenes sin cuestionar ídolos del capital) o ayuda a levantar para caminar (como María, que tras la Anunciación "se fue de prisa" a servir – Lc 1:39). "Dios no quiere flores en los altares, sino justicia en las calles". (Frei Beto). El desafío es si nuestras comunidades viven una fe de adorno “identitario” o de lucha y si nos planteamos cómo convertir las tradiciones en herramientas de liberación permanente.

 

Guillermo Jesús Kowalski

Religión Digital

EL PAPA QUE VINO DE LEJOS

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Se ha ido el Papa de los viejos zapatos... De la sonrisa abierta... De la súbita carcajada... De la caricia en sus ojos... De las sandalias de Pedro... De las periferias cercanas... Que lava y besa los pies cansados... Que se deja cuidar...

Se ha ido el Papa de Jesús de Nazaret... Del pastor con olor a oveja... Del Evangelio sin aditivos ni incienso... Del gesto sencillo y profundo... De libertad auténtica... Que vino de lejos... Del no a la cultura del descarte...

Se ha ido el Papa de los últimos, de aquellos a quienes marginamos... De las rejas que se abren... Del corazón en el que cabemos todos, todos, todos... Del pastor de hospital de campaña... Del humor fresco... De la humanidad valiente...

Se ha ido el Papa de la misericordia que abraza... De la esperanza que no defrauda... De ventanas abiertas con vistas a la primavera... De la dignidad de cada hombre y cada mujer y toda realidad de identidad... Que visibilizó a la mujer en nuestra Iglesia…

Se ha ido el Papa cercano y vecino... De la luz que no ciega... Del diálogo sereno y de la escucha atenta... De los nuevos lenguajes… Pastor de un rebaño sin excepciones, sin colores, ni razas... De la bondad por bandera... De silencios atronadores...

Se ha ido el Papa que no necesitó aplausos para hacer el bien... Que cada mañana pintaba el cielo con arco iris... Que llenó de lágrimas el mediterráneo... Que amó hasta el final... Visitador de presos... Que abrió un puente donde hubo un muro...

Se ha ido el Papa con nombre del santo diácono de Asís… Que puso los márgenes en el centro... De la sinodalidad fraterna... De los sueños en color... De las sorpresas... De la naturalidad… De los cambios sin prisa y sin heridas... Defensor de la vida... Que puso rostro, acogió y abrazó a los abusados en nuestra Iglesia…

Se ha ido del Papa de los procesos valientes... Que escucha y acoge sin juzgar… Que nada de lo humano le es ajeno… Que puso el Evangelio en el centro de su vida y de la vida de la Iglesia… Que creyó y practicó el diálogo con personas de otros credos…

Papa Francisco, vuela hasta el cielo con tus viejos zapatos, aquellos que pisaron suelo sagrado: prisiones, fronteras, mares, márgenes… aquellos viejos zapatos que te llevaron hasta los niños sin infancia, ancianos sin esperanza, mujeres violentadas, a los cautivos de una sociedad conectada y cada más aislada…

¡Gracias Francisco!

 

Paloma Pérez Muniáin

21 de abril de 2025

PRESENTACIÓN DEL LIBRO “SENTIRES Y PENSARES DE UNA CREYENTE LIMINAL”

col koldo

 

sentires pensare

Carmiña Navia nos ofrece un libro que se necesitaba. Si la perspectiva de género implica mirar el mundo con nuevos ojos, era preciso acercarse a la Biblia y a las experiencias de una creyente “liminal”, con el lente de una teología feminista original, como aquí se hace. Adicionalmente, en estas páginas tenemos, no solo sus reflexiones a la luz de su liminalidad[1], de su posición en el umbral de la iglesia, de una cristiandad ajena a jerarquías y estructuras rígidas, sino, además, sus aportes a partir de sus vivencias en diálogo con las mujeres de sectores populares con quienes convive y trabaja desde hace muchísimos años. De cara a un mundo estremecido por innumerables tensiones, Carmiña Navia ofrece su visión, su sensibilidad especial construida en “una dinámica de ágape, de acogida” hacia creyentes y no creyentes, su voluntad de comprender, su “búsqueda de entendimientos”. Sus aportes son novedosos, pues se nos invita a asomarnos a lo que hoy algunas y algunos llaman “sentipensares” de la autora, que parten de la sororidad y de la solidaridad con todos los oprimidos, expuestos en una prosa clara y amena.

