FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 12 de abril de 2023

Tres «marías», pascua de mujeres. Entrar en la tumba, morir con Jesús, crear iglesia (Mc 16, 1-8)

 Xavier Pikaza, teólogo

Blog de X. Pikaza

Éste es el mensaje de Jesús, ésta es la iglesia.
Tres mujeres van a despedir a Jesús con aromas, como se despide a los muertos.
Pero ven la tumba abierta y entran. Han de morir con Jesús, compartir su vida y anunciar su mensaje al mundo entero. Ver noticia

Resucitar la iglesia desde las mujeres

 Pepa Torres

Cristianismo y Justicia

El pasado 5 de marzo en la acción performativa que la Revuelta de mujeres en la iglesia- Alcem la veu celebramos en Madrid, frente a la catedral de la Almudena, para exigir el fin de nuestra discriminación en la iglesia, revivimos la experiencia de aquellas mujeres que en la mañana de Pascua se pusieron en marcha hacia el sepulcro. Mujeres que, aun con el corazón y sus sueños hechos pedazos, portaban también seminalmente en su interior la esperanza de que la injustica, la desigualdad y la violencia no podían tener la última palabra en la historia. Ver noticia
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EL PAPA ACONSEJA A LOS "TREPAS" HACER ALPINISMO EN VEZ DE INTENTAR ENTRAR EN LA IGLESIA…

ARTÍCULOS SIN CENSURA

 ¿Alguien duda que el próximo arzobispo de Madrid será otro distinto a monseñor Luis Ángel de las Heras, apodado “El meteórico” por su supersónica carrera episcopal? Se pregunta Diego Lanzas.

«Diego Lanzas» en Infovaticana da por ganador ante la caída que juzga inmediata de Osoro al «meteórico», es decir, al claretiano Luis Ángel de las Heras Berzal, nacido en Segovia en  1963,  obispo de Mondoñedo-Ferrol en 2016 y de León en 2020. Si eso no es «carrerismo»  ya me dirán lo que es.

«¡En la Iglesia hay mucho trepa!», lamentó el Papa, durante la Misa en la capilla de Santa Marta. «Pues si te gusta, ve al norte y haz alpinismo: ¡es más sano! Pero no vengas a la Iglesia para subir. Jesús reprende a estos trepas que buscan el poder»

«Jesús –afirma Francisco– advierte de tres actitudes que no son buenas al seguirle o al buscar a Dios. El primero es la vanidad». En especial, se refiere a las personas notables, a los «dirigentes» que hacen limosna o ayunan para hacerse notar. «Estos dirigentes querían pavonearse, a ellos les gustaba, por decir la palabra justa, les gustaba pavonearse y se comportaban ¡como verdaderos pavos reales! Eran así. Y Jesús dice: No, no: esto no funciona. No funciona. La vanidad no ayuda. Y algunas veces, nosotros hacemos cosas tratando de dejarnos ver, un poco buscando la vanidad. Es peligrosa la vanidad, porque nos hace resbalar hacia el orgullo, la soberbia y todo termina allí. Y me hago la pregunta: yo ¿cómo sigo a Jesús? Las cosas buenas que hago, ¿las hago a escondidas o me gusta dejarme ver?».

 «Y yo también pienso en nosotros, en nosotros los pastores», dijo el Papa, porque «un pastor que es vanidoso no hace bien al pueblo de Dios». Puede ser sacerdote u obispo, pero «no sigue a Jesús», si le «gusta la vanidad».

 «La otra cosa que Jesús reprende a los que le siguen es el poder», prosiguió el Pontífice. «Algunos siguen a Jesús, pero un poco no del todo conscientemente, un poco inconscientemente, pero buscan el poder, ¿no? El caso más claro es el de Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo que le pedían a Jesús la gracia de ser el primer ministro y viceprimer ministro, cuando viniera el Reino. ¡Y en la Iglesia hay mucho trepa! Hay muchos, que llaman a la Iglesia para… Pues si te gusta, ve al norte y haz alpinismo: ¡es más sano! Pero no vengas a la Iglesia para subir. Jesús reprende a estos trepas que buscan el poder».

 «Sólo cuando viene el Espíritu Santo, los discípulos cambian. Pero el pecado en nuestra vida cristiana permanece y nos hará bien plantearnos la pregunta: ¿yo como sigo a Jesús? ¿Para Él solo, también hasta la Cruz o busco el poder y uso a la Iglesia un poco, la comunidad cristiana, la parroquia, la diócesis para tener un poco de poder?». 

«La tercera cosa que nos aleja de la rectitud de intenciones es el dinero», advirtió Francisco.

El concepto de “carrerismo” eclesiástico, tan denostado por el papa, con el que se inscribe y subscribe la llamada por otros “vocación religiosa”, parece demandar y exigir el recorrido del escalafón burocrático, idéntico o similar al de carrera  civil, con espectacular mención para la política… En estas esferas no canónicas, pese a enchufes y a compromisos partidistas, las oposiciones se convocan con mayor y más efectiva frecuencia que en los ámbitos diocesanos y curiales, con inclusión de la por antonomasia Curia Romana.

En estas, es la “santa” dedocracia, impunemente revestida de invocaciones al Espíritu Santo, el camino que acerca al episcopado y “crea” a los cardenales, como premio y en reconocimiento  a los servicios “personales” prestados.

Jesús no creó una institución eclesial, organizada en forma jerárquica, pero es evidente que la jerarquía tuvo que venir pronto, no desde el evangelio, sino a pesar del evangelio.

Los cristianos, a pesar de mantener el sacerdocio universal de todos los creyentes, tendieron más tarde a a «recuperar» unos simbolismos sacrales y jerárquicos más propios de un tipo de Antiguo Testamento y de política romana que del Cristo.

La iglesia no es un “sistema de poder”, sino una experiencia de libertad y vida compartida. Nadie es en ella función de nadie; no hay en la iglesia una clase de tropa, como no hay clase de jerarquía. Pero puede y debe haber en ella un tipo de “servicios”, en línea de evangelio.

La Iglesia necesita Siervos de Dios como Nicolás Castellanos. Nicolás  es uno de esos «santos de la puerta de al lado» de los que tanto habla Francisco. Nicolás Castellanos, el obispo profeta que dejó la mitra para encarnarse con los más pobres de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Un hombre querido por todos y que, a través de su fundación Hombres Nuevos transforma la realidad de miles de personas, denuncia las injusticias y anuncia el Reino.

Con los pobres de los pobres. A ellos entregó su vida entera, apostando por la educación de niños y jóvenes. Hoy puede presumir del complejo ‘Hombres Nuevos’ en Santa Cruz de la Sierra, que acoge a más de 14.000 chavales.

El obispo emérito español Nicolás Castellanos llegó a Bolivia hace 25 años con una suma igual a 32.000 dólares que le dieron en su homenaje de despedida y comenzó la fundación Hombres Nuevos con la que asegura haber salvado al menos 5.000 vidas.

“Trajimos 5 millones de pesetas (32.000 dólares) y al mes de estar aquí ya montamos el centro de niños desnutridos con el que hemos salvado más de 5.000 vidas”, dijo Castellanos en una entrevista con Efe, al recordar que llegó a Bolivia el 16 de enero de 1992.

Desde entonces, el religioso (Mansilla del Páramo, León, España, 1935) vive en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (este) en uno de los barrios más humildes y pobres, Plan 3.000, pero no ha perdido su acento leonés ni se olvida de sus orígenes.

En Bolivia ha conseguido, junto a Hombres Nuevos, la integración social de niños y adolescentes, la construcción de escuelas, internados, centros médicos y también de templos.

Castellanos renunció al obispado de Palencia (Castilla y León) en 1991 porque quería poner en práctica sus prédicas, yendo a “vivir a un barrio pobre”.

Y a pesar de toda su obra humanitaria, Castellanos cree que aún “queda mucho por hacer” y se compromete a seguir trabajando “ilusionados para reducir las fronteras de la pobreza que es la ignominia de la humanidad”.

Así pues, no defiendo una iglesia invisible, sino bien visible,   pero no en línea de poder, sino de animación/fermento, no como estructura sacral fija, sino como impulso libre y creador de vida, de oración, de amor mutuo, de resurrección.

Muchos tienen la impresión de que un tipo de iglesia establecida tiene miedo al evangelio, a la novedad que supone su fermento de gracia y libertad personal, de comunión y servicio de evangelio.  Y mientras tanto va creciendo el divorcio cada vez mayor entre la jerarquía eclesial (un tipo de “aparato”) y el conjunto del “pueblo cristiano” (y no digamos del pueblo no cristiano, que “pasa” del tema.


El Papa pide nuevamente rezar por la paz en el mundo


 En su mensaje al final de la oración mariana del Regina Caeli, el Santo Padre renovó su petición de oraciones por el cese de los conflictos, especialmente en Ucrania.

Vatican News

"Perseveramos en la invocación del don de la paz para el mundo entero, especialmente para la querida y martirizada Ucrania". Son las palabras del Papa Francisco en los saludos tras el rezo mariano del Regina Caeli este Lunes del Ángel, 10 de abril, en la Plaza de San Pedro.

En el país de Europa del Este, las alarmas antiaéreas saltaron en siete regiones: Dnipro, Poltava, Sumy, Kharkiv, Donetsk, Zaporizhzhia y Kherson. Fuentes locales informan de bombardeos aéreos sobre el pueblo de Novoberyslav, en la comunidad de Beryslav, y aviones de combate rusos habrían lanzado tres bombas sobre el pueblo de Kizomys, en la comunidad de Bilozerka. Ambos pueblos se encuentran en territorio controlado por Ucrania, en la orilla occidental del río Dnipro. No se ha informado de víctimas civiles. Los medios de comunicación locales reportan también que las tropas rusas están demoliendo la estación central de ferrocarril de Mariupol y también algunos edificios de los alrededores, supuestamente para la construcción de un gran centro logístico. La ciudad está bajo ocupación rusa desde mayo de 2022.

A su vez, la administración militar de Lugansk denunció redadas y secuestros de civiles por parte de las autoridades impuestas por Moscú en la provincia ucraniana oriental, ocupada mayoritariamente por Rusia. "Los casos de secuestros violentos de la población civil a manos de los invasores rusos no cesan", reza un comunicado difundido en Telegram. "En particular, en el municipio de Satrobilsk se produjeron redadas en los domicilios de ciudadanos sospechosos de apoyar a Kiev y algunas personas fueron llevadas a lugares desconocidos de los que nunca regresaron", reza la nota, que denuncia otros abusos de los ocupantes como el robo de lápidas de cementerios ucranianos para utilizarlas, tras borrar sus nombres, para las tumbas de sus compañeros caídos en el frente: así lo hace saber la Administración Militar de la región de Lugansk.

¿Nada?

 





AMERINDIA 
[Por: Víctor Codina, SJ]

En una iglesia de Roma vi un sepulcro de alabastro, sin nombre ni fecha, solo con la inscripción NIHIL, NADA.

 

La covid nos ha cuestionado sobre la muerte y la vida. De nuestros seres queridos difuntos ¿solo queda una urna con cenizas para enterrar en el monte o esparcir en el mar? Al morir ¿desaparecemos inmersos en la energía del cosmos? ¿pervivimos solo en la memoria de los descendientes? ¿hay algo más al final de la vida o solo hay la nada? ¿hay que plantearse la alternativa del suicidio, como hicieron bastantes jóvenes durante la covid? Ni la ciencia, ni la medicina tienen respuesta a estos interrogantes.

 

Esta problemática es tan antigua como la humanidad que siempre ha enterrado a sus muertos con respeto, a veces con provisiones para el largo viaje que les espera, otras veces en forma fetal para que renazcan de nuevo. La filosofía ha reflexionado sobre la muerte, Sócrates cree que morir es una liberación del alma de la cárcel del cuerpo. Pero solo las religiones aportan luz y esperanza: las pirámides de Egipto expresan una cierta sobrevivencia; en el mundo helénico el hades es el lugar de los muertos; religiones asiáticas profesan el karma, la reencarnación, el nirvana, la disolución en el todo, como la ola se diluye el mar. 

 

En el mundo judío hay una fuerte vivencia de la tierra, el sheol es el lugar de los muertos, un lugar oscuro y alejado de Dios y de la vida. Pero lentamente salmos y profetas expresan su fe en una vida con Dios para siempre, su auténtico pastor no es la muerte, sino Dios, un pastor bueno que con su cayado nos acompaña, aunque caminemos por valles tenebrosos. Más aún, se anuncia que el soplo del Espíritu puede abrir tumbas y resucitar muertos. Muchos judíos, víctimas de los campos de concentración nazis, sobrevivieron o murieron confiando en el Dios de Israel, capaz de devolver la vida. El Islam cree en un paraíso.

 

Únicamente la aparición de Jesús de Nazaret, el Hijo del Padre hecho hombre, su vida, su muerte y su resurrección iluminan definitivamente el misterio de nuestra muerte. Jesús ha venido para darnos vida en abundancia, su Reino es vida, amor, perdón, justicia y misericordia. Jesús cura enfermos y resucita muertos, él es la resurrección y la vida, el que crea en él, aunque haya muerto, vivirá para siempre.

 

La Semana Santa no termina el viernes santo con la cruz y la procesión del santo sepulcro. Ángeles anuncian a las mujeres que iban con aromas al sepulcro, que Jesús no está allí, ha resucitado y se manifestará a sus discípulos en Galilea. Los relatos de las apariciones expresan de forma simbólica algo real: Jesús vive, su cuerpo glorioso mantiene las llagas y la herida del costado, consuela a los que huyen desanimados, posibilita una pesca abundante, comparte comidas con los discípulos, les confiere el Espíritu, este Espíritu por el que el Padre resucitó a Jesús de entre los muertos, como primicia de toda la creación y que resucitará a quienes sigan su estilo de vida.