Se trata de un libro inmerso en una gran com-pasión (en el sentido de sentir-con) por todos los oprimidos de la tierra, e igual erudición, tanto sobre las Escrituras como en cuanto a las visiones modernas de las feministas sobre todos los temas de la fe. Así, Navia nos llama a ampliar nuestros horizontes en relación con la vivencia de Dios, desde la pregunta de “qué nos dice Jesús de Nazaret hoy a las mujeres… a los y las pobres del continente latino americano”. En primer lugar, examina el contexto religioso que alimenta a Jesús en su inicio terrenal, con sus antecedentes en la tradición judaica, a la vez que en su experiencia de Dios, a quien Jesús percibe desde claves tanto masculinas como femeninas.

Recordemos que ya desde el Antiguo Testamento Dios aparece en un texto como una madre que amamanta a los fieles, una madre que vela por el hijo que alimenta (Isaías 49: 15-23). Pero Navia plantea enfoques originales al examinar los Evangelios. En la parábola del Hijo Pródigo, que ella re-nombra como la parábola del Hijo Menor, por ejemplo, descubre las huellas de una ruptura con el orden patriarcal, mediante la dádiva y el perdón del padre hacia su hijo menor más allá de las reglas establecidas, y una prédica de un amor como el que une a la madre con sus hijos e hijas. Partiendo de una crítica antropológica, la autora lamenta que la experiencia de Dios paterno-materno transmitida por Jesús haya sido interpretada por las autoridades de la Iglesia desde una “imagen monolítica patriarcal”, advirtiendo que Jesús habla de su relación con Dios con “cercanía y ternura”, y le llama abbá, palabra aramea que nombra al padre de forma cariñosa e íntima.

Leemos también cómo, a lo largo de los siglos, una serie de evangelios que claramente recogieron lo que podría llamarse las tendencias feministas de Jesús, como el Evangelio Copto de Tomás o el de María de Magdala, fueron censurados por la Iglesia, declarándolos apócrifos. Sin embargo, estas tendencias permanecen en muchos pasajes del Nuevo Testamento canónico, por ejemplo, en los relatos de Lucas 14 y 15, o Lucas 21, sobre una Gran Cena, y la conminación a entregar bienes a los pobres, a quienes “andan por los caminos”. Aparecen también en la generosidad de Jesús hacia múltiples mujeres que lo rodean y piden ayuda, en la respuesta a la mujer sirio-fenicia, cuya hija Jesús sana por la gran fe de la madre (Marcos 7:24-30 y Mateo 15:21-28), en su relación de amistad amorosa con Marta y María en Betania, u obedeciendo a su madre en las bodas de Caná, para citar solo unos pocos ejemplos. Todo lo cual apunta a un Dios que exige “reconocer al extranjero, a la mujer, al diferente”.

En otro momento del libro, nos encontramos con una reinterpretación novedosa del libro de Job, desde la religiosidad de mujeres populares de medios urbanos de latino América, mujeres que sufren distintos tipos de violencias. La imagen de Dios a la que Job accede al final del texto bíblico, reconociendo la sabiduría y el amor de Dios en medio del infortunio, es comparada con la fe inquebrantable, la aceptación de Dios en todos los momentos de la vida cotidiana que la autora encuentra en las mujeres del barrio donde vive. No se trata de una resignación semejante a un opio adormecedor, sino por el contrario, una cercanía íntima con la deidad, una energía que las “motiva e impulsa en sus luchas cotidianas”: una relación con un Dios padre y madre que “nutre, fecunda y da vida”, según la frase de Ethel Barylka.