 

No desparecen todos nuestros interrogantes sobre la muerte, estamos ante un misterio, pero tenemos la luz de la Pascua que nos ilumina. Todo lo bueno, honesto, hermoso y justo de nuestra vida, de la historia y de la tierra, nuestra familia y nuestras amistades, nada perecerá, todo se transfigurará. Mientras vivamos tenemos el compromiso de ayudar a liberar la sociedad y la tierra de toda injusticia y de toda muerte, pero esta tarea es esperanzadora, la luz de la Pascua nos acompaña. La gran misión de la Iglesia, su alegre buena noticia y su única riqueza es poder anunciar a Jesús muerto y resucitado. 

 

Frente al NIHIL, NADA del sepulcro y de muchos escepticismos, la Iglesia nos ofrece la esperanza de la Pascua, la muerte como un nuevo nacimiento a una vida nueva y sin ocaso en Cristo.   

¿UNA TRAICIÓN O TRAICIONES? JESÚS CENA CON LOS ESTIGMATIZADOS


col julian bedoya

 

Jesús tenía tanta simpatía por las comidas, tanto que en ellas se despidió de los más cercanos, de sus allegados. Sabía que en cualquier momento lo iban a capturar y ya no podía escabullirse, una sombra espantosa se cierne sobre esta comida de amistad. Uno de los doce está del lado del enemigo. ¿Por qué? Jesús había hablado del Reino de Dios. Los evangelistas hacen notar que la incredulidad de Judas se daba la mano con su avaricia. Recordamos muy bien el momento de la cena cuando Jesús le dice: “vete y haz lo que tengas que hacer”. Parece que esta premisa sirviera para juzgar a Judas Iscariote como siempre lo hemos escuchado. Judas era un discípulo que quería a Jesús, y como todos los discípulos y espectadores de Jesús se preguntaba: ¿Cuándo llegaría ese Reino de Dios, del que Jesús nos habla? Ese Reino que traería paz, donde no habría hambruna ni sufrimiento… que Jesús le diga: “vete y haz lo que tengas que hacer” nos coloca frente a unas hipótesis:

Judas y Jesús posiblemente tuvieron un diálogo a solas para cuadrar toda esta artimaña de su captura, o por otro lado, Judas anhelaba el mesianismo militante, así como Pedro y los otros discípulos lo esperaban. Esto lo llevó a emprender la táctica de negociar la entrega de Jesús para adelantar ese Reinado de Dios, ya que muchos sitúan a Judas como un zelote (como lo ubica Oscar Cullmann y Martin Hengel). Los zelotes según el historiador Flavio Josefo eran un partido formado aproximadamente del año 66 a.c, en el periodo intertestamentario, y tenían una ideología religiosa, altamente eficaz, de lucha escatológica por la liberación... Sus axiomas fundamentales eran una ardiente espera del Reino de Dios y un celo fanático por la ley. Se sentían herederos de los Macabeos, este grupo ultranacionalista, usaban la fuerza y la violencia para mover sus ideales, buscaban terminar con el dominio romano y lograr la independencia política; “los zelotes insistían repudiar a cualquier rey, excepto Dios” (Kirsopp Lake). Judas no encuentra mejor ocasión que acelerar la acción mesiánica en pascua o cerca a esta fiesta (Cfr. Mc 14, 11), pues veía todo a su favor, la muchedumbre de peregrinos que había allí ya hablaba de Jesús, y teniendo muy presente este factor, Judas imaginaba una revuelta popular si apresaban a Jesús; tanto era así que, uno de los que andaba con Jesús (en el evangelio de Juan nos dice que era Pedro, en los otros lo omiten). Lucas nos da a entender que todos los que estaban con Jesús estaban armados cuando narra que uno de ellos dijo: “Señor ¿atacamos con espadas?” y tenía una espada en el momento en el que prendieron a Jesús (Cfr. Mt 26, 51; Mc 14, 47; Lc 22, 49 – 50; Jn 18, 10). Quizá esto lo pensó y lo ejecutó Judas, y Jesús se dio cuenta de ello, de ahí las palabras de Jesús dirigidas a Judas “Amigo, adelante con los planes” (Mt 25, 50).

Suponer que desde un principio Judas le traicionaría es un enigma que daña la imagen de Jesús. Por un lado, Jesús prometió a Judas, como a los restantes discípulos, sentarse con Él en el cielo “en uno de los doce tronos y juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt 19,28). ¿Cómo Jesús pudo prometerle, a pesar de todo, un trono en el cielo y sobre todo, cómo pudo confiarle la bolsa común siendo Judas un “ladrón”? (Jn 12,6). La figura del traidor Judas es una figura de fábula religiosa. Este Judas tildado en los evangelios de maldad no existió. Se la da incluso la mayoría de los que le inculpan; en concreto los tres evangelios sinópticos. Ellos le hacen permanecer presente durante toda la comida pascual, no mencionan que Judas se ausentó; Lucas expresa que Judas estuvo presente hasta el final de la cena (Cfr. Lc 22, 21 - 30), luego Jesús sale con los discípulos hacia Getsemaní como lo relatan Mateo y Marcos. Lucas habla del monte de los olivos y es evidente que los doce le siguieron (Lc 22, 39). De un momento a otro aparece Judas con unos vándalos armados ¿Cómo es posible organizar todo con tanta rapidez? Además, si había sospecha resultaba fácil cambiar de escondite, por otro lado, sin la intervención de Judas también era fácil dar con Jesús, por lo tanto no era necesario una traición, pues Jesús manifiesta que los enemigos le conocen bien, le conocen con claridad. Respecto a que los sinópticos no cuentan sobre la ausencia de Judas, el evangelio de Juan cayó en la cuenta y corrige la presentación del relato, haciendo que Judas abandone la comida. Muchos dicen que la avaricia por dinero se absorbió a Judas, pero si hubiese sido por dinero, Judas hubiese salido mucho antes con la bolsa común donde se hallaban los fondos del grupo.

Judas es un producto de la fantasía. Se compone en gran medida de citas del Antiguo Testamento. El tema del traidor es un motivo corriente; y, puesto que también era bíblico, se prestaba a los evangelistas, que ven profetizado en el Antiguo Testamento el destino de Jesús, cuando David había sido traicionado por su asesor, Ajitófel Guilo, al unirse éste a la conjura de Absalón, hijo de David (2 Sm 15,12).  Judas debió besar finalmente a Jesús como también Joab, el general de David, besó a Amasa, el enemigo de David, mientras le clavaba la espada (2 Sm 20, 9ss); “Si me hubiera ultrajado mi enemigo, sabría soportarlo. Si fuese mi adversario el que me oprime, me escondería de él. Mas fuiste tú, mi compañero, mi familiar y amigo. Con el que he compartido la dulce confidencia y a la casa de Dios marchamos juntos en cortejo festivo” (Sal 55, 13-15). “Hasta el amigo de mi confianza, el que mi pan comía, contra mí se ha levantado y me ha engañado” (Sal 41, 10)… además Pablo de Tarso dice en la carta a los Corintios dice: “que el resucitado se apareció a Cefas (Pedro) y luego se apareció a los doce” (1 Cor 15, 5).

Pero siempre hemos hecho malas lecturas de Judas ajusticiándolo y dando a entender que por Judas Jesús murió de manera temprana y trágica. Judas no existió como traidor, sí existió el odio cristiano vertido no sólo sobre este individuo, sino sobre todo su pueblo “los iscariotes - sicarios”, un odio real sobre una historia adaptada, acomodada e inventada, hasta lo constata las versiones que hay sobre su muerte; la versión en el evangelio de Mateo dice “Judas el que había traicionado a Jesús, al ver que lo habían condenado, tuvo remordimiento y devolvió las treinta monedas a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciéndoles: he pecado entregando a la muerte a un hombre inocente. Ellos les contestaron: ¿Y eso que nos importa a nosotros? Eso es cosa suya. Entonces Judas arrojo las moneda en el templo, se fue y se ahorco” (Mt 27, 3 - 5), otra versión se halla en los Hechos de los Apóstoles que dice: “Judas era uno de los nuestros y tenía parte en nuestro trabajo, pero fue y compró un terreno con el dinero que le pagaron por su maldad; luego cayó de cabezas y se reventó, y se le salieron los intestinos” (Hch 1, 17 - 18), otra versión es posterior atribuida a Papías de Hierápolis este dice que Judas si hinchó supurando pus y gusanos, llego a punto de reventarse y sus entrañas se desparramaron, en forma irónica dice que nadie puede pasar por aquel lugar donde Judas murió sin taparse las narices… y así sigue la historia de señalamiento y de crear odio en la figura de Judas Iscariote.

No es fácil determinar si la última Cena de Jesús con sus apóstoles fue una cena pascual. Los Sinópticos la presentan como tal, pero Juan no. En el evangelio de Juan, Jesús muere en un día distinto comparándolo con los sinópticos. Mateo y Marcos dicen que cenaron “el primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual” (Cfr. Mt 26,17; Mc 14,12). Los “ázimos” era el primero de los siete días que duraba la pascua, es decir, el viernes a la noche. Lucas, más explícito, aclara que Jesús se sentó a cenar en “la fiesta de los ázimos, llamada Pascua” (Lc 22,1.7.14). En los evangelios sinópticos, Jesús celebra la última cena el día de la Pascua y muere al día siguiente; mientras que, según el evangelio de Juan, cuando los judíos llevan a Jesús al pretorio, éstos no quisieron entrar para no contaminarse (sabemos el escrúpulo que manejaban ellos con lo impuro) y poder así comer la Pascua (Cfr. Jn 18,28). Ellos iban a celebrar la cena pascual después de que Jesús hubiera muerto en la Cruz, o sea, que en los evangelios sinópticos, por un lado, y en Juan, por otro, se trata de dos días distintos. La clave en el evangelio de Juan la encontramos en el episodio de la crucifixión, cuando los judíos no querían ver los crucificados el sábado porque el día era muy solemne (era pascua) y dialogan con Pilato (Cfr. Jn 19, 31). Con esto se puede deducir que, había que comer el cordero la tarde anterior a su muerte, queda claro que Juan coloca la última cena antes de la fiesta de Pascua, el jueves en la noche (Cfr. Jn 13, 1). ¿Cuál de las versiones será la correcta? Para responder a esto es necesario entender que “existían dos calendarios, este dato es trasteado de los manuscritos del Qumrán en el libro de los Jubileos y en el libro de Henoc” (Ariel Álvarez).

La santa cena y la cronología de la pasión, basadas en la tesis del uso de “dos calendarios diferentes entre los habitantes de Palestina en tiempo de Jesucristo: uno más tradicional (lo seguían en Qumrán y parte del pueblo) y otro más oficial (lo seguían los fariseos y parte del pueblo). Mientras el primero es de origen bíblico y de ritmo solar, el segundo es de origen helenístico y de ritmo lunar” (A. Jaubert). El calendario solar estaba dividido en 12 meses (8 meses de 30 días y 4 de 31) en compendio tenía 364 días y 52 semanas, todos los años iniciaban con el miércoles porque según el Génesis cuando Dios creó el mundo, fue el cuarto día, es decir, el miércoles por ser el día en el que Dios creó al sol, la luna, los astros; y estos que rigen el calendario (Cfr. Gn 1, 14 -19). El comienzo del día para el judío es muy distinto a lo que hoy entendemos; para nosotros el día inicia a la hora cero, mientras que para el judío iniciaba por la tarde cuando el sol se desvanecía o se ocultaba, tanto que los judíos el viernes (para nosotros, para ellos ya contaba como sábado) en la tarde dejaban de hacer sus actividades o labores, tenían que tener las cosas con antelación, por esta razón los judíos no querían ver los cuerpos en las cruces durante el sábado, hablan con Pilato  para que quiebren los pies a los crucificados, al ver que Jesús ya había muerto no le quiebran los pies (nos deja al descubierto otro dato que Jesús fue el primero en morir), piden ejecutar esta acción para poder bajarlos de la cruz, porque el sábado esta próximo y debía respetarse, además era el día de la Pascua, aunque este día implica actividad religiosa (Cfr. Lv 16, 31; 23, 32). El termino hebreo shabbat (sábado) se forma a partir de la raíz shebet que significa cesar, desistir, descansar. El día de reposo semanal era un gran regalo para el pueblo de Dios.  En Egipto el faraón no les permitía descansar de su arduo trabajo, sin embargo, Dios le dio a Israel el sábado como día de reposo cuando estaban en el desierto y ya habían abandonado Egipto (Cfr. Ex 16, 23 - 30). En el monte Sinaí se dio el mandamiento formal de respetar el sábado como día de reposo (Cfr. 20, 8 11; Dt 5, 12 - 15).

Es necesario entender el mesianismo como un asunto colectivo, que tuvo la iniciativa en Jesús el hombre de Nazaret, que siempre quiso sorprendernos con su manera de pensar, hablar y vivir. Hoy día vemos muchas personas que han creído en historias inventadas, hasta el punto de hacerlas ver como reales. Hoy que en la mayoría de los discursos nos hablan del amor y la amistad, no es posible cargar odio ante las personas que piensan diferente y quieren salirse de las estructuras que en tantas ocasiones oprimen. Recordemos que Jesús también nos exhorta a ser congruentes y coherentes en la vida con lo que decimos y hacemos.

FELIZ PASCUA


col zapatero

 

No puede ser otro tiempo, que no sea la primavera, para que la Pascua venga con fuerza anunciando y proclamando a voz en grito que es tiempo de vida. Ya han quedado atrás los rigores del invierno que no han hecho sino destruir y matar todo lo viejo y caduco que aún quedaba.

Es primavera y, por lo mismo, es tiempo de mirar los campos tupidos de verde y cargados de árboles henchidos de flor anunciando el fruto que llevan dentro, como si con ello nos estuvieran invitando a subirnos al carro de la más grande y profunda de las esperanzas.

La Pascua no es privilegio de nadie, a pesar de que a algunos les pueda parecer que eso es un ataque contra lo establecido "como dios manda". Su dios con minúsculas, claro. O lo que es lo mismo: el dinero, el poder, la fuerza, el saber, las influencias.