Navia, al recoger brevemente las historias de vida del algunas de estas mujeres, para ilustrar el fenómeno del desplazamiento interno y reflexionar sobre él a la luz de la Biblia, nos invita a considerar este fenómeno social sin afán sensacionalista, sino compartiendo la profundidad del sufrimiento de colombianos y colombianas. Adicionalmente, un gran aporte de este ensayo es recordarnos algo que poco o nada aparece en otros estudios sobre el tema: Desde el Antiguo Testamento nos encontramos con la experiencia del pueblo hebreo de su despojo y exilio en Babilonia, recogida en los bellos textos de las Lamentaciones y del Salmo 137: “A orillas de los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sion”. Tenemos también el libro de Rut, la moabita, donde “se reivindica la acogida a migrantes como una característica del pueblo de Yahweh”. En las escrituras cristianas, la experiencia del destierro aparece en el éxodo de José y María desde Nazaret hasta Belén, y en el posterior exilio en Egipto, ya nacido Jesús, para escapar a la masacre de niños proyectada y realizada por Herodes. La reflexión sobre estos antecedentes bíblicos culmina en una invitación a “guardar a los y las desplazadas en nuestro corazón”.

De gran interés es el capítulo sobre María de Magdala, figura que ha sido sujeto de múltiples leyendas, al ser vista como cortesana arrepentida o esposa de Jesús y madre de su hija. De la evidencia de la Biblia y en los textos extra canónicos, en cambio, surge una Magdalena que Navia reinterpreta no solo como una discípula destacada del Maestro de Nazaret, sino también, citando el Evangelio de Valentino, como una privilegiada entre los apóstoles, por ser su corazón “más enderezado que el de todos hacia el Reino de los Cielos”. Por otra parte, la autora señala que el papel de María Magdalena en los mismos evangelios canónicos, como primer testigo de la Resurrección, es tan segura, que el Papa Francisco la ha honrado designándola “Apóstol de los Apóstoles” en la liturgia del 22 de julio, y se ha referido a ella como “Apóstol de la esperanza”.

Ahora bien, Navia nos brinda una perspectiva original, al analizar el papel desempeñado por María de Magdala en la vida de Jesús de Nazaret a la luz de la ética del cuidado, ética caracterizada como esa “voz diferente” de las mujeres que ha planteado la psicóloga estadounidense Carol Gilligan, una actitud femenina en la que prima la preocupación por las relaciones y por el bienestar de otros y otras. María Magdalena es una de las mujeres que acuden a sepulcro a “cuidar el cuerpo” del crucificado embalsamándolo. En distintos momento, a Jesús acuden mujeres a cuidarlo; una de ellas lo prepara para su próximo entierro derramando un costoso perfume sobre sus pies (Lucas 7 y Mateo 26). Tales cuidados implican “conocimiento de hierbas naturales, de esencias” que en la historia de la Edad Media vemos que conduciría a que se persiguiera a las “brujas”. De modo similar, ya en el Evangelio de Valentino se advierte el “terror de Pedro” hacia las mujeres, y la rivalidad de otros apóstoles hacia María Magdalena, que llevaría a reducir la importancia de su papel en las primeras comunidades cristianas. Sin embargo, el Evangelio de María de Magdala la presenta “como una visionaria y una líder de la comunidad”.

En un capítulo memorable, Navia se acerca a la problemática de la mujer que aborta, “con las entrañas de misericordia que tuvo siempre Jesús de Nazaret”. Las circunstancias que llevan al aborto son analizadas como una situación liminal, donde la mujer se debate entre su tendencia al cuidado de la vida y las circunstancias difíciles para ejercer ese cuidado; por eso se reclama que escuchemos la voz de la mujer, a menudo radicalmente silenciada en los debates teológicos. Y se señala que el maestro tuvo siempre “un compromiso claro, cotidiano y permanente con la vida en los límites, con la vida cercada…, nunca unido a condenas morales hacia personas situadas en los límites”.

Esta capacidad de acogida, de piedad y clemencia, no es incompatible con una exigencia en otro contexto, de rechazar la solicitud de perdón de los victimarios del conflicto interno en Colombia ante la JEP, actores de delitos sexuales, cuando esta aparente expresión de arrepentimiento se hace por conveniencia, para evadir el castigo, y no con base en una verdadera contrición.  Esta debería ir aunada a un esfuerzo de transformación social y cultural; se requeriría reconocer que nuestra sociedad en parte se cimenta en profundas estructuras simbólicas de irrespeto a la mujer que dan pie a la misoginia y a los crímenes sexuales, como arguye Rita Segato en La guerra contra las mujeres. Solo transformando estas estructuras podemos hablar de un perdón plenamente sanador. Aun así, reconozcamos que para las víctimas perdonar es requisito para liberarse del lastre del odio, de la sujeción a la amargura.