Son los mismos que vociferan y no se cansan de decir que "harto que la primavera, la estación del año, que no se piensen otra cosa, llega también para los pobres, los débiles, los necios, los nadie. Que solo faltaba que también les tuviera que llegar la Pascua".

Precisamente por ello:

Feliz Pascua a quienes aman la vida. Pero también, y a su pesar, a quienes la odian con todas sus fuerzas. Pues la Pascua solo entiende la otra lógica. La ilógica, para ser más exactos: "devolver bien por mal y poner la otra mejilla".

Feliz Pascua, con el deseo de que sea para siempre, a todas y todos cuantos hacen camino mirando siempre a las orillas del mismo, no sea que alguien pueda estar necesitando de sus manos para comenzar a caminar o seguir caminando.

Feliz Pascua a quienes dicen que no creen. Pero también a quienes piensan que ellos no son como los anteriores, sino que sí que creen de verdad. Pues el Padre "bueno" ama a todas y a todos sin distinción, y hace salir el sol cada día, tanto para justos como para injustos.

Feliz Pascua a quienes se encuentran al frente de las religiones, iglesias, dicasterios y todos los demás centros de culto en general. Con el pleno convencimiento además, por su parte, de que sin ellos nada funcionaría en ese campo. Al menos eso es lo que ellos piensan.

Pero también Feliz Pascua, y con idéntica fuerza e intensidad, a quienes, perteneciendo al rebaño sin ningún tipo de "cualificación" espiritual ni religiosa, se esfuerzan simplemente por "amar a los demás como a ellos mismos".

Feliz Pascua, como no, a quienes confían únicamente en sí mismos, pues desconfían de todo "dios', ya que, según dicen, hoy en día no te puedes fiar ni de tu padre.

Pero, de igual manera, Feliz Pascua a todas y todos cuantos, a pesar de dudar, desconfiar y flaquear, no se oponen nunca a la invitación que les pueda llegar desde fuera a "meter los dedos en la herida de tantos costados abiertos".

Feliz Pascua a quienes no se cansan de golpearse el pecho continuamente para conseguir aplacar al "dios" siempre enfadado e irascible en quien creen, porque así se lo enseñaron. Pero, de igual manera, semejante deseo de felicidad a quienes, reconocen que sus miserias, a pesar de ser grandes y profundas, son pura anécdota comparadas con la inmensa misericordia del Dios de Jesús.

Feliz Pascua a todas y todos, sin ningún tipo de distinción ni diferencia, y que lo siga siendo por los siglos, en el nombre precisamente de Aquel, cuyas palabras, "Yo estaré siempre con vosotros hasta el final de los tiempos", no son fruto de una promesa de pacotilla, sino la apuesta más sincera rubricada con su propia vida.

Feliz Pascua, finalmente, aunque pueda parecer paradójico, a quienes no se cansan de "hacer la pascua" de manera constante a todo hijo de vecino. Por la sencilla razón que las semillas de vida que hay en el corazón de todos esos hijos de vecino y sus ansias de hacer el bien son muchísimo más fuertes que las ganas constantes que ellos tienen de hacer permanentemente la "pascua".

FELIZ PASCUA!

PASCUA DE JESÚS Y PASCUA UNIVERSAL


col arregi

De nuevo es Pascua. Es la Pascua de Jesús, el profeta crucificado, imagen singular para los cristianos de la esperanza de todos los crucificados. Es la Pascua de la primera luna llena de primavera que tantas culturas han celebrado desde milenios antes de nuestra era cristiana: chinos, indios, sumerios, babilonios y hebreos, y los pueblos mayas de la América central que, miles de años antes de que a su tierra la llamáramos así, en el reflejo de la luna ya veían de noche el irresistible poder de la vida.

Es la Pascua de la Tierra. La Pascua del trigo y de todos los cereales: el grano muere, germina y vuelve a brotar en los campos, para convertirse en pan fraterno, pan de la eucaristía o pan de la mesa doméstica, el mismo pan sagrado para quien sabe mirar y saborear, partir y compartir. Es la Pascua de los agricultores y pastores del Neolítico, que vivían al compás de novilunios y plenilunios, solsticios y equinoccios, al ritmo de la Madre Tierra y del cosmos sin medida.

La vida revive. En cada brote de viña, en cada flor de cerezo se hace presente la energía de todo el universo, se manifiesta el fuego del Ser, la fuerza de la Vida, el misterio que llamamos Dios y que recibe otros muchos nombres y que ningún nombre puede expresar. El gorrión lleva ya su brizna en el pico al hueco del tejado, para construir su nido y criar. Hasta la tortuga de agua que tenemos en la terraza despierta ya de su letargo invernal. Uno de los dos términos griegos que los textos bíblicos cristianos conocidos como ‘Nuevo Testamento’ emplean para decir que Jesús resucitó significa literalmente eso: ‘despertar’. El otro término utilizado significa ‘levantarse’. La vida despierta y vuelve a levantarse después de la noche en todas sus formas. Es lo que confesamos los cristianos, y así lo esperamos a pesar de todo; en nuestras pobres manos llevamos esa brizna de esperanza, como la tierra el grano.

Pero más de un cristiano que haya leído los párrafos que preceden se habrán preguntado: ¿y dónde queda, entre tanta pascua la Pascua cristiana, la de Jesús? Comprendo tu perplejidad, hermano, hermana, pero déjame que te diga con la convicción y humildad de que soy capaz: No opongas la Pascua cristiana a la Pascua de la Tierra y de las demás religiones y culturas. No pienses que la Pascua de Jesús sea la única, ni siquiera la suprema, la realización perfecta de todas las pascuas. Jesús nunca lo pensó. Él vivió hasta morir, y murió hasta resucitar, como el grano, como el profeta mártir, como todos los profetas y mártires, sin etiquetas. La muerte es pascua, que en hebreo significa ‘paso’.

He dicho “no pienses que…”, pero me corrijo: acerca de todas estas cuestiones que se llaman de fe, pero donde la fe no se juega, piensa o “cree” libremente lo que más convincente y razonable te parezca, pero no te apresures a denunciar lo que digo como disolución del evangelio de Jesús. Lo universal sin forma solo se realiza en formas particulares. Así lo hizo Jesús. Hazlo así también tú. La Pascua plena está aún sin hacerse del todo. Hagamos Pascua. Hagamos revivir la llama de la vida en nosotros en las muchas sombras que nos habitan, en las muchas formas en que la muerte nos hiere.

Así lo hizo Jesús, y así resucitó. Su resurrección, como la nuestra, no tiene nada que ver –subrayo: nada– con que su sepulcro hubiese quedado vacío, con que su cuerpo muerto hubiese desaparecido de pronto ‘milagrosamente’ y luego aparecido de nuevo ‘milagrosamente’ a sus discípulas y discípulos. Su resurrección no tiene nada que ver con ningún hecho ‘milagroso’ fuera del milagro de la vida: la bondad más fuerte que la muerte. Jesús resucitó en su vida de profeta bueno, rebelde y sanador, libre y liberador. Resucitó en su compasión, su comensalía, su solidaridad con los últimos. Y por eso murió y, por eso, en su muerte resucitó, pues, como se dice en la dura y hermosa película La forma del agua, “la vida es lo que queda del naufragio de nuestros planes”.

Esa es la verdadera Pascua de Jesús, pero solo será verdad también en nosotros en la medida en que vivamos como él lo hizo, hasta morir de pura vida, como todas las personas que pasan la vida haciendo el bien, simplemente, como la semilla y la flor, sin mirar al fruto.

 

José Arregi

(Texto publicado el 1 de abril de 2018)

PORTADORAS DE LA BUENA NOTICIA

fe adulta

col carminna navia

 

 

La fuerza contundente del amor nos llama en esta tarde

a regar por las sendas de la vida

el grito de la resurrección.

Salgamos de las tumbas

y arrojemos

las sábanas al viento

los amarres

las piedras

las estacas…

a morir en la orilla.

Vivamos en abrazos de hermandad

la fuerza del amor.

Que muera nuestra entraña endurecida

se rompan los sepulcros

y se instaure la gracia

entre los corredores y geranios.

Que muera la crueldad y la violencia

enterremos al fondo toda seña de nuestra indiferencia.

La sabia y su Palabra nos habiten

y riegue a nuestro paso su semilla.

Que muera todo daño que nos llegue a este albergue

y nazca toda flor que arome los jardines.

Sanemos a la tierra y sus entrañas

abramos nuestras manos con ternura,

que la Energía Divina nos habite

y las resurrecciones se propaguen a través de las manos y los ojos

de todo caminante de Evangelio.

Mujeres renovadas levantemos la voz desde las plazas

y desde las cocinas

que llegue a todo oído la noticia:

LA MUERTE SE VENCIÓ

y la vida se vierte en los tazones de todas las hornillas.

Abrazos de hermandad nos iluminen y  nos llenen de gozo.

Unamos nuestras voces

salgamos de las tumbas y colguemos las sábanas al viento

Jesús nos señaló los horizontes:

corazones gigantes

amores entrañables.

Unamos nuestros brazos en los cantos que salen de las grutas

y que llenan las calles con la Buena Noticia.

Hemos resucitado en nuestras fuentes, en nuestros propios pozos.

Gritemos ante el mundo una nueva dinámica

que muera nuestra entraña endurecida y se ilumine el mundo

con las rutas sororas

de un cielo por nacer.

Hermanas en la vida y en la muerte

cantemos nuestra Pascua.

PROTAGONISTAS ELLAS COMO APÓSTOLES DE LA RESURRECCIÓN


col otalora

 

El Antiguo Testamento nos habla de la experiencia troncal que marcó para siempre a sus protagonistas: la liberación de la esclavitud en Egipto. Aquellos judíos querían libertad y aprendieron a ser la mejor posibilidad de sí mismos de una manera diferente a como lo habían pensado, entre la fe y la esperanza de la Alianza, en medio de sus flaquezas y deserciones. Al final, su éxodo hacia la Tierra Prometida se convirtió en una analogía de lo que es la vida del creyente con los mismos altibajos que aquel pueblo judío, pero en su desierto interior.

El antes y el después lo marcó el paso de Jesús por este mundo que, lejos de hacer las cosas más fáciles, continúa invitándonos a un éxodo más personal en una nueva Alianza con el Amor universal como la esencia de toda la existencia.

La manifestación de Dios ya no ocurre en la montaña, sino en nuestro interior cada vez que acogemos la Buena Noticia de que Dios es amor y damos con nuestro ejemplo el sentido nuevo que dio el Mesías a toda la Escritura. De hecho, la Pascua del Resucitado es el día más importante del año litúrgico, el acontecimiento central de nuestra experiencia de fe. Incluso en los cuarenta días de Cuaresma no se incluyen los domingos porque cada domingo se considera una Pascua.

Desde aquél entonces, quienes tenemos el regalo de la fe -y la encomienda de evangelizar el Amor mediante el ejemplo- celebramos la Pascua, el paso del Señor entre nosotros con su entrega total que da sentido gozoso a toda la existencia. Aquellos testigos de su vida, muerte y Resurrección no dejan de interpelarnos nuestra fe. Y digo testigos en el sentido más amplio, ya que fueros ellas las primeras discípulas (enviadas), escogidas para anunciar que Cristo ha resucitado.

Si leemos de seguido el pasaje de la Resurrección en los cuatro evangelios, fueron al sepulcro seguidoras y seguidores de Jesús, pero se refleja claramente que es a ellas a quienes se les revela Cristo Resucitado y son ellas quienes reciben el encargo de comunicárselo a los discípulos. Las mismas que habían seguido a Jesús a Jerusalén... ¡desde Galilea!

Dicho lo anterior, hay dos momentos clave en el Evangelio, el nacimiento del Mesías y su Resurrección. Curiosamente, ambos protagonizados por mujeres: María es la que alumbra a Jesús como madre, y estas mujeres son las testigos de un nuevo tiempo Pascual, mientras los discípulos optaron por esconderse por miedo al haber sido seguidores de Jesús... Los 4 evangelistas mencionan solo a mujeres como testigos del Resucitado, y a la vez citan a María Magdalena entre las presentes, un grupo numeroso, nos dice Lucas.

Lo impactante es que esta realidad no se ha sido resaltada teológicamente a la hora de valorar la presencia de la mujer en la Iglesia. Sin embargo, son ellas las que reciben el encargo de proclamar la noticia de la Resurrección a los discípulos buscando la manera de hacerse creíbles cuando las mujeres no estaban consideradas como testigos fiables. En aquella época, la mujer no contaba para nada, ni siquiera podía ser testigo de un juicio pues se la consideraba poco creíble. Sin embargo, su testimonio anunciando la Resurrección a los once, fue protagonizado por mujeres.

Se inaugura, pues, el tiempo de la Iglesia, el de sus seguidores  como Pueblo de Dios que debemos continuar con la obra del Resucitado. Lucas relata en Hechos algunas pinceladas del nuevo tiempo y Pablo nos habla incluso de diaconisas presidiendo nuevas comunidades en el proceso de evangelización misionera por el Mediterráneo.

Hoy es el día en que la jerarquía eclesiástica no concede a las mujeres la voz debida por razón de su sexo, mientras retumba en cada Pascua de Resurrección, la necesidad de que desarrollemos una teología profunda sobre la mujer. Quizá descubramos algunas buenas razones por la que Dios dio a conocer al mundo a su Hijo por medio de una mujer y que mujeres fuesen las elegidas a la hora de desvelar al Resucitado y, más tarde a través de ellas, a los apóstoles.

¡Feliz Pascua, paz y bien!

LA ERA POST-FRANCISCO. AMEN, ASÍ, SIN TILDE


col pino

 

A pesar del dato objetivo de increencia que se constata en la sociedad actual, especialmente en los jóvenes, pienso que la cuestión hoy a debate no es tanto si creemos o no en Dios como en qué Dios decimos creemos o no creemos. Seguramente muchos estaríamos de acuerdo en algunos postulados, si nos escucháramos y nos mirásemos a la cara. Suelo decir con cierta frecuencia en mis clases: “en ese dios que me comentas… yo tampoco creo”. No estamos tan lejos..., lo que nos falta es diálogo, respeto y, sobre todo, una mayor determinación para el entendimiento. Parafraseando a Concepción Arenal, cuando no comprendemos una cosa, la solemos declarar ilógica, inexistente o absurda antes que reconocer que nos sobrepasa.