A lo largo de este libro, Navia nos invita a “entender a la mujer como un lugar teológico y lugar privilegiado de leer la voluntad de Dios y los signos de los tiempos”, aprendiendo de “nuestras maestras en el espíritu, abriendo los ojos a tradiciones distintas a las que siempre han regido en las búsquedas espirituales en la iglesia”. Se trata de escuchar sus voces, desde las de las místicas como Clara de Asís o Hildegarda de Bingen, hasta las de todas las teólogas feministas que hoy dialogan en diferentes colectivos de América latina. Otros temas tratados por Navia en este libro, siempre con los mismos aciertos, incluyen la lectura de textos literarios a la luz de sus vivencias de la fe, los feminismos de la Iglesia católica en América latina, miradas liberadoras a la conjunción entre democracia, paz y cristianismo.

Para apreciar todas estas perspectivas en la complejidad de nuestro siglo, se hace imperativa una apertura epistemológica que nos permita un conocimiento renovado, que nos aparte de la rapaz concepción de la tierra como oportunidad de explotación, que reciba las enseñanzas del ecofeminismo, a la vez que nos permita “mirar y comprender con ojos de mujer, de negros, de mestizos o pobladores de barrios populares y marginales”. Esta mirada solo es posible con una teología que vea “la experiencia de los oprimidos” como “un terreno hermenéutico privilegiado”, en las palabras de Paul Kitter.

Por ello Navia nos invita a concebir la revelación no como la transmisión de dogmas sino como la capacidad de un conocimiento amoroso. Se trata de un llamado no solo a abrazar el pluralismo, sino también a abocarnos a “un hermanamiento” entre distintas religiones. Es más, la autora nos llama a pasar “de la religión a la espiritualidad”, donde el reconocimiento de las distintas formas de acercarse al Dios de cristianos y de no cristianos, e incluso la apertura a respetar la espiritualidad de agnósticos y ateos, nos permitan apartarnos de “dogmas, verdades, privilegios, razones … que cuidar”, para así “acercarnos y generar comunión”.

 

Gabriela Castellanos Llanos

[1] Estado de tránsito, fase en la cual se está en el umbral, entre un estado anterior y las nuevas posibilidades de lo que puede estar por llegar.

SENCILLAS CHISPAS DE LUZ

col kowalski

 

Me he dado unos días de reflexión tras la muerte y enterramiento del Papa Francisco. Él ya descansa, apacible y gloriosamente desde el lunes 21 de abril, cuando partió a la Vida que no tiene punto final. La Pascua eterna.

El protocolo vaticano para un evento como este es tan complejo y tan poco espontáneo, no sé si me equivocaré, pero creo que a bastantes se nos escapa todo ese rigor ceremonioso-celebrativo. Tiene mucho color y una simetría perfecta: vestimentas, uniformes, mobiliario, perspectivas, movimientos, decoración, etc. Un dato más: la puesta en escena es eminentemente masculina.

Por esa peculiaridad, durante estos días, he estado recordando con frecuencia la imagen de una mujer, figura mínima en ese espacio inmenso, única representante femenina singular, avanzando sin que a nadie le pareciera que no era su lugar, saltándose el protocolo hasta llegar lo más del féretro donde yacía el cadáver del Papa Francisco.

Su ropa, sencillísimo y pobre hábito en tonos azules, pañuelo en la cabeza, sandalias y el toque de mochila a la espalda pusieron delante de los ojos del mundo a una mujer que quería decir “a-Dios” a su amigo de años y años.

Me llamó la atención su presencia mínima apoyada en el cordón que delimitaba el espacio donde se encontraba el féretro. Pero en un instante lo comprendí como una sencilla chispa de luz.

Esta religiosa, Geneviève Jeanningros, según han informado los medios de comunicación, pertenece a la Orden de las Hermanitas de Jesús (hermanita de Foucault). “Vive desde hace 56 años en una caravana con feriantes, haciendo pastoral con las personas LGBTIQ+” (Vida Nueva 05/06/2024) Asiste con ella a las audiencias de los miércoles para saludar al Papa y acompañar a las personas que cuida y atiende. “Por fin han encontrado una Iglesia que les ha tendido la mano”, dice (ib).