Pues bien, algo así ocurre tras estos años de Pontificado del Papa Francisco. El tema de discusión a estas alturas no es tanto qué tipo de hombre encabeza a la Iglesia católica como qué va a ocurrir cuando éste no esté al frente (aunque algunos siguen empeñados en desacreditarlo). Jorge Mario Bergoglio, examinado por muchos con lupa en sus comienzos, ya ha tenido suficiente tiempo para mostrarnos su verdadero rostro. Precisamente sus contrarios más hostiles han dado amplias razones de su talla como hombre de razón y de fe. Quienes mejor hablan de él son sus feroces contendientes. Y no hablo exclusivamente de los clásicos, como Trump, Bolsonaro y algunos más. Me refiero, especialmente, a los de dentro, como las dudas que ya mostraron en su tiempo (acerca de la pureza doctrinal del nuevo Papa) Meisner, Caffara, Brandmuller o Burke, y algunos otros nuevos que se sumaron y se suman, que son o han sido voces de otros muchos que se mantienen en silencio expectantes al posible desenlace que pueda acontecer dentro del Vaticano. Es digno de estudio observar a aquellos fieles que, siendo tradicionalmente "más papistas que el Papa", curiosamente cuestionan a este Pontífice en contra de su habitual complacencia y adoctrinamiento eclesiástico. Las feroces campañas que iniciaron hace tiempo en internet muchos grupos ultras solo delatan, no ya la capacidad, determinación y sensatez que Francisco usa en sus planteamientos y discursos, sino también el espíritu y la fe que envuelven a este Papa inusual y, hasta ahora, poco visto en las filas de la Iglesia.

En realidad, no hace más que poner en funcionamiento las reglas del juego que ya estableció el Vaticano II, aquel Concilio que aún está por estrenar (en su alcance y particularidad). Por ello, estimo contundentes las razones que aseguran que Francisco ha sido y es el hombre que supo leer e interpretar los signos que la Iglesia necesita para los tiempos que corren y, además, llevarlos a cabo. No se trata de subir a los altares a este Papa y “condenar” a los anteriores, sólo destacar el punto de inflexión que, a  mi parecer, Francisco supone en la praxis eclesial y su contextualización en el mundo. Lo sé, no ha llevado a término todo lo que muchos llevan esperando de la institución. Quedan muchos retos sin afrontar ni resolver. Algunos dicen que este es otro más…Y no, no es otro más. Sus acciones están siendo significativas y, lo mejor, haciendo todo lo posible de su parte para que lo que se produzca sea una evolución “revolucionaria” cuyo único límite es el amor.

Quedan todavía miembros afectados de escándalos dentro de la curia (¿y dónde no?, sin que esto sirva de justificación). Es cierto que muchos aplauden los modos y criterios de Francisco pero no aterrizan su mensaje en las parroquias y comunidades (¿vino nuevo en odres viejos?, ¿doble moral?), que hay campos y asuntos por ahora aparcados. Ahí están, es cierto, pero, ¿qué se le podía pedir a un desconocido dentro de una conocida institución de más de dos milenios de luces y sombras? ¿Es que alguien hasta ahora (y no pregunto solo por alguien religioso) había conseguido de forma tan preciosa unir los asuntos morales con los ecológicos y políticos con tanta sencillez y, a la vez, profundidad, sin obviar los espirituales? Que sea portada del Time no es casualidad, que aglutine mandatarios de distintas religiones y culturas, a creyentes y no creyentes en torno a un modelo de política sostenible y defensa de nuestra “Madre Tierra” tampoco. A nadie, creo, se le pasa por alto que ha sido pieza clave, para lograr acercamientos políticos y numerosas medidas de justicia social... Y así podíamos decir muchas más cosas: su repercusión a nivel ecológico, su defensa de los refugiados, su preferencia por los marginados… Estamos ante un gran hombre, uno de los mejores que ha parido Madre Tierra. Sí, un hombre de carne y hueso, pero con mucho corazón. Ahí está su grandeza: en su normalidad. Lo que hacía falta… más cuando existen algunos impresentables personajes con mucho poder en el planeta que quieren hacer historia sin contar con los más débiles.

El problema, pienso, no está en el ahora, mientras esté Francisco acompañándonos, como fiel jesuita. La gran pregunta que se avecina con pies agigantados es qué pasará cuando no esté Francisco. ¿Conseguirán sus ideas y proyectos llegar a buen término? ¿Qué rumbo se avecina en la Iglesia y en el mundo tras el Papa de la misericordia? ¿Será que su impronta logrará establecer las bases irrevocables de un nuevo modelo de Iglesia al servicio de la misión, o quedará sin efecto por mor de una vieja escuela de religiosidad de calmantes y adoctrinamientos? ¿Nos iremos al otro extremo (catequizando de forma dogmática y condenatoria) según avisa la ley del péndulo? ¿Cómo será el nuevo hombre y la nueva Iglesia que llegue tras Francisco?

Esperemos que el testigo que nos deje el “Papa Paco”, este hombre cercano al pueblo y, por lo tanto, cercano a Dios, sensato y humilde pero valiente, sirva para que la Iglesia sirva y sea en su seno acogedora, fiel a la buena noticia del Evangelio y clara y contundente en su defensa de los hombres y mujeres de este mundo, especialmente los pobres y descartados.

Como decía el cantautor Silvio Rodríguez, prefiero “hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe [sabemos] demasiado”. Si algo intenta mostrarnos Francisco es que lo que importa es amar. Pues eso, ahí está el mensaje:

Amen, así, ¡sin tilde!

Qué así sea…

Si Dios quiere

¡Y nosotr@s también!

Jesús Lozano Pino

mano corazon sol

DESPERTAR, LEVANTARSE, SALIR FUERA


col mesa

 fe adulta

Encuentro muy significativo que en el Nuevo Testamento se empleen dos términos en griego para expresar y dar a conocer el significado de la resurrección de Jesús: uno es “levantarse” y otro “despertar”.

El mismo Jesús nos dijo que el Espíritu nos iría diciendo en cada momento de la historia lo que tendríamos que decir, cómo actuar y actualizar su buena noticia de liberación. Los sucesos de nuestro pasado, las personas que han dejado huella en nuestra vida, sus palabras, sus gestos, sus muestras de cariño, su compromiso… nos dicen siempre algo nuevo cuando las recordamos.

Igual nos pasa con Jesús y, en concreto, con su resurrección.

Porque lo importante no es el sepulcro vacío sino todo lo que vivió y por lo que se desvivió: porque él sanaba la vida, iluminaba la vida, liberaba la vida, daba nuevas esperanzas para experimentar en plenitud la vida. Ahí radica el sentido de su resurrección: la muerte no pudo ocultar ni sepultar la vida íntegra y entregada en cada momento por Jesús. Y a eso invitaba a sus discípulos: “He venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. Anunciad esta buena noticia a toda criatura”. Quien así vive, ya ha resucitado.