Tender la mano, cuidar, atender, visibilizar son actitudes del Papa que se nos ha ido y que quedan en el recuerdo. Ojalá sean las del que vaya a ser nombrado. Pero también me planteo que han de ser actitudes de la Iglesia institucional como tal. Y, otra vez, ojalá… el nuevo Papa haga cambios en la propia estética de la jerarquía de la Iglesia, que resulta tan distante a la gente.

El Papa Francisco dio su primer paso al frente el día de su nombramiento como Pontífice de la Iglesia Católica, saliendo al balcón vestido totalmente de blanco y con los zapatos de todos los días.

Es buen momento para recordar también a Timothy Radcliff, sacerdote dominico inglés de la orden de predicadores, cuando le notificaron que iba a ser nombrado cardenal, preguntó al Papa Francisco “si podía liberarse de la «elaborada túnica cardenalicia». El Papa, según Radcliffe, le dijo ese mismo día que tenía “plena comprensión” de su situación y que lo “liberaría de usar ropa tan elaborada” (redaccioninfovaticana, 05/10/2024). Otra chispa de luz.

Sé que hay muchos problemas para el nuevo pontificado y esto de la ropa no se considere prioritario, también sé que cada centímetro de tela tiene un significado: “La vestimenta de los cardenales es de color rojo púrpura en la sotana, el roquete blanco, la cobertura de lana, el solideo y la faja roja. El color simboliza el martirio, pues los cardenales están llamados a dar el mayor servicio a la Iglesia incluso con la vida” (ZENIT Noticias / Roma, 21.10.2024).

Pero me atrevo a llamar la atención sobre estos pequeños (y no tanto) detalles, hoy que vivimos en un mundo de imágenes -unas que acercan y otras que pasamos por alto- en los que la Iglesia institucional necesita un cambio de look que se acerque a lo sencillo, lo discreto, lo humilde, lo servicial… las vestiduras también hablan.

El que eligió a Pedro llevaba sandalias.

 

Mari Paz López Santos

ECLESALIA

COBO: "EL NUEVO PAPA ESTÁ LLAMADO A ENSAMBLAR LA DIVERSIDAD DENTRO DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO, QUE ESTÁ MUY DIVIDIDO"

col kowalski

 

Poco a poco se va respirando la proximidad del Cónclave. Un Cónclave diferente, dado que 108 de los 134 electores participan por primera vez, a lo que se une la disparidad de procedencias. Un camino que llevará a elegir un nuevo Papa llamado a “saber acoger los procesos que Francisco ha insertado en la Iglesia”, en palabras del arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo.

Después de un pontífice que ha promovido la unidad en la diversidad, el próximo es llamado a “ensamblar la diversidad dentro de nuestra Iglesia y de nuestro mundo, que está muy dividido”. Para ello, tendrá que ver los nuevos desafíos, sin olvidar los pasos dados.

Un Cónclave que más que un parlamento es un ejercicio de diálogo, que lleve a “atinar la decisión que ha tomado el Espíritu, no la que hacemos nosotros”, afirma Cobo. Un camino que debe conducir a encontrar a alguien que tenga “un recorrido de visión global de la Iglesia”, así como de la Curia vaticana, cuyo proceso de reforma fue uno de los pilares de Francisco.

Después del funeral de Pablo Francisco, ya podemos decir que empieza el ambiente del cónclave. ¿Cómo afrontar un cónclave en el que casi la totalidad, 108 de los 134 electores nunca han participado de un evento así?

Esto también cambia un poco las previsiones y lo que conocemos de otros cónclaves. Primero, porque este es un cónclave muy universal, con cardenales de todos los rincones del mundo, no de las grandes ciudades, ni de los grandes centros, sino también de muchas de las periferias. Y eso supone que también tienen voz y que necesitamos conocernos.

Por otro lado, gracias a Dios Francisco ha sido un Papa que no ha tapado las diversidades, sino que ha permitido que se hable, y existen también diversidades. La tarea de escucha y conocimiento es un reto que vamos a tener por delante en este cónclave.

¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el nuevo Papa tras el pontificado de Francisco?