Volvemos al comienzo. Resucitar significa despertar, no continuar con los ojos cerrados a la realidad, es necesario abrirlos al mundo que nos rodea, aunque esté oscuro, a pesar del frío, del dolor y la angustia, de la inseguridad, del miedo y la desesperanza. Manteniendo los ojos abiertos para no cerrarnos a nada, para no quedar aislados en nuestra propia concha. Quien abre los ojos y los mantiene abiertos ya ha empezado a descorrer la losa de su propio sepulcro.

Resucitar también significa levantarse. Es necesario abrir bien los ojos, para mirar con claridad. Pero se puede seguir recostado, impidiendo que esa mirada sea movilizadora. Es necesario un esfuerzo más: hay que levantarse, ponerse en pie, con decisión, sabiendo que después de despertar debemos recomenzar un día más. Poniendo en marcha todos nuestros recursos psicológicos, afectivos, empáticos, resilientes y reconociendo todo lo que poseemos y lo que podemos seguir aprendiendo y adquiriendo para ayudar, recibiendo ayuda a la vez. 

Pero queda un paso más, con el mandato de Jesús a Lázaro: “Sal fuera”. Hay que salir del sepulcro, del encierro, la reclusión, el confinamiento. Debemos quitarnos las vendas que nos atan e impiden andar con libertad. Es necesario despertar, levantarnos y salir, para sentirnos de verdad resucitados y ayudar a resucitar a quienes aún malviven, sobreviven, escondidos, aislados, marginados, excluidos en innumerables sepulcros en nuestra sociedad y en nuestro mundo. La resurrección no es un recuerdo de un hecho pasado, sino un acicate permanente, diario, pasando en cada momento de la muerte a la vida. Comprometiéndonos para que quienes se mantienen ocultos en las sepulturas que se imponen o se las imponen, puedan salir a la luz del día, a la claridad esperanzadora de la vida.

Porque solo resucitamos de verdad si resucitamos juntos.

¿CÓMO VIVIR LA PASCUA EN MEDIO DE TANTAS CRISIS?


col boff

 

Muchas crisis están asolando a la humanidad: la crisis económica que ha hundido a los grandes bancos de los países centrales, la crisis política con el ascenso mundial de las políticas de derecha y extrema derecha, la crisis de las democracias en casi todos los países, la crisis del Estado que se burocratiza cada vez más, la crisis del capitalismo globalizado que no puede resolver los problemas que él mismo ha creado, generando una acumulación de riqueza en muy pocas manos en un mar de pobreza y miseria, la crisis ética, pues ya no cuentan los valores de la gran tradición de la humanidad, sino el vale todo posmoderno (every think goes), la crisis del humanismo pues imperan relaciones de odio y de barbarie en las relaciones sociales, la crisis de civilización que ha comenzado a introducir la inteligencia artificial autónoma que articula miles de millones de algoritmos y toma decisiones independientes de la voluntad humana, poniendo en riesgo nuestro futuro común, la crisis sanitaria que ha alcanzado a toda la humanidad a través de la Covid-19, la crisis ecológica que, si no cuidamos la biosfera, nos alerta de una posible tragedia terminal del sistema-vida y del sistema-Tierra. Detrás de todas estas crisis hay una crisis aún mayor: la crisis del espíritu que representa una crisis de la vida humana en este planeta. 

El espíritu es el momento de la vida consciente en el cual nos damos cuenta de que pertenecemos a un todo mayor, terrenal y cósmico, y que estamos a merced de una Energía poderosa y amorosa que sustenta todas las cosas y a nosotros mismos. Tenemos la facultad específica de poder dialogar con ella y de abrirnos a ella, identificando un Sentido mayor que impregna todo y que atiende nuestro impulso de infinitud. La vida del espíritu (que algunos neurólogos llaman el “punto Dios” en el cerebro) está siendo sepultada por la voluntad irrefrenable de acumular bienes materiales, por el consumismo, por el egoísmo y por una profunda falta de solidaridad.

Desde agosto de 1945, cuando los Estados Unidos lanzaron dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, se nos abrió la conciencia de que podemos autoaniquilarnos. Ese peligro aumentó con la carrera armamentista, que incluye a nueve naciones con armas químicas, biológicas y cerca de 16.000 cabezas nucleares. La guerra actual entre Rusia y Ucrania ha hecho que Putin amenace con el uso de armas nucleares, suscitando el temor apocalíptico del fin de la especie humana.

En este escenario, ¿cómo celebrar la mayor fiesta de la cristiandad que es la Pascua, la resurrección del Crucificado, Jesús de Nazaret? La resurrección no debe ser entendida como la reanimación de un cadáver como el de Lázaro. Resurrección, en las palabras de San Pablo representa la irrupción del “novissimus Adam” (1Cor 15,45), es decir, del ser humano nuevo, cuyas infinitas virtualidades presentes en él (somos un proyecto infinito) afloran totalmente. Aparece así como una revolución en la evolución, una anticipación del fin bueno de la vida humana. El Resucitado alcanzó una dimensión cósmica, nunca más ha dejado el mundo y llena todo el universo.

En este sentido la resurrección no es la memoria de un pasado, sino la celebración de un presente, siempre presente para suscitarnos alegría, la suave sonrisa de que la muerte matada de Jesús de Nazaret, el viernes santo, es solo una travesía a una vida libre de la muerte y plenamente realizada: la resurrección. El horizonte sombrío se aclaró e irrumpió el Sol de la esperanza.

Pensando en términos del proceso cosmogénico que engloba todo, la resurrección no está fuera de él. Por el contrario, es una emergencia nueva de la cosmogénesis, de ahí su valor universal, más allá del salto de la fe. La resurrección es la síntesis de la dialéctica, de donde Hegel sacó su dialéctica, de la vida (tesis), la muerte (antítesis) y la resurrección (síntesis). Esta es el final de todo, ahora anticipado para nuestra alegría. Es el verdadero génesis, no del principio, sino del fin alcanzado ya.

Considero que la versión del evangelio de San Marcos sobre la resurrección es la más realista y verdadera. Él termina el texto con Jesús resucitado diciendo a las mujeres: “id a decir a los apóstoles, y a Pedro, que él (el Resucitado) va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis, como os dijo” (Mc 16,7). Y así termina. Las apariciones relatadas, es convicción de los estudiosos que serían un añadido posterior. Es decir: todos estamos en camino hacia Galilea para encontrarnos con el Resucitado. Él personalmente ha resucitado, pero su resurrección no se ha completado, mientras sus hermanos y toda la naturaleza no hayan resucitado aún. Por esta razón, el mundo fenomenológicamente sigue igual o peor, con guerras y momentos de paz, con bondades y maldades, como si la resurrección no hubiera tenido lugar como signo de superación de esta realidad ambigua.

Feliz fiesta de Pascua para todos los que pueden realizar este camino y también para los que no puedan hacerlo.

 

Leonardo Boff

Religión Digital

*Leonardo Boff ha escrito: La resurrección de Cristo. Nuestra resurrección en la muerte. Sal Terrae