El primero es saber acoger los procesos que Francisco ha insertado en la Iglesia, que son procesos mucho más profundos de lo que parece, que son procesos que se verán dentro de unos años. Y también veremos cómo van dando frutos. Y, por otro lado, la valentía de afrontar un cambio de época, que es la que le ha tocado a Francisco y la que le va a tocar también al próximo Papa.

Es un cambio de época donde la Iglesia tiene que ajustar el lenguaje, y donde la Iglesia tiene que dar pasos para dar luz a realidades que antes no habíamos previsto. Y a novedades que realmente están exigiendo una respuesta.

¿Y cómo puede ayudar el pontificado de Francisco al próximo Papa?

La primera ayuda la teníamos ayer en su funeral. El respaldo de todo el pueblo de Dios, el santo pueblo de Dios, como decía el Papa Francisco. El respaldo de las autoridades y de los grandes de la tierra, que también han querido estar aquí, y el respaldo de todos los sectores de la Iglesia.

Francisco, si algo ha hecho es que el Ministerio de la Unidad lo ha ejercido, y se ha demostrado justo en su funeral. El próximo tiene que asumir también esta siembra de unidad, y es un ministerio de ensamblar la diversidad dentro de nuestra Iglesia y de nuestro mundo, que está muy dividido.

Sinodalidad, misericordia, acogida a los emigrantes, a los pobres, a los descartados, el protagonismo de la mujer, la ecología integral, han sido los principales pilares del pontificado de Francisco. ¿Qué se le pediría a este nuevo pontificado?

En primer lugar, mirar al futuro con estos ojos. Hemos aprendido a mirar a la Iglesia y al mundo con los ojos de Francisco, que nos ha ayudado a mirarlo. Y el nuevo tendrá que aportar lo suyo. Quizás el nuevo tendrá que ver otros desafíos, tendrá que hacer otros subrayados, pero desde sin olvidar los del anterior.

Francisco nos ha enseñado a mirar al mundo y a la Iglesia con ojos decididos, que son los ojos de Pedro, y ahora tendremos que mirarlo con los ojos de Pedro, pero sin olvidar el paso que se ha dado anteriormente.

Y en un mundo tan polarizado, incluso una actitud que a veces está presente en la Iglesia, entre los propios católicos, ¿cómo ayudar a la gente a entender que elegir un nuevo Papa significa ir más allá de la polarización? ¿Cómo podemos vivir este proceso en comunión?

Es difícil de entender, porque la elección de un Papa parece que es como en un parlamento, donde cada uno tiene que votar y donde un partido se impone sobre el otro. Creo, y esta es la sensación que muchos tenemos, aquí no se trata tanto de imponer como de saber que el Espíritu ya tiene una elección hecha. Lo que todos tenemos que hacer es atinar la decisión que ha tomado el Espíritu, no la que hacemos nosotros.

Ese es el gran reto, y eso es lo que nos impulsa, y es la gran responsabilidad que tiene un cardenal. No se trata de decir que ganan los míos, que sería una mala mirada, una mirada parlamentarista, sino que gana el Espíritu, es decir, quien generosamente creemos que es el que puede tomar las sandalias del pescador. Quién podría ser, quién es el nuevo Pedro en estos tiempos. Y eso lo decide el Espíritu más que nosotros, y por eso es tan necesario que nos escuchemos, que dialoguemos, porque dialogar supone dar un paso, pero que el otro también dé un paso. Y este es el ejercicio que vamos a hacer en estos días y luego también en el cónclave.

Usted habla del nuevo Pedro y podría ser uno de esos nuevos Pedros, aunque sabemos que, en la teoría eclesiástica, sería difícil por su edad, por sus pocos años como cardenal. ¿Cómo enfrentaría esa posibilidad?

Es que ni se me pasa por la cabeza. Ahora mismo, dentro de los cardenales, hay cardenales que tienen un recorrido de visión global de la Iglesia, que tienen un recorrido de algo también muy necesario, que es la Curia vaticana. Uno de los pilares de Francisco fue afrontar el proceso de reforma de la Curia, que es una asignatura que todavía hay que implementar y desarrollar. Creo que también tiene que ser alguien que conozca y que esté el día de la reforma de Francisco en torno a la Curia.

 

Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe

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